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  • El camino que no tiene fin
    La Atalaya 1986 | 1 de octubre
    • palabras y me dio la contribución... ¡y yo le di la revista!

      También tuve otra experiencia divertida cuando distribuimos entre los clérigos el folleto especial El Reino, la esperanza del mundo. En una casa había un clérigo que no tenía interés alguno en aceptarlo, pero habíamos recibido las instrucciones de dejarlo en la puerta siempre que fuera posible, de modo que le dije amablemente: “Señor, este es su ejemplar y se lo voy a dejar aquí afuera”. Me volví para irme, y, mientras iba andando por el camino, el folleto vino disparado y cayó junto a un pozo. No quise dejarlo allí tirado, y por eso lo recogí; pero en ese mismo momento un enorme perro salió gruñendo detrás de mí, me arrebató el folleto de la mano y regresó corriendo a su amo, el clérigo. Así que, aunque yo no pude entregarle el folleto, ¡el perro lo hizo por mí!

      En 1953, mamá, Herbert y yo nos establecimos en Sacramento. Debido a que Herbert tenía problemas de salud, tuvimos que cambiar nuestro modo de vivir. A menudo le doy gracias a Jehová por haberme bendecido con una madre fiel y un esposo leal. Ambos fallecieron y han recibido su recompensa celestial. Mamá murió en 1975; Herbert terminó su carrera terrestre en septiembre de 1980, a los 82 años de edad. Todavía siento mucho la pérdida, pero me consuela pensar en los muchos años que servimos juntos. Y sé que este camino nunca tendrá fin, porque Jehová, mediante su Hijo Jesucristo, es mi Guía en el camino que continuará por toda la eternidad.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1986 | 1 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ◼ ¿Cómo puede un cristiano distinguir entre el sobornar (condenado en la Biblia) y el dar una “propina” o un “regalo” por un servicio?

      Debemos reconocer que las prácticas difieren de un lugar a otro. Hay prácticas que se aceptan en algunos países, pero que en otros serían ofensivas o poco apropiadas. Por ejemplo, en un país la gente puede inclinarse ante un funcionario público, mientras que en otro eso podría considerarse como idolatríaa. De la misma manera la práctica de “dar una propina” podría ser aceptable en un país, pero escandalosa o ilegal en otro. Aunque tiene presente estas diferencias, todo cristiano debería aplicar el consejo de Dios respecto al soborno.

      ¿Qué es soborno, y qué dice la Biblia al respecto? El diccionario de María Moliner define la palabra sobornar así: “Conseguir alguien con dádivas o regalos que un funcionario haga o deje de hacer cierta cosa en su favor, constituya o no injusticia o delito”. Por lo tanto, sobornar es dar dinero (o un regalo) a un juez para ejercer influencia en su decisión y pervertir la justicia. Sobornar también es ofrecer dinero para circunvenir la ley, tal como si se pidiera a un inspector de edificios o de automóviles que pasara por alto una violación.

      Dios condena el sobornar al decir a los jueces israelitas: “No debes pervertir el juicio. No debes ser parcial ni aceptar soborno, porque el soborno ciega los ojos de los sabios y tuerce las palabras de los justos”. (Deuteronomio 16:19; compárese con Proverbios 17:23; Isaías 1:23; 5:23; 1 Samuel 8:3-5.) Jehová mismo pone el modelo, porque con él “no hay injusticia ni parcialidad ni aceptación de soborno”. (2 Crónicas 19:7; Deuteronomio 10:17.) Los cristianos que desean tener la aprobación de Dios rehúsan recurrir al soborno. (Compárese con Hechos 24:26.)

      Mientras por todo el mundo el hombre denuncia el soborno y tiene leyes para castigarlo, muchas personas se encaran al problema indicado en la pregunta de arriba. Ellos saben que hay que dar un “regalo” o una “propina” a los funcionarios de baja jerarquía de su país para que cumplan con sus deberes o para que lo hagan con empeño. Por ejemplo, The Wall Street Journal informó lo siguiente acerca de un país cuya inflación está desenfrenada: “Para obtener el dinero adicional que se necesita para vivir, los que trabajan para el gobierno recurren a la corrupción de grado menor. ‘Uno tiene que pagarles para obtener de ellos cualquier clase de formulario’, dice el encargado de una agencia estatal. Mientras tanto, funcionarios de inmigración inoportunan a los turistas extranjeros en el aeropuerto internacional exigiéndoles poner un sello de $20 en sus pasaportes para que los viajeros no pierdan su vuelo”.

      Hace poco, la revista U.S.News &

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