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Las “buenas nuevas” llegan a una de las ‘partes más lejanas’ de la TierraLa Atalaya 1979 | 15 de marzo
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Las “buenas nuevas” llegan a una de las ‘partes más lejanas’ de la Tierra
AUSTRALIA, el “continente isla,” es un país más grande que cualquiera de la Europa occidental. Sin embargo, en él habitan solo aproximadamente 131/2 millones de personas de varias nacionalidades.
En este país de población dispersa y limitada que se extiende por 7.770.000 kilómetros cuadrados, el terreno y el clima varían considerablemente. Varían desde los del norte tropical hasta los del interior desértico, desde el más grande arrecife de coral del mundo —el arrecife de la Gran Barrera, abundante en vida— hasta la enorme y yerma roca de Ayers, en medio de alrededores desolados. El lado oriental de Australia abunda en siembras de caña de azúcar, trigo y otros cereales. Aquí se encuentra aproximadamente el 61 por ciento de la población.
Pero cuando el viajero cruza la Gran Cadena Divisoria que se extiende de norte a sur a lo largo de la costa oriental, el escenario cambia de terreno costanero frondoso a colinas ondulantes y entonces a llanuras y semidesiertos. En el corazón de Australia, donde se encuentra la roca de Ayers, abundan los lagos salados y los desiertos. Las condiciones áridas de la gran llanura australiana hacen que este continente isla sea ideal para la producción de lana y favorable para la cría de ganado. En las zonas de la llanura árida, las tenencias de tierra, o “estaciones,” como se les llama, son muy grandes.
Por estas razones el cumplimiento del mandato de Jesús de ser ‘testigos de él hasta la parte más lejana de la tierra’ ha sido un desafío al cual se está haciendo frente. (Hech. 1:8) Remontémonos al principio, unos 70 años más o menos en el pasado, y vivamos de nuevo las experiencias de algunos de los que han participado en predicar las “buenas nuevas” en esta parte lejana de la Tierra.
Para fines del siglo diecinueve, cuando la colonización solo había estado efectuándose por 100 años, algunos individuos que se interesaban en la Biblia recibieron, de parientes y amigos en el extranjero, ejemplares de las publicaciones de los Estudiantes Internacionales de la Biblia, como se conocía entonces a los testigos de Jehová. Además, para este tiempo llegaron a Perth, Australia Occidental, y Brisbane, Queensland, Estudiantes de la Biblia que emigraron de Inglaterra y formaron congregaciones en estas ciudades.
OFICINA CENTRAL E IMPRENTA
En Melbourne, Victoria, se estableció en 1904 una oficina sucursal de los Estudiantes de la Biblia para que atendiera la obra en Australia y Nueva Zelanda. En una asamblea que se celebró en Melbourne en 1915 hubo una concurrencia de 250 personas, y 14 se bautizaron. Para 1935, 30 radioemisoras llevaban la verdad bíblica a las partes remotas de Australia, así como a los centros poblados.
La oficina central fue mudada de Melbourne a Sidney en marzo de 1929. Fue ampliada en 1932. Entonces se erigió una gran imprenta en aquel lugar en 1972, para publicar las revistas La Atalaya y ¡Despertad! En la actualidad se está dando más expansión a los edificios e instalaciones. Unos 60 hombres y mujeres sirven en esta sucursal.
Se ha necesitado mucho esfuerzo y aguantar muchas penalidades para llegar a la gente que vive en las partes remotas. Aun hoy, una sola carretera conecta el este del país con el oeste... una distancia de 4.000 kilómetros, aproximadamente. Aparte de la región costanera oriental, la más poblada, las únicas conexiones entre el norte y el sur son una ruta que pasa por el centro del continente y una carretera muy aislada que sube por la costa occidental, rica en minerales.
“LA VIDA DURA” EN LA ZONA ÁRIDA
Bert Horton, quien murió hace poco, empezó a asociarse con los Estudiantes de la Biblia en 1921, en el pueblo minero de Kalgoorlie, en la Australia Occidental. Horton relató lo siguiente: “Envié mi solicitud para el servicio de ‘precursor’ (como se llama al proclamador del Reino que sirve de tiempo completo). Recibí mi asignación... ¡todo el estado de Australia Occidental!” Horton, junto con Frank Rice y otros dos hombres, equipó un carromato de dos camas con aparatos para cocinar y otras cosas que eran necesarias para la vida en una habitación ambulante. Cruzaron en su vehículo la inmensa llanura de Nullarbor y visitaron todos los pueblos distantes del estado. Uno de los hombres narra esto: “En aquel tiempo no había carreteras, de modo que conseguimos unos planos de una compañía petrolera y viajamos de tanque a tanque (lugares aislados donde se podía conseguir agua). Llevábamos dos barriles de 44 galones de gasolina y suministros de agua y alimento. Visitábamos las ‘estaciones’ en el camino y hablábamos a la gente acerca de la Biblia.”
