El punto de vista bíblico
¿Quiso decir Dios “No matarás”?
¿QUIÉN no ha oído a alguien decir: ‘En los Diez Mandamientos Dios manda: “No matarás”’? En guerras recientes algunos hombres han dado eso como su razón para rehusar pelear. También surge cuando se considera la pena capital.
Pero hay otros que se refieren a este mandamiento al tratar de mostrar que la Biblia se contradice. Un folleto que se publicó con ese propósito tiene el encabezamiento “Prohibido el matar” y alista “No matarás. (Éxo. xx. 13.)” pero luego llama la atención a casos en los que Dios les dijo a los israelitas que ejecutaran a otros. (Éxo. 32:27; 2 Rey. 10:11, 30) Y Jehová dirigió a los israelitas a exterminar naciones enemigas. (Deu. 7:1, 2, 16; 12:31; Jos. 6:12-21) De modo que ¿realmente mandó Dios: “No matarás”? ¿Qué quiere decir el sexto de los Diez Mandamientos? ¿Y hace categóricamente inadmisibles las guerras y la pena capital?
La frase “No matarás” suena familiar a la mayoría de las personas porque así es como vierten Éxodo 20:13 casi todas las traducciones al español. (Deu. 5:17) Pero, si usted busca este texto en la Traducción del Nuevo Mundo hallará que dice “No debes asesinar.” Y si lo busca en algunas traducciones modernas al inglés como Today’s English Version, The New English Bible y también las traducciones por Moffatt, Fenton, T. F. Meek y R. Knox, notará que dicen esto mismo o “No debes cometer asesinato.” ¿Por qué la diferencia?
En el hebreo original la palabra utilizada es ratsahh, que literalmente significa “romper” o “hacer añicos.” En su léxico hebreo, el erudito John Parkhurst explica que en la Biblia ratsahh “denota homicidio impremeditado o asesinato, es decir, el quitarle la vida a un hombre ya sea accidental o voluntariosamente.”
Es digno de notarse que de las 47 veces que se emplea ratsahh en las Escrituras Hebreas, 33 veces se hace con referencia a las ciudades de refugio de Israel. Estas ciudades servían en casos de quitarle un hombre la vida a otro. Si se determinaba judicialmente que la muerte no se había causado intencionalmente, el causante podía permanecer en la ciudad. Pero si la investigación legal manifestaba que había matado con premeditación o deliberación, lo pagaba con su propia vida. Teniendo presentes estas dos posibilidades, note cómo ratsahh se traduce apropiadamente tres veces:
“Como ciudades de refugio les servirán a ustedes, y allí tiene que huir el homicida que hiera mortalmente a un alma sin intención. . . . Ahora bien, si fue con instrumento de hierro [usado deliberadamente como arma] que lo ha herido de modo que muera, es un asesino. Sin falta debe dársele muerte al asesino.”—Núm. 35:6, 11-34; Deu. 4:41-43; 19:1-7; Jos. 20:2-6; 21:13-39.
Otros versículos indican que ratsahh generalmente aplicaba al acto de quitar una vida humana ilegalmente, contrario a la ley de Dios. Note las cosas que se mencionan asociadas con ello en Oseas 4:2: “Hay la pronunciación de maldiciones y práctica de engaño y asesinato y robo y perpetración de adulterio que han estallado, y actos de derramamiento de sangre han tocado a otros actos de derramamiento de sangre.”—Jer. 7:9.
Como se muestra en lo susodicho respecto al castigo del asesino deliberado, no todo caso de quitar una vida humana se consideraba ratsahh (asesinato), ni sería prohibido por el sexto de los Diez Mandamientos. Después del diluvio Jehová le dijo significativamente a Noé: “Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre.” (Gén. 9:6) Sí, aun antes de dar a Israel un código de leyes, Dios permitió la pena capital. ‘El derramar la sangre del hombre’ por medio de asesinarlo era lo que el Sexto Mandamiento prohibía, no la ejecución legal de un asesino.
