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  • Nuestras cinco décadas de mantener integridad
    La Atalaya 1981 | 15 de febrero
    • En 1976 nuestra hija, Isabel, empezó a testificar como precursora (proclamadora del Reino de tiempo completo). Ahora está acompañando a su marido en la obra de circuito, y visita a las congregaciones aquí en Cataluña.

      Jehová nos ha sostenido a través de muchas pruebas difíciles durante los años. Y la verdad sea dicha, somos gente muy corriente, con las debilidades que son comunes a toda la humanidad. No obstante, nuestras experiencias como familia nos han enseñado a apoyarnos con paciencia en Jehová y a esperar el cumplimiento de su voluntad. Estamos resueltos a continuar cumpliendo la resolución de David expresada en Salmo 26:11, 12: “En cuanto a mí, andaré en mi integridad. Oh redímeme y muéstrame favor. Mi propio pie ciertamente estará plantado en un lugar llano; entre las multitudes congregadas bendeciré a Jehová.”

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1981 | 15 de febrero
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Qué quiso decir el apóstol Pablo cuando escribió que la existencia de sectas entre los corintios haría que se manifestaran personas que eran aprobadas?

      Basándose en informes que había recibido de otros, el apóstol Pablo escribió: “Cuando se juntan en congregación, oigo que existen divisiones entre ustedes; y hasta cierto grado lo creo. Porque también tiene que haber sectas entre ustedes, para que las personas aprobadas también se hagan manifiestas entre ustedes.”—1 Cor. 11:18, 19.

      El apóstol reconocía que los informes no siempre dan un cuadro completo de la situación verdadera. Sin embargo, debido a su conocimiento personal de la congregación de Corinto, él sabía que la información que se le había suministrado era esencialmente verídica. Por eso pudo decir: “Hasta cierto grado lo creo.” Él concluyó que tenía que haber facciones o sectas entre los corintios. Sin embargo, la misma existencia de estas facciones haría que se manifestaran los que estaban en condición aprobada desde el punto de vista de Dios.

      Cuando surgen facciones, a menudo ciertos individuos se esfuerzan por edificar para sí un grupo de seguidores. Pronto se manifiesta su espíritu de descontento y su deseo de tener prominencia o reconocimiento. Pero las personas que son siervos aprobados del Altísimo continúan ayudando humildemente a sus compañeros de creencia. Por su modo de hablar y actuar, demuestran que están convencidos de que el cabeza de la congregación cristiana es el Señor Jesucristo. No se identifican con grupos que enaltecen a hombres imperfectos; ni tratan de ganarse la aprobación de hombres.

      Las personas que verdaderamente son siervos aprobados de Dios evitan contribuir al desarrollo de facciones y envolverse de manera alguna con éstas. Además, cuando las sectas llegan a existir, tales personas aprobadas hacen lo que pueden para promover la unidad y el amor. Sí, los que aman la verdad se distinguirán por medio de evitar un espíritu partidista y por medio de continuar ayudando a otros a comprender la necesidad de mantener la unidad bajo la dirección de Jesucristo como Cabeza. Es de esta manera como las sectas o las divisiones realmente ayudan a identificar a los creyentes verdaderos, personas que tienen motivos puros.

      ● El apóstol Pablo dijo que un superintendente de congregación debe ser “esposo de una sola mujer.” ¿Por qué mencionó esto entre los requisitos para los superintendentes, puesto que ningún cristiano podía ser bígamo ni polígamo?

      En 1 Timoteo 3:2 el apóstol Pablo escribió: “El superintendente por lo tanto debe ser irreprensible, esposo de una sola mujer, moderado en los hábitos.” La expresión “esposo de una sola mujer” indicaría que el hombre estaba libre de sospecha respecto a alguna mala conducta con relación a lo sexual, que era buen ejemplo de la norma cristiana tocante al matrimonio.

      Jesús había mandado a sus discípulos que se adhirieran al arreglo marital establecido originalmente por Dios, es decir, el de un solo hombre para una sola mujer. (Mat. 19:5, 6) Por lo tanto, nadie podía bautizarse como cristiano sin antes dejar de ser polígamo. Sin embargo, era apropiado que Pablo hiciera hincapié en el asunto con relación a los ancianos, debido a que entre los judíos se había permitido la poligamia y era posible que esta práctica fuera común en países adonde llegara a esparcirse el cristianismo. Una persona que recientemente estuviera asociándose con la congregación debería poder ver por el ejemplo de los ancianos que la monogamia, y no la

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