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  • ¿Se asociaba usted con la organización de Jehová?

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  • ¿Se asociaba usted con la organización de Jehová?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
w88 15/1 págs. 21-23

¿Se asociaba usted con la organización de Jehová?

EL JOVEN era un cuadro de vergüenza y desilusión. Su ropa andrajosa daba la impresión de haber sido en otro tiempo ropa elegante y a la moda. Ahora manifestaba que el joven estaba en aprietos. Él pensó en su país distante, y empezó a sentir repugnancia por la vida disoluta a que se había entregado y su despilfarro de la herencia que había insistido en recibir prematuramente. El estómago vacío empeoraba su situación, y un sentimiento de nostalgia lo embargaba. ¡Hasta los siervos de su padre, allá en su tierra, estaban en mejor condición! ¡Cuánto quisiera estar en el lugar de ellos!

Pero ¿qué clase de recepción podía esperar de su padre si regresaba ahora? Difícilmente una bienvenida afectuosa, o siquiera entrada en la casa después de haber abusado tan desvergonzadamente de la bondad de su padre. Pero en su mente y corazón dominaba un fuerte impulso: Tenía que volver a casa.

¡Cuán poco entendía aquel joven el amor de su padre por él! ¡Qué sorpresa le esperaba al acercarse al hogar que había abandonado! De hecho, “mientras él todavía estaba lejos, su padre alcanzó a verlo, y se enterneció, y corrió y se le echó sobre el cuello y lo besó tiernamente”. (Lucas 15:20.)

Como el hijo pródigo, ¿ha abandonado usted su hogar? ¿Se ha apartado de su Padre, Jehová, y Su organización? ¿Desea también ‘volver a casa’ ahora?

En la mayoría de los casos, a los que se han apartado de la organización de Jehová no les ha sucedido exactamente como al hijo pródigo. En el caso de muchos fue sencillamente un proceso gradual —casi imperceptible— de deslizarse hacia el exterior... como una barquilla a la deriva, alejándose de tierra. Algunos se cargaron tanto con problemas financieros o familiares, con enfermedades o hasta con el deseo de “adelantar” en el mundo, que dejaron fuera de consideración los asuntos espirituales. Otros dejaron que les causaran tropiezo individuos que se asociaban con la congregación cristiana, o se fueron porque no concordaron con la manera como la organización de Jehová entendía cierto punto bíblico. Otros cedieron a la desilusión y se alejaron cuando el sistema de cosas actual no terminó en la fecha que esperaban.

Si usted está entre los que ya no se asocian activamente con la organización de Jehová, puede que una (o más) de estas razones encaje con sus circunstancias. Pero, prescindiendo de la causa, ¿no es tiempo ya de considerar el regreso? (Mateo 18:12-14.)

¿Sufrió algún tropiezo?

Cuando consideramos lo alejado de la perfección que está ahora el hombre, es de esperarse que de vez en cuando ocurran choques de personalidad. Esto ha causado tropiezo a algunos. Otros han tropezado porque en cierto momento alguna persona a quien respetaban mucho obró de manera ruda o no cristiana, o se implicó en algún mal.

¿Le sucedió eso a usted? Prescindiendo de la causa de su tropiezo, ciertamente no puede culparse a Jehová. (Compárese con Gálatas 5:7, 8.) Por eso, ¿tiene realmente sentido el que cortemos nuestra relación con él por lo que haya hecho otro? Más bien, ¿no deberíamos continuar sirviéndole fielmente, confiando en que Jehová sabe lo que sucede y nos tratará con amor? (Colosenses 3:23-25.)

Pasado algún tiempo, algunos han visto que lo que originalmente les causó tropiezo no parece tan importante ahora, o quizás ni exista ya. Considerando calmadamente el asunto, puede que ahora hasta concluyan que en realidad ellos eran los equivocados. Muchas veces ha sucedido esto cuando alguien ha diferido de opinión respecto a algún consejo y disciplina que ha recibido, por lo cual ha tropezado. Mirando retrospectivamente, esa persona quizás se dé cuenta de que se la disciplinó con verdadero amor, y para su bien. (Hebreos 12:5-11.) Entonces, ¡qué apropiado es oír el consejo del apóstol Pablo! Él escribió: “Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, planten los pies en sendas llanas para que la pierna coja no se disloque, sino que se cure”. (Hebreos 12:12, 13, Nueva Biblia Española.)

¿No estuvo de acuerdo con una enseñanza?

