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  • ¡Cuidado con las trampas del Diablo!
    La Atalaya 2012 | 15 de agosto
    • ¡Cuidado con las trampas del Diablo!

      “Escapen de la trampa del diablo.” (2 TIM. 2:26, Biblia del nuevo milenio)

      ¿QUÉ RESPONDERÍA?

      ¿Qué autoexamen debemos hacernos si tendemos a ser criticones?

      ¿Cómo nos ayudan los relatos de Pilato y Pedro a no sucumbir al miedo y la presión?

      ¿Cómo podemos evitar que nos aplasten los remordimientos?

      1, 2. ¿Qué trampas satánicas examinaremos en este artículo?

      EL Diablo está al acecho de los siervos de Jehová. Pero su objetivo no es necesariamente matarlos, como haría un cazador con una presa. Más bien, lo que pretende es capturarlos vivos para utilizarlos como le plazca (léase 2 Timoteo 2:24-26).

      2 Cuando un cazador desea atrapar vivo un animal, puede emplear varios tipos de trampas. Por ejemplo, puede hacer que salga a un espacio abierto y entonces echarle un lazo, o camuflar un dispositivo que se active por sorpresa cuando la víctima lo toque. A fin de capturarnos vivos, el Diablo nos tiende trampas similares. Para que no nos agarre, debemos mantener bien abiertos los ojos y prestar atención a las señales que nos advierten de que estamos cerca de una de ellas. En este artículo veremos cómo evitar tres artimañas que Satanás ya ha utilizado con cierto éxito: 1) las palabras irreflexivas, 2) el miedo y la presión y 3) los sentimientos de culpa. En el siguiente artículo analizaremos otras dos.

      LA LENGUA ES COMO UN FUEGO QUE HAY QUE CONTROLAR

      3, 4. ¿Qué podría ocurrir si no controlamos la lengua? Ponga un ejemplo.

      3 Cuando un animal se esconde en su guarida, algunos cazadores prenden fuego a la vegetación cercana para hacerlo salir y entonces lo atrapan. En cierto sentido, el Diablo se vale de una estrategia similar. Él trata de “prenderle fuego” a la congregación cristiana para hacer que abandonemos la seguridad de nuestro refugio espiritual y vayamos directamente a sus garras. ¿De qué forma podríamos entrar en su juego sin darnos cuenta?

      4 El discípulo Santiago afirmó que “la lengua es un fuego” (léase Santiago 3:6-8). Si no controlamos lo que decimos, podríamos provocar un “incendio” en la congregación. ¿Cómo? Imaginemos la siguiente situación. En una reunión se anuncia que cierta hermana ha sido nombrada precursora regular. Al terminar, dos publicadoras conversan sobre el tema. La primera se alegra por la noticia y expresa sus mejores deseos para la nueva precursora. La segunda cuestiona los motivos de la hermana y hasta insinúa que solo busca ser el centro de atención. ¿De cuál de las dos nos gustaría ser amigos? ¿Quién tiene más posibilidades de originar un “fuego” en la congregación con su lengua? La respuesta es obvia.

      5. ¿Qué autoexamen debemos hacernos para evitar que nuestra lengua provoque un incendio?

      5 ¿Cómo evitar que nuestras palabras provoquen un incendio? Jesús dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mat. 12:34). Por lo tanto, lo primero es hacernos un autoexamen del corazón. ¿Nos aseguramos de apagar cualquier rescoldo de resentimiento que nos haga hablar mal de otros? Por ejemplo, si nos enteramos de que cierto hermano está esforzándose por alcanzar algún puesto de responsabilidad, ¿damos por sentado que actúa de buena fe, o sospechamos que lo mueve el egoísmo? Si tendemos a desconfiar de los demás, nos convendría recordar que Satanás también puso en tela de juicio las intenciones del fiel Job (Job 1:9-11). En lugar de ser tan malpensados, tenemos que determinar por qué criticamos a nuestro hermano. ¿De verdad nos ha dado motivos para dudar de él? ¿O será que nuestro corazón se ha contagiado de la falta de amor que abunda en estos últimos días? (2 Tim. 3:1-4.)

