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  • ¿A quiénes debe creer?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • ¿A quiénes debe creer?

      “Por supuesto, toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios.” (HEBREOS 3:4.)

      ¿ESTÁ usted de acuerdo con este razonamiento que se expone en la Biblia? En los dos mil años transcurridos desde que se redactó ese versículo, se han producido grandes avances científicos. ¿Todavía hay quien piensa que el diseño evidente en la naturaleza exige creer en un Diseñador o un Creador, en Dios?

      Sí, mucha gente así lo cree, incluso en los países industrializados. Por ejemplo, una encuesta realizada por la revista Newsweek en el año 2005 indicó que el 80% de los estadounidenses “considera que Dios creó el universo”. ¿Será que quienes opinan así tienen un bajo nivel educativo? ¿Habrá científicos que crean en Dios? Pues bien, un estudio efectuado entre biólogos, físicos y matemáticos reveló que el 40% cree no solo que Dios existe, sino que escucha y responde las oraciones, según publicó la revista científica Nature en 1997.

      Por otra parte, hay investigadores que piensan de forma totalmente distinta. El premio Nobel Herbert A. Hauptman afirmó hace poco en un congreso científico que la creencia en lo sobrenatural, y en particular en Dios, es incompatible con la verdadera ciencia. Dijo que “este tipo de creencia le hace mucho daño a la humanidad”. Hasta los científicos que creen en Dios dudan en enseñar que el diseño manifiesto en las plantas y los animales sea una prueba irrefutable de la existencia de un Diseñador. ¿Por qué? El paleobiólogo Douglas H. Erwin, del Instituto Smithsoniano, da la siguiente razón: “Uno de los fundamentos de la ciencia es que los milagros no existen”.

      Por consiguiente, cada uno de nosotros tiene ante sí dos posibilidades: dejar que los demás le digan lo que debe pensar y creer, o examinar las pruebas por sí mismo y llegar a sus propias conclusiones. En las siguientes páginas se habla sobre varios descubrimientos científicos recientes. Lo animamos a que, mientras lee la información, reflexione en si es lógico concluir que existe un Creador.

      [Comentario de la página 3]

      Examine las pruebas por sí mismo

      [Recuadro de la página 3]

      ¿SON CREACIONISTAS LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ?

      Los testigos de Jehová aceptan el relato de la creación que ofrece el libro bíblico de Génesis. Sin embargo, no puede decirse que sean creacionistas. ¿Por qué? En primer lugar, muchos creacionistas sostienen que el universo y la Tierra, con todos los seres vivos que la habitan, fueron creados en seis días de veinticuatro horas hace unos diez mil años. Pero esto no es lo que enseña la Biblia.a Los creacionistas defienden también muchas otras doctrinas que carecen de fundamento bíblico. En el caso de los testigos de Jehová, sus enseñanzas se basan exclusivamente en la Palabra de Dios.

      Además, en algunos países, el término creacionistas se asocia con los llamados grupos fundamentalistas cristianos que participan activamente en política y presionan a miembros del gobierno, jueces y educadores para que se aprueben leyes y planes de estudio acordes con las doctrinas creacionistas.

      Los testigos de Jehová, por su parte, son neutrales en cuestiones políticas. Respetan el derecho de las autoridades a promulgar leyes y velar por su cumplimiento (Romanos 13:1-7). Pero, a la vez, viven en armonía con la afirmación de Jesús de que sus discípulos “no son parte del mundo” (Juan 17:14-16). Mediante su obra evangelizadora ofrecen a la gente la oportunidad de conocer los beneficios de seguir las leyes divinas. Sin embargo, no apoyan a los grupos fundamentalistas que luchan por la aprobación de leyes civiles que obliguen a los ciudadanos a adoptar las normas bíblicas, pues tal apoyo implicaría renunciar a la neutralidad cristiana (Juan 18:36).

      [Nota]

      a Véase el artículo “El punto de vista bíblico: ¿Se contradicen el relato de Génesis y la ciencia?” (pág. 18).

  • ¿Qué nos enseña la naturaleza?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • ¿Qué nos enseña la naturaleza?

      “Pregunta, por favor, a los animales domésticos, y ellos te instruirán; también a las criaturas aladas de los cielos, y ellas te informarán. O muestra tu preocupación a la tierra, y ella te instruirá; y los peces del mar te lo declararán.” (JOB 12:7, 8.)

      DESDE hace algunos años, los científicos y los ingenieros literalmente están dejándose instruir por las plantas y los animales. Estudian e imitan las características de diseño de los seres vivos —disciplina que se conoce como biomimética— con el objetivo de crear nuevas máquinas y otros productos, y mejorar el rendimiento de los ya existentes. Cuando examine los siguientes ejemplos, pregúntese: “¿A quién debe atribuirse el mérito por los diseños?”.

      Las aletas de la ballena jorobada

      ¿Qué pueden aprender los ingenieros aeronáuticos de la ballena jorobada? Parece que mucho. Los ejemplares adultos pesan unas 30 toneladas —más o menos lo mismo que un gran camión remolque cargado—, miden alrededor de 12 metros [40 pies] y tienen el cuerpo relativamente rígido y grandes aletas semejantes a alas. Con todo, son muy ágiles. Por ejemplo, para alimentarse, la ballena jorobada se sitúa bajo un banco de crustáceos o peces y empieza a nadar hacia arriba en espiral a la vez que libera chorros de burbujas. Estas van formando una red cilíndrica —cuyo diámetro puede ser tan reducido como de metro y medio [5 pies]— que agrupa a las presas en la superficie. La ballena se lanza entonces hacia su manjar y lo engulle.

      Lo que más intrigaba a los científicos es cómo puede esta criatura de cuerpo poco flexible dar vueltas tan increíblemente estrechas. Al final descubrieron que el secreto estriba en la forma de las aletas. El borde anterior de estas no es liso, como las alas de un avión, sino dentado, con una serie de protuberancias.

      Cuando la ballena se mueve a través del agua, las protuberancias aumentan la fuerza ascensional y reducen la resistencia al avance. ¿De qué manera? La revista Natural History explica que esos abultamientos hacen que el agua fluya rápidamente por encima de la aleta con movimientos circulares organizados, aun cuando la ballena ascienda en ángulos muy pronunciados. Si el borde anterior de la aleta fuera liso, el animal sería incapaz de realizar giros tan cerrados, pues el agua se arremolinaría de forma desordenada detrás de la aleta y no se crearía fuerza ascensional.

      ¿Qué aplicaciones prácticas puede tener este descubrimiento? Si las alas de los aviones se diseñaran tomando como modelo las aletas de esta ballena, seguramente necesitarían menos alerones u otras piezas y dispositivos mecánicos que alteran el flujo del aire. Además, resultarían más seguras y se facilitaría su mantenimiento. John Long, experto en biomecánica, cree que “es muy probable que pronto veamos en todos los aviones de pasajeros las mismas protuberancias que tiene la ballena jorobada en las aletas”.

      Las alas de la gaviota

      Aunque es obvio que los ingenieros siempre han diseñado las alas de los aviones imitando las de las aves, hace poco dieron un gran paso adelante en ese campo. “Los investigadores de la Universidad de Florida han construido un prototipo de avión teledirigido que se queda suspendido en el aire, desciende en picada y se remonta rápidamente tal como lo hacen las gaviotas”, informa la revista New Scientist.

      Las gaviotas realizan sus asombrosas acrobacias aéreas doblando las alas por la articulación del codo y la del hombro. La citada revista indica que para copiar tal flexibilidad, “el prototipo, de 60 centímetros, se vale de un pequeño motor conectado a una serie de varillas metálicas que mueven las alas”. Con estas alas de ingenioso diseño, la pequeña aeronave puede permanecer suspendida en el aire y descender en picada entre edificios altos. Las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos están muy interesadas en este tipo de nave tan maniobrable, pues podría servir para buscar armas químicas y biológicas en ciudades grandes.

      Los pies del geco

      Los animales terrestres también tienen mucho que enseñarnos. Por ejemplo, hay un pequeño lagarto llamado geco que puede caminar por las paredes y los techos, habilidad que ya asombraba en tiempos bíblicos (Proverbios 30:28). ¿Cómo consigue esta criatura desafiar la gravedad?

      No es que los pies del geco segreguen alguna sustancia adhesiva. Su secreto para adherirse incluso a superficies tan lisas como el vidrio radica en unas diminutas pilosidades, llamadas sedas, que le cubren la planta de los pies. Cuando las sedas entran en contacto con un plano, actúa una fuerza que hace que las moléculas de las dos superficies se adhieran la una a la otra. Dicha fuerza intermolecular de atracción, que recibe el nombre de fuerza de Van der Waals, es muy débil. Casi siempre queda anulada por la gravedad, lo que explica por qué nosotros no podemos trepar por una pared simplemente colocando las palmas de las manos sobre ella. No obstante, las minúsculas sedas del pie del geco hacen que aumente la superficie en contacto con la pared. De esa forma, la fuerza de Van der Waals, multiplicada por los miles de sedas, crea suficiente atracción como para sostener el peso del pequeño reptil.

      ¿Tendrá alguna utilidad este descubrimiento? Un material sintético que imitara las propiedades del pie del geco podría emplearse como alternativa para el velcro, que es otra invención inspirada en la naturaleza.a Según un investigador citado por la revista The Economist, una cinta adhesiva “tipo geco” resultaría muy útil “en procedimientos médicos en los que no pueden usarse adhesivos químicos”.

      ¿A quién debe atribuirse el mérito?

      La NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, de Estados Unidos) está trabajando en la creación de un robot de ocho patas que camina como los escorpiones, y unos ingenieros finlandeses han fabricado ya un tractor con seis patas que se trepa por encima de los obstáculos como si fuera un insecto gigante. Otro grupo de investigadores ha ideado un tejido provisto de laminillas que se abren y cierran imitando las escamas de las piñas del pino. También hay una empresa automotriz que está construyendo un vehículo inspirado en el pez cofre, una criatura sorprendentemente hidrodinámica. Y otros científicos están estudiando las propiedades amortiguadoras del caparazón de la oreja de mar con el objetivo de fabricar chalecos antibalas más fuertes y ligeros.