Puede que usted haya abandonado la organización de Jehová porque entendía de manera diferente algún punto bíblico. Tal como los israelitas rescatados de Egipto en poco tiempo ‘olvidaron las obras’ de Dios a su favor y “no esperaron su consejo”, usted quizás se apresuró a concluir que, puesto que la organización no abrazaba el punto de vista que a usted le parecía correcto, debía separarse de ella. (Salmo 106:13.) Quizás ese punto haya sido aclarado desde entonces, sea porque se haya cambiado o porque haya quedado establecido por investigación bíblica adicional bajo la guía del espíritu de Dios. ¿No habría sido mejor simplemente haber permanecido en la organización, esperando en Jehová?

Es bueno recordar que Jehová siempre ha obrado mediante una sola organización. En nuestro día, “el esclavo fiel y discreto” dispensa alimento espiritual “al tiempo apropiado”. Note que a este esclavo se le ‘hallaría haciendo eso cuando el Amo llegara’. (Mateo 24:45-47.) En realidad, ¿quiénes hoy se dan cuenta de que el Amo ya ha llegado? ¿Y quiénes están ocupados en la obra predicha? ¡Solo los que se asocian con la organización de Jehová, sus testigos cristianos!

Cuando otros abandonaron a Jesús, el apóstol Pedro dijo: “Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna”. Pedro no tenía ninguna duda de que Jesús fuera el Mesías. Por eso, cuando para muchos discípulos ciertas palabras de Jesús fueron ofensivas, Pedro se dio cuenta de que no sería sabio alejarse de la fuente de “dichos de vida eterna”. Con el tiempo cualquier duda o mal entendimiento se aclararía. (Juan 6:51-68; compárese con Lucas 24:27, 32.) Todavía sucede así hoy, mientras Jehová guía progresivamente a sus siervos en el camino de la verdad. (Proverbios 4:18.)

Vuelva ahora

“De veras escudriñemos nuestros caminos y explorémoslos, y volvámonos, sí, hasta Jehová”, imploró el profeta Jeremías. (Lamentaciones 3:40.) Sin embargo, algunos quizás todavía se retraigan, por creer que no tendrán buena acogida en la congregación. Pero ¿qué respuesta se dio a la vuelta del hijo pródigo a su hogar? “Simplemente teníamos que [...] tener regocijo —explicó el padre—, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido y fue hallado.” (Lucas 15:32.) Una bienvenida afectuosa como esa espera a los que ‘vuelven a Jehová’ con un deseo sincero de hacer Su voluntad. (Compárese con Lucas 15:7.)

Pero la congregación cristiana no ha estado simplemente sentada con comodidad, esperando para dar la bienvenida a tales personas si alguna vez deciden ‘volver a casa’. En la ilustración de Jesús el padre corrió para encontrarse con su hijo cuando el joven “estaba todavía lejos”. De igual modo, los testigos de Jehová consideran que tienen la obligación personal de buscar a los que en un tiempo se asociaban con ellos y ayudarles a regresar a la organización de Jehová.

Pero ¿qué sucede si alguien se ha hecho culpable de algún mal grave mientras ha estado separado de la organización de Jehová? ¿O si alguien ha tenido que ser removido del pueblo de Dios por un mal grave que haya cometido, pero desde entonces haya dejado de participar en conducta no cristiana? Los ancianos sabrán cómo ayudar a esa persona con bondad y amor para que enderece sus asuntos con Jehová. Por eso, la persona que ahora desee regresar a la organización y vivir en armonía con la voluntad de Dios debe dar a conocer ese deseo a los ancianos. “Vengan, pues, y enderecemos los asuntos entre nosotros —dice Jehová—. Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve.” (Isaías 1:18.)

¡Cuán bondadoso, afectuoso y amoroso es nuestro Padre celestial! ¡Y cuán paciente es, y cuánto se interesa en cada uno de nosotros personalmente! En verdad no desea que seamos destruidos con este sistema de cosas inicuo. (2 Pedro 3:9.) Fue Jehová quien dio esta exhortación a su pueblo de la antigüedad: “Vuelvan a mí, y yo ciertamente volveré a ustedes”. Él extiende esa misma invitación hoy. (Malaquías 3:7.)

No queda mucho tiempo; por eso, no se dilate. Con el pueblo de Jehová, disfrute de nuevo de ‘la paz abundante que pertenece a los que aman la ley de Dios’. “No hay para ellos tropiezo”, dice el salmista. (Salmo 119:165.) En lo recóndito de su corazón, ¿ama usted la ley de Jehová? Si es un siervo dedicado de Dios, por eso se dedicó a él. Nada —sí, absolutamente nada— puede ser más importante que el restablecer su relación con Jehová. No le vuelva la espalda. Piense en este asunto cuidadosamente, y con oración. Si ha estado echando de menos la unidad y el afecto del pueblo de Jehová, no es demasiado tarde para regresar a la organización de Jehová. Hágalo sin demora.

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