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El requisito de Dios de que su obra se haga “precisamente así”La Atalaya 1979 | 15 de julio
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El buen rey David también tuvo que aprender que aunque era una cosa excelente el introducir el arca del pacto de Jehová en Jerusalén, para agradar a Dios aquello se tenía que hacer “tal como lo había mandado Moisés por palabra de Jehová.” De hecho, David mismo admitió tal cosa, al decir: “Ustedes [los levitas] . . . tienen que subir el arca de Jehová el Dios de Israel al lugar que le he preparado. Debido a que en la primera ocasión ustedes no lo hicieron, Jehová nuestro Dios irrumpió contra nosotros, porque no lo buscamos conforme a la costumbre.”—1 Cró. 15:12, 13, 15.
HACIENDO LA OBRA DE JEHOVÁ “PRECISAMENTE ASÍ” EN NUESTRO DÍA
La Palabra de Dios muestra que él siempre ha tenido una sola agencia visible para dirigir su obra en la Tierra. Al tiempo del Diluvio fue Noé. En años posteriores fue la nación de Israel; él la reconoció únicamente a ella. (Amós 3:2) Por eso el rey Salomón le pidió a Jehová Dios que oyera al extranjero que orara hacia la casa de Jehová. (1 Rey. 8:41-43) Cuando el Hijo de Dios vino a la Tierra, llegó a ser la única agencia que su Padre usaba y toda persona tenía que reconocer ese hecho. (Mat. 12:30; Juan 14:6) Con el derramamiento del espíritu de Dios sobre los discípulos que esperaban en Jerusalén llegó a existir una clase del “esclavo fiel y discreto.” Jehová utilizó a este cuerpo o agrupación de los discípulos de Cristo para suministrar alimento espiritual, y para dar dirección a la obra que Jesús mandó a sus discípulos que hicieran.—Mat. 24:45-47; Hech. 2:1-42.
¿A quiénes está usando Jehová Dios hoy para efectuar su obra en la Tierra? Tiene que ser a un grupo de personas que siguen cuidadosamente en los pasos de Jesús respecto a ser testigos fieles de Dios (Rev. 3:14); en cuanto a predicar las buenas nuevas del reino de Dios (Mat. 4:17); en cuanto a aceptar la Palabra de Dios como la verdad y estar familiarizados con ella y usarla (Mat. 4:4, 7, 10; Juan 17:17); en cuanto a mantenerse separados del mundo (Juan 15:18, 19; 17:16); y en cuanto a tener amor abnegado entre sí. (Juan 13:34, 35) Los hechos muestran que son solo los testigos cristianos de Jehová quienes, en todos estos respectos, imitan a Jesucristo. De hecho, se les ha organizado con el mismísimo propósito de llevar a cabo la obra que Jesús empezó, a saber, predicar las buenas nuevas del reino de Dios y hacer discípulos. Ellos hacen “precisamente así,” en obediencia a la instrucción de Jesús en Mateo 24:14 y Mat. 28:19. Trabajan concienzudamente en la actividad del Reino.
El ser concienzudos en todo lo que tiene que ver con la obra de Dios exige mucho de los cristianos. Pero vale la pena. Es remunerador. Ante todo, significa que uno agrada al Padre celestial de uno, Jehová Dios. Significa poder hacer el mayor bien para otras personas. Y también significa beneficiarnos de la mejor manera nosotros mismos, y eso de toda manera, tal como lo aclaran las Escrituras: “El que siembra liberalmente, liberalmente también segará.”—2 Cor. 9:6.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1979 | 15 de julio
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Preguntas de los lectores
● ¿Estuvo en desacuerdo el apóstol Pablo con el cuerpo gobernante del primer siglo en cuanto a comer carne ofrecida a ídolos, como concluyen algunos al comparar Hechos 15:28, 29 con el capítulo 8 de 1 Corintios?
No, pues la evidencia prueba que Pablo estaba en pleno acuerdo con el decreto de los apóstoles y ancianos.
En el año 49, Pablo y Bernabé llevaron al cuerpo de ancianos y apóstoles de Jerusalén la cuestión de si los conversos gentiles tenían que circuncidarse. El concilio, basándose en las Escrituras y en los tratos de Dios, y guiado por el espíritu santo, determinó que los conversos no tenían que observar la Ley. Pero, entre otras cosas, sí tenían que ‘seguir absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos.’—Hech. 15:1-29.
Para el año 55, Pablo escribió a los Corintios acerca de comer carne que hubiera sido sacrificada a ídolos. Dijo que en realidad un ídolo no es nada. Por eso, el cristiano podía comer carne que hubiera sido sacrificada a un ídolo, y que más tarde, como sobrante, se sacara y vendiera en una carnicería o un restaurante público que tenía que ver con el templo. Sin embargo, si alguien que anteriormente adoraba al ídolo fuera a tropezar porque el cristiano comiera tal carne, Pablo aconsejaba que sería mejor evitar el hacer aquello para que la fe de la otra persona no recibiera daño.—1 Cor. 8:7-13; 10:25-33; Rom. 14:1-4, 19-23.
