-
Estados Unidos de América (Parte 1)Anuario de los testigos de Jehová para 1975
-
-
Estados Unidos de América (Parte 1)
Nuestra narración empieza a mediados del siglo diecinueve. Todavía las carretas cubiertas que llevaban a los colonizadores a sectores remotos del Oeste americano cruzan las extensas llanuras. Grandes hatos de bisontes o búfalos —unos veinte millones en 1850— vagan todavía entre las cordilleras de los Apalaches y las montañas Rocosas.
La devastadora guerra de Secesión americana hace estragos en el país y siembra la muerte desde 1861 hasta 1865, después de lo cual viene una era de industrialización. En 1869 se completa el primer ferrocarril transcontinental. Durante los años setenta de aquel siglo se presentan en escena por primera vez la luz eléctrica y el teléfono. El tranvía eléctrico facilita el viaje en las ciudades para los años ochenta, y para el fin del siglo unos cuantos automóviles proclaman ruidosamente su presencia.
Predecir lo que sería el clima religioso de esta época era imposible, por no decir cosa peor. Carlos Darwin había abrazado la teoría de la evolución del hombre en su obra de 1859 Del origen de las especies. A medida que la evolución, la alta crítica de la Biblia, el ateísmo, el espiritismo y la incredulidad asaltaron a la religión organizada, la Iglesia Católica Romana celebró el primer Concilio del Vaticano (1869-1870), esforzándose así por fortalecer su posición, que se debilitaba. Varios otros grupos esperaban ansiosamente el pronto regreso de Cristo en la carne... pero en vano.
Sin embargo, “la conclusión del sistema de cosas” se acercaba. Ciertamente tenía que haber “trigo” —cristianos verdaderos— en algún lugar en el campo de Dios bajo cultivo por toda la Tierra. Pero ¿dónde?
‘UN DÍA DE COSAS PEQUEÑAS’
Es aproximadamente el año 1870, y el lugar es la ciudad de Allegheny, Pensilvania. Allegheny, que después llegó a ser parte de Pittsburgo, es una ciudad de muchas iglesias. Cierta noche un joven de dieciocho años transita por una de las calles de Allegheny. Según lo que él mismo admitió más tarde, su fe había sido “sacudida en cuanto a muchas doctrinas que había aceptado por largo tiempo” y él había caído “víctima fácil de la lógica de la incredulidad.” Pero esta noche lo atrae cierto cantar. Entra en un salón polvoriento y oscuro. ¿Qué busca? En sus propias palabras, “ver si el puñado de personas que se reunía allí tenía algo más inteligente que ofrecer que los credos de las iglesias prominentes.”
El joven se sentó y escuchó. Jonas Wendell, un segundo-adventista, pronunció el sermón. “Su exposición bíblica no era del todo clara,” declaró más tarde el joven que lo escuchó. Pero aquello tuvo cierto efecto. Él tuvo que admitir esto: “Fue suficiente, bajo Dios, para restablecer mi fe vacilante en la inspiración Divina de la Biblia, y para demostrar que los registros de los Apóstoles y los Profetas están indisolublemente enlazados. Lo que oí me envió a la Biblia a estudiar con más celo y cuidado que jamás antes.”
El joven inquisitivo era Charles Taze Russell, o Carlos Taze Russell. Nacido en Allegheny el 16 de febrero de 1852, era el segundo hijo de Joseph L. y Ann Eliza (Birney) Russell, ambos de descendencia escocesa-irlandesa. La madre de Carlos, que lo había dedicado a la obra del Señor desde el momento de su nacimiento, murió cuando él era un muchacho de nueve años. Pero de muy joven Carlos recibió de sus padres presbiterianos sus primeras impresiones en cuanto a religión. Con el tiempo se unió a la cercana Iglesia Congregacional debido a los puntos de vista más liberales de ésta.
Como simplemente un muchacho de once años, Carlos entró como socio en un negocio con su padre, y el jovencito mismo escribió los artículos de convenio según los cuales funcionó la empresa de ellos. A los quince años estaba asociado con su padre en una cadena creciente de tiendas de ropa para hombres. Con el tiempo, tenían tiendas en Pittsburgo, Filadelfia y en otros lugares.
Durante todo este tiempo, el joven Carlos era un estudiante sincero de las Escrituras. Quería servir a Dios hasta donde le permitieran sus habilidades. De hecho, en una ocasión, cuando tenía doce años, su padre lo halló en la tienda de la familia a las dos de la mañana, investigando una concordancia de la Biblia, ajeno a la hora.
A medida que creció, Russell se sintió perturbado espiritualmente. Especialmente le preocupaban las doctrinas del castigo eterno y de la predestinación. Razonaba: “Un Dios que usara su poder para crear a seres humanos de los que hubiese preconocido y predestinado que habrían de ser atormentados eternamente, no podría ser sabio, justo, ni amoroso. Su norma sería inferior a la de muchos hombres.” (1 Juan 4:8) No obstante, el joven Russell continuó creyendo en la existencia de Dios. Asaltada su mente por la preocupación en cuanto a doctrinas, examinó los varios credos de la cristiandad, estudió principales religiones orientales... y quedó gravemente desilusionado. ¿Dónde podía hallarse la verdad?
Un individuo que más tarde se asoció con Russell dice que para cuando éste tenía diecisiete años de edad razonó así: “Inútil es que trate de hallar algo razonable en cuanto al futuro en los credos o siquiera en la Biblia, así que lo que voy a hacer es olvidarme de todo y dar toda mi atención al negocio. Si obtengo dinero puedo usarlo para ayudar a la humanidad sufriente, aunque no pueda hacerles ningún bien espiritualmente.”
Fue mientras el joven Russell pensaba así que entró en aquel salón oscuro en Allegheny y oyó el sermón que ‘restableció su fe vacilante en la inspiración divina de la Biblia.’ Habló a varios jóvenes que conocía y les mencionó su intención de estudiar las Escrituras. Pronto este grupito —eran unos seis— empezó a reunirse semanalmente para estudiar la Biblia sistemáticamente. En sus reuniones regulares durante los años 1870 a 1875 el pensamiento religioso de estos hombres experimentó cambios profundos. Con el transcurso del tiempo, Jehová los bendijo con un aumento de esclarecimiento espiritual y verdad.—Sal. 43:3; Pro. 4:18.
“Llegamos a reconocer,” escribió Russell, “la diferencia entre nuestro Señor como ‘el hombre que se dio a sí mismo,’ y el Señor que vendría de nuevo, un ser espiritual. Vimos que los seres-espíritus pueden estar presentes, y sin embargo ser invisibles a los hombres. . . . nos sentimos grandemente apenados a causa del error de los segundo-adventistas, que esperaban a Cristo en la carne y que enseñaban que el mundo y todos los que estuvieran en él menos los segundo-adventistas serían consumidos por fuego en 1873 ó 1874, y cuyas computaciones de fechas y desengaños e ideas toscas en general sobre el tema del objeto y manera de su venida hicieron que nosotros y todos los que anhelaban y proclamaban Su Reino venidero recibiéramos cierto vituperio.”
Esforzándose solícitamente por contrarrestar aquellas enseñanzas erróneas, en 1873 C. T. Russell, entonces de veintiún años, escribió y publicó a costa de sí mismo un folleto intitulado “The Object and Manner of the Lord’s Return” (El objeto y manera de la vuelta del Señor). Se publicaron unos 50.000 ejemplares y se le dio amplia distribución.
Más o menos en enero de 1876 Russell recibió un ejemplar del periódico religioso The Herald of the Morning (El heraldo de la mañana). Por la cubierta, lo identificó con el movimiento adventista, pero su contenido le fue sorprendente. El director, N. H. Barbour, de Rochester, Nueva York, entendía que el objeto de la vuelta de Jesucristo no era destruir a todas las familias de la Tierra, sino bendecirlas, y que su venida sería como ladrón y no en la carne, sino como espíritu. De hecho, por profecías bíblicas relativas a tiempo Barbour pensaba que Cristo estaba entonces presente y que la obra de la siega de recoger el “trigo” y la “cizaña” (“mala hierba”) estaba ya en tiempo de efectuarse. Russell hizo arreglos para reunirse con Barbour y, como resultado de esto, la clase bíblica de Pittsburgo de unas treinta personas se afilió con el grupo de Rochester, Nueva York, de Barbour, que era un poco mayor. De sus propios fondos Russell contribuyó dinero para imprimir el Herald, que casi había sido suspendido, y llegó a ser director asociado de aquella publicación.
A la edad de veinticinco años, en 1877, Russell empezó a vender sus intereses de negocio y dedicó todo su tiempo a la actividad de predicar. Entonces estuvo viajando de ciudad en ciudad y pronunciando discursos bíblicos en reuniones públicas, en las calles y en iglesias protestantes. Debido a esta obra, se le llegó a conocer como “Pastor” Russell. Él se resolvió a gastar su fortuna en la promoción de la obra, dedicar su vida a la causa, prohibir colectas en todas las reuniones y depender de contribuciones no solicitadas para continuar la obra después que hubiese gastado todo su dinero.
En 1877, Barbour y Russell publicaron conjuntamente Three Worlds, and the Harvest of This World (Tres mundos, y la siega de este mundo). Este libro de 196 páginas combinaba información acerca de la Restitución con profecías bíblicas relativas a tiempo. Presentó el punto de vista de que la presencia invisible de Jesucristo y un período de cuarenta años que comenzaba con una siega de tres años y medio empezaron en el otoño de 1874.
Muy digna de nota fue la notable exactitud con la cual aquel libro señaló al fin de los Tiempos de los Gentiles, “los tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:24) Mostró (en las páginas 83 y 189) que este período de 2.520 años, durante el cual las naciones gentiles o no judías gobernarían la Tierra sin la interferencia de un reino de Dios, comenzó con el derribo babilónico del reino de Judá a fines del siglo séptimo a. de la E.C. y terminaría en 1914 E.C. Aun antes de esto, sin embargo, C. T. Russell escribió un artículo intitulado “Tiempos de los Gentiles: ¿Cuándo terminan?” Fue publicado en el Bible Examiner (El escrutador de la Biblia) de octubre de 1876, y allí Russell dijo: “Los siete tiempos terminarán en 1914 A.C.” Correctamente había enlazado los Tiempos de los Gentiles con los “siete tiempos” que se mencionan en el libro de Daniel. (Dan. 4:16, 23, 25, 32) Según se había calculado, 1914 sí marcó el fin de esos tiempos y el nacimiento del reino de Dios en el cielo con Cristo Jesús como rey. ¡Imagínese! Jehová otorgó a su pueblo ese conocimiento casi cuatro décadas antes de vencerse aquellos tiempos.
Todo marchó bien por algún tiempo. Entonces vino la primavera del 1878. Barbour esperaba que los santos vivos en la Tierra serían entonces arrebatados corporalmente para estar con el Señor en el cielo para siempre. Pero esto no sucedió. Según Russell, Barbour “pareció pensar que necesariamente debería producir algo nuevo para distraer la atención del hecho de que los santos que vivían no habían sido arrebatados en masa.” Pronto hizo esto. “Para penosa sorpresa nuestra,” dice el relato de Russell, “el señor Barbour escribió poco después para The Herald un artículo en que negaba la doctrina de la expiación... en que negaba que la muerte de Cristo fuera el precio redentor para Adán y su raza, diciendo que la muerte de Cristo no tenía más mérito como pago por la pena incurrida por los pecados del hombre de lo que el pasar un alfiler a través del cuerpo de una mosca causándole sufrimiento y muerte podía ser considerado por un padre terrestre como pago justo por la mala conducta de su hijo.”
En el número de septiembre del Herald apareció el artículo de Russell “La expiación,” apoyando el rescate y contradiciendo el error de Barbour. Hasta diciembre de 1878 continuó la controversia en las páginas de aquella publicación. “Llegué a entender,” escribió Russell, “que el Señor ya no quería que ayudara monetariamente o que estuviera identificado con cualquier cosa que arrojara una influencia en oposición al principio fundamental de nuestra santa religión.” Por lo tanto, ¿qué hizo C. T. Russell? Él continúa así: “Por lo tanto, después de un esfuerzo cuidadoso, aunque infructuoso, por corregir el error, me separé completamente de The Herald of the Morning, y de todo compañerismo posterior con el señor Barbour.” Pero esto no era suficiente para mostrar su “lealtad continua hacia nuestro Señor y Redentor.” Por lo tanto, hizo más que aquello. Escribe Russell: “Por eso entendí que era la voluntad del Señor que yo empezara otra revista, en la cual se sostuviera en alto el estandarte de la Cruz, se defendiera la doctrina del Rescate, y se proclamaran las Buenas Nuevas de gran Gozo tan extensamente como fuera posible.”
C. T. Russell consideró que el Señor lo guiaba a dejar de viajar y a empezar a publicar una revista. Así, en julio de 1879 salió el primer número de Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo). Esta revista, conocida ahora mundialmente como La Atalaya, siempre ha sostenido la doctrina bíblica del rescate. Según escribió Russell una vez: “Desde el principio ésta ha sido una defensora especial del Rescate; y, por la gracia de Dios, esperamos que lo siga siendo hasta el fin.”
El principio de esta publicación fue un “día de cosas pequeñas,” pues su primer número consistió en solo unos 6.000 ejemplares. (Zac. 4:10) C. T. Russell, presidente de la clase bíblica de Pittsburgo, era el director y publicador. Otros cinco estudiantes maduros de la Biblia sirvieron originalmente de contribuyentes regulares a sus columnas. La revista fue dedicada a Jehová y a los intereses del reino de Dios. Se colocaba la confianza en Dios, como se indica, por ejemplo, cuando se dijo en el segundo número: “‘Zion’s Watch Tower’ tiene, según creemos, a JEHOVÁ como su apoyador, y mientras éste sea el caso nunca mendigará ni hará petición a los hombres por apoyo. Cuando Aquel que dice: ‘Todo el oro y la plata de las montañas son míos,’ deje de proveer los fondos necesarios, entonces entenderemos que habrá llegado el tiempo de suspender la publicación.” Nunca ha sido suspendida la publicación. En vez de eso, la impresión ha aumentado a un promedio de más de 8.500.000 ejemplares de cada número para fines de 1974.
La resolución firme de defender y declarar la verdad bíblica había resultado en la bendición divina para aquellos estudiantes de la Biblia de los años setenta del siglo pasado. A pesar de que había crecido mucha “hierba mala” religiosa en el campo mundial, Dios había entrado en acción para identificar el “trigo” o los verdaderos cristianos. (Mat. 13:25, 37-39) Innegablemente Jehová estaba llamando a las personas “de la oscuridad a su luz maravillosa.” (1 Ped. 2:9) En 1879 y 1880 C. T. Russell y sus asociados fundaron unas treinta congregaciones en Pensilvania, Nueva Jersey, Nueva York, Massachusetts, Delaware, Ohio y Michigan. Russell mismo hizo arreglos para hacer visitas personales a cada congregación. Según su programa tenía una o varias reuniones bíblicas con cada grupo.
Aquellas primeras congregaciones fueron llamadas “ecclesias” (del griego ekklesía, que significa “congregación”) y a veces se les llamó “clases.” Todos los miembros de las congregaciones votaban como congregación sobre ciertos asuntos y también elegían una junta de ancianos, que tenían la responsabilidad de dirigir los asuntos de las congregaciones. Las ecclesias estaban vinculadas entre sí por aceptar el modelo o patrón de actividad de la congregación de Pittsburgo, donde C. T. Russell y otros escritores de la Watch Tower eran ancianos.
Jesucristo ‘predicó liberación a cautivos aprisionados.’ (Luc. 4:16-21; Isa. 61:1, 2) Para que personas de corazón honrado del siglo diecinueve obtuvieran la libertad que Dios da, era necesario que se denunciara el error religioso. Zion’s Watch Tower cumplía con ese propósito. Sin embargo, hubo otra cosa que ayudó a satisfacer esa necesidad... los “Tratados para Estudiantes de la Biblia” (también llamados “Antigua teología trimestral”), escritos en 1880 y después por Russell y sus colegas. Estos tratados se suministraban gratis para que los lectores de la Watch Tower los distribuyeran.
C. T. Russell y sus asociados creían que estaban en el tiempo de la siega, y ellos eran pocos... solo unos cien en 1881. Pero la gente necesitaba verdad libertadora, y por la bondad inmerecida de Dios la iban a recibir. “Se solicitan 1.000 predicadores” fue el título notable de un artículo de la Zion’s Watch Tower de abril de 1881. A los que podían dar la mitad de su tiempo o más exclusivamente a la obra del Señor, se les sugirió: “Salir a las ciudades grandes o pequeñas, según su habilidad, como Repartidores o Evangelizadores, buscando en todo lugar a los cristianos sinceros, muchos de los cuales tendrán un celo por Dios, pero no según conocimiento; a éstos tratar de manifestar las riquezas de la gracia de Nuestro Padre, y las hermosuras de Su palabra, dándoles tratados.” Entre otras cosas, estos repartidores (llamados en inglés colporteurs, predecesores de los publicadores precursores de hoy) habían de obtener suscripciones a la Watch Tower. Por supuesto, no todos los lectores de la Watch Tower podían ser predicadores de tiempo cabal, o que dedicaran todo su tiempo a la obra. Sin embargo, no se dejaba fuera a los que no pudieran dedicar todo su tiempo, porque se les dijo: “Si usted tiene media hora, o una hora, o dos, o tres, usted puede usarlas y esto será aceptable al Señor de la siega. ¿Quién puede prever las bendiciones que quizás fluyan de una hora de servicio bajo la dirección de Dios?”
Los deseados mil predicadores no respondieron entonces a la llamada a acción. (Durante 1885 hubo unos 300 repartidores.) Pero los siervos de Jehová sabían que debían predicar las buenas nuevas. Apropiadamente, Zion’s Watch Tower de julio y agosto de 1881 declaró: “¿Está usted predicando? Creemos que ninguno será de la manada pequeña aparte de los predicadores. . . . Sí, a todos se nos llamó para sufrir con él y para proclamar esas buenas nuevas ahora, para que al tiempo debido seamos glorificados y llevemos a cabo las cosas que ahora se predican. No se nos llamó, ni ungió para recibir honra y para acumular riquezas, sino para gastar y ser gastados, y para predicar las buenas nuevas.”
En aquel mismo año —1881— C. T. Russell completó dos folletos grandes. Uno se intitulaba “Tabernacle Teachings” (Enseñanzas del tabernáculo). El otro —Food for Thinking Christians (Alimento para cristianos pensadores)— denunciaba ciertos errores doctrinales y explicaba el propósito divino.
Originalmente la impresión de tratados y de Zion’s Watch Tower fue hecha casi enteramente por firmas comerciales. Pero si se había de dar expansión a la distribución de literatura, y si los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová) habían de recibir contribuciones para efectuar la obra, se necesitaría alguna forma de sociedad. Por eso, a principios de 1881 se estableció la Sociedad Zion’s Watch Tower Tract como cuerpo no incorporado con C. T. Russell como su administrador. Él y otros contribuyeron generosamente unos 35.000 dólares para poner en funcionamiento esta organización de imprenta. Durante 1884 la Sociedad que anteriormente no estaba incorporada fue incorporada como la Zion’s Watch Tower Tract Society (Sociedad de Tratados La Torre del Vigía de Sión), y Russell fue su presidente. Hoy esta corporación religiosa es conocida como la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania (Sociedad de Biblias y Tratados la Torre del Vigía, de Pensilvania).
“El propósito con que se constituye la corporación,” dijo su escritura de constitución, “es: diseminar verdades de la Biblia en diferentes idiomas por medio de publicar tratados, folletos, papeles y otros documentos religiosos, y valiéndose de cualquier otro medio legal que su Junta Directiva, debidamente nombrada, considere conveniente para el adelanto del propósito expresado.”
El “diseminar verdades de la Biblia” dio un notable paso adelante con una serie de libros intitulados “Millennial Dawn” (La Aurora del Milenio) (más tarde llamados “Studies in the Scriptures” [Estudios de las Escrituras]). El tomo I, escrito por C. T. Russell en lenguaje fácilmente entendible, se publicó en 1886. Fue llamado primero “The Plan of the Ages” (El Plan de las Edades) y más tarde “The Divine Plan of the Ages” (El Plan Divino de las Edades) y trató temas como “La Existencia Establecida de un Supremo e Inteligente Creador,” “Venida de Nuestro Señor—Su Objeto, la Restitución de todas las Cosas,” “El Día del Juicio,” “El Reino de Dios” y “El Día de Jehová.” Durante un período de cuarenta años se distribuyeron seis millones de ejemplares de esta publicación, y éstos ayudaron a centenares de sinceros buscadores de la verdad a salir del cautiverio a la religión falsa y entrar en la libertad cristiana.
Con el transcurso del tiempo, C. T. Russell escribió otros cinco libros de la serie “Millennial Dawn.” Fueron: el tomo II, The Time Is at Hand (El tiempo ha llegado) (1889); el tomo III, Thy Kingdom Come (Venga a nos tu Reino) (1891); el tomo IV, The Battle of Armageddon (La batalla de Armagedón) (1897; originalmente llamado “The Day of Vengeance” [El día de la venganza]); el tomo V, The At-one-ment Between God and Man (La propiciación entre Dios y los hombres) (1899); el tomo VI, The New Creation (La nueva creación) (1904). Russell no sobrevivió para escribir un séptimo tomo de esta serie que se proponía producir.
¡Qué respuesta hubo a estas publicaciones cristianas! El espíritu de Dios impulsó a algunos individuos a entrar en acción. En algunos casos hubo un rápido retirarse de la religión falsa. “La verdad en él me cautivó el corazón inmediatamente,” escribió una señora en 1889, después de leer un tomo de Millennial Dawn. “Inmediatamente me aparté de la Iglesia Presbiteriana en la cual por largo tiempo había estado buscando a tientas la verdad en la oscuridad, sin encontrarla.” Un clérigo escribió en 1891: “Después de predicar en la iglesia M[etodista] E[piscopal] por tres años, mientras siempre buscaba solícitamente la verdad, ahora puedo, por la ayuda de Dios, ‘salir de ella.’”—Rev. 18:4.
En los pensamientos que otros le expresaron a la Sociedad por carta se despliega un profundo deseo de predicar las buenas nuevas. Por ejemplo, en 1891 un hombre y su esposa escribieron: “Hemos consagrado todo cuanto tenemos al Señor y a su servicio para que se use para la gloria de él; y, si es la voluntad del Señor, voy a tratar de emprender la obra de repartidor tan pronto como pueda hacer los arreglos para ello, y si el Señor acepta mi servicio y me bendice al hacer su obra, entonces dejaremos de mantener una casa y tanto mi esposa como yo participaremos en la obra de la siega.”
Muy interesante fue la correspondencia que la Sociedad recibió en 1894 de un hombre que había obtenido tomos de Millennial Dawn de dos repartidoras. Él leyó los libros, pidió más ejemplares, se suscribió a Zion’s Watch Tower, y se sintió impulsado a escribir: “Mi querida esposa y yo hemos leído estos libros con el interés más profundo, y consideramos una dádiva de Dios y una gran bendición el que hayamos tenido la oportunidad de recibirlos. En verdad son una ayuda para el estudio de la Biblia. Las grandes verdades reveladas en el estudio de esta serie sencillamente han cambiado por completo nuestros anhelos terrenales; y, dándonos cuenta, hasta cierto grado por lo menos, de la gran oportunidad de hacer algo por Cristo, es propósito nuestro valernos de esta oportunidad por medio de repartir estos libros, primero, entre nuestros parientes más cercanos y amigos, y luego entre los pobres que desean leerlos pero no tengan con qué comprarlos.” Esta carta estaba firmada por J. F. Rutherford, que se dedicó a Jehová doce años después y con el tiempo sucedió a C. T. Russell como presidente de la Sociedad Watch Tower.
LA CASA BÍBLICA
Los Estudiantes de la Biblia tuvieron oficinas centrales originalmente en el número 101 de la avenida Quinta, en Pittsburgo, y después en el 44 de la calle Federal, en Allegheny, Pensilvania. Para fines de los años ochenta del siglo pasado, sin embargo, la aceleración en la obra de publicar las buenas nuevas y recoger a las personas con cualidades de oveja hizo necesario que hubiera expansión. Por eso, el pueblo de Jehová construyó su propio edificio. Este edificio de ladrillo de cuatro pisos situado en el número 56-60 (más tarde cambiado a 610-614) de la calle Arch, en Allegheny, fue completado en 1889 al costo de 34.000 dólares y fue conocido como “Bible House” (Casa Bíblica). Originalmente tuvo el título de la propiedad la Compañía Tower Publishing, una empresa particular administrada por C. T. Russell que por varios años publicó literatura para la Sociedad Watch Tower a un precio convenido. En abril de 1898 la propiedad de este establecimiento y los bienes raíces fueron transferidos por donación a la Sociedad Watch Tower, y su junta de directores tasó en 164.033,65 dólares el edificio y el equipo.
La Casa Bíblica sirvió de oficina central de la Sociedad por aproximadamente veinte años.
“¿Qué clase de experiencia era vivir en la Casa Bíblica en 1907?” pregunta Ora Sullivan Wakefield. Contestando su propia pregunta, dice, en parte: “Éramos solo treinta en la ‘familia’ y puesto que el grupo era pequeño era verdaderamente una familia. . . . Todos comíamos, dormíamos, trabajábamos y adorábamos en aquel solo edificio. La capilla también tenía un lugar que servía para bautismos debajo de la plataforma.”
¡Imagínese! Allá en 1890 había solo unos cuatrocientos asociados activos de la Sociedad Watch Tower. Pero el espíritu santo de Jehová estaba obrando y produciendo excelentes resultados. (Zac. 4:6, 10) Por consiguiente, los años noventa fueron tiempos de aumento. De hecho, centenares de personas se reunieron para la conmemoración de la muerte de Jesucristo el 26 de marzo de 1899, y un informe incompleto da la cifra de 339 grupos con 2.501 participantes. Ciertamente las personas de cualidades de oveja estaban apresurándose a entrar “en el aprisco.”—Miq. 2:12.
El desarrollo de la obra de predicar había sido estimulado por el viaje de C. T. Russell al extranjero en 1891. En este viaje de más de 27.300 kilómetros él y sus acompañantes fueron a Europa, Asia y África. Después de eso se estableció un almacén de publicaciones en Londres. Además, se hicieron arreglos para publicar la literatura de la Sociedad en alemán, francés, sueco, danés-noruego, polaco, griego y, más tarde, en italiano.
“VAMOS A LA CASA DE JEHOVÁ”
David se regocijaba cuando se decía: “Vamos a la casa de Jehová.” (Sal. 122:1) Se puede comparar con esto el deleite que sentían los primeros Estudiantes de la Biblia al congregarse para reuniones y asambleas. (Heb. 10:23-25) Había muchas recompensas espirituales, pero una cosa siempre faltaba... el platillo de las colectas. A todas las reuniones y asambleas de los testigos cristianos de Jehová aplica el lema “Asientos gratis; no se hacen colectas.” Y eso es muy correcto, en vista de estas palabras de Jesucristo: “Recibieron gratis, den gratis.” Las contribuciones voluntarias han servido para cubrir todo gasto asociado con los lugares de reunión del pueblo de Jehová.—Mat. 10:8; 2 Cor. 9:7.
Supongamos que acompañamos a nuestros compañeros de creencia del pasado mientras viajan a sus reuniones semanales. “Antes y después del principio de este siglo,” comenta Ralph H. Leffler, “eran muy, muy pocas las reuniones que nos perdíamos. En aquellos días no teníamos automóviles. La única manera en que nosotros los que vivíamos en el campo a unos ocho kilómetros del pueblo podíamos llegar a las reuniones era o caminando . . . o usando un cochecillo tirado por un caballo. Muchas, muchas veces usamos un cochecillo o coche corriente para el viaje de ida y vuelta de más de quince kilómetros dos veces cada domingo para asistir a las reuniones. Año tras año, verano e invierno, bajo lluvia o sol, nos dábamos cuenta de que teníamos el privilegio de aprender cada vez más y más acerca de las verdades de la Biblia y fortalecer nuestra fe. No queríamos perder ninguna oportunidad de asociarnos con otras personas de la misma fe.” Hazelle y Helen Krull declaran: “Cuando la nieve cubría el suelo íbamos en trineo tirado por caballo, y cubríamos el caballo con una frazada durante la reunión. A veces el caballo esperaba pacientemente y a veces pateaba con impaciencia.”
¿Cómo eran aquellas reuniones del principio? Una de ellas se basaba en Tabernacle Shadows of the Better Sacrifices, (Sombras del Tabernáculo de los Sacrificios Mejores) publicado originalmente por la Sociedad en 1881. Esta publicación consideraba el significado profético del tabernáculo de Israel y los sacrificios que se ofrecían allí. Hasta los niñitos se beneficiaban mucho de estos estudios. Sara C. Kaelin, recordando estas reuniones como se celebraron en cierto hogar, dice lo siguiente: “El grupo había aumentado y a veces los niños tenían que sentarse en los escalones que llevaban al piso alto, pero todos tenían que aprender y contestar preguntas. ¿Qué representaba el toro? ¿El Patio? ¿El Santo? ¿El Santísimo? ¿El Día de la Expiación? ¿El sumo sacerdote? ¿El subsacerdote? Quedaba tan grabado en nuestra mente que podíamos visualizar al sumo sacerdote ejecutando sus deberes y sabíamos lo que aquello significaba.”
Los miércoles por la noche se celebraban “Reuniones de las Cabañas.” Estas también llegaron a conocerse como Reuniones de Oración, Alabanza y Testimonio. De ellas Edith R. Brenisen escribe: “Después de un himno y una oración, el que dirigía leía un texto bíblico apropiado, hacía unos comentarios, y entonces la reunión pasaba a los hermanos para que comentaran como quisieran. A veces era una experiencia gozosa que habían tenido en la obra del servicio o alguna evidencia de dirección o protección especial de Jehová. Uno tenía libertad para ofrecer una oración o pedir que se cantara cierto himno, cuyas palabras a menudo expresaban los pensamientos del corazón de uno mejor de lo que uno pudiera hacerlo. Era una noche para meditar en el cuidado amoroso de Jehová y para asociarnos estrechamente con nuestros hermanos y hermanas. Mientras escuchábamos algunas de sus experiencias llegábamos a conocerlos mejor. El observar su fidelidad, ver cómo vencían sus dificultades, a menudo nos ayudaba a resolver algunas de nuestras propias perplejidades.” Esta reunión fue precursora de lo que desde entonces ha llegado a ser la reunión de servicio, que celebran hoy los testigos de Jehová cada semana y que tan útil les es en su obra de predicar.
En aquellos días del principio, los viernes por las noches se celebraban los “Círculos de la Aurora.” Estos estudios bíblicos se llamaban así debido a que se usaban tomos de Millennial Dawn (La Aurora del Milenio). Ralph H. Leffler recuerda que se acostumbraba dedicar la noche del domingo a un estudio bíblico o un discurso acerca de las Escrituras. Era posible que se pronunciara lo que se conocía como un “discurso del mapa.” ¿Qué era esto? El hermano Leffler explica: “Debajo de la cubierta anterior del tomo I de Estudios de las Escrituras había una tabla gráfica larga . . . Aquella tabla se amplió al tamaño de un letrero largo . . . y podía comprarse de la Casa Bíblica en Allegheny, Pensilvania. Aquella tabla gráfica se colgaba de la pared frente al auditorio para que todos la vieran mientras el discursante de la ocasión explicaba sus muchos arcos y pirámides. La tabla era una ilustración gráfica de los principales acontecimientos bíblicos desde la creación del hombre hasta el fin del milenio y el principio de las ‘edades o épocas venideras.’ . . . Aprendíamos mucho acerca de la historia bíblica por medio de estos discursos del ‘mapa.’ Y se pronunciaban con frecuencia.”
Los “discursos del mapa” se podían presentar en los lugares de reunión corrientes del pueblo de Jehová o en otros lugares. ¿Eran eficaces estos discursos? C. E. Sillaway recuerda lo siguiente: “Los discursos tienen que haber llevado algún fruto, porque el grupito creció de seis adultos a unos quince en menos de dos años.” En cierta ocasión, William P. Mockridge pronunció un discurso del mapa en una iglesia bautista en Long Island City, Nueva York, “con el resultado de que varios miembros de la iglesia [del predicador bautista] entraron en la verdad y el ministro . . . C. A. Erickson también entró en la verdad y llegó a ser uno de los oradores . . . viajantes de la Sociedad.”
La conmemoración anual de la muerte de Jesucristo ofrecía a los Estudiantes de la Biblia de aquellos principios oportunidades de celebrar asambleas. (1 Cor. 11:23-26) Una de aquellas reuniones se celebró en Allegheny, Pensilvania, del 7 al 14 de abril de 1892. En el auditorio hubo unos 400 siervos de Jehová y personas que mostraban interés de unos veinte estados y de Manitoba, Canadá. Desde entonces, por supuesto, se han celebrado asambleas del pueblo de Dios espiritualmente recompensadoras en muchas ciudades por los Estados Unidos y el mundo. ¡Y cómo ha hecho crecer las cosas Jehová! ¡La Asamblea Internacional “Voluntad Divina” de los Testigos de Jehová en 1958, atrajo a la ciudad de Nueva York un auditorio combinado de 253.922 personas de más de 123 países al Estadio Yanqui y el Polo Grounds!
ANIMOSOS Y DE CORAZÓN FUERTE EN EL SERVICIO DE DIOS
“¡Se desean voluntarios!”... ése fue el notable título de un artículo de Zion’s Watch Tower del 15 de abril de 1899. En él se proponía un nuevo método de diseminar las verdades bíblicas... uno que indudablemente sorprendería al clero de la cristiandad. Para participar en esta obra, se tendría que ser animosos y de corazón fuerte. (Sal. 31:24) El pueblo de Jehová de aquel tiempo recibió la oportunidad de participar en una distribución gratuita, en escala grande, de 300.000 ejemplares de un nuevo folleto intitulado “The Bible vs. Evolution” (La Biblia contra la evolución). Este se entregaría a la gente cuando salieran de las iglesias los domingos. Voluntarios cristianos por miles respondieron de todo corazón, y se hizo una gran obra en los Estados Unidos, Canadá y Europa.
Esta obra voluntaria continuó por años, especialmente los domingos, y con el tiempo llegó a incluir la distribución de tratados de casa en casa. Se publicaban nuevos tratados por lo menos dos veces al año y se entregaban por millones a los que asistían a las iglesias. Desde 1909 en adelante, la Sociedad Watch Tower presentó una nueva serie de tratados llamados “Peoples Pulpit” (El púlpito de la gente) (que después fue llamado “Everybody’s Paper” [El periódico de todos] y más tarde “The Bible Students Monthly” [Mensuario de los Estudiantes de la Biblia]). Por medio de estos tratados mensuales se denunciaba el error religioso, se explicaban verdades bíblicas y se advertía a las naciones acerca del año muy significativo de 1914. Caricaturas e ilustraciones hacían más eficaces estos tratados. Por medio de esta distribución de tratados, los siervos de Dios se hicieron cada vez más conocidos al público, y llegaron a ser conocidos extensamente como Estudiantes de la Biblia y Estudiantes Internacionales de la Biblia.
“Cada clase tenía un Capitán Voluntario que planeaba la obra,” dice Edith R. Brenisen, “y a los trabajadores se les llamaba Voluntarios. . . . Pasábamos los domingos por la mañana en esta obra de voluntarios. Íbamos a las puertas de las iglesias. Entregábamos los tratados a la gente a medida que salían de las iglesias. . . . A las doce en punto, mientras la gente salía, les entregábamos la literatura y entonces esperábamos hasta la una para rendir el mismo servicio a los que permanecían allí para la escuela dominical. Casi todos tomaban los tratados. Algunos arrojaban el suyo al suelo, y por supuesto, nosotros los recogíamos. El mensaje que contenían los tratados era ‘Salid de ella, pueblo mío.’”
Se pasaban muchas noches agradables preparando los tratados para la distribución. Margaret Duth recuerda las noches en las cuales compañeros cristianos se reunían en su hogar con ese fin, y escribe: “Abríamos la mesa del comedor a toda su extensión y algunos de nosotros separábamos los tratados mientras otros los doblaban; otro grupo estampaba en ellos la hora y el lugar del discurso del domingo por la tarde.”
Después venía la distribución misma. Según Samuel Van Sipma, ésta “era una actividad de los Estudiantes de la Biblia en la cual casi todos participábamos.” Añade: “Muchos de nosotros nos levantábamos temprano el domingo por la mañana [como a las cinco] y dejábamos tratados en las entradas o debajo de la puerta de los hogares en una sección asignada de territorio; dos o cuatro por lo general trabajábamos juntos. Por supuesto, también se distribuían tratados en otras ocasiones . . . Algunos, sin equivocarse, han llamado a esta actividad de los tratados una de esparcir piedras preciosas como el rocío matutino, y sin duda alguna muchos individuos ciertamente fueron refrescados como resultado de leer estas inspiradoras páginas de verdad divina.”
Hasta los niños cristianos participaban en la obra de distribuir los tratados. Grace A. Estep recuerda que ella y sus dos hermanos mayores “subían de puntillas a las entradas de las casas los domingos por la mañana y metían los tratados por debajo de las puertas.” Ciertamente era posible encontrarse con oposición, según continúa diciendo la hermana Estep: “A veces, de repente se abría una puerta y aparecía una persona mayor que era un verdadero gigante, y por lo general salía gritando insultos y a veces nos hacía correr con escobas o bastones o brazos que azotaban el aire, y nos amenazaba para que no nos atreviéramos a volver jamás. . . . Sin embargo, en algunas ocasiones alguien aceptaba el tratado o se sonreía con nosotros, y entonces nos apresurábamos a casa a decírselo a nuestros padres.”
El uso de tratados produjo buenos resultados. Por ejemplo, Victor V. Blackwell nos dice: “Fue un tratado lo que llevó la verdad del Reino a nuestro hogar. Un tratado fue el principio de un sólido fundamento de verdad bíblica para mi padre, mi madre, para mí mismo y los hijos, además de muchas otras personas que aceptaron y abrazaron la información inspiradora de verdadera esperanza y fe acerca del gobierno del Reino para toda la humanidad.”
UTILIZANDO LA PRENSA PÚBLICA
“Otro rasgo [de la obra] que no puede pasarse livianamente por alto,” dice George E. Hannan, “fue la publicación de los sermones del Pastor Russell en los periódicos.” Se organizó un sindicato periodístico internacional que presentaba los sermones de C. T. Russell. Aunque Russell estuviera viajando, semanalmente enviaba a este grupo sindicado, compuesto de cuatro miembros del personal de la central de la Sociedad, un sermón de aproximadamente dos columnas periodísticas de largo. Ellos, en cambio, lo telegrafiaban de nuevo a periódicos de los Estados Unidos, Canadá y Europa. La Sociedad pagaba el gasto telegráfico, pero el espacio periodístico se suministraba gratis.
Una publicación llamada “The Continent” declaró lo siguiente en cierta ocasión acerca de C. T. Russell: “Se dice que cada semana sus escritos tienen mayor circulación periodística que los de cualquier otro hombre viviente; indudablemente mayor que la circulación combinada de los escritos de todos los sacerdotes y predicadores de la América del Norte; y aun mayor que la obra de Arthur Brisbane, Norman Hapgood, George Horace Lorimer, el Dr. Frank Crane, Frederick Haskins, y otra docena de los más conocidos redactores y escritores sindicados puestos juntos.” Pero lo importante no era Russell como hombre. La amplia circulación de las buenas nuevas era vitalmente significativa. “Más de 2.000 periódicos, con una circulación combinada de quince millones de lectores, publicaron en cierto tiempo sus discursos,” dijo The Watch Tower del 1 de diciembre de 1916. “En total, más de 4.000 periódicos publicaron estos sermones.” Esto era pues, otro medio de esparcir las verdades bíblicas.
“OBRA DE EXTENSIÓN DE LAS CLASES”
Las valerosas actividades de los siervos de Jehová se intensificaron a medida que otro rasgo de su obra se manifestó en 1911. Esta obra, conocida como la “obra de extensión de las clases,” fue una extensa campaña de discursos públicos. Cuarenta y ocho ministros viajantes empezaron esta nueva obra, al ser enviados en rutas asignadas como oradores públicos. Pero la “obra de extensión de las clases” envolvía más que esto. Se obtenían los nombres y las direcciones de las personas que mostraban interés y asistían a las conferencias, y estos individuos eran visitados en sus hogares por Estudiantes de la Biblia, todo en un esfuerzo por recoger a éstos y formar nuevas congregaciones. Los repartidores ayudaban a organizar estas congregaciones, y se formaron muchas nuevas. De hecho, para 1914 funcionaban 1.200 congregaciones relacionadas con la Sociedad Watch Tower por toda la Tierra.
“Una vez que se obtenía el uso de un salón para un discurso público,” dicen Hazelle y Helen Krull, “hacíamos arreglos para publicar anuncios en los periódicos semanales y visitábamos a la gente para invitarla personalmente. También colocábamos a la entrada del salón un cartel, con un anuncio de la reunión escrito en tiza. En muchos de estos salones solo había luz de lámpara. Si en la reunión inicial se mostraba interés, pronunciábamos otros discursos después. Nos asegurábamos de saludar y hablar personalmente con cada persona del grupito que se reunía (y por lo general era un grupo pequeñito) y visitar los hogares de los que mostraban interés para aumentar su interés.”
