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¡Permanezca en la “ciudad de refugio” y viva!La Atalaya 1995 | 15 de noviembre
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20. ¿Qué deben hacer los que moran en la ciudad de refugio antitípica para protegerse del Vengador de la sangre?
20 A fin de protegerse del vengador de la sangre, los homicidas involuntarios tenían que permanecer en una ciudad de refugio y no traspasar los límites de sus dehesas. ¿Qué puede decirse de los que moran en la ciudad de refugio antitípica? Para protegerse del gran Vengador de la sangre no deben salir de la ciudad. Tienen que evitar la tentación de acercarse a la orilla de las dehesas, por decirlo así. No deben permitir que se les desarrolle en el corazón amor al mundo de Satanás. Puede que esto requiera oración y esfuerzo, pero su vida depende de ello. (1 Juan 2:15-17; 5:19.)
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Diosas de la fertilidad y la guerraLa Atalaya 1995 | 15 de noviembre
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Diosas de la fertilidad y la guerra
EN EL curso de unas investigaciones arqueológicas realizadas en Ebla (Siria) se descubrió una pieza que representaba a Istar, diosa babilonia de la fertilidad y la guerra. Paolo Matthiae, arqueólogo, describe el objeto como un “sello cilíndrico con una escena de culto cuya protagonista es una sacerdotisa velada situada ante una singular imagen divina [...] [que tiene] la cabeza fijada sobre un soporte alto y fino”.
El descubrimiento reviste interés, pues la imagen se remonta a principios del siglo XVIII a.E.C. En opinión de Matthiae, constituye una “prueba definitiva” de que el culto a Istar se llevó a cabo durante unos dos mil años.
La veneración a esta diosa dio comienzo en Babilonia, y en el decurso de los siglos se difundió por todo el Imperio romano. Jehová ordenó a los israelitas que eliminaran de la Tierra Prometida todo vestigio de la religión falsa. Como no lo hicieron, el culto a Astoret (la versión cananea de Istar) se convirtió en un lazo que los entrampó. (Deuteronomio 7:2, 5; Jueces 10:6.)
Es cierto que ya no existen ni Istar ni su diosa homóloga, Astoret. Pero las cualidades que simbolizaban, la inmoralidad y la violencia, están en pleno apogeo. Cabría plantearse si la sociedad actual difiere tanto de las civilizaciones antiguas donde se adoraba a estas diosas de la fertilidad y la guerra.
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