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  • “Mantengan paz entre unos y otros”
    La Atalaya 1978 | 1 de enero
    • jóvenes, los más retraídos ni a los más retardados en la verdad bíblica y en la experiencia cristiana se les pasa por alto. Al que se encuentra en esa situación se le incluye afectuosamente en el abrazo de la congregación ‘sobre la base del nombre de Cristo.’ En un ambiente de esa clase en la congregación rige el espíritu del Señor Jehová Dios. Es un factor poderoso en ayudar a los miembros de la congregación a ‘mantener paz entre unos y otros.’ El resultado es unidad fraternal.

  • “Tengan sal en ustedes mismos”
    La Atalaya 1978 | 1 de enero
    • “Tengan sal en ustedes mismos”

      1. ¿Con qué debe ser sazonada nuestra “habla,” y por qué?

      LAS sales de clase orgánica, vegetal, son muy esenciales para nuestra salud corporal. Hay una sal que es muy esencial para la salud de un cuerpo organizado de adoradores de Dios. En armonía con esto está el consejo de uno de los preeminentes guardianes de la salud espiritual de la congregación cristiana del primer siglo, a saber, el apóstol Pablo. Al escribir a una congregación con la cual todavía no se había familiarizado personalmente, dijo: “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.”—Col. 4:6.

      2. Por eso, ¿qué pregunta surge en cuanto a los apóstoles que trataron de impedir que “cierto hombre” expulsara demonios por el uso del nombre de Jesús?

      2 Esto nos hace preguntar cuánta de tal “sal” sazonó la expresión de los hombres en la ocasión que el apóstol Juan llamó a la atención de su Maestro, Jesucristo. De esto leemos lo siguiente: “Juan le dijo: ‘Maestro, vimos a cierto hombre que expulsaba demonios por el uso de tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no nos acompañaba.’”—Mar. 9:38.

      3, 4. (a) ¿Qué es probable que estuviera esperando Juan entonces, y por qué? (b) ¿Qué elemento egoísta se presentó en la explicación de Juan, y qué indica esto en cuanto a su modo de ver los asuntos?

      3 Esto da la impresión de que Juan esperaba una palabra de encomio, una palmadita de aprobación en la espalda, del Maestro que los estaba instruyendo en el camino cristiano. Es posible que Juan haya estado pensando en la curación que Jesús efectuó en aquel caso de posesión demoníaca en el cual el demonio fue particularmente terco, allá al norte cerca de Cesarea de Filipo. Es posible que le haya parecido que estaba protegiendo el derecho de Jesús a autorizar a otros a expulsar espíritus inmundos, demonios, de sus víctimas que no se podían ayudar a sí mismas. Desde el punto de vista de Juan, una persona que no hubiera sido autorizada así por Jesús no tenía ningún derecho a usar Su nombre poderoso para exorcizar inicuos demonios de espíritu. Pero entra en el cuadro un elemento egoísta en la razón que Juan dio para tratar de impedir que cierto hombre innominado echara fuera demonios. Juan dijo que ellos habían participado en acciones preventivas “porque no nos acompañaba.”

      4 La mención de “nos” reveló que Juan no tenía presente a Jesús solamente, sino también al conjunto total de los doce apóstoles. En una ocasión anterior Jesús había enviado a estos doce apóstoles a predicar las buenas nuevas del Reino y a ejecutar curaciones, en lo cual se incluía el liberar de posesión demoníaca a las víctimas. (Mat. 10:1-8; Mar. 6:7-13) De modo que Juan consideraba a los apóstoles como un equipo de sanadores exclusivo, con título.

      5. Para guía de sus apóstoles celosos que mostraban indignación, ¿qué comentario hizo Jesús tocante a aquel “cierto hombre”?

      5 En consecuencia, según razonaron Juan y sus coapóstoles, ¿qué derecho tenía aquel “cierto hombre” a usar el nombre del Maestro de ellos al trabajar en la expulsión de demonios? Aquel hombre, al proceder así, claramente estaba violando los derechos de Jesús y sus apóstoles. Sin embargo, ¿consideró Jesús el asunto de esa manera? El registro bíblico muestra que él no tuvo ni una sola palabra de aprobación para sus apóstoles celosos que manifestaban indignación. “Pero,” como Marcos 9:39-41 pasa a decir, “Jesús dijo: ‘No traten de impedírselo, porque nadie hay que haga una obra poderosa sobre la base de mi nombre que pronto pueda injuriarme; porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros. Porque cualquiera que les dé un vaso de agua de beber debido a que pertenecen a Cristo, verdaderamente les digo, de ninguna manera perderá su galardón.’”

      6. Al usar el nombre de Jesús para expulsar demonios, ¿qué estaba haciendo aquel “cierto hombre” tocante a ese nombre?

      6 ¿Por qué debería impedírsele a este “cierto hombre” que efectuara su obra de expulsar demonios utilizando el nombre de Jesús? ¿Había estado tratando de injuriar el nombre de Jesús al proceder así? ¿Había estado arrastrando así el nombre del Mesías en el lodo, dándole apariencia vil, dándole mala asociación? Él no estaba utilizando el nombre de Jesús de la manera en que los siete hijos del sacerdote principal judío Esceva lo hicieron posteriormente como una fórmula para exorcismo, como un nombre mágico. (Hech. 19:13-16) El demonio no le dijo a aquel “cierto hombre”: ‘Conozco a Jesús, pero ¿quién eres tú?’ y luego rehusó salir de la persona poseída por el demonio. Más bien, este “cierto hombre” realmente tenía fe en el nombre de Jesús y lograba expulsar demonios. Mediante este proceder realmente estaba engrandeciendo el nombre de Jesús, haciendo que se manifestara el poder de ese nombre.