      Son tantas las buenas ideas extraídas de la naturaleza que los científicos han creado una base de datos en la que ya se catalogan miles de mecanismos biológicos. Los investigadores pueden consultar dicho catálogo para encontrar “soluciones naturales a sus problemas de diseño”, indica The Economist. Los mecanismos que contiene la base de datos reciben el nombre de “patentes biológicas”. Por lo general, el titular de una patente es la persona o entidad que registra legalmente como propia una nueva idea o invención. The Economist puntualiza: “Al llamar a los diseños biomiméticos ‘patentes biológicas’, los científicos ponen de relieve que el verdadero titular de la patente es la naturaleza”.

      ¿De dónde sacó la naturaleza tal cantidad de ideas brillantes? Muchos investigadores creen que lo que parecen diseños ingeniosos en realidad son producto de un proceso evolutivo de ensayo y error de millones de años de duración. Otros científicos, en cambio, llegan a una conclusión distinta. El microbiólogo Michael Behe escribió en el diario The New York Times en 2005: “La clara manifestación de diseño [en la naturaleza] constituye de por sí un argumento sencillo e irrefutable. Dicho de otro modo, si un animal tiene la apariencia de un pato, y nada y grazna como un pato, a menos que se demuestre lo contrario, es lógico deducir que se trata de un pato”. ¿A qué conclusión llega este científico? “No debe descartarse la idea de que hay diseño por el simple hecho de que este sea tan obvio.”

      No cabe duda de que el ingeniero que diseña un ala de avión más segura y eficiente merece reconocimiento por su trabajo, como también lo merece el inventor de una cinta adhesiva con más aplicaciones, de un tejido más cómodo o de un vehículo de mayor rendimiento. De hecho, fabricar un producto copiando una idea ajena y sin atribuir el mérito a su autor puede constituir un delito.

      Ahora bien, hay expertos que para resolver difíciles problemas de ingeniería imitan los mecanismos de la naturaleza —aunque toscamente— y, aun así, atribuyen el diseño del mecanismo original a la evolución ciega. ¿Le parece eso lógico? Si la imitación requiere la existencia de un diseñador inteligente, ¿qué puede decirse del original? ¿Quién merece más reconocimiento: el maestro, o el aprendiz que imita sus técnicas?

      La conclusión lógica

      Tras reflexionar en las pruebas de diseño presentes en la naturaleza, muchas personas comparten el sentir del salmista que escribió: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones” (Salmo 104:24). Pablo, otro escritor bíblico, llegó a una conclusión parecida: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad” (Romanos 1:20).

      No obstante, numerosos creyentes sinceros que respetan la Biblia sostienen que Dios utilizó la evolución para crear las maravillas de la naturaleza. ¿Es eso lo que enseña la Biblia?

      [Nota]

      a El velcro es un sistema de cierre basado en el diseño de los cadillos o abrojos, que están cubiertos de espinas ganchudas.

      [Comentario de la página 5]

      ¿De dónde sacó la naturaleza tantas buenas ideas?

      [Comentario de la página 6]

      ¿Quién posee la patente de la naturaleza?

      [Ilustraciones y recuadro de la página 7]

      Si la imitación requiere la existencia de un diseñador inteligente, ¿qué puede decirse del original?

      Esta aeronave es muy maniobrable porque imita las alas de la gaviota

      Los científicos intentan copiar las propiedades de los pies del geco. Estos nunca se ensucian ni dejan rastro, se adhieren sin esfuerzo a cualquier superficie excepto el teflón y se despegan con la misma facilidad

      El diseño sorprendentemente hidrodinámico del pez cofre ha inspirado un modelo de vehículo

      [Reconocimientos]

      Aeronave: Kristen Bartlett/ University of Florida; pie de geco: Breck P. Kent; pez cofre y vehículo: Mercedes-Benz USA

      [Ilustraciones y recuadro de la página 8]

      SE ORIENTAN POR INSTINTO

      El agudo sentido de orientación de muchas criaturas demuestra que son “instintivamente sabias” (Proverbios 30:24, 25). Veamos dos ejemplos.

      ◼ El tránsito ordenado de las hormigas ¿Cómo encuentran las hormigas el camino de regreso al nido cuando salen a buscar comida? Un grupo de investigadores británicos descubrió que algunas especies, además de dejar un rastro oloroso, se valen de principios geométricos para trazar senderos que las ayuden a volver a casa. Por ejemplo, en el caso de las hormigas faraón, “las rutas que parten de la colonia se bifurcan en un ángulo de entre 50 y 60°”, señala un artículo de la revista New Scientist. ¿Qué tiene esto de particular? Cuando la hormiga que regresa al nido llega a una bifurcación, toma por instinto el camino que la obliga a desviarse menos, lo cual inevitablemente la conduce al hormiguero. El mismo artículo dice que “el ángulo en que se bifurcan los senderos les facilita a las hormigas el tránsito por la red de caminos —sobre todo cuando circulan en dos direcciones— y evita que desperdicien energía al equivocarse de camino”.

      ◼ La brújula interna de las aves Muchas aves migratorias llegan a su destino con una precisión impecable tras recorrer largas distancias y bajo todo tipo de condiciones climáticas. ¿Cómo lo logran? Los científicos han descubierto que esas criaturas perciben el campo magnético de la Tierra. Pero, como indica la revista Science, “las líneas del campo magnético varían de un lugar a otro y no siempre señalan el verdadero norte”. ¿Qué impide que las aves migratorias se desvíen de su rumbo? Al parecer, ajustan a diario su brújula interna de acuerdo con el punto por donde se pone el Sol. Pero como dicho punto cambia según la latitud y la estación del año, los investigadores creen que seguramente las aves compensan tales cambios con un “reloj biológico que les indica el momento del año en que se hallan”, añade la revista.

      ¿Quién proporcionó a la hormiga sus conocimientos de geometría? ¿Quién dotó a las aves de una brújula interna y un reloj biológico, así como de un cerebro capaz de interpretar los datos procedentes de tales instrumentos? ¿La evolución ciega? ¿O un Creador inteligente?

      [Reconocimiento]

      © E.J.H. Robinson 2004

  • ¿Creó Dios la vida mediante la evolución?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • ¿Creó Dios la vida mediante la evolución?

      “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.” (REVELACIÓN [APOCALIPSIS] 4:11.)

      POCO después de que Charles Darwin popularizara la teoría de la evolución, muchas confesiones consideradas cristianas empezaron a buscar la manera de compatibilizar la creencia en Dios con la teoría de la evolución.

      En la actualidad, la mayoría de las principales religiones de la cristiandad parecen dispuestas a aceptar que de algún modo Dios utilizó la evolución para crear la vida. Hay quienes enseñan que Dios programó el universo de tal forma que a partir de la materia inerte evolucionaran inevitablemente distintas formas de vida y con el tiempo surgiera la humanidad. Los partidarios de esta doctrina, conocida como evolución teísta, no creen que Dios haya intervenido en el proceso una vez iniciado. Otros piensan que Dios permitió que la evolución produjera la mayor parte de las familias vegetales y animales, pero que de vez en cuando sí intervino en el proceso.

      ¿Son compatibles ambas enseñanzas?

      ¿Es la teoría de la evolución compatible con las doctrinas de la Biblia? Si la teoría evolucionista fuera cierta, el relato bíblico de la creación del primer hombre, Adán, sería como mucho una narración con moraleja, pero jamás un suceso histórico (Génesis 1:26, 27; 2:18-24). ¿Pensaba eso Jesús de tal relato bíblico? Veamos lo que mencionó en una ocasión: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mateo 19:4-6).

      Jesús estaba citando del capítulo 2 de Génesis. Si él hubiera pensado que ese relato del primer enlace matrimonial era ficticio, ¿lo habría utilizado para defender la santidad del matrimonio? Claro que no. Hizo referencia a él porque sabía que era verídico (Juan 17:17).

      Los discípulos de Jesús también aceptaban la explicación que da Génesis. Por ejemplo, Lucas detalla en su Evangelio la genealogía de Jesús remontándose hasta Adán (Lucas 3:23-38). Si Adán no hubiera existido realmente, ¿a partir de qué punto los personajes de dicha genealogía ya no serían reales, sino ficticios? Si el origen del árbol familiar de Jesús fuera mitológico, ¿qué base habría tenido la afirmación de Jesús de que él era el Mesías, el descendiente de David? (Mateo 1:1.) Lucas dijo que había “investigado todas las cosas desde el comienzo con exactitud”. Es obvio que estaba convencido de que el relato bíblico de la creación era cierto (Lucas 1:3).

      En el caso del apóstol Pablo, su fe en Jesús estaba muy ligada a su confianza en el relato de Génesis. De ahí que él escribiera: “Dado que la muerte es mediante un hombre, la resurrección de los muertos también es mediante un hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21, 22). Si Adán no hubiera sido realmente el antepasado de toda la humanidad y el culpable de que “el pecado entr[ara] en el mundo, y la muerte mediante el pecado”, ¿habría tenido que morir Jesús para anular los efectos del pecado? (Romanos 5:12; 6:23.)

      Socavar la fe en el relato de la creación que aparece en Génesis equivale a socavar los cimientos del cristianismo. La teoría de la evolución y las enseñanzas de Cristo son incompatibles. Siempre que se intenta compatibilizar ambas doctrinas, el resultado es una fe débil que puede fácilmente ser “aventad[a] como por olas y llevad[a] de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (Efesios 4:14).

      Fe basada en un fundamento sólido

      La Biblia ha sido durante siglos blanco de ataques y críticas. Sin embargo, vez tras vez ha quedado vindicada. Por ejemplo, en múltiples casos se ha visto que cuando hace referencia a asuntos históricos, médicos y científicos, es exacta. Además, sus consejos en el campo de las relaciones humanas son confiables y nunca pierden validez. Las filosofías y teorías del hombre, al igual que la hierba, brotan y con el tiempo se marchitan, pero la Palabra de Dios “durará hasta tiempo indefinido” (Isaías 40:8).