      6, 7. a) ¿Qué motivos pueden llevarnos a ser criticones? b) ¿Cómo debemos reaccionar si alguien habla mal de nosotros?

      6 ¿Qué otros motivos pueden llevarnos a ser criticones? Tal vez busquemos que se reconozcan nuestros méritos o pretendamos estar por encima de los demás, aunque para ello tengamos que rebajarlos. O quizás estemos buscando una forma de justificar nuestra falta de esfuerzo. Si lo que nos mueve es el orgullo, la envidia o la inseguridad, las consecuencias serán desoladoras.

      7 A veces podríamos pensar que tenemos buenas razones para hablar mal de alguien, como cuando un cristiano nos ofende con algún comentario irreflexivo. Pero recordemos que la venganza no conduciría a nada bueno; solo conseguiríamos echar más leña al fuego. Además, no estaríamos haciendo la voluntad de Dios, sino la de Satanás (2 Tim. 2:26). Es mejor imitar la actitud de Jesús: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio [...], sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Ped. 2:21-23). Estaba convencido de que Jehová intervendría en el momento y de la manera que estimara conveniente. Nosotros deberíamos tener esa misma confianza. Cuando empleamos la lengua para curar, contribuimos a proteger “el vínculo unidor de la paz” en la congregación (léase Efesios 4:1-3).

      SOLTÉMONOS DEL LAZO DEL MIEDO Y LA PRESIÓN

      8, 9. ¿Por qué condenó Pilato a Jesús?

      8 El animal atrapado en un lazo pierde su libertad de movimientos. De la misma forma, la persona que cede al miedo y la presión pierde como mínimo una parte del control de su vida (léase Proverbios 29:25). Examinemos los casos de dos hombres que sucumbieron al miedo y la presión, y veamos qué lección aprendemos.

      9 El gobernador romano Poncio Pilato sabía que Jesús era inocente y, al parecer, no deseaba causarle ningún daño. De hecho, admitió: “Nada que merezca la muerte ha sido cometido por él”. Pero, a pesar de todo, lo condenó a la pena capital. ¿Por qué? Porque se dejó intimidar por la multitud (Luc. 23:15, 21-25). El gentío le gritó: “Si pones en libertad a este, no eres amigo de César” (Juan 19:12). Pilato tal vez tenía miedo de perder su puesto —o incluso la vida⁠— si se ponía de parte de Cristo. De modo que cedió a la presión y acabó haciendo la voluntad del Diablo.

      10. ¿Por qué negó Pedro conocer a Cristo?

      10 El apóstol Pedro era uno de los mejores amigos de Jesús. No dudó en reconocerlo públicamente como el Mesías (Mat. 16:16). Permaneció leal cuando otros discípulos malinterpretaron un comentario de Jesús y lo abandonaron (Juan 6:66-69). Y cuando los enemigos fueron a arrestar a su Maestro, salió en su defensa espada en mano (Juan 18:10, 11). Sin embargo, más adelante fue presa del pánico y negó conocerlo siquiera. Por un momento, el miedo a los hombres lo atenazó y le impidió actuar con valor (Mat. 26:74, 75).

      11. ¿Qué tipo de presiones tal vez tengamos que soportar?

      11 Los cristianos recibimos muchas presiones para que hagamos cosas que desagradan a Dios. En el trabajo, puede que un jefe o un compañero trate de seducirnos o nos coaccione para que no seamos honrados. O tal vez un compañero de clase nos proponga copiar en los exámenes, ver pornografía, fumar, drogarnos, tomar bebidas alcohólicas o cometer inmoralidad sexual. ¿Cómo escapar del lazo del miedo y la presión en situaciones como estas?

      12. ¿Qué lecciones aprendemos de los casos de Pilato y Pedro?

