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El atractivo mundo de la recreación¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
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El atractivo mundo de la recreación
¡HOLLYWOOD! Prescindiendo de dónde viva usted, ese nombre seguramente le hará pensar en películas y recreación. Para algunos Hollywood es la capital mundial de la recreación, y para otros, un lugar en que todo es apariencia; pero lo cierto es que no hay ningún otro lugar cuyo nombre se relacione tan estrechamente con el mundo del espectáculo como este distrito de la ciudad de Los Ángeles (California, E.U.A.). Desde luego, sí parece ser el centro mundial del lujo y la ostentación. Cierto escritor dijo: “La imagen de Hollywood como la fábrica de sueños dorados cinematográficos se ha extendido por todo el mundo”.
El gran negocio de la recreación
Pero no solo es la imagen de Hollywood lo que se ha extendido por todo el mundo. “Hollywood” es un enorme negocio mundial de exportación. De hecho, según la revista Time, la recreación es el principal producto estadounidense de exportación después de la tecnología aeroespacial. Es una industria que recibe anualmente miles de millones de dólares (E.U.A.), una parte considerable de los cuales —alrededor del 20%— procede de otros países.
Estados Unidos percibe ingresos del 35% del mercado mundial de libros, del 50% de las ventas de grabaciones, del 55% de las películas y vídeos domésticos y de entre el 75 y el 85% del mercado mundial de programas de televisión.
A cambio de esta enorme fortuna, Hollywood ofrece entretenimiento al mundo. Eso no significa que complazca a todo el mundo, pues más de un país se ha quejado del imperialismo cultural estadounidense al ver que su juventud abandona la cultura local y favorece la llamativa recreación importada de Estados Unidos. Esto, sin embargo, no supone que toda la recreación proceda de Estados Unidos. Hay muchos países que disponen de su propia industria en este campo: películas, televisión, grabaciones, libros, deportes y demás.
Recreación al alcance de todos
Prescindiendo de quién ofrezca, o debiera ofrecer, recreación al mundo, lo notable es que hoy día la recreación es de por sí tan asequible y abundante que estamos viviendo una especie de revolución en este campo. Para ilustrarlo: Si usted hubiera vivido hace un siglo, ¿cuántas veces habría presenciado la actuación de artistas de experiencia y talento? Y aunque hubiera vivido en el país más rico de todos, a los ojos de muchas personas de la generación actual, probablemente habría carecido de la suficiente recreación. Por ejemplo, habría tenido que tomarse la molestia de desplazarse a otro lugar para escuchar una ópera o una sinfonía. Sin embargo, hoy podemos escuchar cualquier tipo de música con tan solo conectar un aparato estereofónico portátil, o podemos dejarnos caer en un sofá y, con solo apretar un botón, distraernos con casi cualquier tipo de espectáculo imaginable.
En muchos hogares de los países desarrollados hay por lo menos un televisor, un vídeo y un reproductor de discos compactos o una grabadora de casetes, así como otros aparatos electrónicos. Algunos niños crecen con varios televisores en la casa, casi como si fueran simples espejos. Y en los países menos desarrollados, muchas aldeas y barrios disponen de un centro para ver la televisión, en el que la gente se reúne por las noches en busca de distracción. La humanidad se ha obsesionado con la televisión. Las horas libres están cada vez más llenas de diferentes formas de entretenimiento.
¿Hay algo de malo en ello? ¿Encierra peligros la recreación moderna? ¿O acaso la actual abundancia de diferentes formas de entretenimiento no es más que un indicio de que sobran riquezas? Demos un vistazo equilibrado al atractivo mundo de la recreación.
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Punto de vista equilibrado sobre la recreación¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
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Punto de vista equilibrado sobre la recreación
“TRABAJAR sin descanso agota a cualquiera.” Este dicho es tan común hoy día que fácilmente se puede olvidar lo verídico que es. En realidad, “trabajar sin descanso” puede hacer mucho más que agotar a alguien. Puede convertirlo en un enviciado con el trabajo, un trabajador compulsivo, alguien que no piensa más que en trabajar.
