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“No prevalecerán contra ti”La Atalaya 1978 | 15 de febrero
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Ebed-melec. (Jer. 35:1-9; 38:1-13; 39:15-18) Estos amigos temerosos de Dios de Jeremías representaron a la “grande muchedumbre” que hoy se hace amiga de la clase de Jeremías y ayuda activamente a este resto ungido en su obra. Con la clase de Jeremías afrontan la oposición creciente de reyes, príncipes, sacerdotes y pueblo.—Vea las páginas 62-67 del libro Usted puede sobrevivir al Armagedón y entrar en el nuevo mundo de Dios, edición de 1958.
21. ¿Cómo se recompensará ampliamente la lealtad de la “grande muchedumbre” a la clase de Jeremías?
21 La inquebrantable lealtad de la “grande muchedumbre” a la clase de Jeremías será ampliamente recompensada. Los modernos peleadores contra Dios no prevalecerán contra ellos. Ellos sobrevivirán con la clase de Jeremías a través de la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har-Magedón. Formarán el fundamento o base para la “nueva tierra” bajo los “nuevos cielos” de Jehová. (Rev. 7:9-17; 21:1-4) ¡Grande es el placer que tiene la clase de Jeremías al edificar en la “grande muchedumbre” la esperanza válida de heredar el paraíso terrestre que se aproxima, de acuerdo con el amoroso propósito del Señor Soberano Jehová!
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Cantando la alabanza de Jehová en las MarshallLa Atalaya 1978 | 15 de febrero
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Cantando la alabanza de Jehová en las Marshall
“CANTEN a Jehová una canción nueva, . . . en las islas anuncien aun su alabanza,” declaró el profeta Isaías. (Isa. 42:10-12) ¡Qué adecuadas son esas palabras cuando consideramos las islas Marshall! Los testigos cristianos de Jehová están aquí cantando gozosamente las alabanzas de Dios y hablando a otros acerca de él.
La mayoría de las islas Marshall realmente son atolones, o arrecifes de coral, que guarnecen como con fleco hermosas lagunas azules. Las Marshall constan de dos “cadenas” de islas de aproximadamente 1.287 kilómetros de longitud y a 209 kilómetros una de la otra. Los habitantes de las Marshall conocen al grupo oriental como Ratak (“Naciente”) y a la “cadena” occidental como Ralik (“Poniente”). Estas tropicales islas Marshall están ubicadas a 3.200 kilómetros al sudoeste de Hawai.
FAMILIARIZÁNDONOS MÁS
Los moradores de las Marshall son un pueblo de baja estatura, fornido y simpático. Son una mezcla de raza asiática del sudeste (principalmente indonesios) y raza caucásica, pero no se consideran polinesios. Su mundo es relativamente no acelerado, moderado por las suaves brisas de los mares del sur, el calor tropical y la elevada humedad. Algunos de los mejores navegantes se encuentran entre los moradores de las Marshall, pues despliegan un notable talento para la navegación sin instrumentos.
Durante la II Guerra Mundial, Kwajalein, el atolón más extensamente conocido de las Marshall, fue una plaza fuerte japonesa. Los japoneses fueron desalojados de Kwajalein en solo cinco días de pelea feroz en 1944, pero en el espacio de dos meses antes de esto las fuerzas aliadas habían arrojado 15.000 toneladas de explosivos en el atolón. Tanto los japoneses como los norteamericanos han dejado su influencia en los moradores de las Marshall. Personas de edad madura y de más edad aquí hablan y leen japonés, mientras que las de la generación más joven pueden ‘arreglárselas’ con el inglés. Sin embargo, la conversación cotidiana se efectúa casi enteramente en el idioma de las Marshall. Hoy la población está dividida entre catolicismo y protestantismo. Pero también se practica aquí la adoración verdadera. ¿Cómo sucedió esto?
Powell Mikklesen, un comerciante estadounidense, fue el primer testigo de Jehová que llegó a las Marshall. Empezó a declarar aquí el mensaje del Reino en las postrimerías de 1960. Posteriormente, él y su esposa Naoma viajaron en su balandra de 9 metros, “Integrity” (Integridad), 3.200 kilómetros desde Hawai hasta las Marshall. Un error de navegación los trajo al atolón Aur, donde hallaron a los nativos al borde de la muerte por inanición. Los salvaron compartiendo con ellos sus propios abastecimientos. Esto resultó en una respuesta favorable a la solicitud de misioneros de los testigos de Jehová de entrar en las islas Marshall, una solicitud que anteriormente había sido rechazada. Estos misioneros vinieron de Hawai, y valerosamente han dado adelanto a la excelente obra que iniciaron los Mikklesen.