      12 ¿Qué lecciones aprendemos de los casos de Pilato y Pedro? Pilato, por su parte, no sabía mucho sobre Cristo, salvo que se trataba de un hombre fuera de lo común y que era inocente. Pero este gobernador ni era humilde ni amaba al Dios verdadero, y por eso fue presa fácil para el Diablo. Por otro lado, Pedro sí tenía conocimiento exacto y amaba a Dios. No obstante, a veces le faltó modestia y valor, y por eso no aguantó la presión. Por ejemplo, antes del arresto de Jesús, afirmó confiado: “Aun si a todos los demás se les hace tropezar, [...] a mí no se me hará” (Mar. 14:29). El apóstol habría estado mejor preparado para las pruebas de fe si hubiera confiado en Dios tanto como el salmista que cantó: “Jehová está de mi parte; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre terrestre?” (Sal. 118:6). En la última noche de su vida como humano, Jesús se adentró con Pedro y otros dos apóstoles en el jardín de Getsemaní. Pero en vez de quedarse vigilantes, los tres se durmieron. Jesús los despertó y les dijo: “Manténganse alerta y orando, para que no entren en tentación” (Mar. 14:38). Con todo, Pedro volvió a dormirse y, más tarde, se dejó vencer por el miedo y la presión.

      13. ¿Qué necesitamos para resistir la presión?

      13 De los relatos de Pilato y Pedro podemos extraer otra lección importante: para soportar la presión necesitamos tener conocimiento exacto, ser humildes, ser modestos, amar a Jehová y temer a Dios, no a los hombres. Si nuestra fe personal se basa en conocimiento exacto, defenderemos nuestras creencias hablando con valentía y convicción. De esta forma seremos capaces de vencer la presión y el miedo. Claro, nunca debemos sobrevalorar nuestras fuerzas, sino ser humildes y reconocer que nos hace falta el poder de Dios. Hay que pedirle a Jehová su espíritu y cultivar un amor por él tan intenso que nos motive a obedecer sus normas y defender su nombre. Además, es crucial prepararse de antemano para soportar la presión. Así pues, los padres hacen bien en orar con sus hijos y ensayar lo que estos harán cuando sus compañeros los inciten a hacer algo malo (2 Cor. 13:7).a

      NO DEJEMOS QUE NOS APLASTEN LOS SENTIMIENTOS DE CULPA

      14. ¿Qué le gustaría a Satanás que creyéramos sobre nuestros errores del pasado?

      14 A veces, los cazadores cuelgan una piedra o un tronco grande sobre un camino por el que suelen pasar sus presas. Cuando un animal desprevenido tropieza con la cuerda, entonces el tronco o la piedra cae y lo aplasta. De forma parecida, los remordimientos por errores cometidos en el pasado pueden dejar al cristiano “aplastado hasta grado extremo” (léase Salmo 38:3-5, 8). A Satanás le encantaría que creyéramos que Jehová nunca nos perdonará y que jamás lograremos cumplir sus normas.

      15, 16. ¿Cómo puede evitar caer en la trampa de sentir una culpabilidad excesiva?

      15 ¿Cómo evitar que esta trampa nos aplaste? Si usted ha cometido un pecado grave, tome medidas de inmediato para restablecer su relación con Jehová. Pídale ayuda a los ancianos (Sant. 5:14-16). Haga todo lo que esté en su mano por enmendar la situación (2 Cor. 7:11). Y si recibe algún tipo de corrección, no se desanime, pues la disciplina es una clara demostración de que Jehová lo ama (Heb. 12:6). Tome la determinación de no volver a dar los pasos que le llevaron a pecar y obre en consecuencia. Una vez que se arrepienta y regrese al buen camino, tenga fe en que el sacrificio redentor de Jesucristo realmente puede cubrir sus faltas (1 Juan 4:9, 14).

      16 Hay quienes no dejan de sentirse culpables por errores que ya les han sido perdonados. Si a usted le ocurre eso, recuerde que Jehová perdonó a Pedro y a los demás apóstoles por haber abandonado a su amado Hijo cuando este más los necesitaba. Y también perdonó al hombre que fue expulsado de la congregación de Corinto por su escandalosa inmoralidad pero que después se arrepintió (1 Cor. 5:1-5; 2 Cor. 2:6-8). En la Palabra de Dios se habla de diversas personas que, aunque cometieron pecados muy graves, se arrepintieron y recibieron el perdón divino (2 Crón. 33:2, 10-13; 1 Cor. 6:9-11).

      17. ¿Qué puede hacer el rescate por nosotros?