Analicemos como ejemplo un problema que ha surgido en Japón, país conocido por su estricta ética laboral. Muchas veces se espera que los empleados trabajen horas extraordinarias todas las noches y los fines de semana. La revista de noticias canadiense Maclean’s comentó que el trabajador japonés medio dedica a su empleo 2.088 horas anuales, en contraste con las 1.654 que dedica el trabajador canadiense medio. Sin embargo, esa misma revista añadió: “Las empresas japonesas han tenido que enfrentarse a un problema diferente: el de los empleados que morían de karoshi, o exceso de trabajo. La prensa informó casos de hombres de entre cuarenta y cincuenta años que sufrieron ataques de corazón o de apoplejía después de trabajar cien días seguidos sin tomarse ninguno libre”. El Ministerio de Trabajo japonés hasta se vio obligado a iniciar una campaña publicitaria con una serie de anuncios comerciales cantados muy pegadizos ¡para instar a la gente a tomarse los fines de semana libres y descansar! Qué contraste con lo que sucede en algunos países occidentales, donde se ha de persuadir a la gente para que trabaje una semana laboral completa.
Los beneficios de la diversión
Los expertos apropiadamente, pues, suelen ver la adicción al trabajo como una enfermedad, no como una virtud. Los niños no son los únicos que necesitan divertirse, los adultos también necesitan esparcimiento. ¿Por qué? ¿Qué beneficios se derivan de los momentos de ocio, o diversión? Muchos, como indica la siguiente lista publicada en un libro especializado en la materia: “Expresión de la propia personalidad; compañerismo; integración de mente y cuerpo; salud física; un cambio de ritmo necesario en el apretado horario laboral; descanso y relajamiento; una oportunidad para probar algo nuevo y para conocer a nuevas personas; cultivar relaciones con otros, consolidar la familia; ponerse en contacto con la naturaleza [...], y simplemente para encontrarse a gusto sin analizar el porqué. Todos estos son algunos de los beneficios que la gente consigue en sus momentos de ocio”.
Los sociólogos han dedicado muchos libros al tema del ocio y la diversión, y concuerdan en que el ocio es esencial tanto para la persona como para la sociedad. Pero, obviamente, no hay nadie que entienda mejor la naturaleza humana que el propio Creador de la humanidad. ¿Qué opina él de este asunto?
Contrario a lo que algunos piensan, la Biblia no se opone a la diversión y el esparcimiento. Nos dice que Jehová es un Dios feliz y que quiere que sus siervos también lo sean. (Salmo 144:15b; 1 Timoteo 1:11.) En Eclesiastés 3:1-4 leemos que hay “un tiempo señalado [...] para [...] reír” y un “tiempo de dar saltos”. La palabra hebrea que en este texto se traduce “reír” se relaciona con otros términos que significan “jugar”. Ese mismo libro de la Biblia nos dice que “en cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo”. (Eclesiastés 2:24.)
En la actualidad, una de las maneras más populares de pasar las horas de ocio es viendo algún espectáculo, es decir, sentarse cómodamente y contemplar los talentos de otros. Esto tampoco es totalmente nuevo. La Biblia indica que durante miles de años la gente ha disfrutado de ver a otros bailar, cantar, tocar instrumentos musicales o competir en los deportes.
El entretenimiento, como forma de recreación, puede hacernos mucho bien. ¿A quién no le agrada contemplar las proezas de un gran atleta o la gracia y la elegancia de una bailarina de ballet, vivir el suspenso de una buena película de aventuras o seguir oyendo mentalmente una alegre melodía mucho después de haber terminado de escucharla? Con seguridad la mayoría de nosotros nos hemos relajado con la lectura de un buen libro, pasando las páginas cada vez más deprisa, profundamente absortos en una historia bien narrada.
Ese tipo de recreación no solo puede relajarnos, sino también estimularnos, levantarnos el ánimo, motivar nuestro corazón, hacernos reír y hasta instruirnos. La literatura, por ejemplo, puede enseñarnos bastante acerca de la naturaleza humana. Un claro ejemplo de ello son las obras de Shakespeare.
Los peligros de la recreación
Sin embargo, para tener un punto de vista equilibrado sobre la recreación de nuestros días, hemos de reconocer sus peligros además de sus beneficios. Se habla mucho de la influencia corruptora del entretenimiento, pero, en general, sus peligros pueden clasificarse en dos amplias categorías: cantidad y calidad; la cantidad total de recreación disponible y su contenido. Examinemos en primer lugar la cuestión de la calidad.