VIAJANDO CON LOS PEREGRINOS
En la fecha temprana de 1894, veintiún representantes viajantes de la Sociedad Watch Tower fueron enviados para celebrar reuniones públicas y edificar espiritualmente a las congregaciones de Estudiantes de la Biblia. Estos viajaban en una ruta fija, y a medida que el número de congregaciones creció, más peregrinos, como se les llamaba, fueron enviados. Los peregrinos atendieron los intereses del pueblo de Dios desde la década de los noventa del siglo diecinueve hasta fines de la década de los veinte del siglo veinte. Tenían una actitud como la de Pablo, quien dijo a cristianos romanos: “Anhelo verlos, para impartirles algún don espiritual a fin de que sean hechos firmes; o, más bien, para que haya un intercambio de estímulo entre ustedes, por cada uno mediante la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía.”—Rom. 1:11, 12.
Las características personales de los peregrinos viajantes variaban, como variaron las de los apóstoles de Jesucristo. (Luc. 9:54; Juan 20:24, 25; 21:7, 8) “El hermano Thorn se comportaba con gran mansedumbre, era un hombrecito que presentaba una muy bien arreglada apariencia, y lucía una pequeña barba puntiaguda,” comenta Grant Suiter, y añade: “Los peregrinos presentaban una apariencia impresionantemente nítida. . . . Lo más importante era que ayudaban a los que les escuchaban a desarrollar fe en la Palabra de Dios.” Cuando Harold B. Duncan vio por primera vez al hermano Thorn, “quedó una impresión duradera de amor.” El hermano Duncan dice: “Su discurso al grupo era como el habla de un padre que estuviera dando consejo amoroso y afectuoso a sus hijos e hijas, y nietos, como si fuera a la manera de un patriarca de la antigüedad.”
Grace A. Estep recuerda lo siguiente: “Al hermano Hersee le agradaba mucho la música, y después que nosotros los niños habíamos sido enviados a la cama, mamá tocaba el piano, papá el violín, y el hermano Hersee cantaba los ‘himnos.’ . . . De los otros a quienes conocíamos y amábamos tanto —el hermano [Clayton J.] Woodworth, el hermano Macmillan y otros cuyas vidas eran tan excelente ejemplo de perseverancia— hay un afecto especial para el hermano Van Amburgh. Él estaba tan lleno de gentileza y ternura para con los ‘muy amados’ que muchas veces me hacía pensar en que así debería haber sido el amado apóstol Juan.”
Mirando atrás a los días de su juventud cuando hermanos peregrinos se alojaban en su hogar, Ethel G. Rohner declara: “Siempre estaban interesados en nosotros los jóvenes... también en mi hermana y mi hermano. Sus visitas eran siempre un gozo para nosotros. Como jovencita, me impresionaba hasta cierto grado la tranquila confianza y fe de ellos... que aceptaban todas las cosas como la voluntad de Jehová. Realmente dejaron para nosotros los jóvenes un excelente ejemplo de fortaleza y fe cristiana.”
Indudablemente muchos de los peregrinos también inspiraron afecto en sus compañeros de creencia porque se comportaban como “en su casa” cuando visitaban. “¿Qué hacía tan agradable la visita?” pregunta Mary M. Hinds. Contesta: “Terminados los saludos, el peregrino le hace preguntas a papá acerca de las reuniones públicas, si tiene o no preguntas en cuanto a los artículos de The Watch Tower, cómo van las cosas en el pueblecito, si hay otra persona que esté mostrando interés desde la última visita, y otras preguntas rutinarias. Por unos momentos dirige la atención a nosotros los niños (tres de nosotros para este tiempo) antes de retirarse a su habitación. ‘¡Qué amable es! ¡Nos habla!’ Quedamos emocionados y con un buen principio para disfrutar de cada minuto de su visita a nosotros, un período que por lo general era de un día o dos. Pudiera ser Benjamin Barton, que me ha dado una tarjeta postal que trajo de la asamblea de 1910 en Chatauqua Lake, y él ha pegado su fotografía detrás. O quizás el hermano J. A. Bohnet le ha hecho una cometa a mi hermano y está ayudándolo a hacerla volar. . . . Quizás el hermano A. H. Macmillan toma un momento para ir con nosotros al sembrado de maíz y seleccionar seis buenas mazorcas de maíz para su comida.”
“Algunos de los peregrinos tenían peculiaridades personales que, por supuesto, se notaban,” admite Harold P. Woodworth, “pero había cualidades sobresalientes... dádivas del espíritu santo que dejaban una influencia profunda y duradera.” La hermana Newell, esposa del hermano Earl E. Newell, dice: “Nunca jamás olvidaré una declaración que hizo el hermano Thorn que me ha ayudado hasta este día. Dijo, y cito: ‘Cuando llego a pensar demasiado de mí mismo, me llevo a un rincón, por decirlo así, y me digo: “Mira, motita de polvo. ¿Qué tienes para que se te suba el orgullo?”’” Un rasgo notable, ciertamente, porque “el resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida.”—Pro. 22:4.
A estos peregrinos viajantes no les era cosa fácil viajar de un lugar a otro continuamente. Acerca de los viajes de su esposo Edward, que en un tiempo rindió servicio de peregrino, Edith R. Brenisen escribió: “Con frecuencia para llegar a algunos de los lugares remotos era necesario viajar por tren, diligencia, carretas de toda clase y hasta a caballo. Algunos de aquellos viajes eran muy emocionantes. . . . Una asignación fue en Klamath Falls, Oregón, o cerca. Para llegar a aquel lugar después de viajar parte de la distancia por tren él tuvo que hacer un viaje de toda la noche por diligencia. El día siguiente lo recibió en un pueblecito un hermano que lo esperaba en un buckboard. (Por si usted nunca ha visto uno ni ha viajado en uno, le diré que es solo un carro de madera montado sobre cuatro ruedas fijadas sobre los ejes, sin muelles o resortes. Si antes de viajar en él a uno no le dolía la espalda, no cabe duda de que después sí le dolería.) Hicieron un largo viaje montañas adentro y llegaron a la hacienda del hermano en un hermoso valle al lado de un río montañés.”
¿Qué se puede decir acerca de aquella visita de peregrino en particular? La hermana Brenisen añade: “Pronto el patio estuvo repleto de coches y carros de toda clase, que traían a los hermanos desde lejos para oír al peregrino. La reunión empezó a las tres en punto con un discurso de dos horas, después de lo cual se les invitó a hacer preguntas, y hubo muchas. Sí hubo una pausa lo suficientemente larga como para una buena cena que las hermanas habían provisto, y después hubo otro discurso de dos horas, seguido de más preguntas.” Aquella noche las hermanas durmieron en la casa y los hermanos sobre el heno. En la casa se había reservado un cuarto para el peregrino, pero el hermano Brenisen prefirió irse a la granja junto con los hermanos. “Vino la mañana,” dice la hermana Brenisen, “y después de un buen desayuno el hermano ensilló tres caballos, uno para cargar cosas y los otros para ellos. Para llegar al tren que les llevaría a su siguiente asignación tuvieron que hacer un viaje de casi cien kilómetros a través del terreno inculto a la estación de ferrocarril más cercana. Algún tiempo después Edward recibió de la hermana una carta en que ésta le decía que después que él salió ella fue a la granja a recoger la almohada y allí estaba con la impresión que la cabeza de él había hecho en ella. Cuando ella la levantó, precisamente debajo de aquel lugar estaba una gran culebra de cascabel bien enroscada; había disfrutado del calor de la cabeza de él. A la culebra no le gustó que la hubieran perturbado y lo mostró. ¡Ciertamente muchas veces es mejor no saber de ciertas cosas!”
¿Qué se dice de los discursos de los peregrinos? ¿Cómo eran? Acerca de un peregrino, el hermano Toutjian, Ray C. Bopp dice: “Este hermano era un instructor. Enseñaba por medio de ilustraciones. . . . [Tenía] un modelo a escala del tabernáculo del desierto y lo colocaba sobre una mesa . . . El santo, el santísimo, el patio con el altar de la ofrenda quemada y la palangana estaban encerrados con una valla de tela de unos diez centímetros de altura que colgaba como cortinas de pequeñas barras de metal. Él colocaba en sus lugares correctos figurillas de sacerdotes en vestiduras auténticamente representadas y las movía mientras ejecutaban sus funciones . . . [mientras el hermano Toutjian] describía cada observancia con su significado profético, basándose en el libro de consulta Sombras del Tabernáculo.”
“Siempre se hacían arreglos para tener un discurso público,” comenta Mary M. Hinds, “y frecuentemente los peregrinos pronunciaban un discurso acerca del Mapa, explicando las ‘dispensaciones’ y ‘edades’ o ‘épocas’ marcadas en él. Por lo menos un hermano, M. L. Herr, tenía una conferencia ilustrada. Usando diapositivas, hacía que la pequeña Ruthie de su discurso viniera a la vida por medio de la resurrección. Sí, estos hermanos hacían impresiones que duraban toda la vida; eran el eslabón que conectaba en aquellos días a la oficina central de esta organización creciente con los suscritores aislados de la Watch Tower y las ‘ecclesias’ que estaban siendo organizadas.” Ollie Stapleton expresa su sentir, diciendo: “Estas visitas eran ocasiones para edificación e instrucción espiritual, y nos ayudaban a trabajar en unidad más estrecha con la organización de Jehová.”
EXPANSIÓN AL ACERCARSE EL FIN DE LOS TIEMPOS DE LOS GENTILES
Al encontrarse los Estudiantes de la Biblia en la primera década del siglo veinte, sabían que a las naciones se les estaba acabando el tiempo. Por mucho tiempo el pueblo de Dios había esperado el año 1914 como aquel en que terminarían los 2.520 años de los Tiempos de los Gentiles. (Luc. 21:24, Versión Moderna) Ahora faltaban muy pocos años para aquello, y C. T. Russell se preparó para emprender una campaña mundial por todo medio posible como testimonio a las naciones. Pero para tan extensa obra internacional la Casa Bíblica en Allegheny era demasiado pequeña.
Por lo tanto, en 1908 varios representantes de la Sociedad Watch Tower, incluso J. F. Rutherford (que entonces era su consejero jurídico), fueron enviados a la ciudad de Nueva York. ¿Por qué? Para conseguir un local más conveniente, propiedad que Russell mismo había encontrado en un viaje anterior. Esto lo hicieron, comprando el viejo “Plymouth Bethel” (Betel de Plymouth), en 13-17 de la calle Hicks, Brooklyn, Nueva York. Era un edificio misional completado en 1868 por la cercana Iglesia Congregacional de Plymouth, donde Henry Ward Beecher había servido de pastor. La delegación de la Sociedad también compró el viejo edificio arenisco de color pardo-rojizo de cuatro pisos que servía de rectoría en el número 124 de Columbia Heights, a pocas manzanas de distancia.
La antigua residencia de Beecher pronto llegó a ser el nuevo hogar del personal de la central de la Sociedad, más de treinta personas, y fue llamado “Bethel” (Betel), que significa “Casa de Dios.” El edificio remodelado de la calle Hicks llegó a ser conocido como “The Brooklyn Tabernacle” (El Tabernáculo de Brooklyn). En él se ubicaron las oficinas de la Sociedad y un excelente auditorio. El 31 de enero de 1909 hubo 350 personas presentes para la dedicación de la nueva central de la Sociedad.
En Betel estaba el estudio de C. T. Russell. En el piso de abajo estaba el comedor, con una larga mesa que podía acomodar a cuarenta y cuatro personas. Aquí se reunía la familia para cantar un himno, leer el “Voto” y orar juntos antes del desayuno. Al principio del desayuno se leía un texto bíblico del Daily Heavenly Manna for the Household of Faith (Maná celestial diario para la casa de la fe), y esto se consideraba durante el desayuno.
¿Quisiera usted oír el voto que se grababa cada día en sus mentes? Intitulado “Mi voto solemne a Dios,” dice así:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Entre tu dominio en mi corazón cada vez más, y hágase tu voluntad en mi cuerpo mortal. Confiando en la ayuda de tu gracia prometida para auxiliar en todo tiempo de necesidad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, hago este Voto.
“Diariamente recordaré ante el trono de gracia celestial los intereses generales de la obra de la siega, y particularmente la parte de la cual tengo el privilegio de disfrutar en esa obra, y los amados colaboradores del Betel de Brooklyn, y en todas partes.
“Hago el Voto de todavía escudriñar más cuidadosamente, si es posible, mis pensamientos y palabras y hechos, con el fin de estar mejor capacitado para servirte, y a tu rebaño amado.
“Hago el Voto a ti de que me mantendré alerta para resistir todo lo semejante al Espiritismo y Ocultismo, y que, recordando que hay solo dos amos, resistiré estos lazos de toda manera razonable, considerando que son del Adversario.
“Además hago el Voto de que, con las excepciones que se mencionan abajo, en todo tiempo y en todo lugar, me conduciré para con las personas de sexo distinto en privado exactamente como lo haría con ellas en público... en la presencia de una congregación del pueblo del Señor, y hasta donde sea razonablemente posible evitaré estar solo en la misma habitación con una persona de sexo distinto, a menos que la puerta al cuarto esté abierta de par en par: —En el caso de un hermano— esposa, hijos, madre y hermanas exceptuados. En el caso de una hermana... esposo, hijos, padre y hermanos exceptuados.”
La recitación de este voto fue descontinuada más tarde entre el pueblo de Dios en Betel y en todo otro lugar. Sin embargo, los elevados principios incorporados en sus palabras todavía son buenos.
A unas tres manzanas de Betel estaba el Tabernáculo de Brooklyn, un pintoresco edificio de ladrillos rojos que consistía en dos pisos y un sótano. Allí estaban las oficinas generales de la Sociedad, la sala de composición, donde se preparaba el tipo para The Watch Tower, un cuarto para las existencias de literatura y también una sala de envíos. En el segundo piso había un auditorio con asientos para 800 personas. Aquí el hermano Russell hablaba con regularidad.
Por un tiempo el personal de la central de la Sociedad estuvo alojado mayormente en el 124 de Columbia Heights. Más tarde se compró el edificio adjunto en el 122 de Columbia Heights, y así se amplió el hogar Betel. En el año 1911 se completó detrás del edificio una añadidura que se extendía nueve pisos hacia abajo por un precipicio que llegaba a la calle Furman. Suministraba mucho más espacio para viviendas y otras instalaciones o servicios, incluso un nuevo comedor. Para tener el título de aquellas propiedades, en 1909 los siervos de Jehová formaron la People’s Pulpit Association (Asociación del Púlpito de la Gente), conocida ahora como la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Incorporated. Esta y otras corporaciones formadas por el pueblo de Dios en diferentes países cooperan unas con otras y con el cuerpo gobernante de los testigos de Jehová.
‘BENDICIENDO A JEHOVÁ ENTRE LAS MULTITUDES CONGREGADAS’
Las asambleas regulares y otras reuniones públicas de los Estudiantes de la Biblia eran excelentes ocasiones para ‘bendecir a Jehová entre las multitudes congregadas,’ aun como habían hecho en el pasado los siervos de Dios. (Sal. 26:12) ¿Qué clase de acontecimientos eran éstos? Veamos.
‘Aun aquí, en el balcón más alto del mundialmente famoso Teatro Auditorium, hogar de la Gran Opera de Chicago, no hay un asiento desocupado. Mientras miro siete pisos abajo hacia el escenario, a media manzana de distancia, me pregunto si será necesario hacer gran esfuerzo para oír. Después de la introducción por el presidente, Carlos Taze Russell se pone de pie, coloca el dedo índice de su izquierda en la palma de su mano derecha y comienza a hablar en un tono de voz normal. No tiene notas. No hay atril. Se mueve con libertad en la plataforma. Toda palabra se entiende claramente, mientras describe el fin profético de los Tiempos de los Gentiles y la introducción de la Edad Milenaria.’
Esto es lo que recuerda Ray C. Bopp. Es solo un ejemplo. El lugar pudiera haber sido también la sala Royal Albert Hall de Londres, donde C. T. Russell habló a grandes auditorios en mayo de 1910. Además, pudiera haber sido el conocido Teatro Hippodrome de la ciudad de Nueva York, donde Russell habló a un gran auditorio judío el domingo 9 de octubre de 1910. Acerca de ese discurso, el American de Nueva York del 10 de octubre de 1910 dijo, en parte: “El espectáculo extraordinario de 4.000 judíos que aplaudieron entusiásticamente a un predicador gentil, después de haber escuchado un sermón que él les dirigió acerca de la propia religión de ellos, se presentó ayer por la tarde en el Hippodrome, donde el pastor Russell, el famoso director del Tabernáculo de Brooklyn, condujo un servicio muy poco usual.” Veintenas de rabinos y maestros estuvieron presentes. “No hubo preliminares,” dijo el periódico. “El pastor Russell, alto, erecto y con barba blanca, cruzó la plataforma sin introducción, levantó la mano, y su cuarteto doble del Tabernáculo de Brooklyn cantó el himno: ‘El día de alegría de Sión.’” Según se informó, al fin el auditorio se hizo ‘receptivo’ al orador. Después hubo aplauso y finalmente respuesta entusiástica. Al terminar el discurso, Russell hizo otra señal y el coro “entonó las notas singulares y de sonido extranjero del himno de Sión, ‘Nuestra esperanza,’ una de las obras maestras del excéntrico poeta del East Side, Imber.” ¿Qué efecto tuvo esto? Este, según el relato de prensa: “El incidente sin precedente de voces cristianas que cantaban el himno judío fue una tremenda sorpresa. Por un momento los oyentes hebreos quedaron casi sin poder creer lo que oían. Entonces, al asegurarse de que era su propio himno, primero aclamaron y aplaudieron con tanto entusiasmo que la música no se podía oír, y después, a la segunda estrofa, empezaron a cantar también por centenares. Durante lo más intenso del entusiasmo por la dramática sorpresa que preparó, el pastor Russell salió del escenario y la reunión terminó al terminar el himno.”
Los tiempos han cambiado, y lo mismo los puntos de vista cristianos de las profecías bíblicas que en cierto tiempo se pensó que aplicaban a los judíos naturales de nuestro día. Al aumentar la luz que Dios ha dado, su pueblo ha discernido que estas palabras predicen buenas cosas para el “Israel de Dios” espiritual, los seguidores ungidos de Jesucristo. (Rom. 9:6-8, 30-33; 11:17-32; Gál. 6:16) Pero hemos estado repasando el principio del siglo veinte, y así eran las cosas en aquellos días.
Puesto que el hermano Russell era tan extensamente conocido y habló a grandes auditorios en muchas ocasiones, usted quizás se pregunte qué impresión causaría el oírlo. “¡Qué diferente del predicador ordinario!” exclama C. B. Tvedt, y añade: “No había oratoria, no había emocionalismo. No había súplicas histéricas por conversiones. ¡Había algo mucho más eficaz y poderoso que todas estas cosas puestas juntas! Eso era la explicación sencilla, calmada y con aplomo de la Palabra de Dios... dejar que un texto bíblico abriera el entendimiento de otro hasta que aquello llegaba a ser, por decirlo así, un imán poderoso. En esta manera el hermano Russell cautivaba la atención indivisa de su auditorio.” Ralph H. Leffler dice que antes de pronunciar un discurso el hermano Russell hacía varias elegantes reverencias al auditorio. Al hablar, por lo general se paraba en una plataforma sin atril y andaba por ella, usando espontáneamente los brazos en ademanes. “Nunca usaba notas . . . sino que siempre hablaba espontáneamente desde el corazón,” según el hermano Leffler, que continúa diciendo: “No mantenía elevada la voz, pero ésta tenía la peculiaridad de transportarse a gran distancia. Sin jamás usar equipo amplificador (no había ninguno en aquellos días), podía ser oído y entendido por grandes auditorios, y los mantenía como fascinados por una, dos y a veces tres horas a la vez.”
Sin embargo, el hombre no era importante. El mensaje lo era, y la verdad bíblica estaba siendo declarada a multitudes. Había muchos cristianos capacitados proclamando las buenas nuevas en aquellos días, y algunas personas escuchaban sus palabras con aprecio. Había muchos opositores, por supuesto, y ellos a veces se esforzaban por promover sus puntos de vista no bíblicos en debate público con los siervos de Jehová.
En lo que más tarde pareció ser un intento por la alianza ministerial de Pittsburgo para desacreditar la erudición y los puntos de vista bíblicos de C. T. Russell, el 10 de marzo de 1903 el Dr. E. L. Eaton, ministro de la Iglesia Episcopal Metodista de la Avenida Norte, retó a Russell a un debate de seis días. Durante cada sesión de este debate, celebrado aquel otoño en el Carnegie Hall de Allegheny, en general Russell salió victorioso. Entre otras cosas, sostuvo bíblicamente que las almas de los muertos están inconscientes mientras sus cuerpos están en el sepulcro y que el objeto tanto de la segunda venida de Cristo como del milenio es bendecir a todas las familias de la Tierra. Russell también negó muy vigorosamente y bíblicamente la doctrina de un infierno de fuego. Según informes, un clérigo se le acercó después de la última sesión del debate y le dijo: “Me alegro de verle dirigir la manguera al infierno y apagar el fuego.” Es interesante el hecho de que, después de este debate, muchos miembros de la congregación de Eaton se hicieron Estudiantes de la Biblia.
Otro debate significativo aconteció del 23 al 28 de febrero de 1908, en Cincinnati, Ohio, entre C. T. Russell y L. S. White de la confesión “Discípulo.” Hubo una concurrencia de miles de personas. Russell sostuvo valerosamente enseñanzas bíblicas como el estado de inconsciencia de los muertos entre la muerte y la resurrección, y sostuvo bíblicamente que la segunda venida de Cristo precede al milenio y que el objeto de ambas cosas es bendecir a todas las familias de la Tierra. Hazelle y Helen Krull estuvieron allí y nos dicen: “La belleza y la armonía de la verdad y los excelentes argumentos bíblicos sobre cada tema del debate resaltaron en vivo contraste con las enseñanzas confusas de los hombres. Hubo un momento en que el ‘anciano White,’ el vocero y debatiente a favor de los puntos de vista de la oposición, dijo desesperado que recordaba el anuncio que había sobre el taller de un herrero y que decía: ‘Toda clase de torcedura y vueltas se hacen aquí.’ Pero, para el que buscaba honradamente la verdad, era una demostración de ‘manejar la palabra de la verdad correctamente’ [por parte de Russell; 2 Tim. 2:15], y el resultado era armonía.” Las hermanas Krull recuerdan que Jehová bendijo al hermano Russell con Su espíritu para que presentara la verdad hábilmente, y llamaron aquel acontecimiento “un triunfo de la verdad sobre el error.”
J. F. Rutherford aceptó un desafío bautista a un debate en representación de la Sociedad Watch Tower contra J. H. Troy. Esto aconteció en abril de 1915 en el auditorio Trinity, en Los Ángeles, California, ante un auditorio de 12.000 personas (y se calculó que 10.000 no pudieron entrar debido a que no había espacio) durante las cuatro noches del debate. Rutherford salió victorioso al defender valerosamente la verdad bíblica.
En los doce años posteriores al debate entre Eaton y Russell, los siervos de Dios aceptaron otros desafíos para debatir, aunque los opositores, quizás por miedo, por lo general desistían de presentarse. C. T. Russell mismo no favorecía los debates, porque sabía que no eran ventajosos para los cristianos. En The Watch Tower del 1 de mayo de 1915 señaló, entre otras cosas, que ‘los que son de la verdad se dirigen por la Regla de Oro y su presentación tiene que ser absolutamente justa, mientras que parece que sus opositores no tienen restricción.’ “Toda clase de argumento,” escribió Russell, “prescindiendo del contexto, prescindiendo de la Regla de Oro, prescindiendo de todo, se considera permisible.” También declaró: “En lo que respecta al director, él no desea más debates. No favorece los debates, cree que raras veces logran bien y a menudo despiertan cólera, malicia, amargura, etc., tanto en los discursantes como en los que los escuchan. Más bien pone delante de los que deseen oírlo, oralmente e impreso, el mensaje de la Palabra del Señor y deja a los opositores las presentaciones del error que les parezca propio hacer y tengan oportunidad de explotar.—Hebreos 4:12.”
Los discursos bíblicos mismos ofrecían mejores oportunidades de presentar las verdades bíblicas, y C. T. Russell a menudo habló a grandes auditorios. Durante los años de 1905 a 1907, por ejemplo, recorrió los Estados Unidos y el Canadá por tren especial o automóvil y condujo una serie de asambleas de un día. Su discurso público entonces era “Ida y vuelta al infierno.” Este discurso, presentado en salones atestados en casi toda ciudad grande de ambos países, presentaba un humorístico viaje imaginario de ida y vuelta al infierno. Louise Cosby recuerda que Russell concordó en pronunciar esta conferencia en Lynchburg, Virginia, y dice: “Mi padre mandó hacer grandes cartelones que anunciaban esta conferencia y obtuvo permiso para colocarlos en la parte del frente de los tranvías. Esto resultaba algo cómico y la gente preguntaba: Si este vehículo nos lleva al infierno, ¿nos traerá de vuelta?”
También se pronunciaban conferencias bíblicas durante los viajes de C. T. Russell al extranjero. En 1903 había hecho un segundo viaje a Europa, y hablado a auditorios en varias ciudades. Entonces, desde diciembre de 1911 hasta marzo de 1912, Russell, como presidente de un comité de siete hombres, hizo una gira alrededor del mundo, viajando al Hawai, Japón, China, y por el sur de Asia al África, de allí a Europa y de regresó a Nueva York. Se hizo un estudio de las misiones extranjeras de la cristiandad y se dictaron muchas conferencias, esparciéndose así semillas de la verdad que, con el tiempo, llevaron a actividad fructífera a grupos de cristianos ungidos en zonas de la Tierra muy distantes unas de otras. Además de esta gira mundial, sin embargo, C. T. Russell viajó a Europa con regularidad y viajó extensamente por toda la América del Norte en trenes especiales de “gira de asambleas,” acompañado por muchos colaboradores.
EN UN “TREN DE ASAMBLEAS”
Con el transcurso del tiempo, aumentaron las solicitudes de presentaciones personales de C. T. Russell. Para cumplir con algunos compromisos de discursante, a veces había viajado, acompañado de un grupito, en un “coche de asambleas” especial del ferrocarril. Pero se organizaron grupos más grandes en “trenes de asambleas,” y en cierta ocasión hasta 240 personas viajaron con Russell. Varios coches del ferrocarril se conectaban y el grupo viajaba de una ciudad a otra según un horario arreglado de antemano. Al llegar a una ciudad particular, los ayudantes de Russell anunciaban el discurso público distribuyendo hojas sueltas. En la reunión saludaban a los individuos, obtenían los nombres y direcciones de los que mostraban interés y, cuando era posible, visitaban a éstos y establecían congregaciones. No era inusitado el que se usaran estos “trenes de asambleas” para visitar a ciudades grandes de los Estados Unidos y el Canadá.
¿Por qué no subir a un “tren de asambleas” y viajar con una alegre compañía de cristianos? En junio de 1913 se consiguió un tren especial para más de 200 Estudiantes de la Biblia que acompañarían a C. T. Russell desde Chicago, Illinois, en un viaje que los llevaría a Texas, California, Canadá y entonces a una asamblea en Madison, Wisconsin, con un breve viaje secundario a Rockford, Illinois. Malinda Z. Keefer suministra estos detalles: “Nuestro tren había de salir desde la estación de Dearborn por el Ferrocarril de Wabash al mediodía del 2 de junio. Los hermanos empezaron a llegar más o menos a las diez, y fue una ocasión emocionante y feliz, al poder ver a viejos amigos que no había visto por mucho tiempo y llegar a conocer a otros. No necesitamos mucho tiempo para darnos cuenta de que éramos una gran familia. . . . y el tren era nuestro hogar por un mes.”
Finalmente, es tiempo de partir. “Mientras el tren salía de la estación en su viaje de casi trece mil kilómetros,” continúa la hermana Keefer, “los hermanos que habían venido a despedirnos cantaban ‘Bendito el vínculo que une’ y ‘Dios los acompañe hasta que nos volvamos a ver,’ mientras ondeaban sombreros y pañuelos hasta que ya no nos podían ver, y nosotros íbamos en un muy memorable viaje. Recogimos a unos hermanos en Saint Louis, Misuri, y a otros en varios otros lugares hasta que al fin fuimos doscientos cuarenta. El hermano Russell subió al tren en Hot Springs, Arkansas, donde estaba en sesión una asamblea de ocho días.”
Fue un viaje verdaderamente edificador en sentido espiritual. Dice la hermana Keefer: “En cada parada del viaje se estaban celebrando asambleas... la mayoría por tres días, y pasamos un día en cada asamblea. Durante estas paradas el hermano Russell pronunciaba dos discursos, uno a los hermanos en la tarde, y otro al público en la noche sobre el tema ‘Más allá del sepulcro.’” En cuanto a lo que ella misma pensó acerca del viaje, la hermana Keefer dice: “No puedo expresar con palabras lo mucho que aprecié el compañerismo de los hermanos en toda la ruta y los discursos e instrucciones espiritualmente edificadores que había recibido durante aquel viaje. Agradecí a Jehová haber tenido aquel privilegio.”
En aquellas primeras asambleas del pueblo de Dios algunas cosas eran algo diferentes de lo que son hoy. Considere por ejemplo la “fiesta de amor.” ¿Qué era eso? Recordando este rasgo de las primeras asambleas, J. W. Ashelman dice: “Algunas prácticas que no se necesitaban o no fueron continuadas sí parecían una bendición en aquel tiempo, como la de que los discursantes se alinearan enfrente de la plataforma mientras sostenían platos en que había pan cortado en cubitos mientras el auditorio pasaba por la línea participando del pan y dando la mano a cada discursante y cantando junto con ellos ‘Bendito el vínculo que une nuestros corazones en amor cristiano.’” Allí estaba... la “fiesta de amor.” Y era una experiencia conmovedora. Edith R. Brenisen prontamente lo admite: “El amor de unos a otros llenaba nuestro corazón hasta rebosar, y muchas veces esto se manifestaba por las lágrimas de gozo que bajaban por nuestras mejillas. No nos avergonzábamos de nuestras lágrimas ni tratábamos de ocultarlas.”
A veces los primeros cristianos celebraban “fiestas de amor,” pero la Biblia no las describe. (Jud. 12) Algunos piensan que eran ocasiones en las cuales cristianos que eran más materialmente prósperos que otros celebraban banquetes a los cuales invitaban a sus compañeros de adoración que no eran tan prósperos. Pero las Escrituras no hacen obligatorias las “fiestas de amor,” sea lo que haya sido su naturaleza temprana, y por eso no se acostumbran entre los cristianos verdaderos hoy.
UNA NUEVA MANERA DE DECLARAR LAS BUENAS NUEVAS
Los Estudiantes de la Biblia también estaban muy al tanto de esta profecía de Jesucristo: “Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14, Versión Valera) Por eso, a medida que se acercaba aquel año significativo de 1914, el pueblo de Dios emprendió una campaña de esfuerzo máximo y proporciones mundiales... una obra educativa y de advertencia sin paralelo hasta entonces. Emplearon un método nuevo y denodado de declarar las buenas nuevas.
Digamos que estamos en el año 1914. Imagínese sentado entre centenares de personas en un auditorio oscurecido. Ante usted hay una gran pantalla de proyectar películas. Para sorpresa suya, aparece la figura de un hombre de pelo blanco y vestido de levita, y este hombre, sin tener una nota a la mano, empieza a hablar. Bueno, usted ha ido al cine antes. Pero esta película es diferente. El hombre habla y usted oye sus palabras. Esta no es ninguna película común del cine silencioso. Es algo especial, tanto técnicamente como por el mensaje que comunica, y usted queda impresionado. ¿Quién es el hombre? Es Carlos Taze Russell. ¿Qué producción es ésta? Es el “Foto-Drama de la Creación.”
C. T. Russell reconoció que las películas eran un medio excelente de llegar a las masas de la gente. En 1912, por lo tanto, empezó a preparar el Foto-Drama de la Creación. Resultó ser una producción de transparencias fotográficas y películas que duraba ocho horas, a colores y con sonido. El Foto-Drama, preparado para ser exhibido en cuatro partes, llevaba a los espectadores desde la creación a través de la historia humana a la culminación del propósito de Dios para la Tierra y la humanidad al fin del reinado de mil años de Jesucristo. Las transparencias o diapositivas pictóricas y las películas estaban sincronizadas con grabaciones fonográficas de discursos y música. Se habían llevado a cabo diversos experimentos con películas a colores y de sonido, pero pasarían años antes que se usaran con buen éxito comercialmente. Hubo que esperar hasta 1922 para ver una película que fuera a todo color y tuviera la duración apropiada para una exhibición. Y los aficionados al cine en general tuvieron que esperar hasta 1927 para oír tanto diálogo como música combinados en una película comercial. Sin embargo, el Foto-Drama de la Creación no estuvo sin el color, la palabra hablada y la música. ¡Se había adelantado por años a su tiempo, y millones de personas la vieron gratis!
La Sociedad gastó lo que en aquellos días era una fortuna —unos 300.000 dólares— en la producción del Foto-Drama. Y del trabajo envuelto en ello Russell escribió: “Dios bondadosamente veló nuestros ojos con respecto a la cantidad del trabajo que estaba conectado con el DRAMA. Si hubiéramos sabido de antemano el costo en cuanto a tiempo y dinero y paciencia para el comienzo, nunca hubiéramos principiado. Pero tampoco teníamos idea de antemano del gran éxito que tendría el DRAMA.” Se prepararon grabaciones musicales selectas, y noventa y seis discursos grabados para fonógrafo. Se hicieron transparencias estereópticon de excelentes cuadros artísticos que ilustraban la historia mundial, y fue necesario hacer centenares de nuevas pinturas y dibujos. Todas las transparencias a color y las películas tuvieron que ser pintadas a mano, y parte de este trabajo se efectuó en el propio Estudio de Arte de la Sociedad. ¡Y, nótese! Esto tuvo que hacerse repetidamente, porque se prepararon por lo menos veinte juegos de cuatro partes, para que fuera posible mostrar una porción del Drama en ochenta diferentes ciudades en un día dado.
¿Qué aconteció tras bastidores durante las exhibiciones del Foto-Drama de la Creación? “El Drama comenzaba con una película que mostraba al hermano Russell,” dice Alice Hoffman. “Cuando él aparecía en la pantalla y sus labios empezaban a moverse, se comenzaba a tocar un fonógrafo en aquel mismo instante y disfrutábamos de escuchar su voz.”
El abrirse de una flor y la incubación de un pollito estuvieron entre los rasgos dignos de recordarse de las películas del Foto-Drama. Estos ejemplos de fotografía en que se acumulaba el paso del tiempo realmente impresionaron a los espectadores. “Al mismo tiempo que se mostraban estas fotos,” comenta Karl F. Klein, “se presentaba un acompañamiento de música muy fina, gemas como Narciso y Humoreske.”
También hubo muchas otras cosas dignas de recordarse. “En este mismo momento,” dice Martha Meredith, “me parece ver a Noé y su familia entrando en el arca con los animales, y el cuadro de Abrahán e Isaac caminando al monte Moría donde Abrahán se proponía sacrificar su hijo. Cuando vi a Abrahán poner a su hijo en el altar —este hijo a quien él amaba profundamente— derramé lágrimas. No es maravilla que Jehová llamara amigo suyo a Abrahán . . . sabía que Abrahán obedecería su voz siempre.”—Sant. 2:23.
Además del Foto-Drama de la Creación corriente, había equipos del “Drama Eureka.” Uno estaba compuesto de noventa y seis conferencias grabadas, así como grabaciones musicales. El otro consistía en las grabaciones y las transparencias. Aunque el Drama Eureka último no tenía películas cinematográficas, se tuvo muy buen éxito con él cuando se exhibió en zonas de menos población.
Durante 1914 el Foto-Drama de la Creación se exhibió gratis por todos los Estados Unidos. Esto fue muy costoso, tanto para la Sociedad como para los Estudiantes de la Biblia locales, que contribuían dinero para alquilar lugares convenientes para exhibirlo. Por eso, con el transcurso del tiempo ya no se exhibió a auditorios grandes. Pero el Foto-Drama de la Creación había hecho una gran obra en cuanto a familiarizar a la gente con la Palabra de Dios y Sus propósitos.
He aquí un ejemplo: En una carta a C. T. Russell, cierto individuo escribió: “Mi esposa y yo verdaderamente agradecemos a nuestro Padre celestial la grande e inestimable bendición que nos ha venido por medio de ustedes. Fue su hermoso Foto-Drama lo que hizo que viéramos y aceptáramos la verdad como cosa nuestra.” Y Lily R. Parnell nos dice: “Estas demostraciones pictóricas de los propósitos de Jehová para la humanidad despertaron el interés de muchos pensadores, de modo que la congregación [de Greenfield, Massachusetts] creció, puesto que hacían de la Biblia un libro viviente, y probaban a los que meditaban sobre la información preciosa que nuestro Dios había hecho provisión para la salvación de los que aprovecharan su provisión.”
Por lo tanto, no fue sin razón que Demetrius Papageorge, que por mucho tiempo ha sido miembro del personal de la central de la Sociedad, dijo: “El Foto-Drama fue una obra maestra como proyecto, cuando consideramos que los Estudiantes de la Biblia eran pocos y los fondos que estaban disponibles eran, proporcionalmente, una pequeña cantidad. ¡Realmente era el espíritu de Jehová lo que estaba tras ello!”
LOS REPARTIDORES ‘FULGURAN CON EL ESPÍRITU’
Por muchos años antes de 1914 celosos repartidores —hombres y mujeres cristianos ‘fulgurantes con el espíritu’— habían estado esparciendo las buenas nuevas extensamente. (Rom. 12:11) El servicio de repartidores empezó en 1881, cuando Zion’s Watch Tower presentó el artículo “Se solicitan 1.000 predicadores.” A las personas que no tenían familias dependientes y que podían ofrecer la mitad o más de su tiempo a la obra del Señor se les sugirió un plan. Era que fueran a ciudades grandes y pequeñas como repartidores o evangelizadores. ¿Con qué fin? Dijo la Watch Tower: “Buscando en todo lugar a los cristianos sinceros . . . a éstos tratar de manifestar las riquezas de la gracia de Nuestro Padre, y las hermosuras de Su palabra.” Las publicaciones bíblicas habían de colocarse en las manos de aquellas personas, y se permitía que los repartidores pagaran sus propios gastos con el dinero que recibieran de las colocaciones de la literatura y de las suscripciones a la Watch Tower que obtuvieran.
Para los repartidores Zion’s Watch Tower de mayo de 1887 tuvo unas excelentes sugerencias en cuanto a qué decir al estar a las puertas de la gente. También dijo: “Lleven un corazón grande lleno de amor a Dios y a las personas a quienes ustedes quieren llevar a la luz, lleno de fe en Dios y confianza en sus promesas, y lleno de esperanza en que Dios se complacerá en usarlos para su gloria ahora así como de ahora en adelante.”
Los repartidores, dispuestos a trabajar vigorosamente en el servicio de Jehová, dejaron su impresión. Dondequiera que iban —en ciudades, pueblos, aldeas— se hacían notar. Un escritor de The Gospel Messenger de fines de los años noventa del siglo pasado se sintió impulsado a decir: “En la ciudad de Birmingham [Alabama] trabajan ahora varias personas que se llaman ‘Cristianos No Sectarios.’ . . . Han trabajado esta ciudad de casa en casa, vendiendo AURORA DEL MILENIO y distribuyendo otra literatura breve. Expresan su religión en toda oportunidad y predican el domingo. Se llaman ‘Repartidores.’ Han distribuido más de dos mil ejemplares de sus libros en esta ciudad. . . . Pues bien, ¿por qué no podemos nosotros diseminar nuestra literatura y doctrina bíblica, según la entendemos, de esta manera? La realidad es, temo yo, que nos hemos estancado en los métodos, y Dios nos está indicando gradualmente que, si no nos ponemos a adelantar, nos pondrá en el asiento de atrás.”
“Sí, en aquellos primeros días los repartidores trabajaban los pueblos y las zonas rurales,” escribe Henry Farnick. Él los recuerda bien: “A veces trocaban la literatura por productos de granja, pollos, jabón y lo que fuera, que usaban o vendían a otros. A veces, en alguna zona no muy poblada, pasaban la noche en el alojamiento que les brindaran agricultores y rancheros, y en ciertas ocasiones hasta dormían sobre montones de heno . . . Estos fieles seguían adelante por años y años hasta que la edad los vencía.”
A través de los años Jehová suministró generosamente lo que necesitaron los fieles repartidores. Por eso, realmente no les faltó nada esencial. (Sal. 23:1) “Vivíamos frugalmente de las contribuciones que recibíamos por la colocación de la literatura,” dice Clarence S. Huzzey: “Para eso se necesitaba fe en las provisiones amorosas de Jehová y puedo decir honradamente que nunca pasamos hambre y que tuvimos el abrigo y la ropa necesarios durante los muchos años que estuvimos en el ministerio de tiempo cabal. (Sal. 37:25) ¡Qué maravillosamente suministró Jehová lo que se necesitaba!”
