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  • ¿Honra usted a los muertos?

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  • ¿Honra usted a los muertos?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 15/8 págs. 5-7

¿Honra usted a los muertos?

¿HA SENTIDO usted profundamente la pérdida que acompaña a la muerte de un ser amado? Muchas veces los dolientes se sienten trastornados por lo definitivo de la muerte y el resultante sentido de no poder hacer nada. A menudo hay un deseo de compensar por estos sentimientos con actos que tienen como intención honrar a los muertos. Debido a la creencia común de que el alma es inmortal, entre los ritos funerales suele haber ceremonias que supuestamente apaciguan a los muertos e invocan su favor, o les ayudan en el mundo de los espíritus.

Es natural tener en honra la memoria de un ser amado. El sentimiento normal de los seres humanos exige que se provea un “entierro decente.” Ese mismo sentimiento crea el deseo de llevar a cabo los últimos deseos del difunto, con tal que esto no viole la conciencia de uno y su sentido de lo que es correcto. De manera similar, la mayoría de las personas se abstienen de actos que hubieran de significar falta de respeto al muerto.

Sin embargo, los que desean gobernarse por las normas de Dios se aseguran de que sus prácticas no tengan como motivación un creer que los muertos estén conscientes de lo que se esté haciendo. ¿Por qué? Porque tal creencia no se basa en la verdad, sino en supersticiones que se difundieron desde la antigua Babilonia. También está fundada en los engaños de demonios que se hacen pasar por los difuntos.

La evidencia física apoya la enseñanza bíblica de que la muerte es el cese completo de la vida y de que el hombre no tiene un alma inmortal que pueda sobrevivir y pasar a un mundo de espíritus. El hombre mismo es el alma, pues la Biblia nos dice: “Procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” A la hora de la muerte, los seres humanos vuelven al polvo, y sus pensamientos cesan.—Gén. 2:7; 3:19; Sal. 146:4; Eze. 18:4.

Por supuesto, hay creencias contrarias a esa enseñanza. Pero, ¿cómo podemos apoyar la verdad por nuestras acciones para con los muertos? Y, ¿cómo podemos hacer esto con relación a expresiones de dolor ante la pérdida de un ser amado?

¿CÓMO MUESTRA USTED DOLOR?

El ceder al dolor tiene el efecto de dar salida a las tensiones emocionales, pero no se puede dar rienda suelta a la expresión de las emociones sin que se produzca un desequilibrio emocional. Por lo tanto, es prudente controlar las expresiones de dolor.

Los siervos de Dios del pasado expresaban pesar cuando morían personas que les eran amadas. (Gén. 23:2; Deu. 34:8; Juan 11:33) Sin embargo, se les prohibía participar en actos que dieran a entender que los muertos sobrevivían y pasaban a un mundo de espíritus. El pueblo de Jehová no habría de corromper su religión por medio de copiar el ejemplo de las naciones en actos que reflejaran una actitud equivocada para con los muertos.—Lev. 19:28; Deu. 14:1; 18:10-12.

Jesús lloró por la muerte de Lázaro y predijo que después de su propia muerte sus seguidores ayunarían a causa del dolor. (Juan 11:35, 38; Mar. 2:20) Pero también dijo que ellos deberían ayunar de tal modo que solo Dios lo notara, y no los hombres. La expresión de ellos debería venir del corazón, no ser una exhibición externa. (Mat. 6:16-18; compare con Joel 2:12, 13.) Jesús dijo a sus discípulos que ellos no eran parte del mundo. Y, por supuesto, él no deseaba que ellos buscaran la aprobación del mundo por medio de llevar a cabo actos contrarios a la verdad.—Juan 15:19.

Todo esto disuade a los cristianos de copiar la costumbre de vestirse de negro como señal externa de duelo. Sin embargo, en un tiempo de dolor debido a alguna muerte, las personas piadosas desearían vestir con decoro y dignidad en público, pues tampoco sería de buen gusto vestir de manera casual o informal.—Ecl. 3:1, 4.

¿Eliminaría esto también la práctica de velar a los muertos? Según se efectúa esto en varias religiones, suele acompañarse de entonar canciones de duelo y llorar durante toda la noche. Esto crea un ambiente lúgubre y deprimente para la desconsolada familia. Aparentemente el velar a los difuntos tiene como origen el temor a los muertos, y la práctica tenía el propósito de apaciguar al difunto y alejar a los espíritus malignos. Pero, puesto que la Biblia muestra que los muertos “no están conscientes de nada en absoluto,” tal práctica se basa en una falsedad y por lo tanto no puede conciliarse con el cristianismo verdadero.—Ecl. 9:5, 10.

Sin embargo, sería apropiado visitar a una familia de dolientes. Esto se puede hacer aun cuando el cuerpo del difunto no haya sido removido todavía del hogar, aunque el cristiano no participaría en una velada tradicional basada en puntos de vista y prácticas que no tienen apoyo bíblico. Naturalmente, el sentarse en medio de un ambiente de tristeza no va a proveer consuelo ni aminorar el dolor. Tampoco sería considerado el imponer una carga financiera a los dolientes por medio de hacer que éstos proporcionen una gran cantidad de alimento para los visitantes. Sería mostrar consideración el evitar las visitas prolongadas, a menos que uno sea miembro de la familia o un amigo allegado. Pero sería muy estimulador el que uno ofreciera ayuda y ‘hablara confortadoramente a las almas abatidas.’ (1 Tes. 5:14) Quizás sea posible ayudar a efectuar algún trabajo de la casa o ir de compras o contribuir comidas que tengan que suministrarse.