La Biblia llama a nuestros días “tiempos críticos, difíciles de manejar”. (2 Timoteo 3:1.) No es sorprendente que la recreación refleje la era en que vivimos, a menudo en sus aspectos más desagradables. Violencia sádica, inmoralidad descarada y las reacciones humanas más viles —como el racismo— cada vez van introduciéndose más en las formas populares de entretenimiento, contaminándolas a un grado mayor o menor. Y en algunos casos extremos, lo que debería ser recreación no es mucho más que pornografía y obscenidad. Piense en algunos ejemplos.
Películas: Tres de los candidatos propuestos este año para el Premio Óscar —uno de los mayores honores de Hollywood— al “mejor actor” habían representado el papel de asesinos psicópatas, protagonizando escenas de asesinatos sumamente explícitas. Dicen que uno de los personajes arranca de un mordisco un trozo de carne del rostro de una mujer mientras la viola. Una de las películas más taquilleras del año ha sido Bajos instintos. Y, a juzgar por las críticas, el título se queda corto. La película empieza con una escena sexual crudamente explícita, en la que la mujer apuñala repetidas veces con un picahielo a su amante, a quien tiene atado, llenándose toda de sangre.
Música: Últimamente, tanto el rap como el heavy-metal han recibido muchas críticas por el contenido de sus letras. Algunas canciones glorifican la degradación sexual y el abuso de mujeres, la violencia y el odio a diversas razas y a la policía, y algunos discos de rap y de heavy-metal hasta incluyen mensajes satánicos. En algunos lugares, los discos que contienen canciones con ese tipo de letra deben llevar una etiqueta de advertencia. Pero, según dicen, el cantante de rap Ice-T admitió que pone letras escandalosas a sus canciones simplemente para merecer tal etiqueta; así sabe que atraerá a los curiosos. Prince, el famoso cantante de música rock, alabó en una de sus canciones las relaciones incestuosas entre hermano y hermana. Con frecuencia, los vídeos musicales simplemente dan a tal inmoralidad crasa una nueva dimensión: la visual. El vídeo de la popular cantante Madonna titulado Justify My Love (Justifica mi amor) alcanzó notoriedad por representar actos sadomasoquistas y homosexuales. Hasta la cadena de televisión estadounidense MTV, que no suele tener muchos escrúpulos en emitir vídeos inmorales, rehusó presentar este vídeo en particular.
Libros: Piense en unos pocos ejemplos recopilados de críticas recientes de libros. American Psycho detalla los viles actos de un individuo que comete una serie de asesinatos y practica atrocidades con los cadáveres de sus víctimas, como por ejemplo, canibalismo. Vox se centra en una larga conversación telefónica durante la cual un hombre y una mujer que nunca se han visto se excitan mutuamente con habla erótica. Raptor narra las aventuras sexuales pervertidas de dos hermafroditas (personas con caracteres sexuales de ambos sexos) del siglo VI. Las novelas románticas suelen apoyar y glorificar el adulterio y la fornicación. Las revistas de historietas, que tiempo atrás eran revistas infantiles bastante inocentes, ahora suelen presentar escenas de pornografía, violencia y ocultismo.
Deportes: Los llamamientos para que se prohíba el boxeo continúan. A pesar de que hay más pruebas del daño irreversible que sufre el cerebro de un púgil cada vez que le dejan fuera de combate, las enormes ganancias y los millones de espectadores siguen empujando boxeadores hacia el cuadrilátero. Literalmente centenares de boxeadores han perdido la vida en los combates boxísticos.
No obstante, el número de muertes en otros deportes es todavía mayor. No es raro leer noticias de oleadas de violencia en los campos de juego o entre los espectadores. Chusmas incitadas por el nacionalismo o por un “espíritu de equipo” mal encaminado han causado la muerte de centenares de personas en diferentes estadios de todo el mundo. Las corridas de toros, a las que el semanario alemán Die Zeit llama “probablemente la actividad deportiva más brutal que ha perdurado hasta nuestros tiempos”, ha recobrado últimamente popularidad en España y el sur de Francia. El famoso matador José Cubero (más conocido por el apodo de El Yiyo), que murió de una cornada en el corazón a los veintiún años, fue llevado en su ataúd como un héroe por todo el ruedo de una plaza de toros de Madrid ovacionado por 15.000 aficionados que lo idolatraban. La televisión española repitió las escenas de su muerte una y otra vez.