      El evolucionismo no es solo una teoría científica, sino también una filosofía que ha florecido por décadas. Ahora bien, en los últimos años, la propia doctrina darwinista tradicional ha evolucionado —de hecho, ha mutado— a raíz de los intentos de sus defensores por refutar lo que para muchos constituyen pruebas cada vez más claras de diseño en la naturaleza. Lo invitamos a examinar este tema más a fondo en los siguientes artículos de esta revista. También puede leer las publicaciones que se recomiendan abajo y en la página 32.

      Si investiga esta cuestión, es probable que aumente su confianza en lo que la Biblia dice sobre el pasado y, más importante aún, que se fortalezca su fe en lo que promete para el futuro (Hebreos 11:1). Además, posiblemente se sienta impulsado a alabar a Jehová, “el Hacedor del cielo y de la tierra” (Salmo 146:6).

      LECTURAS RECOMENDADAS

      Un libro para todo el mundo Este folleto analiza pruebas de la autenticidad de la Biblia

      ¿Existe un Creador que se interese por nosotros? En este libro hallará más pruebas científicas de la creación y verá por qué Dios permite que suframos tanto, si es que de verdad se interesa por nosotros

      ¿Qué enseña realmente la Biblia? El capítulo 3 de este libro explica qué propósito tiene Dios para la Tierra

      [Comentario de la página 10]

      Jesús creía en el relato bíblico de la creación. ¿Acaso estaba equivocado?

      [Recuadro de la página 9]

      ¿QUÉ SE ENTIENDE POR EVOLUCIÓN?

      Se ha definido evolución como “cambio o transformación gradual”. No obstante, el término tiene varios significados. Puede aludir a los grandes cambios que se producen en la materia inanimada, como en el caso del desarrollo del universo. También puede hacer referencia a los cambios pequeños que experimentan los seres animados, es decir, al modo en que las plantas y los animales se adaptan a su entorno. Pero normalmente alude a la teoría de que la vida apareció al surgir de la materia inerte células con capacidad de reproducirse, y de que estas poco a poco se transformaron en seres cada vez más complejos, siendo el hombre el más inteligente. En estos artículos utilizamos la palabra evolución en este último sentido.

      [Reconocimiento de la página 10]

      Foto del espacio: J. Hester y P. Scowen (AZ State Univ.), NASA

  • Entrevista a un bioquímico
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • Entrevista a un bioquímico

      EN 1996, Michael J. Behe —actualmente catedrático de Bioquímica en la Universidad de Lehigh (Pensilvania, EE.UU.)— publicó su libro La caja negra de Darwin. El reto de la bioquímica a la evolución. El número del 8 de mayo de 1997 de ¡Despertad! hizo referencia a dicho libro en un reportaje titulado “Nuestra existencia, ¿fruto de la casualidad, o del diseño?”. En la década transcurrida desde la publicación de La caja negra de Darwin, los científicos evolucionistas han hecho todo lo posible por rebatir los argumentos de Behe. Lo han acusado de permitir que sus convicciones religiosas —el profesor Behe es católico— primen sobre su criterio científico. Otros afirman que sus argumentos carecen de rigor. ¡Despertad! lo entrevistó para averiguar por qué sus conclusiones han creado tanta polémica.

      ¡DESPERTAD!: ¿POR QUÉ CREE QUE LOS SERES VIVOS SON UNA PRUEBA DE DISEÑO INTELIGENTE?

      PROFESOR BEHE: Siempre que vemos sistemas complejos que cumplen determinadas funciones, deducimos que hay diseño. Tomemos por caso las máquinas que usamos a diario: la cortadora de césped, el automóvil o incluso otras más simples. Un ejemplo que a mí me gusta citar es el de la ratonera. Concluimos que ha sido diseñada porque vemos que sus distintos componentes están colocados de tal forma que desempeñen la función de atrapar ratones.

      Los últimos avances científicos han revelado cómo funciona la vida en su nivel básico, el molecular. Y para nuestra sorpresa, se ha descubierto la existencia de complejos mecanismos en dicho nivel. Por ejemplo, la célula contiene pequeños “camiones” moleculares que transportan suministros por su interior. También contiene diminutas “señales de tránsito” que les indican a esos “camiones” si deben girar a la izquierda o a la derecha. Algunas células están provistas de un “motor fuera de borda” que las propulsa a través de un medio líquido. En cualquier otro contexto, cuando se observan mecanismos tan complejos, se llega a la conclusión de que han sido diseñados. No hay ninguna otra explicación para tal complejidad, pese a las afirmaciones de los evolucionistas darwinianos. Como la experiencia siempre nos ha demostrado que ese tipo de estructuras revelan diseño, tenemos buenas razones para pensar que los sistemas moleculares también son producto del diseño inteligente.

      ¡DESPERTAD!: EN SU OPINIÓN, ¿POR QUÉ NO ACEPTA LA MAYORÍA DE SUS COLEGAS SUS CONCLUSIONES SOBRE EL DISEÑO INTELIGENTE?

      PROFESOR BEHE: Muchos científicos no están de acuerdo con mis conclusiones porque ven que el concepto de diseño inteligente tiene implicaciones al margen de la ciencia, es decir, que evoca claramente lo sobrenatural, y eso los pone nerviosos. No obstante, a mí me enseñaron que es deber de la ciencia aceptar cualquier conclusión a la que lleven las pruebas. En mi opinión, demuestran muy poco valor quienes rechazan algo a lo que apuntan todas las pruebas por el simple hecho de que las implicaciones filosóficas les resultan incómodas.

      ¡DESPERTAD!: ¿CÓMO RESPONDE USTED A LA AFIRMACIÓN DE QUE EL CONCEPTO DE DISEÑO INTELIGENTE FOMENTA LA IGNORANCIA?

      PROFESOR BEHE: La conclusión de que hay diseño no nace de la ignorancia. No es consecuencia de lo que no sabemos, sino de lo que sí sabemos. Cuando Darwin publicó su libro El origen de las especies hace ciento cincuenta años, el funcionamiento de la vida parecía muy sencillo. Los científicos pensaban que la célula era tan simple que podía haber surgido del fango marino de manera espontánea. Pero desde entonces se ha descubierto que es sumamente compleja, mucho más que la maquinaria de nuestro siglo XXI. Tal complejidad funcional es prueba de diseño intencionado.

      ¡DESPERTAD!: ¿HAY PRUEBAS CIENTÍFICAS DE QUE LA EVOLUCIÓN GENERÓ MEDIANTE SELECCIÓN NATURAL LOS COMPLEJOS MECANISMOS MOLECULARES DE LOS QUE USTED HABLA?

      PROFESOR BEHE: Al examinar la literatura científica descubrimos que nadie ha hecho un intento serio de explicar cómo surgieron mediante los procesos darwinianos tales mecanismos moleculares. No encontramos ningún experimento ni modelo científico detallado. Y eso que en los diez años transcurridos desde la publicación de mi libro, muchas organizaciones científicas —como la Academia Nacional de Ciencias y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia— han apremiado a sus miembros para que hagan todo lo posible por refutar la idea de que los seres vivos dan prueba de diseño inteligente.

      ¡DESPERTAD!: ¿CÓMO RESPONDE A QUIENES ALUDEN A LAS CARACTERÍSTICAS SUPUESTAMENTE IMPERFECTAS DE PLANTAS Y ANIMALES PARA PROBAR QUE NO HAY DISEÑO?

      PROFESOR BEHE: El hecho de que desconozcamos por qué un organismo posee cierta característica no significa que esta no cumpla una función importante. Por ejemplo, antes se creía que los llamados órganos vestigiales demostraban que el cuerpo humano y otros organismos no habían sido diseñados. Ese era el caso del apéndice y las amígdalas, que se extirpaban sistemáticamente por ser considerados órganos vestigiales. Pero ya no se cree que lo sean, pues se descubrió que desempeñan una función en el sistema inmunológico.

      Otro asunto que hay que tener en cuenta es que en biología las cosas a veces suceden por azar. Para ilustrarlo: si mi automóvil tiene una abolladura o un neumático desinflado, no deduzco por ello que no ha sido diseñado. De igual modo, el hecho de que en el campo de la biología algunas cosas sucedan por azar no significa que los complejos mecanismos moleculares de la vida hayan surgido por casualidad. Tal argumento no tiene ninguna lógica.

      [Comentario de la página 12]

      “En mi opinión, demuestran muy poco valor quienes rechazan algo a lo que apuntan todas las pruebas por el simple hecho de que las implicaciones filosóficas les resultan incómodas”

  • ¿Es la evolución una realidad?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • ¿Es la evolución una realidad?

      “LA EVOLUCIÓN es una realidad tan innegable como el calor del Sol”, afirma el profesor Richard Dawkins, destacado científico evolucionista. Pues bien, que el Sol emite calor puede demostrarse tanto por observación directa como por experimentos. Pero ¿sucede lo mismo con la teoría de la evolución? ¿Puede confirmarse por observación directa y por experimentos que sea una realidad indiscutible?

      Antes de responder esa pregunta, conviene hacer una aclaración. Muchos científicos han visto que los seres vivos van experimentando cambios ligeros en las sucesivas generaciones. Charles Darwin llamó a ese proceso “la descendencia con modificaciones”. Tales cambios se han confirmado por pruebas experimentales y observación directa y se han utilizado ingeniosamente en la reproducción de animales y plantas.a Puede decirse que son una realidad. Ahora bien, los científicos los engloban bajo el término microevolución, dando así a entender que es cierto lo que muchos de ellos afirman, a saber, que los cambios mínimos antes mencionados demuestran la existencia de otro fenómeno completamente diferente —y que no se ha observado—, al que llaman macroevolución.

