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  • ¡Todos necesitamos el Reino!
  • Nuestro Ministerio del Reino 1982
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  • PASANDO POR UN ENTRENAMIENTO ACTIVO
  • OBTENIENDO LA RECOMPENSA DE DIOS
Nuestro Ministerio del Reino 1982
km 4/82 págs. 1-4

¡Todos necesitamos el Reino!

1 Todo el mundo necesita el reino de Dios. Nadie puede obtener vida eterna sin éste. Prescindiendo de la posición social que tenga en la vida, el trabajo que haga, la educación que haya recibido y el estado de salud en que se encuentre, toda persona necesita el Reino.

2 No hay excepciones, ni siquiera en el caso de los ricos. Es cierto que miembros de familias acaudaladas quizás piensen que no necesitan el Reino. Pero viven engañados. “Porque dices: ‘Soy rico y he adquirido riquezas y no necesito absolutamente nada,’ más no sabes que eres desdichado y lastimoso y pobre y ciego y desnudo.” La persona más rica del mundo es pobre, ciega y desnuda en sentido espiritual a menos que obre según la necesidad que tiene del Reino.—Rev. 3:17.

3 Así que prescindiendo de lo que una persona tenga o sea, si no está consciente de que necesita el Reino, su condición es simplemente tan miserable y lastimosa como la de las muchedumbres de las cuales Jesús “se compadeció . . . porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” Los lobos de la religión falsa han arruinado a la gente y la han dejado sangrando, ‘desollada y desparramada.’ ¡Qué gran necesidad de las verdades cicatrizantes del Reino tiene la gente!—Mat. 9:36.

4 Pero, “¿cómo, a su vez, oirán sin alguien que predique? ¿Cómo, a su vez, predicarán a menos que hayan sido enviados?” De modo que Jesús entrenó y envió a algunos predicadores del Reino. Estos fueron a toda clase de personas. Considere tan solo algunas de las personas que escucharon: El carcelero de Filipos, una mujer de negocios de la misma ciudad, un médico, el acaudalado recaudador de impuestos de Jericó, el gobernador de Chipre, el guarda del tesoro de la reina de los etíopes, un juez del tribunal supremo de Atenas, sí, ¡y hasta algunas personas de la casa real del emperador romano!—Rom. 10:14, 15.

PASANDO POR UN ENTRENAMIENTO ACTIVO

5 Jesús prometió que habría predicadores del Reino hoy día. Para esparcir las buenas nuevas del Reino hoy día, los ministros del Reino tienen un instrumento valioso. Éste es La Atalaya. Durante este mes vamos a ofrecer la suscripción a esta revista.

6 La revista no solo nos ha ayudado a anunciar el Reino, sino que también nos ha ayudado a entrenarnos para testificar de manera eficaz. El apóstol declaró: “Ve entrenándote teniendo como mira la devoción piadosa. . . . puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” (1 Tim. 4:7, 8) El atleta de la antigüedad se entrenaba para participar en una competición. Fortalecía su cuerpo con alimento nutritivo y ejercicio vigoroso. El competidor por el premio de la vida también tiene que pasar por un entrenamiento. ¿Cómo?

7 Éste tiene que llegar a estar en buen estado espiritual. Empieza por medio de nutrirse de alimento espiritual. Luego tiene que hacer ejercicio. Hace ejercicio con todo su cuerpo, mente, brazos, lengua y pies por medio de llevar a la gente las buenas nuevas del Reino. “¡Cuán hermosos son los pies de los que declaran nuevas de cosas buenas!”—Rom. 10:15.

OBTENIENDO LA RECOMPENSA DE DIOS

8 Debido a que cada uno de nosotros se ha entrenado “teniendo como mira la devoción piadosa” y ha ayudado a otros a hacer lo mismo también, la recompensa de cada uno es grande. Puede abordar sin temor a toda clase de persona. Y hasta declarar: “Más sabio que mis enemigos me hace tu mandamiento, . . . Con más entendimiento que hombres de más edad me porto yo, porque he observado tus propias órdenes.”—Sal. 119:98, 100.

9 Pero la recompensa de cada uno encierra algo más. Encierra “promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” Vida sin fin en felicidad es la grandiosa e indescriptible recompensa para los que ‘persisten en estas cosas, pues haciendo esto se salvan a sí mismos y también a los que les escuchan.’—1 Tim. 4:16.

10 ¡Reflexione un momento sobre eso! Jehová bendice a cada uno de nosotros con el gozo de salvar vidas. Los que escuchan y obran según el mensaje que llevamos también obtienen vida eterna. ¡Qué gozoza satisfacción sentimos por ello ahora mismo! Y el gozo de cada uno continuará, pues en el nuevo orden, por toda la eternidad, existirá prueba visible de su predicación del Reino. Cada vez que veamos a las personas a quienes ayudamos a obtener vida, nuestro corazón no podrá menos que llenarse de emoción. Tanto entonces como ahora, de seguro habrá de ser tal como exclamó el apóstol: “¿Qué acción de gracias podemos rendir a Dios respecto a ustedes a cambio de todo el gozo con que nos estamos regocijando a causa de ustedes?”—1 Tes. 3:9.

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