Claro está, no toda la recreación dentro de estos diversos campos es necesariamente mala, pues los casos considerados son extremos. Sin embargo, si se tiene un punto de vista equilibrado sobre el entretenimiento hay que reconocer que estos extremos existen y gozan de bastante aceptación. ¿Por qué? ¿Ha notado alguna vez que las cosas que hace unos años parecían extremas, hoy día la gente las considera aburridas? Poco a poco, la mayor parte de la gente va aceptando los extremos, se acostumbra a ellos. ¿A qué se acostumbrará usted?
La cantidad de recreación
Aunque se diera el caso de que toda la recreación fuese completamente limpia, sigue existiendo la cuestión de la gran cantidad que existe. La industria del entretenimiento ofrece una enorme cantidad de posibilidades. En Estados Unidos, por ejemplo, tan solo en el año 1991 se publicaron más de 110.000 libros distintos. Si usted fuera capaz de leer cada día un libro entero de principio a fin, ¡necesitaría más de tres siglos para leer los libros publicados en tan solo un año! La industria cinematográfica estadounidense produce bastante más de cuatrocientas películas al año, que muchos países importan además de producir las suyas propias. Tan solo la industria cinematográfica india produce anualmente centenares de películas. Y ¿quién puede contar las grabaciones musicales en discos convencionales, discos compactos y cintas de casete que salen al año? Además, no hay que olvidar la televisión.
En algunos países desarrollados hay veintenas de canales disponibles entre la televisión por cable, por vía satélite y las emisiones regulares. Eso significa que durante las veinticuatro horas del día puede entrar en el hogar un flujo constante de formas de entretenimiento: deportes, música, arte dramático, comedias, ciencia-ficción, programas de entrevistas, películas... todo ello con solo apretar un botón. Si se tiene un vídeo, también hay disponibles miles de películas, además de incontables videocintas musicales, de enseñanza práctica y otras muchas que tratan temas de naturaleza, historia y ciencia.
Pero ¿dónde está el tiempo para disfrutar de toda esta recreación? La tecnología moderna quizás pueda proporcionarnos el milagro del entretenimiento instantáneo. (¡Imagínese la reacción de Mozart si hubiera escuchado una de sus sinfonías a través de un equipo estereofónico!) Sin embargo, la tecnología no puede crear el tiempo que se necesita para entregarse a todos esos placeres. De hecho, en algunos países en los que la tecnología está muy avanzada, la tendencia es a disponer cada vez de menos tiempo libre, no de más.
De modo que si lo permitimos, la recreación fácilmente podría llegar a consumir todo nuestro tiempo libre. Además, hay que recordar que gran parte de la recreación consiste simplemente en sentarse a ver la televisión, escuchar música o contemplar algún espectáculo, actividades que podríamos considerar pasivas. Sin embargo, la mayoría de nosotros también necesita salir de casa y distraerse en algo más activo, intervenir directamente en la recreación. Se puede ir a pasear, disfrutar de la compañía de buenos amigos, jugar a algo o practicar algún deporte.
Si reconocemos que sería un error permitir que el entretenimiento consumiera todo nuestro tiempo libre, mucho peor sería si dejásemos que consumiera el tiempo que debemos dedicar a obligaciones más importantes, como son nuestro Creador, nuestra familia, nuestro trabajo y nuestros amigos. Por consiguiente, es esencial que tengamos un punto de vista equilibrado sobre la recreación. Pero ¿cómo podemos determinar la clase de entretenimiento que es perjudicial para nosotros? Y ¿cuánta recreación podría considerarse demasiada?
[Fotografías en la página 7]
Algunas formas de recreación pueden motivar nuestro corazón e ilustrarnos
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¿Qué clase de recreación escogerá usted?¡Despertad! 1992 | 8 de noviembre
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¿Qué clase de recreación escogerá usted?
UNA cosa es tener un punto de vista equilibrado sobre la recreación y otra muy distinta manifestar equilibrio en cualquier tipo de recreación que escojamos. No es difícil reconocer que el entretenimiento tiene su lugar apropiado y que gran parte no es más que basura y una pérdida de tiempo. Sin embargo, a diario debemos tomar decisiones al respecto, y no siempre resulta fácil.