RESPONDEN LOS INSULARES
Las “buenas nuevas” están trayendo libertad espiritual a muchos moradores de las Marshall. Por ejemplo, las iglesias protestantes y católicas aquí enseñan que el infierno es una “olla de hierro” grande que está hirviendo en el cielo, donde los inicuos sufren cuando medio cuerpo de ellos se zambulle en el agua hirviente, mientras que la otra mitad del cuerpo sufre la agonía de ser comida por cresas. Sin embargo, los testigos de Jehová muestran a los que desean escuchar que el infierno de la Biblia es el sepulcro común de la humanidad, y que los muertos no están conscientes ni están sufriendo tormento en ninguna parte.—Ecl. 9:5, 10; Eze. 18:4.
¡Qué gozo ver el efecto poderoso que la Palabra y el espíritu de Dios han tenido en la vida familiar aquí! Una pareja que tenía hijos estaba al borde de separarse. Hesburn, el esposo, tenía la reputación de beber en demasía y ser agitador. A veces le pegaba a su esposa, Tarelong, quien empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Una noche, después que él la había golpeado mientras estaba borracho, Tarelong sintió un fuerte impulso de suicidarse, pero se dirigió a Jehová en oración y le pidió fuerzas. En unos minutos su esposo regresó a casa y, por primera vez, le pidió disculpas por haberla tratado con crueldad. Él se enteró de que Tarelong planeaba bautizarse y dijo que él quería bautizarse también. Un misionero visitó a Hesburn para determinar cuáles eran sus motivos, y este anterior opositor insistió en que quería que lo bautizaran. De modo que se empezó un “curso relámpago” de estudio y dentro de dos semanas Hesburn pudo contestar satisfactoriamente preguntas bíblicas fundamentales. Esta pareja legalizó su matrimonio y se sometió a la inmersión en una asamblea de circuito. Hoy Hesburn es un anciano nombrado en la congregación de Majuro, y Tarelong está proclamando diariamente las “buenas nuevas” a otros como precursora regular.
El espiritismo es muy general en las Marshall. En cada atolón viven personas que curan y maldicen con “poder de los demonios.” Worejabato y Limokein son los nombres de dos “demonios” famosos, y las personas que trabajan bajo su control alegan que no solo pueden curar enfermedades, sino también poner una maldición de muerte en un pariente que nada sospeche. Un hombre puede pagarle al hechicero para que haga que la muchacha que le agrada se enamore de él. Muchas personas caminan como ofuscadas, u obran de modos extraños, y los que las conocen dicen que estos individuos han sido maldecidos por la “medicina de los demonios.”
Levi y Liellen, una pareja de ancianos, eran famosos por sus poderes místicos. Muchas personas, incluso algunos que ocupan posiciones encumbradas en las iglesias de la cristiandad, consultaban a esta pareja y pagaban precios altos por curaciones y para que ellos pusieran bajo maldición a otros. Sin embargo, al aprender Levi y Liellen la verdad bíblica de que el espiritismo es del Diablo y es una ‘cosa detestable’ a la vista de Dios renunciaron sin demora a esta práctica de toda la vida y su medio de subsistencia, para gran desilusión de sus clientes anteriores. ¡Qué alivio y gozo trae la verdad a los que son librados del poder esclavizante de los demonios!—Juan 8:32; Deu. 18:10-12.
LA VERDAD BÍBLICA VENCE EL TEMOR
Una anciana cuyo amor a la verdad bíblica venció el temor a los hombres fue Anne Lelet. Ella estaba casada con un ministro protestante y personalmente enseñaba en escuelas misionales en Kwajalein y Majuro. En 1966 su costado derecho se le paralizó debido a una apoplejía. Cinco años después, encontró en su Biblia, en el idioma de las Marshall, el folleto “Estas buenas nuevas del reino.” Su hija, que estaba estudiando con los testigos de Jehová en Ebeye, lo había puesto allí. Anne deseó estudiar, también, y rápidamente aceptó las verdades fundamentales de la Biblia.
Menos de un mes después, al morir su nuera, Anne se enfrentó a la prueba de fe que envolvía la costumbre de las Marshall llamada “Eoreak.” Según ella, seis días después de enterrar a los muertos todos los parientes y amigos se reúnen para ponerle fin al período de duelo. Se cree que en ese tiempo el espíritu de los muertos se levanta, camina hacia la laguna, se baña en el agua, bate las manos y asciende hacia el cielo. Todos los parientes y amigos observan este día para efectuar una reconciliación donde se necesita o para resolver desacuerdos que hayan existido con el difunto. Porque Anne rehusó cumplir con esta costumbre no bíblica, su hijo les pidió a ella y su esposo enfermo, que estaba postrado en cama, que se salieran de su casa. Sin embargo, ella continuó estudiando y ejerciendo gran confianza en la Palabra de Dios.
