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  • ¿Tengo que obedecer siempre la Biblia?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 2)
    • CAPÍTULO 34

      ¿Tengo que obedecer siempre la Biblia?

      Te encuentras en la cafetería de la escuela, comiendo con dos compañeras, cuando hace su entrada el chico nuevo.

      —¿Sabes?, Sergio está loco por ti —te comenta una de las chicas—. Está superclaro. Fíjate en cómo te mira. ¡No te quita los ojos de encima!

      —Y no te lo pierdas: ¡está libre! —te susurra al oído la otra compañera.

      La verdad es que no te toma por sorpresa. ¡Si hasta te invitó el otro día a una fiesta en su casa! Claro, le dijiste que no, pero te quedaste con la duda de qué tal te hubiera ido.

      La primera chica no te deja pensar más, pues te dice:

      —¡Qué lástima que yo tengo novio! Me iría con él sin pensarlo ni un minuto.

      Entonces te mira extrañada, y ya sabes con qué te va a salir:

      —Oye, ¿y tú? ¿Cómo es que no tienes novio?

      ¡Tuvo que hacerte la dichosa pregunta! Para empezar, a ti te gustaría tener ese amigo especial, pero te han dicho que, hasta que no estés lista para el matrimonio, es mejor que no salgas con nadie. Si no fuera por...

      —No me lo digas: es tu religión, ¿a que sí? —te dice la segunda compañera.

      “¿Me estará leyendo la mente?”, piensas.

      —¡Ay, nena!, contigo no hay más que Biblia, Biblia y más Biblia —afirma burlona—. ¿Es que no puedes divertirte de vez en cuando?

      ¿SE HAN reído de ti alguna vez porque vives como manda la Biblia? Entonces es fácil que te hayas preguntado si te estarás perdiendo algo. Así es como se sentía una joven llamada Doris, quien dijo: “Me parecía que las normas bíblicas eran demasiado estrictas. A mis compañeros se los veía muy libres, y me daba envidia la vida que llevaban”.

      Abre los ojos a la realidad

      La experiencia no siempre es la mejor consejera. A veces es mejor aprender de los errores ajenos; de hecho, eso es lo que recomienda la Biblia. Así fue como actuó Asaf, uno de los escritores del libro de los Salmos. Hubo un tiempo en que creyó que las normas de Dios lo tenían atado. Pero abrió los ojos a la realidad: se fijó en la vida que llevaban quienes abandonaban a Dios y comprendió que estaban en una situación muy peligrosa, por así decirlo, “en suelo resbaloso” (Salmo 73:18).

      Teniendo esto en cuenta, repasa algunos comentarios de jóvenes que, en su momento, dejaron de lado las normas de la Biblia y tuvieron relaciones sexuales sin estar casados.

      ● ¿Qué te llevó a cambiar y comportarte así?

      Doris: “Todos mis compañeros estaban ennoviados, y la verdad, parecían muy contentos. Cuando andaba con ellos y los veía dándose besos y abrazos, me entraba envidia y me sentía sola. Dejaba volar la imaginación durante horas, pensando en un chico que me gustaba, así que cada día tenía más ganas de estar con él”.

      Miguel: “Leía publicaciones y veía programas que presentaban el sexo como lo máximo. Y como pasaba mucho tiempo hablando del tema con los amigos, me moría de curiosidad por saber cómo era. Además, cuando estaba a solas con una chica, pensaba que siempre podía acariciarla y besarla sin llegar más lejos; creía que podía pisar el freno cuando quisiera”.

      Andrés: “Tenía el vicio de ver pornografía en Internet. Además, bebía e iba a fiestas con jóvenes que no respetaban mucho las normas bíblicas”.

      Teresa: “Sabía que no estaba bien tener relaciones sexuales antes del matrimonio, pero en el fondo no me parecían tan malas. No tenía intenciones de acostarme con nadie, pero la pasión terminó venciendo a la razón. Al final, se me endureció tanto la conciencia que no sentía ninguna culpa”.

      ● ¿Eras feliz con la vida que llevabas?

      Doris: “Al principio sí. Estaba eufórica al ver que era ‘libre’ y que mis compañeros me aceptaban. Pero no duró mucho. Comencé a sentirme sucia y vacía. Había perdido la inocencia. Me dio una pena terrible haber tirado a la basura mi virginidad”.

      Andrés: “Cada vez me costaba menos ceder a los malos deseos. Pero al mismo tiempo me iban dominando los sentimientos de culpa y fracaso”.

      Teresa: “La inmoralidad echó a perder mi juventud. Creía que mi novio y yo íbamos a disfrutar de la vida. Pero no fue así. Nos hicimos mucho daño y terminamos con el corazón roto. Me pasaba las noches llorando en la cama, lamentando no haber hecho las cosas como Jehová pide”.