En vista de esto, algunos comentadores de la Biblia han alegado que Pablo estaba rehusando acatar el decreto del concilio o que seguía habiendo una división en cuanto a este asunto. Por ejemplo, el profesor E. Blaiklock dice: “En 1 Cor. viii. 4 Pablo mismo adopta públicamente una actitud más liberal que la que el decreto estipula.” Heinrich A. Meyer escribe acerca de que Pablo supuestamente había adoptado una “posición que subsistía por sí sola... completamente independiente de la autoridad de todos los demás apóstoles.” Y el Dr. Meyer comenta que en Primera a los Corintios, capítulo 8, Pablo “no hace ninguna referencia al decreto de los apóstoles ni aquí ni en ningún otro lugar, lo cual está en armonía con su conciencia de su propia dignidad apostólica directa e independiente. . . . Además, este mismo capítulo, junto con el 1 Cor. cap. x., muestra claramente que, en virtud de su posición independiente como apóstol, desde bastante temprano se había sacudido de toda aplicación del acuerdo temporario que se adoptó en Jerusalén.”
Tal razonamiento es engañoso, peligroso y contrario a la Palabra inspirada de Dios. Refleja la idea de que los libros de la Biblia presentan opiniones humanas personales y contradictorias y no son todos inspirados y provechosos. (2 Tim. 3:16, 17) Y, por lo menos en algunos casos, refleja un deseo de clasificar el decreto de Hechos 15:28, 29 como temporario y ahora innecesario. Pero esto está en conflicto con la Biblia y con la evidencia histórica de que los cristianos del siglo segundo y más allá reconocían la vigencia del decreto.
¿Cuál era realmente la posición de Pablo en cuanto al asunto de ‘abstenerse de cosas sacrificadas a ídolos’?
Lejos de oponerse a aquel decreto, Pablo y Bernabé participaron en el concilio que llegó a aquella decisión. Entonces dieron publicidad a la decisión. como lo informa Hechos 16:4: “Ahora bien, según iban viajando por las ciudades entregaban a los de allí para que los observasen los decretos sobre los cuales habían hecho decisión los apóstoles y ancianos que estaban en Jerusalén.” Esto edificó a las congregaciones.
¿Cambió Pablo su posición para el tiempo en que escribió Primera a los Corintios (c. 55) o Romanos (c. 56)? De ninguna manera. De hecho, fue después de haber escrito estas dos cartas que fue a Jerusalén por última vez. (1 Cor. 16:8; Hech. 19:1; Rom. 15:25) mientras estuvo allí, se reunió con Santiago y los ancianos, quienes volvieron a hacer referencia al decreto de Hechos 15:28, 29 como un decreto todavía valido y obligatorio para los cristianos. Pablo no disintió.—Hech. 21:17-26.
Por eso, tenemos buena razón para esperar que cualquier conflicto aparente entre el decreto del concilio y lo que Pablo escribió pueda resolverse. Y ciertamente así sucede.
Lo que el decreto de Hechos 15:28, 29 prohibía era que el cristiano fuera parte de una ceremonia religiosa formal o que cometiera un acto de idolatría. Los que sacrificaban un animal a un ídolo recibían parte de la carne para comérsela. Está claro que el hacer eso era un acto religioso; y se consideraba que estaban participando en una comida con el dios pagano. (Éxo. 34:15; Deu. 32:17; 1 Cor. 10:18-21) De ninguna manera podían los cristianos hacer tal cosa. El decreto del cuerpo gobernante cristiano lo había prohibido, y Pablo concordaba plenamente con aquello. Escribió: “Por lo cual, amados míos, huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14; 1 Tes. 1:9.
Así, al escribir lo que escribió en 1 Corintios 8 y 10 y Romanos 14, Pablo no estaba otorgando permiso para participar en un acto de idolatría o en una fiesta en honor de un ídolo, como habían hecho los israelitas e incurrido en la ira de Dios. (Núm. 25:1-4; Rev. 2:14) Más bien, estaba tratando con el hecho de simplemente comer, como en una comida acostumbrada, carne procedente de un templo de ídolos que había sido vendida al público en general. Aquella carne no era inmunda ni estaba contaminada simplemente debido a sus antecedentes.
● La lecitina se encuentra en la sangre. Y muchos alimentos elaborados tienen como ingrediente la lecitina. ¿Se obtiene esa lecitina de la sangre?
No, no hay razón para pensar de esa manera.
La lecitina es una sustancia natural que se usa de muchas maneras en el campo industrial debido a que tiene afinidad tanto para el aceite como para el agua en una emulsión. Comercialmente, suele usarse en el mantecado, los dulces y productos horneados, así como en algunos cosméticos y productos químicos. Pero, ¿cuál es la fuente de esta lecitina?
La lecitina es un fosfolípido que se encuentra en toda célula viva. La Encyclopedia Americana de 1977 señala lo siguiente: “Las mayores concentraciones de lecitinas se encuentran en el cerebro y el tejido nervioso y en los glóbulos
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