BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Página 2
    ¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
    • Página 2

      Cada hora se producen cientos de divorcios por todo el mundo. Anualmente, millones de niños se ven envueltos en una angustiosa lucha para decidir con cuál de sus padres se irán a vivir. En algunos lugares, una de cada cinco parejas que se divorcian luchará en los tribunales por la custodia de sus hijos.

      Las batallas por la custodia han desembocado en historias de asesinato y violencia que ocupan las primeras páginas de los periódicos. ¿Qué hace que esos casos sean tan polémicos? ¿Cómo puede un niño recibir la mejor ayuda por parte de ambos padres? ¿Son siempre justos los tribunales en sus decisiones? Últimamente se observa una inquietante tendencia mundial respecto a los fallos dictados en los casos de custodia de los hijos que ha alarmado a muchas personas informadas que aman las libertades civiles.

  • ¿Quién recibe la custodia del niño?
    ¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
    • ¿Quién recibe la custodia del niño?

      MIENTRAS Paul esperaba su turno respirando la atmósfera cargada de la sala del tribunal de New Hampshire (E.U.A.), se le hizo un nudo en el estómago. Semanas antes, su esposa se había llevado de casa a sus dos hijos, a pesar de los sollozos de estos. Paul no estaba dispuesto a renunciar a sus hijos —de trece y siete años de edad respectivamente— sin luchar.

      Finalmente, su batalla judicial estaba a punto de terminar. “Todo es tan injusto —pensaba Paul mientras el juez decidía un caso tras otro—. Este juez, alguien totalmente desconocido para nosotros, va a decidir dónde vivirán mis hijos.”

      Paul y su mujer eran una de las 1.187.000 parejas estadounidenses que se divorciaron durante el año 1985. Esa cantidad fue el triple de las que obtuvieron un divorcio en 1960. La oleada de divorcios no se limita a Estados Unidos, es mundial. Aproximadamente entre el 15 y el 20% de los divorcios resultan en batallas judiciales por la custodia de los hijos. En el caso de Paul, él tuvo que comparecer vez tras vez ante el tribunal. Las tensiones aumentaban. “Un día, mientras estaba en el tribunal con todas estas cosas dándome vueltas en la cabeza —explicó Paul—, creí que iba a volverme loco y a ponerme a pelear con la gente. ¡Me sentía tan frustrado!”

      Afortunadamente, Paul pudo controlar sus emociones. Sin embargo, a veces aparecen en primera página informes detallados de violencia y asesinatos como resultado de la amargura generada en las disputas por la custodia de los hijos. ¿Por qué suelen convertirse esos casos en conflictos tan encarnizados?

      Una guerra entre los padres

      Las leyes que rigen la concesión de la custodia de un niño varían en las diferentes partes del mundo. En casi todos los países occidentales, el padre y la madre tienen los mismos derechos ante la ley. A la hora de decidir quién recibirá la custodia de los hijos, en décadas recientes los tribunales han hecho hincapié en “lo que sea más conveniente para el niño”. Esto permite que los padres pugnen por demostrar quién está mejor capacitado para recibir la custodia.

      Aunque algunos padres luchan pensando en el bienestar de sus hijos, otros lo hacen por el despecho y la animosidad que sienten hacia su ex cónyuge. El niño se convierte en “el último recurso para causar dolor”, mediante el cual uno de los padres libera su cólera o su frustración. Como dijo cierto juez, los niños pueden llegar a ser “como pelotas que se lanzan para satisfacer la actitud de ‘te demostraré quién soy yo’, de la que, con demasiada frecuencia, están imbuidos los cónyuges enemistados”.

      Algunos padres hasta se toman la justicia por su mano. El rapto de niños por parte de uno de los padres se ha convertido en un problema internacional. Según algunos cálculos, en Estados Unidos se producen hasta cien mil de estos casos ¡anualmente! Cierta asociación ha descubierto que la cantidad de casos se duplicó durante el quinquenio que terminó en 1983. El trauma emocional que eso representa para los niños suele ser enorme. En su libro Children in the Crossfire (Niños entre dos fuegos), Sally Abrahms dice: “El robo de niños es la angustia de los años ochenta”.

      ¿Se hace justicia en los tribunales?

      Desde tiempos antiguos, los padres han apelado al gobierno para que intervenga en tales disputas por la custodia de los hijos. El sabio rey Salomón es recordado por su famosa decisión al zanjar una disputa entre dos madres sobre la custodia de un niño. (1 Reyes 3:16-28.) Pero a los jueces de hoy no les resulta tan fácil blandir la proverbial “espada de Salomón”.