      Darwin fue mucho más allá de los pequeños cambios observables. En su famoso libro El origen de las especies escribió: “Considero todos los seres no como creaciones especiales, sino como los descendientes directos de un corto número de seres”. Según él, este “corto número de seres” (las llamadas formas de vida sencillas) evolucionaron lentamente mediante “modificaciones ligerísimas” a lo largo de períodos de tiempo muy extensos, dando lugar a los millones de distintas formas de vida que existen en la Tierra. Los evolucionistas afirman que tales cambios pequeños se fueron acumulando hasta producir los grandes cambios necesarios para convertir peces en anfibios y simios en hombres. Es a esos supuestos cambios grandes a lo que llaman macroevolución. A muchos les parece lógica esta teoría. Su razonamiento es: si dentro de una especie ocurren modificaciones pequeñas, ¿por qué no puede la evolución producir cambios mayores a lo largo de períodos extensos de tiempo?b

      La teoría de la macroevolución se basa en tres hipótesis principales:

      1. Las mutaciones son el origen de las nuevas especies.c

      2. La selección natural contribuye a la formación de nuevas especies.

      3. El registro fósil demuestra que hubo cambios macroevolutivos en plantas y animales.

      ¿Hay pruebas contundentes de que la macroevolución sea un hecho?

      ¿Pueden las mutaciones producir nuevas especies?

      Muchas características de las plantas y los animales vienen determinadas por las instrucciones del código genético, los “planos” contenidos en el núcleo de cada célula.d Se ha descubierto que las mutaciones (modificaciones aleatorias) del código genético pueden causar alteraciones en la descendencia de plantas y animales. En 1946, el premio Nobel Hermann J. Muller, pionero en el estudio de las mutaciones genéticas, aseguró: “Esta acumulación de cambios poco comunes y casi siempre mínimos es el principal método de mejora artificial de plantas y animales. Pero, más importante aún, es lo que ha dado lugar a la evolución bajo la guía de la selección natural”.

      En realidad, la teoría de la macroevolución parte de la premisa categórica de que las mutaciones pueden producir no solo nuevas especies, sino también familias totalmente nuevas de plantas y animales. ¿Hay forma de demostrar si tal premisa es cierta? Veamos lo que ha revelado la genética tras cien años de investigaciones.

      A finales de la década de 1930, los científicos acogieron con entusiasmo la idea de que si la selección natural producía nuevas especies de plantas a partir de mutaciones aleatorias, el hombre también debía ser capaz de producir nuevas especies, y con mayor eficacia, mediante la selección artificial de mutaciones. “Entre los biólogos en general, y los que se dedican a la genética y a la reproducción de plantas y animales en particular, se desató la euforia”, dijo a ¡Despertad! Wolf-Ekkehard Lönnig, científico del Instituto Max Planck para la Investigación de la Reproducción Vegetal, en Alemania. ¿A qué se debía la euforia? Lönnig, quien lleva veintiocho años estudiando las mutaciones genéticas en las plantas, explicó: “Pensaron que había llegado la hora de cambiar radicalmente el método tradicional de reproducir plantas y animales. Creyeron que provocando y seleccionando mutaciones beneficiosas, obtendrían nuevas y mejores variedades”.e

      Gracias a generosos aportes económicos, científicos estadounidenses, asiáticos y europeos pusieron en marcha programas de investigación en los que emplearon métodos que prometían acelerar la evolución. Después de más de cuarenta años de intensa labor, ¿qué resultados hubo? “Pese a la gran cantidad de dinero invertido —señaló el investigador Peter von Sengbusch—, fracasó la mayoría de los intentos de conseguir mediante irradiación variedades de rendimiento cada vez mayor.” Lönnig dijo: “En los años ochenta se desvanecieron las esperanzas y la euforia de los científicos, y en los países occidentales se dejó de investigar la reproducción mediante mutaciones como especialidad aparte. Casi todas las variedades mutantes presentaban ‘valores de selección negativos’, es decir, morían o eran más débiles que las variedades silvestres”.f

      Aun así, tras investigar por cien años las mutaciones en general y por setenta años la reproducción mediante mutaciones en particular, los científicos cuentan con suficientes datos para sacar conclusiones sobre la posibilidad de que las mutaciones den lugar a nuevas especies. Después de examinar las pruebas, Lönnig aseguró: “Las mutaciones no pueden transformar una especie original [de planta o animal] en otra totalmente nueva. Esta afirmación concuerda con los resultados de todos los experimentos y estudios realizados en el campo de las mutaciones durante el siglo XX, así como con las leyes de la probabilidad. Por lo tanto, de la ley de la variación recurrente se deduce que las especies bien definidas genéticamente tienen límites claros que las mutaciones accidentales no pueden eliminar ni traspasar”.

      Analicemos las implicaciones de lo anterior. Si científicos muy preparados no logran producir nuevas especies provocando y seleccionando mutaciones beneficiosas, ¿qué probabilidades hay de que lo consiga un proceso ciego y carente de inteligencia? Si las investigaciones demuestran que las mutaciones no pueden transformar una especie original en otra totalmente distinta, ¿cómo es posible que tuviera lugar la macroevolución?

      ¿Contribuye la selección natural a la formación de nuevas especies?

      Darwin creía que lo que él llamaba selección natural favorecía a las formas de vida más adecuadas para el entorno y que las menos adecuadas acababan desapareciendo. Según los evolucionistas modernos, cuando las especies se esparcían y se aislaban, la selección natural escogía aquellas cuyas mutaciones genéticas las hacían más aptas para su nuevo entorno. El resultado, dicen ellos, fue que los grupos aislados se convirtieron a la larga en especies totalmente nuevas.

      Como se ha mencionado antes, los resultados de las investigaciones son concluyentes: las mutaciones no producen nuevos tipos de plantas y animales. Entonces, ¿en qué se basan los evolucionistas para afirmar que la selección natural genera nuevas especies a partir de mutaciones beneficiosas? Un folleto editado en 1999 por la Academia Nacional de Ciencias, de Estados Unidos, dice: “Un ejemplo muy claro de especiación [formación de una nueva especie] es el de las trece especies de pinzones estudiados por Darwin en las islas Galápagos, ahora conocidos como pinzones de Darwin”.

      En la década de 1970, un grupo de investigadores dirigidos por Peter y Rosemary Grant se pusieron a estudiar estos pinzones y descubrieron que tras un año de sequía, los de pico algo más grande sobrevivieron con mayor facilidad que los de pico más pequeño. Puesto que el tamaño y la forma del pico son dos de las principales características que distinguen a las trece especies de pinzones, tales hallazgos se consideraron importantes. El mencionado folleto señala: “Los Grant han calculado que si, por término medio, se produce una sequía en las islas cada diez años, al cabo de solo doscientos años podría surgir una nueva especie de pinzón”.

      No obstante, este folleto de la Academia Nacional de Ciencias omite algunos datos significativos que le resultan incómodos. En los años posteriores a la sequía, en la población de pinzones volvieron a predominar los de pico más pequeño. En 1987, Peter Grant y el estudiante de posgrado Lisle Gibbs escribieron en la revista científica Nature que habían comprobado que en esos años “la selección operó en dirección inversa”. Grant publicó en 1991 que “la población, sujeta a la selección natural, oscila en un sentido y en otro” con cada cambio climático. Los investigadores también observaron que algunas de las distintas “especies” de pinzón se cruzaban y tenían descendientes que sobrevivían con mayor facilidad que sus progenitores. Peter y Rosemary Grant llegaron a la conclusión de que si las “especies” seguían cruzándose, después de doscientos años podría darse el caso de que dos se fusionaran en una.

      En 1966, el biólogo evolucionista George Christopher Williams escribió: “Es lamentable que la teoría de la selección natural surgiera como explicación del cambio evolutivo. Resulta mucho más útil para explicar la continuidad de la adaptación”. El teórico de la evolución Jeffrey Schwartz aseguró en 1999 que si las conclusiones de Williams son correctas, la selección natural quizás esté ayudando a las especies a adaptarse a las vicisitudes de su existencia, pero “en ningún caso crea nada nuevo”.

      Lo cierto es que los pinzones de Darwin no se han transformado en “nada nuevo”. Siguen siendo pinzones. Y el hecho de que se puedan cruzar pone en entredicho los criterios que siguen algunos evolucionistas para definir las especies. Todo eso, además, revela que hasta las más prestigiosas academias científicas son parciales a la hora de presentar las pruebas.

      ¿Demuestra el registro fósil que hubo cambios macroevolutivos?

      El folleto antes mencionado deja al lector con la impresión de que los fósiles hasta ahora descubiertos demuestran sobradamente la macroevolución. Dice así: “Se han hallado tantas formas intermedias entre peces y anfibios, entre anfibios y reptiles, entre reptiles y mamíferos, y dentro de la cadena evolutiva de los primates, que en muchos casos es difícil precisar cuándo se produce la transición de una especie a otra”.

      Esta afirmación tan categórica resulta sorprendente. ¿Por qué? En el año 2004, la revista National Geographic en Español dijo que el registro fósil “es como una película sobre la evolución de la cual se han perdido 999 de cada mil cuadros [fotogramas] en el cuarto de edición”. ¿Puede decirse que los “cuadros” que no se han perdido aportan pruebas del proceso de la macroevolución? ¿Qué demuestra realmente el registro fósil? Niles Eldredge, evolucionista acérrimo, admite que dicho registro revela la existencia de períodos largos de tiempo durante los cuales “se acumularon pocos cambios evolutivos, si acaso alguno, en la mayor parte de las especies”.

      Hasta la fecha se han desenterrado y catalogado 200 millones de fósiles grandes y una infinidad de microfósiles. Muchos científicos concuerdan en que este vasto y detallado registro demuestra que todos los grupos principales de animales aparecieron de repente y se mantuvieron casi inalterados, y que numerosas especies desaparecieron de forma igual de súbita. Tras repasar las pruebas del registro fósil, el biólogo Jonathan Wells escribe: “Es obvio que en el nivel de los reinos, los filos y las clases, la descendencia con modificaciones a partir de antepasados comunes no es un hecho comprobado. A juzgar por las pruebas del registro fósil y de los sistemas moleculares, ni siquiera es una teoría bien fundamentada”.

      La evolución: ¿mito o realidad?

      ¿Por qué insisten muchos evolucionistas destacados en que la macroevolución es una realidad? Tras criticar algunos argumentos del profesor Dawkins —citado al inicio de este artículo—, el influyente evolucionista Richard Lewontin explica así por qué tantos hombres de ciencia no dudan en aceptar teorías contrarias al sentido común: “Tenemos un compromiso previo, un compromiso con el materialismo”.g Una gran cantidad de científicos se niegan a considerar siquiera la posibilidad de que haya un Diseñador inteligente. Como dice Lewontin, “no podemos aceptar la más mínima alusión a lo divino”.