Pero, ¿cómo expresaría usted su dolor si usted fuera el doliente? Los cristianos no se entregan a lamentarse excesivamente, y no temen a los muertos. Tampoco creen que los difuntos necesiten ayuda de los que viven. Más bien, los cristianos tienen la esperanza de que los muertos volverán a la vida, porque el apóstol Pablo dijo: “No queremos que estén en ignorancia respecto a los que están durmiendo en la muerte; para que no se apesadumbren ustedes como lo hacen también los demás que no tienen esperanza.” (1 Tes. 4:13) Por lo tanto, la esperanza calma y equilibra el dolor del cristiano.—Juan 11:24; Hech. 24:15.

Si usted ha perdido a un ser amado en la muerte, esta esperanza de la resurrección le ayudará a sobreponerse a los sentimientos de pérdida y dolor. Le ayudará a hacer lo mejor en medio de sus circunstancias actuales y le fortalecerá para ayudar a otros. Por ejemplo, usted puede hablar a otros dolientes acerca de su esperanza de la resurrección y así ayudarles a encararse a su dolor.—Juan 5:28, 29.

¿QUÉ HAY DE LOS FUNERALES?

El funeral cristiano hace posible que se disponga del cadáver de un modo que cumpla con los requisitos legales de sanidad, y es socialmente aceptable. Presenta la oportunidad de consolar a los dolientes y dar un mensaje de esperanza a todos los que asisten. No, el funeral cristiano no es ni un sacramento para obtener el supuesto reposo del alma ni un acto de apaciguar el “espíritu del difunto.” Además, los cristianos no consideran posible el “consagrar” a los muertos por la manera en que se les entierra. Puesto que los muertos “no están conscientes de nada en absoluto,” las medidas que se tomen para con ellos no pueden ni beneficiarles ni apaciguarlos, ni influir en la condición en que se encuentran a los ojos de Dios. (Sal. 6:5; 115:17) Sin embargo, el funeral (o un servicio conmemorativo, cuando el cadáver no está presente) sí consuela a los parientes sobrevivientes y muestra la alta estima en que se tenía a la persona amada que ha muerto.

Sin embargo, ¿cuánto valor tendría un funeral elaborado si al difunto no se le hubiera tratado con estima mientras vivía? Algunos han argüido que un funeral que se elabora con cuidado, y el banquete asociado con éste, son necesarios para mostrar respeto y expresar aprecio por una vida bien aprovechada. Pero tal aprecio sería de más valor si se mostrara mientras la persona estuviera viva, y pudiera beneficiarse.

Aunque se pudiera agradecer el hecho de que el difunto hubiera completado una buena vida, la muerte es nuestro enemigo. (1 Cor. 15:26) Tal ocasión es un tiempo para tristeza, no para regocijo, un tiempo en el cual reflexionar sobriamente en la importancia de usar la vida en armonía con la voluntad de Dios.—Ecl. 7:2; 9:10.

Estos puntos se pueden considerar con beneficio al decidir hasta qué grado debemos mostrar respeto a un ser amado que ha muerto. Por otro lado, puesto que los muertos están inconscientes y no pueden hacer nada, las oraciones u ofrendas que se hagan por ellos o para ellos no solo son inútiles, sino incorrectas. (Isa. 8:19; 38:18) Por ejemplo, el rey David oró y ayunó mientras su hijito enfermo estaba vivo. Pero cuando David se dio cuenta de que el niño estaba muerto, dejó de orar y ayunar.—2 Sam. 12:16-23.

¿CÓMO AFECTA A LA CONGREGACIÓN CRISTIANA?

Si el individuo que ha muerto estuvo asociado con la congregación cristiana, lo normal es que se pida a la congregación que conduzca el funeral. De hecho, es posible que el difunto haya expresado ese deseo, y sería apropiado que los hijos u otros miembros de la familia que sobreviven honren esa petición. Por supuesto, es razonable que sea la responsabilidad de la familia el hacer los arreglos para el funeral. Sin embargo, mientras la familia se encarga de los gastos, y del trabajo legal y rutinario que hay envuelto, pueden pedir a la congregación, a través de los ancianos, que conduzca el funeral.—1 Tim. 5:8.

No obstante, si existe una verdadera necesidad, la congregación puede asumir algunas de las responsabilidades del funeral para un cristiano fiel que haya muerto en pobreza y que no tenga parientes que puedan encargarse de estos asuntos. (Compare con 1 Timoteo 5:9, 10.) Esto sería un asunto que tendría que decidir el cuerpo local de ancianos de la congregación. Naturalmente, si miembros no creyentes de la familia se encargan de los arreglos funerales, la congregación cristiana no está obligada a hacer arreglos para un servicio de funeral junto con otra organización religiosa y así correr el riesgo de envolverse en algo que se parezca a una unión de fes.—2 Cor. 6:14-17; Rev. 18:4.

En todos los asuntos que tienen que ver con servicios para los muertos, es vital amoldarse a lo que es verdadero. Por eso, los cristianos evitan todo lo que siquiera se parezca a la adoración de antepasados o a la creencia en “espíritus de difuntos.” Las personas piadosas manifiestan fe en la resurrección y se resuelven a alabar a Jehová por medio de participar en la adoración que no esté contaminada con ninguna forma de falsedad.—Juan 4:23, 24; Sant. 1:27.

[Ilustraciones en la página 5]

¿Contribuye usted al abatimiento de un hogar que está de duelo? o ¿Estimula usted a los dolientes con esperanza basada en la Palabra de Dios?

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