Ténganle amor a toda la asociación de hermanos
1 “Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo . . . el mundo los odia.” (Juan 15:19) Con estas palabras Jesucristo reveló a sus seguidores uno de los problemas que encararían los cristianos en la vida, a saber, el odio del mundo que está bajo la influencia y el control de Satanás el Diablo. La historia confirma la verdad de aquellas palabras. Ese odio fue expresado en toda su furia contra Jesús, quien murió en el madero a manos de los que eran parte “del mundo” bajo la dirección de Satanás. Y ese odio se ha expresado desde aquel tiempo contra los seguidores de Jesús por toda la Tierra hasta nuestra generación actual.
2 Puesto que habría este intenso odio del mundo, fácilmente puede comprenderse que el mandato que Jesús dio a sus discípulos de amarse unos a otros llegaría a tener gran significado en la vida de éstos. De hecho, Jesús dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.” (Juan 13:35) Puesto que vivimos tan dentro del tiempo del fin, se hace cada vez más claro que es necesario que despleguemos este amor.
SUPERANDO DIFERENCIAS
3 Debido a nuestra imperfección quizás haya ocasiones en que no expresamos amor a nuestros hermanos. Puede que haya diferencias en cuanto a personalidad, gustos personales, antecedentes culturales y así por el estilo. Cuando nos topamos con tales diferencias, tenemos que considerar seriamente la carrera por la vida en la cual todos nosotros hemos entrado como seguidores de Cristo. Aunque es fácil hallar debilidades e imperfecciones en nuestros hermanos, si tenemos la mente de Cristo procuramos ver sus buenas cualidades, los aspectos de la vida en los que ellos están esforzándose por mostrar fe y efectuar obras piadosas. Reconocemos que nosotros también tenemos ciertas características que no son necesariamente admiradas por otros, y sin embargo, queremos que otros sobrelleven nuestras debilidades.
4 Pablo dijo en Colosenses 3:13, 14: “Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva los unos a los otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó sin reserva a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión.” Tenemos que recordar que una persona espiritual se distingue por su buena disposición tocante a mostrar amor a sus hermanos, ‘soportándolos.’
MANERAS DE MOSTRAR INTERÉS AMOROSO
5 Como personas espirituales podemos procurar maneras de mostrar nuestro amor a toda la asociación de hermanos. Uno de los pasos principales que se requieren es familiarizarnos con ellos, llegar a conocer algo de sus antecedentes, personalidad y modo de vivir. Trate de comprender por qué dicen y hacen las cosas de cierta manera.
6 También es bueno buscar maneras de participar con ellos en algún rasgo de la obra de predicar y hacer discípulos. El trabajar con ellos de casa en casa y en otros rasgos del ministerio, el ver el celo de ellos por Jehová, quizás el comprender algunos de los problemas que ellos pudieran encarar al participar en cierta actividad del servicio... todo esto intensificará nuestro amor e interés cristiano por ellos. Así tenemos la oportunidad de intercambiar experiencias, gozos, problemas que encaramos al efectuar la obra del Reino como parte de la asociación mundial de hermanos. De este modo podemos disfrutar de un intercambio de estímulo.—Rom. 1:11, 12.
7 Y a veces tenemos la oportunidad de visitarnos unos a otros, invitar a los hermanos a nuestro hogar, si es posible, o ir al hogar de ellos. Mientras mejor lleguemos a comprender la obra y el servicio que todos compartimos juntos como hermanos, más amor sentimos por la entera asociación de hermanos y más interés tenemos unos por otros.
8 Este punto de vista más amplio promueve la unidad y cooperación en la congregación. Cuando otros nos visitan, o personas recién interesadas en las buenas nuevas asisten a nuestras reuniones, les impresiona la afectuosa consideración amorosa que todos tienen unos por otros. El ver esto les ayuda a salirse del mundo, un mundo que los odia por haber abandonado a éste a favor de la asociación con los que tienen la fe verdadera.
9 Qué consolador y alentador es poder decir: ‘Sí, este mundo me odia tal como Jesús dijo, pero mis hermanos, toda la asociación de ellos por todo el mundo, me aman y yo los amo.’ ¡Qué agradecidos podemos estar por esto! Al examinar nuestro propio amor por nuestros hermanos podemos ver dónde necesitamos mejorar a fin de que todos sepan que verdaderamente somos discípulos del Amo, Jesucristo, porque tenemos amor entre nosotros mismos.