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  • Toda la verdad sobre la mentira
  • ¡Despertad! 1997
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¡Despertad! 1997
g97 22/2 págs. 17-19

Toda la verdad sobre la mentira

“¡MENTIROSO!” ¿Le han lanzado alguna vez esta hiriente acusación? Si así es, sabe muy bien cuánta mella hace.

Tal como una preciada vasija puede reducirse a añicos con una caída, las amistades queridas pueden perderse por culpa de la mentira. Aunque uno logre cerrar la herida con el tiempo, la relación tal vez nunca sea la misma.

“Quien descubre que le han mentido —dice el libro Lying—Moral Choice in Public and Private Life [La mentira: dilema en la vida pública y privada]— desconfía ante las tentativas de acercamiento. Y analiza a la luz de la mentira descubierta todo lo que había creído y hecho.” Al quedar de manifiesto el engaño, una amistad llena de franqueza y comunicación puede marchitarse ahogada por las sospechas y las dudas.

En vista de todos los sentimientos negativos que genera la mentira es procedente preguntarse: ¿Cómo surgió este vicio?

La primera mentira

Cuando Jehová Dios creó a nuestros primeros padres, Adán y Eva, les dio por morada un hermoso jardín donde no había ningún tipo de engaño ni fraude. Era un verdadero paraíso.

Eva ya llevaba cierto tiempo creada cuando Satanás, el Diablo, fue a hacerle una oferta tentadora. Le dijo que si comía “del fruto del árbol” prohibido por Dios, no moriría —como el Creador le había dicho—, sino que llegaría a “ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. (Génesis 2:17; 3:1-5.) Eva creyó las afirmaciones de Satanás. Tomó el fruto, comió de él y le dio un poco a su esposo. Pero en vez de llegar a ser como Dios, como había prometido Satanás, se hicieron pecadores desobedientes y esclavos de la corrupción. (2 Pedro 2:19.) Con aquel embuste, Satanás vino a ser el “padre de toda mentira”. (Juan 8:44, La Nueva Biblia Latinoamérica.) Con el tiempo, aquel trío de pecadores aprendió que nadie sale ganando cuando miente o da crédito a algo falso.

Consecuencias letales

Jehová deseaba que toda su creación —celestial y terrenal— supiera que la desobediencia deliberada no quedaría impune. Tomó medidas rápidas, condenando al espíritu rebelde a vivir el resto de su vida fuera de la santa organización de Dios. Además, Jehová Dios se encargará a su tiempo de aniquilar a Satanás. Lo hará cuando la “descendencia” prometida por Dios le inflija un golpe mortal en la cabeza. (Génesis 3:14, 15; Gálatas 3:16.)

Adán y Eva fueron expulsados del jardín de Edén. Dios dictó esta sentencia contra Adán: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás”. Como Dios había predicho, Adán y Eva acabaron pereciendo. (Génesis 3:19.)

Al descender de Adán, el género humano ha sido “vendido bajo el pecado”. Todos los hombres han heredado la imperfección que los encamina a la muerte. (Romanos 5:12; 6:23; 7:14.) ¡Qué desastrosos resultados de la primera mentira! (Romanos 8:22.)

Un vicio muy arraigado

Dado que a Satanás y a los ángeles que lo secundaron en su rebelión contra Dios aún no se les ha ejecutado, no debe sorprendernos que inspiren a la gente a ‘hablar mentiras’. (1 Timoteo 4:1-3.) Como consecuencia, la mentira está muy arraigada en la sociedad humana. “La mentira —apunta Los Angeles Times— se ha institucionalizado a grado tal, que ya no causa sensación en nuestra sociedad.” Aunque muchos relacionan hoy la falsedad con la política y sus figuras, ¿sabía usted que los jefes religiosos se encuentran entre los peores embusteros?

Los detractores religiosos de Jesús lo calumniaron durante su ministerio en la Tierra. (Juan 8:48, 54, 55.) Él los denunció públicamente, diciendo: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. [...] Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque es mentiroso y el padre de la mentira”. (Juan 8:44.)

¿Recuerda la patraña que se divulgó al aparecer vacía la tumba de Jesús después de su resurrección? La Biblia dice que los sacerdotes principales “dieron una cantidad suficiente de piezas de plata a los soldados y dijeron: ‘Digan: “Sus discípulos vinieron de noche y lo hurtaron mientras nosotros dormíamos”’”. Aquel embuste se difundió por doquier y engañó a muchos. ¡Qué malvados eran aquellos dirigentes religiosos! (Mateo 28:11-15.)

La falsedad religiosa en la actualidad

¿Cuál es una de las principales mentiras que esparcen muchos guías religiosos hoy? Es parecida a la que Satanás le contó a Eva: “Positivamente no morirán.” (Génesis 3:4.) Pero Eva sí murió, y volvió a la tierra, al polvo del que había sido formada.