Con deseos de asistir a su primera reunión cristiana, Anne esperó un taxi. Cuando no vino, caminó los 320 metros hasta el Salón del Reino, lo cual, en su condición, fue un gran esfuerzo. Llegó exhausta, pues ésta era la primera vez que había caminado una distancia como aquélla desde su parálisis. En abril de 1972, a los 72 años de edad, empezó a publicar las “buenas nuevas” de casa en casa. La gente quedó asombrada por el cambio de religión de esta maestra protestante y por su gran mejoramiento de salud. Evidentemente su actividad de testificar de casa en casa ha resultado en que tenga mayor fuerza y en que pueda andar mejor. Anne quedó viuda en diciembre de 1972, se bautizó al mes siguiente, y llegó a ser proclamadora del Reino de tiempo cabal, precursora regular, en diciembre de 1975.
EXCELENTES PERSPECTIVAS
Hoy, 192 proclamadores del Reino sirven en tres congregaciones en Majuro y Ebeye. La gente aquí en las islas Marshall responde bien a la verdad. Este interés se refleja en la asistencia de 539 a la observación de la Conmemoración o Memorial de la muerte de Jesucristo en 1977.
Durante el año de servicio de 1977, los testigos de Jehová en las Marshall realizaron un aumento del 3 por ciento en la cantidad de los que predican las “buenas nuevas” a otros, y 15 por ciento de ellos estuvieron en la obra de precursor de tiempo cabal. ¡Qué gozo ver a un Testigo por cada 130 personas en las islas y atolones extensos y remotos de las Marshall! Con el espíritu de Dios sobre ellos, los cristianos de las Marshall están aguantando en la adoración de Jehová, y celosamente ‘anunciando su alabanza’ en estos hermosos atolones del Pacífico.—Isa. 42:12.
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Fin de una larga búsquedaLa Atalaya 1978 | 15 de febrero
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Fin de una larga búsqueda
JESUCRISTO en una ocasión dijo: “Sigan buscando, y hallarán.” (Mat. 7:7) Por consiguiente, la persona que sincera y diligentemente trata de entrar en una relación aprobada con el Creador tendrá buen éxito en esto. sin embargo, a veces esto quizás requiera que se persevere mucho en no dejar de buscar la verdad.
Esto se ilustra en el caso de una señora que vive en un país predominantemente musulmán del Oriente Medio. De niñita, a Melek (Ángel) se le enseñó que Dios había suministrado cuatro libros para instruir a la humanidad acerca de su voluntad. Estos libros son el Tevrat (la Ley o cinco libros de Moisés), el Zebur (los profetas y los escritos sagrados), el Incil (el Nuevo Testamento o Escrituras Griegas Cristianas) y el Corán. Melek, con curiosidad en el Tevrat, el Zebur y el Incil por lo que había enseñado el instructor, le preguntó por qué solo se usaba el Corán aunque los otros tres libros también habían provenido de Dios. Él la animó a no preocuparse en cuanto a ellos, señalando que el Corán fue dado en último lugar y por lo tanto reemplazaba al Tevrat, el Zebur y el Incil. Sin embargo, Melek no quedó satisfecha con esta respuesta.
Mientras progresaba en la escuela, Melek les preguntó a otros instructores religiosos acerca del Tevrat, el Zebur y el Incil. La respuesta siempre fue la misma: ‘Esos tres libros no son necesarios.’ Al terminar la escuela, Melek se mudó a una ciudad más grande. Allí inquirió en diversas librerías acerca del Tevrat, el Zebur y el Incil, pero toda su búsqueda fue en vano.
Aunque pasaron muchos años, el deseo de Melek de hallar los otros tres libros santos que había mencionado su instructor no disminuyó. Una noche ya tarde habló con tres muchachas que esperaban en una parada de autobuses. “¿Qué están haciendo afuera ustedes, tres muchachas tan jóvenes, tan tarde en la noche?” preguntó ella. “Venimos de estudiar los libros santos,” contestaron ellas. Con esperanza, Melek inquirió: “¿Qué libros santos?” Aunque ahora tenía sesenta años de edad, se llenó de alegría cuando contestaron: “Pues, el Tevrat, el Zebur y el Incil.” “¡Esos son los libros que he estado buscando por casi cincuenta años!” exclamó ella.
Pero la dicha de Melek se convirtió rápidamente en desaliento. Precisamente entonces se detuvo el autobús y las muchachas tuvieron que irse. No hubo tiempo para intercambiar direcciones o siquiera nombres.
Después de haber buscado por tanto tiempo, Melek, sin embargo, no iba a desistir fácilmente. Por semanas después de eso fue a la misma parada de autobuses en la misma noche, y aguardó y aguardó con la esperanza de volver a ver a las muchachas. Pero fue inútil.
Entonces, cierto día, Melek entró en una sastrería. ¿A quién vio sentada enfrente de ella? ¡Pues, a una de las tres muchachas! Melek corrió hacia ella, la abrazó, la besó y declaró: “Tú eres la que tiene los tres libros santos. ¿Me los puedes dar, por favor?” La joven, una testigo de Jehová, contestó que se los daría y los estudiaría con ella. Melek, viendo terminada la búsqueda de toda su vida, está ayudando ahora a otras personas a beneficiarse de los tres libros santos que componen la Biblia completa.
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