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Colaboradores en la siegaLa Atalaya 1978 | 15 de octubre
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las “gloriosas buenas nuevas del Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) De seguro nosotros tenemos más razón todavía para regocijarnos, puesto que se nos han encomendado las buenas nuevas del Reino establecido que ‘han de predicarse en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones’ antes de que venga el fin. (Mat. 24:14) Si el nacimiento de Jesús fue una ocasión apropiada para que el ángel declarara “buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá,” ciertamente su entronizamiento como Rey celestial es una ocasión mucho mayor para expresar regocijo, cuando “el reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él gobernará como rey para siempre jamás.” (Luc. 2:10; Rev. 11:15) Esta declaración de las “buenas nuevas” es la obra o trabajo de Jehová para su pueblo hoy. El que nos declaremos firmemente de parte de ese reino y trabajemos lealmente a favor de sus intereses hará que hasta el corazón de Jehová se regocije. “Sé sabio, hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está desafiando con escarnio.”—Pro. 27:11.
25 ¡Qué privilegio tenemos! ¡Qué incentivo para trabajar gozosamente con Jesucristo en la obra de Jehová!
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Las “obras” cristianas... ¿qué abarcan?La Atalaya 1978 | 15 de octubre
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Las “obras” cristianas... ¿qué abarcan?
“LA FE sin obras está muerta.” (Sant. 2:26) Con estas palabras el discípulo Santiago estimuló a sus compañeros de creencia a probar su fe por obras, por actividad. ¿Cuáles son las obras cristianas apropiadas?
Estas no son obras por las cuales un cristiano pueda “ganarse” la recompensa de vida eterna. Algunas personas del primer siglo que buscaban la vida sí pensaban que esto era posible por medio de observar la ley mosaica. El apóstol cristiano Pablo, sin embargo, corrigió el pensamiento de estas personas. Bajo inspiración escribió: “El hombre no es declarado justo debido a obras de ley, sino únicamente por medio de fe para con Cristo Jesús.” (Gál. 2:16) Las criaturas humanas imperfectas sencillamente no pueden observar la ley de Dios a perfección y, por lo tanto, son expuestas por ella como pecadores que merecen la muerte, no la vida. “Por ley,” dice la Biblia, “es el conocimiento exacto del pecado.” (Rom. 3:20) Por eso, es imposible que uno adquiera una condición aprobada delante de Dios por los propios méritos de uno. Esto solo se puede obtener de la manera que Jehová Dios se ha propuesto, a saber, por medio de fe en Jesucristo como aquel cuyo sacrificio limpia del pecado.
La fe en Jesucristo también exige tener fe en Jehová Dios. El apóstol Pablo escribió: “Si declaras públicamente aquella ‘palabra en tu propia boca,’ que Jesús es Señor, y ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvado.” (Rom. 10:9) Esta clase de fe es más que simplemente creer que Dios existe. Incluye fe en todas las promesas de Dios como se dan en su Palabra, la Biblia. “Sin fe,” declara Hebreos 11:6, “es imposible agradarle bien, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.”
Note que envuelve actividad el tener esta fe. El individuo tiene que ser una persona que esté buscando solícitamente a Dios, que desee amoldarse a sus caminos y voluntad. Ese amoldarse afecta todo aspecto de la vida. La Biblia da esta amonestación: “Hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Cor. 10:31) Por eso,
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