      Miguel: “Algo se había muerto dentro de mí. No quería pensar en el efecto que tenía en los demás lo que yo hacía, pero no podía evitarlo. Me daba tristeza que, por andar detrás del placer, les hiciera tanto daño a otras personas”.

      ● Si un joven afirmara que las normas morales de la Biblia son demasiado estrictas, ¿qué le dirías?

      Teresa: “Sigue las normas de Dios y júntate con quienes las respeten. Serás más feliz”.

      Doris: “No se puede pensar solo en uno y en lo que uno quiere. Nuestros actos influyen en los demás. Y si no obedecemos a Dios, los que salimos perdiendo somos nosotros”.

      Andrés: “Cuando no tienes experiencia, piensas que tus amigos se están dando la gran vida. Y sus actitudes se te pegan. Por eso hay que elegir bien las compañías. Si confías en Jehová, te ahorrarás un montón de problemas”.

      Miguel: “Dos de los mejores regalos que nos ha hecho Jehová son la dignidad y la inocencia. Desperdiciarlos por falta de control es caer muy bajo. No te calles los problemas. Cuéntaselos a tus padres o a otras personas maduras. Y si alguna vez metes la pata, habla con ellos cuanto antes y arregla las cosas. Si te comportas como Jehová manda, disfrutarás de una sensación de paz extraordinaria”.

      Las normas de la Biblia: ¿camisa de fuerza, o cinturón de seguridad?

      Jehová es el “Dios feliz” y quiere que tú también seas feliz (1 Timoteo 1:11; Eclesiastés 11:9). Las normas de la Biblia son para tu propio bien. Quizás pienses que te tienen atado, como una camisa de fuerza. Pero en realidad te protegen, como un cinturón de seguridad.

      No lo dudes: puedes confiar en la Biblia. Si decides hacer siempre lo que te pide, no solo alegrarás a Jehová, sino que recibirás muchos beneficios (Isaías 48:17).

      EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

      Tú puedes ser amigo de Dios. Averigua cómo.

      TEXTO BÍBLICO CLAVE

      “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies.” (Isaías 48:17)

      UNA SUGERENCIA

      ¿Tienes algún hermano o hermana más joven? Entonces, piensa en cómo le explicarías que lo mejor es vivir como dice la Biblia. Cuando hablas de tus creencias, se te graban en el corazón.

      ¿SABÍAS ESTO?

      Para perder tu relación con Jehová solo hacen falta unos minutos; para arreglarla, tal vez necesites años.

      ¡MANOS A LA OBRA!

      Quiero entender por qué las normas bíblicas son las mejores. Por eso, voy a... ․․․․․

      Si me entra envidia de los que siguen las normas del mundo, voy a... ․․․․․

      ¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

      Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

      ● ¿Por qué no hace falta comprobar por experiencia propia que las cosas salen mal cuando desobedecemos a Dios?

      ● ¿Qué has aprendido de los comentarios de Doris, Miguel, Andrés y Teresa?

      ● ¿Por qué creen algunos que las normas bíblicas son como una camisa de fuerza, pero por qué están equivocados?

      [Comentario de la página 285]

      “Si te disciplinan por portarte mal, te dolerá, pero no tanto como si tratas de ocultar lo que has hecho.” (Sandra)

      [Ilustraciones de la página 288]

      Las normas bíblicas no limitan tu libertad; más bien te protegen

  • ¿Cómo puedo hacerme amigo de Dios?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 2)
    • CAPÍTULO 35

      ¿Cómo puedo hacerme amigo de Dios?

      Gabriel comprobó lo valiosa que es la amistad con Dios al verse frente a una situación muy difícil. “Mi padre —cuenta él— nos abandonó cuando yo tenía 12 años. Recuerdo que una noche, en mi dormitorio, estuve un buen rato suplicándole a Jehová que lo hiciera regresar.”

      Desconsolado, Gabriel se puso a leer la Biblia. Encontró un versículo donde el escritor dice a Jehová: “A ti el desdichado, el huérfano de padre, se encomienda. Tú mismo has llegado a ser su ayudador” (Salmo 10:14). Gabriel confiesa que esas palabras le llegaron al corazón: “Al leerlas, sentí que Jehová estaba ofreciéndome su ayuda, recordándome que él era mi Padre. ¿Y qué mejor padre puede haber?”.

      ¿SON tus circunstancias como las de Gabriel? Puede que sí, o puede que no. Pero una cosa está clara: Jehová quiere tenerte como amigo. Mira lo que dice la Biblia: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8). ¿Te das cuenta? No importa que no podamos verlo ni que seamos inferiores a él. ¡Jehová nos invita a ser sus amigos!