Como hemos visto, la industria del entretenimiento tampoco facilita las cosas a la hora de decidir, pues ha puesto delante del hombre una inmensidad de posibilidades. No obstante, desde hace miles de años, la Biblia ha estado dando a las personas de corazón honrado la guía que necesitan. Y dichos principios bíblicos no han quedado anticuados con el avance de la tecnología moderna; al contrario, en estos tiempos tan turbulentos son más útiles y necesarios que nunca antes. Por lo tanto, veamos cómo podemos aplicarlos en las dos áreas peligrosas de la recreación: su contenido y el tiempo que consume.
¿Qué pautas da la Biblia?
Un joven se quita la vida, y se descubre que pasaba mucho tiempo escuchando canciones de heavy-metal que instaban al suicidio. Una muchacha de catorce años mata a golpes a su madre, y al parecer ella también estaba obsesionada con el heavy-metal. Un muchacho de quince años mata a una mujer, y su abogado alega que estaba influenciado por una serie de películas de horror muy sangrientas. Cuando se estrenó una película sobre la violencia entre pandillas callejeras, grupos de jóvenes protagonizaron violentas peleas en los mismos cines y en las colas para entrar a ver la película.
Es obvio que el contenido del entretenimiento que escogemos produce cierto efecto en nosotros. Algunos expertos quizás descarten los casos que se acaban de mencionar calificándolos de anecdóticos. Sin embargo, en la Biblia hay principios que pueden aplicarse directamente a este problema. Por ejemplo, analice estas profundas palabras: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”. (Proverbios 13:20.) ¿Acaso no es cierto que en lo que respecta a algunos tipos de entretenimiento eso es lo que ocurre: ‘se anda’ con personas estúpidas, o moralmente insensatas? Asimismo, 1 Corintios 15:33 dice: “No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. Esta es una sencilla ley de la naturaleza humana. No se presta a equívocos ni está sujeta a opiniones opuestas de expertos que defiendan sus puntos de vista con datos estadísticos. Si nos asociamos regularmente con personas de baja moralidad, nuestros buenos hábitos sufrirán.
Estos principios son igualmente útiles en lo relacionado con idolatrar a estrellas del deporte, el cine, la televisión y la música. Aunque dichas estrellas muchas veces glorifican la violencia o la inmoralidad tanto en sus actuaciones como en su vida privada, parece que sus admiradores —especialmente los jóvenes— siguen adorándolas. No hace mucho, el periódico The European comentó: “Los sociólogos dicen que en una sociedad cada vez más secularizada, puede que las estrellas populares estén desempeñando en la vida de muchos jóvenes el papel que antes desempeñaba la religión”. Pero observe lo que dice el Salmo 146:3: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna”. Y Proverbios 3:31 lee: “No tengas envidia del hombre de violencia, ni escojas ninguno de sus caminos”.
Otro principio clave es el siguiente: a la hora de tomar decisiones, los cristianos no solo deberían tener presente el efecto de estas en ellos mismos, sino también en otros miembros de la congregación cristiana, incluso los que tienen conciencias más sensibles. (1 Corintios 10:23-33.) Por otra parte, los principios bíblicos no se limitan a decirnos lo que hemos de evitar, sino que también nos ayudan a establecer una serie de normas para la recreación que nos permiten hacer una buena selección. El apóstol Pablo aconsejó: “Finalmente, hermanos, cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”. (Filipenses 4:8.)
Estos principios han guiado al pueblo de Dios durante siglos. Los cristianos de la antigua Roma no necesitaban una ley específica que les dijera que las sangrientas y sádicas peleas de gladiadores no constituían una forma de recreación apropiada. Simplemente aplicaban principios como los supracitados, y de esa forma se protegían a sí mismos y también protegían a sus familias y congregaciones.
