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  • ¿Puede usted esperar con paciencia?
    La Atalaya 1971 | 15 de febrero
    • ¿Puede usted esperar con paciencia?

      ¿HA APRENDIDO usted a esperar... esperar pacientemente? Pudiera decirse que ésa es una lección que el Creador, Jehová Dios, desea enseñarnos a nosotros, las criaturas terrestres. Y esto lo hace tanto con su Libro de la Creación como con su Libro inspirado, la Santa Biblia.

      Uno no puede acelerar los días, las estaciones o los años. Nada que usted o cualquier otra persona en la Tierra haga puede acelerar la revolución que ejecuta la Tierra alrededor del Sol en 365 días y cuarto. Tampoco puede alguien apresurar las estaciones o el paso al cual gira la Tierra sobre su propio eje. Cada día requiere veinticuatro horas.

      El agricultor siembra su semilla, pero entonces también tiene que esperar. No puede apresurar mucho las cosas, si acaso puede apresurarlas. En lo que toca a algunas siembras tiene que esperar varios años. El discípulo Santiago pone como ejemplo para los cristianos el ejercicio de paciencia del agricultor: “Ejerzan paciencia, por lo tanto, hermanos. . . . ¡Miren! El labrador sigue esperando el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la lluvia tardía. Ustedes también ejerzan paciencia.”—Sant. 5:7, 8.

      Jehová Dios mismo nos pone un ejemplo de esperar con paciencia. Por eso el apóstol Pedro nos dice que “la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé, mientras se construía el arca.” Igualmente Dios ejerció paciencia para con su antiguo pueblo de Israel que se descarrió “hasta que no hubo curación.”—1 Ped. 3:20; 2 Cró. 36:15, 16.

      Jesucristo, Hijo de Dios, también puso un ejemplo excelente de esperar con paciencia. Él sabía, como se puede discernir por las profecías que se encuentran en los capítulos 19 al 21 de Revelación, que el propósito de Dios era que eliminara a todos los enemigos de Dios. Y aunque al ser resucitado tenía la voluntad y el poder que le hacían posible proceder contra sus enemigos, “se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que sus enemigos fuesen colocados como banquillo para sus pies.”—Heb. 10:12, 13; Mat. 28:18.

      David el hijo de Jesé nos proporciona otro ejemplo excelente de esperar con paciencia. El profeta Samuel lo ungió cuando era un simple muchacho para ser el futuro rey de Israel. Él mostró que era el guerrero principal de Israel al matar él solo al gigante Goliat, y en las batallas contra los filisteos mató diez veces más enemigos que el rey Saúl. Cuando el envidioso Saúl lo persiguió como a un perro, David tuvo varias oportunidades de matar a Saúl y así tomar posesión del reino que Dios le había asegurado. Pero no; David estuvo dispuesto a esperar con paciencia hasta el tiempo en que ‘Jehová mismo le asestara un golpe a Saúl.’

  • Esperando con paciencia el fin de la iniquidad
    La Atalaya 1971 | 15 de febrero
    • Esperando con paciencia el fin de la iniquidad

      EL ASUNTO de esperar con paciencia tiene una relación directa con la pregunta que hacen muchas personas que aman la justicia: “¿Por qué permite Dios la iniquidad?” Hay algunas personas que presentan el argumento de que la iniquidad demuestra que Dios no merece adoración. Según ellas, o se trata de que Dios no puede detener la iniquidad y por lo tanto es débil y por eso no merece nuestra adoración; o de que no quiere detener la iniquidad y por lo tanto no es justo ni bueno y por eso igualmente no es digno de ser adorado.

      ¿Qué hay de estas objeciones? ¿Son sólidas, son incontrovertibles? ¡De ninguna manera! Jehová Dios tiene un tiempo debido para acabar con la iniquidad. Su Palabra nos dice que tuvo un tiempo fijo para destruir a los inicuos en el diluvio del día de Noé. (Gén. 6:3) Tuvo un tiempo fijo para librar a los israelitas de esclavitud en Egipto. Es por eso que no destruyó inmediatamente a Faraón y su poderío militar cuando aquel rey egipcio rehusó dejar ir al pueblo de Dios. Como Dios mismo le dijo a Faraón: “Por esta causa te he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado en toda la tierra.”—Éxo. 9:16.

      De modo semejante, solo cuando llegó el tiempo debido de Dios envió él a su Hijo a la Tierra: “Cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo . . . para que librara por compra a aquellos bajo ley.” En verdad, “para todo [Dios tiene] un tiempo determinado, aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos.” ¡Qué prudente, pues, que esperemos con paciencia el tiempo que Dios tiene para que acontezcan las cosas!—Gál. 4:4, 5; Ecl. 3:1.

      GARANTÍAS DE QUE TERMINARÁ LA INIQUIDAD

      El hecho de que Dios acabará realmente con la iniquidad él lo aclara en su Palabra. Pues, ¡desde el mismísimo principio dio una profecía indicando que la justicia triunfaría, cuando le dijo a la Serpiente, Satanás el Diablo, que la descendencia de la mujer, que resultó ser Jesucristo, le magullaría la cabeza!—Gén. 3:15; Rev. 12:9; Rom. 16:20.