      La revista Scientific American recoge el siguiente comentario del sociólogo Rodney Stark al respecto: “Desde hace doscientos años se viene fomentando la idea de que para dedicarse a la ciencia, uno tiene que mantenerse libre de las ataduras de la religión”. Stark también señala que en las universidades donde se realizan labores de investigación, “la gente religiosa no se atreve a abrir la boca”, y “la antirreligiosa la discrimina”. Según él, “en las escalas superiores [de la comunidad científica] se recompensa a quienes son antirreligiosos”.

      Para aceptar como válida la teoría de la macroevolución, hay que creer que los científicos agnósticos o ateos no dejan que sus convicciones personales influyan en sus interpretaciones de los hallazgos científicos. Hay que creer que las mutaciones y la selección natural dieron lugar a todas las complejas formas de vida existentes, aunque después de estudiar por cien años una infinidad de mutaciones se haya demostrado que estas no han convertido ni una sola especie bien definida en otra totalmente nueva. Hay que creer también que todos los seres vivos evolucionaron de forma gradual a partir de un antepasado común, si bien el registro fósil demuestra claramente que los principales tipos de plantas y animales aparecieron de súbito y no se transformaron en otros tipos, sin importar que hubieran transcurrido períodos larguísimos de tiempo. ¿Le parece, entonces, que la teoría de la evolución se basa en hechos, o que es un mito?

      [Notas]

      a Los criadores de perros cruzan sus animales con el objetivo de obtener a la larga descendientes con las patas más cortas o el pelo más largo que sus antecesores. No obstante, las modificaciones resultantes por lo general se deben al mal funcionamiento de determinados genes. Por ejemplo, el tamaño reducido del teckel, o perro salchicha, es consecuencia de un defecto en el desarrollo del cartílago, lo que produce enanismo.

      b Aunque la palabra especie aparece con frecuencia en este artículo, cabe mencionar que el libro bíblico de Génesis no utiliza “especie”, sino “género”, término de significado mucho más amplio. En numerosos casos, lo que para los científicos constituye evolución de una nueva especie es tan solo una variación dentro del “género” bíblico.

      c Véase el recuadro “¿Cómo se clasifican los seres vivos?”.

      d Se ha demostrado que el citoplasma, las membranas y otros elementos de la célula también determinan hasta cierto punto las características de los seres vivos.

      e Sus comentarios no representan necesariamente la opinión del Instituto Max Planck.

      f Todos los experimentos sobre mutaciones demostraron que cada vez se obtenían menos mutantes nuevos y que siempre reaparecía el mismo tipo de mutantes. Lönnig dedujo de este fenómeno la “ley de la variación recurrente”. Por otra parte, menos del 1% de las mutaciones de plantas fueron elegidas para realizar más experimentos, y de estas, menos del 1% resultaron aptas para uso comercial. Al aplicar el método de la reproducción mediante mutaciones a los animales, los resultados fueron aún peores, por lo que el método se abandonó por completo.

      g El materialismo, en este sentido, se refiere a la teoría filosófica según la cual la materia física es la realidad única o fundamental, lo que implica que el universo entero, con todas sus formas de vida, llegó a existir sin ningún tipo de intervención sobrenatural.

      [Comentario de la página 15]

      “Las mutaciones no pueden transformar una especie original [de planta o animal] en otra totalmente nueva”

      [Comentario de la página 16]

      Si algo demuestran los pinzones de Darwin, es que las especies se adaptan a los cambios climáticos

      [Comentario de la página 17]

      Según revela el registro fósil, todos los grupos principales de animales aparecieron de repente y se mantuvieron casi inalterados

      [Recuadro de la página 14]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      ¿CÓMO SE CLASIFICAN LOS SERES VIVOS?

      La clasificación de los organismos forma una jerarquía que va desde el nivel más básico, el de la especie, hasta el más amplio, el del reino.h Comparemos, por ejemplo, la clasificación del ser humano con la de la mosca del vinagre.

      SER HUMANO MOSCA DEL VINAGRE

      Especie sapiens melanogaster

      Género Homo Drosophila

      Familia Homínidos Drosofílidos

      Orden Primates Dípteros

      Clase Mamíferos Insectos

      Filo Cordados Artrópodos

      Reino Animal Animal

      [Nota]

      h Nota: Génesis dice que las plantas y los animales se reproducirían “según su género” (Génesis 1:12, 21, 24, 25). El término género no tiene en este caso el sentido que se le da en lenguaje científico. Además, no debe confundirse con la clasificación biológica de especie.

      [Reconocimiento]

      La tabla está basada en el libro Icons of Evolution—Science or Myth? Why Much of What We Teach About Evolution Is Wrong, de Jonathan Wells

      [Ilustraciones de la página 15]

      El ejemplar mutante de mosca del vinagre (arriba), aunque deforme, sigue siendo una mosca del vinagre

      [Reconocimiento]

      © Dr. Jeremy Burgess/Photo Researchers, Inc.

      [Ilustraciones de la página 15]

      Todos los experimentos sobre mutaciones en plantas demostraron que cada vez se obtenían menos mutantes nuevos y que continuamente reaparecía el mismo tipo de mutantes (El ejemplar mutante es el de las flores más grandes)

      [Reconocimiento de la página 13]

      De una fotografía de Mrs. J. M. Cameron/U.S. National Archives photo

      [Reconocimiento de la página 16]

      Cabezas de pinzones: © Dr. Jeremy Burgess/Photo Researchers, Inc.

      [Reconocimientos de la página 17]

      Dinosaurio: © Pat Canova/Index Stock Imagery; fósiles: GOH CHAI HIN/AFP/Getty Images

  • Por qué creemos que hay un Creador
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • Por qué creemos que hay un Creador

      Muchos expertos en varios campos de la ciencia perciben que hay diseño inteligente en la naturaleza y consideran ilógico pensar que la gran complejidad de la vida en la Tierra sea producto del azar. Por eso concluyen que hay un Creador.

      Algunos de estos científicos se han hecho testigos de Jehová. Todos ellos están convencidos de que el Dios de la Biblia diseñó y construyó el universo material. ¿Por qué piensan así? A continuación se exponen los interesantes comentarios que varios hicieron a ¡Despertad!a

      Las “indescifrables complejidades de la vida”

      ◼ WOLF-EKKEHARD LÖNNIG

      Realiza investigaciones científicas con mutaciones genéticas en plantas desde hace veintiocho años, los últimos veintiuno en el Instituto Max Planck para la Investigación de la Reproducción Vegetal, situado en Colonia (Alemania). Además, lleva tres décadas sirviendo de superintendente cristiano en una congregación de los testigos de Jehová.

      Mi experiencia en el terreno de la genética y mis estudios de materias relacionadas con la biología, como la fisiología y la morfología, han hecho que me percate de las enormes y a menudo indescifrables complejidades de la vida. Al analizar estos temas se ha fortalecido mi convicción de que todas las formas de vida, aun las más básicas, tienen un origen inteligente.

      La comunidad científica es muy consciente de la complejidad de los seres vivos. Pero los fascinantes datos que prueban dicha complejidad suelen presentarse en un contexto claramente evolutivo. Sin embargo, yo opino que los argumentos en contra del relato bíblico de la creación se desmoronan al someterlos al escrutinio científico. Y llevo décadas examinando tales argumentos. Después de estudiar con tanto detenimiento los seres vivos y comprobar que las leyes del universo generan las condiciones idóneas para que haya vida en la Tierra, me veo obligado a aceptar la existencia de un Creador.

      “Todo lo que observo tiene una causa”

      ◼ BYRON LEON MEADOWS

      Vive en Estados Unidos y trabaja en la NASA, en el campo de la física del láser. Actualmente se dedica al desarrollo de técnicas que permitan monitorear mejor el clima global, las condiciones meteorológicas y otros fenómenos planetarios. Por otra parte, es anciano cristiano en una congregación de los testigos de Jehová de la zona de Kilmarnock (Virginia).

      En mis investigaciones suelo emplear los principios de la física. Trato de entender el cómo y el porqué de ciertos fenómenos. En mi campo de estudio he comprobado que todo lo que observo tiene una causa, y desde el punto de vista científico me parece lógico aceptar que la causa, u origen, de cuanto hay en la naturaleza sea Dios. Las leyes de la naturaleza son tan estables que por fuerza debo creer que proceden de un Creador con gran capacidad organizativa.

      Si esta conclusión es tan obvia, ¿por qué creen tantos científicos en la evolución? ¿Pudiera ser porque examinan los datos con ideas preconcebidas? Tal actitud no es rara en el ámbito de la ciencia. Pero el simple hecho de observar un fenómeno, sin importar lo convincente que parezca, no garantiza que se llegue a la conclusión correcta. Por ejemplo, alguien que estudie la física del láser podría insistir en que la luz es una onda, parecida a la sonora, porque a veces se comporta como tal. No obstante, su conclusión sería incompleta, pues se ha demostrado que la luz también se presenta en forma de un haz de partículas, a las cuales se llama fotones. De igual modo, quienes insisten en que la evolución es una realidad solo se basan en una parte de las pruebas. Permiten que sus ideas preconcebidas influyan en su interpretación de las pruebas.

      Me parece increíble que alguien acepte la evolución como un hecho cuando los mismos “expertos” siguen discutiendo sobre cómo tuvo lugar. ¿Aceptaría usted las reglas de la aritmética como un hecho si algunos expertos dijeran que 2 y 2 son 4, mientras que otros afirmaran que son 3 o tal vez 6? Si el deber de la ciencia es aceptar solo lo que se puede demostrar y reproducir, la teoría de que toda forma de vida evolucionó a partir de un antepasado común no es un hecho científico.

      “Las cosas no surgen de la nada”

      ◼ KENNETH LLOYD TANAKA

      Geólogo que en la actualidad trabaja en las instalaciones que el Servicio Geológico de Estados Unidos tiene en Flagstaff (Arizona). Lleva casi treinta años realizando labores de investigación en diversas ramas de la geología, entre ellas la planetaria. Muchos de sus artículos y mapas geológicos de Marte se han publicado en prestigiosas revistas científicas. Además, como testigo de Jehová, dedica unas setenta horas mensuales a fomentar la lectura de la Biblia.