      17 Si estamos sinceramente arrepentidos y aceptamos su misericordia, Jehová perdonará y olvidará nuestros pecados. Jamás pensemos que el sacrificio redentor de Jesús no basta para limpiarlos. Razonar así sería caer en una trampa satánica. Por mucho que el Diablo afirme lo contrario, el rescate sí limpia los pecados de todo aquel que se arrepiente (Prov. 24:16). La fe en el rescate nos quitará de encima la pesada carga de la culpa y nos dará fuerzas para servir a Dios con todo el corazón, alma y mente (Mat. 22:37).

      “NO ESTAMOS EN IGNORANCIA DE SUS DESIGNIOS”

      18. ¿Qué debemos hacer para no caer en las trampas del Diablo?

      18 A Satanás le da igual usar una trampa u otra; el caso es que caigamos en alguna. Pero no tiene por qué agarrarnos desprevenidos, pues “no estamos en ignorancia de sus designios” (2 Cor. 2:10, 11). Si le pedimos a Jehová sabiduría para afrontar los problemas, el Diablo no podrá entramparnos. Santiago aconsejó: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada” (Sant. 1:5). Para que Jehová nos conteste, debemos obrar en armonía con nuestras oraciones estudiando su Palabra y poniendo en práctica lo que aprendemos. Las publicaciones del esclavo fiel y discreto nos señalan con claridad cuáles son las trampas diabólicas y nos enseñan a evitarlas.

      19, 20. ¿Por qué debemos odiar lo malo?

      19 Cuando oramos y estudiamos la Biblia, aprendemos a amar lo bueno y —no menos importante⁠— a odiar lo malo (Sal. 97:10). También nos ayuda mucho reflexionar en las consecuencias de entregarnos a los malos deseos (Sant. 1:14, 15). Así, los señuelos de Satanás no nos resultan tentadores, sino repulsivos.

      20 ¡Qué agradecidos estamos de que Jehová nos ayude a evitar las artimañas de Satanás! Por medio de su espíritu, su Palabra y su organización, Dios nos libra “del inicuo” (Mat. 6:13). En el próximo artículo veremos otras dos trampas que el Diablo emplea con cierto éxito para cazar vivos a los siervos de Jehová.

  • Mantengámonos firmes contra las trampas de Satanás
    La Atalaya 2012 | 15 de agosto
    • Mantengámonos firmes contra las trampas de Satanás

      “[Estén] firmes contra las maquinaciones del Diablo.” (EFES. 6:11)

      ¿QUÉ RESPONDERÍA?

      ¿Cómo pueden los siervos de Jehová evitar que los asfixie el lazo del materialismo?

      ¿Qué ayudará al cristiano casado a no caer en el hoyo del adulterio?

      ¿Cómo nos beneficia mantenernos firmes contra el materialismo y la inmoralidad sexual?

      1, 2. a) ¿Por qué no siente Satanás ninguna compasión ni por los ungidos ni por las “otras ovejas”? b) ¿Qué trampas satánicas examinaremos en este artículo?

      SATANÁS no siente ninguna compasión por los seres humanos, sobre todo por quienes servimos a Jehová. De hecho, les tiene declarada la guerra a los ungidos que aún viven en la Tierra (Rev. 12:17). Estos fieles cristianos han encabezado la predicación del Reino en tiempos modernos y han proclamado que el Diablo es el gobernante de este mundo. Satanás también odia a las “otras ovejas”, quienes apoyan a los ungidos y tienen algo que él perdió hace mucho: la esperanza de vivir para siempre (Juan 10:16). ¡Con razón está tan furioso! Sea que esperemos vivir en el cielo o en la Tierra, nuestro enemigo tiene un único objetivo: darnos caza (1 Ped. 5:8).

      2 Para lograr sus fines, ha diseñado varias trampas. Por un lado, les ciega la mente a quienes no creen en Jehová, de modo que no acepten las buenas nuevas ni puedan ver dichas artimañas. Pero también está atrapando a algunos que han abrazado el mensaje del Reino (2 Cor. 4:3, 4). En el artículo anterior analizamos cómo evitar tres de sus trampas: 1) las palabras irreflexivas, 2) el miedo y la presión y 3) los sentimientos de culpa. Ahora examinaremos cómo mantenernos firmes ante dos más: el materialismo y el adulterio.

