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‘Resplandezca su luz’La Atalaya 1980 | 15 de diciembre
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‘Resplandezca su luz’
LOS discípulos de Jesucristo tienen que resplandecer como luces brillantes en este mundo y mostrar a sus semejantes el camino que lleva a vida eterna en felicidad. En su Sermón del Monte, el Hijo de Dios dijo: “Ustedes son la luz del mundo. No se puede esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña. No se enciende una lámpara y se pone debajo de la cesta de medir, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus obras excelentes y den gloria a su Padre que está en los cielos.”—Mat. 5:14-16.
La conducta ejemplar de los discípulos de Cristo debería hacer que sobresalieran de manera notable entre las personas que no están familiarizadas con el mensaje bíblico. La bondad, la paciencia, la abnegación, el amor y otras excelentes cualidades de los discípulos de Cristo deberían hacer que ellos parecieran luces en medio de un mundo cruel y desamorado. Sin embargo, para que otros lleguen a conocer la razón de su loable conducta los cristianos tienen que ser proclamadores de lo que creen. A esto se debe que muchos testigos de Jehová aparten tiempo cada semana para visitar a sus vecinos y llevarles el consolador mensaje de la Palabra de Dios. Además, dan buen uso a sus oportunidades de compartir su conocimiento bíblico con quienquiera a quien hablen mientras atienden los quehaceres de la vida cotidiana.
A pesar de oposición
No siempre es fácil para los siervos de Dios resplandecer como luces. No es raro que sean objeto de la burla y el odio de otras personas. El mensaje que proclaman —de que el reino de Dios está a punto de aplastar al sistema inicuo antes de introducir el nuevo orden— no es popular en el mundo. Los que prefieren vivir una vida sin fe en Jehová Dios y en su Hijo no quieren oír el mensaje bíblico. Se oponen a éste y puede que logren hacer que se proscriba la actividad del pueblo de Dios. También, las mejoras que el cristiano haya efectuado en su vida pueden resultar en que lo critiquen. El apóstol Pedro hizo resaltar este punto al decir: “Porque ustedes no continúan corriendo con ellos [los mundanos] en este derrotero al mismo bajo sumidero de disolución, están perplejos y siguen hablando injuriosamente de ustedes.”—1 Ped. 4:4.
Al repasar la historia reciente se ve que a los testigos de Jehová les ha sucedido esto. Felizmente, esto no los ha detenido, como cuerpo, de continuar actuando según las palabras de Jesús de ‘dejar que su luz resplandezca.’ Reconocen que nunca es tiempo para que los cristianos temerosamente escondan su luz, como si la ‘pusieran bajo una cesta de medir.’ Sean cuales sean las circunstancias, la verdad tiene que resplandecer mediante las palabras y las acciones de los siervos dedicados de Jehová.
Por supuesto, esto no significa que uno debería pasar por alto precipitadamente las circunstancias desfavorables bajo las cuales tuviera que efectuar sus actividades cristianas. Jesucristo aconsejó a sus seguidores que se comportaran prudentemente en medio del mundo enemigo. Dijo a sus apóstoles: “¡Miren! Los envío como ovejas en medio de lobos; por lo tanto demuestren ser cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas. Guárdense de los hombres.” (Mat. 10:16, 17) Por lo tanto, es necesario ejercer cautela cuando, en tiempos difíciles, nos esforzamos por hallar a los que sinceramente buscan a Dios.
¿Por qué interesarnos en esto?
Pero, ¿por qué deberíamos estar tan interesados en dejar resplandecer nuestra luz? La Biblia muestra que el Creador ha fijado un día de ajuste de cuentas, de juicio para la humanidad. (Hech. 17:31) Para que ese día de juicio resulte en bendiciones para nosotros, es necesario que estemos en posición aprobada delante de Él. ¿Cómo se puede obtener tal estado de aprobación? Es preciso que tengamos la clase de fe que nos impulse a hacer lo máximo para ayudar a otros a llegar a ser verdaderos discípulos de Cristo, y a continuar siéndolo.
Note cómo el apóstol Pablo enlazó este asunto del juicio con la importancia de la predicación que se respalda con conducta loable. Escribió: “Todos nosotros tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas hechas por medio del cuerpo, según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil. Conociendo, pues, el temor del Señor, seguimos persuadiendo a los hombres.”—2 Cor. 5:10, 11.