      Me enseñaron a creer en la evolución, pero no podía concebir que la inmensa cantidad de energía necesaria para la formación del universo se hubiera generado sin la intervención de un poderoso Creador. Las cosas no surgen de la nada. Por otra parte, en la propia Biblia encuentro argumentos de peso a favor de la existencia de un Creador. Este libro ofrece muchos datos científicos relacionados con mi especialidad, como que la Tierra es esférica y cuelga “sobre nada” (Job 26:7; Isaías 40:22). Tales verdades se escribieron en la Biblia mucho antes de que los investigadores las comprobaran.

      Piense en la forma en que estamos hechos. El ser humano está dotado de percepción sensorial, conciencia de sí mismo, inteligencia, capacidad de comunicación y sentimientos. Y, en especial, puede sentir, dar y recibir amor. La evolución no sirve para explicar de dónde salieron estas maravillosas cualidades humanas.

      Uno puede preguntarse si son confiables las pruebas que, según los científicos, avalan la evolución. La realidad es que el registro geológico es complejo y confuso, y está incompleto. Tampoco han podido los evolucionistas reproducir en el laboratorio los supuestos procesos evolutivos. Y aunque los científicos suelen utilizar buenas técnicas de investigación para obtener datos, muchas veces permiten que sus motivos egoístas influyan en cómo los interpretan. Se sabe de casos en los que han insistido en sus teorías, a pesar de que los datos eran contradictorios o no eran concluyentes. Está claro que la carrera profesional y el amor propio de los investigadores desempeñan un papel importante en el asunto.

      Como científico y estudiante de la Biblia, siempre busco la verdad; trato de conciliar todos los datos obtenidos para llegar a la interpretación más exacta. Desde mi punto de vista, la conclusión más lógica es que existe un Creador.

      “El diseño patente en la célula”

      ◼ PAULA KINCHELOE

      Lleva varios años como investigadora en los campos de la biología y microbiología celular y molecular. En la actualidad trabaja en la Universidad Emory, de Atlanta (Georgia, EE.UU.). También trabaja como voluntaria en una comunidad de habla rusa dando clases de la Biblia.

      Cuatro años de mis estudios de biología los dediqué exclusivamente a la célula y sus componentes. Cuanto más aprendía sobre el ADN, el ARN, las proteínas y los procesos metabólicos, más me asombraba la complejidad, organización y precisión que manifestaban. Y aunque me impresionaba ver todo lo que el hombre ha descubierto sobre la célula, me impresionaba aún más lo mucho que le queda por descubrir. El diseño patente en la célula es una de las razones por las que creo en la existencia de un Creador.

      El estudio de la Biblia me ha mostrado quién es ese Creador: Jehová Dios. Estoy convencida de que no solo es un Diseñador inteligente, sino un Padre amoroso que se interesa por mí. La Biblia explica el propósito de la vida y promete un futuro feliz.

      Los jóvenes a quienes les enseñan la evolución en la escuela quizás estén confundidos y no sepan qué pensar. Si creen en Dios, su fe se pone a prueba. Pero podrán superar la prueba examinando las muchas maravillas de la naturaleza y aumentando su conocimiento del Creador y sus cualidades. Yo he hecho eso mismo y he llegado a la conclusión de que el relato bíblico de la creación es exacto y no se contradice con la verdadera ciencia.

      “La sencilla elegancia de las leyes”

      ◼ ENRIQUE HERNÁNDEZ LEMUS

      Es ministro de tiempo completo de los testigos de Jehová. También es físico teórico y trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su labor actual consiste en encontrar una explicación compatible con los principios de la termodinámica para el fenómeno llamado catástrofe gravotérmica, que es un mecanismo de formación de estrellas. Ha investigado asimismo la complejidad de las secuencias de ADN.

      La vida es demasiado compleja como para que haya surgido por casualidad. Por ejemplo, pensemos en la inmensa cantidad de información que contiene la molécula de ADN. La probabilidad matemática de que un solo cromosoma surja al azar es inferior a uno entre nueve billones, lo que significa que en la práctica es imposible. Opino que es absurdo creer que fuerzas ciegas generaron no solo un cromosoma, sino toda la sorprendente complejidad manifiesta en los seres vivos.

      Además, cuando estudio el comportamiento complejísimo de la materia, desde el nivel microscópico hasta el de las gigantescas nubes estelares, me quedo impresionado por la sencilla elegancia de las leyes que rigen su movimiento. Para mí, estas leyes son mucho más que la obra de un matemático consumado: llevan la firma de un artista magistral.

      La gente normalmente se sorprende cuando digo que soy testigo de Jehová. A veces me preguntan cómo puedo creer en Dios. Su reacción es comprensible, pues la mayoría de las religiones no animan a sus feligreses a investigar sus creencias o a pedir pruebas de que es cierto lo que se les enseña. No obstante, la Biblia nos exhorta a utilizar nuestra “capacidad de pensar” (Proverbios 3:21). Tanto el diseño inteligente que observo en la naturaleza como otras pruebas que ofrece la Biblia me convencen de que Dios no solo existe, sino que escucha nuestras oraciones.

      [Nota]

      a Los comentarios de estos expertos no reflejan necesariamente la opinión de las instituciones donde trabajan.

      [Reconocimiento de la página 22]

      Marte (al fondo): por gentileza de USGS Astrogeology Research Program, http://astrogeology.usgs.gov

  • Diseños enigmáticos en las plantas
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • Diseños enigmáticos en las plantas

      ¿HA NOTADO que muchas plantas van formando espirales al crecer? La piña, por ejemplo, puede presentar ocho espirales de escamas en una dirección y cinco o trece en la dirección opuesta (véase la figura 1). Si se fija en las semillas del girasol, tal vez vea cómo se entrecruzan al menos 55 y 89 espirales. Puede encontrar espirales hasta en la coliflor. Una vez que empiece a distinguir este diseño en frutas y verduras, su visita a la tienda de comestibles le resultará más interesante. ¿Por qué presentan las plantas esta distribución? ¿Tiene alguna importancia la cantidad de espirales?

      ¿Cómo crecen las plantas?

      En la mayor parte de las plantas, los nuevos tejidos u órganos —como los tallos, las hojas y las flores— se forman a partir de diminutos puntos de crecimiento llamados meristemas. Cada nuevo primordio (el conjunto de células que da lugar a los órganos) surge del centro del meristema en una dirección distinta, formando un ángulo con el primordio anterior (véase la figura 2).a En casi todas las plantas, los nuevos tejidos crecen en un ángulo singular que produce espirales. ¿Cuántos grados mide dicho ángulo?

      ¿Por qué no se plantea el siguiente problema? Imagínese que quiere diseñar una planta en la que los primordios estén distribuidos alrededor del punto de crecimiento sin desperdiciar nada de espacio, formando un conjunto compacto. Supongamos que decide que cada nuevo primordio crezca en un ángulo de dos quintos de una vuelta completa con respecto al primordio anterior. Tropezaría con el inconveniente de que, cada cinco primordios, se repetirían el punto y la dirección del crecimiento. De este modo se formarían hileras radiales, con lo cual se desperdiciaría espacio (véase la figura 3). Lo cierto es que con cualquier fracción simple de una vuelta completa se obtendría el mismo resultado. Solo el llamado “ángulo áureo”, de algo más de 137,5°, lleva a una distribución de los primordios lo más compacta posible (véase la figura 5). ¿Qué tiene de especial este ángulo?

      El ángulo áureo es el ideal porque no puede expresarse en forma de fracción simple de una vuelta. La fracción 5/8 se acerca a dicho ángulo, la fracción 8/13 se acerca más, y la fracción 13/21 más aún, pero no hay ninguna que exprese con exactitud la proporción áurea de una vuelta completa. Por eso, si cada nuevo primordio nace en el mencionado ángulo fijo con respecto al anterior, nunca crecerá ninguno exactamente en la misma dirección (véase la figura 4). Eso explica que los primordios formen espirales, en lugar de hileras radiales.

      Resulta interesante que al hacer una simulación por computadora de una serie de primordios que parten de un punto central, solo se generan espirales perfectas si la medida del ángulo entre los primordios es exacta. Basta desviarse del ángulo áureo una décima parte de un grado para que se pierda el efecto (véase la figura 5).

      ¿Cuántos pétalos tienen las flores?

      Curiosamente, la cantidad de espirales que resultan del crecimiento basado en el ángulo áureo coincide por lo general con uno de los números de la serie conocida como secuencia de Fibonacci. El primero en describir dicha serie fue el matemático italiano del siglo XIII Leonardo Fibonacci. En esta secuencia, cada número después del 1 es igual a la suma de los dos que lo preceden: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etc.

      En muchas flores con crecimiento en espiral, la cantidad de pétalos corresponde a un número de la secuencia de Fibonacci. Según algunos observadores, el Ranunculus septentrionalis tiene 5 pétalos, la sanguinaria del Canadá 8, el senecio amarillo 13, el Aster subulatus 21, algunas especies de margaritas 34 y la septembrina 55 u 89 (véase la figura 6). Numerosas frutas y hortalizas tienen características en las que se presentan números de la serie de Fibonacci. Por ejemplo, cuando se corta transversalmente una banana, se ve con facilidad que cuenta con cinco lados.

      “Todo lo ha hecho bello”

      Desde la antigüedad, los artistas han reconocido que la proporción áurea es la que resulta más agradable a la vista. ¿Qué hace que diversos tejidos de las plantas crezcan precisamente en el enigmático ángulo áureo? Un buen número de personas llegan a la conclusión de que este es otro ejemplo del diseño inteligente manifiesto en los organismos vivos.

      Para muchos es obvio que el diseño de los seres vivos y nuestra capacidad de disfrutar de ellos son obra de un Creador que desea que gocemos de la vida. La Biblia dice de él: “Todo lo ha hecho bello a su tiempo” (Eclesiastés 3:11).

      [Nota]

      a El girasol se diferencia de otras plantas en que las florecillas que originan las semillas curiosamente empiezan a formar espirales desde el borde del disco, y no desde el centro.