Ahora bien, ¿dio tan solo la impresión de haber muerto, cuando en realidad vivía en otra esfera? ¿Es acaso la muerte una puerta a otro tipo de existencia? La Biblia no contiene ninguna indicación de que perviviera alguna parte consciente de Eva. Su alma no sobrevivió. Al desobedecer a Dios, había pecado, y la Biblia dice: “El alma que peca... ella misma morirá”. (Ezequiel 18:4.) Eva, al igual que su esposo, había sido creada como alma viviente, y su vida como tal cesó. (Génesis 2:7.) Con referencia al estado de los difuntos, la Biblia dice: “En cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto”. (Eclesiastés 9:5.) Pero ¿qué enseñan las iglesias por lo general?

Suelen enseñar que el ser humano posee un alma inmortal que queda libre tras la muerte y pasa a otra existencia, ya sea de dicha, o de suplicio. Así, The Catholic Encyclopedia comenta: “La Iglesia enseña expresamente la eternidad de las penas del infierno como verdad de fe que no puede negarse ni ponerse en entredicho sin incurrir en manifiesta herejía”. (Tomo 7, página 209, edición de 1913.)

Esta doctrina es completamente distinta de la clara enseñanza bíblica. Las Escrituras enseñan que cuando alguien muere “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. (Salmo 146:4.) Por consiguiente, la Biblia indica que los muertos no sufren dolor alguno, pues no tienen conciencia de nada en absoluto. De ahí que haga esta exhortación: “Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [la sepultura común de la humanidad], el lugar adonde vas”. (Eclesiastés 9:10.)

Es preciso estar en guardia

Tal como los sacerdotes embaucaron con sus patrañas a muchos contemporáneos de Jesús, los dirigentes religiosos de la actualidad también engañan a sus víctimas con embustes. Ellos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira” y difunden doctrinas erróneas, como la inmortalidad de las almas humanas y los suplicios infernales para algunas de ellas. (Romanos 1:25.)

Además, las religiones de hoy día suelen equiparar la tradición y la filosofía del hombre con la verdad bíblica. (Colosenses 2:8.) Por ello, en vez de considerar absolutas las leyes divinas sobre la honradez y la sexualidad, las relativizan. La revista Time explica así las consecuencias: “La mentira florece en medio de la incertidumbre social, cuando la gente ya no comprende o no acepta las reglas que dictan cómo comportarse con el prójimo”. (Compárese con Isaías 59:14, 15; Jeremías 9:5.)

Vivir en una sociedad que no estima en mucho la veracidad dificulta el cumplimiento de la exhortación divina de no decir mentiras. ¿Qué nos ayudará a ser siempre veraces?

Pronunciémonos a favor de la verdad

El mejor incentivo para esforzarse por decir la verdad es el deseo de glorificar al Creador. Es significativo que en la Biblia se le llama “el Dios de la verdad”. (Salmo 31:5.) Por eso, el deseo de agradar al Creador, que odia “una lengua falsa”, nos motivará a imitarlo. (Proverbios 6:17.) ¿Cómo podemos hacerlo?

Si nos aplicamos al estudio de la Palabra de Dios, recibiremos la fuerza necesaria para ‘hablar la verdad con el prójimo’. (Efesios 4:25.) Ahora bien, no basta con saber qué pide Dios de nosotros. Si somos como muchas personas del mundo actual, que no siempre son propensas a decir la verdad, tendremos que luchar para lograrlo. Quizás necesitemos imitar la disciplina rigurosa que seguía el apóstol Pablo, quien escribió: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo”. (1 Corintios 9:27.)

Otra ayuda en la lucha por decir siempre la verdad es la oración. Al implorar la ayuda de Jehová, obtenemos “el poder que es más allá de lo normal”. (2 Corintios 4:7.) Ciertamente, mantener “el labio de la verdad” y desechar “la lengua de falsedad” puede ser toda una batalla. (Proverbios 12:19.) Pero con la ayuda de Jehová es posible vencer. (Filipenses 4:13.)

Recordemos siempre que es Satanás, el Diablo, quien hace que parezca normal mentir. Él engañó a la primera mujer, Eva, mintiéndole con toda malicia. Pero bien sabemos las catastróficas consecuencias de los embustes satánicos. La familia humana ha sufrido lo indecible por culpa de una sola mentira interesada y de tres personas egoístas: Adán, Eva y Satanás.

La verdad sobre la mentira es que se asemeja a un veneno letal. Felizmente, es posible tomar medidas. Podemos abandonar el vicio de mentir y gozar por la eternidad del favor de Jehová, un Dios “abundante en bondad amorosa y verdad”. (Éxodo 34:6.)

[Comentario de la página 19]

La mentira es como un veneno letal

[Ilustración de la página 17]

Los efectos de la mentira son como la rotura de una vasija

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