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  • “¡Apreciamos a los de edad avanzada!”
    La Atalaya 1986 | 1 de febrero
    • “¡Apreciamos a los de edad avanzada!”

      “¿NO HAY sabiduría entre los de edad y entendimiento en la longitud de días?”, preguntó Job. (Job 12:12.) Salomón se expresó de modo parecido: “La canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia”. (Proverbios 16:31.) Estas palabras fueron pronunciadas en un tiempo en que se tenía en alta estima a los de mayor edad y se les respetaba. Además, la Biblia muestra repetidas veces cómo los jóvenes en aquellos tiempos se beneficiaban de asociarse con los mayores.

      Por ejemplo, Rut tuvo por años la oportunidad de observar y meditar en el ejemplo de su suegra, Noemí. Esta asociación debió resultar en que Rut desarrollara el deseo de adorar a Jehová. Por eso cuando se presentó la oportunidad de separarse de Noemí y regresar a su tierra, donde se practicaba idolatría, Rut lealmente dijo: “A donde tú vayas yo iré, y donde tú pases la noche yo pasaré la noche. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. (Rut 1:16, 17.) En efecto, como resultado de su amistad con Noemí, Rut llegó a ser “una mujer excelente”. (Rut 3:11.)

      Timoteo fue otro que se benefició de asociarse con una persona de más edad. Por muchos años viajó con el apóstol Pablo. Y aun cuando la prisión los separó, Timoteo recibió cartas de Pablo instándole a ‘avivar cual fuego el don de Dios que había en él’. (2 Timoteo 1:6-8.) Tan completa fue la enseñanza que Timoteo aprendió de Pablo que, al escribir a los filipenses, Pablo dijo que ‘no tenía a ningún otro de disposición como la de él [Timoteo], que genuinamente cuidara de las cosas que tenían que ver con ellos’. (Filipenses 2:20.)

      Sin embargo, hoy en día en algunos países casi ha desaparecido el respeto por las personas de mayor edad. Pero ¿es así entre los cristianos? De ninguna manera. Los cristianos verdaderos de hoy aún reconocen que las personas de edad avanzada tienen mucho que ofrecer en virtud de su fe, su devoción y su experiencia en la vida. Por ejemplo, una hermana escribe: “Cuando siento la presión de este sistema, observo a los mayores de la congregación y cobro ánimo al ver su firmeza”. Un hermano de 34 años de edad se expresa en términos similares respecto a los fieles de mayor edad: “Me han ayudado en todos los aspectos de mi vida. Por ejemplo, yo necesitaba saber cómo lograr equilibrio. Pues bien, cierto hermano de 72 años de edad me dijo: ‘Primero asegúrate de hacer todas las cosas que Jehová quiere que hagas. Se trata de una lucha constante. Pero el equilibrio resulta de buscar primero el Reino’”.

      En otro caso, un hermano de 87 años de edad enfermó gravemente. Recibió la visita de un anciano de la congregación, junto con un hermano inactivo. El hermano inactivo le dijo llorando: “Usted ha sido un buen amigo para mí. Lo echaré de menos”. Ante esto el hermano de edad avanzada contestó: “Yo también te echaré de menos”. Aún llorando, el hermano inactivo dijo: “Lo veré en el Nuevo Orden... si es que este llega”. Aunque estaba débil, nuestro hermano hizo un esfuerzo por incorporarse y contestó con firmeza: “Llegará”. Aunque el inactivo no respondió al ánimo que le dio el hermano de edad avanzada, la fe de este tocó el corazón del anciano que había observado la escena. “Su fe me ayudó grandemente”, recuerda él.