      Ahora bien, la amistad con Dios no se logra sin más ni más. Hay que cultivarla. Pongamos un ejemplo. ¿Alguna vez has tenido una planta? Si quieres que crezca y se mantenga en buenas condiciones, ¿qué tienes que hacer? Colocarla en un lugar adecuado y regarla cada cierto tiempo. No la puedes dejar abandonada. Y lo mismo ocurre con tu amistad con Dios. ¿Qué debes hacer para que crezca?

      El estudio es esencial

      Como sabes, para que dos amigos se lleven bien, tienen que hablar y escucharse el uno al otro. Y eso también es cierto en el caso de Dios y cualquier persona que busque su amistad. Pero ¿cómo podemos escuchar a Jehová? Leyendo y estudiando su Palabra, la Biblia (Salmo 1:2, 3).

      De acuerdo, eso de estudiar tal vez no suene muy divertido. Probablemente te gusten más otras cosas, como la televisión, los videojuegos y salir con los amigos. Pero si quieres ser amigo de Dios, no te queda otra: tienes que escuchar lo que te dice en su Palabra.

      No pienses que estudiando la Biblia te vas a morir de aburrimiento. De hecho, puedes aprender a disfrutar haciéndolo, aun si crees que los libros no son lo tuyo. Claro, lo primero es sacar el tiempo. ¿De dónde? Puedes hacer como una chica llamada Lais. “Tengo mi horario —explica—. Al levantarme, leo un capítulo entero de la Biblia.” María, de 15 años, sigue un programa distinto: “Todas las noches leo un rato antes de irme a la cama”.

      ¿Cuál va a ser tu programa de estudio? Primero échale un vistazo al recuadro de la página 292. Luego, apunta aquí en qué momento del día puedes dedicar media horita a estudiar la Palabra de Dios.

      ․․․․․

      Pero establecer un horario es solo el comienzo. Cuando empieces a estudiar la Biblia, verás que no siempre es fácil de leer. Tal vez te pase como a Jezreel, un chico de 11 años que reconoce: “Algunas partes se me hacen un poco pesadas”. Pero no te rindas. Recuerda que al estudiar la Biblia estás escuchando a tu mejor amigo, Jehová. Ya verás que termina gustándote. Cuanto más interés pongas, más disfrutarás y más provecho le sacarás.

      No dejes de orar

      La oración es el medio que Dios nos ha dado para hablar con él. Es un regalo maravilloso. Piénsalo: puedes ponerte en contacto con él a cualquier hora del día o de la noche. Jehová siempre está disponible. Y además, quiere escucharte. Por eso la Biblia te aconseja que “en todo” lo que necesites le des “a conocer [tus] peticiones”, valiéndote de la “oración” y el “ruego”, y sin olvidarte de la “acción de gracias” (Filipenses 4:6).

      Eso quiere decir que puedes contarle a Dios muchas cosas, como tus problemas y tus inquietudes. Pero también es bueno que le des las gracias. Después de todo, hay que agradecer los favores de los amigos. Y ningún amigo ha hecho más por ti que Jehová (Salmo 106:1).

      Escribe varias cosas que le agradeces a Jehová.

      ․․․․․

      Si alguna vez te parece que ya no puedes más con el peso de los miedos o las preocupaciones, ¿qué puedes hacer? “Arroja tu carga sobre Jehová [...], y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el justo.” (Salmo 55:22.)

      Anota a continuación alguna inquietud que te gustaría incluir en tus oraciones.

      ․․․․․

      Aprende de tus propias experiencias

      Hay otra faceta de la amistad con Dios que no debes pasar por alto. David escribió una canción en la que decía: “Gusten y vean que Jehová es bueno” (Salmo 34:8). Cuando la compuso, acababa de pasar por una experiencia aterradora. Había estado a punto de morir asesinado por el rey Saúl. Por si fuera poco, no había tenido más remedio que esconderse entre sus enemigos, los filisteos, quienes no tardaron en reconocerlo. Parecía que de allí no iba a salir vivo. Pero lo logró. ¿Sabes cómo? Con un hábil truco: fingiendo que estaba loco (1 Samuel 21:10-15).

      Pero David no pensaba que se había salvado por ser muy listo. Al principio de la canción que compuso reconoció que todo el mérito era de Dios: “Inquirí de Jehová, y él me contestó, y de todos mis sustos él me libró” (Salmo 34:4). Por eso, por experiencia propia, podía hacer la recomendación: “Gusten y vean que Jehová es bueno”.a

      Piensa en alguna situación en la que notaste que Jehová te estaba cuidando y escribe lo que sucedió. No tiene que ser nada del otro mundo; puede ser una de esas cosas buenas que a veces no valoramos lo suficiente.