      EL MATERIALISMO ES UN LAZO QUE PUEDE ASFIXIARNOS

      3, 4. ¿Cómo pueden llevarnos las inquietudes de este sistema a hacernos materialistas?

      3 En una de sus parábolas, Jesús habló de unas semillas sembradas entre espinos. Según explicó, este ejemplo alude al hombre que “oye la palabra, pero la inquietud de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas ahogan la palabra, y él se hace infructífero” (Mat. 13:22). Como vemos, el materialismo es otra de las trampas que nos tiende el Maligno.

      4 Fijémonos en que son dos los factores que, al combinarse, “ahogan la palabra”. El primero es “la inquietud de este sistema de cosas”. En estos “tiempos críticos, difíciles de manejar”, hay muchos asuntos que pueden quitarnos el sueño (2 Tim. 3:1). El elevado costo de la vida y el aumento del desempleo hacen cada vez más difícil llegar a fin de mes. Y al mirar al futuro, tal vez pensemos: “Cuando me retire, ¿tendré suficiente para vivir?”. Debido a estas preocupaciones, algunos tratan de ganar todo el dinero posible, creyendo que eso les dará seguridad.

      5. ¿Por qué se dice que las riquezas tienen un “poder engañoso”?

      5 Jesús mencionó un segundo factor que, combinado con la inquietud, puede ahogar la palabra: “el poder engañoso de las riquezas”. Cierto es que, según enseña la Biblia, “el dinero es para una protección” (Ecl. 7:12). Pero vivir pendientes de ganar dinero no es sensato. Muchas personas han descubierto que, cuanto más se esfuerzan por acumular riquezas, más se enredan en la trampa del materialismo. Tanto es así que algunos se han hecho esclavos de ellas (Mat. 6:24).

      6, 7. a) ¿Cómo podría entramparnos el materialismo en nuestro empleo? b) ¿Qué factores debemos tomar en cuenta si nos proponen trabajar horas extras?

      6 Las ansias de ganar dinero pueden surgir sin que nos demos cuenta. Por ejemplo, imagine que su patrón le dice: “¡Buenas noticias! La compañía ha firmado un gran contrato. En los próximos meses habrá que trabajar muchas horas extras, pero le prometo que la paga valdrá la pena”. ¿Qué respondería? Sin duda, ganar el pan para la familia es una responsabilidad importante, pero no es la única (1 Tim. 5:8). Debe tomar en cuenta otros factores. Por ejemplo, ¿cuántas horas extras habría que trabajar? ¿Interferirían con actividades espirituales como las reuniones de congregación y la Noche de Adoración en Familia?

      7 ¿Qué pesaría más en su decisión? ¿El efecto que esas horas extras tendrían en su cuenta bancaria, o el que tendrían en su relación con Dios? ¿Dejaría los intereses del Reino en un segundo plano por las ansias de ganar más dinero? ¿Comprende lo que podría ocurrir si desatendiera su espiritualidad y la de su familia? Y si ya está en esa situación, ¿cómo puede evitar que el materialismo lo asfixie? (Léase 1 Timoteo 6:9, 10.)

      8. ¿Qué ejemplos bíblicos nos ayudarán a reevaluar nuestra vida?

      8 Para que el materialismo no lo asfixie, de vez en cuando deténgase a reevaluar su vida. Nunca se parezca a Esaú, quien demostró con sus hechos que despreciaba las cosas espirituales (Gén. 25:34; Heb. 12:16). Y tampoco sea como aquel rico que, en lugar de vender sus bienes, ayudar a los pobres y hacerse discípulo de Cristo, “se fue contristado, porque tenía muchas posesiones” (Mat. 19:21, 22). Las riquezas lo tenían tan atado que se perdió el inmenso privilegio de ser discípulo del hombre más importante de la historia. Si no queremos perderlo también nosotros, debemos tener mucho cuidado con el materialismo.

      9, 10. ¿Qué enseña la Biblia sobre las posesiones materiales?