      Cuando una familia es destrozada por el divorcio y ambos padres reclaman la custodia del hijo, les toca a los tribunales decidir. Los jueces toman en consideración factores como la estabilidad mental de cada progenitor, los deseos del niño, el tipo de relación que existe entre cada uno de los padres y el hijo, así como la capacidad que cada uno tenga para proporcionarle seguridad.

      Sin embargo, en la mayoría de los casos, el niño quiere y necesita una buena relación con ambos progenitores. De modo que la meta de casi todos los tribunales es “garantizar a los menores un contacto frecuente y continuo con ambos padres”. En el caso mencionado anteriormente, el juez consideró que la “vida [de Paul] gira en torno a sus hijos”, mientras que su esposa prefería “pasar su tiempo libre en un restaurante de la localidad charlando con su madre y sus amistades”. Paul recibió la custodia de sus hijos. Pero también se reconoció que los niños necesitaban a su madre, y por eso, a ella se le concedieron “derechos liberales de visita”.

      No obstante, recientemente se ha manifestado una tendencia preocupante. A fin de ganar un caso, algunos abogados han convertido las disputas por la custodia en controversias religiosas. Esta práctica falta de ética ha desviado a algunos tribunales de su verdadera función de centrarse en lo que sea lo mejor para el niño. En lugar de eso, los jueces se han enredado en apreciaciones religiosas que van más allá de la responsabilidad de un tribunal seglar. ¿En qué ha resultado todo esto?

      Algunas personas que aman las libertades civiles creen que el que se mezclen cuestiones religiosas en las disputas por la custodia de un hijo pone en peligro los derechos de todo niño y progenitor. En vista de que en los próximos años muchas familias se harán pedazos como consecuencia del divorcio o la separación, la vida de usted también podría verse afectada.

      [Comentario en la página 4]

      Es posible que durante la próxima década hasta un 40% de todas las familias con niños de Estados Unidos se vean afectadas por el divorcio o la separación

  • La custodia de los hijos... ¿debería ser un impedimento la religión?
    ¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
    • La custodia de los hijos... ¿debería ser un impedimento la religión?

      KARON “quiere a sus hijas y trata de proveerles todo cuanto necesitan lo mejor que puede. Sin embargo, sus creencias como testigo de Jehová ocupan el primer lugar, y por sus acciones y creencias está poniendo en peligro la salud, el bienestar y los intereses de las niñas”.

      Esta declaración, pronunciada por un juez de un tribunal de distrito, dejó a Karon fulminada. Eso significaba que había perdido la custodia de sus dos hijitas, una de las cuales solo contaba con once meses de edad. Su marido, quien antes de su divorcio la había amenazado diciendo: “¡O los testigos de Jehová o yo!”, había recibido la custodia. A Karon solo se le permitiría ver a sus hijas un fin de semana cada quince días.

      “Mi abogado me había asegurado que no me podían quitar a mis hijas por causa de mi religión, sino que tendría que probarse que no soy una buena madre —explicó Karon, un ama de casa del estado de Missouri (E.U.A.)—. Quedé desolada.” Y no es de extrañar, pues se había presentado ante los tribunales testimonio indisputable de que era una madre cariñosa que ‘regularmente dedicaba tiempo de calidad a sus hijas’.

      Para visitarlas, Karon ahora tenía que viajar a una ciudad ubicada a 160 kilómetros de distancia. Ella recuerda: “Cada vez que me despedía de ellas, los padres de mi ex marido, quienes cuidaban a las niñas, literalmente tenían que soltarlas de mis piernas para que pudiese marcharme. Gritaban y pataleaban mientras decían: ‘¿Por qué no podemos ir a casa contigo?’. Había veces que tenía que apartarme a un lado de la carretera por causa de las lágrimas y orar a Jehová para que me diese fuerzas”. Karon apeló a un tribunal superior.

      Los seis jueces del tribunal supremo de Missouri resolvieron unánimemente devolverle las niñas. John Bardgett, juez del tribunal de apelación, expresó la “firme convicción de que el tribunal de primera instancia se equivocó” al concluir “que los testigos de Jehová, como clase y debido a los principios de esa religión, no califican para tener la custodia de los hijos”.a

      Algunos tribunales inferiores de Australia, la República Federal de Alemania, Japón, Canadá, Sudáfrica y otros países también han negado la custodia a algunos padres debido a sus creencias. Aunque muchas de esas sentencias han sido revocadas por tribunales superiores, tales injusticias se han seguido produciendo.