El costo de la vida no era muy alto años atrás, pero eso no significaba que los repartidores podían darse el lujo de ser derrochadores. Tome por ejemplo el año 1910. Malinda Z. Keefer recuerda una asignación de repartidora en Council Bluffs, Iowa, y escribe: “Council Bluffs era territorio más difícil, pero si se iba con una actitud positiva se podía subsistir. El costo de la vida era mucho más barato en aquellos días. Nuestro modo de transportación (caminar) no costaba mucho, ni el alimento: el pan costaba 5c de dólar la hogaza, el azúcar estaba a 5c la libra, la carne de res a 25c la libra... y esto era un verdadero deleite, si podíamos conseguirlo. El alquiler de los cuartos era razonable y el pasaje en los tranvías costaba 5c. ¡Qué mundo diferente en comparación con lo que sucede en los años setenta de este siglo!”
A fines de 1921 George E. Hannan entró en el servicio de repartidor. Acerca del costo de la vida, una vez escribió: “Por mi alimento tenía que pagar cuatro dólares por semana. Tenía una comida caliente cada día, y las otras dos consistían en frutas secas y algunos vegetables que recibía en trueque por la literatura. Cuando se me preguntaba qué haría cuando se me acabaran los fondos, decía: ‘Pues, esperar para ver lo que Jehová me depara.’ Había oído de algunos que habían cesado de hacer la obra al llegar a sus últimos 50 dólares. Yo pensaba que no se necesitaba que Jehová interviniera en el asunto mientras uno tuviera 50 dólares o hasta 10 dólares o un dólar. Confiaba en que él me ayudaría a pagar el gran costo de la vida, no el costo de una gran vida.”
¿Qué se dice de la transportación? Bueno, Charles H. Capen recuerda que trabajó varios condados de Pensilvania “a pie.” Para otros repartidores la bicicleta fue una buena ayuda. “En los años desde 1911 a 1914, había repartidores trabajando condados de nuestra sección de Ohio,” comenta LaRue Witchey, y continúa: “Se afanaban en el servicio, viajando muchos kilómetros en bicicleta, cargados con ‘Estudios de las Escrituras.’” Por supuesto, el primer viaje de un repartidor en una bicicleta podía ser una experiencia especial.
Quizás un caballo era mejor. Malinda Z. Keefer tiene buenos recuerdos del viejo Dobbin. “Dobbin era un caballo manso y nunca había que atarlo. Esperaba por mí cuando iba a las puertas y después caminaba al lado mío hasta el siguiente lugar.”
Pero, por supuesto, no todos los caballos eran como el viejo Dobbin, según aprendieron las repartidoras Anna E. Zimmerman y Esther Snyder. Imagínese a dos jóvenes en un cochecito alquilado tirado por un caballo que acababa de ser enviado del oeste. La hermana Zimmerman nos dice que el caballo “no dejaba que nada le pasara, ni siquiera el tren, que corría en una vía paralela a la carretera por varios kilómetros antes de llegar a la cochería de alquiler. Le grité al maquinista: ‘¿Puede esperar en la estación hasta que llevemos el caballo a la cochería?’ Replicó: ‘Bien. No hay prisa.’ El caballo continuó su galope tendido tan rápido como siempre. Llegamos bien a la cochería y el dueño se excusó por haber estado ausente comiendo cuando alquilamos el caballo, y dijo que el muchacho que atendía los caballos, temiéndole al caballo, al cual se suponía que domara, me había dejado el trabajo a mí.”
Hubo también el automóvil, usado por algunos repartidores años después. Hoy, por supuesto, las carreteras bien pavimentadas son cosa común en la mayor parte de los Estados Unidos. Pero no era así hace unas décadas. Por eso, el viaje en auto podía presentar problemas, también. En cierta ocasión, por ejemplo, “un hoyo que había sido cubierto era tan grande y el terreno con el que había sido llenado era tan blando, que de repente el auto se hundió en el hoyo hasta el eje,” escriben Hazelle y Helen Krull. “Para salir de este problema no bastó con la pala que tanto usábamos,” recuerdan. “Un vecino bondadoso nos permitió utilizar su mula, pero, además, buscamos por los lados de la carretera maderos, palos o ramas para ayudar a levantar la parte trasera del auto, que estaba muy hundida. Así, con potencia de mula al frente, potencia de motor en el medio y vigorosa potencia de empuje desde atrás, después de muchos intentos inútiles hubo para todos un momento de felicidad cuando el automóvil al fin salió del hoyo. Pero el día tuvo sus gozos. Antes que esto sucediera habíamos hecho unas visitas interesantes, algunas bien en el interior a un lado de la carretera, a las que caminamos; de modo que la dificultad estuvo equilibrada con el gozo. Como en el caso de David, muchas veces nuestros corazones suplicaban: ‘Oye, sí, oh Dios, mi clamor rogativo. De veras presta atención a mi oración.’—Sal. 61:1.”
De aspecto mucho más significativo que los problemas que encontraban eran las actividades de predicación de los repartidores. Imagínese que los acompañamos ahora mientras visitan los hogares de la gente. William P. Mockridge trabajó junto con Vincent C. Rice en la obra de los repartidores durante 1906 en Schenectady, Nueva York. Él nos ayuda a transportarnos mentalmente a aquellos días al decir: “El primer día trabajé todo el día sin lograr ni una sola colocación y sin embargo se suponía que yo era un gran vendedor. Aquella noche oré a Jehová que me ayudara a sacar de la mente el ‘asbesto’ y las cosas materiales y a aprender a seguir la manera humilde y bondadosa de tratar del hermano Rice, quien siempre tenía una palabra alegradora para el que venía a la puerta. Así, pronto comencé a colocar en las manos de la gente muchos libros encuadernados, usando un ‘prospecto’ suministrado por la Sociedad. . . . ‘Tomábamos pedidos’ para los primeros tres tomos [de Estudios de las Escrituras] por 98c de dólar o por los seis tomos por 1,98 dólares. Estos pedidos se entregaban en ‘el día de pago,’ por lo general el primero o quince del mes.”
¿Notó usted que el hermano Mockridge mencionó que usaba, un “prospecto”? Por años eso fue usado por los repartidores y otros Estudiantes de la Biblia que participaban en la obra de predicar de casa en casa. Era una agrupación de cubierta, para seis tomos de la Aurora del Milenio (Estudios de las Escrituras), unidos a manera de acordeón. A la puerta el ministro extendía esto a lo largo de su brazo y hablaba sobre el tema de cada tomo. Anotaba los pedidos y entregaba la literatura más tarde.
“Los días de entrega eran difíciles,” admite Pearl Wright, “porque era difícil cargar por dondequiera una maleta llena de libros.” Ciertamente era difícil. Supóngase que un repartidor o repartidora obtuviera pedidos para cincuenta tomos de Estudios de las Escrituras. Esta cantidad pesaba dieciocho kilos, una carga pesada para mujeres y hasta para muchos hombres. Con el tiempo, sin embargo, el repartidor James H. Cole inventó un aparato de dos ruedas, cubierto de níquel, en el cual podía ajustarse la maleta para moverla.
“Atraía la atención de la gente,” según Anna E. Zimmerman, que nos dice: “Recuerdo una ocasión mientras servía de repartidora en el pueblo de Hollidaysburg, Pensilvania, en que tuve que llevar mi maleta sobre las ruedas a través del sector de los negocios durante la hora del almuerzo. Temía tener que hacerlo, pero seguí adelante haciendo rodar mi maleta al lado mío, cuando súbitamente un caballero bien vestido se acercó cortésmente desde detrás de mí y, agarrando el asidero de la maleta, preguntó: ‘¿Me permite hacer rodar esto un poco? Quisiera saber cómo funciona. Parece que a usted se le hace muy fácil.’ Bueno, la hizo rodar a través de todo el sector de los negocios y yo no tuve que hacer nada. Me enteré de que era el director del periódico del pueblo.” El día siguiente hubo un informe detallado en el periódico local.
Con motivos altruistas, los fieles repartidores trabajaron diligentemente, dependiendo de Jehová. Y sus esfuerzos fueron recompensados. A veces se desarrollaban congregaciones como resultado de la actividad del repartidor. Había profundas satisfacciones y abundantes recompensas espirituales. Con gozo Edythe Kessler y su hermana Clara empezaron a participar en el servicio de los repartidores allá en 1907. Caminaban mucho, y tenían que entregar muchos tomos en el “día de las entregas.” Sí, se cansaban, pero Edythe parece hablar por los fieles repartidores de los viejos tiempos en general cuando dice: “Éramos jóvenes y nos sentíamos felices en el servicio, nos deleitábamos en gastar nuestras fuerzas en el servicio de Jah.”
‘NINGÚN ARMA FORMADA CONTRA TI TENDRÁ ÉXITO’
Durante todos los años que fieles repartidores y otros Estudiantes de la Biblia proclamaron celosamente las buenas nuevas, Satanás el Diablo nunca aflojó su mano ni se detuvo en sus esfuerzos por aplastarlos y destruirlos. Lo hubiera logrado también, si no fuera por la protección divina que tenían. (1 Ped. 5:8, 9; Heb. 2:14) En ellos se realizó la veracidad de esta promesa de Dios a su pueblo de la antigüedad: “Cualquiera que sea el arma que se forme contra ti no tendrá éxito, y cualquiera que sea la lengua que se levante contra ti en el juicio la condenarás.”—Isa. 54:17.
Jesucristo fue perseguido, y sus seguidores pueden esperar el mismo tratamiento por parte de los que practican la religión falsa y del mundo en general. (Juan 15:20) Sin embargo, a veces el ataque de Satanás ha sido interno, se ha originado de individuos sin escrúpulos dentro de la organización cristiana, brotando de incidentes en que han estado envueltas personas que realmente “no . . . son de nuestra clase.”—1 Juan 2:19.
Se recordará que en la década de los setenta del siglo pasado C. T. Russell dejó de asociarse con N. H. Barbour, publicador de The Herald of the Morning. Hizo esto porque Barbour negó la doctrina bíblica del rescate, que Russell sostenía firmemente. Entonces, temprano en la década de los noventa del siglo pasado ciertas personas que eran prominentes en la organización trataron de apoderarse inescrupulosamente del control de la Sociedad Watch Tower. Los conspiradores tenían planes de hacer explotar verdaderas “bombas” que tenían el propósito de poner fin a la popularidad de Russell y hacer que dejara de ser el presidente de la Sociedad. Después de hervir por casi dos años, la conspiración estalló en 1894. Principalmente, las quejas y las falsas acusaciones tenían que ver con supuesta falta de honradez en su actividad por parte de C. T. Russell. Ciertamente algunas de las acusaciones eran muy mezquinas y manifestaban la intención fundamental de los acusadores... difamar a C. T. Russell. Compañeros de creencia imparciales investigaron los asuntos y hallaron que Russell tenía la razón. Así, el plan de los conspiradores para “volar en pedazos al señor Russell y su obra” fue un fracaso completo. Igual que el apóstol Pablo, el hermano Russell había experimentado dificultades debido a “falsos hermanos,” pero se reconoció que esta prueba fue una trama de Satanás, y desde entonces en adelante se consideró a los conspiradores como personas que no merecían disfrutar del compañerismo cristiano.—2 Cor. 11:26.
Por supuesto, con esto no terminaron las pruebas y dificultades de C. T. Russell. Todavía sería tocado de manera muy personal, por circunstancias que surgirían dentro de su propia casa. Durante la dificultad de 1894, la esposa de C. T. Russell (anteriormente conocida como Maria Frances Ackley, con quien Russell se había casado en 1879) emprendió una gira desde Nueva York a Chicago, reuniéndose con Estudiantes de la Biblia de diferentes lugares de aquella ruta y hablando a favor de su esposo. Puesto que era una señora educada e inteligente, fue bien recibida cuando visitó las congregaciones en aquel tiempo.
La Sra. Russell estaba entre los directores de la Sociedad Watch Tower y sirvió de secretaria-tesorera por algunos años. También contribuía con regularidad a las columnas de Zion’s Watch Tower y por un tiempo fue directora asociada de esta publicación. Con el tiempo, se esforzó por hacer valer más su voz en cuanto a lo que debería publicarse en la Watch Tower. Una ambición de esa índole era comparable a la de Míriam, la hermana de Moisés, que se levantó contra su hermano como caudillo de Israel bajo Dios y trató de hacerse prominente... un proceder que recibió la censura divina.—Núm. 12:1-15.
¿Qué había contribuido a esta actitud por parte de la Sra. Russell? “Yo no lo sabía en aquel tiempo,” escribió C. T. Russell en 1906, “pero más tarde supe que los conspiradores se habían esforzado por sembrar semillas de discordia en el corazón de mi esposa por medio de adulación, argumentos en cuanto a ‘derechos de la mujer,’ y así por el estilo. Sin embargo, cuando vino la sacudida [en 1894], por providencia del Señor no tuve la humillación de ver a mi esposa entre aquellos conspiradores. . . . A medida que los asuntos empezaron a tranquilizarse, las ideas de ‘derechos de la mujer’ y la ambición personal comenzaron a salir a la superficie de nuevo, y percibí que la campaña activa de la Sra. Russell en mi defensa, y la muy cordial recepción que los queridos hermanos le dieron en aquel tiempo por todo un viaje . . . le habían causado daño al aumentar la estima en que a sí misma se tenía. . . . Gradualmente pareció llegar a la conclusión de que nada era precisamente apropiado para las columnas de la WATCH TOWER excepto lo que ella había escrito, y me hostigaba continuamente con sugerencias de alteraciones para mis escritos. Me dolió notar el desarrollo de esta disposición tan ajena a la mente humilde que la caracterizó durante los primeros trece felices años.”
La Sra. Russell comenzó a mostrarse muy renuente a cooperar, y continuó habiendo relaciones tirantes. Pero a principios de 1897 ella enfermó y su esposo le dio mucha atención. Este cuidado él lo dio gustosamente y pensó que su atención bondadosa llegaría al corazón de ella y le restauraría su condición anterior de corazón amoroso y tierno. Sin embargo, al recuperarse, la Sra. Russell convocó un comité y se reunió con su esposo “especialmente con el objeto de que los hermanos me dieran la instrucción de que ella tenía un derecho igual al mío en las columnas de la WATCH TOWER, y me dijeran que le estaba causando mal a ella al no otorgarle las libertades que deseaba,” escribió C. T. Russell. Pero resultó que el comité le dijo a ella que ni ellos ni ninguna otra persona tenían el derecho de interferir en la administración de la Watch Tower por el esposo de ella. La Sra. Russell dijo, en esencia, que, aunque no podía concordar con el comité, trataría de considerar los asuntos desde el punto de vista de ellos. Russell informó además: “Entonces le pedí en presencia de ellos que me diera la mano. Vaciló, pero finalmente me dio la mano. Entonces le dije: ‘Ahora, ¿por qué no me das un beso, amor, como muestra del grado de cambio de opinión que has indicado?’ De nuevo vaciló, pero al fin sí me besó y manifestó de otras maneras una renovación de afecto en presencia de su comité.”
De modo que los Russells ‘se reconciliaron con un beso.’ Más tarde, por solicitud de la Sra. Russell, su esposo hizo arreglos para que hubiera una reunión semanal de “Las Hermanas de la Iglesia de Allegheny,” con ella como directora. Esto produjo más dificultad... el esparcimiento de declaraciones calumniadoras acerca de C. T. Russell. Sin embargo, esta dificultad también se arregló.
No obstante, con el tiempo el resentimiento que crecía hizo que la Sra. Russell cortara su relación con la Sociedad Watch Tower y con su esposo. Sin notificación, se separó de él en 1897, después de casi dieciocho años de matrimonio. Vivió en separación por casi siete años, durante los cuales C. T. Russell le suministró una casa por separado y también le suministró lo financieramente necesario para su mantenimiento. En junio de 1903 la Sra. Russell puso en el Tribunal de Causas Comunes de Pittsburgo, Pensilvania, una demanda por separación legal. Durante abril de 1906 se vio el caso ante el juez Collier y un jurado. Casi dos años después, el 4 de marzo de 1908, se emitió un decreto que llevaba el título de “De Divorcio.” El lenguaje del decreto es: “Por la presente se ordena, juzga y decreta que Maria F. Russell, la Demandante; y Carlos T. Russell, el Demandado, estén en separación de cuerpos.” “Separación de cuerpos” es el lenguaje tanto del decreto como de las anotaciones de apuntamiento por el escribano del tribunal. Era una separación legal y nunca hubo un divorcio absoluto, como algunos han sostenido erróneamente. El Bouvier’s Law Dictionary (por la casa publicadora Banks-Baldwin Law Publishing Company, 1940) define esta acción como “Un divorcio parcial o limitado, por medio del cual a las partes se les separa y prohíbe vivir o cohabitar juntas, sin que se afecte el matrimonio mismo. 1 Bl. Com. 440.” (Página 314) En la página 312 dice que “más correctamente podría llamarse una separación legal.”
C. T. Russell mismo entendió cabalmente que el tribunal no había otorgado un divorcio absoluto, sino que esto era una separación legal. En Dublín, durante una gira a Irlanda en 1911, le preguntaron: “¿Es cierto que usted está divorciado de su esposa?” De su respuesta, Russell escribió: “‘No estoy divorciado de mi esposa. Lo que el tribunal decretó no fue divorcio, sino separación, otorgada por un jurado comprensivo, que declaró que ambos estaríamos más felices separados. La acusación de mi esposa fue crueldad, pero la única crueldad que se presentó en evidencia fue que en cierta ocasión yo había rehusado darle un beso cuando ella lo había pedido.’ Aseguré a mi auditorio que yo impugnaba la acusación de crueldad y creía que no había mujer que jamás hubiera sido mejor tratada por su esposo. El aplauso mostró que el auditorio creía mis declaraciones.”
Lo que aconteció en el funeral de C. T. Russell en Pittsburgo en 1916 también es significativo con relación a esto. Anna K. Gardner, cuyos recuerdos son similares a los de otros que estuvieran allí, nos dice esto: “Precisamente antes de los servicios en Carnegie Hall sucedió algo que era una refutación de las mentiras que se dijeron en el periódico acerca del hermano Russell. La sala se llenó mucho antes de la hora en que habían de comenzar los servicios y reinaba gran silencio, y entonces se vio una figura velada que se dirigió por el pasillo central al ataúd y colocó algo sobre él. Al frente se podía ver lo que era... un ramillete de lirios de los valles, la flor favorita del hermano Russell. El ramillete tenía una cinta que decía: ‘A mi amado esposo.’ Era la Sra. Russell. Nunca se habían divorciado y esto era un reconocimiento de ello en público.”
Uno sólo puede imaginarse el dolor de corazón y la tensión emocional que le causaron a C. T. Russell sus dificultades domésticas. En una carta manuscrita sin fecha a la Sra. Russell en cierto momento de sus dificultades maritales, escribió: “Para cuando ésta te llegue habrá pasado solo una semana desde que abandonaste a aquel a quien prometiste delante de Dios y del hombre amar y obedecer y servir, ‘para bien o para mal, hasta que la muerte los separe.’ Ciertamente es verdad que ‘la experiencia es excelente maestro.’ Solamente ella podría haberme persuadido de esto por parte de ti, de quien verdaderamente puedo decir que en un tiempo no pudo haber habido ayudante más amorosa y devota. Tengo la seguridad de que si hubieras sido otra cosa no me habrías sido dada por el Señor. Él lo hace todo bien. Todavía le doy gracias por Su providencia para conmigo en ese sentido, y rememoro con placenteras sensaciones el tiempo cuando me besabas por lo menos treinta veces al día, y repetidamente me decías que no veías cómo podrías vivir sin mí; y que temías que yo muriera primero . . . Y reflexiono en que algunas de estas manifestaciones de amor me las diste hace solo año y medio, aunque por un año antes tu amor había sido menos fervoroso... por celos y suposiciones, a pesar de que te confirmaba la intensidad de mi amor por ti, repitiéndolo cien veces, como todavía lo afirmo.”
A Russell sí le parecía que el gran Adversario tenía entonces “muy firmemente asida” a su esposa. Dijo: “He orado solícitamente al Señor por ti,” y también se esforzó por ayudarla. Entre otras cosas, escribió: “No pondré sobre ti las cargas de relatos de mi tristeza, ni trataré de ejercer influencia en tus simpatías describiendo mis emociones, cuando de vez en cuando veo trajes tuyos y otros artículos que vívidamente me recuerdan tu persona de antes... tan llena de amor y simpatía y disposición de ayudar... el espíritu de Cristo. Mi corazón clama: ‘Ay, que yo la hubiera enterrado, o que ella me hubiera enterrado a mí, en aquel tiempo de felicidad.’ Pero manifiestamente las dificultades y pruebas no habían adelantado lo suficiente. . . . Considera, por favor, con oración lo que voy a decir. Y puedes estar segura de que el poder heridor de mi dolor, su acerbidad, no es que me hallaré solo yo por el resto del viaje de la vida, sino tu caída, mi amor, tu pérdida eterna, hasta donde puedo ver.”
NO INMORAL
Como si no bastara con la tensión de las dificultades matrimoniales de Russell, sus enemigos se rebajaron a levantar acusaciones difamatorias contra él diciendo que era inmoral. Estas falsedades deliberadas giraron alrededor del llamado cuento de la “medusa.” Durante el juicio de abril de 1906, la Sra. Russell testificó que cierta Srta. Ball le dijo que en una ocasión C. T. Russell había dicho: “Yo soy como una medusa. Voy flotando por aquí y por allá. Toco a ésta y a aquélla, y si responde la traigo a mí, y, si no, sigo flotando hacia otras.” En la silla de los testigos C. T. Russell negó enfáticamente el cuento de la “medusa,” y todo este asunto fue tachado del registro del tribunal; además el juez dijo al aconsejar al jurado: “Este pequeño incidente acerca de esta muchacha que estaba en la familia, eso está fuera de la base de la demanda y no tiene nada que ver con el caso.”
La muchacha en cuestión vino a los Russells en 1888 como huérfana de unos diez años de edad. Ellos la trataban como si fuera su propia hija y ella daba las buenas noches con un beso tanto al Sr. Russell como a su esposa cada noche cuando se retiraba. (Registro del Tribunal, páginas 90 y 91) La Sra. Russell testificó que aquel suceso alegado ocurrió en 1894, cuando esta muchacha no pudiera haber tenido más de quince años de edad. (Registro del Tribunal, página 15) Después de eso, la Sra. Russell vivió con su esposo por tres años y se separó de él por unos siete años más antes de poner demanda para conseguir una separación. En su demanda de separación no se hizo referencia a este asunto. Aunque la Srta. Ball vivía entonces y la Sra. Russell sabía dónde, no hizo ningún esfuerzo por conseguirla como testigo y no presentó ninguna declaración procedente de ella. C. T. Russell mismo no pudiera haber conseguido que la Srta. Ball estuviera presente para testificar porque él no tuvo notificación ni indicación de que su esposa hubiera de sacar tal asunto a relucir en el caso. Además, tres años después del incidente que se alegó, cuando la Sra. Russell había reunido un comité delante del cual ella y su esposo consideraron ciertas diferencias, ni siquiera hubo insinuación del cuento de la “medusa.” En la demanda en que se pidió mantenimiento por separado, el abogado de la Sra. Russell había dicho: “No hacemos ninguna acusación de adulterio.” Y el registro (página 10) muestra que en realidad la Sra. Russell jamás creyó que su esposo fuera culpable de conducta inmoral. Su propio abogado le preguntó a la Sra. Russell: “Usted no quiere decir que su esposo fuera culpable de adulterio, ¿verdad?” Ella respondió: “No.”
A través del penoso período de las dificultades domésticas de Carlos Taze Russell y las penurias relacionadas con ellas, Jehová lo sostuvo por medio del espíritu santo. Dios continuó utilizando a Russell durante aquellos años, no solo para escribir material para Zion’s Watch Tower, sino para cumplir con otros deberes de peso y para escribir tres tomos de La Aurora del Milenio (o Estudios de las Escrituras). ¡Qué animador es esto para los cristianos hoy mientras siguen haciendo la voluntad divina aunque se enfrenten a varias pruebas! Especialmente alentadora para los fieles seguidores ungidos de Jesús son estas palabras de Santiago: “Feliz es el hombre que sigue aguantando la prueba, porque al llegar a ser aprobado recibirá la corona de la vida, que Jehová prometió a los que continúan amándolo.”—Sant. 1:12.
TRIGO MILAGROSO
No fueron solo los asuntos domésticos de C. T. Russell lo que sus enemigos usaron contra él, sino también otras “armas.” Por ejemplo, sus enemigos han levantado la acusación de que él vendió una gran cantidad de semillas ordinarias de trigo bajo el nombre de “Trigo Milagroso” a un dólar la libra, o sesenta dólares el bushel. Han dicho que por medio de esto Russell obtuvo enorme beneficio personal. No obstante, estas acusaciones son absolutamente falsas. ¿Cuál es la realidad?
En 1904 el Sr. K. B. Stoner notó una planta poco usual que crecía en su jardín en Fincastle, Virginia. Resultó ser trigo de una clase singular. La planta tenía 142 tallos y cada uno tenía una cabeza de trigo plenamente maduro. En 1906 él la llamó “Trigo Milagroso.” Con el tiempo otros la obtuvieron y cultivaron, y disfrutaron de cosechas extraordinarias. De hecho, el Trigo Milagroso ganó premios en varias ferias. C. T. Russell estaba muy interesado en todo lo que estuviera relacionado con las predicciones bíblicas de que “el yermo se gozará, y florecerá como la rosa” y “la tierra dará su fruto.” (Isa. 35:1; Eze. 34:27, Valera) El 23 de noviembre de 1907, H. A. Miller, auxiliar en asuntos agrícolas del Gobierno de los Estados Unidos, presentó en el Departamento de Agricultura un informe en el cual daba encomio por este trigo cultivado por el Sr. Stoner. Por todo el país la prensa pública tomó en consideración aquel informe. Esto le llamó la atención a C. T. Russell, y por eso en Zion’s Watch Tower del 15 de marzo de 1908, en la página 86, publicó unos comentarios de prensa y porciones que sacó del informe gubernamental. Entonces, concluyendo, comentó: “Aunque estos relatos solo dijeran la mitad de la verdad, es testimonio fresco de que Dios puede suministrar las cosas que se necesitan para los ‘tiempos de la restitución de todas las cosas que Dios ha hablado por boca de todos los santos profetas desde el comienzo del mundo.’—Hechos 3:19-21.”
El Sr. Stoner no era Estudiante de la Biblia ni asociado de C. T. Russell, como no lo eran varias otras personas que hicieron experimentos con el Trigo Milagroso. No obstante, en 1911 J. A. Bohnet de Pittsburgo, Pensilvania, y Samuel J. Fleming de Wabash, Indiana, lectores de la Watch Tower, le regalaron a la Sociedad Watch Tower Bible and Tract el conjunto de unos 30 bushels de este trigo y propusieron que se vendiera a un dólar la libra y que la Sociedad recibiera los réditos como una donación procedente de ellos, para que se usara en su obra religiosa. La Sociedad recibió el trigo y lo envió y los réditos totales alcanzaron la suma de aproximadamente 1.800 dólares. Russell mismo no recibió ni un centavo de este dinero. Él simplemente publicó una declaración en The Watch Tower indicando que el trigo había sido contribuido y podía obtenerse a un dólar la libra. La Sociedad misma no alegó nada para el trigo por propio conocimiento y el dinero que se recibió fue como donación a la obra misional cristiana. Cuando otros criticaron esta venta, a todos los que habían contribuido se les informó que si no estaban satisfechos se les devolvería su dinero. De hecho, el dinero mismo que se recibió para el trigo fue retenido por un año con ese fin. Pero ni una sola persona pidió que se le devolviera. El comportamiento del hermano Russell y de la Sociedad con relación al Trigo Milagroso fue completamente franco y sin engaño.
Debido a que Carlos Taze Russell enseñó la verdad de la Palabra de Dios, fue odiado y difamado, a menudo por el clero religioso. Pero, después de todo, los cristianos de tiempos modernos esperan esta clase de tratamiento, porque Jesús y sus apóstoles recibieron trato semejante de los opositores religiosos.—Luc. 7:34.
“JEHOVÁ NO ABANDONARÁ A SU PUEBLO”
Jehová es un Dios fiel. El profeta Samuel aconsejó al pueblo de Israel que sirviera a Dios con todo su corazón, y declaró: “Jehová no abandonará a su pueblo por amor de su gran nombre, porque Jehová ha tomado a su cargo hacerlos pueblo suyo.”—1 Sam. 12:20-25.
Ciertamente los Estudiantes de la Biblia vieron que esto fue cierto en el caso de ellos. Algunas de sus experiencias durante los años de 1914 hasta 1916, por ejemplo, trajeron desilusión y tristeza. Sin embargo, Jehová sostuvo a su pueblo, y jamás los abandonó.—1 Cor. 10:13.
ESPERANDO GRANDES COSAS
En aquel tiempo también hubo razones para manifestar regocijo. Por años el pueblo de Dios había señalado a 1914 como el año que marcaría el fin de los Tiempos de los Gentiles. No fueron desilusionados en lo que esperaban. El 28 de julio de 1914 estalló la I Guerra Mundial, y a medida que el tiempo siguió su marcha hacia el 1 de octubre, más y más naciones e imperios se envolvieron en ella. Como los testigos cristianos de Jehová saben por su estudio de la Biblia, el período de gobernación mundial gentil ininterrumpida terminó en 1914, con el nacimiento del reino celestial de Dios con Jesucristo como rey. (Rev. 12:1-5) Pero también se esperaban otras cosas en cuanto a 1914. Sobre éstas, el hermano A. H. Macmillan escribió en su libro Faith On the March (La fe en marcha): “El 23 de agosto de 1914, como bien recuerdo, el pastor Russell empezó un viaje al noroeste, bajando por la costa del Pacífico y pasando a los estados del Sur, y terminando entonces en Saratoga Springs, Nueva York, donde celebramos una asamblea del 27 al 30 de septiembre. Aquel fue un tiempo muy interesante debido a que unos cuantos de nosotros pensábamos seriamente que nos iríamos al cielo durante la primera semana de aquel octubre.”
Entre algunos Estudiantes de la Biblia estaba muy arraigada la idea de irse al cielo en 1914. “Pensábamos,” dice la hermana Kenyon, esposa de Dwight T. Kenyon, “que la guerra pasaría a una revolución y de allí a la anarquía. Entonces los ungidos o consagrados en aquel tiempo morirían y serían glorificados. Cierta noche soñé que toda la ecclesia (congregación) estaba en un tren que iba a algún lugar. Hubo truenos y relámpagos, y de pronto los hermanos empezaron a morirse alrededor de mí. Pensé que eso estaba bien, pero por más que yo trataba, no podía morir. ¡Esto me inquietó mucho! Entonces de pronto morí y me sentí muy aliviada y satisfecha. Cuento esto solo para mostrar lo seguros que estábamos de que todo terminaría pronto en lo que tenía que ver con este viejo mundo y que el resto del ‘rebaño pequeño’ sería glorificado.—Luc. 12:32.”
Hazelle y Helen Krull recuerdan que durante 1914 los asuntos que se consideraban en la mesa del comedor de Betel solían girar alrededor del fin de los Tiempos de los Gentiles. De vez en cuando, se dice, el hermano Russell hablaba por largo tiempo, instando a mostrar fidelidad y explicando que los rasgos que tenían que ver con tiempo habían sido repasados y todavía parecían exactos, pero también que “si esperábamos más de lo que las Escrituras garantizaban, entonces teníamos que doblegarnos ante la voluntad de Jehová y ajustar nuestra mente y corazón con fe a Su camino, todavía vigilando y esperando con fe el desenvolvimiento de los acontecimientos asociados.”
Algo que sucedió en la asamblea de Saratoga Springs destaca el punto de vista del hermano Macmillan en cuanto a “irse a casa” al cielo en aquel año. Escribió él: “Tenía una invitación para hablar el miércoles (30 de septiembre) sobre el tema: ‘El fin de todas las cosas se ha acercado; por lo tanto seamos sobrios, vigilantes y oremos.’ Bueno, como diría uno, eso era lo que me gustaba. Yo mismo lo creía sinceramente... que la iglesia ‘se iría a casa’ en octubre. Durante aquel discurso hice esta lamentable declaración: ‘Probablemente éste sea el último discurso público que pronunciaré porque pronto nos iremos a casa.’”
La mañana siguiente, el 1 de octubre de 1914, unos quinientos Estudiantes de la Biblia disfrutaron de un hermoso viaje por el río Hudson en un vapor de Albany a Nueva York. El domingo los delegados habían de empezar las sesiones en Brooklyn, donde terminaría la asamblea. Un buen número de delegados se alojó en Betel, y, por supuesto, los miembros del personal de la central estuvieron presentes a la mesa del desayuno el viernes 2 de octubre por la mañana. Todos estaban ya sentados cuando entró el hermano Russell. Como de costumbre, dijo alegremente: “Buenos días a todos.” Pero esta mañana en particular pasó algo diferente. En vez de ir prontamente a su asiento, palmoteó y anunció gozosamente: “Los tiempos de los gentiles han terminado; sus reyes ya han tenido su día.” “¡Cómo aplaudimos!” exclama Cora Merrill. El hermano Macmillan admitió lo siguiente: “Estábamos intensamente excitados y no me hubiera sorprendido si en aquel momento sencillamente hubiéramos empezado a elevarnos, como señal de empezar a ascender al cielo... pero, por supuesto, no hubo nada semejante, realmente.” La hermana Merrill añade: “Después de una breve pausa él [Russell] dijo: ‘¿Se siente desilusionado alguien? Yo no. ¡Todo sigue moviéndose precisamente a su tiempo!’ De nuevo aplaudimos.”
C. T. Russell dijo unas cosas, pero no pasó mucho tiempo antes que A. H. Macmillan se hiciera el foco de la atención. Afablemente, Russell dijo: “Vamos a hacer unos cambios en el programa para el domingo. A las 10:30 de la mañana este domingo el hermano Macmillan nos pronunciará un discurso.” Eso hizo que todos se rieran con gusto. Después de todo, precisamente aquel miércoles próximo pasado el hermano Macmillan había pronunciado lo que él pensaba que probablemente sería su “último discurso público.” “Bueno,” escribió A. H. Macmillan años después, “entonces tuve que ponerme a buscar algo que decir. Hallé Salmo 74:9: ‘No vemos ya nuestras señales; no hay más profeta, ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.’ Pues, eso era diferente. En aquel discurso traté de hacer que los hermanos vieran que algunos de nosotros quizás nos habíamos apresurado un poquito al pensar que nos iríamos al cielo inmediatamente, y lo que teníamos que hacer era mantenernos ocupados en el servicio del Señor hasta que él determinara cuándo cualquiera de sus siervos aprobados sería llevado a casa al cielo.”
C. T. Russell mismo había advertido contra conjeturas particulares. Por ejemplo, consideró el fin de los Tiempos de los Gentiles y entonces dijo en The Watch Tower del 1 de diciembre de 1912: “Finalmente, recordemos que no nos consagramos [dedicamos] ni a octubre de 1914 ni a octubre de 1915 ni a ninguna otra fecha, sino ‘hasta la muerte.’ Si por alguna razón el Señor nos ha permitido calcular mal las profecías, las señales de los tiempos nos aseguran que no nos podemos haber equivocado mucho en los cálculos. Y si la gracia y paz del Señor está con nosotros en el futuro como en el pasado, según Su promesa, nos regocijaremos igualmente en irnos o quedarnos en cualquier tiempo, y estar en Su servicio, sea a este lado del velo o al otro lado [en la Tierra o en el cielo], según mejor le plazca a nuestro Amo.”
Aun al empezar el año culminante de 1914, Russell escribió en The Watch Tower del 1 de enero: “Quizás no leamos los rasgos de tiempo con la misma certeza absoluta que los rasgos doctrinales; porque en las Escrituras el tiempo no se declara tan definitivamente como las doctrinas básicas. Todavía andamos por fe y no por vista. Sin embargo, no somos gente sin fe y descreída, sino gente de fe y que espera. Si más tarde se demuestra que la Iglesia no es glorificada para octubre de 1914, trataremos de sentirnos contentos con lo que sea la voluntad del Señor.”
Así, pues, muchos Estudiantes de la Biblia esperaban grandes cosas en cuanto a 1914. Pero también habían recibido amonestación sana en las páginas de The Watch Tower. En realidad, algunos cristianos pensaban que ‘se irían a casa’ al cielo en el otoño de aquel año. “Pero,” dice C. J. Woodworth, “el 1 de octubre de 1914 llegó y pasó —y los años se acumularon después de aquella fecha— y los ungidos estaban todavía aquí en la Tierra. Algunos se amargaron y apostataron de la verdad. Los que pusieron su confianza en Jehová vieron que 1914 fue verdaderamente un tiempo marcado —el ‘principio del fin’— pero también se dieron cuenta de que el concepto anterior de ellos acerca de la ‘glorificación de los santos,’ como se declaraba, estaba equivocado. Ahora percibieron que todavía quedaba mucho trabajo para los fieles ungidos... y de ese grupo mi padre [Clayton J. Woodworth] fue uno.”
Pero las desilusiones acerca de ir al cielo en 1914 en realidad eran una cosa muy pequeña, en comparación con las grandes cosas esperadas que se realizaron con relación a aquel año. Durante los primeros seis meses de 1914, nada les pasó a las naciones gentiles, aunque los Estudiantes de la Biblia por mucho tiempo habían señalado que los Tiempos de los Gentiles caducarían en aquel año. Por lo tanto, líderes religiosos y otras personas ridiculizaron a C. T. Russell y a la Sociedad Watch Tower. Sin embargo, Jehová ciertamente no había abandonado a su pueblo ni había permitido que fueran extraviados. Impulsados por Su espíritu santo, ellos siguieron efectuando su trabajo de testimonio, pues no esperaban el fin de los Tiempos de los Gentiles sino hasta el otoño de aquel año. A medida que los meses pasaron, la tensión aumentó por toda Europa, y todavía aumentaba la mofa contra el mensaje del Reino. Sin embargo, cuando nación tras nación se vio envuelta en la primera guerra mundial hubo una diferencia. Esto llamó atención prominentemente a la obra de los testigos cristianos de Jehová.
Una típica respuesta de la prensa de aquel tiempo se vio en The World, que entonces era un periódico prominente de la ciudad de Nueva York. Su sección de revista dominical del 30 de agosto de 1914 contuvo el artículo “Fin de todos los reinos en 1914.” Allí se declaró, en parte:
“El tremendo estallido de guerra en Europa ha cumplido una profecía extraordinaria. Durante el pasado cuarto de siglo, por medio de predicadores y por medio de la prensa, los ‘Estudiantes Internacionales de la Biblia,’ a quienes se conoce mejor como ‘Auroristas Milenarios,’ han estado proclamando al mundo que el Día de la Ira profetizado en la Biblia amanecería en 1914. ‘¡Tengan cuidado con 1914!’ ha sido el lema de centenares de evangelizadores viajeros que, en representación de este credo raro, han viajado por todo el país enunciando la doctrina de que ‘el Reino de Dios se ha acercado.’ . . .
“El Rdo. Carlos T. Russell es el hombre que ha estado presentando esta interpretación de las Escrituras desde 1874. . . . ‘En vista de esta evidencia fuerte de la Biblia,’ escribió el Rdo. Russell en 1889, ‘consideramos como una verdad establecida el que el fin cabal de los reinos de este mundo y el establecimiento completo del reino de Dios se realizarán para el fin de 1914 d. de J.C.’ . . .
“Pero el decir que la tribulación habría de culminar en 1914... eso era raro. Por algún motivo extraño, tal vez porque el Rdo. Russell tiene en sus escritos un estilo que es sereno, típico de la matemática superior, más bien que los modales rimbombantes de los que predican en las esquinas de las calles, el mundo en general casi no lo ha tomado en cuenta. Los estudiantes allá en su ‘Tabernáculo de Brooklyn’ dicen que esto había de esperarse, que el mundo en ningún tiempo escuchó las advertencias divinas y que nunca lo hará, hasta que haya pasado el día de la tribulación. . . .
“Y en 1914 viene la guerra, la guerra que todo el mundo temía pero que al mismo tiempo todo el mundo pensaba que no podía suceder en verdad. El Rdo. Russell no está diciendo: ‘Les dije que sería así’; tampoco está enmendando las profecías para hacerlas cuadrar con la historia corriente. Él y sus estudiantes están satisfechos con esperar... esperar hasta octubre, fecha que ellos calculan será el fin verdadero de 1914.”
Es verdad que los Estudiantes de la Biblia no fueron ‘llevados a casa’ al cielo en octubre de 1914. Pero los Tiempos de los Gentiles de 2.520 años de duración terminaron entonces. Y, como más tarde comprendieron más plenamente los siervos de Jehová, tenían mucho trabajo que hacer después de aquel tiempo aquí mismo en la Tierra en la predicación de las buenas nuevas del reino establecido de Dios. Evidentemente muchos todavía habían de responder favorablemente a la verdad bíblica. En cuanto a esto, Russell escribió en The Watch Tower del 15 de febrero de 1915: “Hay ciertas indicaciones de que el Señor tiene una gran obra para todo Su pueblo, Sus santos vigilantes, en la actualidad. . . . Hay algunos de los hijos del Señor que parecen estar dominados por la idea de que ‘la puerta se ha cerrado,’ y que no hay más oportunidad para servicio. De modo que llegan a hacerse indolentes con respecto a la obra del Señor. ¡No debemos perder tiempo soñando que la puerta se ha cerrado! Hay personas que están buscando la Verdad... personas que están sentadas en las tinieblas. Nunca ha habido un tiempo como el actual. Nunca ha habido tantas personas dispuestas a escuchar el buen Mensaje. En todos los cuarenta años de la Siega nunca ha habido oportunidades para proclamar la Verdad como las que ahora se están presentando. La gran guerra y las señales ominosas de los tiempos están despertando a la gente, y muchas personas ahora están inquiriendo. De manera que el pueblo del Señor debería ser muy diligente, haciendo con sus fuerzas lo que su mano halla que hacer.”