      9 A fin de contrarrestar cualquier preocupación indebida por las cosas materiales, siga el siguiente consejo de Jesús: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’, o ‘¿qué hemos de ponernos?’. Porque todas estas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas” (Mat. 6:31, 32; Luc. 21:34, 35).

      10 El escritor bíblico Agur conocía el valor del dinero, pero no se dejó embaucar por el poder engañoso de las riquezas. Por eso le pidió a Jehová: “No me hagas rico ni pobre; dame solo el pan necesario” (Prov. 30:8, Dios habla hoy [Versión Popular], 1994). Luchemos por imitar su actitud. Tengamos claro que las inquietudes de este sistema y el poder engañoso de las riquezas pueden llevarnos a la perdición espiritual. Si nos preocupamos más de la cuenta por las cosas materiales, nos quedaremos sin tiempo ni energías ni ganas de trabajar por los intereses del Reino. Así pues, tome la firme determinación de no caer nunca en la trampa satánica del materialismo (léase Hebreos 13:5).

      NO CAIGAMOS EN EL HOYO ESCONDIDO DEL ADULTERIO

      11, 12. ¿Cómo podría un cristiano caer en la trampa del adulterio con alguien de su trabajo?

      11 Algunos cazadores atrapan animales fuertes excavando un profundo agujero en su zona de paso y camuflándolo con ramas, hojas y tierra. Pues bien, esa trampa es comparable a una de las tentaciones más eficaces de Satanás: la inmoralidad sexual (Prov. 22:14; 23:27). Hay cristianos que han caído en ese “hoyo” al exponerse a situaciones en que resulta muy sencillo cometer un pecado. Por ejemplo, algunos casados han iniciado una relación indebida con alguien que no es su cónyuge y han terminado cayendo en el adulterio.

      12 ¿Dónde podrían darse este tipo de relaciones? Una posibilidad es el lugar de empleo. Según cierto estudio, más de la mitad de las mujeres infieles y casi tres cuartas partes de los hombres infieles engañaron a su cónyuge con alguien del trabajo. Si en nuestro lugar de empleo debemos pasar tiempo con personas del otro sexo, ¿qué tipo de relación tenemos con ellas? ¿Nos aseguramos de fijar límites para mantener un ambiente estrictamente profesional e impedir que surja algo más? Podría ocurrir que una cristiana conversara tan a menudo con un compañero que lo considerara su confidente y llegara al punto de contarle sus problemas matrimoniales. O quizás un cristiano adquiriera cierta familiaridad con una compañera y empezara a pensar: “Esta mujer valora mis opiniones y me escucha cuando le hablo. Ella sí que me respeta. ¡Ojalá me trataran así en casa!”. En situaciones como estas sería fácil ceder a la tentación de cometer adulterio.

      13. ¿Cómo podría surgir una relación inapropiada en la congregación?

      13 Otro ámbito en el que podrían surgir relaciones inapropiadas es la congregación. Así lo muestra el caso de Daniel y su esposa, Sara,a quienes eran precursores regulares. Él admite que era un anciano “de los que no saben decir que no” a ningún privilegio teocrático. Como parte de su ministerio, les daba clases bíblicas a cinco jóvenes varones. Tres de ellos llegaron a bautizarse y necesitaban mucho apoyo emocional. Como Daniel estaba muy ocupado con sus responsabilidades de la congregación, Sara los atendía a menudo. Cada vez que uno de los anteriores estudiantes de Daniel precisaba ayuda, era ella quien se la proporcionaba. Y como ella también necesitaba atención, la obtenía de los estudiantes de Daniel. La trampa mortal estaba preparada. ¿Cuál fue el desenlace? Daniel lo explica: “Mi esposa pasó varios meses ayudándolos, y eso la desgastó espiritual y emocionalmente. Pero yo la tenía desatendida, así que el desastre estaba servido: al final, Sara cometió adulterio con uno de ellos. Se había debilitado espiritualmente ante mis propios ojos, y yo estaba tan enfrascado en todas mis tareas que no me di cuenta”. ¿Qué podemos hacer para no sufrir una tragedia similar?

      14, 15. ¿Qué ayudará a los cristianos casados a evitar la trampa del adulterio?