Otro “precursor” que pasó mucho de su tiempo en la llanura árida es Arthur Willis. Él salió con dos compañeros en 1933 para cubrir con la predicación el norte remoto de Australia Occidental, cruzando la parte superior del país. Willis informa: “En aquellos días el viajero tenía derecho a carne gratis. En cualquier estación adonde íbamos podíamos seleccionar la carne que quisiéramos. Entre la gente de las estaciones y de los pueblos hallamos a algunas personas que escucharon y aceptaron la verdad.” Partiendo de Darwin, en el extremo norte, viajaron hacia el sur a Katherine y después se dirigieron al este hacia Queensland y la costa. “En aquel tiempo no había carreteras de brea en aquella zona,” recuerda él, “y recuerdo haber cruzado a Queensland occidental, donde nos tomó tres días pasar 160 kilómetros por el terreno negro. El lodo se acumulaba en las ruedas hasta que sencillamente dejaban de girar. Entonces teníamos que remover los guardafangos para por lo menos poder viajar.”
Arthur Willis y Bill Newlands emprendieron un viaje más largo todavía en 1936, para llegar a las zonas de la llanura árida o desértica del país. En un camión de 30 quintales salieron desde Sydney en un viaje que abarcaría 19.300 kilómetros y para el cual necesitarían más de un año. Viajando hacia el este desde Sydney, con el tiempo llegaron al centro del país y se dirigieron hacia el norte a Darwin, entonces bajaron a la costa occidental hasta Perth. Mientras efectuaban este viaje, 800 kilómetros tierra adentro y al norte de Adelaide en el sur de Australia, se encontraron con Charles Bernhardt. Este hombre se había puesto en comunicación con el mensaje del Reino unos tres años antes, cuando dos “precursores” aguantaron el calor y el aislamiento e hicieron el viaje desde Adelaide a Alice Springs y regresaron. Cuando Willis y Newlands pasaron por donde estaba Bernhardt, éste quiso bautizarse. Era dueño de dos hoteles en Coward Springs y William Creek, y muchas fueron las personas que aprendieron acerca de las “buenas nuevas” por medio de él desde aquel tiempo en adelante. A la edad de 85 años, Bernhardt todavía sirve de “precursor,” y hace varios viajes en un vehículo de propulsión total a las zonas remotas del sur de Australia cada año.
La siguiente experiencia de otro de estos “precursores de la llanura árida,” Joe Bell, muestra el mismo espíritu. Él tenía una asignación a 480 kilómetros al noroeste de Brisbane en aquel tiempo, y se transportaba en bicicleta a las “estaciones” distantes. Él dice que aquello era trabajo duro y caluroso. “En muchos lugares tenía que cargar la bicicleta porque llegaba a bancos continuos de arena donde casi no había carretera. Algunos de estos viajes eran muy peligrosos. En el campo abierto las únicas criaturas vivas que uno veía eran manadas de bueyes que vagaban. En algunas circunstancias podían ser peligrosos, porque eran muy curiosos y venían a ver qué se acercaba a ellos. En varias ocasiones se me hizo necesario refugiarme en un árbol y esperar por horas hasta que, pasando, se iban, y me daban la oportunidad de continuar mi viaje.”
Otro “precursor,” Aubrey Baxter, viajó miles de kilómetros en bicicleta a través del centro y norte de Queensland. Recuerda su experiencia así: “Nos encaramos a algunas situaciones interesantes. Fui hospedado por una noche en una gran estación de ganado y pasé la noche siguiente a kilómetros de distancia con un cazador de canguros, durmiendo en el piso de tierra de su choza con centenares de olorosas pieles de canguro alrededor. Tampoco era fácil el tratar de dormir cuando había manadas de dingos [perros salvajes nativos] ladrando alrededor.”
LLEGAN LOS MISIONEROS
Hacia fines de la década de los cuarenta llegaron algunos graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, una escuela misional de los Testigos establecida en los Estados Unidos; estos graduados llegaron para ayudar a esparcir las “buenas nuevas.” Dos de éstos eran John Cutforth y Donald MacLean, del Canadá. Ambos sirvieron de superintendentes viajeros y atendieron circuitos por muchos años. MacLean recuerda lo siguiente: “¡Qué sacudida tuve cuando me enteré de que mi primer circuito australiano estaba ubicado al extremo opuesto de donde estaba la Escuela de Galaad... el sudoeste de Australia! ¡Me estaban mandando a la parte más lejana de la Tierra!” Relatando una de sus experiencias, MacLean dijo: “Nosotros los ‘nuevos’ experimentamos unos momentos fascinantes mientras cruzábamos zonas lejanas. Para mí fue interesante, pero desconcertante también, mi primer encuentro con un grupo de emúes [enormes pájaros parecidos a avestruces]. Mientras cruzaba una zona de la llanura desértica en la motocicleta, me encontré con una familia de emúes que me cerraba el paso. Estos pájaros son muy curiosos y aparentemente les fascinó el relumbre de mi espejo y mi manubrio de cromo bajo la luz solar. No sabiendo cómo tratar a un emú, no quise tratar de pasar apresuradamente por en medio de los pájaros y posiblemente arriesgar la vida, de modo que detuve el vehículo. Los grandes pájaros, no teniendo ninguna intención de moverse, se quedaron quietos allí por algún tiempo, de modo que decidí moverme. Toqué la bocina e hice rugir el motor. Esto solo hizo que los emúes se me acercaran más, al aumentar su curiosidad. ¡Por no decir más, puedo decir que aquello fue desanimador para mí! Decidí correr el riesgo que hubiera, y lanzarme a través del grupo de aves, las cuales solo se movieron un poco para dejarme pasar. Entonces los pájaros empezaron a seguirme por los lados del camino, y cuando aumenté mi velocidad a 56 kilómetros por hora, hallé que los emúes continuaron dejándome atrás. Fue solo cuando alcancé 64 kilómetros por hora que pude dejarlos atrás, ¡y qué alivio fue aquello!”