“HAY UNA GRAN OBRA ESPERANDO”
En esencia, pues, al pueblo de Dios se le dijo que permaneciera firme y que ‘tuviera mucho que hacer en la obra del Señor.’ (1 Cor. 15:58) Otro indicio de que el hermano Russell estaba convencido de que a los siervos de Jehová les esperaba una gran obra fue un suceso que relató años más tarde A. H. Macmillan. C. T. Russell siempre pasaba sus mañanas, desde las ocho hasta el mediodía, preparando artículos de la Watch Tower y escribiendo otras cosas y haciendo investigación bíblica. Macmillan escribió: “Nadie se acercaba jamás al estudio durante aquellas horas a menos que se le llamara o tuviera algo muy importante. Unos cincos minutos después de las ocho, un mecanógrafo bajó corriendo las escaleras y me dijo: ‘El hermano Russell quiere verlo en el estudio.’ Pensé: ‘¿Y ahora qué he estado haciendo?’ El ser llamado al estudio por la mañana quería decir que había algo importante.” Escuche lo que sigue narrando el hermano Macmillan:
“Fui al estudio y él dijo: ‘Entre, hermano. Por favor pase a la sala.’ Era una extensión del estudio. Dijo: ‘Hermano, ¿está usted tan profundamente interesado en la verdad como lo estuvo cuando comenzó?’ Reflejé sorpresa. Él dijo: ‘No se sorprenda. Eso fue solo una pregunta que sugiere la respuesta.’ Entonces me describió su condición física, y yo sabía lo suficiente en cuanto a diagnosis física para saber que él no viviría muchos meses más a menos que recibiera algún alivio. Dijo: ‘Pues bien, hermano, lo que yo quería decirle es esto. Ya no puede seguir haciendo la obra por más tiempo, y sin embargo hay una gran obra que hacer. . . .’
“Dije: ‘Hermano Russell, no veo que esté saliendo claro lo que usted dice. No puedo entenderlo bien.’
“‘¿Qué quiere decir, hermano?’ preguntó.
“‘¿Que usted va a morir y esta obra va a seguir?’ contesté. ‘Lo que va a pasar es que cuando usted muera todos vamos a cruzarnos de brazos complacientemente y esperar irnos al cielo con usted. Entonces dejaremos de trabajar.’
“‘Hermano,’ dijo él, ‘si eso es lo que usted piensa, no ve la cuestión. Esto no es la obra del hombre. Yo no soy importante para esta obra. La luz está haciéndose más brillante. Hay una gran obra esperando.’ . . .
“Después de bosquejar el trabajo que nos esperaba, el hermano Russell dijo: ‘Mire, lo que quiero es alguien que entre aquí para tomar de mí la responsabilidad. Todavía dirigiré el trabajo, pero no puedo atenderlo como lo he hecho en el pasado.’ De modo que consideramos a varias personas. Finalmente, cuando salí y pasé por una puerta corrediza al pasillo, dijo: ‘Aguarde un minuto. Vaya a su cuarto y háblele al Señor sobre este asunto y venga y dígame si el hermano Macmillan quiere aceptar este trabajo.’ Cerró la puerta sin que yo dijera nada más. Bueno, creo que me quedé allí medio aturdido. ¿Qué podía hacer yo para ayudar al hermano Russell en este trabajo? Esto exigía un hombre que tuviera algunas habilidades de administración, y todo lo que yo sabía era predicar religión. Sin embargo, reflexioné en cuanto a ello y más tarde regresé y le dije: ‘Hermano, haré todo lo que pueda. No importa dónde me ponga.’”
C. T. Russell, convencido de que le esperaba muchísimo trabajo al pueblo de Dios, dijo a los que estaban estrechamente asociados con él que se prepararan para un aumento en la cantidad de asociados. Hizo ciertos cambios que significarían mayor unión en la organización, y recomendó cambios futuros por si no podía efectuarlos personalmente. A. H. Macmillan fue colocado a cargo de la oficina y del hogar Betel. Entonces, a pesar de que la salud de Russell iba fallando rápidamente y él se encontraba en situación de extrema incomodidad física para el otoño de 1916, salió a efectuar una gira de conferencias ya fijada.
UN VIAJE FINAL
Partiendo de Nueva York el 16 de octubre de 1916, el hermano Russell y su secretario, Menta Sturgeon, viajaron a Detroit, Michigan, por vía de Canadá. Los dos hombres siguieron entonces a Chicago, Illinois, cruzando por Kansas y siguiendo adelante a Texas. La condición de salud de Russell era tal que su secretario tuvo que sustituir por él en varios compromisos de discursante. En la noche del martes 24 de octubre, en San Antonio, Texas, Russell pronunció su último discurso público, sobre el tema “El mundo en fuego.” Durante este discurso tuvo que salir de la plataforma tres veces, y ser sustituido por su secretario.
El martes por la noche el hermano Russell y su secretario y viajero asociado estaban en un tren que se dirigía a California. Russell, enfermo, permaneció en cama todo el día el miércoles. En una ocasión, tomando la mano del enfermo, el asociado de viaje de Russell dijo: “¡Esa es la más grande mano aplastadora de credos que he visto!” Russell contestó que no pensaba que aquella mano aplastaría más credos.
Los dos hombres tuvieron que permanecer un día en Del Río, Texas, porque un puente había sido quemado y hubo que levantar otro. Salieron de Del Río el jueves por la mañana. El viernes por la noche cambiaron de tren en un punto de empalme en California. Durante todo el sábado Russell sintió grandes dolores y experimentó gran debilidad. Llegaron a Los Ángeles el domingo 29 de octubre, y allí aquella noche C. T. Russell pronunció su último discurso a una congregación. Para entonces estaba tan débil que no pudo estar de pie para el discurso. “Lamento que no puedo hablar con vigor o potencia,” dijo Russell. Entonces le pidió al presidente que quitara el atril y le trajera una silla, diciendo mientras se sentaba: “Perdónenme que me siente, por favor.” Habló por unos cuarenta y cinco minutos, entonces contestó preguntas por un rato. Dwight T. Kenyon dice de aquella ocasión: “Tuve el privilegio de asistir al último discurso del hermano Russell en Los Ángeles el 29 de octubre de 1916. Él estaba muy enfermo y permaneció sentado durante su discurso acerca de Zacarías 13:7-9. ¡Cómo me impresionó su texto de despedida, Números 6:24-26!”
Dándose cuenta de que su grave condición no le permitiría seguir, Russell decidió cancelar los demás compromisos de pronunciar conferencias y regresar rápidamente al hogar Betel en Brooklyn. El martes 31 de octubre C. T. Russell estaba a punto de morir. En Panhandle, Texas, un médico solicitado previamente por telégrafo subió temporeramente al tren y observó la condición de Russell, reconociendo los síntomas críticos. Entonces el tren partió de nuevo. Poco después, temprano en la tarde del martes 31 de octubre de 1916, murió Carlos Taze Russell en Pampa, Texas, a los sesenta y cuatro años de edad.
‘DIOS TODAVÍA AL TIMÓN’
Las muchas pruebas, actividades de predicación, responsabilidades de escritor y otros deberes de Carlos Taze Russell habían gastado mucho su vitalidad. Por unos treinta y dos años había servido de presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Según informes, viajó más de un millón seiscientos mil kilómetros como conferenciante, y predicó más de 30.000 sermones. Escribió literatura que en total alcanzó la cifra de más de 50.000 páginas, y a menudo dictó mil cartas al mes, mientras administraba una campaña de evangelización mundial que en un tiempo utilizó a 700 discursantes. Además, Russell personalmente compiló el más informativo drama bíblico que se ha exhibido, el Foto-Drama de la Creación.
Puesto que el hermano Russell había desempeñado tan prominente papel en la obra de declarar las buenas nuevas, muchos Estudiantes de la Biblia lo echaron mucho de menos. “Cuando leí el telegrama acerca de su muerte a la familia de Betel en el desayuno la mañana siguiente,” dice A. H. Macmillan, “hubo gemidos por todo el comedor.” Entre el pueblo de Dios en general hubo una variedad de respuestas a esta situación. Arden Pate, quien, de paso, era acomodador en el Teatro Majestic de San Antonio cuando C. T. Russell pronunció su último discurso público, menciona lo siguiente: “Algunos dijeron: ‘Se acabó,’ y para ellos se acabó porque no veían a Jehová conduciendo a su pueblo, sino que esperaban demasiado de un solo hombre.” En los servicios funerales de Russell el domingo 5 de noviembre de 1916, en el Templo de la ciudad de Nueva York, varios de los que habían estado estrechamente asociados con él hablaron acerca de la gran pérdida. No obstante, hubo también exhortaciones a continuar en fidelidad. Se celebraron servicios separados en el Carnegie Music Hall de Pittsburgo (Allegheny), Pensilvania, comenzando a las dos de la tarde del 6 de noviembre, y el entierro se efectuó en el terreno de la Familia de Betel en el cementerio llamado Rosemont United Cemeteries, en Allegheny, al crepúsculo de aquel día.
Durante el servicio funeral de la mañana en la ciudad de Nueva York, A. H. Macmillan mencionó la conversación que el hermano Russell tuvo con él poco antes de su muerte, y señaló también ciertos pasos que Russell dio con relación al trabajo en las oficinas centrales de la Sociedad. Entonces, entre otras cosas Macmillan declaró: “La obra que nos espera es grande, pero el Señor nos dará la gracia y fortaleza que necesitamos para efectuarla. . . . algunos trabajadores de corazón débil quizás piensen que ha llegado el tiempo de poner a un lado nuestros instrumentos de siega y esperar hasta que el Señor nos llame a casa. Este no es tiempo para oír a los que se aflojan. Es un tiempo para acción... ¡acción más resuelta que nunca!”
Casi al fin de su discurso en el servicio de la noche, J. F. Rutherford dijo: “Mis amados hermanos —nosotros los que estamos aquí, y todos los que hay en la Tierra— ¿qué haremos? ¿Aflojaremos nuestro celo por la causa de nuestro Señor y Rey? ¡No! Por su gracia aumentaremos nuestro celo y energía, para terminar nuestra carrera con gozo. No temeremos ni vacilaremos, sino que estaremos hombro a hombro, contendiendo por la fe, regocijándonos en nuestro privilegio de proclamar el Mensaje de su Reino.”
Dignas de nota, también fueron las declaraciones del secretario-tesorero de la Sociedad, W. E. Van Amburgh. En los servicios funerales de Russell, declaró: “Esta gran obra mundial no es la obra de una sola persona. Es demasiado grande para eso. Es la obra de Dios y no cambia. Dios ha usado muchos siervos en el pasado y sin duda usará a muchos en el futuro. No estamos consagrados a un hombre, ni a la obra de un hombre, sino a hacer la voluntad de Dios, como Él nos la revelará por Su Palabra y modos de dirigir providenciales. Dios todavía está al timón.”
Para el pueblo de Dios aquellos ciertamente fueron días difíciles. Sin embargo, esperaban la ayuda de Jehová. (Sal. 121:1-3) Dios levantaría a otros para llevar responsabilidades principales en su organización. La predicación continuaría.
Los siervos de Jehová acababan de pasar por un tiempo difícil, pero les esperaban años de crisis. Habiendo muerto C. T. Russell el 31 de octubre de 1916, la Sociedad Watch Tower estaba sin presidente. Hasta su reunión anual el 6 de enero de 1917, un comité ejecutivo administró los asuntos de la Sociedad. Durante aquel período, por supuesto, surgió la pregunta de quién sería el siguiente presidente. Cierto día el hermano Van Amburgh le preguntó a A. H. Macmillan: “Hermano, ¿qué piensa en cuanto a esto?” “Solo hay una persona, gústele a uno o no,” respondió Macmillan. “Solo hay un hombre que puede encargarse de esta obra ahora, y ése es el hermano Rutherford.” Tomando la mano de Macmillan, el hermano Van Amburgh dijo: “Soy de la misma opinión.” J. F. Rutherford no sabía nada de esto y no hizo ninguna campaña electoral por votos. Pero en la reunión anual de la Sociedad el 6 de enero de 1917 fue presentado como candidato y elegido presidente de la Sociedad Watch Tower.
Asumiendo su nueva responsabilidad humildemente, el hermano Rutherford habló brevemente en aquella ocasión, solicitando las “oraciones unidas, profunda comprensión y cooperación completa” de sus compañeros de creencia. Les aseguró: “El que hasta ahora nos ha conducido continuará conduciéndonos. Tengamos corazones valerosos, mentes dispuestas y manos prestas, confiando siempre implícitamente en el Señor, buscando Su guía. Él nos conducirá a la victoria segura. Renovando nuestro Pacto con Él hoy, unidos en los vínculos sagrados del amor cristiano, salgamos a proclamar al mundo: ‘El Reino de los Cielos se ha acercado.’”
ANTECEDENTES DE RUTHERFORD
Rutherford mismo era un animoso combatiente por la verdad. Nació de padres bautistas en el condado de Morgan, Misuri, el 8 de noviembre de 1869. De la hermana Ross, la hermana carnal mayor de Joseph Franklin Rutherford, o José Franklin Rutherford, A. D. Schroeder aprendió esto: “El padre de ellos era un firme bautista allá en Misuri donde la familia vivía. José el hermano menor de ella nunca pudo aceptar la enseñanza bautista de un infierno de fuego. Como resultado de esto hubo muchos debates acalorados en la casa aun antes que hubieran oído acerca de la verdad. El hermano de ella siempre había sido una persona de profundas convicciones con un profundo sentido de la justicia. Desde la juventud quiso ser abogado y juez. El padre de ellos quería que él se quedara en la granja en vez de ir a la universidad a estudiar jurisprudencia. José tuvo que conseguir un amigo que le prestara dinero, no solo para alquilar a alguien que lo reemplazara en la granja de su padre, sino también para pagarse sus estudios de derecho.”
José Rutherford se pagó sus propios estudios. Entre otras cosas, se hizo perito en taquigrafía, una habilidad que le fue muy útil años después para hacer rápidos apuntes de sus pensamientos para artículos bíblicos y otros asuntos. Mientras todavía estaba en la escuela, José Rutherford llegó a ser estenógrafo de tribunal. Esto le permitió terminar de pagar su curso de estudios y también le suministró experiencia práctica. Después de completar su educación académica, Rutherford pasó dos años bajo la tutela del juez E. L. Edwards. A los veinte años de edad, José Rutherford llegó a ser el relator oficial para los tribunales del Circuito Judicial Decimocuarto de Misuri. Cuando tenía veintidós años, fue admitido al ejercicio de la abogacía en Misuri. Según los registros del Tribunal de Circuito de Cooper, obtuvo su licencia para practicar el derecho en aquel estado el 5 de mayo de 1892. Rutherford comenzó a ejercer la abogacía en Boonville, Misuri, como abogado de tribunal con la empresa de abogados de Draffen y Wright.
J. F. Rutherford sirvió más tarde por cuatro años de fiscal público en Boonville, Misuri. Después de eso llegó a ser juez especial en el mismo Distrito Judicial Decimocuarto de Misuri. En esta capacidad, si el juez ordinario no podía presidir, Rutherford presidía como juez sustituto. Los registros del tribunal confirman que fue nombrado juez especial en más de una ocasión. Por eso, llegó a ser conocido como el “juez” Rutherford.
Hazelle y Helen Krull recuerdan que oyeron a J. F. Rutherford contar cómo se interesó originalmente en la verdad que proclamaban los siervos de Jehová. Nos dicen: “Durante una de sus visitas el hermano Rutherford sugirió un paseo a la luz de la Luna en el campo. Mientras caminábamos, habló, y contó acerca de su vida de joven y cómo se interesó en la verdad. Fue criado en una granja, pero deseaba estudiar derecho. Su padre pensaba que necesitaba su ayuda en la granja pero finalmente consintió en dejarlo ir si él se pagaba sus propios estudios y también le pagaba a un ayudante que tomara su lugar en la granja. Durante las vacaciones del verano él vendía libros para cumplir con este acuerdo. . . . Se hizo una promesa a sí mismo de que cuando llegara a ser abogado practicante, si alguien venía alguna vez a su oficina a vender libros, los compraría. Aquel día vino [en 1894], pero su socio de abogacía habló a la visitante. Era una ‘repartidora’ —la hermana Elizabeth Hettenbaugh— y estaba presentando tres tomos de la Aurora del Milenio. El socio de Rutherford no estaba interesado en lo que se le ofreció y la despidió a ella [y a su compañera repartidora, la hermana Beeler]. El hermano Rutherford, saliendo de su oficina particular por haber oído algo acerca de libros y recordando la decisión que había hecho, la hizo regresar, tomó los libros y los colocó en su biblioteca en su casa y allí permanecieron por un tiempo. Cierto día mientras convalecía de una breve enfermedad abrió uno de los libros y comenzó a leer. Ese fue el principio de un interés de toda la vida y una devoción y servicio sin cesar a su Dios.”
No se celebraban reuniones de los Estudiantes de la Biblia cerca del hogar de Rutherford. No obstante, Clarence B. Beaty dice: “Desde 1904 en adelante se celebraron reuniones en nuestro hogar. La hermana Rutherford y el juez Rutherford vinieron desde Boonville, Misuri, para el Memorial [de la muerte de Cristo]. . . . Él participó de su primer Memorial y pronunció su primer discurso de peregrino a los hermanos en nuestro hogar. No había nadie en la verdad en Boonville excepto ellos.”
Pero, ¿cómo comenzó a ser predicador de las buenas nuevas J. F. Rutherford? Bueno, A. H. Macmillan fue en gran medida responsable de esto. Macmillan conoció a Rutherford en 1905 en Kansas City durante un viaje que él y el hermano Russell hacían a través de los Estados Unidos. Poco tiempo después el hermano Macmillan se detuvo para visitar al juez Rutherford por un día o dos. Una conversación entre ellos fue así:
“Juez, usted debería estar predicando la verdad por aquí.”
“No soy predicador. Soy abogado.”
“Pues, mire, juez, le voy a mostrar lo que puede hacer. Vaya y saque un ejemplar de la Santa Biblia y busque un grupito de personas, y enséñeles sobre la vida, la muerte y el más allá. Muéstreles de dónde obtuvimos nuestra vida, por qué entramos en la condición de muerte y lo que significa la muerte. Tome las Escrituras como testigo, y entonces termine, diciendo: ‘Ahí está; todo lo he cumplido como dije,’ tal como lo haría ante el jurado en un juicio, y remáchelo para concluir.”
“Eso no parece muy difícil.”
¿Qué sucedió después de eso? ¿Hizo Rutherford algo en cuanto a aquel consejo? El hermano Macmillan informó: “Había un individuo de color que trabajaba en una pequeña granja que estaba junto a la casa que él tenía en la ciudad, al borde casi de la población. Allí había unas quince o veinte personas de color, y él fue allí a darles un sermón sobre ‘La vida, la muerte y el más allá.’ Mientras él hablaba ellos seguían diciendo: ‘¡Alabado sea el Señor, juez! ¿Dónde aprendió todo eso?’ Fue una ocasión feliz para él. Aquélla fue la primera conferencia bíblica que pronunció.”
Poco después de eso, en 1906, J. F. Rutherford simbolizó su dedicación a Jehová Dios. Escribió el hermano Macmillan: “Tuve el privilegio de bautizarlo en Saint Paul, Minnesota. Fue una de las 144 personas que bauticé personalmente en agua aquel día. Por eso, fue un placer especial para mí cuando él llegó a ser presidente de la Sociedad.”
En 1907 Rutherford llegó a ser el consejero jurídico de la Sociedad Watch Tower, y sirvió en las oficinas centrales de Pittsburgo de ésta. Tuvo el privilegio de negociar los asuntos cuando la Sociedad transfirió sus operaciones a Brooklyn, Nueva York, en 1909. Para hacer esto, solicitó admisión al colegio de abogados de Nueva York y fue aceptado, de modo que llegó a ser abogado reconocido para ese estado. El 24 de mayo de aquel mismo año Rutherford fue también admitido para ejercer la abogacía delante del Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
J. F. Rutherford con frecuencia pronunciaba discursos como peregrino, representante viajante de la Sociedad Watch Tower. Viajó extensamente como conferenciante bíblico en los Estados Unidos, habló en muchos colegios y universidades por solicitud, y también a grandes auditorios por toda Europa. Rutherford visitó a Egipto y Palestina, y en 1913, acompañado por su esposa, viajó a Alemania, donde habló a auditorios que alcanzaron un total de 18.000 personas.
SUS CARACTERÍSTICAS
Jesucristo dijo que todos sus seguidores eran “hermanos” y que “el mayor entre ustedes tiene que ser su ministro.” (Mat. 23:8-12) Por eso, ningún verdadero cristiano da a ningún compañero de creencia importancia indebida. Sin embargo, la Biblia revela las características de varios siervos de Dios. Moisés, por ejemplo, fue notable por su mansedumbre; Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, por su entusiasmo fervoroso. (Núm. 12:3; Mar. 3:17; Luc. 9:54) Puesto que a José F. Rutherford se le encomendó mucha responsabilidad en la organización terrestre de Dios, resulta interesante notar sus rasgos y cualidades.
“Rutherford siempre había manifestado un profundo amor cristiano a sus asociados,” dijo A. H. Macmillan, “y era de corazón muy bondadoso; pero no tenía naturalmente la misma disposición tierna y tranquila de Russell. Era directo y franco y no escondía lo que sentía. Su brusquedad al expresarse, aun cuando la bondad lo impulsaba a hablar, a veces se entendía mal. Pero solo había sido presidente por corto tiempo cuando quedó manifiesto que el Señor había escogido al hombre que se necesitaba para la tarea.”
Se aprende más acerca de la personalidad de Rutherford por lo que aconteció en el viejo Tabernáculo de Londres de los Estudiantes de la Biblia cuando pronunció el discurso del Memorial allí el 18 de abril de 1924. Acerca de esto, la hermana Heath, esposa del hermano William P. Heath, escribe: “El Tabernáculo era una vieja iglesia episcopal que la Sociedad había comprado a poco costo, y que se usaba para reuniones dominicales como nosotros usamos un Salón del Reino hoy. . . . El lugar para el orador estaba bien arriba hacia el techo, a seis metros del piso. Solo se le veía la cabeza cuando hablaba al auditorio. Quizás por esta razón el hermano Rutherford llamaba a aquello ‘el comedero de los caballos.’ Rehusó hablar desde allí, de hecho, sacudió a los hermanos al bajar y pararse al mismo nivel en que ellos estaban.”
Cuando originalmente el hermano Rutherford entró en la presidencia de la Sociedad Watch Tower, se necesitaba valor, fidelidad y resolución. Él manifestó esas cualidades. Por ejemplo, Esther I. Morris recuerda un discurso que Rutherford pronunció delante de un gran auditorio como peregrino en lo que entonces era el mayor teatro de Boise, Idaho. Declara ella: “Su denunciación de la religión falsa despertó la ira de varios clérigos locales, que trataron de interrumpir su discurso y desafiarlo, pero su enfático ‘¡Siéntense! ¡Exijo la protección de la ley!’ le hizo posible continuar. Estudiantes de la Biblia de pueblos adyacentes vinieron y alquilamos un salón y así tuvimos una pequeña asamblea. Él dejaba saber muy enfáticamente que este mensaje y ministerio no era nada pequeño.”
Un punto algo conmovedor acerca de la naturaleza del hermano Rutherford lo suministra Anna Elsdon. Recordando su juventud, ella escribe: “Muchas veces visitamos al hermano Rutherford. En cierta ocasión varios de nosotros los jóvenes nos habíamos reunido y el hermano Rutherford vino adonde estábamos. Le hicimos muchas preguntas acerca de la escuela, el saludo a la bandera, etc., y él nos habló por largo tiempo. Cuando estaba para despedirse, tomó muy amorosamente las manos de nosotros cinco en sus dos grandes manos, y tenía lágrimas en los ojos. Le alegraba y emocionaba mucho vernos, tan jóvenes y sin embargo hablando de las cosas profundas de la verdad. Nunca lo he olvidado. Tal como el hermano Russell era amoroso, sentimos también el amor de este gran hermano Rutherford.”
¡ADELANTE CON LA OBRA!
El hermano Rutherford estaba resuelto a seguir adelante con la obra de predicar el Reino. Por años, bajo la guía del espíritu santo de Jehová, los Estudiantes de la Biblia habían efectuado una campaña notablemente extensa de declarar la verdad de Dios. Imagínese, desde 1870 hasta 1913 inclusive habían distribuido 228.255.719 tratados y folletos y 6.950.292 libros encuadernados. Tan solo en el año importante de 1914 los siervos de Jehová distribuyeron 71.285.037 tratados y folletos y 992.845 libros encuadernados. Sin embargo, en los años 1915 y 1916 hubo una disminución en las actividades de publicación debido a la expansión de la I Guerra Mundial y el rompimiento de las comunicaciones. Pero en 1917 la obra empezó a mostrar adelanto. ¿Por qué?
El nuevo presidente de la Sociedad prontamente reorganizó la oficina central en Brooklyn. Además, se puso en acción para hacer revivir la obra en el campo. Sin embargo, estos cambios y los programas que él aceleró eran los que C. T. Russell había comenzado. El número de representantes peregrinos de la Sociedad fue aumentado de sesenta y nueve a noventa y tres. Se aceleró la distribución de tratados gratis en algunos domingos frente a las iglesias y con regularidad de casa en casa. Se publicó un nuevo tratado de cuatro páginas, The Bible Students Monthly (Mensuario de los Estudiantes de la Biblia), y tan solo en 1917 se distribuyeron 28.665.000 ejemplares gratis.
También se aceleró una nueva actividad que había empezado antes de la muerte de C. T. Russell. Esta obra, llamada la “obra pastoral,” fue precursora de las revisitas que ahora hacen los testigos cristianos de Jehová. En el tiempo de Russell esta actividad se limitaba a unas 500 congregaciones que voluntariamente lo habían elegido su pastor. En una carta a éstas él describía aquella empresa como “una importante Obra de Atender el Interés que es posible con relación a las direcciones que recibimos en las Reuniones Públicas, en las Exhibiciones del DRAMA, de las Listas de los Repartidores, etc.... a personas que supuestamente tienen algún interés en asuntos religiosos y supuestamente responderían más o menos dócilmente a la Verdad.”
Las mujeres de la congregación que estaban interesadas en efectuar esta obra elegían a una de entre ellas para que sirviera de teniente y a otra como secretaria-tesorera. Una ciudad se dividía en distritos territoriales, asignados a hermanas individualmente, y éstas visitaban a las personas cuyos nombres se les habían suministrado como de personas que mostraban interés. Las visitantes prestaban libros, que podían ser leídos y estudiados por la persona que los tomaba prestados. “Entonces nadie tenía la excusa de ‘no tengo dinero,’ puesto que era un préstamo gratis,” dice Esther I. Morris. Al fin de la visita se le decía al amo de casa que pronto se presentaría en aquel distrito un discurso con un cuadro gráfico acerca del “Plan Divino,” y se estimulaba a asistir a las personas que mostraban interés. Después se hacían otras visitas para suministrar ayuda a los individuos que asistían, en un esfuerzo por comenzar un estudio con el primer tomo de Estudios de las Escrituras, intitulado “El Plan Divino de las Edades.” Así, la culminación de aquel programa era recoger en “clases” a las personas, primero para que escucharan discursos del mapa o cuadro gráfico y más tarde para que llegaran a ser grupos regulares llamados “clases bereanas.”—Hech. 17:10, 11.
El nuevo presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, dio otros pasos para hacer revivir la predicación. Dio expansión al servicio de repartidor. Esto hizo que el total de repartidores subiera de 373 a 461. Para ayudarlos, a principios de 1917 la Sociedad comenzó a publicar un periódico llamado “Bulletin” (Boletín). Este contenía instrucciones periódicas para el servicio desde la central. Más tarde, después de octubre de 1922, el Bulletin se hizo disponible mensualmente a los Estudiantes de la Biblia en general. (Con el tiempo fue llamado “Director,” entonces “Informant” [“Informador”] y después de eso “Kingdom Ministry” [“Ministerio del Reino”].) La hermana H. Gambill dice que, después, “tuvo testimonios preparados que llamábamos ‘recorridos’ y se nos animaba a aprenderlos de memoria para usarlos en el servicio del campo. Mi cuñada . . . me seguía de cuarto en cuarto tratando de aprenderse cada palabra con la mayor precisión. Se esforzaba mucho por aprenderlo bien.” Reflexionando en el hecho de que el Bulletin contenía testimonios preparados, Elizabeth Elrod dice: “Yo apreciaba esto, porque no teníamos un arreglo como el que tenemos ahora de que una persona acompañe a otra para entrenarla y ayudarla a hacerse publicador eficaz. Esto unificaba el mensaje que salía.”
Al continuar la campaña de rejuvenecimiento, la nueva administración de la Sociedad tomó otras medidas allá en 1917. Por ejemplo, se celebraron varias asambleas regionales. Estas tenían el propósito de estimular a los Estudiantes de la Biblia a seguir adelante con su obra y no cansarse de hacer el bien.
Precisamente antes de 1914 C. T. Russell dio énfasis a un programa de discursos públicos. Ahora había llegado el tiempo para hacer arreglos para que más discursantes capacitados representaran a la Sociedad Watch Tower desde la plataforma pública. ¿Cómo se hizo esto? El programa que se usó fue el arreglo de V. D. M. Estas letras representaban las palabras latinas Verbi Dei Minister, que significan “Ministro de la Palabra de Dios.” El programa consistía en un cuestionario que se facilitaba tanto a los hombres como a las mujeres que se asociaban con las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia.
He aquí unas muestras de las preguntas que se presentaban en el cuestionario V. D. M. ¿Qué contestaciones daría usted? (1) ¿Cuál fue el primer acto de creación de Dios? (4) ¿Cuál es el castigo divino por el pecado para los pecadores? ¿y quiénes son los pecadores? (6) ¿De qué naturaleza fue el Hombre Cristo Jesús desde la infancia hasta la muerte? (7) ¿De qué naturaleza es Jesús desde la resurrección; y cuál es su relación oficial con Jehová? (13) ¿Cuál será la recompensa o bendiciones que le vendrán al mundo de la humanidad por medio de la obediencia al reino del Mesías? (16) ¿Se ha vuelto usted del pecado para servir al Dios vivo? (17) ¿Ha consagrado plenamente su vida y todas sus facultades y talentos al Señor y su servicio? (18) ¿Ha simbolizado esta consagración por bautismo en agua? (22) ¿Cree que tiene un conocimiento sustancial y permanente de la Biblia que le hará más eficaz como siervo del Señor durante el resto de su vida?
Los que enviaban sus respuestas al departamento V. D. M. de la Sociedad recibían una respuesta que incluía “unas sugerencias y puntos bondadosos” respecto a sus respuestas. Entre otras cosas, se deseaba que las preguntas fueran contestadas por los individuos en sus propias palabras.
George E. Hannan explica un poco más estos asuntos al escribir: “Estas preguntas habían de servir de guía para determinar lo bien que el individuo entendía las doctrinas fundamentales de la Biblia. A la persona dedicada que obtenía una calificación de 85 por ciento se le consideraba capacitada para enseñar. Todos aquellos hermanos estaban capacitados para pronunciar discursos públicos y discursos del cuadro o mapa. Estas preguntas estimulaban a todos los que se asociaban con la Sociedad a leer los seis tomos de Estudios de las Escrituras y buscar todas las referencias a la Biblia.”
Así fue que, como nuevo presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford dio pasos inmediatos para acelerar la obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios. Vinieron bendiciones. En el año 1917 hubo un aumento en la actividad del campo para alabanza de Jehová Dios.
“NO ESTÉN PERPLEJOS A CAUSA DEL INCENDIO ENTRE USTEDES”
No todas las personas dentro de la organización, sin embargo, se alegraron cuando J. F. Rutherford fue elegido presidente. De hecho, desde principios de 1917 varios individuos se esforzaron ambiciosamente por obtener el control administrativo de la Sociedad. Mostraron mucha falta de cooperación, y por eso comenzó un período de prueba ardiente. Por supuesto, los cristianos esperan que enemigos mundanos se opongan a ellos y los persigan. Pero a menudo las pruebas que se originan dentro de la organización cristiana misma son inesperadas y es más difícil soportarlas. Sin embargo, con ayuda divina todas estas dificultades se pueden sobrellevar. Pedro dijo a compañeros de creencia: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniese. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo.”—1 Ped. 4:12, 13.
Jehová y su “mensajero del pacto,” Jesucristo, vinieron a inspeccionar el templo espiritual en 1918 E.C. Entonces comenzó el juicio con la “casa de Dios” y un período de refinación y limpieza. (Mal. 3:1-3; 1 Ped. 4:17) Otra cosa también sucedió. Hombres que manifestaban las marcas de un “esclavo malo” se presentaron y figurativamente empezaron a “golpear” a sus coesclavos. Jesucristo había predicho cómo se trataría con éstos. Al mismo tiempo mostró que una clase del “esclavo fiel y discreto” se manifestaría, y dispensaría alimento espiritual.—Mat. 24:45-51.
La identidad del “esclavo fiel y discreto,” o “siervo fiel y prudente” (Versión Valera), fue un asunto de mucho interés allá en aquellos años. Mucho antes, en 1881, C. T. Russell escribió: “Nosotros creemos que todo miembro de este cuerpo de Cristo está participando, sea directa o indirectamente, en la obra bendita de dar alimento a su tiempo a la familia de la fe. ‘¿Quién, pues, es aquel siervo fiel y prudente, a quien su Señor ha puesto sobre su familia,’ para darles el alimento a su tiempo? ¿No es esa ‘manada pequeña’ de siervos consagrados que está cumpliendo fielmente sus votos de consagración —el cuerpo de Cristo— y no es verdad que el entero cuerpo, individual y colectivamente, está dando alimento a su tiempo a la familia de la fe... a la gran compañía de creyentes?”
De manera que se entendía que el “siervo” que Dios usaba para dispensar el alimento espiritual era una clase. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la idea que en general adoptaron muchos fue que C. T. Russell mismo era el “siervo fiel y prudente.” Esto hizo que algunos cayeran en el lazo de la adoración de criaturas. Pensaron que toda la verdad que Dios quería revelar a su pueblo había sido presentada a su pueblo por medio del hermano Russell, que nada más podía salir. Annie Poggensee escribe: “Esto causó un gran zarandeo que sacó a los que optaron por quedarse atrás con las obras de Russell.” En febrero de 1927 se aclaró este pensamiento erróneo de que Russell mismo fuera el “siervo fiel y prudente.”
Poco después que el hermano Rutherford llegó a ser presidente de la Sociedad Watch Tower, se produjo una verdadera conspiración. Se plantó la semilla de rebelión y entonces se esparció la dificultad, como se explica abajo.
C. T. Russell había visto la necesidad de enviar a una persona de las oficinas centrales a la Gran Bretaña para fortalecer a los Estudiantes de la Biblia allí después del estallido de la I Guerra Mundial. Tenía intenciones de enviar a Paul S. L. Johnson, un judío que había abandonado el judaísmo y se había hecho ministro luterano antes de llegar a conocer la verdad de Dios. Johnson había servido de discursante viajante de la Sociedad y era bien conocido por su aptitud. Por respeto al deseo de Russell, el comité ejecutivo que sirvió por poco tiempo antes de la elección de Rutherford como presidente envió a Johnson a Inglaterra, dándole ciertos documentos que le facilitarían la entrada en aquel país. Se suponía que aprendiera todo lo que pudiera acerca de la obra en Inglaterra y entonces hiciera un informe completo a la Sociedad, pero no había de hacer cambios en el personal de la central británica. No obstante, la recepción que se le dio en Inglaterra durante noviembre de 1916 aparentemente torció su juicio y finalmente su razón, “hasta que,” según declaró A. H. Macmillan, “llegó a la ridícula conclusión de que era el ‘mayordomo’ de la parábola del denario de Jesús. Más tarde pensó que era el sumo sacerdote del mundo.” En discursos a Estudiantes de la Biblia por toda Inglaterra, Johnson se caracterizó como el sucesor de Russell, y afirmó que el manto del pastor Russell había caído sobre él tal como la capa (“prenda de vestir oficial”) de Elías cayó sobre Eliseo.—2 Rey. 2:11-14.
Evidentemente, las aspiraciones de Johnson se habían desarrollado aun antes de esto, porque Edythe Kessler recuerda lo siguiente: “En 1915 salí de Betel y, antes de partir para Arizona, visité a dos viejos amigos a quienes había conocido por años, y mientras estuve allí ellos tuvieron como huésped a un peregrino, de nombre P. S. L. Johnson. Satanás ya estaba mostrando sus feos métodos disimulados de obtener control, sin importar cómo. Johnson dijo: ‘Quisiera hablar con ustedes. Sentémonos en la sala,’ lo cual hicimos. Comenzó diciendo: ‘Hermana, sabemos que es posible que el hermano Russell muera en cualquier momento, pero no es necesario que los hermanos estén en temor cuando eso suceda. Yo puedo ocupar su lugar y encargarme inmediatamente de las cosas sin que la obra tenga que detenerse.’”
Mientras estuvo en Inglaterra, Johnson se esforzó por apoderarse completamente del control del campo de actividad británico, y hasta trató, sin autoridad, de despedir a ciertos miembros del personal de la oficina central de Londres. Como resultado hubo tanta confusión que el superintendente de la sucursal se quejó al hermano Rutherford. En cambio, Rutherford nombró una comisión de varios hermanos de Londres que no eran miembros del personal de la central. Estos se reunieron, oyeron y pesaron los hechos y recomendaron que se llamara a Johnson a los Estados Unidos. Rutherford le dijo a Johnson que regresara. En vez de hacer eso, Johnson envió cartas y cablegramas acusando al comité de prejuicio, y también tratando de justificar su proceder. Esforzándose por hacer que su puesto fuera indispensable en la Gran Bretaña, impropiamente utilizó los documentos que la Sociedad le había suministrado y se apropió de sus fondos en el banco de Londres. Más tarde se hizo necesario acudir a los tribunales para obtener este dinero de nuevo.
Johnson finalmente regresó a Nueva York, donde persistentemente intentó persuadir a J. F. Rutherford para que lo enviara de regreso a Inglaterra, pero no tuvo éxito. Johnson, que pensaba que Rutherford no era el hombre apropiado para el puesto que ocupaba, estaba seguro de que él mismo debería ser el presidente de la Sociedad. Se esforzó por ejercer influencia en la junta de directores. Haciendo que pareciera que el hermano Rutherford era inepto como presidente, Johnson persuadió a cuatro de los siete miembros de la junta a ponerse de parte de él. Los cuatro se opusieron al presidente, vicepresidente y secretario-tesorero de la Sociedad, y los directores disidentes se esforzaron por quitarle el control administrativo al presidente.
J. F. Rutherford celebró reuniones con los opositores y trató de razonar con ellos. A. H. Macmillan dice que Rutherford “hasta vino a varios de nosotros y preguntó: ‘¿Debo renunciar como presidente y dejar que los que se oponen se encarguen de las cosas?’ Todos respondimos: ‘Hermano, el Señor lo puso a usted donde está, y el renunciar o salirse sería deslealtad al Señor.’ Además, el personal de la oficina amenazó con irse si estos hombres obtenían el control.”
En una sesión de la reunión anual de 1917 de la Sociedad que duró más de lo ordinario, los cuatro directores disidentes trataron de presentar una resolución en enmienda de los reglamentos de la Sociedad. El propósito de esto era colocar los poderes de administración en manos de la junta de directores. Puesto que esto iba en contra tanto del arreglo de organización que funcionó durante la presidencia del hermano Russell como del deseo de los accionistas, Rutherford declaró fuera de orden la moción y el plan fracasó. Después de eso la oposición se hizo más firme, pero sucedieron ciertas cosas que los opositores nunca esperaban.
“THE FINISHED MYSTERY”
Durante su entera administración como presidente de la Sociedad, el hermano Russell, junto con el vicepresidente y el secretario-tesorero, había tomado decisiones en cuanto a las nuevas publicaciones. No se había consultado a la junta de directores como grupo. Rutherford siguió la misma norma. Por eso, con el transcurso del tiempo los tres oficiales de la Sociedad tomaron una decisión trascendental.
Carlos Taze Russell había escrito seis tomos de Millennial Dawn (Aurora del Milenio), o Estudios de las Escrituras, pero con frecuencia habló acerca de escribir un séptimo tomo. “Cuando halle la clave,” dijo, “escribiré el Séptimo Tomo; y si el Señor da la clave a otro, él puede escribirlo.” Los oficiales de la Sociedad hicieron arreglos para que dos Estudiantes de la Biblia, Clayton J. Woodworth y George H. Fisher, compilaran un libro que consistiera en comentarios sobre Revelación, El Cantar de los Cantares y Ezequiel. Estos redactores asociados recogieron material de los escritos del hermano Russell y esto fue publicado bajo el título “The Finished Mystery” (El misterio terminado) como el séptimo tomo de Estudios de las Escrituras. Esta obra, que contenía en su mayor parte el pensamiento y comentarios de C. T. Russell, fue llamada la “obra póstuma del pastor Russell.”