      [Ilustraciones de las páginas 24 y 25]

      Figura 1

      (Véase la publicación)

      Figura 2

      (Véase la publicación)

      Figura 3

      (Véase la publicación)

      Figura 4

      (Véase la publicación)

      Figura 5

      (Véase la publicación)

      Figura 6

      (Véase la publicación)

      [Ilustración de la página 24]

      Imagen aumentada de un meristema

      [Reconocimiento]

      R. Rutishauser, Universidad de Zurich (Suiza)

      [Reconocimiento de la página 25]

      Flor blanca: Thomas G. Barnes @ USDA-NRCS PLANTS Database

  • ¿Importa lo que usted crea?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • ¿Importa lo que usted crea?

      ¿OPINA usted que la vida tiene algún propósito? Si la teoría de la evolución fuera cierta, sería válida la siguiente conclusión citada en la revista Scientific American: “La evolución, según la entendemos hoy, implica [...] que en realidad la vida no tiene sentido”.

      Piense en lo que conllevan esas palabras. Si efectivamente nuestra existencia careciera de sentido, el único propósito que usted tendría en la vida consistiría en tratar de ser una buena persona y, tal vez, pasar sus genes a la siguiente generación. Al morir, dejaría de existir para siempre. Su cerebro, dotado de la capacidad de pensar, razonar y meditar en el sentido de la vida, habría sido un simple accidente de la naturaleza.

      Y eso no es todo. Mucha gente que cree en la evolución asegura, o bien que Dios no existe, o bien que existe pero no interviene en los asuntos humanos. En cualquiera de los dos casos, nuestro futuro quedaría en manos de los políticos, los intelectuales y los líderes religiosos. Si fuera así, a juzgar por cómo todos ellos han obrado hasta ahora, no habría esperanza de que desaparecieran los conflictos, el caos y la corrupción que plagan a la humanidad. De ser cierta la evolución, habría razones de sobra para regirse por el lema fatalista: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir” (1 Corintios 15:32).

      Pero puede estar seguro de que los testigos de Jehová no consideran válidas tales conclusiones ni la premisa de la que estas parten: la evolución. Creen, por el contrario, que todo lo que dice la Biblia es cierto (Juan 17:17). Por ello aceptan la explicación que da sobre nuestro origen: “Contigo [con Dios] está la fuente de la vida” (Salmo 36:9). Veamos las importantes implicaciones de estas palabras.

      La vida sí tiene sentido. Nuestro Creador ha revelado que él tiene un propósito amoroso, el cual beneficiará a todos los que decidan cumplir su voluntad (Eclesiastés 12:13). Dicho propósito incluye la promesa de que vivamos en un mundo donde no haya conflictos, caos ni corrupción, donde ni siquiera exista la muerte (Isaías 2:4; 25:6-8). Millones de testigos de Jehová del mundo entero pueden dar fe de que no hay nada que dé tanto sentido a la vida como aprender acerca de Dios y hacer su voluntad (Juan 17:3).

      Lo que usted crea importa mucho, pues repercutirá no solo en su felicidad actual, sino también en su vida futura. La decisión es suya. ¿Va a creer en una teoría que no ha podido explicar por qué se descubren cada vez más pruebas de diseño en el mundo natural? ¿O aceptará lo que dice la Biblia, a saber, que la Tierra y los seres que la habitan son obra de un Diseñador maravilloso: Jehová, el Dios que “cre[ó] todas las cosas”? (Revelación [Apocalipsis] 4:11.)

  • ¿Se contradicen el relato de Génesis y la ciencia?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • El punto de vista bíblico

      ¿Se contradicen el relato de Génesis y la ciencia?

      MUCHAS personas afirman que la ciencia refuta el relato bíblico de la creación. Pero lo que la ciencia de verdad contradice no es la Biblia, sino las opiniones de varios grupos de los llamados fundamentalistas cristianos. Algunos de estos aseguran equivocadamente que, según las Sagradas Escrituras, el universo material fue creado en seis días de veinticuatro horas hace unos diez mil años.

      La Biblia no respalda tal afirmación. Si lo hiciera, muchos descubrimientos científicos de los últimos cien años la desacreditarían. Al analizar cuidadosamente el relato bíblico se ve que no hay conflicto entre este y los hechos científicos demostrados. Por esa razón, los testigos de Jehová no concuerdan con los fundamentalistas “cristianos” ni con muchos creacionistas. A continuación veremos lo que enseña realmente la Biblia.

      “El principio” del universo

      El relato de Génesis se inicia con una declaración sencilla y contundente: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Los eruditos bíblicos coinciden en que la acción aquí descrita es distinta a lo que ocurrió en los días creativos mencionados a partir del versículo 3. Este hecho tiene una gran trascendencia. Implica que, de acuerdo con la primera frase de la Biblia, el universo, incluido el planeta Tierra, ya existía desde tiempos indefinidos antes del comienzo de los días creativos.

      Los geólogos cifran la antigüedad de la Tierra en unos cuatro mil millones de años, y los astrónomos calculan que la del universo puede alcanzar los quince mil millones. ¿Contradicen dichas cifras —o las que quizás se ofrezcan en el futuro— lo que afirma Génesis 1:1? No, pues la Biblia no especifica la antigüedad de “los cielos y la tierra”. De modo que la ciencia no refuta el relato bíblico.

      ¿Cuánto duraron los días creativos?

      ¿Qué puede decirse de los días creativos? ¿Duraron solo veinticuatro horas? Algunos aseguran que como Moisés —el escritor de Génesis— indicó posteriormente que el día que siguió a los seis días creativos sirvió de modelo para el sábado semanal, cada uno de esos días tiene que haber durado veinticuatro horas (Éxodo 20:11). ¿Respaldan las palabras utilizadas en el relato de Génesis esta conclusión?

      En realidad, no. Lo cierto es que la palabra hebrea que se traduce “día” puede aludir a períodos de tiempo de duración diversa, no solo de veinticuatro horas. Por ejemplo, cuando Moisés resume la historia de la creación, se refiere a los seis días creativos como si fueran uno solo (Génesis 2:4). Por otra parte, en el primero de esos días, “Dios empezó a llamar a la luz Día, pero a la oscuridad llamó Noche” (Génesis 1:5). En este caso, el término “día” solo alude a parte de un período de veinticuatro horas. Queda claro que la afirmación de que cada día creativo duró veinticuatro horas es arbitraria, carece de base bíblica.

      ¿Cuál fue entonces la duración de esos días? La forma en que se redactaron los capítulos 1 y 2 de Génesis indica que se trata de períodos de tiempo muy extensos.

      Aparición gradual de las obras creativas

      Moisés escribió su relato en hebreo y desde la perspectiva de alguien que está en la Tierra. Estos dos factores, sumados al hecho de que el universo ya existía antes del comienzo de los períodos o “días” creativos, ayudan a resolver gran parte de la polémica que rodea al relato de la creación. ¿De qué manera?

      Un análisis cuidadoso de la narración de Génesis revela que algunos acontecimientos, aunque se iniciaron en un “día” concreto, se prolongaron durante uno o más de los días siguientes. Por ejemplo, antes de que comenzara el primer “día” creativo, ya existía el Sol, pero algo —posiblemente nubes densas— impedía que su luz alcanzara la superficie de la Tierra (Job 38:9). En el transcurso del primer “día”, dicha barrera comenzó a disiparse, permitiendo el paso de luz difusa a través de la atmósfera.a

      Durante el segundo “día”, la atmósfera siguió despejándose, y se formó una expansión entre las densas nubes y el océano. Al cuarto “día” se había despejado tanto que el Sol y la Luna aparecieron “en la expansión de los cielos” (Génesis 1:14-16). Dicho de otro modo, el Sol y la Luna ya se podían divisar desde la Tierra. Estos acontecimientos ocurrieron de forma progresiva.

      El relato de Génesis también explica que en el quinto “día” continuó aclarándose la atmósfera y empezaron a aparecer criaturas voladoras, entre ellas animales con alas membranosas e insectos. No obstante, las Escrituras indican que durante el sexto “día”, Dios aún “estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos” (Génesis 2:19).

      Como hemos visto, la Biblia se expresa de tal forma que deja abierta la posibilidad de que en cada “día”, o período creativo, se produjeran varios acontecimientos importantes de manera gradual, no instantánea, y de que algunos se prolongaran incluso hasta los siguientes “días” creativos.

      Según su género

      ¿Significa esta aparición progresiva de plantas y animales que Dios se valió de la evolución para producir la enorme diversidad existente de organismos vivos? No, pues la Biblia indica claramente que Dios creó todos los “géneros” elementales de plantas y animales (Génesis 1:11, 12, 20-25). ¿Estaban esos “géneros” originales programados para poder adaptarse a los cambios del medio ambiente? ¿Cómo se establecen los límites de un “género”? La Biblia no lo explica. No obstante, sí dice que las criaturas vivientes “enjambraron según sus géneros” (Génesis 1:21). Dicha afirmación implica que las posibilidades de variación dentro de un “género” son limitadas. Tanto el registro fósil como las investigaciones actuales confirman que durante largos períodos de tiempo las categorías fundamentales de animales y plantas experimentaron pocos cambios.

      Contrario a lo que afirman algunos fundamentalistas, Génesis no enseña que el universo, incluidos la Tierra y todos los seres que la habitan, haya sido creado en un corto período de tiempo en un pasado relativamente reciente. En realidad, la descripción que ofrece Génesis de la creación del universo y de la aparición de la vida en nuestro planeta concuerda con muchos de los últimos descubrimientos científicos.

      Debido a sus creencias filosóficas, muchos hombres de ciencia rechazan la afirmación bíblica de que Dios creó todas las cosas. Sin embargo, resulta interesante que Moisés escribiera en el antiguo libro de Génesis que el universo tuvo un comienzo y que la vida apareció por etapas, progresivamente. ¿Cómo pudo Moisés obtener hace unos tres mil quinientos años información tan exacta desde el punto de vista científico? Hay una explicación lógica. No cabe duda de que Aquel que tuvo el poder y la sabiduría necesarios para crear los cielos y la Tierra podía proporcionarle conocimientos tan avanzados a Moisés. Esto le da más peso a la afirmación que hace la propia Biblia de ser “inspirada de Dios” (2 Timoteo 3:16).