      Algunos padres a quienes se les ha denegado la custodia también han sido víctimas de prejuicios religiosos. Un juez de un tribunal inferior de Massachusetts llegó hasta el extremo de dictar que cuando el padre visitase a sus hijos, “no [debería] leer [la] Biblia con ellos ni llevarlos a servicios religiosos (ni siquiera citarles los Diez Mandamientos)”.b Un periodista comentó: “Todo esto le puede parecer ridículo... a menos que las creencias implicadas sean las de usted”.

      Sí, ¿qué pasaría si se tratase de sus creencias? El que un tribunal juzgue la vinculación religiosa de uno de los padres puede tener nefastas consecuencias. “Aunque les importan poco los testigos de Jehová, algunas personas sí se preguntan si un tribunal tiene el derecho de prohibirle a un padre que cite los Diez Mandamientos a sus hijos o les lea la Biblia”, declaró el periódico Los Angeles Times.

      La cuestión que esto hace surgir es: ¿cuánto debería inmiscuirse el estado en la vida privada de sus ciudadanos? Un comentarista sobre cuestiones legales advirtió que eso podría “terminar en que se adoptasen normas judiciales para que todas las familias críen a sus hijos según conceptos ortodoxos”. ¿Le gustaría que un juez, quizás de diferentes convicciones religiosas, decidiese este asunto por usted?

      Los tribunales y la religión

      Los propios tribunales han reconocido su limitada competencia en lo que respecta a las investigaciones judiciales sobre las creencias y prácticas religiosas de la gente. Comentando sobre un caso específico, el juez Jeffers, del tribunal supremo del estado de Washington, explicó: “No ponemos en duda el derecho que tiene el estado de prohibir las prácticas religiosas que atenten contra la moral, y probablemente también aquellas que vayan en contra de la seguridad, la salud y el orden públicos; pero por lo que se desprende del testimonio presentado hasta ahora sobre este caso, las enseñanzas de los testigos de Jehová no pueden, en nuestra opinión, ser clasificadas dentro de ninguna de esas categorías”.c

      Por consiguiente, cuando las prácticas religiosas no perjudican la “seguridad, la salud y el orden públicos”, o cuando no existe ninguna “prueba determinante de que el bienestar temporal del niño esté en peligro inmediato y sustancial por la práctica religiosa”, el tribunal no debería favorecer la religión de ninguno de los padres. El tribunal de apelación de Ontario (Canadá) declaró sucintamente: “No es de la incumbencia de este tribunal decidir entre las dos religiones”. El denegar la custodia por razones de favoritismo religioso es “hacer pagar [a un progenitor] un precio muy alto por el ejercicio de un credo religioso que no es ni ilegal ni inmoral”.d

      A veces, “expertos” con prejuicios religiosos han influido para que se tomen decisiones discriminatorias. Considere el testimonio de un psicólogo: “Opino que para esta niña, es nocivo que se la críe como testigo de Jehová [...]. Ya que vive en esta sociedad, tiene que adaptarse a la corriente cultural mayoritaria. Ella está creciendo, y este no es un país de testigos de Jehová. Si la mayoría de los habitantes de este país fuesen testigos de Jehová, no tendríamos ningún problema”.

      En el caso de que se prestase atención a ese consejo, eso significaría que ¡a todo padre que pertenezca a una minoría religiosa se le debería denegar la custodia de sus hijos! Resulta escandaloso que algunos jueces del estado de Florida se dejasen persuadir por ese mismo testimonio para denegar a la madre la custodia de su hija de cuatro años de edad a pesar del indiscutible testimonio que indicaba que la niña estaba “muy apegada a su madre”.

      Es significativo que el juez Baskin rehusase respaldar esta sentencia injusta dictada por los otros dos jueces del tribunal de apelación del distrito de Florida (tercer distrito). El juez Baskin explicó: “Lo que se observa en este expediente es una demostración de los prejuicios personales de los expertos contra la religión de la madre. Su desdén por la religión de la madre les ha inducido a especular sobre la posibilidad de que la niña sufra daño en el futuro, aunque no se ha visto ninguna evidencia de daño. Obviamente, el tribunal de primera instancia fue persuadido por sus reflexiones nada objetivas [...], y su sentencia no debería mantenerse”.e

      Lo que hizo este tribunal estadounidense guarda un paralelo con lo que se hizo en un país totalitario durante el régimen de Hitler. En 1937, un tribunal de distrito de la Alemania nazi quitó los hijos a una familia que pertenecía a una minoría religiosa. ¿Cómo justificaron ese acto? El tribunal declaró: “Si los padres, mediante su propio ejemplo, enseñan a sus hijos una filosofía de la vida que les coloca en total oposición a aquellas ideas a las que se adhiere la abrumadora mayoría del pueblo alemán, esto constituye entonces un abuso del derecho de custodia [...], [de modo que] la mala influencia de los padres en la educación de los hijos [debe ser] eliminada y sofocada”.f

      Los niños salen adelante

      ¿Sufren los niños daño psicológico por asociarse con un grupo minoritario? En el caso de Karon, mencionada anteriormente, el juez especuló que el “desarrollo [de sus hijas] como ciudadanas útiles” y el que se ‘adaptaran bien a la escuela y a la comunidad’ se vería estorbado si se las criaba según la religión minoritaria de su madre. ¿Estaba en lo cierto? Consideremos la situación ahora, transcurridos ya diez años.