Para mediados de 1917 llegó el tiempo de hacer público el nuevo libro. Aquel día significativo fue el 17 de julio. “Yo estaba de servicio en el comedor [del Betel de Brooklyn] cuando el teléfono sonó,” dice Martin O. Bowin. “Nos estábamos preparando para la comida del mediodía. Yo era el que más cerca estaba del teléfono, de modo que contesté. El hermano Rutherford llamaba. ‘¿Quién está ahí con usted?’ preguntó. Respondí: ‘Louis.’ Dijo que fuéramos a su estudio inmediatamente, y ‘No se molesten en tocar a la puerta.’ Se nos entregó un apilamiento de libros, con órdenes de colocar uno en el lugar de cada persona a la mesa y terminar antes que la familia llegara para la comida del mediodía.” Pronto el comedor se llenó de miembros de la familia de Betel.
“Como de costumbre,” continúa el hermano Bowin, “se dieron gracias a Dios. ¡Entonces comenzó aquello! . . . Encabezada por . . . P. S. L. Johnson, . . . empezó esta manifestación contra el estimado hermano Rutherford. Arrojando crueles acusaciones en voz alta, anduvieron de un lado a otro, deteniéndose solo enfrente de la mesa del hermano Rutherford para sacudir los puños contra él y seguir denunciándolo. . . . Todo esto duró unas cinco horas. Entonces todo el mundo se levantó de la mesa, quedando todavía allí todos los platos y muchísimo alimento sin tocar, lo que tuvo que ser limpiado por hermanos sin mucha energía con la cual hacerlo.”
Este incidente reveló que algunos miembros de la familia de Betel simpatizaban con los opositores. Si continuaba aquella oposición, con el tiempo perturbaría todo el funcionamiento de Betel. En vista de eso, J. F. Rutherford tomó acción para corregir aquella situación. Aunque estaba plenamente familiarizado con la estructura jurídica o legal de la Sociedad, Rutherford había consultado a un prominente abogado de corporaciones de Filadelfia, Pensilvania, acerca del status de la junta de directores de la Sociedad. La opinión escrita que recibió reveló que los cuatro disidentes no eran miembros legítimos de la junta. ¿Por qué?
C. T. Russell había nombrado directores a aquellos hombres, pero la escritura de constitución de la Sociedad exigía que los directores fueran electos por el voto de los accionistas. Rutherford le había dicho a Russell que los nombrados tenían que ser confirmados por voto en la siguiente reunión anual, pero Russell nunca dio aquel paso. Por eso, solo los oficiales que habían sido electos en la reunión anual de Pittsburgo eran miembros de la junta debidamente constituidos. Los cuatro nombrados no eran miembros legítimos de la junta. Rutherford estuvo al tanto de esto durante todo el período de dificultad, pero no lo había mencionado, con la esperanza de que estos miembros de la junta dejaran de presentar oposición. Sin embargo, la actitud de ellos mostró que no calificaban para directores. Correctamente Rutherford los despidió y nombró a cuatro nuevos miembros de la junta cuyo nombramiento podría ser confirmado en la siguiente reunión general de la corporación, a principios de 1918.
El hermano Rutherford no despidió inmediatamente de la organización cristiana a los anteriores directores. En vez de eso, les ofreció puestos de peregrino. Ellos rehusaron, salieron de Betel voluntariamente y comenzaron a esparcir su oposición por medio de una extensa campaña de conferencias y de escribir cartas por todos los Estados Unidos, Canadá y Europa. Por consiguiente, después del verano de 1917 muchas congregaciones de Estudiantes de la Biblia estuvieron compuestas de dos partidos... los que eran leales a la organización de Jehová y otros que habían caído en soñolencia espiritual y víctimas del habla blanda de los opositores. Estos últimos empezaron a no querer cooperar y no querían participar en la obra de predicar las buenas nuevas del reino de Dios.
ESFUERZOS INÚTILES POR OBTENER EL CONTROL
El grupo de oposición que recientemente había salido de Betel pensaba que podría controlar la asamblea de los Estudiantes de la Biblia que se celebró en Boston, Massachusetts, en agosto de 1917. Mary Hannan, que asistió a aquella asamblea, informa: “El hermano Rutherford esperaba este esfuerzo por parte de ellos y no les dio oportunidad de subir a la plataforma en ningún momento durante las sesiones. Presidió continuamente.” La asamblea fue un éxito rotundo, para alabanza de Jehová, y los opositores no pudieron desbaratarla.
J. F. Rutherford sabía que la reunión anual de la corporación el 5 de enero de 1918 presentaría a los disidentes otra oportunidad de apoderarse del control. Él estaba razonablemente seguro de que los Estudiantes de la Biblia en general no favorecían tal acción. Sin embargo, ellos no tendrían oportunidad de expresarse en las elecciones, puesto que era un asunto del cual se encargarían solo los miembros de la corporación legalmente constituida, la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Por eso, ¿qué podía hacer Rutherford? Podía dar a todos los siervos dedicados de Jehová la oportunidad de expresarse. Por consiguiente, The Watch Tower del 1 de noviembre de 1917 sugirió que cada congregación tomara un voto plebiscitario. Para el 15 de diciembre, 813 congregaciones enviaron sus votos y la encuesta indicó que 10.869 de los 11.421 votos favorecían a J. F. Rutherford como presidente de la Sociedad. Entre otras cosas, el voto plebiscitario también mostró que se prefería a todos los miembros fieles de la junta de directores según reconstituida en julio de 1917 y se rechazaba a los individuos rebeldes que afirmaban ser miembros de la junta.
En la reunión anual de accionistas del sábado 5 de enero de 1918 los siete individuos que recibieron el más alto número de votos fueron J. F. Rutherford, C. H. Anderson, W. E. Van Amburgh, A. H. Macmillan, W. E. Spill, J. A. Bohnet y George H. Fisher. Ninguno de los opositores logró establecerse en la junta. Los oficiales de la Sociedad fueron elegidos entonces de entre los miembros de la junta debidamente seleccionados, y J. F. Rutherford recibió todos los votos que se depositaron para presidente, Charles H. Anderson todos los de vicepresidente y W. E. Van Amburgh todos los votos para secretario-tesorero. Por lo tanto, estos hombres fueron debidamente elegidos como oficiales de la Sociedad. El intento de los opositores por obtener el control había sido completamente frustrado.
Ya no podía haber reconciliación entre los fieles y los opositores. El grupo de la oposición formó una organización enteramente separada encabezada por un “Comité de Siete.” Ciertamente la separación quedó completa para el 26 de marzo de 1918, cuando los opositores celebraron el Memorial de la muerte de Cristo aparte, separados de las congregaciones fieles del pueblo de Dios. La unidad de los que formaban el grupo de la oposición no duró mucho, sin embargo, porque en la asamblea que celebraron en el verano de 1918 surgieron diferencias y hubo una división. P. S. L. Johnson organizó un grupo con su central en Filadelfia, Pensilvania, donde publicó The Present Truth and Herald of Christ’s Epiphany (La verdad presente y el heraldo de la epifanía de Cristo). Allí permaneció, caracterizándose como el “gran sumo sacerdote de la Tierra” hasta su muerte. Más disensiones desde 1918 en adelante causaron divisiones hasta que el grupo disidente original que se había separado de la Sociedad Watch Tower se desintegró en una cantidad de sectas cismáticas.
Muchos que se apartaron en los años posteriores a la muerte de C. T. Russell no se opusieron activamente a sus anteriores asociados cristianos. Algunos regresaron, se arrepintieron de sus acciones y se asociaron de nuevo con el pueblo de Dios. Este fue un tiempo de prueba severa, como lo indica Mabel P. M. Philbrick al declarar: “Mi propio dolor fue grande cuando me di cuenta de que mi propio padre y mi muy amada madrastra que estaban en vías de recibir el premio celestial estaban apostatando. Hice muchos esfuerzos y derramé muchas lágrimas hasta que me hice firme, porque bien sabía que el que perdía su corona no podía esperar la vida en ningún lugar. El pensamiento de que ellos cayeran en la muerte segunda me parecía insoportable. No obstante, un día en oración Jehová me dio mucho consuelo mientras empecé a querer plenamente que se hiciera su voluntad. Súbitamente empecé a comprender que el amor y justicia de él eran mucho mayores que los míos y que, si él no los consideraba dignos de la vida, yo tampoco podía apegarme a ellos, porque mi padre y mi madre no eran diferentes del padre y la madre de otra persona. Desde aquel momento en adelante tuve paz mental.”
Los que se apartaron de los fieles siervos de Jehová en aquellos días no solo se dividieron en sectas, sino que, en la mayoría de los casos, menguaron en número y sus actividades se hicieron insignificantes o cesaron enteramente. De seguro no están cumpliendo la comisión de Jesús a sus seguidores de predicar las buenas nuevas en toda la Tierra y hacer discípulos.—Mat. 24:14; 28:19, 20.
¿Cuántos abandonaron el cristianismo verdadero durante los años críticos de 1917 y 1918? Un informe mundial incompleto muestra que el Memorial de la muerte de Jesucristo el 5 de abril de 1917 tuvo una concurrencia de 21.274 personas. (Debido a dificultades dentro y fuera de la organización en 1918, no se recogieron cifras de concurrencia en ese año.) Para la celebración del Memorial del 13 de abril de 1919 un informe parcial dio una concurrencia de 17.961 personas. Aunque incompletas, estas cifras muestran claramente que mucho menos de 4.000 personas habían cesado de andar con sus asociados anteriores en el servicio de Dios.
LOS CRISTIANOS EN EL CRISOL
Durante 1917 a 1919 los Estudiantes de la Biblia fueron también el objeto de una conspiración internacional fomentada particularmente por el clero de la cristiandad. The Finished Mystery (El misterio terminado), el séptimo tomo de Estudios de las Escrituras, despertó la ira clerical de éstos. Dentro de siete meses de haber visto la luz pública inicialmente, esta publicación estuvo disfrutando de una circulación sin paralelo. Los impresores de afuera que imprimían para la Sociedad estaban ocupados con la edición de 850.000 ejemplares. Para fines de 1917 el libro también se podía obtener en sueco y francés, y se estaba traduciendo a otros idiomas.
El 30 de diciembre de 1917 comenzó la distribución masiva de 10.000.000 de ejemplares del nuevo número del tratado de cuatro páginas de tamaño de periódico ilustrado The Bible Students Monthly (Mensuario de los Estudiantes de la Biblia). Este tratado intitulado “The Fall of Babylon” (La caída de Babilonia) y con los subtítulos “Ancient Babylon a Type—Mystic Babylon the Antitype—Why Christendom Must Now Suffer—the Final Outcome” (La antigua Babilonia un tipo —La Babilonia mística el antitipo—Por qué la cristiandad tiene que sufrir ahora—el resultado final), tenía citas del Séptimo Tomo, con muy directas referencias al clero. En su última página aparecía una caricatura gráfica que pintaba un muro que se derrumbaba. Algunas de sus piedras tenían palabras como “Protestantismo,” “Teoría del tormento eterno,” “Doctrina de la trinidad,” “Sucesión apostólica” y “Purgatorio.” Con fundamento bíblico el tratado mostró que la mayoría grande del clero “han sido hombres infieles, desleales, injustos” que llevaban más responsabilidad que cualquier otra clase en la Tierra por la guerra que entonces rabiaba y la gran dificultad que vendría después de ella. Como parte de la campaña para distribuir el tratado, en aquel mismo día se pronunciaron discursos públicos que recibieron amplio anuncio.
¿Le gustaría distribuir un tratado como aquél? C. B. Tvedt admite que ‘nunca olvidará aquel día en particular,’ y declara: “Era un día extremadamente frío. Pero el mensaje que yo distribuía ciertamente era candente. . . . Yo tenía mil de estos impresos para distribuirlos por debajo de las puertas de las casas de apartamentos y a veces directamente a individuos al encontrarme con ellos. No puedo negar que prefería hacer la distribución por debajo de las puertas, porque me daba cuenta de que éste era un mensaje candente y resultaría en repercusiones explosivas.”
Para fines de 1917 y comienzos de 1918 The Finished Mystery se estaba distribuyendo en cantidades cada vez mayores. El clero, encolerizado, alegó falsamente que ciertas declaraciones de este libro eran de naturaleza sediciosa. Se resolvieron a “atrapar” a la Sociedad Watch Tower y, como los líderes religiosos judíos del tiempo de Jesús en la Tierra, quisieron que el Estado les hiciera ese trabajo. (Compare con Mateo 27:1, 2, 20.) Tanto clérigos católicos come protestantes dieron a entender falsamente que los Estudiantes de la Biblia eran empleados del gobierno alemán. Por ejemplo, refiriéndose a la obra de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, una agencia jurídica del pueblo de Dios, el doctor Case de la Escuela de Divinidad de la Universidad de Chicago publicó esta declaración: “Se gastan dos mil dólares por semana en el esparcimiento de su doctrina. No se sabe de dónde viene el dinero; pero hay fuerte sospecha de que viene de fuentes alemanas. Es mi opinión que esos fondos serían un lucrativo campo para la investigación gubernamental.”
“Esto, estimulado por acusaciones similares de parte de otros eclesiásticos nominales, evidentemente tuvo algo que ver con que oficiales de la Información Secreta del Ejército se apoderaran de los libros del tesorero de la Sociedad,” dijo The Watch Tower del 15 de abril de 1918. Continuó: “Sin duda alguna las autoridades pensaban que hallarían alguna evidencia que daría sustancia a la acusación de que nuestra Sociedad trabaja en el interés del gobierno alemán. Por supuesto, los libros no revelan nada de eso. Todo el dinero que utiliza nuestra Sociedad es contribuido por personas que están interesadas en predicar el Evangelio de Jesucristo y Su reino, y nada más.” La publicidad nacional que los periódicos dieron a la toma de los libros de la Sociedad tendió a despertar sospechas.
El 12 de febrero de 1918 fue una fecha marcada para el pueblo de Dios en el Canadá. La Sociedad Watch Tower fue entonces proscrita en todo aquel país. Un despacho de la prensa pública declaró: “El secretario de Estado, bajo los reglamentos de la censura de la prensa, ha emitido decretos prohibiendo la posesión en el Canadá de varias publicaciones, entre ellas el libro publicado por la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, intitulado ‘STUDIES IN THE SCRIPTURES—The Finished Mystery,’ conocido generalmente como la publicación póstuma del pastor Russell. La circulación de ‘The Bible Students Monthly,’ también publicado por esta Asociación en su oficina de Brooklyn, Nueva York, también queda prohibida en el Canadá. La posesión de todo libro prohibido deja al poseedor expuesto a una multa que no excederá de 5.000 dólares y cinco años en prisión.”
¿A qué se debió la proscripción? El Tribune de Winnipeg, Manitoba, arroja alguna luz sobre eso, al decir: “Se alega que las publicaciones proscritas contienen declaraciones sediciosas y contra la guerra. Extractos de uno de los números de fechas reciente de ‘The Bible Students Monthly’ fueron denunciados desde el púlpito hace unas semanas por el Rdo. Charles G. Paterson, pastor de la Iglesia de San Esteban. Después de eso el fiscal de la corona, Johnson, pidió al Rdo. Paterson un ejemplar de la publicación. Se cree que la orden del censor es el resultado directo.”
Poco después de la proscripción inspirada por el clero en el Canadá, se hizo patente la naturaleza internacional de la conspiración. En febrero de 1918 el Departamento de Información Secreta del Ejército de los Estados Unidos en la ciudad de Nueva York empezó a investigar la oficina central de la Sociedad Watch Tower. No solo se había dado a entender falsamente que la Sociedad estaba en comunicación con el enemigo alemán; también se le había informado mentirosamente al gobierno de los Estados Unidos que la oficina central de la Sociedad en Brooklyn era un centro para la transmisión de mensajes al régimen alemán. Con el tiempo la prensa pública informó que agentes del gobierno se habían apoderado de un aparato inalámbrico que se había erigido y estaba listo para usarse en el hogar Betel. Pero, ¿cuál era la realidad?
En 1915 a C. T. Russell le dieron un pequeño receptor inalámbrico. Personalmente él no estaba muy interesado en el aparato, pero en el techo de Betel se levantó una pequeña antena y a algunos de los hermanos jóvenes se les dio la oportunidad de aprender a trabajar con el equipo. No obstante, no se obtuvo mucho éxito en cuanto a recibir mensajes. Cuando los Estados Unidos estaban por entrar en la guerra, se requirió que todos los instrumentos inalámbricos fueran desmantelados. Por eso, la antena fue removida y los palos fueron cortados y se utilizaron con otros fines, mientras que el instrumento mismo fue empacado cuidadosamente en el Estudio de Arte de la Sociedad. Por más de dos años no había sido utilizado en absoluto cuando dos agentes de la Información Secreta del Ejército supieron acerca del equipo mientras conversaban con un miembro de la familia de Betel. Fueron llevados al techo y se les mostró dónde había estado. Entonces se les mostró el instrumento mismo, todo empacado. Con consentimiento, estos hombres se lo llevaron porque no había uso para aquello en Betel. El aparato era solo un receptor, no un transmisor. Nunca hubo un instrumento de enviar mensajes en Betel. De modo que era imposible transmitir un mensaje a lugar alguno.
La oposición y presión contra el pueblo de Jehová continuó aumentando. El 24 de febrero de 1918, J. F. Rutherford pronunció una conferencia pública en Los Ángeles, California, a un auditorio de 3.500 personas. La mañana después el Tribune de Los Ángeles imprimió un informe de la conferencia que ocupó una página completa. Esto despertó la indignación de los clérigos locales. La asociación ministerial celebró una reunión el lunes por la mañana y envió su presidente a los adminstradores del periódico, exigiendo que explicaran por qué habían publicado tanto acerca de la conferencia. El jueves siguiente, el Departamento de Información Secreta del Ejército se apoderó de la central de los Estudiantes de la Biblia en Los Ángeles, y también se apoderó de muchas publicaciones de la Sociedad.
El lunes 4 de marzo de 1918 Clayton J. Woodworth (uno de los compiladores de The Finished Mystery) fue arrestado en Scranton, Pensilvania, junto con varios otros hermanos. Se les acusó falsamente de conspiración y se les puso bajo fianza para comparecer para juicio en mayo. Además, a medida que la presión externa aumentó rápidamente contra la Sociedad, más de veinte Estudiantes de la Biblia fueron detenidos en campamentos del ejército y prisiones militares debido a que se les negó exención militar. Algunos de ellos fueron sometidos a juicios de tribunal de guerra y sentenciados a largos términos de prisión. El 14 de marzo de 1918 el Ministerio o Departamento de Justicia de los Estados Unidos se refirió a la distribución de The Finished Mystery como una violación del Acta contra Espionaje.
Una contraofensiva por el pueblo de Dios... eso era una necesidad. Tenía que haber una denuncia de la oposición que el clero fomentaba a la obra cristiana de los Estudiantes de la Biblia. Por eso, el 15 de marzo de 1918 la Sociedad Watch Tower publicó un tratado de tamaño de periódico, de dos páginas, el Kingdom News (Noticias del Reino) Núm. 1. Este llevaba el encabezamiento en letras muy visibles: “Intolerancia religiosa—Los seguidores del pastor Russell perseguidos porque hablan la verdad a la gente—Tratamiento de los Estudiantes de la Biblia huele a ‘edad del oscurantismo.’” Este tratado ciertamente denunció la persecución inspirada por el clero contra los testigos cristianos de Jehová en Alemania, Canadá y los Estados Unidos. Se distribuyeron millones de ejemplares.
Es interesante el hecho de que este tratado decía: “Reconocemos que el Gobierno de los Estados Unidos, siendo una institución política y económica, tiene el poder y la autoridad, bajo su ley fundamental, de declarar la guerra y de reclutar a sus ciudadanos para el servicio militar. No tenemos disposición alguna de estorbar el reclutamiento o la guerra de manera alguna. El hecho de que algunos de nuestros miembros hayan tratado de recibir la protección de la ley se ha usado como otro medio de persecución.”
El Kingdom News Núm. 2 salió el 15 de abril de 1918. Su notable encabezamiento decía “‘The Finished Mystery’ y por qué suprimido.” Bajo el subtítulo “El clero tiene parte en ello,” este tratado mostró que el clero estimuló a las agencias gubernamentales a hostigar a la Sociedad, arrestar a algunos, levantar objeciones a The Finished Mystery y ejercer presión en los Estudiantes de la Biblia para que cortaran ciertas páginas (247-253) de aquella obra. Además, el tratado explicó por qué los clérigos se oponían a los siervos de Jehová, y mostró claramente la posición de ellos en cuanto a la guerra, así como su creencia en cuanto a la iglesia verdadera.
Se circuló una petición con relación a la distribución de este Kingdom News. Dirigida al presidente Wilson de los Estados Unidos, la petición decía: “Nosotros, los suscritos americanos, sostenemos que cualquier intervención de parte del clero contra el estudio independiente de la Biblia es intolerante, antiamericano y anticristiano; y que cualquier tentativa por unir la Iglesia con el Estado es radicalmente incorrecta. En los intereses de la independencia y la libertad religiosa, nosotros protestamos solemnemente contra la supresión de The Finished Mystery, y pedimos al Gobierno la remoción de todas las restricciones que gobiernan su uso, para que se le permita a la gente comprar, vender, poseer y leer esta ayuda para el estudio de la Biblia, sin intervención o molestia.”
El 1 de mayo de 1918, solo seis semanas después de salir el primer Kingdom News (Noticias del Reino), salió el Kingdom News Núm. 3, con el encabezamiento “Dos grandes batallas se pelean—La caída de la autocracia es segura” y el subtítulo “Estrategia satánica destinada al fracaso.” Este número trataba de la Descendencia Prometida contra la descendencia de Satanás el Diablo. (Gén. 3:15) Describía el desarrollo del anticristo desde su nacimiento hasta los actos del momento del clero católico y protestante. Denodadamente este tratado mostraba cómo el Diablo usaba a aquellos agentes en un esfuerzo por destruir al resto de los seguidores ungidos de Jesucristo en la Tierra.
Se necesitó valor para distribuir los números de Kingdom News que entonces se publicaron. Algunos Estudiantes de la Biblia fueron arrestados. A veces los suministros de Kingdom News fueron confiscados temporeramente. Los siervos de Jehová, aunque se hallaron en un crisol de oposición y persecución, mantuvieron la fidelidad a Dios y continuaron efectuando su obra cristiana.
SE COMETEN ATROCIDADES
Se cometieron atrocidades contra los siervos de Jehová a medida que aumentó la oposición de clero y legos. Una publicación de la Sociedad Watch Tower que salió más tarde dio un informe parcial de las increíbles persecuciones que padecieron los Estudiantes de la Biblia, y dijo en parte:
“El 12 de abril de 1918, en Medford, Oregón, una chusma atacó y echó del pueblo a E. P. Taliaferro por publicar el evangelio, y a George R. Maynard lo desnudaron, lo pintaron y lo echaron del pueblo por permitir que en su hogar se estudiara la Biblia. . . .
“El 17 de abril de 1918, en Shawnee, Oklahoma, G. N. Fenn, George M. Brown, L. S. Rogers, W. F. Glass, E. T. Grier y J. T. Tull fueron encarcelados. Durante el juicio el fiscal dijo: ‘Al infierno con su Biblia; ustedes deberían estar en el infierno con sus espaldas rotas; deberían ser ahorcados.’ Cuando G. F. Wilson, de Oklahoma City, trató de obrar como abogado para la defensa, él también fue arrestado. A cada uno le impusieron una multa de 55 dólares y el costo; la ofensa, distribución de literatura protestante. El juez del juicio incitó a la chusma para que tomara acción después del juicio, pero las chusmas fueron frustradas.
“El 22 de abril de 1918, en Kingsville, Texas, L. L. Davis y Daniel Toole fueron perseguidos por una chusma dirigida por el alcalde y el juez del condado y subsecuentemente se les prendió y encerró en la cárcel sin orden de arresto. Davis fue despedido de su empleo. En mayo de 1918, en Tecumseh, Oklahoma, prendieron y encerraron a J. J. May por trece meses en un asilo de dementes por orden de un juez, después de habérsele amenazado e insultado. A su familia no se le avisó lo que le habían hecho. . . .
“El 17 de marzo de 1918, en Grand Junction, Colorado, una reunión para estudiar la Biblia fue desbaratada por una chusma compuesta del alcalde, periodistas prominentes y otros hombres de prominencia en los negocios. . . .
“El 22 de abril de 1918, en Wynnewood, Oklahoma, a Claud Watson primeramente lo encarcelaron y entonces lo soltaron deliberadamente a una chusma formada por predicadores, comerciantes y otros que lo derribaron a golpes, hicieron que un individuo de color lo azotara y, cuando se hubo recobrado parcialmente, que lo azotara de nuevo. Entonces lo cubrieron completamente con brea y plumas, frotando y haciendo que penetrara en su pelo y el cuero cabelludo. El 29 de abril de 1918, en Walnut Ridge, Arkansas, W. B. Duncan, de 61 años de edad, Edward French, Charles Franke, un Sr. Griffin y una Sra D. Van Hoesen fueron encarcelados. La cárcel fue invadida por una chusma que usaba lenguaje vil y obsceno, la cual los azotó, los cubrió de brea y plumas y los sacó del pueblo. A Duncan se le obligó a caminar a pie cuarenta y dos kilómetros a su hogar y casi no se recuperó. Griffin quedó virtualmente ciego y murió de resultas del ataque pocos meses después.”
Después de todos estos años, T. H. Siebenlist recuerda bien lo que le sucedió a su padre en Shattuck, Oklahoma. Escribe:
“En septiembre de 1917 comencé a asistir a la escuela y todo fue bien hasta aproximadamente marzo cuando se exigió que todos los niños de la escuela compraran un botón de la Cruz Roja. Al mediodía llevé la nota a casa. Papá estaba en el trabajo y mamá solo podía leer alemán en aquel tiempo. Sin embargo, el hermano Howlett, un hermano peregrino, estaba visitando a la ‘clase’ y se encargó del asunto. ¡No compramos ningún botón!
“Fue poco después de esto que los funcionarios fueron a buscar a papá en el trabajo y trataron de hacer que se pusiera de pie sobre el libro The Finished Mystery y saludara la bandera... esto allí mismo en la calle Main en Shattuck. Lo llevaron a la cárcel . . .
“Poco después de esto fueron a buscar a papá de nuevo y lo retuvieron por tres días. Esta vez le dieron poco alimento. La manera en que salió de la cárcel esta vez fue otra historia. Aproximadamente a medianoche tres hombres simularon un ‘asalto’ a la cárcel. Le pusieron una cobertura a mi padre en la cabeza y le hicieron caminar apresuradamente, descalzo, al borde occidental del pueblo. Aquel terreno era áspero y lleno de espinos. Aquí lo desnudaron hasta la cintura y lo azotaron con un látigo para caballos que tenía un alambre en el extremo. Entonces le aplicaron brea caliente y plumas y, dándolo por muerto, se fueron. Él logró levantarse y andar y arrastrarse alrededor del pueblo hacia el sudeste. Entonces pensaba encaminarse al norte y a su hogar. Sin embargo, un amigo de él lo encontró y lo trajo a casa. Nunca lo vi aquella noche, pero fue una sacudida terrible para mamá, especialmente habiendo un infante pequeñito en la casa, y la abuela Siebenlist se desmayó al verlo. Mi hermano Juan había nacido solamente unos cuantos días antes de suceder todo esto. Sin embargo, mamá se sostuvo muy bien en medio de toda esta dificultad, y jamás perdió de vista el poder protector de Jehová. . . .
“Abuela y tía Katie, la medio hermana de papá, empezaron a atenderlo y lo revivificaron. La brea y las plumas se habían incrustado en su carne; por eso usaron grasa de ganso para sanar las heridas y gradualmente la brea salió. . . . Papá nunca vio el rostro de sus asaltantes, pero había reconocido sus voces y sabía quiénes eran. Nunca les dijo. De hecho, era difícil hacer que alguna vez hablara de aquello. Sin embargo, llevó aquellas cicatrices consigo hasta la tumba.”
“CAUTELOSOS COMO SERPIENTES”
La proscripción de The Finished Mystery y ciertas otras publicaciones cristianas puso a los siervos de Jehová en circunstancias difíciles. Sin embargo, tenían que hacer la obra que Dios les había dado y siguieron adelante con ella, resultando “cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas.” (Mat. 10:16) En armonía con eso, a veces escondían las ayudas para el estudio de la Biblia en diferentes lugares... quizás en una guardilla, o en la carbonera, bajo la madera de los pisos o en los muebles.
El hermano C. W. Miller nos cuenta esto: “Puesto que nuestro hogar era la central local de los Estudiantes de la Biblia en aquel tiempo, los hermanos venían a medianoche en un camión para traer la literatura y nosotros escondíamos las cajas de libros en una pollera, camuflada con gallinas rojas de Rhode Island y follaje.”
El hermano D. D. Reusch, recordando un incidente que ocurrió en aquellos días, escribe: “En casa de la familia Reed, los libros estaban almacenados afuera de modo que no se vieran, detrás de la casa, y, al acercarse la policía, los Reeds retuvieron el aliento con aprensión al ver a la policía acercarse al lugar donde la literatura estaba escondida. Precisamente entonces cayó del techo una gran precipitación de nieve que cubrió completamente aquella sección.”
“FORJANDO PENOSO AFÁN POR MEDIO DE DECRETO”
Hace siglos el salmista preguntó: “¿Acaso el trono que causa adversidades estará aliado contigo mientras está forjando penoso afán por medio de decreto?” (Sal. 94:20) Los siervos de Jehová siempre obedecen todas las leyes de las naciones que no están fuera de armonía con las leyes de Dios. Pero, como pudiera esperarse, cuando hay un conflicto entre las exigencias de simples hombres y las leyes de Dios, los cristianos adoptan la posición apostólica y ‘obedecen a Dios como gobernante más bien que a los hombres.’ (Hech. 5:29) A veces leyes buenas se aplican mal en un esfuerzo por detener su obra. En otros casos, los enemigos logran hacer que se aprueben decretos que causan daño al pueblo de Dios.
El Acta de Reclutamiento Selectivo fue aprobada por el Congreso de los Estados Unidos el 15 de junio de 1917. Estipulaba el reclutamiento de los hombres, pero también la exención a los hombres que, por creencias religiosas, no pudieran participar en la guerra. Muchos jóvenes de todo el país escribieron a la Sociedad Watch Tower, preguntándole al juez Rutherford qué proceder tomar. Él dijo más tarde acerca de esto: “Muchos jóvenes de todo el país me preguntaron qué proceder tomar con relación a esto. En todo caso mi consejo fue en este sentido, dado a jóvenes que lo solicitaron, a saber: ‘Si usted no puede por conciencia participar en la guerra, la Sección 3 del Acta de Reclutamiento Selectivo estipula que debe solicitar exención. Debe registrarse y someter su solicitud de exención, dando la razón para ello, y la junta de reclutamiento juzgará su solicitud.’ Nunca hice otra cosa sino aconsejarles que aprovecharan esta acta del Congreso. Siempre insistí en que todo ciudadano debe obedecer la ley del país mientras esa ley no esté en conflicto con la ley de Dios.”
Allá en la era de la I Guerra Mundial se manifestó una conspiración clara contra los siervos de Jehová. Para darle adelanto, muchos clérigos celebraron una conferencia en Filadelfia, Pensilvania, en 1917. Allí nombraron un comité para que visitara la capital de la nación, Washington, D.C., e insistiera en que se revisara el Acta de Reclutamiento Selectivo y la Ley contra Espionaje. El comité visitó el Departamento de Justicia. Por urgirlo los clérigos, se seleccionó a John Lord O’Brian, miembro del departamento, para que preparara una enmienda a la Ley contra Espionaje e hiciera que ésta fuera presentada en el Senado de los Estados Unidos. Esta enmienda estipulaba que todas las ofensas que se cometieran en violación de la Ley contra Espionaje fueran juzgadas por un tribunal militar y que se impusiera la pena de muerte a los que fueran hallados culpables. No obstante, el proyecto de ley no fue aprobado.
Una estipulación conocida como la “Enmienda France” se presentó cuando el Congreso empezó a enmendar la Ley contra Espionaje. Esta enmienda eximía de la estipulación del Acta a cualquier persona que expresara “lo que es cierto, con buenos motivos y con fines justificables.”
No obstante, el 4 de mayo de 1918 el senador Overman hizo que en el Congressional Record (4 de mayo de 1918, páginas 6052, 6053) se pusiera un memorándum procedente del ministro de justicia o procurador general. Este declaraba, en parte:
“La opinión de la Rama de la Información Secreta Militar se opone enteramente a la enmienda a la ley contra espionaje en el sentido de que la sección 3, Título I, no haya de aplicar a los que expresan: ‘lo que es cierto, con buenos motivos y con fines justificables.’
“La experiencia enseña que una enmienda de esa índole nulificaría a buen grado el valor de la ley y haría que cada juicio se convirtiera en un debate académico acerca de enigmas insolubles en cuanto a lo que es la verdad. Los motivos humanos son demasiado complicados para ser objetos de consideración, y la palabra ‘justificable’ es demasiado elástica para uso práctico. . . .
“Uno de los ejemplos más peligrosos de esta clase de propaganda es el libro llamado ‘The Finished Mystery,’ una obra escrita en lenguaje extremadamente religioso y distribuida en cantidades enormes. El único efecto de esto es hacer que los soldados desacrediten nuestra causa e inspirar un sentimiento de resistencia al reclutamiento en el sector doméstico.
“El Kingdom News, de Brooklyn, imprime una solicitud en la cual exige que se remuevan las restricciones que se han impuesto a ‘The Finished Mystery’ y obras similares, ‘para que a la gente se le permita, sin interferencia o molestia, comprar, vender, tener y leer esta ayuda para el estudio de la Biblia.’ El aprobar esta enmienda abriría de nuevo nuestros campamentos a esta influencia venenosa.
“La Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia pretende tener los motivos más religiosos, pero hemos hallado que por mucho tiempo se ha informado que sus oficinas centrales son lugar frecuentado por agentes alemanes. . . .
“El aprobar esta enmienda debilitaría grandemente la eficacia americana y solo ayudaría al enemigo. Los resultados son lo que cuenta en la guerra, no los motivos, y por lo tanto la ley y los que la ejecutan deben interesarse en procurar los resultados deseables y evitar los resultados peligrosos, dejando los motivos a la misericordia de los jueces o a la perspectiva de los historiadores.”
Como consecuencia de estos esfuerzos por el Departamento de Justicia, el Acta contra Espionaje enmendado fue aprobada el 16 de mayo de 1918, sin la “Enmienda France.”
“¡SABEMOS CÓMO ATRAPARLO, Y LO VAMOS A HACER!”
Para este tiempo, unos jóvenes asociados con los Estudiantes de la Biblia fueron llamados para el servicio militar y, como objetores por conciencia, habían sido enviados al campamento Upton en Long Island, Nueva York. Este campamento estaba bajo la superintendencia del general James Franklin Bell. Él visitó a J. F. Rutherford en la oficina de éste y se esforzó por hacer que éste diera a estos hombres la instrucción de desempeñar cualquier servicio que Bell les asignara, fuera en ultramar o en cualquier otro lugar. Rutherford rehusó. El general insistió y finalmente Rutherford escribió una carta, que decía, en esencia: “Cada uno de ustedes tiene que decidir por sí mismo si desea participar en servicio militar activo o no. Hagan lo que consideren su deber y lo que sea correcto a la vista del Dios Todopoderoso.” Esta carta no satisfizo de ninguna manera a Bell.
Pocos días después, J. F. Rutherford y W. E. Van Amburgh visitaron al general Bell en el campamento Upton. Bell, en la presencia de su teniente y Van Amburgh, le contó a Rutherford acerca de la conferencia de clérigos de Filadelfia. Mencionó que ellos habían seleccionado a John Lord O’Brian para presentar los asuntos al Senado, con el resultado de que se presentó un proyecto de ley para que todos los casos contra la Ley contra Espionaje fueran vistos ante un tribunal militar, con la muerte como pena. El general Bell “se mostró considerablemente acalorado,” según Rutherford, quien informó: “Delante de él, en su escritorio, había un paquete de documentos, y con su índice los golpeó y, dirigiéndose a mí, dijo con verdadera emoción: ‘¡Ese proyecto de ley no fue aprobado, porque Wilson lo impidió; pero sabemos cómo atraparlo, y lo vamos a hacer!’ A esa declaración respondí: ‘General, usted sabrá dónde encontrarme.’”
GOLPE DE MUERTE A LOS “DOS TESTIGOS”
Después del principio de octubre de 1914, los seguidores ungidos de Cristo proclamaron que los Tiempos de los Gentiles habían terminado y que las naciones se acercaban a su destrucción en Armagedón. (Luc. 21:24; Rev. 16:14-16) Estos “dos testigos” figurativos declararon este mensaje de lamentación para las naciones por 1.260 días, o tres años y medio (del 4/5 de octubre de 1914 al 26/27 de marzo de 1918). Entonces el sistema político bestial del Diablo guerreó contra los “dos testigos” de Dios, y con el tiempo ‘los mató’ en cuanto a la obra atormentadora que ellos hacían de profetizar “vestidos de saco,” para gran alivio de sus enemigos religiosos, políticos, militares y judiciales. (Rev. 11:3-7; 13:1) Esa era la profecía, y se cumplió. Pero, ¿cómo?
El 7 de mayo de 1918 el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oriental de Nueva York emitió una orden para el arresto de ciertos siervos principales de la Sociedad Watch Tower. Esto envolvía al presidente J. F. Rutherford, el secretario-tesorero W. E. Van Amburgh, Clayton J. Woodworth y George H. Fisher (los dos compiladores de The Finished Mystery), F. H. Robison (miembro del comité redactor de la Watch Tower), A. H. Macmillan, R. J. Martin y Giovanni DeCecca.
El mismo día siguiente, 8 de mayo de 1918, los de este grupo que estaban en el Betel de Brooklyn fueron arrestados. Con el tiempo todos fueron arrestados. Poco después tuvieron que presentarse en el Tribunal Federal, bajo la presidencia del juez Garvin. Todos tuvieron que enfrentarse a una acusación previamente hecha por el Gran Jurado, que levantaba contra ellos el cargo de:
“(1, 3) La ofensa de ilegal, criminal y voluntariosamente causar insubordinación, deslealtad y negación de servicio en las fuerzas militares y navales de los Estados Unidos de América, en, por y mediante incitaciones personales, cartas, discursos públicos, distribuyendo y haciendo circular públicamente a través de los Estados Unidos de América cierto libro llamado ‘Volume Seven—SCRIPTURE STUDIES—The Finished Mystery’; y distribuir y hacer circular públicamente por todos los Estados Unidos ciertos artículos presentados en folletos llamados: ‘BIBLE STUDENTS MONTHLY,’ ‘THE WATCH TOWER,’ ‘KINGDOM NEWS’ y otros folletos no mencionados, etcétera;
“(2, 4) La ofensa de obstruir ilegalmente, criminalmente y voluntariosamente el reclutamiento y servicio de alistamiento de los Estados Unidos cuando los Estados Unidos estaban en guerra.”
Principalmente, la acusación se basaba en un solo párrafo de The Finished Mystery. Este decía: “En ningún lugar en el Nuevo Testamento se estimula el Patriotismo (un odio de miras estrechas a otros pueblos). En todo lugar y siempre se prohíbe el asesinato en toda forma; y sin embargo, bajo pretexto del Patriotismo los gobiernos civiles de la Tierra exigen de hombres que aman la paz que se sacrifiquen a sí mismos y sacrifiquen a sus amados y que degüellen a sus semejantes, y aclaman esto como un deber que exigen las leyes del cielo.”
Los hermanos Rutherford, Van Amburgh, Macmillan y Martin se enfrentaron a una segunda acusación de hacer negocios con el enemigo, basada en la alegación de que los oficiales de la Sociedad habían enviado 500 dólares al administrador de la sucursal suiza de la Sociedad en Zurich. A cada hermano acusado se le retuvo bajo fianza de 2.500 dólares por cada una de las acusaciones. Se les puso en libertad bajo fianza y comparecieron ante el tribunal el 15 de mayo de 1918. El juicio se fijó para el 3 de junio de 1918 en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oriental de Nueva York. Los hermanos se declararon “inocentes” a ambas acusaciones y se consideraron completamente inocentes de todos los cargos.
Debido a las emociones que se manifestaron en audiencias preliminares, los acusados presentaron declaraciones juradas que mostraban por qué pensaban que el juez Garvin estaba prejuiciado contra ellos. Con el tiempo, se trajo al juez de distrito de los Estados Unidos Harland B. Howe para que presidiera en el juicio. Según A. H. Macmillan, aunque los acusados no estaban al tanto de los puntos de vista de Howe, el gobierno sabía que él “tenía prejuicio especial a favor de la prosecución de la ley y en contra de los acusados de violarla.” Macmillan también declaró: “Pero no quedamos largo tiempo en la oscuridad. Desde la primera conferencia de los fiscales en las cámaras del juez antes que comenzara el juicio se manifestó su animosidad, y él indicó: ‘Les voy a dar a estos acusados todo lo que les corresponde.’ No obstante, ahora era demasiado tarde para que nuestros abogados sometieran una declaración jurada acerca de prejuicio por parte del juez.”
Macmillan dijo que la acusación, según se presentó originalmente, decía que los acusados habían entrado en una conspiración en algún tiempo entre el 6 de abril de 1917, cuando los Estados Unidos declararon la guerra, y el 6 de mayo de 1918. Por moción, el gobierno especificó que la fecha de la ofensa alegada estuvo entre el 15 de junio de 1917 y el 6 de mayo de 1918.
