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  • El Sermón del Monte... ‘Oigan estos dichos, y háganlos’
    La Atalaya 1979 | 15 de febrero
    • aquel asunto todo el día, no recibieron su doctrina, hasta que dijo al fin: Así lo oí de Shemaia y Abtalión [autoridades anteriores a Hillel].”

      Jesús no enseñó así. En vez de hablar en el nombre de otro ser humano, el Hijo de Dios declaró con frecuencia: “En verdad [yo] les digo,” “Sin embargo, yo les digo.” (Vea, por ejemplo, Mateo 5:18, 20, 22, 26, 28, 32, 34, 39, 44.) Habló como “persona que tiene autoridad,” una que representaba directamente a Dios, como sucedió en el caso de los profetas inspirados de antes del cristianismo. (Compare con Mateo 28:18.) ¡Cuán agradecidos podemos estar de que a Dios le haya parecido conveniente que este gran discurso se haya registrado en su Palabra inspirada!

  • Un proverbio sabio
    La Atalaya 1979 | 15 de febrero
    • Un proverbio sabio

      “Los mismísimos labios del justo siguen paciendo a muchos, pero por falta de corazón los tontos mismos siguen muriendo.”—Pro. 10:21.

      Al principio pudiera parecer que este proverbio fundamentalmente tiene que ver con la manera en que uno usa la lengua, pero en realidad su significado es más profundo. Tiene que ver con lo que uno es en su corazón y el efecto que esto tiene en las cosas.

      La persona que percibe su necesidad espiritual y se esfuerza tanto por satisfacerla como por vivir en armonía con ella es una bendición a los que la rodean. Esa persona aprecia el consejo y los principios de Jehová. Esto se manifiesta por la manera en que usa sus labios, y lo que motiva tal uso.

      Sin embargo, ¿cómo ‘sigue paciendo a muchos el justo’? Algunas traducciones de la Biblia vierten esto así: ‘Siguen “alimentando” a otros.’ Pero la palabra hebrea que se usa aquí comunica más significado que estar “alimentando.” Lleva la idea de guiar o conducir así como de nutrir, como cuando un pastor de la antigüedad atendía sus ovejas. (1 Sam. 16:11; Sal. 23:1-3; Cant. de Cant. 1:7) Esto es lo que sucede con relación al justo. El guía o conduce a otros al camino de la virtud y la justicia, a medida que nutre con su habla a los que oyen. El resultado de esto es que estas personas pueden vivir vidas más felices, más satisfacientes. Y quizás reciban vida eterna.

      ¡Pero cómo contrasta con esto el caso de la persona “falta de corazón”! Esta persona muestra falta de buen motivo o muestra poca preocupación por las consecuencias de su proceder. ¿No conoce usted el caso de muchas personas que son así, individuos cuyo punto de vista de la vida es: ‘Pues, que venga lo que venga’? Tal persona hace precisamente lo que desea, sin pensar en los resultados de ello en el futuro. Por no considerar las penalidades a las cuales lleva su proceder, con frecuencia termina siendo víctima de ellas. Mientras que el justo ayuda a otros a mantenerse vivos, la persona falta de corazón ni siquiera puede mantenerse viva a sí misma.

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