      [Nota]

      a Cuando se explica lo que ocurrió el primer “día”, la palabra hebrea utilizada para “luz” es ’ohr, que significa luz en sentido general, mientras que al hablar del cuarto “día” se emplea ma·’óhr, que se refiere a la fuente de la luz.

      ¿SE HA PREGUNTADO...

      ◼ ... cuánto tiempo hace que Dios creó el universo? (Génesis 1:1.)

      ◼ ... si la Tierra fue creada en seis días de veinticuatro horas? (Génesis 2:4.)

      ◼ ... cómo es posible que lo escrito por Moisés sobre los inicios de la vida en la Tierra sea científicamente exacto? (2 Timoteo 3:16.)

      [Comentario de la página 19]

      Génesis no enseña que el universo haya sido creado en un corto período de tiempo en un pasado relativamente reciente

      [Comentario de la página 20]

      “En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Génesis 1:1)

      [Reconocimiento de la página 18]

      Universo: IAC/RGO/David Malin Images

      [Reconocimiento de la página 20]

      Foto de la NASA

  • ¿Cómo puedo defender la existencia del Creador?
    ¡Despertad! 2006 | septiembre
    • Los jóvenes preguntan...

      ¿Cómo puedo defender la existencia del Creador?

      “Cuando surgió el tema de la evolución en clase, lo que se explicó contradecía todo lo que había aprendido hasta entonces. Se presentó como un hecho probado, lo cual me resultaba muy intimidante.”—Ryan, de 18 años.

      “La maestra que tuve a los 12 años era una defensora incondicional de la evolución. ¡Hasta tenía un adhesivo de Darwin en su auto! Por eso, no me atrevía a decirle que yo estaba a favor de la creación.”—Tyler, de 19 años.

      “Me asusté mucho cuando la profesora de Estudios Sociales anunció que en la próxima clase se trataría la evolución. Sabía que tendría que explicar ante todos qué pensaba sobre este polémico tema.”—Raquel, de 14 años.

      ES POSIBLE que tú, al igual que Ryan, Tyler y Raquel, también te pongas nervioso cuando surge en la escuela el tema de la evolución. Para ti, Dios “cre[ó] todas las cosas” y hay pruebas de diseño inteligente en todas partes (Revelación [Apocalipsis] 4:11). Pero tanto el profesor como los libros de texto dicen que somos producto de la evolución. Tal vez te preguntes: “¿Quién soy yo para contradecir a los ‘expertos’? ¿Y cómo reaccionarán mis compañeros si me pongo a hablar nada menos que de Dios?”.

      Si te preocupan este tipo de cuestiones, te tranquilizará saber que no eres el único que está a favor de la creación. Lo cierto es que hay bastantes científicos que no aceptan la teoría de la evolución. Muchos profesores tampoco. Y en Estados Unidos, 4 de cada 5 estudiantes opinan que hemos sido creados, digan lo que digan los libros.

      Aun así, ¿piensas que no sabrías cómo defender la creación? No te preocupes: por muy tímido que seas, podrás explicar tu postura. Claro está, antes tendrás que prepararte.

      Asegúrate de que es cierto lo que crees

      Si tus padres son cristianos, quizás creas en la existencia de un Creador por la sencilla razón de que así te lo han enseñado. Sin embargo, como ya no eres un niño, deberías adorar a Dios con tu “facultad de raciocinio” y tener una base sólida para tus creencias (Romanos 12:1). Pablo animó a los cristianos del siglo primero a “aseg[urarse] de todas las cosas” (1 Tesalonicenses 5:21). Así pues, ¿cómo puedes tú asegurarte de que la creación es un hecho?

      Antes que nada, recuerda lo que Pablo escribió acerca de Dios: “Las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas” (Romanos 1:20). Con esto presente, fíjate en el cuerpo humano, la Tierra, las profundidades marinas y el inmenso universo. Explora el fascinante mundo de la fauna, de la flora... o cualquier otro campo que te interese a ti en particular. Después utiliza tu “facultad de raciocinio” y pregúntate: “¿Qué cosas me convencen de que existe un Creador?”.

      A Sam, de 14 años de edad, lo convence lo que observa en el cuerpo humano. Dice así: “Tiene muchas partes y muy complejas, pero todas juntas funcionan perfectamente. Es imposible que hayamos evolucionado”. Holly, de 16 años, opina lo mismo: “Desde que me dijeron que tenía diabetes, he aprendido mucho sobre el funcionamiento del cuerpo humano. Me asombra ver cómo la actividad de un órgano tan pequeño como el páncreas —que está escondido detrás del estómago— influye tanto en otros órganos y en la sangre”.

      Otros jóvenes ven pruebas en ámbitos diferentes. Jared, de 19 años, explica: “Lo que más me convence a mí es el hecho de que tengamos inclinación por lo espiritual, así como aprecio por la belleza y ansias de aprender. Contrario a lo que aseguran los evolucionistas, nada de esto es esencial para sobrevivir. En mi opinión, la única explicación lógica es que fuimos creados por alguien que deseaba que disfrutáramos de la vida”. Tyler, de quien ya hablamos al comienzo, llegó a una conclusión parecida: “Cuando pienso en la increíble complejidad de las plantas y en cómo contribuyen al mantenimiento de la vida, no me cabe duda de que existe un Creador”.

      Te resultará más fácil hablar del tema de la creación si has reflexionado en él y estás completamente convencido. Por lo tanto, dedica tiempo a analizar las maravillosas obras de Jehová, como han hecho Sam, Holly, Jared y Tyler. Y después, “escucha” lo que tales obras te “dicen”. Seguro que llegarás a la conclusión no solo de que Dios existe, sino también de que sus cualidades “se perciben por las cosas hechas”, tal como concluyó el apóstol Pablo.a

      Averigua lo que la Biblia realmente enseña

      Para que puedas defender la existencia del Creador, además de fijarte mejor en sus obras, debes averiguar lo que la Biblia realmente enseña sobre ese tema. Por otra parte, no tienes por qué discutir sobre cuestiones que las Escrituras no tratan directamente. Veamos varios ejemplos.

      ◼ Mi libro de ciencias naturales dice que la Tierra y el sistema solar existen desde hace miles de millones de años. La Biblia no menciona la edad de nuestro planeta ni del resto del sistema solar. Lo que dice es compatible con la idea de que el universo tuviera ya miles de millones de años de existencia cuando comenzó el primer “día” creativo (Génesis 1:1, 2).

      ◼ Mi profesor dice que la Tierra no pudo haber sido creada en solo seis días. La Biblia no indica que cada uno de los seis “días” creativos durara veinticuatro horas. Para más información, consulta las páginas 18 a 20 de esta revista.

      ◼ En clase se analizaron varios ejemplos de cómo los animales y los seres humanos han ido cambiando. Las Escrituras afirman que Dios creó los seres vivos “según sus géneros” (Génesis 1:20, 21). No apoyan la idea de que la vida surgió de la materia inanimada o de que Dios inició el proceso de la evolución a partir de una sola célula. Aun así, cada “género” tiene muchas posibilidades de variación. De modo que la Biblia permite concluir que sí se producen cambios, pero dentro de cada “género”.

      Habla con confianza de tus creencias

      No hay razón para que te sientas incómodo o avergonzado porque estás a favor de la creación. Al analizar las pruebas, se ve que lo más lógico —y lo que tiene más base científica— es creer que somos producto del diseño inteligente. Al fin y al cabo, es la evolución, y no la creación, lo que exige tener fe ciega y creer en milagros, pero sin creer que alguien los haya hecho. Después de leer los demás artículos de esta revista, sin duda te convencerás de que todas las pruebas demuestran que fuimos creados. Y si reflexionas en este asunto utilizando tu “facultad de raciocinio”, te sentirás más seguro a la hora de defender tus creencias en la escuela.

      Eso fue lo que le pasó a Raquel, mencionada al principio. “Tardé unos días en darme cuenta de que no debía esconder mis creencias —relata—. Le di a mi profesora un ejemplar del libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? en el que había marcado ciertos pasajes para que se fijara en ellos. Algún tiempo después me dijo que el libro le había ofrecido una perspectiva de la evolución totalmente diferente y que cuando volviera a tratar el tema en clase, tendría en cuenta la información.”

      Puedes encontrar más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan...” en www.watchtower.org/yps

      [Nota]

      a A muchos jóvenes les ha beneficiado repasar publicaciones como La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? y ¿Existe un Creador que se interese por nosotros?, ambas editadas por los testigos de Jehová.

      PARA PENSAR

      ◼ ¿Qué puedes hacer para que te resulte más fácil defender la creación en clase?

      ◼ ¿Cómo puedes demostrar tu agradecimiento al Creador de todas las cosas? (Hechos 17:26, 27.)

      [Recuadro de la página 27]

      “LAS PRUEBAS SON ABUNDANTES”

      “¿Qué le diría a un joven a quien desde pequeño se le inculcó que existe un Creador y ahora en la escuela le están enseñando la evolución?” A una microbióloga que es testigo de Jehová se le hizo esta pregunta, y su respuesta fue la siguiente: “Debes verlo como una oportunidad para comprobar por ti mismo que Dios existe. Tienes que creer en él no solo porque eso sea lo que te han enseñado tus padres, sino porque tú mismo has examinado las pruebas y has llegado a esa conclusión. A veces se pide a los profesores pruebas de la evolución, y ellos se dan cuenta de que no pueden darlas y de que aceptan la teoría tan solo porque eso es lo que les enseñaron. A ti podría sucederte lo mismo en lo que respecta a tus creencias. Por eso vale la pena que compruebes por ti mismo que Dios existe. Las pruebas son abundantes, y no cuesta trabajo encontrarlas”.

      [Ilustración y recuadro de la página 28]

      ¿QUÉ TE CONVENCE A TI?

      Escribe tres cosas que te convenzan de que existe un Creador:

      1. ․․․․․

      2. ․․․․․

      3. ․․․․․

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