      Los carnés de notas escolares de las niñas, actualmente Testigos activas, hablan muy claro. El de Mónica, de once años de edad, registra notas muy altas e indica que su “Desarrollo personal/social” es “satisfactorio”. Su profesora escribió en el carné: “Mónica es un cielo y es muy confiable. Me alegro de tenerla en mi clase”. La otra hija de Karon, Shelly, de trece años de edad, recibió una distinción del presidente de Estados Unidos debido a “Sobresalientes logros académicos”. También fue elegida “Ciudadana del mes” por sus buenas “relaciones personales con el personal de la escuela y los estudiantes, y sus buenos hábitos de estudio”. ¿Suena eso a niñas inadaptadas?

      El defender las creencias personales contribuye a desarrollar determinación y un buen carácter. El juez Struckmeyer, presidente del tribunal supremo de Arizona, comentó lo siguiente tocante a otro caso de custodia en el que había implicado un Testigo: “No ignoramos que el desviarse de lo normal suele acarrear burlas y críticas [...]. La crítica es el crisol donde se somete a prueba el carácter. La conformidad ahoga el intelecto y engendra la decadencia”.g

      Efectivamente, los niños a los que desde jovencitos se les enseña a defender sus creencias mediante dar razones, aprenden a utilizar su mente. En lugar de ‘ahogar su intelecto’, esta educación es muy beneficiosa, como lo muestran los sorprendentes resultados de un estudio efectuado con 394 niños de doce años de edad. “Una cantidad desproporcionadamente grande de los niños altamente creativos eran testigos de Jehová —manifestaron los investigadores australianos—. La niña que obtuvo la puntuación total más elevada en las pruebas [de potencial creativo], y la que, de todos los niños y niñas, fue la única que se calificó dentro del 20% más destacado de cada uno de los cinco campos de aptitud, eran, en ambos casos, testigos de Jehová.” (Journal of Personality, marzo de 1973.)

      Es debido a sus creencias religiosas que los padres que son testigos de Jehová se toman en serio la necesidad de ‘amar a sus hijos’ e inculcarles elevadas normas morales. (Tito 2:4, 5.) Muchos tribunales han observado ese buen cuidado. Por ejemplo: en un caso de custodia que tuvo lugar en 1986 en Muscatine (Iowa, E.U.A.), el padre y el supuesto ‘experto’ que compareció para testificar empezaron a difamar la religión de la madre Testigo. La juez Briles se mantuvo imparcial, y dijo: “El tribunal no puede tomar partido”.

      Aunque la juez Briles concedió al padre generosos derechos de visita, la custodia se la otorgó a la madre, y comentó: “El tribunal está convencido de que estos niños serán felices si se quedan con su madre, aunque la religión de esta pueda parecer discorde a la opinión americana mayoritaria. El tribunal también está convencido de que el privar a estos niños del amor, la seguridad y la constancia de ese buen cuidado no sería lo mejor para ellos”. Esta decisión fue ratificada por el tribunal de apelaciones de Iowa (E.U.A.).h

      ¿Confunden a los niños las diferencias religiosas?

      En otra disputa sobre la custodia, la experiencia de Julie confirma lo sensata que fue la decisión supracitada. Después que sus padres se divorciaron cuando ella tenía seis años, Julie mantuvo contacto con ambos. Ahora, a la edad de veinte años, ella explica: “Creo que fue muy provechoso. Pude ver por mí misma la diferencia entre el catolicismo y los Testigos. Mi hermano y yo íbamos al Salón del Reino con mamá, pero los domingos asistíamos a la iglesia con papá, porque pasábamos los fines de semana con él”.

      Aunque estos niños estuvieron expuestos a criterios religiosos contrarios, eso ha producido en ellos pocos efectos negativos, si acaso alguno. Un estudio efectuado por el investigador canadiense James Frideres determinó lo siguiente: “Se observa poca diferencia entre los hijos de matrimonios mixtos [tocante a religión] y de matrimonios homógamos. Los datos relacionados con este punto no apoyan las investigaciones previas que daban a entender que los hijos de matrimonios mixtos serían psicológicamente más ‘inestables’”. (Jewish Social Studies, 1973.)