      7. ¿Por qué todavía estaba este “cierto hombre” a favor de ellos, aunque no estuviera acompañando a Jesús y sus apóstoles?

      7 Por lo tanto, este “cierto hombre” que no estaba acompañando a Jesús y sus apóstoles no estaba contra ellos y apartando la atención de la obra de testificar de ellos. Lógicamente, puesto que no estaba contra ellos, tenía que haber estado a favor de ellos, aunque no los estuviera acompañando. Difícilmente pudiera haberse esperado que en un instante estuviera efectuando milagros que ensalzaban y hablaban bien del nombre de Jesús, pero que al siguiente instante estuviera hablando mal de Jesús. Sería inconsistente, irrazonable, el que esperáramos que, por medio de un milagro poderoso, aquel hombre trajera honra y respeto al nombre y después de eso hablara mal del nombre en privado y obrara en contra del que llevaba ese nombre y sus apóstoles. De modo que los apóstoles no deberían tomar ninguna acción preventiva adicional en contra de aquel hombre.

      8. ¿Con qué principio como fundamento no quedaría sin galardón este “cierto hombre”?

      8 El hombre innominado no perdería su galardón por lo que estaba haciendo. Evidentemente iba encaminado a ser discípulo de Jesucristo. Estaba efectuando algo que salía en condición favorable cuando se le comparaba con lo que Jesús dijo que merecía un galardón, a saber, el dar un vaso de agua a un sediento porque éste fuera un discípulo que perteneciera a Cristo. Tal acto pudiera parecer lo menor que uno pudiera hacer para aliviar a otro, pero indicaba algo que quería decir mucho para Jesucristo. Quería decir que el que daba el vaso de agua estaba a favor de Jesús como el Mesías y daba hasta donde podía para apoyar la causa de Cristo. La regla que posteriormente formuló Jesús aplica aquí: “Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.” (Mat. 25:40) Jesucristo como Rey no dejaría que esto quedara sin recompensa.

      TROPIEZO VOLUNTARIO A OTROS PARA CAÍDA FATAL

      9. ¿Qué nos interesa en cuanto al efecto que en el “cierto hombre” tuviera la intervención de los apóstoles de Jesús? ¿Por qué?

      9 Cuando los apóstoles trataron de impedir que aquel “cierto hombre” siguiera expulsando demonios por el uso del nombre de Jesús, ¿fue el habla de ellos a él con gracia, sazonada con sal o de buen gusto? Hay razón para que dudemos de ello. Lo que nos interesa es: ¿Le causaron tropiezo al hombre las palabras y acciones de los apóstoles para con él cuando estaba efectuando una obra excelente que no tenía la desaprobación del Maestro de ellos? Esto es algo verdaderamente grave, pues Jesús pasó a decir: “Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería que se le pusiera alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y realmente fuera arrojado en el mar.”—Mar. 9:42.

      10. El causar voluntariamente el tropiezo de uno de esos “pequeños” ¿a qué equivaldría, y por qué?

      10 El individuo a quien se hiciera tropezar y caer pudiera ser ‘uno pequeño’ pero eso no minimizaría la gravedad para el que causara el tropiezo en este caso. ¿Por qué no? Porque envolvía “a uno de estos pequeños que creen.” Esto designaría a alguien que creyera en Jesús como el Hijo Mesiánico de Dios. La creencia de estos “pequeños” los coloca en el camino a la vida eterna. Por eso, si alguien voluntariamente, de propósito, inconsideradamente, hiciera que tal ‘pequeño’ que estuviera en el camino a la vida eterna se ofendiera naturalmente y tropezara de modo que se saliera del camino de la vida y cayera en la destrucción, tal acción equivaldría a cometer asesinato. Mostraría falta de amor al que se le hubiera causado el tropiezo.

      11. ¿En qué respectos difiere el causar tropiezo involuntariamente a otros de causarles tropiezo voluntariamente?

      11 En 1 Juan 3:15 está escrito: “Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en él.” Es posible que sin saberlo, involuntariamente, ofendamos a otros —lo cual es bastante grave— y esperamos que tal cosa no resulte en un apostatar sin posible recuperación de la creencia cristiana. Al enterarnos de haber cometido tal ofensa, le daríamos la debida atención y repararíamos el daño hecho. Pero cuando una persona muestra indiferencia y que no se interesa en el bienestar espiritual de un compañero de creencia y afirma que cada individuo tiene derechos por conciencia y tiene libertad para aprovecharse plenamente de sus derechos, despliega desatención egoísta y desamorosa por la vida eterna de otro, y también por la relación de ése con Dios. Menosprecia el valor de ese creyente por el cual Cristo murió.—Rom. 14:15.

      12. ¿Cómo expresó Jesús indignación para con el que voluntariamente hace tropezar y caer a otro?

      12 ¿Qué hay si a uno que afirma ser cristiano no le importa causar tropiezo “a uno de estos pequeños que creen” y así revela el poco valor que tiene para él la vida eterna de ése? Entonces Jesucristo no da mucha importancia a la vida del que voluntariamente hace que otro caiga. Jesús expresó su indignación para con el que así deliberadamente hace tropezar a otro. ¿Cómo? Dijo que sería mejor y más seguro para otros el que a tal ofensor criminalmente negligente se le hundiera en alta mar, y que una gran piedra de molino le impidiera salir a la superficie.

      13. Tocante a causar tropiezo, ¿de qué debemos guardarnos especialmente?

      13 De modo que nos aprovecha el que

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