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¿Cuánto dependemos de Jesucristo?La Atalaya 1978 | 15 de febrero
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Dios ha optado por dar honra a su Hijo. (Juan 5:23) El mismísimo propósito de Jesús al efectuar su sacrificio y hacer su obra fue dirigir a la humanidad a la adoración verdadera de Jehová y restaurarla a la perfección, todo para la gloria de Dios. Todo esto resulta en felicidad para la humanidad, a la cual Dios y su Hijo aman y por la cual Dios dio a su Hijo. El Hijo cooperó voluntariamente al sufrir para que nosotros viviéramos.—Juan 3:16.
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¿Qué quiso decir el sabio?La Atalaya 1978 | 15 de febrero
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¿Qué quiso decir el sabio?
Use sabiamente la fuerza de la juventud
Cuando se tiene la fuerza y el vigor de la juventud, la vida puede ser un deleite. Escribió el sabio rey Salomón: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos. Pero sabe que debido a todas éstas el Dios verdadero te traerá a juicio. Por lo tanto quita de tu corazón la vejación, y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad.”—Ecl. 11:9, 10.
El Creador quiere que los jóvenes disfruten de la vida y no toma un punto de vista rígidamente negativo de los intereses de los jóvenes y lo que parece deseable a los corazones y ojos jóvenes. Sin embargo, es necesario que el joven recuerde que todavía tiene que rendir cuentas a Dios por sus acciones. Aunque el Altísimo concede libre albedrío a los jóvenes, no los escuda de las consecuencias amargas de que ellos sigan un derrotero incorrecto. Al evitar un modo de vivir descuidado, corrompido, los jóvenes pueden guardarse de toda clase de frustraciones y daño.
Salomón, por inspiración, escribe que “la juventud y la flor de la vida son vanidad.” ¿Por qué? Entre otras cosas, es obvio que una persona no permanece joven eternamente. Igualmente, los gozos y ventajas de la fuerza y el vigor juveniles son de duración incierta. Hasta los jóvenes enferman y mueren. El joven que pasa por alto esto quizás no use sabiamente lo que tiene y disipe sus energías y capacidades físicas en un modo de vivir que puede hacer más difíciles sus años posteriores de adulto.
Muy apropiadamente, por lo tanto, el rey Salomón llama la atención a aquel que los jóvenes deben hacer el foco principal de su vida. Declara: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad, antes que procedan a venir los días calamitosos, o hayan llegado los años en que dirás: ‘No tengo en ellos deleite’; antes que se oscurezcan el sol y la luz y la luna y las estrellas, y hayan vuelto las nubes, después el aguacero.”—Ecl. 12:1, 2.
No hay mejor tiempo para pensar seriamente en el Creador que cuando uno está en la flor de la vida, cuando en realidad puede dar lo mejor en el servicio del Altísimo. El poder hacer eso mengua
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