      14 Algo que puede ayudarnos a evitar el hoyo del adulterio es reflexionar en el significado del compromiso matrimonial. Jesús dijo: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mat. 19:6). Jamás piense que sus responsabilidades teocráticas son más importantes que su cónyuge. Si con frecuencia pasa tiempo separado de su pareja atendiendo asuntos que no son imprescindibles, tenga cuidado: tal vez en su matrimonio haya una debilidad que podría llevar a una tentación y, posiblemente, a un pecado grave.

      15 Si usted es anciano, es natural que se preocupe por el rebaño. El apóstol Pedro escribió: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño” (1 Ped. 5:2). Así pues, no debe descuidar a los miembros de la congregación que se le han encomendado. Pero no por ser buen pastor debe dejar de ser buen esposo. Sería ilógico —y muy peligroso⁠— concentrarse en alimentar a las ovejas y dejar que su propia esposa se muera de hambre espiritual. Daniel, mencionado anteriormente, señala: “Uno no puede afanarse tanto por atender sus responsabilidades que termine descuidando a su familia”.

      16, 17. a) ¿Qué medidas prácticas pueden tomar los cristianos casados en su trabajo para dejar claro que no aceptan insinuaciones? b) Cite alguna información que se haya publicado para ayudar a los cristianos a evitar el adulterio.

      16 Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! han ofrecido muchos consejos útiles para ayudar al cristiano casado a evitar la trampa del adulterio. Por ejemplo, en La Atalaya del 15 de septiembre de 2006 se publicó lo siguiente: “Tanto en su lugar de empleo como en cualquier otro lugar, tenga cuidado con situaciones que puedan propiciar relaciones demasiado estrechas. Por ejemplo, trabajar horas extras en compañía de alguien del otro sexo puede dar pie a que se presenten tentaciones. Como persona casada, usted debe dejar bien claro con sus palabras y conducta que no le interesa en lo más mínimo ningún tipo de aventura amorosa. Puesto que usted sigue tras la devoción piadosa, no tratará de atraer la atención coqueteando ni vistiéndose o arreglándose de manera poco modesta [...]. Tener a la vista en su área de trabajo fotografías de su cónyuge y sus hijos les recordará a usted y a los demás cuáles son sus prioridades. Resuélvase a no alentar jamás —o siquiera tolerar⁠— ninguna insinuación romántica”.

      17 En el artículo “¿Qué implica realmente la fidelidad conyugal?”, publicado en la revista ¡Despertad! de abril de 2009, se advirtió que quien tiene fantasías sexuales con alguien que no es su cónyuge es más propenso a cometer adulterio (Sant. 1:14, 15). Es aconsejable que los cristianos casados repasen juntos esta información de vez en cuando. El matrimonio es una institución sagrada creada por Jehová mismo. Un buen modo en que los cónyuges demuestran que valoran las cosas sagradas es dedicando tiempo a conversar sobre su matrimonio (Gén. 2:21-24).

      18, 19. a) ¿Qué consecuencias sufren los adúlteros? b) ¿Qué beneficios cosecharemos si somos fieles a nuestro cónyuge?

      18 Si alguna vez siente la tentación de iniciar una relación indebida, medite en las desastrosas consecuencias de la fornicación y el adulterio (Prov. 7:22, 23; Gál. 6:7). Quienes caen en la inmoralidad ofenden a Jehová, hieren a su cónyuge y se perjudican a sí mismos (léase Malaquías 2:13, 14). Por otro lado, piense en los beneficios de mantener la pureza moral. No solo abrigará la esperanza de vivir para siempre, sino que incluso ahora tendrá una vida feliz y la conciencia tranquila (léase Proverbios 3:1, 2).

      19 Un salmista cantó así a Jehová: “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo” (Sal. 119:165). En los tiempos que corren, es vital que los cristianos amen la verdad y “vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios” (Efes. 5:15, 16). El suelo que pisamos está sembrado de trampas satánicas diseñadas para atrapar a los verdaderos siervos de Dios. Pero Jehová nos ha proporcionado una excelente protección. En efecto, tenemos justo lo que necesitamos para “estar firmes” y “apagar todos los proyectiles encendidos” del Diablo (Efes. 6:11, 16).

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