      Así sucede que Dios repetidas veces nos da garantía por medio de sus salmistas que dicen: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; . . . pero los mansos mismos poseerán la tierra.” “Vengan, contemplen las actividades de Jehová . . . Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.” “A todos los inicuos los aniquilará.” Y en el último libro de la Biblia leemos que Satanás y todos sus agentes serán destruidos y que, no solo la iniquidad, sino que hasta el lamento, el dolor y la muerte serán eliminados.—Sal. 37:10, 11; 46:8, 9; 145:20; Rev. 20:1-21:4.

      Es con buena razón, por lo tanto, que Jehová Dios nos aconseja que lo esperemos con paciencia, diciendo: “Guarda silencio delante de Jehová y espéralo con anhelo.” En vez de levantarnos violentamente contra las condiciones inicuas, como muchos están haciendo hoy, dejemos que Jehová rectifique los asuntos. Como dijo el profeta Jeremías después de la destrucción de Jerusalén: “Bueno es que uno espere, aun callado, la salvación de Jehová.”—Sal. 37:7; Lam. 3:26.

      AYUDAS PARA ESPERAR CON PACIENCIA

      ¿Qué le ayudará a uno a esperar con paciencia a que Jehová obre y acabe con la iniquidad? Una gran ayuda es la esperanza, basada en la fe. Al grado que nuestra fe sea fuerte, a ese grado será brillante nuestra esperanza. Para mantener brillante nuestra esperanza es preciso que sigamos refrescando nuestra mente acerca de las promesas de Dios en cuanto al futuro. Otra ayuda es reconocer lo sabio de esperar con paciencia. El irritarse y quedar frustrado o el encargarse uno mismo de los asuntos solo puede hacer que las cosas empeoren.—Rom. 8:24, 25; 12:19.

      Otra cosa que ayuda mucho es el gozo. “El gozo de Jehová es su plaza fuerte.” El gozo le suministra a uno fuerzas. Fue el gozo lo que le dio a Jesucristo las fuerzas para esperar y aguantar. Y tal como la esperanza está edificada en la fe, así el gozo está edificado sobre el aprecio. Al grado que uno aprecie la bondad de Dios, las bendiciones actuales de que uno disfruta, los placeres de asociarse con compañeros cristianos, los privilegios de contar a otros las verdades de la Palabra de Dios como lo hizo Jesús, uno tendrá gozo y podrá esperar con paciencia.—Neh. 8:10; Heb. 12:2.

  • Siendo paciente en sus relaciones con otros
    La Atalaya 1971 | 15 de febrero
    • Siendo paciente en sus relaciones con otros

      ¿HAY otros aspectos en cuanto al esperar. El esperar bien puede ser el proceder sabio en las relaciones cotidianas entre unos y otros. Quizás un joven esté cortejando a una joven. Quizás él o ella tienda a apresurarse en cuanto a casarse. Pero la sabiduría indica que no hay que apresurar indebidamente las cosas. El cortejo suministra a las parejas excelentes oportunidades para conocerse mejor el uno al otro y ajustarse el uno al otro.

      Por otra parte, quizás un empleado sea muy diligente y ambicioso en cuanto a progresar. En su caso, también, en vez de irritarse impacientemente, ¿no sería mejor sacar el mejor partido de todas las oportunidades que uno tiene delante para probar su valía y para aumentar sus habilidades? A menudo sucede que cuando uno ya no se impacienta ni se irrita, sino que llega a estar contento, entonces acontece un mejoramiento.

      El esperar con paciencia también es el proceder sabio dentro del círculo de la familia. Asuntos de negocios, u otras circunstancias sobre las cuales el esposo no tenga control, como el mucho tráfico, quizás hagan que llegue tarde a casa. En vez de inquietarse impacientemente, ¡cuánto mejor es que su esposa, sin dar lugar a dudas, reconozca que no lo hace adrede!

      Por otra parte, en ciertos asuntos quizás la esposa resulte lenta, de modo que se haga necesario que el esposo aprenda a esperar con paciencia. El encolerizarse no ayuda. Quizás él pueda ayudarla a organizar sus asuntos para que sea más puntual. Pero, cuando el horario no funcione como se planea, en vez de irritarse impacientemente, ¡cuánto mejor es que el esposo preste atención al consejo del apóstol Pedro y ‘trate a su esposa de acuerdo con conocimiento, asignándole honra como a un vaso más débil, el femenino’!—1 Ped. 3:7.

      O quizás un compañero cristiano junto al cual usted esté obligado a servir tenga una debilidad que le moleste a usted y de la cual es posible que él ni siquiera esté consciente. O quizás haga cosas indebidas repetidas veces, haciéndose necesario que usted lo perdone “setenta y siete veces,” por decirlo así. En este caso también es bueno aprender a esperar y tener paciencia con él. Quizás no esté progresando tan aprisa como a usted le gustaría ver que progresara, pero con los años quizás exhiba progreso. En este respecto la Palabra de Dios también tiene consejo sabio, a saber: ‘Con gran paciencia sopórtense los unos a los otros en amor.’—Mat. 18:21, 22; Efe. 4:2, 3.

      De veras es proceder sabio aprender a esperar con paciencia. Resulta en beneficios para nosotros mismos y para los que nos rodean. Jehová Dios tiene leyes que gobiernan el universo, y tiene su propio horario para cumplir sus propósitos. Él no va a cambiar su horario para nuestra conveniencia, tal como no podemos hacer que cambie o apresure los días, estaciones o años. Teniendo fe, esperanza, gozo y aprecio podremos seguir el proceder sabio de aprender a esperar con paciencia.

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