      Con frecuencia los hermanos de edad avanzada, basándose en su experiencia cristiana, ofrecen consejo sano y práctico. “Coja en brazos a sus niños y acarícielos —aconseja un anciano—, pues pronto serán mayores. Cuide de ellos primero. Ellos son sus discípulos más preciados.” “Cuando las presiones de este sistema lo atacan o cuando Satanás lo pone a prueba —recomienda otro— nunca abandone la verdad. Siga poniéndola en práctica, pues resultará en felicidad para usted.” Una pareja de edad avanzada que ha servido fielmente en una zona de Nueva Zelanda por más de 43 años da el siguiente consejo práctico: “Si es posible, es mejor permanecer en un solo lugar, en vez de mudarse de un lugar a otro. Así, la verdad ejerce una mayor influencia en la comunidad, y esto hace que usted se esfuerce por ser consecuente con ella, lo cual le fortalece aún más”.

      Es cierto que muchos de nuestros hermanos de edad avanzada no pueden participar en la obra de casa en casa como lo hacen los más jóvenes. Algunos están restringidos a permanecer en cama. Otros padecen enfermedades dolorosas. Una hermana de mayor edad dijo: “No me importa envejecer. Lo que no me gusta es lo que acompaña a la vejez”. Sin embargo, ¡ella aún manifiesta celo cristiano!

      ¿Se concede usted tiempo para llegar a conocer a sus hermanos de edad avanzada? ¿Se esfuerza usted por imitar las cualidades que manifiestan, cualidades que han sido refinadas como el oro por el tiempo y la experiencia? Ciertamente, nuestros hermanos cristianos de edad avanzada son un recurso valioso en la congregación si tan solo dedicamos tiempo a observarlos y a hablar con ellos. Cierto joven cristiano dijo: “Los hermanos de edad avanzada fieles han sido para mí ejemplos de dedicación a la verdad, de amor genuino, de fe viva, de compasión y de celo para el servicio a Dios. Para mí, tienen la belleza de árboles en flor, y son como un fuego cálido en una noche fría”. ¡Verdaderamente, tenemos toda razón para apreciar a los de edad avanzada que están entre nosotros!

  • El ojo de Jehová “resultó estar sobre los ancianos”
    La Atalaya 1986 | 1 de febrero
    • El ojo de Jehová “resultó estar sobre los ancianos”

      ES FRECUENTE que los ancianos hoy en día tengan que tomar decisiones que parecen estar más allá de su conocimiento y experiencia. Sin embargo, examine la situación a la que se enfrentaron algunos ancianos judíos en los días de Esdras.

      Después del regreso del resto judío de Babilonia, comenzó un período de 16 años de inactividad. Los profetas Ageo y Zacarías lograron sacar a los judíos de su apatía, y la obra de reedificación del templo de Jehová se reanudó. No pasó mucho tiempo antes que funcionarios persas se opusieran a la obra. “¿Quién les emitió una orden a ustedes para edificar esta casa?”, preguntaron. (Esdras 5:1-3.)

      La respuesta a esta pregunta era decisiva. Si los ancianos se dejaban intimidar, la restauración del templo se pararía abruptamente. Si adoptaban una posición antagónica hacia los funcionarios, podía ser que la obra se proscribiese inmediatamente. De modo que los ancianos (seguramente dirigidos por el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Josué) redactaron una respuesta cauta pero eficaz. Les recordaron a los funcionarios el decreto, por mucho tiempo olvidado, con el que Ciro había dado permiso a los judíos para continuar la obra. Dado que los funcionarios sabían que los persas tenían por norma nunca revocar una ley establecida, astutamente optaron por no oponerse al decreto del rey. Así, la obra continuó hasta que el rey Darío dio su aprobación oficial. (Esdras 5:11-17; 6:6-12.)

      ¿Fue este sorprendente resultado producto de sabiduría humana? Todo lo contrario. El informe de Esdras dice que “el ojo de su Dios resultó estar sobre los ancianos de los judíos”. (Esdras 5:5.) Claramente se ve que Jehová dirigió tanto la respuesta que dieron los ancianos como la decisión favorable del rey persa. De manera similar, hoy los ancianos cristianos pueden recurrir a Jehová por guía y dirección cuando tienen que hacer decisiones difíciles o tratar con opositores. En Salmo 32:8 Jehová da la siguiente garantía: “Te haré tener perspicacia, y te instruiré en el camino en que debes ir. Ciertamente daré consejo con mi ojo sobre ti”.

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