Cómo escoger
Hoy día los cristianos genuinos hacen lo mismo. Cuando seleccionan un tipo de entretenimiento, primero comprueban su contenido moral. ¿Cómo? Por ejemplo, miran la portada de un disco antes de comprarlo. ¿Cómo se anuncia la música? ¿Promueve valores degradados, como odio, rebelión, furia, relaciones sexuales inmorales y seducción? Si aparece la letra de las canciones, se puede repasar. Con los libros se puede hacer algo parecido. Muchas veces aparece en las cubiertas un breve resumen del contenido, y pueden consultarse diferentes críticas que se hayan publicado sobre ellos. También suelen publicarse críticas de las películas en los periódicos y revistas. Además, algunos países cuentan con un sistema de clasificación de películas que puede suministar algunas pautas. Obviamente, si el mundo degradado de hoy opina que cierto espectáculo contiene escenas sexuales demasiado explícitas, inmorales o violentas, es difícil imaginarse que un cristiano se fije normas menos elevadas y voluntariamente permita que dicho espectáculo influya en su mente y corazón.
Por otro lado, el sabio rey Salomón advirtió lo siguiente: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación?”. (Eclesiastés 7:16.) El creerse demasiado justo es una trampa en la que fácilmente se puede caer al escoger recreación. Podemos tener ideas muy fijas sobre una selección que hayamos hecho, pues hemos pesado los principios bíblicos con sumo cuidado y bajo oración. Sin embargo, quizás notemos que otras personas que se rigen por los mismos principios toman una decisión algo diferente. No deje que eso lo desanime. Cada uno de nosotros tiene que ser responsable de la selección que haga. (Gálatas 6:4.)
¿Cuánta recreación podría considerarse demasiada?
El sistema de valores del mundo está totalmente desequilibrado en lo que respecta a la prioridad que asigna al tiempo de ocio. Por ejemplo, un artículo de fondo que apareció recientemente en la revista Parks & Recreation llamó a la recreación “la esencia de la vida”. En esta misma línea, The New York Times Magazine hace poco comentó lo siguiente sobre la noche del sábado, tiempo que comúnmente se utiliza para fines recreativos: “Si los suma todos, en nuestra vida hay muchos más días laborables que noches de sábado, pero es por estas por las que merece la pena vivir”. Algunos sociólogos hasta sostienen que en las naciones más prósperas del mundo, la sociedad gira actualmente en torno al ocio, y que la religión es solo una actividad más en la que ocupar el tiempo libre.
A los cristianos no les sorprende este orden de prioridades tergiversado. Hace ya mucho tiempo que en la Biblia se predijo que en estos críticos “últimos días” los hombres serían “amadores de sí mismos, [...] amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. (2 Timoteo 3:1-4.) Pero los principios bíblicos nos ayudan a colocar nuestras prioridades en el orden apropiado. Como dijo Jesús: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. (Marcos 12:30.) Por consiguiente, para los siervos de Dios el amor a él ocupa el primer lugar en su vida. Lejos de quedar relegado a una actividad en la que ocupar el tiempo libre, el ministerio cristiano tiene prioridad, incluso sobre el empleo, al que solo consideran como un medio para poder dedicarse a esa vital carrera. (Mateo 6:33.)
Así pues, en lo que tiene que ver con la recreación, el cristiano debe calcular los gastos, debe determinar cuánto tiempo le dedicará, tomando en cuenta el tiempo que merece que se le dedique. (Lucas 14:28.) Si por ir tras la recreación, sea cual sea, se descuidan cosas importantes, como el estudio bíblico personal o de familia, el tiempo para estar con compañeros de creencia, el ministerio cristiano o las obligaciones familiares esenciales, entonces dicha recreación no merece la pena.
¿Qué revela de usted el tipo de recreación que escoge?
La cantidad de tiempo que dedicamos a la recreación dirá mucho acerca de nuestras prioridades, tal como su contenido también dirá mucho acerca de nuestras normas morales y de lo sincera que es nuestra dedicación a Dios. Nuestra selección dirá a la gente que nos rodea la clase de personas que somos y qué valores defendemos. También dirá a nuestros amigos, a nuestra familia y a la congregación si somos equilibrados o rígidos, consecuentes o hipócritas, justos o santurrones.
Que las decisiones que usted tome en este respecto sean un fiel reflejo ante el Creador de los valores que rigen su vida y la de su familia. Hebreos 4:13 dice: “No hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. La cuestión clave es: ¿Dejaremos que los principios divinos rijan todo aspecto de nuestra vida? Como Dios es el único que puede examinar el corazón y los motivos de todos nosotros, él tendrá que juzgarlo.
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