Pablo reconoció la autoridad sin paralelo que Jehová Dios había concedido a su hijo. Jesucristo tiene ahora ‘toda autoridad en el cielo y sobre la tierra.’ (Mat. 28:18) Con relación a sus poderes judiciales, el Hijo de Dios declaró: “El Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo.” (Juan 5:22) El juicio por parte de Jesucristo será perfecto y definitivo. A él no se le puede engañar por la apariencia externa ni por medio de palabras de astucia. De él se dijo proféticamente: “Él no juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra.” (Isa. 11:3, 4) Verdaderamente hay razón sólida para tener un temor sano a un juez tan eminentemente calificado que tiene plena autoridad para rendir decisiones finales. No solo debemos querer demostrar individualmente, por obras, nuestra fe en él como juez, sino también persuadir a otros a tomar las medidas necesarias para obtener un fallo favorable de parte de él.
Queda claro, entonces, que personas de todas las razas, naciones y tribus necesitan saber lo que tienen que hacer para que el día de ajuste de cuentas que rápidamente se acerca resulte en beneficio para ellas. El apóstol Pablo recalcó bien esto con las siguientes palabras: “‘Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.’ Sin embargo, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han puesto fe? ¿Cómo, a su vez, pondrán fe en aquel de quien no han oído? ¿Cómo, a su vez, oirán sin alguien que predique?”—Rom. 10:13,14.
Debido a que aprecian la importancia de declarar las “buenas nuevas,” muchos testigos de Jehová participan en el servicio de precursor auxiliar, durante el cual dedican por lo menos 60 horas en el transcurso de un mes a la diseminación de verdades bíblicas. Esto ha resultado en muchas bendiciones. Por ejemplo, hace tres años, solo había un Testigo en Dacca, Bangladesh. Después, otro Testigo, acompañado de su esposa, llegó a la ciudad debido a un contrato de trabajo. Este matrimonio comenzó a compartir celosamente el mensaje bíblico con otras personas, y pronto la cantidad de proclamadores del Reino aumentó a ocho. De esta cantidad, dos sirvieron con regularidad como precursores auxiliares. ¿Cuál fue el resultado de este aumento en actividad? Hace más o menos un año, se estaban conduciendo 20 estudios bíblicos con personas interesadas en la verdad bíblica, y muchas de éstas estaban asistiendo a las reuniones que se habían organizado.
Si realmente creemos que el día de ajuste de cuentas está cada vez más cerca, ¿no debería reflejarse esto en nuestro deseo sincero de informar a las personas acerca de lo seguro de este suceso? ¿Qué influencia está teniendo en su vida el saber que usted estará de pie delante del juez nombrado por Dios? ¿Ha quedado usted resuelto a pensar, hablar y actuar de manera que despierte interés y simpatía en la buena conciencia de su semejante? ¿Dedica usted algún tiempo a compartir con otros, con regularidad, las verdades de la Palabra de Dios? ¿Lo está moviendo su corazón a hablar en otras ocasiones también? Si usted se está esforzando diligentemente por ser como el Hijo de Dios en pensamiento, palabra y acción, estará realmente viviendo en armonía con el consejo de Jesús: “Resplandezca su luz.”
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“La palabra de Dios no está encadenada”La Atalaya 1980 | 15 de diciembre
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“La palabra de Dios no está encadenada”
MIENTRAS cumplía su segunda sentencia de prisión en Roma, el apóstol Pablo declaró esta verdad que ha sido probada y comprobada: “La palabra de Dios no está encadenada.” (2 Tim. 2:9) El significado de estas palabras se puede ilustrar con la siguiente experiencia que se recibió desde la isla de Tahití, en el Pacífico.
“Durante una de nuestras reuniones, un anciano de congregación que entonces era superintendente de estudios bíblicos pidió un territorio inusitado... la prisión de Tahití, donde estaba empleado como guardián. La situación angustiosa de los prisioneros le perturbaba, y él estaba convencido de que a éstos también les importaban las ‘buenas nuevas’ que se hallan en la Biblia. En varias ocasiones nuestra congregación había solicitado permiso para visitar a los prisioneros, pero, lamentablemente, la respuesta siempre había sido: ‘Los católicos, protestantes, adventistas, mormones y así por el estilo pueden venir a hablar en cuanto a su religión, porque hay miembros de esas religiones en nuestra prisión; pero no hay testigos de Jehová aquí.’
“Por lo tanto, el anciano decidió predicar las ‘buenas nuevas’ dentro de la prisión, donde él era parte del personal. Durante sus horas libres, desde el mediodía hasta las 2 de la tarde, esparcía la esperanza del Reino. Muy pronto se empezó a ver el fruto de su actividad, y estuvo conduciendo estudios bíblicos con regularidad.
“Al notar el éxito del Testigo, otros guardianes, entre los cuales algunos eran diáconos protestantes, persuadieron a unos
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