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  • ‘Vea el bien por su duro trabajo’
    La Atalaya 1978 | 15 de enero
    • moran sobre la haz de toda la tierra. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.” (Luc. 21:35, 36) Ciertamente los “últimos días” no son tiempo para que alguien pase por alto estas palabras y se deslice a prácticas mundanas en las reuniones sociales.

      CÓMO IMPEDIR PROBLEMAS

      16. ¿Son necesariamente buenos compañeros todos los miembros de la congregación cristiana?

      16 ¿Cómo puede uno impedir que los asuntos sociales se hagan mundanos y, por lo tanto, perjudiciales en sentido espiritual y desaprobados desde el punto de vista divino? Se tiene que dar consideración a que los invitados no introduzcan una influencia malsana. El apóstol Pablo, en su carta a Timoteo, señaló que no todos los miembros de la congregación cristiana son necesariamente compañeros deseables. Escribió: “Ahora bien, en una casa grande no hay solamente vasos de oro y de plata, sino también de madera y barro, y algunos para un propósito honroso mas otros para un propósito falto de honra. Si pues alguien se mantiene apartado de éstos, será vaso para propósito honroso, santificado, útil a su dueño, preparado para toda buena obra. De modo que, huye de los deseos incidentales a la juventud, mas sigue tras la justicia, la fe, el amor, la paz, junto con los que de corazón limpio invocan al Señor.”—2 Tim. 2:20-22.

      17. ¿Con quiénes en la congregación no deben asociarse los cristianos de manera social, y por qué? (2 Tes. 3:6-15)

      17 En armonía con esto, los cristianos tienen la responsabilidad de mantenerse separados de aquellos sobre cuya conducta haya duda seria. Ciertamente no están obligados a invitar a sus reuniones sociales a personas de las cuales se conoce que son desenfrenadas en su habla o que en otros sentidos se dan a excesos. De hecho, el invitar a esas personas no les ayudaría. En vez de recibir estímulo para efectuar cambios necesarios, bien podrían inferir que sus palabras y acciones insalubres son aceptables para la congregación cristiana.

      18. (a) ¿Qué debe guiar a los siervos de Dios en toda su actividad? (b) ¿Qué factores contribuyen por lo general a una reunión edificante de cristianos?

      18 En toda ocasión en que los siervos de Dios disfruten de compañerismo entre sí, deben tener presente la admonición de la Biblia: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Cor. 10:31) Podemos hacernos la pregunta: ¿Está trayendo realmente la ocasión alabanza a Jehová Dios? Por lo general toda persona puede disfrutar de asociación edificante cuando las reuniones sociales se mantienen en un tamaño razonable, cuando se ejerce cuidado sobre a quién se invita y el anfitrión cristiano asume a conciencia plena responsabilidad por lo que suceda. Por ejemplo, si una congregación entera disfruta junta de un día de campo, indudablemente los ancianos querrían utilizar su influencia para que resulte lo bueno. Por supuesto, cuando las reuniones sociales atraen a gente de fuera de la congregación sin que se ejerza distinción, es difícil, si no imposible, que los ancianos ejerzan control sano sobre el grupo. Todo el que hace arreglos para una reunión social, por lo tanto, debe tener presente esto y evitar circunstancias que se presten a una falta de control y de dirección apropiados.

      19. Con relación a las reuniones sociales, ¿qué principios podemos sacar de Lucas 14:13, 14 y Mateo 6:3?

      19 El cristiano también debe tener presente la importancia de no invitar siempre a los mismos individuos selectos para que compartan con él el fruto de su trabajo. Puede haber otros compañeros de creencia que apreciarían tal asociación sana, y que se beneficiarían muchísimo de ella... por ejemplo, los ancianos y las viudas. Jesucristo recomendó: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás feliz, porque ellos no tienen con qué pagártelo.” (Luc. 14:13, 14) Difícilmente podría estar en armonía con esta recomendación el que alguien hiciera arreglos para ocasiones de tanto derroche que se requiriera que los invitados pagaran una cuota para sufragar los gastos y que hasta resultaran en ganancia para el mismo individuo como anfitrión. Además, una ocasión tal que fuera demasiado grande pudiera enfocar indebida atención en el que hubiera hecho los arreglos para ella, y esto sería contrario al espíritu del consejo de Jesús de que “no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.”—Mat. 6:3.

      20. ¿En qué bien puede resultar el aplicar los principios bíblicos en las reuniones sociales? (2 Ped. 3:11-14)

      20 En verdad, cuando se sigue el consejo bíblico, los siervos de Jehová Dios pueden deleitarse verdaderamente en el fruto de su trabajo y en compartir con otros su gozo. Permanecen despiertos espiritualmente y evitan toda mundanalidad. Entonces sus reuniones sociales pueden glorificar al Dios feliz Jehová y mover a los observadores sinceros a decir: “Dios verdaderamente está entre ustedes.” (1 Cor. 14:25) Además, continúan estando en condición de aprobados ante Dios y Cristo, ansiosamente a la expectativa del tiempo en que “el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro” y “hará para todos los pueblos . . . un banquete de platos con mucho aceite”... para que disfruten de él equilibradamente junto con todas las demás provisiones amorosas que hay en la creación de Dios.—Isa. 25:6-8.

  • Sea sabio... evite la avaricia
    La Atalaya 1978 | 15 de enero
    • Sea sabio... evite la avaricia

      “MANTENGAN abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia, porque aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”—Luc. 12:15.

      ¿Qué suceso dio ocasión para que Jesucristo dijera esto? Una muchedumbre grande le estaba escuchando cuando un hombre gritó: “Di a mi hermano que divida conmigo la herencia.” (Luc. 12:13) En realidad no debería haber habido ningún fundamento para tal petición, porque la ley mosaica estipulaba que el hijo primogénito debería recibir dos partes de todo lo que le hubiera pertenecido a su padre. Evidentemente, por lo tanto, había codicia envuelta en el caso del hombre que quiso que Jesucristo fallara a su favor.

      Las palabras de Jesús en cuanto a la codicia, ya citadas, se dirigieron a la muchedumbre que había oído la petición de aquel hombre. Estas palabras revelaron que uno tiene que evaluar apropiadamente las cosas para poder evitar la codicia o avaricia. Uno no debe perder de vista el hecho de que sea cual sea el objeto del deseo incorrecto de uno, de ninguna manera puede contribuir a preservarle la vida. De hecho, la avaricia puede resultar en calamidad.

      Una buena ilustración de esto está en lo que le sobrevino a Guejazi, el servidor del profeta hebreo Eliseo. Por medio de Eliseo, el jefe del ejército sirio, Naamán, fue sanado de una repugnante lepra. Naamán quiso hacerle a Eliseo un presente en aprecio

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