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  • La fe en el Hijo de Dios... ¿qué efecto debe tener en usted?
    La Atalaya 1979 | 15 de noviembre
    • sucedió. Algunos de aquellos cristianos quizás se cansaron de esperar. Quizás dijeron: ‘Volvamos a la ciudad y envolvámonos en los negocios y en la vida cómoda.’ ¡Qué triste error hubiera sido ése!

      20. En aquel tiempo, ¿cómo obró para salvación la fe?

      20 Porque de súbito, al cuarto año, los ejércitos romanos regresaron. La ciudad y su templo fueron totalmente destruidos; ni siquiera una piedra quedó sobre otra. Sucedió exactamente como Jesús había profetizado. (Luc. 19:41-44; 21:20-24) Pero el pueblo de Dios fuera de Judea se había mantenido activo y despierto. Habían esperado en Jehová. La fe de ellos había obrado a favor de su salvación.

      21. ¿Qué notable cumplimiento de profecía bíblica aconteció desde 1945?

      21 Hoy día, nos encontramos en una situación similar. La cristiandad es el equivalente actual de la antigua ciudad infiel de Jerusalén. Las Escrituras identifican claramente a la “cosa repugnante” de la profecía de Jesús como la Organización de las Naciones Unidas de hoy día. Es lo mismo que la “bestia salvaje de color escarlata” del capítulo 17 de Revelación. Cuando esa “bestia” subió del abismo en 1945, el imperio mundial de la religión falsa, “Babilonia la Grande,” de la cual la cristiandad es la parte principal, pudo cabalgar sobre ella y ejercer algún control.

      22. ¿Qué situación diferente se ve ahora en la O.N.U., y qué significa eso?

      22 Sin embargo, hoy día las cosas son diferentes. Las naciones que consideran a la religión como “el opio de la gente” están ganando gran poder en la O.N.U. Se yerguen como una verdadera amenaza al campo de operación de las religiones de la cristiandad, y, de hecho, de toda religión. Es de esperarse que muy pronto podamos ver a los “diez cuernos” de la “bestia salvaje” volverse en contra de la religión mundial, y devastar hasta el campo religioso de la cristiandad. Entonces habrá comenzado la “grande tribulación” y se desenvolverá rápidamente hasta llegar a su clímax en Har-Magedón.—Rev. 17:12-18; 19:19-21.

      23. (a) En vista de la situación crítica que existe en la Tierra, ¿qué debemos hacer ahora? (b) ¿Cómo puede usted triunfar como vencedor del mundo por fe?

      23 Al ver esta situación crítica en la Tierra, ¿qué deben hacer los testigos de Jehová? Tenemos que asegurarnos de que nuestra huida a la “montaña” protectora del reino de Dios sea completa. Es preciso que sin vacilar continuemos yendo en pos de la victoria por medio de nuestra fe. Tenemos que estar determinados a ser vencedores, conquistadores, por medio de nuestro Dios, que nos ama. Mientras quede tiempo para ello, debemos continuar participando celosamente en predicar estas buenas nuevas del Reino en toda la Tierra y hacer discípulos. ¿Continuará usted, junto con todos los testigos de Jehová por todo el mundo, ‘estando firme en un mismo espíritu con ellos, de modo que con una misma alma haya un esforzarse lado a lado por la fe de las buenas nuevas’? (Fili. 1:27) ¿Magnificará usted así el nombre de Jehová y el reino de su Hijo, Jesucristo? Al hacer eso, usted también triunfará gloriosamente como conquistador mundial, vencedor del mundo, por medio de la fe.

  • Confianza frente al peligro
    La Atalaya 1979 | 15 de noviembre
    • Salmos

      Confianza frente al peligro

      EL REY David se veía frente a una situación muy difícil. Su propio hijo Absalón se había proclamado rey y había conspirado para apoderarse del trono. Este hijo rebelde formó un grupo de seguidores tan grande que David se vio obligado a huir de Jerusalén, la ciudad capital. Sin embargo, David continuó poniendo toda su confianza en Jehová Dios.

      Esto se hace patente por la melodía que David compuso cuando estaba huyendo de Absalón. (Salmo 3:enc, sobrescrito) Un mensajero informó: “El corazón de los hombres de Israel ha llegado a estar tras de Absalón.” (2 Sam. 15:13) El hecho de que se hubiera desarrollado esta situación desconcertaba a David. Se preguntaba por qué había ocurrido esto, y cómo era posible que Absalón hubiese obtenido aquel formidable apoyo. Por lo tanto, en el Salmo 3, David exclama: “Oh Jehová, ¿por qué se han hecho muchos mis adversarios? ¿Por qué están levantándose muchos contra mí?”—Sal. 3 Vs. 1.

      La situación era tan amenazadora que muchos israelitas concluyeron que ni el Altísimo podría librar a David de caer ante Absalón y sus hombres. Al comentar sobre esto, David dijo: “Muchos están diciendo de mi alma: ‘No hay para él salvación por Dios.’” (Sal. 3:2) Pero, ¿debilitó esto la confianza de David? No, pues pasó a decir: “Y sin embargo, tú, oh Jehová, eres un escudo alrededor de mí, mi gloria y Aquel que levanta mi cabeza. Con mi voz clamaré a Jehová mismo, y él me responderá desde su santa montaña.”—Sal. 3:3, 4.

      Para David, Jehová era Quien podía salvaguardarlo de la calamidad, protegerlo exactamente como un escudo protege a un guerrero. Cuando huyó de Absalón, David caminó descalzo, llorando y con la cabeza cubierta. (2 Sam. 15:30) Ciertamente iba con la cabeza baja en humillación. Aun así, David no dudaba de que el Altísimo cambiaría su condición a una condición de gloria y le haría levantar la cabeza; le permitiría mantener la cabeza alta, erguida. Por eso invocó a Jehová por ayuda; confiaba en que él contestaría. Puesto que el arca del pacto, símbolo de la presencia de Jehová, había sido llevada de regreso al monte Sión, apropiadamente David se refirió a recibir contestación a sus oraciones desde la santa montaña de Dios.—2 Sam. 15:24, 25.

      Por lo tanto, hasta de noche, cuando había más peligro de un ataque por sorpresa, David no sentía pavor, un miedo que le impidiera acostarse a dormir. Leemos sus palabras: “En cuanto a mí, yo ciertamente me acostaré para dormir; de seguro despertaré, porque Jehová mismo sigue sosteniéndome.” (Sal. 3:5) En expresión de que estaba firmemente convencido de que Dios podía suministrar salvación, David escribió: “No tendré miedo de diez millares de personas que se hayan puesto en formación contra mí en derredor. ¡Levántate, sí, oh Jehová! ¡Sálvame, oh Dios mío! Porque tendrás que golpear a todos mis enemigos en la mandíbula. Los dientes de los inicuos tendrás que quebrar. La salvación pertenece a Jehová. Tu bendición está sobre tu pueblo.”—Sal. 3:6-8.

      El que los dientes de los enemigos de David fueran quebrados significaría que se aplastaría el poder que tenían para causar daño. Solo Jehová podía traer semejante liberación. Por esto el salmista reconoció que la “salvación pertenece a Jehová.” Entonces, al pensar en sus dificultades personales, David se sintió impulsado a considerar al pueblo de Dios como un todo y oró que la bendición divina estuviese sobre ellos.

      Al igual que David, no debemos ceder al temor del hombre. Sin importar lo que la gente inicua pueda hacer, Jehová no va a abandonar a su pueblo, ni va a permitir que se les borre de la Tierra. Por eso, ¡continuemos nosotros también atribuyendo salvación al Altísimo!

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