      ․․․․․

      Cada uno de nosotros tiene que cultivar por sí mismo una buena amistad con Dios, y eso es así aunque tengamos la bendición de que nuestros padres nos enseñaran la verdad bíblica. ¿Estás cultivando tú esa amistad? ¿Todavía no? Entonces, este capítulo te ayudará a dar los primeros pasos. Jehová recompensará tus esfuerzos, pues la Biblia nos asegura: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán” (Mateo 7:7).

      HALLARÁS MÁS INFORMACIÓN EN LOS CAPÍTULOS 38 Y 39 DEL PRIMER VOLUMEN

      EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

      ¿Te cuesta hablar de Dios con la gente? ¿Cómo puedes defender mejor tus creencias?

      [Nota]

      a Algunas versiones de la Biblia traducen la frase “gusten y vean” así: “prueben y vean”, “hagan la prueba y vean” y “ved, experimentando” (Nueva Versión Internacional; La Nueva Biblia Latinoamérica, 1992; La Sagrada Escritura, nota).

      TEXTO BÍBLICO CLAVE

      “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual.” (Mateo 5:3)

      UNA SUGERENCIA

      Si todos los días lees cuatro páginas de la Biblia, la terminarás en un año.

      ¿SABÍAS ESTO?

      En realidad, tú estás leyendo este libro y obedeciendo sus consejos bíblicos porque Jehová está interesado en que seas su amigo (Juan 6:44).

      ¡MANOS A LA OBRA!

      Esto es lo que voy a hacer para sacarle más partido al estudio de la Biblia: ․․․․․

      Esto es lo que voy a hacer para asegurarme de orar más a menudo: ․․․․․

      ¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

      Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

      ● ¿Qué puedes hacer para que tu estudio de la Biblia sea más entretenido?

      ● ¿Por qué le interesan a Jehová las oraciones de seres humanos imperfectos?

      ● ¿Cómo puedes mejorar tus oraciones?

      [Comentario de la página 291]

      “Cuando era pequeña, casi todas mis oraciones eran iguales. Ahora procuro hablar de las cosas buenas y malas que me pasan a diario. Como cada día es diferente, ya no repito siempre lo mismo.” (Eva)

      [Ilustración y recuadro de la página 292]

      explora tu Biblia

      1. Elige un relato bíblico que te llame la atención. Para entenderlo mejor, pídele a Jehová que te dé sabiduría.

      2. Lee con cuidado. Nada de ir a toda prisa. Usa tu imaginación y pon los cinco sentidos en la lectura: por ejemplo, procura ver lo que ocurre, oír las voces de los personajes, oler los aromas, saborear la comida... De este modo, el relato cobrará vida dentro de tu cabeza.

      3. Hazte preguntas. Cuando acabes la historia, pregúntate:

      ● ¿Por qué la habrá incluido Jehová en su Palabra?

      ● ¿Qué personajes son un buen ejemplo para mí, y cuáles no?

      ● ¿Qué lecciones puedo extraer para el día a día?

      ● ¿Qué me enseña sobre Jehová y sobre su forma de actuar?

      4. Haz una breve oración. Cuéntale a Jehová qué has aprendido en tu estudio y cómo piensas ponerlo en práctica. Ah, y acuérdate de darle las gracias por su Palabra, la Santa Biblia.

      [Ilustración]

      “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.” (Salmo 119:105)

      [Ilustración y recuadro de la página 294]

      lo primero es lo primero

      ¿Eres de los que nunca encuentran tiempo para orar y para estudiar la Biblia? Muchas veces, el secreto está en tener claro qué va primero.

      Vamos a hacer un experimento: Busca un balde y coloca dentro varias piedras grandes. Después vierte arena hasta el tope. ¿Qué tenemos? Fácil: un balde lleno de piedras y arena.

      Ahora saca la arena y las piedras, y repite la operación, pero al revés. ¿Qué ocurre? No caben las piedras, ¿verdad? Eso es porque esta vez metiste primero la arena.

      ¿La moraleja? Si lo que pones primero en tu vida son las cosas pequeñas —como las diversiones—, no tendrás espacio para las grandes, es decir, los asuntos espirituales. Con razón la Biblia pide a los cristianos que “se aseguren de las cosas más importantes” (Filipenses 1:10). Si haces caso de este consejo, verás que tienes tiempo para las cosas espirituales y también para divertirte de vez en cuando. Recuerda: la clave está en poner primero las cosas grandes.

      [Ilustración de la página 290]

      La amistad con Dios es como una planta: hay que cuidarla para que crezca

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