MacLean recuerda su primera visita a la tienda de provisiones y el hotel de Charles Bernhardt, mencionado antes: “Al llegar a William Creek noté que el tren se detuvo por un tiempo considerable, mientras los hombres se apresuraban al café para obtener cerveza fría. Al entrar en el café me sorprendió ver en la pared un letrero que extendía a los hombres esta invitación: ‘Lea La Atalaya anunciando el reino de Jehová, la esperanza del mundo.’ Un segundo letrero instaba: ‘Lea ‘¡Despertad!’ En el mostrador se podían obtener revistas, folletos y volúmenes encuadernados. Cuando finalmente se había servido y satisfecho a todos, Bernhardt pidió la atención de aquellos hombres: ‘Caballeros, ¿pudiera tener su atención, por favor? Los invito a obtener ejemplares de las mejores revistas que hay en la Tierra hoy.’ Entonces cada uno de los hombres aceptó ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad!, dio una contribución por ellas, se las metió en el bolsillo, se echó un saco de cerveza sobre el hombro, y regresó al tren. Ninguno de los hombres, mientras bebía en el bar de Bernhardt, usaba lenguaje malo u obsceno, por respeto a la reputación cristiana del administrador. Bernhardt entonces presentaba las ‘buenas nuevas’ a toda la gente del tren, empezando con el maquinista.”
Hoy, toda Australia oye las “buenas nuevas” con regularidad por los esfuerzos de 525 congregaciones. Superintendentes viajantes visitan todo el país, y hay más de 28.000 testigos de Jehová activos en el país.
LOS ABORÍGENES OYEN LAS “BUENAS NUEVAS”
Según un censo hecho en 1971, hay solo aproximadamente 106.000 aborígenes (nativos indígenas) y éstos viven por lo general en las zonas campestres y de llanuras áridas. Se han hecho grandes esfuerzos por llegar a ellos. Ben Brickell, quien estuvo por 44 años en la obra de tiempo completo hasta su muerte hace varios años, cubrió muchos centenares de kilómetros en bicicleta, motocicleta y automóvil, hablando a los aborígenes en estaciones y poblaciones. Para aclarar el mensaje, usaba ilustraciones y cuadros o tablas. En una visita a la zona de Wave Hill, en el Territorio Septentrional, Brickell pasó aproximadamente una hora con 80 aborígenes que se sentaron con las piernas cruzadas en el suelo mientras él les explicaba el propósito de Dios, con la ayuda de pinturas que representaban acontecimientos y promesas que se hallaban en la Biblia. Brickell llegó a ser bien conocido en Australia por su obra entre los aborígenes y en las llanuras áridas. En otra ocasión, a unos kilómetros de Alice Springs, en lo recóndito del país, habló a un grupo de 100 aborígenes. Unos cuantos aborígenes han llegado a ser fieles proclamadores del Reino.
Australia, con sus enormes distancias, su interior en su mayor parte inhospitalario y su población dispersa, ha presentado un desafío, pero las semillas de la Palabra de Dios regadas entre sus habitantes a través de los años han llevado fruto, a veces de maneras sorprendentes.
Desde las ciudades densamente pobladas e industrializadas de la costa, hasta el “rojo corazón” del continente, las buenas nuevas del gobierno mundial entrante de Dios se predican. Para 1940 la proporción de testigos de Jehová por población era de 1 para 2.764. Pero ahora 1 de cada 483 personas en Australia es testigo activo de Jehová. De modo que aquí, en una de las partes más lejanas de la Tierra, se está cumpliendo el mandato de Jesús.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1979 | 15 de marzo
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Preguntas de los lectores
● ¿Es incorrecto el que los cristianos usen calmantes, puesto que Jesús cuando fue fijado en el madero rehusó vino mezclado con un calmante?
No necesariamente; Jesús evidentemente hizo aquello por una razón especial.
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