ESCENAS EN EL TRIBUNAL
Los Estados Unidos estaban en guerra. Un juicio de Estudiantes de la Biblia bajo acusación de sedición por eso atrajo gran atención. ¿Qué hay del sentir del público? Favorecía todo lo que diera adelanto al esfuerzo de guerra. Fuera del tribunal las bandas tocaban y los soldados marchaban alrededor cerca del Ayuntamiento de Brooklyn. Dentro del tribunal siguió el juicio de quince días, acumulando una verdadera montaña de testimonio. Pasemos adelante y seamos testigos de lo que sucede.
A. H. Macmillan, uno de los acusados, nos ayuda a captar el ambiente, porque más tarde escribió: “Durante el juicio el gobierno dijo que si uno se paraba en la esquina de la calle y repetía el padrenuestro con la intención de desanimar a los hombres de ingresar en el ejército, podía ser enviado a la penitenciaría. De modo que se puede ver lo fácil que era para ellos interpretar intención. Pensaban que podían saber lo que otra persona estaba pensando, y por eso obraron contra nosotros con esa base aunque testificamos que jamás en tiempo alguno conspiramos para hacer cosa alguna que afectara el reclutamiento y nunca estimulamos a nadie a resistirlo. De nada sirvió. Ciertos caudillos religiosos de la cristiandad y sus aliados políticos estaban determinados a acabar con nosotros. El fiscal, con consentimiento del juez Howe, tuvo como mira el fallo de culpabilidad, insistiendo en que nuestro motivo era inaplicable y que la intención debería deducirse de nuestros actos. Fui hallado culpable únicamente por haber refrendado un cheque, el propósito del cual no pudo ser determinado, y porque firmé una declaración de hecho que fue leída por el hermano Rutherford en una reunión de la junta. Aun entonces no pudieron probar que aquélla era mi firma. La injusticia de esto nos ayudó más tarde en nuestra apelación.”
En cierto punto del proceso, cierto individuo que había sido oficial de la Sociedad presentó juramento como testigo. Después de mirar a un documento que llevaba dos firmas, dijo que reconocía una de ellas como la de W. E. Van Amburgh. Aquí la Transcripción del Registro dice:
“P. Pongo en sus manos el Documento 31 para identificación, y le pido que mire a las dos firmas o supuestas firmas, de Macmillan y Va[n] Amburgh, y le pregunto primero en cuanto a Van Amburgh, si en su opinión, ¿es ésa una copia al mimeógrafo de su firma? R. Creo que sí. La reconozco como tal.
“P. ¿La del Sr. Macmillan? R. La del Sr. Macmillan no se puede reconocer al mismo grado, pero creo que es su firma.”
Acerca de la defensa que presentaron los que estaban siendo sometidos a juicio, el hermano Macmillan escribió más tarde:
“Después que el Gobierno había completado su caso presentamos nuestra defensa. Esencialmente mostramos que la Sociedad es una organización completamente religiosa; que los miembros aceptan como principios de creencia de ellos la santa Biblia según la explica Carlos T. Russell; que C. T. Russell durante su vida escribió y publicó seis tomos, Estudios de las Escrituras, y que ya en 1896 prometió el séptimo tomo que consideraría Ezequiel y Revelación; que en su lecho de muerte declaró que otro escribiría el séptimo tomo; que poco después de su muerte el comité ejecutivo de la Sociedad autorizó a C. J. Woodworth y George H. Fisher a escribir y presentar un manuscrito para consideración sin que hubiera promesa acerca de que sería publicado; que el manuscrito sobre Revelación fue completado antes que los Estados Unidos entraran en la guerra y que todo el manuscrito del libro entero (excepto un capítulo acerca del Templo) estaba en manos del impresor antes de la aprobación de la Ley contra Espionaje; por lo tanto, era imposible que se hubiera entrado en ninguna conspiración como la alegada para violar la ley.
“Testificamos que en ningún tiempo nos combinamos, ni concordamos o conspiramos para hacer cosa alguna que afectara el reclutamiento o interfiriera con el Gobierno en la prosecución de la guerra, ni tuvimos idea alguna de hacer aquello; que nunca tuvimos intención alguna de interferir de modo alguno con la guerra; que nuestra obra era enteramente religiosa y en ningún sentido política; que no solicitábamos miembros y jamás aconsejábamos o estimulábamos a nadie a resistir el reclutamiento; que las cartas que se habían escrito eran para aquellos de quienes sabíamos que eran cristianos dedicados que bajo la ley tenían derecho a consejo; que no nos oponíamos a que la nación fuera a la guerra, pero como cristianos dedicados no podíamos participar en combate mortal.”
Pero no todo lo que se dijo e hizo en aquel juicio se hizo franca y abiertamente. Más tarde Macmillan informó: “Algunos de los nuestros que estaban observando el juicio me dijeron más tarde que uno de los abogados del Gobierno había salido a la galería, donde habló en voz baja con algunos de los que habían dirigido la oposición dentro de la Sociedad. Dijeron: ‘No dejen que se vaya ese individuo [Macmillan]; es el peor de ellos. Si no se lo llevan con los otros va a hacer que las cosas sigan.’” Recuerde que en este tiempo unos hombres ambiciosos habían estado tratando de obtener el control de la Sociedad Watch Tower. No extraña que más tarde Rutherford diera la siguiente advertencia a los hermanos que quedaron a cargo de Betel: “Se nos informa que siete que se opusieron a la Sociedad y su obra durante el año pasado asistieron al juicio y prestaron ayuda a nuestros acusadores. Les advertimos amados, contra los esfuerzos sutiles que harán algunos de ellos para adularlos servilmente ahora en la tentativa de apoderarse de la Sociedad.”
Finalmente, después del largo juicio, llegó el día esperado del fallo. El 20 de junio de 1918, como a las cinco de la tarde el caso fue al jurado. J. F. Rutherford más tarde recordó: “El jurado vaciló por largo tiempo antes de dar el fallo. Finalmente el juez Howe les envió el mensaje de que tenían que traer un veredicto de ‘Culpables,’ según nos declaró más tarde uno de los jurados.” Después de unas cuatro horas y media de deliberación, a las 9:40 de la noche, el jurado regresó con su veredicto... “Culpables.”
La sentencia se dictó el 21 de junio. La sala del tribunal estaba llena. Cuando se les preguntó si tenían algo que decir, los acusados no respondieron. Entonces vino la sentencia por parte del juez Howe. Coléricamente dijo: “La propaganda religiosa en que participan estos hombres es más dañina que una división de soldados alemanes. No solo han puesto en tela de juicio a los oficiales de la ley del Gobierno y al departamento de información secreta del ejército, sino que han denunciado a todos los ministros de todas las iglesias. Su castigo debe ser severo.”
Lo fue. Siete de los acusados fueron sentenciados a ochenta años en la penitenciaría (veinte años por cada uno de cuatro cargos, a servirse consecutivamente). La sentencia para Giovanni DeCecca se tardó, pero al fin recibió cuarenta años, o diez años por cada uno de los mismos cuatro cargos. Los acusados habían de cumplir sus sentencias en la penitenciaría de los Estados Unidos en Atlanta, Georgia.
El juicio había durado quince días. El testimonio que se había registrado había sido voluminoso y a menudo los procedimientos habían sido injustos. De hecho, más tarde se demostró que el juicio contuvo más de 125 errores. Con el tiempo el Tribunal de Apelaciones solo necesitó unos cuantos de éstos para condenar todo el procedimiento como injusto.
“Fui y lo sufrí todo con los hermanos mientras se les sometía a esta prueba injusta,” comenta James Gwin Zea, que estuvo presente como observador. Continúa: “Todavía puedo ver al juez negándole al hermano Rutherford la oportunidad de defenderse. ‘La Biblia no rige en este tribunal’ fue su comentario. Me alojé con el hermano M. A. Howlett en Betel aquella noche y como a las diez vino la noticia de que se les había hallado culpables. El día siguiente fueron sentenciados.”
A pesar de que se les había hallado culpables injustamente y de las sentencias severas que habían recibido, el hermano Rutherford y sus asociados permanecieron sin arredrarse. Es interesante que el Tribune de Nueva York del 22 de junio de 1918 informó: “José F. Rutherford y seis de los otros ‘russelistas,’ convictos por violación de la Ley contra Espionaje, fueron sentenciados ayer a 20 años en la penitenciaría de Atlanta, por el juez Howe. ‘Este es el día más feliz de mi vida,’ dijo el Sr. Rutherford, en camino desde el tribunal al presidio, ‘el sufrir castigo terrestre por la creencia religiosa de uno es uno de los privilegios más elevados que el hombre puede tener.’ Una de las manifestaciones más raras que se han presenciado en la oficina del alguacil en el Tribunal Federal de Brooklyn, fue llevada a cabo por los familiares y amigos íntimos de los hombres convictos poco después que los prisioneros fueron llevados al cuarto del Gran Jurado. La compañía entera hizo resonar el viejo edificio con las melodías de ‘Bendito el vínculo que une.’ ‘Todo esto es la voluntad de Dios,’ se decían unos a otros, con rostros casi resplandecientes. ‘Algún día el mundo se dará cuenta del significado de todo esto. Mientras tanto, estemos agradecidos por la gracia de Dios que nos ha sostenido a través de nuestras pruebas, y esperemos el Gran Día que ha de venir.’”
Mientras se apelaba el caso, dos veces los hermanos trataron de obtener fianza, pero primero el Juez Howe y más tarde el juez Martin T. Manton la negaron. Mientras tanto, originalmente los tuvieron en la cárcel de la calle Raymond en Brooklyn, “el hoyo más sucio en que me he metido,” según A. H. Macmillan. Clayton J. Woodworth lo llamaba bromeando el “Hotel de Raymondie.” Aquella estadía desagradable de una semana fue seguida por otra semana en la prisión de Long Island City. Finalmente, el cuatro de julio, el Día de la Independencia de los Estados Unidos, aquellos hombres que habían sido injustamente condenados fueron enviados por tren a la penitenciaría de Atlanta, Georgia.
-
-
Estados Unidos de América (Parte 2)Anuario de los testigos de Jehová para 1975
-
-
Estados Unidos de América (Parte 2)
LOS ENEMIGOS SE REGOCIJAN
El encarcelamiento de estos testigos cristianos de Jehová fue un golpe de muerte figurativo, que deleitó y alivió mucho a sus enemigos. Se cumplieron las palabras de Revelación 11:10: “Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan, y se enviarán dones los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra.” Los enemigos religiosos, judiciales, militares y políticos de los “dos testigos” sí ‘se enviaron dones’ unos a otros, porque se felicitaron unos a otros por el papel que desempeñaron en obtener victoria sobre sus atormentadores.
En su libro Preachers Present Arms, Ray H. Abrams consideró el juicio de J. F. Rutherford y sus asociados y hace esta declaración:
“Un análisis de todo el caso lleva a la conclusión de que las iglesias y el clero estuvieron originalmente detrás del movimiento encaminado a acabar con los russelistas. . . .
“Cuando la noticia de las sentencias de veinte años llegó a los redactores de la prensa religiosa, virtualmente todas estas publicaciones, grandes y pequeñas, se regocijaron por el acontecimiento. No he podido descubrir palabras de simpatía en ninguna de las publicaciones religiosas ortodoxas. ‘No puede haber duda,’ concluyó Upton Sinclair, de que ‘la persecución . . . surgió en parte del hecho de que se habían atraído el odio de los cuerpos religiosos “ortodoxos.”’ Lo que los esfuerzos combinados de las iglesias no habían podido hacer el gobierno ahora aparentemente había tenido buen éxito en lograrlo para ellas... el aplastamiento de estos ‘profetas de Baal’ para siempre.”
OPTIMISMO A PESAR DEL ‘CAUTIVERIO BABILÓNICO’
Desde 607 hasta 537 a. de la E.C. los judíos languidecieron en el cautiverio en la antigua Babilonia. De manera paralela, adoradores dedicados de Jehová ungidos con su espíritu santo entraron en un cautiverio babilónico y en el exilio durante el período de la I Guerra Mundial de 1914-1918. Especialmente sintieron las profundidades de su cautiverio cuando los ocho hermanos fieles procedentes de la oficina central de la Sociedad fueron encarcelados en la penitenciaría federal de Atlanta, Georgia.
Pero durante todo este período de dificultad, ni un solo número de The Watch Tower dejó de salir impreso. Un comité de redacción nombrado mantuvo en circulación esta publicación. Además, a pesar de las dificultades que se presentaron en aquel tiempo, las actitudes que desplegaron los Estudiantes de la Biblia fieles fueron ejemplares. El hermano T. J. Sullivan nos dijo: “Tuve el privilegio de visitar el Betel de Brooklyn a fines del verano de 1918 durante el tiempo en que los hermanos estuvieron en la cárcel. Los hermanos a cargo de la obra en Betel no mostraban ningún miedo ni se hallaban desanimados. De hecho, lo contrario sucedía. Desplegaban optimismo y tenían confianza en que Jehová daría finalmente la victoria a su pueblo. Tuve el privilegio de estar a la mesa para el desayuno el lunes por la mañana cuando los hermanos que habían sido enviados en asignaciones en el fin de semana presentaron sus informes. Se obtuvo un excelente cuadro de la situación. En todo caso los hermanos mostraban confianza y esperaban que Jehová siguiera dirigiendo sus actividades.”
Es interesante el hecho de que, una mañana después del juicio del hermano Rutherford y sus asociados, R. H. Barber recibió una llamada de Rutherford pidiéndole que fuera a la estación de Pensilvania, donde los hermanos estaban esperando por varias horas un tren que los llevaría a Atlanta. El hermano Barber y otros se apresuraron a presentarse en la estación. Allí el hermano Rutherford dijo que si la policía hostigaba mucho a los hermanos en la oficina central, deberían vender Betel y el Tabernáculo de Brooklyn y mudarse a Filadelfia, Harrisburg o Pittsburgo, puesto que la Sociedad Watch Tower era una corporación de Pensilvania. Se sugirieron precios de 60.000 dólares para Betel y 25.000 para el Tabernáculo.
¿En qué resultó esto? Bueno, los que entonces estaban a cargo de la Sociedad sí se enfrentaron a muchos problemas. Por ejemplo, había escaseces de papel y carbón. Había muchas exhibiciones de patriotismo y muchas personas consideraban impropiamente a los testigos cristianos de Jehová como traidores. En Brooklyn había gran animosidad contra la Sociedad, y parecía imposible continuar las operaciones allí. Por eso, el comité ejecutivo que estaba encargado en la oficina central consultó con otros hermanos y se decidió que lo mejor era vender el Tabernáculo de Brooklyn y clausurar el hogar Betel. Con el tiempo el Tabernáculo fue vendido por 16.000 dólares, según lo que recuerda R. H. Barber. Más tarde, se hicieron todos los arreglos necesarios para la venta de Betel al gobierno excepto por la transferencia del dinero efectivo. Pero algo interfirió... el armisticio. La venta nunca se efectuó plenamente.
Sin embargo, el 26 de agosto de 1918 la oficina central de la Sociedad había sido transferida de Brooklyn, Nueva York, a Pittsburgo, Pensilvania. “Al remontarme al pasado,” comenta Hazel Erickson, “puedo ver que aunque los Estudiantes de la Biblia se sintieron aturdidos por el aprisionamiento de los hermanos, nunca dejaron de testificar. Solo que quizás eran un poco más cautelosos.” La hermana H. M. S. Dixon recordaba que “la fe de los hermanos permaneció fuerte y las reuniones se celebraban con regularidad.” Los testigos cristianos de Jehová continuaron desplegando fe en Dios. Es verdad que estaban en un crisol de dificultades y persecución. Pero el espíritu santo de Dios estaba sobre ellos. ¡Si tan solo pudieran perseverar y aguantar, de seguro que el Divino los salvaría de sus perseguidores y les otorgaría liberación de su estado de ‘cautiverio babilónico’!
LOS MESES DE PRISIÓN
Para mediados de 1918 J. F. Rutherford y sus siete asociados se encontraron en la penitenciaría federal de Atlanta, Georgia. Una carta escrita por A. H. Macmillan el 30 de agosto de 1918 nos permite enterarnos de lo que pasaba detrás de las paredes de aquella prisión. Una copia que envió Melvin P. Sargent dice, en parte:
“Estoy seguro de que les gustaría saber algo acerca de nuestra condición en la prisión. Voy a decirles brevemente unas cuantas cosas acerca de la vida aquí. El hermano Woodworth y yo compartimos una celda. Nuestra celda es muy limpia, está bien ventilada y tiene buena iluminación. Mide 3 por 2 por 2 metros, tiene dos literas con dos colchones de paja, dos sábanas, frazadas y almohadas, dos sillas, una mesa y muchas toallas limpias y jabón. Además tenemos un armario en el cual guardar nuestros artículos de tocador. . . .
“Todos los hermanos trabajan juntos en la sastrería. Este salón es un lugar bien ventilado y bien iluminado que mide 18 por 12 [metros]. El hermano Woodworth y yo hacemos ojales para botones y cosemos botones a las camisas y vestiduras de los prisioneros. Los hermanos Van Amburgh, Robison, Fisher, Martin y Rutherford hacen, o más bien ayudan a hacer, casacas y pantalones para los prisioneros. Un total de aproximadamente cien hombres trabajan en este departamento. Desde donde yo trabajo puedo ver a todos los hermanos, y les aseguro que es interesante ver al hermano Van Amburgh sentado a la máquina de coser, cosiendo las partes que unen las porciones orientales y occidentales de un par de pantalones. . . . El hermano Rutherford casi perdió toda esperanza de aprender a coser una casaca. No creo que haya terminado una todavía, aunque ha estado trabajando por unas tres semanas. Cuando lo observo parece que está ocupado, pero creo que en realidad pasa la mayor parte de su tiempo tratando de enhebrar una aguja. [Un guarda lo trató tan irrazonablemente que otros prisioneros tomaron la chaqueta y la completaron. Con el tiempo, el hermano Rutherford fue transferido a un lugar donde se encontraba más ‘a gusto’... la biblioteca.] . . .
“Lo primero que hacemos al llegar a nuestras celdas después de la cena es leer los periódicos de la tarde. Entonces por una hora, de seis a siete, todo el que desee puede tocar cualquier instrumento musical que tenga. ¡Qué variedad! Creo que tocan toda clase de instrumento que se hace excepto el birimbao, y estoy pensando en conseguirme uno, pues es lo único que puedo tocar a excepción del arpa de diez cuerdas. Durante esto, que el hermano Woodworth llama ‘el Infierno de Dante,’ jugamos dominó. Después leemos las Auroras o la Biblia hasta el tiempo de acostarnos a las diez de la noche, cuando las luces se apagan. El día siguiente hacemos lo mismo, y así hasta el sábado. El sábado por la tarde todos los presos salen al patio. Hay un juego de pelota que se juega bien, en el cual los hombres se interesan mucho. Yo por lo general paso la tarde jugando tenis. Los otros hermanos andan alrededor y conversan. Las diferentes clases de hombres se reúnen en grupitos... anarquistas, socialistas, falsificadores, destiladores clandestinos, favorecedores de Alemania, cajeros de banco, abogados, farmacéuticos, médicos, asaltadores de trenes, escaladores, ministros (de los cuales hay una buena cantidad), etc., etc., etc. La banda de la prisión toca varias selecciones durante la tarde.”
Los ocho Estudiantes de la Biblia encarcelados tuvieron oportunidades de predicar las buenas nuevas del reino de Dios a otros prisioneros. De todos los prisioneros se exigía que asistieran al servicio religioso de la capilla el domingo por la mañana y los que lo deseaban podían permanecer allí para la escuela dominical después. Los ocho hermanos formaron una clase para estudiar y tener compañerismo. Con el tiempo otros prisioneros se les unieron y los hermanos enseñaron por turnos para beneficio de la clase. Algunos de los guardas hasta se acercaban para escuchar. El interés aumentó hasta que hubo una concurrencia de noventa personas.
El poder transformador de la verdad de Dios tuvo un efecto profundo en algunos prisioneros. Por ejemplo, uno declaró: “Tengo setenta y dos años de edad, y tuve que llegar a estar tras las rejas de la prisión para oír la verdad. Por esto me alegro de haber sido enviado a la penitenciaría. Por cincuenta y siete años he hecho preguntas a los ministros, y nunca pude obtener respuestas satisfactorias. Toda pregunta que les he hecho a estos hombres [los Estudiantes de la Biblia aprisionados] me ha sido contestada a satisfacción.”
En aquel tiempo azotó la influenza o gripe española y esto puso fin a las clases de la escuela dominical. Sin embargo, precisamente antes que los ocho Estudiantes de la Biblia fueran puestos en libertad de la penitenciaría de Atlanta, todos los grupos que habían recibido enseñanza de ellos fueron unidos y J. F. Rutherford habló por unos cuarenta y cinco minutos a los que se habían congregado. Hubo algunos guardas presentes, y muchos de los presos derramaron lágrimas de gozo por la esperanza de la libertad que le ha de venir a la humanidad bajo la gobernación del Reino. Cuando se les puso en libertad, los Estudiantes de la Biblia dejaron en prisión un grupito que permaneció fiel.
EXPRESIONES DE CONFIANZA
El armisticio fue firmado el 11 de noviembre de 1918 y la I Guerra Mundial terminó. Pero los ocho Estudiantes de la Biblia todavía estaban en prisión. Allí permanecieron mientras sus compañeros de creencia celebraron una asamblea en Pittsburgo, Pensilvania, del 2 al 5 de enero de 1919. Esta asamblea fue combinada con la muy significativa reunión anual de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract el sábado 4 de enero de 1919.
J. F. Rutherford se dio cuenta de que en esta reunión de la corporación los opositores que estaban dentro de la organización tratarían de reemplazar a él y a los otros oficiales de la Sociedad con hombres seleccionados por ellos. Aquel sábado, el 4 de enero, A. H. Macmillan estaba jugando en la pista de tenis de la prisión. Rutherford se le acercó, y, según Macmillan, esto fue lo que sucedió:
“Rutherford dijo: ‘Mac, quiero hablarte.’
“‘¿De qué me quiere hablar?’
“‘Quiero hablarte de lo que está pasando en Pittsburgo.’
“‘Pues yo quisiera jugar en esta competencia aquí.’
“‘¿No te interesa lo que está pasando? ¿No sabes que hoy es cuando se elige a los oficiales? Pudieras ser pasado por alto y rechazado y nos quedaremos aquí para siempre.’
“‘Hermano Rutherford,’ dije, ‘déjeme decirle algo en que quizás usted no haya pensado. Esta es la primera vez desde que la Sociedad fue incorporada en la cual se puede hacer claramente evidente a quién Jehová Dios quisiera tener de presidente.’
“‘¿Qué quieres decir con eso?’
“‘Quiero decir que el hermano Russell tenía un voto controlador y él nombraba a los diferentes oficiales. Ahora cuando parece que nosotros no podemos hacer nada el asunto es diferente. Pero, si saliéramos a tiempo para subir a esa asamblea para esa reunión de negocios, iríamos allí y seríamos aceptados para tomar el lugar del hermano Russell con el mismo honor que recibió él. Entonces parecería obra del hombre, no de Dios.’
“Rutherford solo se puso pensativo y se fue.”
Aquél fue un día memorable en Pittsburgo. “Cuando llegó la hora para la reunión de negocios, había grandes tensiones,” recuerda Mary Hannan. “Observamos que allí había algunos de la oposición, que esperaban elegir al hombre que querían.”
Una carta del hermano Rutherford fue leída al auditorio. En ella él envió amor y saludos a todos y les advirtió contra las amenazas principales de Satanás: el orgullo, la ambición y el temor. Mostrando un deseo de someterse a la voluntad de Jehová, hasta humildemente sugirió hombres convenientes por si se elegía a otros oficiales de la Sociedad.
Se había pasado ya algún tiempo discutiendo cuando el hermano E. D. Sexton habló, diciendo:
“Acabo de llegar. Mi tren se retardó cuarenta y ocho horas, aislado debido a la nieve. Tengo algo que decir y, para sentirme bien, mejor lo digo ahora. Mis queridos hermanos, he venido aquí, como los demás de ustedes lo han hecho, con ciertas ideas en la mente... a favor y en contra. Pudiéramos decir, con todo el debido respeto a nuestros amigos jurisconsultos, que hemos estado hablando a otros abogados. Para mí que se parecen mucho a los médicos. Están en desacuerdo a veces. Pero supongo que lo que diré estará en concordancia perfecta con lo que ellos han dicho. No hay obstáculo legal en el camino. Si deseamos elegir a nuestros hermanos que están en el Sur a cualquier puesto que puedan ocupar, no puedo ver, ni descubrir al considerar el consejo que he recibido, cómo esto, de ninguna manera o forma, haya de interferir con el aspecto de su caso ante el Tribunal Federal o ante el público.
“Creo que la mejor fineza que podemos mostrarle a nuestro amado hermano Rutherford sería reelegirlo presidente de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. No creo que haya pregunta alguna en la mente del público en cuanto a nuestra posición en lo que se refiere a esta proposición. Si nuestros hermanos violaron técnicamente de alguna manera una ley que no entendían, nosotros sabemos que los motivos de ellos son buenos. Y delante del Dios Todopoderoso no han violado ninguna ley de Dios ni del hombre. Pudiéramos manifestar la mayor confianza si reeligiéramos presidente de la Asociación al hermano Rutherford.
“Yo no soy abogado, pero en lo que tiene que ver con lo legal de la situación sé algo acerca de la ley del leal. Lealtad es lo que Dios exige. No puedo imaginarme que pudiéramos manifestar mayor confianza sino teniendo elecciones y reeligiendo presidente al hermano Rutherford.”
Hubo proposición de candidatos, se votó, y J. F. Rutherford fue electo presidente, C. A. Wise vicepresidente, y W. E. Van Amburgh secretario-tesorero. Mirando al pasado, Anna K. Gardner dice: “Hubo profunda felicidad después de aquella reunión al ver de nuevo que Jehová daba guía visible a su pueblo.”
La escena cambia a la penitenciaría de Atlanta. Es el domingo 5 de enero de 1919. J. F. Rutherford toca en la pared en la celda del hermano Macmillan y dice: “Saca la mano.” Con eso, le entrega un telegrama a Macmillan. ¿Con qué mensaje? Rutherford había sido reelecto presidente. Más tarde en aquel día Rutherford le dijo a A. H. Macmillan: “Quiero decirte algo. Ayer hiciste una observación en la cual he estado pensando en cuanto a ser puestos nosotros en el lugar del hermano Russell y que habríamos influido en las elecciones si hubiéramos estado en Pittsburgo y el Señor no hubiera tenido la oportunidad de mostrar a quién quería. Pues, hermano, si alguna vez salgo de aquí, por la gracia de Dios aplastaré todo este asunto de adoración de criaturas. Lo que es más, tomaré la daga de la verdad, y le destrozaré los intestinos a la vieja Babilonia. Nos metieron aquí, pero saldremos.” Rutherford hablaba en serio. Desde el tiempo en que fue soltado de prisión hasta su muerte a principios de 1942, cumplió aquella promesa denunciando la iniquidad de la religión falsa.
ESFUERZOS POR CONSEGUIR QUE SE LES SOLTARA
En febrero de 1919, por toda la nación ciertos periódicos comenzaron una agitación para que J. F. Rutherford y sus asociados encarcelados fueran puestos en libertad. Los Estudiantes de la Biblia escribieron centenares de cartas a directores de periódicos, congresistas, senadores y gobernadores, instándolos a obrar a favor de los ocho cristianos aprisionados. Muchas de las personas que recibieron aquellas solicitudes se expresaron a favor de que fueran puestos en libertad e indicaron que harían algo por ayudar.
Por ejemplo, una carta del congresista E. W. Saunders, de Virginia, dijo: “He recibido su carta relativa al caso de los Estudiantes de la Biblia ahora encerrados en Atlanta. Quiero decir que favorezco el que se perdone a estos hombres, y con mucho gusto yo también haré una recomendación en ese sentido. Estas personas no son criminales en el sentido ordinario de la palabra, aunque pueden haber sido culpables de una violación técnica de la ley. Pero la guerra ha terminado ya, y debemos tratar de dejarla en el pasado tan rápidamente como sea posible.” Y el alcalde Henry W. Kiel, de Saint Louis, Misuri, escribió al presidente Woodrow Wilson, de los Estados Unidos, y declaró: “Permítame añadir mi solicitud individual a las que ya le han sido enviadas pidiendo que a los señores Rutherford et. al., de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia, se les permita pagar fianza hasta que haya una decisión final de su caso por parte de los tribunales superiores, y, si es posible, que se otorgue indulto en estos casos.”
En marzo de 1919 hubo un nuevo esfuerzo por conseguir que el hermano Rutherford y sus asociados fueran puestos en libertad. Se circuló una solicitud por toda la nación y en corto tiempo se obtuvieron 700.000 firmas. La petición fue la más grande de su tiempo. Sin embargo, nunca fue presentada al presidente Wilson ni al gobierno, porque antes que eso ocurriera se habían dado pasos para poner en libertad a los ocho Estudiantes de la Biblia. No obstante, la petición fue un testimonio sobresaliente.
En cuanto a la obra con aquella petición, la hermana Claus, esposa de Arthur L. Claus, dice: “Por supuesto, tuvimos experiencias de toda clase. Unos firmaban gustosamente y podíamos darles un testimonio, mientras que otros se mostraban hostiles y decían: ‘¡Que se queden allí y se pudran!’ Ordinariamente esto hubiera sido una obra humillante, pero sentíamos que el espíritu de Jehová estaba dirigiéndonos; de modo que disfrutamos de todo y seguimos adelante hasta el fin.”
SOLTADOS DE LA PRISIÓN
El 2 de marzo de 1919 el juez que presidió en el juicio, el juez Harland B. Howe del Distrito Federal, envió un telegrama al procurador general Gregory en Washington, D.C., recomendando una “conmutación inmediata” de las sentencias impuestas a los ocho Estudiantes de la Biblia que habían sido aprisionados. Gregory le había enviado a Howe un telegrama solicitando que hiciera esto. Parece que este paso se dio debido a que los hermanos encarcelados habían hecho una apelación y ni el procurador general ni Howe deseaban que este caso se viera en los tribunales superiores. (Los ocho hermanos estuvieron en prisión mientras su apelación estaba pendiente solamente debido a que el juez Howe y más tarde el juez Manton habían negado fianza.) Es interesante, además, la carta del juez Howe del 3 de marzo de 1919 al procurador general. Decía:
“El honorable procurador general,
“Washington, D.C.
“Señor:
“En respuesta a su telegrama del 1er inst., le cablegrafié aquella noche como sigue:
“‘Recomiendo conmutación inmediata para José Rutherford, William E. Van Amburgh, Robert J. Martin, Fred H. Robison, George H. Fisher, Clayton J. Woodworth, Giovanni DeCecca, A. Hugh Macmillan. Todos fueron acusados en el mismo caso en el Distrito Oriental de Nueva York. Mi posición es la de ser generosos ahora que ha terminado la guerra. Ellos causaron mucho daño al predicar y publicar sus doctrinas religiosas.’
“La sentencia severa de veinte años se impuso a cada uno de los acusados excepto a DeCecca. La de él fue de diez años. Mi propósito principal era presentar un ejemplo, como advertencia a otros, y creía que el presidente los pondría en libertad al terminar la guerra. Como dije en mi telegrama, hicieron mucho daño y bien se pudiera alegar que no deberían ser puestos en libertad tan pronto, pero como ya no pueden causar más daño, estoy a favor de ser tan clemente como fui severo al imponer la sentencia. Creo que la mayoría de ellos fueron sinceros, si no todos, y no estoy a favor de mantener encerradas a esas personas después que ha pasado su oportunidad de causar dificultades. Su caso no ha sido visto todavía en el Tribunal de Apelaciones del Circuito.
“Respetuosamente,
(firmado) HARLAND B. HOWE,
Juez de Distrito de los Estados Unidos.”
El 21 de marzo de 1919 el juez Louis D. Brandeis, del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, ordenó que se pusiera en libertad bajo fianza a los ocho hermanos aprisionados e instruyó que se les debería dar el derecho a una apelación el 14 de abril de aquel año. Prontamente se les puso en libertad y el martes 25 de marzo partieron de la penitenciaría de Atlanta por tren. En Brooklyn, el 26 de marzo de 1919, las autoridades federales pusieron en libertad a los hermanos bajo una fianza de 10.000 dólares cada uno, hasta nuevo juicio.
¡GOZOSA BIENVENIDA!
“Entre los hermanos hubo gran gozo cuando se les notificó que [los aprisionados] habían sido puestos en libertad, y se presentaron para darles la bienvenida,” recuerda Louise Paasch, y añade: “Rápidamente se hicieron arreglos para un gran banquete en el hogar Betel de Brooklyn. Recuerdo que mi padre fue a Brooklyn para ayudar a preparar las salas y participar en el gozo de ellos al dar la bienvenida a los hermanos que regresaban.”
¡Qué gozoso fue aquel momento! Mabel Haslett escribe: “Recuerdo que hice cien buñuelos que aparentemente les gustaron a los hermanos . . . Todavía puedo ver al hermano Rutherford extendiendo la mano para tomarlos. Aquella ocasión en que él y los otros relataron sus experiencias fue inolvidable. También recuerdo que el hermano DeCecca, que era de corta estatura, se paró sobre una silla para que todos pudieran verlo y oír lo que decía.” Giusto Battaino declara: “Se preparó una comida de pollo y éramos tantos que tuvimos que quedarnos de pie para comer. ¡Qué gozo fue entonces oír las experiencias de los hermanos! . . . Una de las cosas que dijo el hermano DeCecca fue: ‘Hermanos, mientras mayor la dificultad, mayor la bendición.’ Y verdaderamente yo podía ver la abundante bendición de Jehová sobre Su pueblo.”
El 1 de abril de 1919 por la noche el personal de la oficina e la Watch Tower celebró otro banquete para los hermanos que habían sido puestos en libertad en el hotel Chatham, en Pittsburgo. T. J. Sullivan dijo: “No tenía límites el gozo que le vino al pueblo de Jehová debido a que nuestros hermanos habían sido puestos en libertad de la prisión federal de Atlanta el martes 25 de marzo de 1919. . . . El que su devoción a Jehová seguía se manifestó por el hecho de que inmediatamente se pusieron a trabajar para proclamar al pueblo de Dios por todas partes el conocimiento de la liberación que Jehová había dado, por medio de la asamblea de 1919 en Cedar Point.”
LIBRADOS COMPLETAMENTE DE CULPA
El caso de los ocho Estudiantes de la Biblia había de verse en apelación el 14 de abril de 1919. Entonces tuvieron una audiencia ante el Tribunal Federal de Apelaciones del Segundo Circuito en la ciudad de Nueva York. El 14 de mayo de 1919 los fallos condenatorios contra ellos fueron revocados. Presidían entonces los jueces Ward, Rogers y Manton. El juez Ward dijo en la opinión al trasladar el caso para nueva audiencia: “Los acusados de este caso no recibieron el juicio calmado e imparcial a que tenían derecho, y por esa razón el fallo ha sido revocado.”
El juez Martin T. Manton disintió. El 1 de julio de 1918 este juez católico, sin dar razón para ello, había rehusado fianza a Rutherford y sus compañeros acusados, y como resultado éstos estuvieron aprisionados injustamente por nueve meses mientras estaba pendiente su apelación. De paso, el papa Pío XI más tarde hizo al juez Manton “caballero de la orden de San Gregorio el Grande.” Al fin, sin embargo, quedó revelada la falta de interés de Manton en la justicia. El 3 de junio de 1939 fue sentenciado a la pena máxima de dos años de prisión además de una multa de 10.000 dólares por haber abusado vergonzosamente de su puesto de juez federal encumbrado al haber aceptado 186.000 dólares en soborno por seis fallos.
El que se revocaran los fallos condenatorios erróneos contra los ocho Estudiantes de la Biblia el 14 de mayo de 1919 significó que estaban libres a menos que el gobierno optara por someterlos a juicio de nuevo. Pero la guerra había pasado y las autoridades se dieron cuenta de que con los hechos reales como base sería imposible obtener un fallo condenatorio. Por eso, en tribunal abierto en Brooklyn el 5 de mayo de 1920, el abogado del gobierno anunció que no se proseguiría con la vista del caso. Las acusaciones fueron retiradas por acción de nolle prosequi. Así fue que estos ocho cristianos quedaron completamente exonerados de un juicio ilegal.
La revocación del fallo y la remoción de las acusaciones significaron que J. F. Rutherford y sus siete asociados quedaron completamente exonerados de culpa. Algunos han dicho que el juez Rutherford era un “ex-convicto,” pero sin base alguna. La acción del tribunal el 14 de mayo de 1919 estableció definitivamente que él y sus asociados habían sido enviados a prisión por un fallo condenatorio ilegal. El que no se consideraba al hermano Rutherford un ex-convicto lo prueba decisivamente el hecho de que más tarde ejerció su abogacía ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, lo cual es una imposibilidad para el que ha sido reo convicto. Veinte años después de haber sido aprisionado injustamente, o en el otoño de 1939, los nueve jueces del Tribunal Supremo escucharon el argumento que presentó Rutherford en el caso de Schneider contra Nueva Jersey. El tribunal decidió ocho a uno a favor de la cliente de Rutherford, Clara Schneider, testigo cristiana de Jehová.
Durante los años culminantes de 1918 y 1919 el pueblo de Jehová se enfrentó a grandes dificultades. Pero con la ayuda de Dios aguantaron y perseveraron. (Rom. 5:3-5) Satanás, por varios medios, había fracasado en cuanto a acallar los labios de los que alababan a Dios. ¡Qué apropiado fue el texto del año de los Estudiantes de la Biblia para 1919! Fue: “Ningún arma que se forje contra ti prosperará . . . Esta es la herencia de los siervos del SEÑOR”.—Isa. 54:17, King James Version.
NUEVO PUNTO DE VISTA
Después de su período de prueba de 1917-1919, el pueblo de Jehová se sometió a sí mismo a escrutinio. Dándose cuenta de que habían obrado de maneras que no tenían la aprobación de Dios, buscaron perdón por medio de la oración, y se arrepintieron de su proceder anterior. Esto hizo que recibieran el perdón y la bendición de Jehová.—Pro. 28:13.
Una transigencia había sido el cortar páginas de The Finished Mystery, hecho para complacer a los que se habían erigido en censores. Otra ocurrió cuando The Watch Tower del 1 de junio de 1918 declaró: “De acuerdo con la resolución del Congreso del 2 de abril, y con la proclamación del presidente de los Estados Unidos del 11 de mayo, se sugiere que el pueblo del Señor en todas partes haga del 30 de mayo un día de oración y súplica.” Comentarios subsiguientes elogiaban a los Estados Unidos y no estaban en armonía con la posición cristiana de neutralidad.—Juan 15:19; Sant. 4:4.
Durante la I Guerra Mundial surgieron preguntas entre los Estudiantes de la Biblia en cuanto a la posición que deberían adoptar con relación al servicio militar. Algunos rehusaban participar en todo sentido, mientras que otros aceptaban servicio de no combatiente. Surgieron preguntas relacionadas en cuanto a si se debería comprar bonos y sellos de guerra. El no hacer esto a veces resultaba en persecución, hasta tratamiento brutal. Cuando los siervos de Jehová de hoy consideran cualquier programa o actividad de las naciones, obran en armonía con principios bíblicos como el que se da en Isaías 2:2-4, que concluye con las palabras: “Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”
Un nuevo punto de vista. Eso tenía el pueblo de Jehová al entrar en los años veinte. Habían pasado por años difíciles, pero los seguidores ungidos de Cristo, los simbólicos “dos testigos,” estaban vivos de nuevo espiritualmente y listos para entrar en acción. ¿Qué llevó a esto? ¿Qué aconteció en los meses que vinieron inmediatamente después que el hermano Rutherford y sus siete asociados fueron soltados de la prisión?
UNA PRUEBA DE BUEN ÉXITO
Cuando Rutherford salió de prisión, tenía una gran pregunta en la mente: ¿Precisamente cuánto interés hay en el mensaje del Reino? Él era en aquel tiempo un hombre enfermo, del cual razonablemente se esperaría que se interesara principalmente en su salud, pero sencillamente tenía que tener una respuesta a aquella importante pregunta.
La situación era que, durante los meses de su encarcelamiento en la penitenciaría de Atlanta, los hermanos Rutherford y Van Amburgh habían compartido una celda que no tenía circulación del aire debido al mal funcionamiento de un ventilador. No pudiendo conseguir suficiente oxígeno, el organismo de ellos se había llenado de venenos. Mientras Rutherford estuvo en prisión, de hecho, se le había desarrollado una enfermedad pulmonar que siguió con él durante el resto de su vida terrestre. Poco después de ser puesto en libertad contrajo pulmonía. El hermano Rutherford enfermó tanto que se dudó que sobreviviría. Debido a su condición física y debido al hecho de que su familia estaba en California, fue a aquel lugar.
Tratando de determinar precisamente cuánto interés había de hecho en el mensaje del Reino, el hermano Rutherford hizo arreglos para celebrar una reunión pública en el Auditorio de Clune, en Los Ángeles, el domingo 4 de mayo de 1919. Por medio de extenso anuncio en los periódicos, prometió explicar en este discurso precisamente por qué se había declarado ilegalmente culpables a los oficiales de la Sociedad Watch Tower.
El clero local pensaba que los Estudiantes de la Biblia y la Sociedad habían sido acabados, que nadie se presentaría para el discurso anunciado, “La esperanza para la humanidad angustiada.” Pero estaban equivocados. Tres mil quinientas personas se presentaron, y hubo que negar entrada a unas seiscientas debido a falta de espacio. Rutherford prometió hablarles el lunes por la noche. Aunque había estado enfermo todo el día, pronunció aquel discurso a un auditorio de 1.500 personas. Sin embargo, estaba tan enfermo que después de aproximadamente una hora tuvo que ser reemplazado por un asociado. No obstante, la prueba en Los Ángeles había tenido buen éxito. Había notable cantidad de interés en el mensaje del Reino.
“¿SERÁ RESTAURADO EL HOGAR BETEL?”
Esa era otra gran pregunta. El Tabernáculo de Brooklyn había sido vendido. Aunque Betel todavía pertenecía a la Sociedad, estaba casi sin muebles y las operaciones de la oficina central habían sido transferidas a Pittsburgo. Allí los hermanos tenían poco dinero y su alojamiento en la calle Federal estaba muy lejos de ser adecuado para la expansión. Faltaban instalaciones de imprenta, y hasta muchas de las planchas que se usaban para imprimir la literatura de la Sociedad habían sido destruidas. Eran tristes las perspectivas.
No obstante, durante la estadía de J. F. Rutherford en California sucedió una cosa interesante en la oficina central de la Sociedad en Pittsburgo. Cierta mañana un cristiano, George Butterfield, una persona considerablemente pudiente, entró en la oficina. A. H. Macmillan habló con él en la sala, y le informó que el hermano Rutherford estaba en California, y entonces lo siguiente sucedió, según el propio informe de Macmillan:
“Dijo: ‘¿Tienes un cuarto privado aquí?’
“‘Bueno, cerraremos con llave esta puerta; esto es privado. ¿Qué quieres hacer, George?’
“Él empezó a quitarse la camisa mientras yo le hablaba. Pensé que se había vuelto loco. Él lucía un poco sucio y ajado por el viaje, mientras que por lo general era un hombre de apariencia nítida y bien cuidada. Cuando llegó a su camisilla quiso un cuchillo. Entonces cortó un pequeño remiendo que tenía allí y sacó un paquete de dinero. Era como 10.000 dólares en billetes.
“Me entregó aquello y dijo: ‘Eso te ayudará a poner en camino esta obra. No quise enviar un cheque porque no sabía quién estaba aquí. No viajé en tren dormitorio porque no quería que nadie viniera y me quitara esto si sospechaban que lo tenía, de modo que me quedé sentado toda la noche. No sabía quién estaba a cargo de la obra, pero ahora que los veo a ustedes los hermanos aquí, a quienes conozco y en quienes confío, ¡me alegro de haber venido!’ . . . Aquello fue una agradable sorpresa y ciertamente un estímulo.”
Cuando el hermano Rutherford regresó a las oficinas de la Sociedad en Pittsburgo, le dio al vicepresidente de la Sociedad, C. A. Wise, la instrucción de ir a Brooklyn y encargarse de reabrir Betel y alquilar lugares donde la Sociedad pudiera comenzar operaciones de imprenta. La conversación que se desarrolló fue así:
“Vaya y vea si es la voluntad del Señor que volvamos a Brooklyn.”
“¿Cómo podré determinar si es la voluntad del Señor que volvamos o no?”
“Fue el no poder conseguir suministros de carbón en 1918 lo que nos obligó a salir de Brooklyn y regresar a Pittsburgo. Hagamos la prueba con el carbón. Vaya y pida carbón.” [En Nueva York todavía estaba siendo racionado el carbón al fin de la guerra.]
“¿Cuántas toneladas cree usted que debo pedir para hacer la prueba?”
“Pues, haga una buena prueba; pida quinientas toneladas.”
Eso fue precisamente lo que hizo el hermano Wise. Y al solicitar el carbón a las autoridades, se le otorgó un certificado para conseguir quinientas toneladas de carbón. Inmediatamente envió un telegrama a J. F. Rutherford. Esa cantidad de carbón aseguraría el poder funcionar por varios años. Pero, ¿dónde podrían ponerlo todo? Grandes secciones del sótano del hogar Betel fueron convertidas en espacio de almacenaje para carbón. Esta prueba de buen éxito fue tomada como indicación inequívoca de que era la voluntad de Dios que se efectuara la mudanza a Brooklyn. Así se hizo, el 1 de octubre de 1919.
REUNIÓN GOZOSA
Poco antes de que Betel fuera reabierto, el pueblo de Jehová en general tuvo una reunión gozosa, un acontecimiento verdaderamente sobresaliente. Poco después de las reuniones públicas de buen éxito del hermano Rutherford en Los Ángeles en mayo de 1919, él decidió celebrar una gran asamblea. Al fin el lugar escogido fue Cedar Point, Ohio. Esta asamblea del 1 al 8 de septiembre de 1919 resultó ser de extraordinario beneficio espiritual.
Los hoteles de Cedar Point podían alojar a unas tres mil personas, y los Estudiantes de la Biblia habían hecho arreglos para ocupar todo su alojamiento para el mediodía del primer día de la asamblea, el lunes 1 de septiembre. Hubo un poco de desilusión cuando solo mil personas se presentaron para la sesión de apertura. Pero la gente siguió viniendo, en trenes especiales y de otras maneras. Pronto había largas filas de delegados alegres que esperaban alojamiento. ¿Y quiénes estaban ocupados detrás del mostrador entregando las asignaciones de alojamiento? Pues, nada menos que dos anteriores habitantes de la penitenciaría de Atlanta... ¡A. H. Macmillan y R. J. Martin! Ahora mire allí. El hermano Rutherford y muchos otros están deleitándose en rendir servicio como portadores de maletas y ayudando a los compañeros delegados a llegar a sus habitaciones. La actividad continuó hasta después de la medianoche.
Los felices delegados siguieron viniendo. De unos 3.000 que estaban presentes en la noche del primer día, la concurrencia ascendió a 6.000 el viernes. Y para la conferencia pública del domingo hubo unas 7.000 personas presentes. En esta gozosa asamblea más de 200 personas simbolizaron su dedicación a Dios sometiéndose al bautismo en agua.
Acerca del discurso público “La esperanza para la humanidad angustiada,” Arden Pate escribe: “Se hicieron arreglos para tener el discurso público afuera y habló el hermano Rutherford. . . . Habiendo aquella cantidad pequeña de personas, no se hacía muy difícil oír.”
LAS ENIGMÁTICAS LETRAS “GA”
Tan pronto como llegaban los delegados a la asamblea en Cedar Point notaban algo muy interesante. Ursula C. Serenco recuerda lo siguiente: “Observamos un gran cartel o rótulo que cruzaba el salón sobre la plataforma del discursante con dos letras mayúsculas: ‘GA.’ Toda la semana estuvimos a la expectativa, pensando en el significado de aquellas dos iniciales. El hermano Macmillan subió al escenario y de su modo usual le dijo al auditorio que él también se había estado preguntando toda la semana cuál sería el significado de aquellas dos letras, ‘GA.’ Había llegado a una conclusión: ‘Amigos, he llegado a la conclusión de que eso significa “Guess Again” [inglés para “Adivine de nuevo”].’ El auditorio, por supuesto, se echó a reír.”
Para obtener alivio de la curiosidad que cundía entre ellos, los delegados a la asamblea tuvieron que esperar hasta el viernes 5 de septiembre... “El Día de los Colaboradores.” Imagínese que está entre aquellas felices muchedumbres mientras J. F. Rutherford pronuncia el discurso “Anunciando el Reino.” En él anunció la publicación de una nueva revista, The Golden Age (La edad de oro).
El misterio había terminado. Aquellas letras “GA” representaban la Golden Age (que llegó a conocerse en español como Luz y verdad y hoy ¡Despertad!). Después del hermano Rutherford en el programa vino R. J. Martin, que bosquejó métodos para una nueva obra de obtener suscripciones para The Golden Age. Esta revista de treinta y dos páginas publicada cada dos semanas llevaría mucha materia religiosa en explicación de los sucesos de la actualidad a la luz de la profecía divina. Su primer número, con fecha del 1 de octubre de 1919, contuvo material sobre temas como el trabajo y la economía, la manufactura y la minería, asuntos financieros, comercio y transportación, agricultura y cría de animales domésticos, ciencia e invención y religión, incluso un artículo basado en las Escrituras e intitulado “¿Hablando con los muertos?”
Era director de la Golden Age uno de los hermanos que habían estado en prisión con el hermano Rutherford. Este era Clayton J. Woodworth. Su hijo, C. James Woodworth, da estos detalles interesantes: “Mi padre restableció un hogar para nosotros en Scranton [Pensilvania], y en 1919, cuando se comenzó The Golden Age como revista compañera para The Watch Tower, la Sociedad lo nombró director de ésta. Se le hacía necesario usar gran parte de su tiempo de hecho en Brooklyn, de modo que bondadosamente la Sociedad hizo un arreglo que le permitía trabajar por dos semanas en Brooklyn y dos semanas en casa... un arreglo que continuó por un buen número de años. Bien recuerdo que muchas veces a las cinco de la mañana oía el sonido de la máquina de escribir de mi padre... mientras él escribía o redactaba materia para The Golden Age y la enviaba a Brooklyn en el correo temprano.”
Clayton J. Woodworth sirvió fielmente de director de The Golden Age y su sucesora Consolation (publicada desde el 6 de octubre de 1937 hasta el 31 de julio de 1946 inclusive). Debido a la vejez, su trabajo fue pasado a otro cuando la nueva publicación Awake! (¡Despertad!) reemplazó a Consolation (Consolación), con el número del 22 de agosto de 1946. No obstante, el hermano Woodworth permaneció fielmente en otros deberes del servicio de Dios hasta la muerte el 18 de diciembre de 1951 a los ochenta y un años de edad.
“ÍBAMOS A TRABAJAR”
La asamblea de 1919 en Cedar Point produjo mayor conciencia del alcance mundial de la obra de predicación que había de hacer el pueblo de Jehová. Como lo señaló A. H. Macmillan: “De modo que empezó a arraigarse la idea de que: ‘Ahora tenemos algo que hacer.’ No íbamos a estar parados sin hacer nada y esperar ir al cielo; íbamos a trabajar.”
El pueblo de Dios ciertamente ‘iba a trabajar.’ Se tomó acción positiva con relación a dar adelanto a la adoración verdadera. Por ejemplo, en el año 1919 se revivificó la obra de los repartidores. En la primavera de aquel año había 150 personas activas en este ramo del servicio de Dios, pero para el otoño había 507.
También se revivificó el servicio de los peregrinos. El número de representantes viajantes de la Sociedad ascendió a ochenta y seis y se les enviaba a las congregaciones a recoger a los que habían sido esparcidos durante la persecución de tiempos de guerra. También estimularon el interés por medio de este contacto estrecho con la oficina central de la organización terrestre de Jehová. En esto también estaban adelantando los intereses de la adoración verdadera.
¡AL CAMPO!
The Watch Tower del 1 y 15 de agosto de 1919 presentó el artículo de dos partes “Benditos son los intrépidos.” Este mostró claramente la necesidad de tomar acción fiel y denodada en el servicio de Dios. La respuesta a esta llamada a acción intrépida por parte del pueblo de Jehová fue entusiástica y valerosa. Celosamente emprendieron la obra de dar publicidad al Reino que ahora se les presentó. Revivieron espiritualmente en el servicio activo de Jehová como sus embajadores. Así se cumplió el cuadro profético de la resurrección de los “dos testigos” de Dios como se describe en Revelación 11:11, 12.
En 1920 se sintió más profundamente la responsabilidad personal de predicar a medida que los que participaban en la obra de dar testimonio entregaron un informe semanal de actividad. Antes de 1918 solo los repartidores habían hecho informes de servicio de predicación en el campo. Además, para facilitar la predicación, a las congregaciones se les dio asignación específica de territorio. ¿Qué efectos tuvo esto? En 1920 había 8.052 “trabajadores de clase” y 350 repartidores. Para 1922, de más de 1.200 congregaciones en los Estados Unidos 980 habían sido plenamente reorganizadas para participar en el servicio del campo. En éstas había 8.801 trabajadores que colocaban literatura bíblica en manos de los amos de casa por una contribución. El promedio semanal era de 2.250.
Cuando la obra con The Golden Age comenzaba, se bosquejó de esta manera: “La obra de THE GOLDEN AGE es un recorrido de casa en casa con el mensaje del reino, proclamando el día de la venganza de nuestro Dios y consolando a los que lloran. Además del recorrido, se dejará un ejemplar de THE GOLDEN AGE en cada hogar, sin importar si se toma una suscripción o no. Se suministrarán muestras gratis. . . . Los trabajadores de clase adquirirán sus muestras del director.” Las congregaciones que deseaban participar se registraban ante la Sociedad Watch Tower como organizaciones de servicio. En cambio, la Sociedad nombraba a un individuo de la congregación local para que sirviera de “director.” Puesto que había sido nombrado, no estaba sujeto a las elecciones anuales locales, como lo estaban los ancianos en aquel tiempo.
Supongamos que participamos brevemente con los demás en la obra con The Golden Age. Elva Fischer nos dice esto acerca de esta obra: “En 1919 recibimos nuestra primera cantidad asignada de la nueva revista The Golden Age. . . . Ninguno de nosotros tenía automóvil en aquel tiempo, de manera que mi esposo y su hermano carnal, Audie Bradshaw, cargaron nuestro pequeño coche de caballos de un solo asiento con las revistas y allá se fueron a predicar las buenas nuevas desde el cochecillo. Mi cuñada se quedó en casa para atender el ganado y a nuestros hijos, puesto que todos vivíamos en granjas. Los muchachos pasaron dos días enteros colocando estas revistas en manos de la gente, pues habían de colocar una Golden Age en cada hogar. Todos nos alegramos mucho de tener esta oportunidad de participar en la predicación.”
“Se pidieron voluntarios para obtener suscripciones para la revista,” declara Fred Anderson, y añade: “Respondí y sentí el primer verdadero gozo de efectuar testificación activa. Desde entonces he obtenido muchas suscripciones y colocado centenares de ejemplares de la revista ahora llamada Awake! [¡Despertad!]. Ha sido un instrumento poderoso para despertar a las personas a los tiempos críticos y les ha dado una maravillosa esperanza de vida y paz en una Tierra limpiada.”
LA OBRA “ZG”
El 21 de junio de 1920 se presentó para distribución una edición como de periódico de The Finished Mystery. Se le llamó comúnmente la “ZG.” (“Z” quería decir Zion’s Watch Tower, el nombre original de La Atalaya en inglés, y “G,” la séptima letra del alfabeto inglés, designaba este séptimo tomo de Estudios de las Escrituras.) Esta edición especial de The Watch Tower (1 de marzo de 1918) fue almacenada mientras el libro estuvo proscrito y ahora pudo ser colocada en manos de la gente por veinte centavos el ejemplar.
Recordando su obra con la “ZG,” Beulah E. Covey dice: “Dentro había una ilustración de página entera de una iglesia con . . . dos predicadores, cada uno bajando por un pasillo con una pistola en una mano y un plato de colecta en la otra. Todo lo que teníamos que hacer para colocar esta ‘ZG’ era mostrar este cuadro y era muy común colocar cuarenta o cincuenta al día en el campo.”
La obra con esta edición de revista de The Finished Mystery fue fructífera. Por ejemplo, Annie Poggensee escribe: “Visité a una señora que tomó la ‘ZG’ y cerró la puerta. Poca cuenta me daba entonces de los resultados que traería esta colocación. Pocas semanas más tarde alguien dejó una hoja suelta en la puerta del mismo lugar. Ella reconoció que esto era lo mismo, y por eso asistió al discurso que se anunciaba en la hoja. Continuó viniendo a las reuniones, y finalmente su esposo y dos hijas empezaron a asistir. Pronto toda la familia Andreson estuvo en la verdad.”
LA “GA” NÚM. 27
Con el tiempo apareció la Golden Age Núm. 27. “Fue el número del 29 de septiembre de 1920, que detallaba la persecución y el abuso que se cometió contra los hermanos y hermanas durante el período de la opresión,” escribe Roy E. Hendrix, que participó en distribuirla. Amelia y Elizabeth Losch añaden: “Denunciaba la impía persecución que se amontonó sobre los Estudiantes Internacionales de la Biblia durante la I Guerra Mundial a manos de los clérigos religiosos de la cristiandad y sus aliados, políticos y militares. . . . Nueve de la congregación rehusaron participar en esta obra y firmaron una petición para no hacerla. Carecían de fe en el ‘esclavo fiel y discreto.’ Como resultado, nosotros, junto con otros tres, mantuvimos la fe, distribuimos 25.000 ejemplares en solo dos semanas. Al fin de la campaña estábamos cansados, pero felices, pues sabíamos que estábamos andando fielmente a la luz de la Palabra de Dios.”
Se imprimieron cuatro millones de ejemplares de la Golden Age Núm. 27. Éstas se dieron gratis o se colocaron en manos de la gente por una contribución voluntaria de diez centavos el ejemplar. Principalmente, la distribución se efectuó de casa en casa.
LA OBRA EN EL EXTRANJERO
Aumentaron las demandas de literatura bíblica. Esto fue cierto en el Canadá, por ejemplo, donde la censura que había sido impuesta sobre las publicaciones de la Watch Tower fue removida el 1 de enero de 1920. Parecía que la persecución en aquel país había agitado al pueblo de Dios con mayor celo en la predicación y en dar adelanto a la adoración verdadera.
El 12 de agosto de 1920 J. F. Rutherford y unos cuantos asociados embarcaron hacia Europa. Se celebraron asambleas en Londres, Glasgow y otras ciudades británicas. Con otros, Rutherford viajó a Egipto y Palestina. Varias oficinas y clases bíblicas fueron visitadas y fortalecidas espiritualmente. Se estableció una oficina sucursal de la Sociedad en Ramallah. En un informe del fin del año, el hermano Rutherford reveló que la Sociedad estaba estableciendo una Oficina de Europa Central para superentender la predicación en Suiza, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Austria e Italia.
LA “CAMPAÑA DE LOS MILLONES”
Una nueva actividad de predicación contribuyó a la obra de hacer discípulos en aquellos días... la “Campaña de los Millones.” Era la distribución del libro de 128 páginas Millions Now Living Will Never Die [Millones que ahora viven no morirán jamás], colocado a la gente por una contribución de 25 centavos de dólar el ejemplar. El libro se usaba en combinación con un programa de discursos públicos que empezó el 25 de septiembre de 1920 y que giraba alrededor de una conferencia (originalmente intitulada “El mundo ha terminado—¡Millones que ahora viven quizás nunca mueran!”) pronunciada por J. F. Rutherford en Los Ángeles el 24 de febrero de 1918 y publicada en el nuevo libro en 1920.
Mirando al pasado, Lester L. Roper dice: “Entonces me llegó el tiempo para pronunciar un discurso público sobre el tema ‘Levanten un estandarte para el pueblo, millones que ahora viven que jamás morirán.’ Yo estaba acostumbrado a tratar con el público, pero aquello era diferente. Me imaginaba que el piso se levantaría y me daría en la cara en cualquier momento. Y supongo que aquello sí requería fortaleza interna, puesto que entonces había solo un número muy pequeño de personas en la verdad en todo el mundo... ¡y decirles que ‘Millones que ahora vivían jamás morirían’!”
Con el tiempo Millones que ahora viven no morirán jamás fue traducido y publicado en varios idiomas. A diferencia de la “obra pastoral,” que había constado de prestar libros a la gente, ejemplares del libro “Millones” eran colocados por una contribución, y las personas que se interesaban en el mensaje podían obtener más tarde tomos de Estudios de las Escrituras. La “Campaña de los Millones” duró por algún tiempo, y de esta manera se dio un gran testimonio. Anuncios periodísticos y carteleras con las palabras “Millones que ahora viven no morirán jamás” se utilizaron para atraer a aquel mensaje la atención pública. Tan extensa fue la campaña que el lema ha sido recordado a través de los años.
Rufus Chappell, recordando el efecto de la “Campaña de los Millones,” escribe: “Habíamos ofrecido la publicación Millones que ahora viven no morirán jamás en Zion [Illinois] y sus alrededores y hubo resultados interesantes. Recuerdo un gran anuncio eléctrico que relampagueaba sobre el edificio del Lavado en Seco de Waukegan en la carretera de North Sheridan a unos ocho kilómetros de Zion, que decía: ‘Teñimos para los millones que ahora viven que no morirán jamás.’ Este era un tema muy popular en aquel tiempo, y muchas personas habían hecho preguntas acerca de aquella frase y habían aprendido la verdad por medio de esta publicación.”
UN NUEVO LIBRO PROMUEVE PROGRESO
Por años los Estudiantes de la Biblia habían leído y distribuido ampliamente tomos de Estudios de las Escrituras. Sin embargo, en 1921 se publicó un nuevo libro... El Arpa de Dios, escrito por J. F. Rutherford. Con el tiempo este libro tuvo una circulación de 5.819.037 ejemplares en 22 idiomas. “Cuando salió El Arpa de Dios, aquello fue realmente una bendición, una respuesta a nuestras oraciones,” dice Carrie Green, y continúa: “Simplificó la verdad, toda la verdad; todos los diferentes temas fueron presentados ilustrativamente como las ‘cuerdas del arpa.’”
Esta publicación bosquejaba el propósito de Jehová presentándolo como “diez cuerdas del Arpa de Dios, la Biblia.” Las ‘diez cuerdas’ o encabezamientos del libro eran: La Creación, Manifestación de la Justicia, La Promesa Abrahámica, El Nacimiento de Jesús, El Rescate, La Resurrección, El Misterio Revelado, La Vuelta de Nuestro Señor, La Glorificación de la Iglesia, y La Restauración. Este libro para principiantes contenía preguntas que se podían utilizar para estudiar individualmente y como clase. Al trabajar de casa en casa, los Estudiantes de la Biblia ofrecían con esta publicación un curso por correspondencia completo. Las doce tarjetas al estilo de cuestionario que componían el curso se enviaban por correo, una a la semana. La congregación media podía tener hasta de 400 a 500 tarjetas que atender semanalmente con relación a este curso. Esta obra se efectuó por varios años y fue muy beneficiosa. Hazel Burford dice: “También se celebraban estudios en los hogares de las personas que mostraban interés, como sucede en nuestra obra de estudios bíblicos de casa de hoy, excepto que asistía un grupo entero de publicadores, como en nuestros estudios de libro de congregación.”
INSTALACIONES Y EQUIPO PARA DAR ADELANTO A LA PREDICACIÓN
El año después de la I Guerra Mundial la Sociedad Watch Tower quiso comprar una gran prensa rotativa para efectuar alguna impresión. En el país había solo unas cuantas, y todas estaban siendo utilizadas. Aparentemente no había probabilidad de obtener una por muchos meses. Pero la mano de Jehová no se ha acortado, y los trabajadores de la central pusieron en operación una gran rotativa en 1920. Esta, llamada afectuosamente el “viejo acorazado,” produjo a través de los años millones de revistas, folletos y otras publicaciones.
Al adquirir el “viejo acorazado,” la Sociedad alquiló espacio de fábrica en el 35 de la avenida Myrtle en Brooklyn. Al llegar a Betel el 22 de enero de 1920, W. L. Pelle y W. W. Kessler recibieron la asignación de trabajar en aquel edificio. El hermano Pelle nos dice: “Nuestro primer trabajo fue lavar las paredes del primer piso en el 35 de la avenida Myrtle. Fue el trabajo más sucio que yo había tenido, pero era diferente. Estábamos contentos. Era la obra del Señor y eso hacía que valiera la pena. Necesitamos como tres días para efectuar toda la limpieza y entonces estuvo listo el lugar para establecer allí el departamento de envíos. Abajo en el sótano se estaba armando la rotativa (el ‘acorazado’) y arriba en el segundo piso se estaban preparando la prensa de platina, el plegador y la máquina de coser.”
En poco tiempo estuvo en funcionamiento el equipo. El hermano Pelle pasa a decir: “Dos hermanos, experimentados maquinistas y operadores de prensa, operaban la prensa de platina, el hermano Kessler el plegador, y yo la máquina de coser. Entonces salió el mismísimo primer ejemplar de The Watch Tower de nuestra propia prensa —1 de febrero de 1920— ¡un momento emocionante, una ocasión muy dichosa! Poco tiempo después salió The Golden Age Núm. 27 de la prensa del ‘acorazado’ en el sótano. Un comienzo pequeño, ¡pero nunca ha dejado de crecer!”
La obra de predicar aumentaba. Para 1922 había una demanda de literatura mucho mayor. Por eso, desde el 1 de marzo de 1922 la Sociedad mudó su fábrica al edificio de seis pisos en el 18 de la calle Concord en Brooklyn. Primero ocupó cuatro pisos y al fin los seis. Allí fue que la Sociedad originalmente emprendió la impresión de sus propios libros encuadernados. El edificio de la avenida Myrtle se utilizó para almacenar papel y literatura.
Una tarea de tamaño considerable que estuvo envuelta en la transferencia desde la avenida Myrtle a la calle Concord fue la transportación del “viejo acorazado.” Se efectuó de esta manera, según el relato que una vez dio Lloyd Burtch:
“El 1 de marzo de 1922 mudamos nuestro equipo de impresión desde la avenida Myrtle a un local más amplio en el 18 de la calle Concord en Brooklyn. Con un camión pequeño mudamos la mayor parte de las cosas pesadas. Cuando llegó el turno de los grandes cilindros de la prensa ‘acorazado,’ descubrimos que eran demasiado pesados para transportarlos en el camión. Quedamos estupefactos. No sabíamos cómo podríamos llevarlos al nuevo lugar, pero cuando despertamos la mañana siguiente nuestro problema estaba resuelto.
“Cinco centímetros de nieve cayeron inesperadamente durante la noche, y eso resolvió nuestro problema. Hicimos una plataforma que pudiera deslizarse sobre la nieve e hicimos rodar los cilindros hasta la plataforma. Enganchando el camión a la plataforma, la arrastramos al nuevo lugar; la plataforma se deslizó suavemente sobre la nieve. Bajamos entonces los cilindros por la ventana del sótano en el lugar de la calle Concord. Por años después de eso, el administrador de la fábrica, R. J. Martin, se complacía en narrar a los hermanos en las asambleas la historia de esta nevada inesperada que resolvió nuestro problema de mudanza.”
Pronto el “viejo acorazado” estuvo funcionando de nuevo, en la fábrica de la calle Concord. ¡Y cómo hacía que aquella vieja estructura temblara! Hasta se dice que el administrador de la fábrica, R. J. Martin, decía: ‘Los ángeles están sosteniendo este edificio.’
SOLO CON LA AYUDA DE JEHOVÁ
“El que personas de poca o ninguna experiencia previa pudieran imprimir con buen éxito libros y Biblias en rotativas es evidencia de la superintendencia de Jehová y la dirección de su espíritu,” declara Charles J. Fekel. Él ha estado en el servicio de Betel desde 1921. El hermano Fekel ha participado en los desenvolvimientos de la oficina central de la Sociedad por medio siglo y nos asegura: “Siempre se encontró, sin duplicación o esfuerzo desperdiciador, a personas que ejecutaran cada tarea. Tareas enormes planeadas de antemano fueron completada como se requería a pesar de la oposición de Satanás.”
Cuando la Sociedad mudó su fábrica al 18 de la calle Concord, en Brooklyn, allá en 1922, se obtuvo un equipo completo de componer tipo, galvanoplastia, impresión y maquinaria de encuadernación, la mayoría equipo nuevo. El presidente de una importante empresa impresora que había estado efectuando mucho del trabajo de la Sociedad vio el equipo y dijo: “Miren, ustedes tienen un establecimiento impresor de primera clase en sus manos, y no hay nadie en este lugar que sepa nada en cuanto a qué hacer con él. En seis meses todo esto será un montón de hierro viejo; y verán que los que deben imprimir para ustedes son los que siempre lo han hecho, y que hacen de eso su negocio.”
Es verdad que había problemas formidables. Pero con ayuda divina los hermanos lograron maravilloso progreso. Note este ejemplo: No muchos años atrás un mecánico perito de Alemania y varios ayudantes necesitaron dos meses para erigir una prensa grande que la Sociedad obtuvo. Dentro de los siguientes dos años otra prensa del mismo tamaño y hechura fue erigida en la oficina central por un hermano y auxiliares en Betel en solo tres semanas.
Los hermanos de la oficina central de la Sociedad se aplicaron. Aprendieron, y dentro de poco tiempo estuvieron produciendo buenos libros. Al principio pudieron imprimir solo 2.000 al día. Sin embargo, para 1927 estaban produciendo de 10.000 a 12.000 libros diariamente.
REGRESO A CEDAR POINT
La Sociedad no había estado operando por mucho tiempo su imprenta en la calle Concord en Brooklyn, Nueva York, cuando el pueblo de Dios se reunió para una asamblea internacional del 5 al 13 de septiembre de 1922. ¿El lugar? Cedar Point, Ohio, ubicación de la asamblea general de los Estudiantes de la Biblia en 1919. En los tres años que habían transcurrido hasta entonces había habido aumento. Los delegados a la asamblea de 1922 vinieron de los Estados Unidos, Canadá y Europa. La concurrencia media de cada día fue de 10.000 personas, y el domingo hubo entre 18.000 y 20.000 personas presentes. El número de los bautizados fue de 361. Se celebraron reuniones en inglés y en lenguajes extranjeros simultáneamente; hasta once se celebraron a la misma vez.
Imagínese en Cedar Point para aquella asamblea espiritualmente recompensadora. Note los grandes carteles, los pequeños letreros de madera en los árboles y las tarjetas blancas en postes y otros lugares. Todos llevan las letras “A D V.” ¿Qué significan?” Algunos dicen que significan “Al Difunto Victoria,” puesto que los del resto ungido todavía están muy interesados en ‘irse a casa’ al cielo. Otros piensan que estas letras significan “Avísenle al Diablo que se Vaya.”
La ansiedad duró hasta el viernes 8 de septiembre, conocido como “El Día.” El juez Rutherford habló entonces acerca de “El Reino.” T. J. Sullivan dijo: “Los que tuvieron el privilegio de asistir a aquella reunión pueden todavía captar mentalmente la intensidad de sentimiento del hermano Rutherford cuando dijo a las pocas personas inquietas que estaban andando por el lugar debido al intenso calor que ‘SE SENTARAN’ y ‘ESCUCHARAN’ el discurso a todo costo.” Entre otras cosas, el hermano Rutherford habló acerca del fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914 y citó la declaración blasfema del Concilio Federal de Iglesias aclamando a la Sociedad de Naciones como la “expresión política del reino de Dios en la Tierra.” Imagínese en aquel auditorio mientras Rutherford se acerca a la conclusión dramática de su discurso. Usted escucha atentamente mientras él dice:
“ . . . Desde 1914 el Rey de gloria ha tomado su poder y reina. Ha limpiado los labios de la clase del templo y los envía con el mensaje. La importancia del mensaje del reino no se puede exagerar. Es el mensaje de todos los mensajes. Es el mensaje de la hora. Les incumbe a todos los que son del Señor declararlo. El reino del cielo se ha acercado; el Rey reina; el imperio de Satanás está cayendo; millones que ahora viven jamás morirán.
“¿Creen ustedes esto? . . .
“¡Entonces otra vez al campo, oh hijos del Dios altísimo! ¡Cíñanse la armadura! Sean sobrios, sean vigilantes, sean activos, sean valientes. Sean fieles y verdaderos testigos para el Señor. Sigan adelante en la lucha hasta que todo vestigio de Babilonia quede desolado. Proclamen el mensaje lejos y extensamente. El mundo tiene que saber que Jehová es Dios y que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Este es el día de todo día. ¡Miren, el Rey reina! Ustedes son sus agentes de publicidad. Por lo tanto, anuncien, anuncien, anuncien, al Rey y su reino.”
En aquel mismo momento se desenrolla sobre la plataforma del discursante un letrero a tres colores y de casi once metros de largo. En él aparece un cuadro grande de Cristo en el centro y las palabras “Anunciad al Rey y Reino.” Ahora está claro. Las letras enigmáticas “A D V” significan “ADVERTISE” (anuncien o anunciad). ¿Anuncien o anunciad qué? ¡Pues “Anunciad al Rey y Reino”! “Uno puede imaginarse el entusiasmo,” exclama George D. Gangas, “el gozo y la emoción de los hermanos. Nunca antes había sucedido algo como aquello en la vida de ellos. . . . Era algo que se escribió indeleblemente en mi mente y corazón, que nunca será olvidado mientras yo viva.” C. James Woodworth, que entonces era un muchacho de dieciséis años de edad en la orquesta de la asamblea, recuerda lo siguiente: “Aquel fue un momento dramático. ¡Cómo aplaudió el auditorio! El viejo hermano Pfannebecker sacudió su violín por encima de la cabeza y, volviéndose a mí, dijo en voz alta: ‘Ach, Ya! Und now ve do it, no?’ (¡Ah, sí! Y ahora lo haremos, ¿no?).”
MOVIDOS A DAR ANUNCIO AL REINO
¡Y lo hicieron! De hecho, los siervos de Dios han estado haciéndolo desde entonces. Denodadamente han estado anunciando al Rey y su Reino. Cuando los Estudiantes de la Biblia partieron de Cedar Point estaban fulgurantes con el espíritu, ardiendo de entusiasmo para la predicación que tenían que efectuar. “Las palabras no pueden describir el sentimiento de moverse adelante, de volver a casa y anunciar,” declara Ora Hetzel. La hermana Bennecoff, esposa de James W. Bennecoff, añade: “Se nos despertó para que ‘anunciáramos, anunciáramos, anunciáramos al Rey y su reino’... Sí, con más celo y amor que nunca en nuestros corazones.”
De hecho, a los que estaban en la asamblea se les ofreció la oportunidad de anunciar el Reino antes de siquiera partir de Cedar Point. El lunes 11 de septiembre de 1922 fue el “Día de Servicio.” Varios centenares de automóviles se utilizaron, cada uno con cinco o más pasajeros y un buen suministro de literatura bíblica, todos listos para dar anuncio al Rey y su Reino en el servicio del campo. “Mi tarjeta de ‘Instrucción a los Trabajadores’ era la núm. 144,” dice Dwight T. Kenyon. “Mi tarjeta decía: ‘Los automóviles se alinearán a las 6:30 de la mañana en punto frente al lago (Cedar Point) según el número puesto sobre el radiador. El número de su automóvil es 215, su número de Trabajador es 5, . . .’ Yo estaba en un grupo de siete. Fuimos en un automóvil vivienda, operado por dos repartidores. Nuestra asignación era Milan, Ohio, a unos kilómetros de allí. Recuerdo que el hermano Rutherford estuvo en aquel lugar de encuentro a aquella temprana hora para vernos partir.”
Sí, J. F. Rutherford estuvo allí para ‘verlos partir.’ Pero hubo más que eso. “El hermano Rutherford estuvo en el primer automóvil que salió aquella mañana,” dice Sara C. Kaelin. John Fenton Mickey añade: “El auto del hermano Rutherford era el primero. Él había invitado a mi esposa y a mí, a la hermana de ella, Clara Myers, y a Richard Johnson y su esposa. Yo no pude ir, puesto que nuestra hijita había enfermado . . . Bueno, el territorio para el primer automóvil fue la carretera entre Cedar Point y Sandusky, Ohio. El hermano Rutherford tomó la primera casa, Clara Myers la siguiente, y así por el estilo hasta que el servicio fue completado y regresaron a la asamblea.”
RESPONDIENDO A LAS LLAMADAS A MAYOR SERVICIO AL REINO
Los siervos de Jehová habían predicado de casa en casa hasta cierto grado por años. Sin embargo, ahora esta obra fue acelerada. En octubre de 1922 la predicación de casa en casa fue hecha mucho más fácil por medio de información que se presentó en la hoja mensual de instrucciones para el servicio, la Bulletin (Boletín).
Las reuniones de los Estudiantes de la Biblia continuaron suministrando abundante alimento espiritual. Estudios de The Watch Tower en grupo fueron organizados originalmente en 1922. Se imprimieron preguntas que ayudarían a estudiar. Las reuniones cristianas también se mantuvieron al paso con el énfasis intensificado en el servicio del campo. Especialmente fue afectada la Reunión de Oración, Alabanza y Testimonio de mediados de semana. Por mucho tiempo había sido una ocasión para entonar cánticos, dar testimonios y participar en oración. Pero a principios de los años veinte aconteció un cambio que estuvo enlazado con la proclamación del Reino de casa en casa. En cuanto a esto, James Gardner escribe: “Hubo un adelantamiento importante que empezó el 1 de mayo de 1923. Se separó el primer martes de cada mes como Día de Servicio, para que los trabajadores de clase participaran en el servicio del campo con el ‘director’ nombrado por la Sociedad. Como estímulo para esta obra y para animar más a los hermanos, se hicieron arreglos para que desde este tiempo en adelante las reuniones de oración de las congregaciones que se celebraban cada miércoles por la noche dedicaran media hora del programa a relatar testimonios de experiencias en la obra del campo.” T. H. Siebenlist añade: “Más tarde la reunión del miércoles por la noche incluyó una consideración de la hoja impresa del servicio en el campo de la Sociedad, la hoja Bulletin. Por eso, cuando se comenzó a dar énfasis al servicio en el campo, la compañía [congregación] de Shattuck, Oklahoma, se ocupó intensamente en la obra de predicar y se aprendió de memoria los recorridos [testimonios] según salían en la hoja Bulletin.”
También en 1923 la Sociedad empezó a apartar varios domingos al año para un “testimonio mundial.” Esto envolvía un esfuerzo unido por celebrar reuniones públicas simultáneas por toda la Tierra. A todos los Estudiantes de la Biblia se les estimulaba a anunciar conferencias como “El imperio de Satanás va cayendo... millones que ahora viven jamás morirán.”
A principios de 1927 en los Estados Unidos la obra de distribuir libros y folletos de casa en casa por una contribución comenzó a efectuarse cada domingo. “Algunos se preguntaban qué sucedería, sabiendo que el mundo estaba en contra de nosotros,” comenta James Gardner y añade: “Sí dio lugar a una ola de persecución en algunos lugares. Pero era una llamada procedente del ‘esclavo fiel y discreto,’ y por eso, ¿por qué vacilar? ¡Qué alegremente salimos! Y mientras que algunos se quejaban acerca de que ‘se viniera en los domingos con libros,’ y así por el estilo, pronto se vio que Jehová estaba dirigiendo a su pueblo por todo el mundo. Hasta este día el domingo es buen día para salir, y lo hacemos constantemente.”
A LAS PUERTAS
¿Le gustaría acompañar a unos agentes de publicidad del Reino en su predicación de casa en casa del pasado? Explicando la actividad, Myrtle Strain dice: “En la mayoría de los casos explicábamos lo que los libros contenían y usábamos una buena cantidad de arte de vendedor, también. A menudo, sin embargo, se nos invitaba a entrar en los hogares y entonces, cuando el amo de casa mostraba interés, presentábamos todo el bosquejo del propósito de Dios, comenzando con la caída de Adán y siguiendo hasta la restitución del hombre. A veces pasábamos una hora más o menos en una casa.”
“Aquellos primeros días en asociación con el pueblo de Jehová están llenos de muchos recuerdos que jamás podré borrar de la mente,” declara Martha Holmes. “Recuerdo nuestro grupito de cinco trabajando los pueblos del exterior en la zona de Des Moines, Iowa. A veces partíamos antes del amanecer y permanecíamos en el trabajo hasta después del anochecer. En aquellos días nuestro automóvil no tenía cubierta dura, ni frenos de potencia, ni dirección de potencia, ni aire acondicionado, ni calentador. La mayor parte del tiempo teníamos que manejar por carreteras sin empedrar. Nos atascábamos en el fango y teníamos que usar tablas de empuje bajo las ruedas para ponernos en marcha de nuevo. Nuestro auto tenía cortinas que se abotonaban a los lados y que usábamos cuando llovía o nevaba. Llevábamos meriendas en cajas y comíamos en el frío automóvil. Cierto día después de pasar varias horas en la obra en Newton, Iowa, a unos cuarenta y ocho kilómetros de Des Moines, se presentó una fuerte tormenta de viento. Era difícil mantener el automóvil sobre la carretera, puesto que los vientos tenían fuerza de tempestad. Además, el viento había arrancado del frente parte de la cubierta de lona y ésta aleteaba sin cesar atrás al viento. Finalmente logramos llegar a Des Moines, todos calados hasta los huesos. Estoy segura de que los observadores pensaban: ‘¡Qué gente más loca!’”
Muchas veces sus esfuerzos eran recompensados con excelentes resultados, sin embargo. Por ejemplo, Julia Wilcox no ha olvidado cierto día de los años veinte cuando era una nueva agente de publicidad del Reino que trabajaba sola de casa en casa en Washington, Carolina del Norte. Se encontró con una señora que manifestó gran interés en el folleto de la Sociedad Hablando con los muertos y aceptó alguna literatura. Dice la hermana Wilcox:
“No queriendo detenerla, comencé a salir, pero ella no me dejaba ir. Esta es su historia:
“‘Sé que el Señor la ha enviado a este lugar hoy. Usted es la respuesta a nuestras oraciones. Mi madre y yo hemos estado orando a Dios que nos conduzca a la luz. Hemos sido miembros de la Iglesia Metodista toda nuestra vida, pero recientemente hemos dejado de ir a la iglesia porque no estábamos obteniendo nada allí. Solo oímos hablar de dinero, dinero y más dinero. Unos días atrás mi madre vio un anuncio en una revista acerca de un libro sobre el “espiritismo” y cómo uno podría hablar directamente con Dios. Me dijo que pidiera el libro y viera lo que podíamos aprender de aquello. Bueno, tengo la carta escrita pidiendo el libro, pero por alguna razón se me olvidó enviarla. [Aquella carta nunca fue enviada.] Ahora leeré primero estos libros que he conseguido de usted, y cuando mamá venga a alojarse de nuevo conmigo ella los leerá también. ¿Me promete que volverá a vernos pronto?’
“Por supuesto, prometí. Esa había de ser mi primera revisita. La obra de revisitas no recibía estímulo entonces. Lo que recibía énfasis era abarcar el territorio y dejar literatura en manos de la gente. De todos modos, regresé como había prometido, cuando la madre de ella estaba allí. Habían ‘devorado’ la literatura que dejé en la primera visita y querían más. Desde aquel tiempo en adelante aceptaron toda pieza de literatura publicada por la Sociedad. . . . Me da gran gozo informar que la hermana [Sophia] Carty, mi primera revisita, fue fiel en el servicio y en la concurrencia a las reuniones hasta su muerte en 1963.”
SIETE ÁNGELES TOCAN SUS TROMPETAS
Allá en los años veinte, los siervos de Jehová estuvieron ocupados dando anuncio al Rey y el Reino, con excelentes resultados. Además, aunque el pueblo de Dios no se daba cuenta de ello en aquel tiempo, entonces llegaron a estar envueltos en el emocionante cumplimiento de profecías apocalípticas. A medida que siete trompeteros angélicos tocaron sus trompetas, los cristianos verdaderos desempeñaron un papel en acontecimientos dramáticos en la Tierra y continúan participando en ellos hasta el mismo momento actual.—Rev. 8:1–9:21; 11:15-19.
Desde el tiempo en que el primer ángel tocó su trompeta, la cristiandad ha sido golpeada por una figurativa granizada devastadora, denuncias de peso basadas en la verdad bíblica. (Rev. 8:7) Todo empezó durante la asamblea de septiembre de 1922 de los Estudiantes de la Biblia en Cedar Point. Allí el pueblo de Dios adoptó entusiásticamente una resolución intitulada “Un desafío.” Denodadamente esta resolución denunciaba la deslealtad del clero a Dios por su participación en la guerra y después repudiar Su reino mesiánico por medio de sostener que la Sociedad o Liga de Naciones era la expresión política de ese reino. Aquel octubre de 1922 se empezó la distribución, por toda la Tierra, de 45.000.000 de ejemplares de la resolución y el material que la apoyaba. Desde aquel tiempo en adelante, se ha denunciado a la cristiandad (su clero católico y protestante y los miembros de sus iglesias) como falsa al alegar que son verdaderos seguidores de Jesucristo.
Bajo la dirección del segundo trompetero angélico, los Estudiantes de la Biblia celebraron una asamblea regional en Los Ángeles, California, del 18 al 26 de agosto de 1923. Allí aprobaron por gran mayoría la histórica resolución intitulada “Amonestación.” Esta denunciaba que el clero de la cristiandad no había ayudado a proclamar el mensaje del Reino y hacía una llamada a las personas de cualidades de oveja para que se volvieran al reino de Dios como el “único remedio para los males nacionales e individuales,” y no a la Sociedad de Naciones apoyada por el clero. El fracaso del clero con relación a esto ha sido un factor de importancia en el sufrimiento de elementos radicales, revolucionarios, representados por el “mar” inquieto. Pero esos elementos radicales no pueden dar vida a la humanidad tampoco, tal como sangre derramada del cuerpo humano no puede dar vida. En diciembre de 1923 comenzó a imprimirse el tratado “Proclamación... Una amonestación a todos los cristianos,” que contenía la resolución de la asamblea. Además de los millones de ejemplares que se publicaron en el extranjero, en los Estados Unidos se imprimieron 13.478.400 ejemplares. La distribución en masa de esta Proclamación fue solo el principio. Hasta este día, los seguidores ungidos de Jesús han hecho muchas proclamaciones abogando por el reino de Dios.—Rev. 8:8, 9.
Cuando el tercer ángel tocó su trompeta, una tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo. (Rev. 8:10, 11) Es significativo el hecho de que, en la asamblea de los Estudiantes de la Biblia del 20 al 27 de julio de 1924, en Columbus, Ohio, el pueblo de Dios entusiásticamente adoptó una resolución llamada “Acusación.” Esta denunció las doctrinas falsas y que resultan en difamación para Dios que enseñaba el clero apóstata de la cristiandad y mostró lo mortífero del proceder religioso en el cual ellos y sus asociados políticos iban dirigiendo a la gente. En realidad, los clérigos estaban haciendo que la gente bebiera agua amarga como el ajenjo que resultaría en la muerte espiritual de ésta y su destrucción al fin. La resolución de la asamblea fue incorporada en el tratado intitulado “Eclesiásticos denunciados,” del cual se imprimieron 13.545.000 ejemplares en los Estados Unidos. Otros millones se publicaron en idiomas extranjeros en el exterior. Con el tiempo se distribuyeron 50.000.000 de ejemplares. La Acusación también se publicó en The Watch Tower. De nuevo, aquello fue solo el principio. Por la radio, libros, folletos, revistas y testimonios verbales los siervos de Jehová han continuado señalando que las enseñanzas del clero de la cristiandad no son aguas de vida, sino que llevan a la muerte.
Vino el año 1925 y el cuarto trompetero angélico estuvo listo para acción. Tocó su trompeta y una tercera parte del sol, la luna y las estrellas fueron heridas y se oscurecieron. (Rev. 8:12) Durante una asamblea regional en Indianápolis, Indiana, del 24 al 31 de agosto de 1925, los siervos de Dios apoyaron vigorosamente una resolución intitulada “Mensaje de esperanza.” En ella había expresiones amorosas, pero también se mostraba que la gente había caído en oscuridad en la cristiandad, que afirma ser la luz espiritual del mundo. Además de publicarse la resolución en The Watch Tower y The Golden Age, con el tiempo se circularon muchos millones de ejemplares de ella en forma de tratado en varios idiomas. Así se le informó a la gente que la cristiandad no disfrutaba de la luz de la verdad celestial y el favor divino.
Se anunció el ataque de langostas simbólicas cuando el quinto ángel tocó su trompeta en la primavera de 1926. (Rev. 9:1-11) Del 25 al 31 de mayo de aquel año los Estudiantes de la Biblia celebraron una asamblea internacional en Londres, Inglaterra. Allí adoptaron vigorosamente una resolución intitulada “Un testimonio a los gobernantes del mundo.” Esta resolución y el discurso público en apoyo de ella, “Por qué tambalean las potencias mundiales... el remedio,” pronunciado el domingo 30 de mayo por el hermano Rutherford a un vasto auditorio en la sala Royal Albert Hall, denunció el origen satánico de la Sociedad de las Naciones y señaló que el clero no había apoyado el reino mesiánico de Dios. Información similar salió en el libro que acababa de ver la luz pública entonces, Liberación, y en el folleto El estandarte para los pueblos. El lunes por la mañana, el periódico The Daily News de Londres dedicó una página entera a la resolución y a un resumen del discurso público del domingo, junto con un anuncio del discurso que presentaría Rutherford el lunes por la noche. El espacio en el periódico había sido comprado por una suma de dinero considerable, y un millón o más de ejemplares de esta edición llegó al público.
Con el tiempo, más de 50.000.000 de ejemplares de la resolución “Un testimonio” se distribuyeron por toda la Tierra en forma de tratado en muchos idiomas. Esta denuncia y desenmascaramiento de los proyectos humanos ideados contra el reino de Dios en el nombre de la religión hirió como lo haría el aguijón de la cola de un escorpión, y continúa haciendo eso.
Cuando el sexto ángel tocó su trompeta, cuatro ángeles simbólicos fueron desatados y 200.000.000 de caballos simbólicos salieron “para matar la tercera parte de los hombres.” Esos “caballos” representan los medios de dar publicidad a un aterrorizante mensaje de juicio, particularmente por la página impresa. Esta acción comenzó con un notable acontecimiento de 1927... una asamblea internacional de los Estudiantes de la Biblia en Toronto, Ontario, Canadá. (Rev. 9:13-19) Allí, en el Coliseo el domingo 24 de julio, unas 15.000 personas escucharon a J. F. Rutherford leer una resolución dirigida “A los pueblos de la cristiandad,” que encierra aproximadamente la tercera parte de la humanidad. En ella se instaba a las personas sinceras a abandonar la cristiandad para no ser destruidas con ella. A los pueblos se les instaba a dar su devoción y lealtad de corazón completamente a Jehová Dios y su Rey y reino. Al fin del discurso de apoyo presentado por Rutherford, “Libertad para las gentes,” un atronador ¡Sí! brotó de los presentes, al ponerse ellos de pie y gritar en aprobación de la resolución. Millones de personas escucharon por la radio lo que sucedía a través de una cadena internacional de cincuenta y tres emisoras, la más grande red de transmisión hasta aquel tiempo. “Gigantesca cadena radial escucha a Rutherford,” declaró el periódico World de Nueva York del lunes 25 de julio de 1927. “La mayor cadena de emisoras esparce a todas partes del mundo un discurso que condena al clero organizado.”
¡Cómo deben haber sufrido los apoyadores de la cristiandad bajo el calor ardiente de ciertas declaraciones de aquella emocionante resolución! Ella y el discurso público acompañante fueron publicados en el folleto Libertad para las gentes. Con el tiempo millones de ejemplares fueron puestos en las manos de la gente común y los gobernantes. Así, millones de caballos simbólicos empezaron a lanzar un ataque contra la cristiandad, haciéndolo bajo el control del resto ungido, los “cuatro ángeles.” A través de los años, publicaciones cristianas como ésas han sido producidas en centenares de millones de ejemplares, y miles de personas han respondido favorablemente, saliendo de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa.—Rev. 9:13-19; 18:2, 4, 5.
Acontecimientos dramáticos se produjeron cuando el séptimo ángel tocó su trompeta. “Ocurrieron voces fuertes en el cielo, diciendo: ‘El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él gobernará como rey para siempre jamás.’” Aunque el reino del mundo de la humanidad legítimamente pertenece a Dios, desde 607 a. de la E.C. en adelante él permitió que el reinado por un representante ungido del rey David fuera interrumpido por “siete tiempos,” ó 2.520 años. Ese período caducó alrededor del 4/5 de octubre de 1914 E.C. Era necesario que la gente supiera que por medio del reino mesiánico entonces establecido Jehová gobernaba como rey, que pronto ‘causaría la ruina de los que estaban arruinando la tierra’ y que las personas que temían Su nombre colaborarían con él en hacer de la Tierra un paraíso.—Rev. 11:15-18.
¿Cuándo serían proclamadas mundialmente esas cosas como con el toque de la trompeta del “séptimo ángel”? Aquel anuncio alrededor del globo terráqueo empezó en 1928, cuando los Estudiantes de la Biblia se reunieron en asamblea en Detroit, Michigan, del 30 de julio al 6 de agosto. Especialmente digno de nota fue el domingo 5 de agosto, porque entonces los delegados escucharon la emocionante resolución “Declaración en contra de Satanás y de adhesión a Jehová,” así como el discurso público en apoyo de ella, “El Gobernante para la gente,” pronunciado por J. F. Rutherford. Entre otras cosas, aquella resolución declaraba que debido a que Satanás no quiere entregar el dominio inicuo que ejerce sobre las naciones y los pueblos, Jehová, con su oficial ejecutivo Jesucristo, obrará contra el Diablo y sus fuerzas del mal, con el resultado de que Satanás será completamente restringido y su organización será completamente derribada. Además, señaló que Dios por medio de Cristo establecerá la justicia en la Tierra, emancipará a la humanidad del mal y traerá bendiciones eternas a todas las naciones de la Tierra. “Por lo tanto,” decía la resolución al concluir, “ha llegado el debido tiempo en que todos aquellos que aman la justicia se pongan al lado de Jehová, y le obedezcan y le sirvan con un corazón puro, para que reciban las bendiciones ilimitadas que el Dios Todopoderoso tiene en reserva para ellos.”
Informes de esa “Declaración en contra de Satanás y de adhesión a Jehová” y el discurso público en apoyo de ésta se publicaron en The Golden Age y The Watch Tower. Además, la resolución y el discurso también se pusieron en circulación en varios idiomas por millones de ejemplares en el folleto El amigo de la gente. Así fue proclamado como por trompeta hace más de cuatro décadas un mensaje que apoyaba el reino de Dios por Jesucristo y levantaba un desafío al dominio mundial por Satanás y sus instrumentos. Pero, por medio de la página impresa y los discursos públicos, se le ha dejado oír por toda la Tierra desde entonces con volumen cada vez mayor a medida que los siervos de Jehová continuamente llevan el mensaje del reino de Dios a los pueblos de la Tierra.
UNA “PIONERA” DEL AIRE LEVANTA SU VOZ
“La radio dice al mundo que el milenio se acerca,” declaró el Record de Filadelfia del 17 de abril de 1922, y continuó: “Discurso del juez Rutherford transmitido desde la Metropolitan Opera House. Habla directamente al transmisor. El mensaje se lleva a través de millas de alambres telefónicos de la compañía Bell a la estación de Howlett.” Así empezó un informe periodístico acerca del primer discurso radiodifundido de J. F. Rutherford, pronunciado el domingo 16 de abril de 1922, en la Metropolitan Opera House de Filadelfia, Pensilvania. ¿El tema? “Millones que ahora viven no morirán jamás.” Su auditorio visible era meramente un puñado de personas en comparación con el cálculo de 50.000 residentes de Pensilvania, Nueva Jersey y Delaware que escucharon el discurso en radios primitivos en sus hogares.
Aquéllos eran los días primitivos de la comunicación por radio. En los Estados Unidos no fue sino hasta 1920 que se efectuaron radiodifusiones comerciales con regularidad desde la estación KDKA de Pittsburgo y WWJ de Detroit, Michigan. En aquel tiempo uno podía comprar un equipo de cristal hecho en una fábrica con audífonos, pero los radios con altavoces intraconstruidos y antenas no se construyeron sino hasta los años treinta.
Los siervos de Jehová a principios de los años veinte eran relativamente pocos. Para 1924 en los Estados Unidos había, como promedio, solo 1.064 Estudiantes de la Biblia predicando de casa en casa semanalmente. Por eso, durante aquel período el pueblo de Dios reconoció los efectos trascendentales de la radio y la consideró un medio excelente de hacer llegar a las masas el mensaje del Reino.
En 1922 J. F. Rutherford y unos cuantos consejeros adquirieron originalmente título de propiedad de unas diez hectáreas en Staten Island en el distrito municipal de Richmond, ciudad de Nueva York. Lloyd Burtch, llevándonos atrás a aquel tiempo interesante, declaró en cierta ocasión: “Cierto sábado por la tarde el presidente de la Sociedad, el hermano Rutherford, llevó a algunos de nosotros consigo a Staten Island. Al llegar a la propiedad que había sido comprada, señaló a un lugar en el centro de la arboleda en el terreno y dijo: ‘Bien, muchachos. Aquí es donde empezamos a cavar. Vamos a construir una estación de radio en nuestro terreno.’ ¡Y cómo cavamos! Todo fin de semana durante aquel verano estuvimos haciéndolo.” Durante todo el invierno y en adelante hasta dentro del verano de 1923 la construcción siguió a paso apresurado, y muchos jóvenes de la oficina central de la Sociedad en Brooklyn ayudaron en los fines de semana.
En 1923 Ralph H. Leffler enseñaba teoría de la radio en la escuela secundaria de Alliance, Ohio. Cierto día recibió una carta de la oficina del presidente de la Sociedad Watch Tower. Preguntaba: “Notando que usted enseña acerca de la radio . . . ¿consideraría dedicar todo su tiempo en el servicio del Señor en algo relacionado con esto?” El hermano Leffler vio claramente la mano de Jehová en esto y no pudo negarse a aceptar esta oportunidad. Para mediados de octubre llegó a Betel ¡y lo pusieron a trabajar lavando platos! “¿No había yo lavado suficientes platos en el ejército? pensé,” escribió él más tarde. “Entonces recordé el texto que dice: ‘El SEÑOR tu Dios te prueba, para saber si amas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.’ (Deu. 13:3, Authorized Version) Sí, es otra prueba, concluí.” Pero un mes más tarde comenzó a trabajar en asuntos de radiodifusión. “En la ciudad se localizó un transmisor compuesto de radio de 500 vatios y fue comprado para la emisora,” recuerda el hermano Leffler. Él instaló esto rápidamente y todo estuvo listo para la primera transmisión.
“Nos agitaba la emoción,” admite el hermano Leffler. “¿Tendría buen éxito la primera transmisión? ¿Podrían oírnos? Se había obtenido licencia del gobierno para transmitir. Y las letras de llamada eran WBBR. Todo estaba ahora listo para la primera transmisión. Eso aconteció el domingo 24 de febrero de 1924 por la noche. Tuve el privilegio de encargarme del interruptor para dejar pasar la energía para aquella primera transmisión y allá fuimos, esperando lo mejor.”
Aquel primer programa por WBBR duró dos horas, desde las 8:30 hasta las 10:30 de la noche. Hubo solos de piano, cantar, y en medio estuvo la parte principal del programa, la conferencia por el presidente de la Sociedad, J. F. Rutherford, sobre el tema “La radio y la profecía divina.” Después de eso, cada noche, desde las 8:30 hasta las 10:30 de la noche, y los domingos desde las tres hasta las cinco de la tarde, se transmitieron programas de buena música y discursos educativos.
Se presentaron oportunidades para obra dramática por WBBR. Maxwell G. Friend participó en esto. Él había recibido intenso entrenamiento dramático en el famoso Teatro de la Ciudad en Zurich, Suiza. Años más tarde Jehová favoreció al hermano Friend con el privilegio inesperado de producir y dirigir dramas bíblicos y reproducciones apegadas a la realidad de juicio celebrados a testigos cristianos de Jehová por jueces y fiscales bajo la influencia clerical y prejuiciados en los Estados Unidos de América. Estos dramas los exponían a la vergüenza pública y mostraban la inocencia de los siervos de Dios. Los actores y músicos entrenados que trabajaban en estas presentaciones componían “El Teatro del Rey.”
En 1928, en South Amboy, Nueva Jersey, algunos de los siervos de Jehová fueron arrestados por predicar las buenas nuevas en domingo. Eso marcó el principio de la “Batalla de Nueva Jersey,” que duró una década. “El Teatro del Rey” desempeñó un papel en esto. Durante los juicios de cristianos verdaderos, a menudo los jueces locales eran católicos que manifestaban prejuicio en la sala del tribunal, y usaban lenguaje grosero y hasta revelaban la influencia de aliados eclesiásticos que querían permanecer en el fondo de los acontecimientos, ocultos. Los intercambios de palabras del tribunal se registraban en taquigrafía. Actores entrenados asistían a los juicios y estudiaban la voz y entonaciones del juez, el fiscal, y así por el estilo. Pocos días después “El Teatro del Rey” copiaba las escenas del tribunal con asombroso realismo. Así se usaron las ondas aéreas para denunciar al enemigo, y con el tiempo los jueces se asustaron tanto de que se les hubiera hecho centro de atención, lo mismo que a los miembros de la policía y fiscales extraviados, que muchos se hicieron más astutos al tratar casos que tenían que ver con el pueblo de Jehová.
Por unos treinta y tres años WBBR glorificó a Jehová y esparció la verdad bíblica extensamente. Comenzó sus transmisiones con un transmisor de 500 vatios. Tres años más tarde se compró un nuevo transmisor de 1.000 vatios. En 1947 la Comisión Federal de Comunicaciones otorgó a WBBR permiso para aumentar su potencia a 5.000 vatios, si esto no interfería con otras estaciones que funcionaban en la misma frecuencia en partes ampliamente esparcidas de los Estados Unidos. La instalación de un sistema de antena direccional de tres torres resolvió ese problema y este arreglo aumentó la potencia de 5.000 vatios a más de 25.000 vatios en la dirección del nordeste donde había mayor población. WBBR se escuchaba en la zona de la Nueva York metropolitana y los estados colindantes de Nueva Jersey y Connecticut. Sin embargo, se recibían cartas acerca de sus programas desde Inglaterra, Alaska, California y otros lugares distantes.
La Sociedad vendió la estación el 15 de abril de 1957. ¿Por qué? Bueno, cuando la estación comenzó a funcionar en 1924, había una sola congregación de unos 200 Estudiantes de la Biblia abarcando los cinco distritos municipales de la ciudad de Nueva York, así como Long Island y hasta partes de Nueva Jersey. Sin embargo, para 1957 había 62 congregaciones dentro de la ciudad de Nueva York y un máximo de 7.256 proclamadores del Reino, además de 322 publicadores de tiempo cabal de las buenas nuevas. De modo que se estaba dando un buen testimonio. Además, es mucho más eficaz hablar a la gente en sus hogares, donde pueden hacer preguntas y recibir más instrucción de la Palabra de Dios. El dinero que se gastaba en funciones que tenían que ver con la emisora podía usarse de alguna otra manera para dar adelanto a los intereses del reino de Dios.
Sin embargo, la obra de la Sociedad relativa a emisoras fue más que aquello. Cierto día J. F. Rutherford entró en la habitación de Ralph Leffler, colocó un mapa de los Estados Unidos sobre la mesa y, señalando con el dedo, dijo: “Pienso ubicar emisoras aquí y aquí y aquí. ¿Estaría usted dispuesto a encargarse de la construcción de estas estaciones?” “Con mucho gusto,” fue la respuesta. Por eso, cuando llegó noviembre de 1924, el hermano Leffler iba de camino a la zona de Chicago a trabajar en la construcción de otra emisora que sería propiedad de la Sociedad, una que se conocería como la emisora WORD. El hermano Leffler también instaló transmisores para otras estaciones, que no eran propiedad directa de la Sociedad pero que eran administradas por sus representantes.
CREANDO HISTORIA EN LA RADIODIFUSIÓN
Durante los años veinte el pueblo de Jehová no solo obró como precursor o pionero en el establecimiento de una de las primeras emisoras, la WBBR. Como ya se ha indicado, los siervos de Jehová crearon historia en la radiodifusión el domingo 24 de julio de 1927 cuando J. F. Rutherford habló por cincuenta y tres emisoras desde Toronto, Ontario, Canadá... la más grande cadena de radiodifusión formada hasta aquel tiempo.
¿Qué llevó a esta transmisión sin precedente por una red de emisoras? Una serie de acontecimientos. Entre WBBR y el dueño de la estación WJZ, de la ciudad de Nueva York, se había hecho un arreglo para compartir el tiempo, pero el arreglo no fue observado. Más tarde, se asignó a WBBR a transmitir en otra longitud de onda, y más tarde todavía fue asignada de nuevo a una longitud de onda menos favorable. Según el Acta de Emisoras de 1927 la estación de la Sociedad comenzó un pleito judicial ante la Comisión Federal de Radiodifusiones para que se le asignara una longitud de onda más deseable. En la audiencia (14 y 15 de junio de 1927) el presidente Merlin Hall Aylesworth, de la National Broadcasting Company, testificó acerca del gran servicio que rendían las emisoras WEAF y WJZ de Nueva York, aparentemente para mostrar que no sería correcto permitir que WBBR ocupara parte del tiempo, aunque tanto WJZ como WEAF tenían longitudes de onda separadas. Durante la repregunta por J. F. Rutherford, se le hizo esta pregunta al señor Aylesworth: “¿Es su propósito darle a la gente por medio de la radio el mensaje de los mayores financieros, los más prominentes estadistas, y los más famosos clérigos del mundo?” La respuesta fue afirmativa.
“Si a usted se le convenciera de que el gran Dios del universo pronto pondrá en funcionamiento Su plan para bendecir a todas las familias y naciones de la Tierra con paz, prosperidad, vida, libertad y felicidad, ¿haría usted arreglos para radiodifundirlo?” Hubiera sido muy difícil decir No, y por eso la respuesta fue Sí. Entonces el Sr. Aylesworth voluntariamente dijo que con gusto transmitiría una conferencia por el presidente de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia. Naturalmente, J. F. Rutherford aceptó la oferta.
Así fue que mientras el hermano Rutherford hablaba a un auditorio de asamblea de unas 15.000 personas en Toronto, Ontario, Canadá, el domingo 24 de julio de 1927, otros millones de personas lo escucharon por medio de una red de emisoras hasta entonces sin paralelo. En una carta que la Sociedad recibió de la National Broadcasting Company, se declaró: “Supongo que ayer por la tarde el juez Rutherford no tuvo menor auditorio que el mayor que haya tenido cualquier hombre viviente por la radio.”
Los Estudiantes de la Biblia estuvieron envueltos en otro notable acontecimiento de la radiodifusión en 1928. En Detroit, Michigan, el domingo 5 de agosto, cuando J. F. Rutherford pronunció el discurso público “El Gobernante para la gente” a un auditorio de 12.000 personas, éste fue transmitido por una red de emisoras que comprendió 107 estaciones, requirió 53.910 kilómetros de líneas telefónicas y 147.095 kilómetros de líneas telegráficas, y fue transmitido por onda corta a Australia y Nueva Zelanda.
La cadena Watchtower o “Blanca” fue organizada en 1928, especialmente para rendir servicio en aquella asamblea de Detroit. Tuvo tanto éxito que la Sociedad Watch Tower decidió tener en función una red semanal de estaciones por todos los Estados Unidos y Canadá. Se hicieron arreglos para un programa de una hora y éste salía de WBBR. Estas eran transmisiones en directo, con una conferencia por el hermano Rutherford, y música introductoria y de conclusión suministrada por una orquesta mantenida por la Sociedad. Todos los domingos desde el 18 de noviembre de 1928 hasta el fin del año 1930 los radioescuchas podían, pues, sintonizar “La Hora Watch Tower.”
Los programas de la radio ocupaban mucho del tiempo del hermano Rutherford. Se daba un excelente testimonio, pero él no podía viajar ni organizar asambleas en varias partes de la Tierra. Por eso en 1931 la Sociedad decidió presentar programas reproducidos. Se organizaron doscientas cincuenta estaciones para presentar estas reproducciones de quince minutos, hechas por Rutherford a su conveniencia y presentadas por las radioemisoras a la hora que escogieran. En 1932 este servicio de radiodifusión (llamado la Cadena de Cera) fue expandido a 340 estaciones. Para 1933, el año del máximo, 408 estaciones estaban siendo utilizadas para llevar el mensaje a seis continentes, y 23.783 discursos bíblicos separados fueron transmitidos, la mayoría de ellos siendo estas reproducciones eléctricas de quince minutos. En aquellos días uno podía mover la aguja de sintonización y oír transmisiones de la Watch Tower desde estaciones extensamente separadas al mismo tiempo. A menudo las ondas aéreas estaban llenas de palabras de verdad que glorificaban a Dios.
UNA FÁBRICA PROPIA
El pueblo de Jehová iba atrayendo cada vez más la atención del público. Sus encadenamientos históricos de emisoras de fines de los años veinte no podían ser pasados por alto. Tampoco podía la gente pasar por alto a estos proclamadores del Reino, porque su obra de predicar de casa en casa aumentaba en intensidad. Había mayor demanda de literatura bíblica y las instalaciones para publicación de la Sociedad tuvieron que mantenerse al paso con eso. Recordando la segunda mitad de los años veinte, C. W. Barber declara: “El edificio de la fábrica en el 18 de la calle Concord [Brooklyn, Nueva York] ahora había llegado a ser demasiado pequeño e inconveniente para lo que necesitábamos.”
Estaba claro. Los Estudiantes de la Biblia necesitaban otra fábrica. Decidieron construir. Puesto que no había suficiente dinero para construir la fábrica sin que el usarlo causara daño a la obra en otras partes de la Tierra, la Sociedad decidió levantar fondos por medio de hipotecar y poner como garantía de una emisión de obligaciones sus bienes raíces en una cantidad que no excediera de la mitad de su valor real. Se emitieron pagarés en designaciones de 100 dólares, 500 dólares y 1.000 dólares, y tenían interés de cinco por ciento, pagadero anualmente. Por medio de un suplemento que salió en The Watch Tower la oportunidad de suscribirse a estos pagarés se ofreció a los Estudiantes de la Biblia, más bien que venderlos en el mercado público.
Allá en 1926 y 1927, miembros de la familia del Betel de Brooklyn se deleitaron al ver que la fábrica del 117 de la calle Adams empezaba a tomar forma. No pasó mucho tiempo antes que los ocho pisos de esta excelente estructura de hormigón armado, con muchas ventanas, estuviera lista para ser usada. Este edificio, moderno y a prueba de fuego, tenía más de 6.500 metros cuadrados de superficie horizontal utilizable. Para febrero de 1927 llegó el tiempo de mudarse desde el 18 de la calle Concord. “Recuerdo que el hermano R. J. Martin [el administrador de la fábrica] bailó de gozo junto con los muchachos cuando la maquinaria fue mudada,” dice Harry Petros. El entusiasmo del hermano Martin por la nueva fábrica se manifestó en su informe al presidente de la Sociedad que se publicó en el Year Book of the International Bible Students Association (Anuario de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia) para 1928. En él declaró que hasta los críticos de la fábrica ahora admitían que era “una de las más excelentes imprentas en el centro mundial de la imprenta, a saber, la ciudad de Nueva York.” El informe incluía esta descripción del funcionamiento de la fábrica:
“El plan general del edificio es perfecto para nuestra obra. Todo el trabajo se mueve hacia abajo de piso a piso por gravedad, y en el orden natural: Las oficinas en el piso superior, donde pertenecen; la composición del tipo en el siguiente, donde pertenece lógicamente; las planchas bajan al siguiente piso, el sexto, donde se imprime, el departamento de correspondencia en salida y de folletos ocupa el quinto piso; la encuadernación se hace en el cuarto; almacenaje en el tercero; el departamento de envíos en el segundo; existencias de papel, el garaje y la planta de energía eléctrica, en el primero. No se puede mejorar este arreglo.”
Puesto que el personal de la central era ya de casi 200 miembros, se dio expansión al hogar Betel. Durante diciembre de 1926 la Sociedad compró el local próximo a su propiedad en el 124 de Columbia Heights en Brooklyn. A principios de enero de 1927 los tres edificios con los números 122, 124 y 126 fueron removidos y comenzó la construcción de un edificio de nueve pisos que contuviera unas ochenta habitaciones. Este fue conectado con el edificio de la Sociedad completado en 1911 en la parte de atrás y que daba hacia la calle Furman.
‘ENSEÑADOS POR JEHOVÁ’
Jehová ciertamente bendijo a su pueblo allá en los años veinte y les suministró las cosas que necesitaban para dar adelanto a los intereses del Reino. También demostró que era un Dios de revelación progresiva. Los Estudiantes de la Biblia, en cambio, vieron que les fue necesario ajustar su pensar hasta cierto grado. Pero agradecieron la guía de Dios y estuvieron dispuestos a ser ‘enseñados por Jehová.’—Juan 6:45; Isa. 54:13.
Por ejemplo, el pueblo de Dios tuvo que ajustar su manera de pensar acerca de 1925. Se habían cifrado expectativas de restauración y bendición en ese año debido a que ellos creían que ese año señalaría el fin de setenta jubileos de cincuenta años cada uno desde que los israelitas entraron en Canaán. (Lev. 25:1-12) A. D. Schroeder dice: “Se pensaba que entonces el resto de seguidores ungidos de Cristo se iría al cielo para ser parte del Reino y que los hombres fieles de la antigüedad, como Abrahán, David y otros, serían resucitados como príncipes para encargarse del gobierno de la Tierra como parte del reino de Dios.”
El año de 1925 vino y pasó. Los seguidores ungidos de Jesús todavía estaban en la Tierra como clase. Los hombres fieles de la antigüedad —Abrahán, David y otros— no habían sido resucitados para llegar a ser príncipes en la Tierra. (Sal. 45:16) Por eso, según recuerda Anna MacDonald: “1925 fue un año de tristeza para muchos hermanos. Algunos de ellos tropezaron; sus esperanzas fueron destrozadas. Habían esperado ver a algunos de los ‘beneméritos de la antigüedad’ [hombres de la antigüedad como Abrahán] resucitados. En vez de considerar aquello una ‘probabilidad,’ quisieron entender que era una ‘certeza,’ y algunos hicieron preparaciones para sus propios amados, pues esperaban la resurrección de éstos. Yo personalmente recibí una carta de la hermana que me trajo la verdad. Me avisó que había hecho algo malo por lo que me había dicho. . . . [Pero] yo apreciaba el haber sido liberada de Babilonia. ¿A qué otro lugar se podía ir? Yo había aprendido a conocer y amar a Jehová.”
Los siervos fieles de Dios no se habían dedicado a él solo hasta cierto año. Estaban resueltos a servirle para siempre. Para aquellas personas las cosas que esperaban para 1925 y que no se cumplieron no presentaron un gran problema ni afectaron adversamente su fe. “Para los fieles,” declara James Poulos, “1925 fue un año maravilloso. Jehová por medio de su ‘esclavo fiel y discreto’ llamó nuestra atención al significado del capítulo doce de Revelación. Aprendimos acerca de la ‘mujer,’ la organización universal de Dios; la guerra en el cielo y la derrota y expulsión de Satanás y sus demonios de las cortes celestiales, por Jesucristo y sus santos ángeles; el nacimiento del reino de Dios.” Evidentemente el hermano Poulos piensa en el muy notable artículo “Nacimiento de la nación,” que salió en The Watch Tower del 1 de marzo de 1925. Por medio de éste, el pueblo de Dios discernió claramente cómo estaban simbolizadas estas dos organizaciones en oposición... la de Jehová y la de Satanás. Entonces aprendieron, también, que el Diablo ha tenido que limitar sus operaciones a la Tierra desde que fue echado del cielo como resultado de la “guerra en el cielo” que empezó en 1914.
CELEBRACIONES Y DÍAS DE FIESTA
“En nuestras primeras asambleas, entre las sesiones mientras los hermanos conversaban,” escribe Anna E. Zimmerman, “uno pudiera haber visto a algunos hermanos entregarle su libro ‘Maná’ [Daily Heavenly Manna for the Household of Faith (Maná celestial diario para la casa de la fe)] y pedirle que escribiera su nombre y dirección en su ‘Maná.’ Uno lo escribía en la página en blanco frente a la fecha del cumpleaños de uno, y cuando venía el cumpleaños de uno y otros leían su texto del día aquella mañana pudiera ser que optaran por escribirle a uno una tarjeta o carta, deseándole un feliz cumpleaños.”
Sí, en aquellos días del principio los cristianos dedicados conmemoraban los cumpleaños. Entonces, ¿por qué no celebrar el supuesto cumpleaños de Jesús? Eso también lo hicieron por muchos años. En los días del pastor Russell se celebraba la Navidad en la vieja Casa Bíblica de Allegheny, Pensilvania. Ora Sullivan Wakefield recuerda que el hermano Russell daba a los miembros de la familia de la Casa Bíblica monedas de oro que valían cinco o diez dólares en la Navidad. Mabel P. M. Philbrick dice: “Una costumbre que ciertamente no se observaría hoy era la celebración de la Navidad con un árbol de Navidad en el comedor de Betel. El acostumbrado ‘Buenos días, todos’ del hermano Russell cambiaba a ‘Felices pascuas, todos.’”
¿Qué hizo que los Estudiantes de la Biblia dejaran de celebrar la Navidad? Richard H. Barber dio esta respuesta: “Se me pidió que pronunciara un discurso de una hora por una cadena [de emisoras] sobre el tema de la Navidad. Lo presenté el 12 de diciembre de 1928, y fue publicado en The Golden Age Núm. 241 y de nuevo un año después en el Núm. 268. Aquel discurso señaló el origen pagano de la Navidad. Después de eso, los hermanos de Betel jamás celebraron de nuevo la Navidad.”
“¿Tuvimos inconveniente en eliminar de nosotros aquellas cosas paganas?” pregunta Charles John Brandlein. “De ninguna manera. Esto era sencillamente cumplir con las nuevas cosas que aprendíamos, y nunca antes habíamos sabido que eran paganas. Fue precisamente como quitarnos una prenda de vestir sucia y tirarla.” Después, las celebraciones de cumpleaños y del Día de las Madres fueron eliminadas... más adoración de criaturas. La hermana Lilian Kammerud rememora: “¡Qué rápidamente todos los hermanos eliminaron estos días de fiesta y admitieron que se alegraban de estar libres de ellos! Las nuevas verdades siempre nos hacen felices y . . . pensábamos que era un privilegio para nosotros conocer cosas que los otros ignoraban.”
OTROS CAMBIOS EN PUNTO DE VISTA
El adelanto en el entendimiento de la Palabra de Dios produjo otros ajustes en el pensamiento cristiano. Según Grant Suiter, los últimos años de los años veinte fueron dignos de nota en este sentido. Dice: “Durante estos años la modificación de puntos de vista respecto a textos bíblicos y asuntos de procedimiento pareció constante. Por ejemplo, fue en 1927 que The Watch Tower señaló que los miembros fieles del cuerpo de Cristo que dormían no habían sido resucitados en 1878 [como antes se pensaba], que la vida está en la sangre y que el asunto de usar vestiduras sombrías sería debidamente modificado.” (Vea The Watch Tower de 1927, páginas 150-152, 166-169, 254, 255, 371, 372.) En cuanto a eso, el año antes, durante la asamblea que se celebró en Londres, Inglaterra, del 25 al 31 de mayo de 1926, el hermano Rutherford habló desde la plataforma mientras vestía un traje de calle corriente, en vez de la formal levita negra que por mucho tiempo habían usado los discursantes públicos entre los testigos cristianos de Jehová.
Otro cambio en punto de vista tuvo que ver con el símbolo de la “cruz y la corona,” que apareció en la cubierta de The Watch Tower desde el número de enero de 1891. De hecho, por años muchos Estudiantes de la Biblia usaron un broche de ese tipo. A manera de descripción de él, C. W. Barber escribe: “Realmente era un distintivo que tenía como ribete una guirnalda de hojas de laurel, y dentro de la guirnalda había una corona con una cruz que la atravesaba diagonalmente. Tenía apariencia muy atractiva y era la idea que teníamos en aquel tiempo de lo que significaba llevar nuestra ‘cruz’ y seguir a Cristo Jesús para poder llevar la corona de la victoria al tiempo debido.”
Acerca de llevar los “broches de cruz y corona,” Lily R. Parnell comenta: “Esto, según lo que pensaba el hermano Rutherford, era babilónico y debería descontinuarse. Nos dijo que cuando íbamos a los hogares de la gente y empezábamos a hablar, eso era el testimonio en sí mismo.” En armonía con eso, al reflexionar sobre la asamblea de 1928 de los Estudiantes de la Biblia en Detroit, Michigan, Grant Suiter escribe: “En la asamblea se mostró que los emblemas de la cruz y la corona no solo eran innecesarios, sino también reprochables. Por eso nos deshicimos de estos artículos de joyería.” Unos tres años después de eso, comenzando con su número del 15 de octubre de 1931, The Watchtower ya no llevó el símbolo de una cruz y una corona en su cubierta.
Unos años después el pueblo de Jehová aprendió por primera vez que Jesucristo no murió en una cruz de forma de T. El 31 de enero de 1936 el hermano Rutherford presentó a la familia de Betel el nuevo libro Riches (Riquezas). Bíblicamente, en la página 26 de la edición en español decía, en parte: “Él [Jesús] fué crucificado, no en una cruz de madera como las que se exhiben en muchas imágenes y cuadros hechos por los hombres; Jesús fué crucificado clavando su cuerpo en un madero.”
“VOSOTROS . . . SOIS MIS TESTIGOS, DICE JEHOVÁ”
Para el mundo hubo una sacudida el “Martes Negro,” el 29 de octubre de 1929. El mercado de valores se desplomó. En el Times de Nueva York, la noticia de esto se dio bajo el encabezamiento de “Precios de valores bajan 14.000.000.000 de dólares en desbandada nacional por vender en grandes cantidades; banqueros apoyarán el mercado hoy.” Así empezó la Gran Depresión Económica que se extendió a través de los años treinta. Sin embargo, durante este tiempo de gran angustia económica Jehová suministró abundantes provisiones espirituales para su pueblo. Y también los puso muy al tanto del profundo significado de las palabras: “¡Vosotros . . . sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios!”—Isa. 43:12, Mod.
Se estaba colocando más énfasis en el nombre divino. Por ejemplo, considere los artículos principales de los primeros misioneros de enero de The Watch Tower por varios años. Fueron: “¿Quién quiere honrar a Jehová?” (1926), “Jehová y sus obras” (1927), “Honrad Su nombre” (1928), “Alabaré a mi Dios” (1929) y “Cantad a Jehová” (1930).
En cuanto a exaltar el nombre de Jehová, sin embargo, la asamblea del pueblo de Jehová en Columbus, Ohio, del 24 al 30 de julio de 1931, fue un acontecimiento especial. Aquella asamblea fue singular por el hecho de que por toda la Tierra se programaron asambleas que eran extensiones de la principal, en 165 otros lugares. Pero ése no fue el factor más importante. Hubo algo mucho más significativo. Estaba enlazado con las enigmáticas letras “JW” que aparecían en el programa impreso de la asamblea y la portada del periódico de la asamblea, The Messenger (El Mensajero),... de hecho, se veían en muchos lugares. “Cuando nos acercamos al terreno de la asamblea,” dice Burnice E. Williams, