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¿Estamos “dando coces contra los aguijones”?La Atalaya 2003 | 1 de octubre
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¿Estamos “dando coces contra los aguijones”?
EN TIEMPOS bíblicos, para hacer andar a los animales de tiro y dirigirlos se usaba un aguijón, o sea, una vara larga que solía tener una punta de metal en un extremo. ¿Qué sucedía si el animal resistía tercamente los puyazos y golpeaba el aguijón? En vez de librarse de él, solo conseguía hacerse más daño.
Jesucristo, ya resucitado, hizo mención de los aguijones cuando se apareció a Saulo, un hombre que iba a apresar a ciertos cristianos. Desde una luz cegadora, Saulo oyó la voz de Jesús, que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo? Te resulta duro seguir dando coces contra los aguijones”. Maltratar a los discípulos de Jesús equivalía, en realidad, a pelear contra Dios, un proceder que solo perjudicaría a Saulo (Hechos 26:14).
¿Podríamos nosotros involuntariamente estar “dando coces contra los aguijones”? La Biblia compara “las palabras de los sabios” a aguijones que nos mueven a avanzar en la dirección correcta (Eclesiastés 12:11). Si lo permitimos, los consejos inspirados de la Palabra de Dios nos incitarán y guiarán de la misma manera (2 Timoteo 3:16). Ahora bien, resistirnos a su estímulo no consigue sino lastimarnos.
Saulo tomó a pecho las palabras de Jesús, cambió de vida y llegó a ser el amado apóstol cristiano Pablo. Si seguimos los consejos divinos, también recibiremos bendiciones eternas (Proverbios 3:1-6).
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