Esto nos ayuda a reconocer lo apropiado del uso de ratsahh en conexión con el rey Acab. El rey codiciaba la viña de Nabot y a fin de conseguirla dejó que mataran al hombre. Esto no era la ejecución legalmente justificada de alguien que había cometido una ofensa capital en Israel. Era un acto ilegal de matar a un hombre, algo prohibido por el Sexto Mandamiento. Acab era un “asesino” y merecía morir.—1 Rey. 21:1-10; 2 Rey. 6:32; Lev. 24:17.
Pero, ¿qué hay de las guerras de Israel? ¿Violaron el mandato que se vierte correctamente: “No debes asesinar”?
No, no lo violaron. La verdad es que la Biblia nunca usa el término ratsahh (asesinato) respecto a ninguna de esas guerras. Cuando los israelitas guerreaban en obediencia al mandato de Dios, no estaban obrando ilegalmente. El que los autorizaba a hacerlo y los dirigía era el Legislador Supremo. (Isa. 33:22; Sal. 19:7) Estas guerras no tenían por objeto conquistar territorios ilimitados, como es el caso con muchas guerras nacionales de tiempos recientes. No fueron guerras motivadas por la avaricia económica. Tampoco fueron guerras que violaban tratados de paz o pactos de no agresión legalmente arreglados, como lo han sido algunas guerras de la historia moderna.
Absolutamente no hay nación en la Tierra hoy día que esté enteramente compuesta de personas que adoran a Jehová, a quienes él dirija milagrosamente por medio de profetas y que tengan una concesión Divina para poseer cierta porción de la Tierra. Pero todo eso fue cierto en el caso del antiguo Israel. Jehová había notado que los habitantes de Canaán estaban empapados en la iniquidad, estaban totalmente depravados y merecían la ejecución. (Gén. 15:13-21; Lev. 18:24, 25) Dios, como dueño de toda la Tierra, se determinó a dar ese territorio a la nación de Israel. Y, bajo la dirección de comandantes que él escogió para eso, Dios usó a Israel para ejecutar su juicio contra los cananeos.—Deu. 9:4, 5; 12:31; Jos. 10:40.
Por lo tanto, cuando los israelitas ejecutaban los juicios legales y moralmente rectos de Jehová, o defendían la tierra que Dios les dio, no se les podía culpar de violar el mandato: “No debes asesinar.”
¿Qué hay de los cristianos? Puesto que el Sexto Mandamiento simplemente declaró lo que Dios ya le había dicho a la entera familia humana por medio de Noé, todavía estamos obligados a evitar el asesinar. En realidad, los capítulos finales de la Biblia nos advierten que los asesinos que no se arrepientan experimentarán la destrucción eterna en la “muerte segunda.” (Rev. 21:8; 22:15) Esto nos ayuda a ver la importancia de no participar en quitar vidas humanas sin la autorización específicamente declarada de Dios. Consistente con esto, se describe proféticamente a los verdaderos adoradores de Dios en Isaías 2:3, 4 donde dice: “Y muchos pueblos ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, . . .’ Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. . . . Ni aprenderán más la guerra.”
Además, a los cristianos se les advierte que los asesinatos provienen de un corazón malo. (Mat. 5:21-26; 15:19) Si alguien permitiera que el odio a un compañero cristiano se desarrollara en su corazón, sería igual a ser un homicida o asesino, lo cual hay que evitar.—1 Juan 3:15.
De modo que la traducción “No matarás” realmente no comunica el verdadero sabor del Sexto Mandamiento. La traducción más correcta es: “No debes asesinar.” El entender esto nos ayuda a reconocer que las guerras justas de Israel no violaron ese mandato. Y podemos comprender mejor su significado en relación con nuestra conducta y actitud respecto a tomar la vida de un ser humano.