      Un hijo tiene el derecho de comprender los criterios religiosos de ambos padres. Luego, cuando tenga suficiente edad, podrá escoger. En el caso de Julie, el tribunal mantuvo su debida posición neutral tocante a la religión y se centró en el bien de la niña. Un tribunal hace justicia cuando permite que los hijos sean orientados por ambos padres y finalmente tomen su propia decisión tocante a cuestiones religiosas. ¡Qué bien iría que los tribunales mantuviesen esta posición!

      [Notas a pie de página]

      a Waites contra Waites, 567 S.W.2d 326 (Mo. 1978).

      b Felton contra Felton, 383 Mass. 232, 418 N.E.2d 606 (1981).

      c Stone contra Stone, 16 Wash. 2d 315, 133 P.2d 526 (1943).

      d Osier contra Osier, 410 A.2d 1027 (Me. 1980); In re Custody of Infants Bennett [Respecto a la custodia de los niños Bennett], (1952) 3 D.L.R. 699 (Ont. Ct. App.); Quiner contra Quiner, 59 Cal. Rptr. 503 (Ct. App. 1967).

      e Méndez contra Méndez, 85-2807 (Fla. Dist. Ct. App., 28 de abril de 1987).

      f Tribunal de distrito, Waldenburg (Silesia), 2 de noviembre de 1937 (VIII, 195). Sacado de “Deutsch Justiz” (Gaceta oficial de la administración jurídica alemana), 26 de noviembre de 1937.

      g Smith contra Smith, 90 Ariz. 190, 367 P.2d 230 (1961).

      h In re Deierling [Con relación a Deierling] Núm. 36651, (Scott County Dist. Ct., 12 de noviembre de 1986), ratificado, 421 N.W.2d 168 (Iowa Ct. App. 1988).

      [Fotografía en la página 8]

      En un principio, a Karon le denegaron la custodia de sus dos hijas por causa de su religión

      [Recuadro en la página 7]

      ¿Son perjudiciales las creencias de los testigos de Jehová?... La Ley se expresa

      ◼ “Esta evidencia no ofrece ninguna base para concluir que la crianza religiosa de los dos niños en la [religión] de los testigos de Jehová haya demostrado ser perjudicial para su salud física o emocional.” (Koerner contra Koerner, Núm. 002793, Conn. Superior Court, 2 de octubre de 1979.)

      ◼ “No encuentro base para decir que el estar con su padre en su ministerio del campo les perjudicará [...]. No he podido encontrar en este caso pruebas que me convenzan de que un testigo de Jehová, por practicar su religión, tienda a destruir nuestro orden social.” (Evers contra Evers, 19 F.L.R. 296, Tribunal Supremo de Nueva Gales del Sur [Australia], 1972.)

      ◼ “Privar de la custodia a la señora Ayers [...] equivaldría a decir que el estilo de vida adoptado por los que no son testigos de Jehová es preferible al de los testigos de Jehová, que los testigos de Jehová no son buenos padres. Semejante idea obviamente es absurda, y sería imponer una restricción intolerable a la libertad religiosa.” (Ayers contra Ayers, Tribunal Provincial de la Columbia Británica [Canadá], Sección de asuntos familiares, 8 de abril de 1986.)

      [Recuadro en la página 9]

      ¿Padecen privaciones los niños?

      En Quebec (Canadá), un padre afirmó que sus hijos padecían privaciones y sufrían emocionalmente debido a las creencias de su ex esposa, quien era Testigo. Pidió a los tribunales que interviniesen. Los hijos tuvieron que testificar. Fíjense en las respuestas que dio su hija de dieciséis años:

      P. —¿Qué tipo de vida llevas como Testigo?

      R. —Creo que llevo la misma vida que todos los adolescentes. No padezco ninguna privación. No me considero diferente de los demás.

      P. —¿Qué sacas de esas reuniones en el Salón del Reino?

      R. —En primer lugar, me proporcionan una meta en la vida. Sé en qué basar mi futuro según mis creencias. En segundo lugar, allí tengo muchos amigos con los que puedo asociarme.

      P. —¿Te son de ayuda para la escuela tus reuniones?

      R. —Sí, porque en nuestras reuniones pronunciamos discursos de cinco minutos delante del auditorio. Cuando hay que hacer alguna disertación oral en la escuela, muchos de los estudiantes se ponen muy nerviosos. Pero como yo ya hablo en público, es como si hubiese hecho una especie de aprendizaje.

      “¿Qué impacto produce el ejercicio de esa religión? —preguntó el juez al pronunciar su sentencia— El tribunal ha visto rasgos positivos en lugar de la evidencia que [el padre] quería presentar en sus argumentaciones.” Después de fallar a favor de la madre Testigo, el juez dijo en privado a los dos abogados: “Ya me gustaría a mí tener hijos así”.

  • Vele por los intereses de su hijo
    ¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
    • Vele por los intereses de su hijo

      SIN IMPORTAR a cuál de los padres se le otorgue la custodia, los hijos aún necesitan el cariño y la guía de ambos. Una vez pronunciada la sentencia del juez, los padres todavía tienen por delante la tarea de ayudar a sus hijos a enfrentarse a las consecuencias de dicha sentencia. Aunque verse envueltos en un proceso judicial resulta difícil para los padres, a los hijos les produce incluso una mayor tensión emocional.

      Por ejemplo: cuando Mary Ann tenía seis años de edad, los tribunales le concedieron la custodia a su padre. Pero durante los siguientes diez años, su madre luchó sin descanso por recuperar a la niña. Emocionalmente agotada después de comparecer más de cuarenta veces a juicio, Mary Ann expuso su solución. “¿Por qué no me parten por la mitad? Mi madre puede quedarse con la parte de delante y mi padre, con la de atrás.”

      Es obvio que una prolongada batalla legal no siempre es lo mejor para un niño. El director de la clínica que ayudó a Mary Ann explicó: “Los litigios interminables son costosos tanto en términos económicos como humanos”.

      Los hijos siguen vinculados a ambos padres

      Existen cónyuges divorciados, pero no existen hijos divorciados. Un juez nunca puede deshacer los lazos consanguíneos que unen a los hijos con sus padres. Para entender el dilema al que se enfrenta un hijo, imagínese cómo se sentiría usted, como padre o madre, si se le pidiese que escogiera a uno de sus hijos. ¿A cuál escogería? ¿Cuál dejaría? Semejante decisión nunca debería ponerse ni ante unos padres ni ante unos hijos. Los niños suelen querer a ambos padres, por lo que la presión de tener que decidirse por uno provoca en ellos un doloroso conflicto de lealtades.

      En un destacado libro sobre este tema, Beyond the Best Interests of the Child, los autores mostraron que tales conflictos de lealtad “pueden tener consecuencias devastadoras, pues destruyen las positivas relaciones del niño con ambos padres”. Por ejemplo: Julie, una niña que procede de un hogar roto, explicó: “Tienes a uno de los padres en casa, y le quieres mucho; pero también quieres al otro. Era tan difícil cuando papá venía a recogernos para pasar el fin de semana con él. Tenía que mirarle a él y también mirar a mamá, y sabía que él la odiaba. Temía demostrar cualquier sentimiento a ninguno de los dos”.

      Reconozca los lazos emocionales que vinculan a su hijo con ustedes dos. Para que el niño pueda desarrollar bien su personalidad, tanto el padre como la madre deben respetar y honrar mutuamente su posición en la vida de este. Trate de ver campos positivos en los que ambos puedan contribuir al bienestar del niño. No llegue a la conclusión de que todo lo que hace un ex cónyuge automáticamente está mal. Es “el deber de cada padre realzar la imagen del otro progenitor en la mente del niño, o al menos evitar cualquier crítica que pudiera deteriorarla”, explicó un tribunal de Texas (E.U.A.). Esto requiere que los padres minimicen su conflicto personal a fin de hacer lugar para las necesidades del niño.

      Procure llegar a un acuerdo

      Antes de ir a juicio, analice todas las vías de negociación y de llegar a un posible acuerdo. Los pleitos son como la guerra; dejan profundas heridas y cicatrices emocionales que quizás nunca sanen. Solo debería recurrirse a los tribunales después de que se hayan probado todas las vías de negociación y convenio razonables y estas hayan fracasado. En su Sermón del Monte, Jesucristo pronunció una máxima que resulta muy útil: “Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio”. (Mateo 5:25.)

      Nunca se sabe con certeza en qué acabará un juicio. Los jueces han comprobado que en casi todos los casos de custodia que tratan —entre el 80 y el 90%—, ambos padres se interesan por sus hijos, y a ninguno de ellos se le puede calificar de no apto para criarlos. Esto a menudo resulta en que sea imposible tomar una resolución satisfactoria. “No es raro que a veces un magistrado levante las manos al cielo consternado —explica el libro The Custody Handbook [Manual de la custodia], de Persia Woolley— y pregunte a los padres por qué [...] no zanjan el asunto entre ellos.”

      Muchos tribunales que tramitan divorcios tienen provisiones para que la pareja resuelva por sí misma la cuestión del cuidado de los hijos. No hay duda de que los padres conocen mejor las necesidades y circunstancias de los hijos, y pueden determinar qué situación permitiría que ambos siguieran ejerciendo un grado de influencia razonable en la vida de estos. Con algo de ayuda legal, muchos padres han llegado juntos a un acuerdo aceptable tocante al problema de la custodia, incluso han optado por una custodia compartida en los casos en que esta es posible. De hecho, el 90% de los casos de custodia se zanjan antes de que los padres vayan a juicio.

      Un mediador especializado puede ayudar a resolver hasta las situaciones más difíciles. Por ejemplo: una pareja enconadamente enemistada tenía planes de vivir a 5.000 kilómetros de distancia el uno del otro cuando se divorciaran. Pero ambos querían la custodia de sus dos hijos. El mediador les dijo: “Aquí tiene que haber algo de cooperación. Hubo un tiempo en que ambos se agradaban, de modo que veamos qué solución podemos encontrar para que sus hijos no pierdan por completo a uno de los dos”. Se encontró la manera de que ambos progenitores siguieran desempeñando un papel significativo en la vida de sus hijos.

      Por supuesto, la mediación es solo una de las diversas maneras de zanjar las disputas sobre la custodia de los hijos sin llegar a una batalla legal. La atención debería centrarse en resolver el presente y no en remover el pasado. La meta principal de la mediación es ayudar a que la pareja llegue a un acuerdo razonable (en el que nadie se sienta ganador ni perdedor) que resulte en el beneficio de los hijos. Aunque eso no sea una panacea en todos los casos, por lo menos es un proceso que puede ahorrar el elevado coste —tanto a nivel económico como emocional— de una batalla legal. El esforzarse sinceramente por llegar a un acuerdo puede evitar amargas disputas y permitir que los hijos mantengan su apego tanto al padre como a la madre.

      Cómo llegar a un acuerdo

      Obviamente, cuando una familia se rompe y los cónyuges se separan, ninguno de los dos puede ejercer un control exclusivo sobre el hijo. Ambos deben ser razonables y estar dispuestos a hacer concesiones. La mediación requiere negociación. La negociación significa que ni el padre ni la madre van a conseguir todo lo que desean.

      Nunca olvide que el hijo tiene el derecho de recibir la influencia de los dos padres. Por consiguiente, un padre o una madre demostraría ser muy miope si exigiese que se prohibiera la asistencia o participación de un niño en las actividades religiosas, culturales o sociales del otro progenitor cuando el niño se encuentre en su compañía. De igual manera, no sería apropiado que uno de los padres asumiera la autoridad absoluta a la hora de decidir sobre las actividades escolares y extraescolares del niño, sus compañías, forma de recreación o educación superior sin mostrar la debida consideración por la opinión del otro progenitor y por las preferencias personales del niño.

      Por ejemplo: en varias disputas sobre la custodia en las que uno de los padres es testigo de Jehová y el otro no, la pareja ha llegado a un acuerdo amigable al concordar en que el progenitor no Testigo podrá pasar bastante tiempo con los hijos durante el año, incluyendo fiestas y otras ocasiones de importancia especial para el no Testigo. Los padres han concordado en permitirse mutuamente una participación activa en las cuestiones educativas, sociales y médicas que afecten a los niños. Al fin y al cabo, ambos fueron responsables de traerlos al mundo y, por consiguiente, tienen el derecho natural de expresar su opinión tocante a su crianza.

      El padre o la madre Testigo debería animar al hijo a que respete el derecho del no Testigo a tener sus propias ideas religiosas y también a que exprese agradecimiento por las bondades y regalos que reciba de su parte. Si tanto el padre como la madre buscan lo mejor para los hijos, la moderación y la sensatez prevalecerán sobre las emociones y sentimientos heridos.

      En la mayoría de los casos, estas negociaciones son emocionalmente agotadoras. Por eso, puede ser práctico tener un representante legal u otra persona que las dirija. De ese modo se podrán eliminar muchos malentendidos sobre los detalles del acuerdo.

      El Centro para la Mediación de Divorcios de Charlotte (Carolina del Norte, E.U.A.) comparó las parejas que decidieron negociar sus casos con las que acudieron como contendientes a los tribunales. Al menos el 93% de los que negociaron dijeron sentirse satisfechos con los resultados; en contraste, de los que lucharon en los tribunales, ¡solo el 56% quedaron satisfechos con los resultados!

      Pero, ¿qué puede hacer usted si su ex cónyuge rehúsa negociar de buena fe o exige restricciones religiosas que no son negociables? Entonces puede que sea necesario prepararse para ir a juicio.

      Cuando hay que ir a juicio

      En la mayoría de los casos, es esencial tener un abogado competente especializado en casos de custodia para que todo salga bien.a Si se busca asesoramiento legal desde el mismo principio, muchas veces se pueden evitar errores costosos. Además, un abogado competente puede influir en que se llegue a un acuerdo antes del juicio. E incluso es posible que durante el juicio el cónyuge se sienta motivado a negociar un acuerdo. Sin importar cuán adelantado esté el procedimiento judicial, es mejor llegar a un acuerdo equitativo que seguir con una larga y agotadora batalla legal.

      También sirve de ayuda el conocer lo que la mayoría de los jueces busca a la hora de tomar su decisión. De acuerdo con una encuesta efectuada en el año 1982 entre 80 magistrados, los factores que encabezaban la lista eran: 1) estabilidad mental de cada uno de los padres y 2) un sentido de responsabilidad por parte de cada uno hacia el niño. A fin de ayudar a los tribunales a determinar los hechos, puede que se pida a un profesional en el campo de la salud mental que entreviste a los padres y a los hijos. Su dictamen psicológico suele influir en la decisión del tribunal.

      No hay por qué temer esas investigaciones. Aunque las creencias de un cristiano estén siendo sometidas a escrutinio, no hay razón para ponerse a la defensiva o negarse a cooperar. “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”, recomienda la Biblia. (Filipenses 4:5.)

      Recuerde que durante esas investigaciones, no es el momento de pronunciar un sermón bíblico. Es el momento de describir con todo detalle las actividades en las que usted participa con su hijo, lo que incluye la recreación, la educación seglar, el tiempo de vacaciones, lo que se ha dispuesto para que el hijo se mantenga en contacto con el otro progenitor y sus actividades sociales con amigos y parientes. Responda a las preguntas con sinceridad y claridad. Medite cuidadosamente en todo esto para que pueda explicar en términos positivos y sencillos cómo cuida del bienestar emocional y físico de su hijo.

      Los mismos principios aplican cuando se le interrogue en el juicio. Si se prepara bien, podrá describir, sin tratar de predicar o de pronunciar un sermón, las muchas maneras en que “la enseñanza saludable” de la Palabra de Dios le capacita para ser un padre o una madre responsable. (2 Timoteo 4:3.)

      Cómo afrontar la situación lo mejor posible

      Es posible que a pesar de todos sus esfuerzos, el juez dicte el fallo contra usted. A los cristianos se les insta a que “sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes” y a que “no sean belicosos, [sino] que sean razonables”. (Tito 3:1, 2.) Por consiguiente, un cristiano nunca desobedecerá las órdenes de un tribunal.

      Si no está satisfecho con la decisión del tribunal, puede repasar con un asesor legal las opciones que le quedan. Quizás desee apelar a un tribunal superior. En algunos casos, si las circunstancias cambian, después de un período de tiempo se puede pedir que se modifique la sentencia del tribunal. Pero mientras esté en vigor, tendrá que aceptarla.

      Aunque el juicio haya sido adverso, eso no significa que todo esté perdido. La vida de todos cambia, tanto la de los padres como la de los hijos. Pueden surgir circunstancias inesperadas que resulten favorables. Su paciencia puede verse altamente recompensada.

      Aun cuando el tiempo que se le permita pasar con su hijo sea limitado, si es que solo le han concedido derechos de visita, usted todavía puede ser una valiosa influencia en la vida de su hijo. Los niños que continúan manteniendo un contacto estrecho y regular con ambos padres no solo sufren menos la realidad del divorcio, sino que también es más probable que se conviertan en adultos maduros y equilibrados. De modo que esfuércese por fomentar una buena relación con su hijo.

      Mediante poner un buen ejemplo, podrá influir en los valores religiosos y morales de su hijo. “El justo anda en su integridad. Felices son sus hijos después de él.” (Proverbios 20:7.) Incluso sin palabras, usted puede hacer mucho para moldear el corazón y la mente de su hijo. Él observará su manera de tratar a otras personas, cuáles son sus metas principales en la vida y sus sentimientos para con Dios.

      Efectivamente, el velar por los intereses de su hijo requiere que sienta verdadero amor por él. El amor “no busca sus propios intereses [...] —dice la Biblia—. No lleva cuenta del daño. [...] Todas las cosas [...] las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla”. (1 Corintios 13:4-8.) Tal amor altruista puede ser muy recompensado. Una niña de once años de edad cuyos padres divorciados habían aprendido a poner los intereses de ella por encima de sus desacuerdos personales dijo: “¡Menos mal que mis padres me quieren lo suficiente como para dejar que yo les quiera a los dos!”.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir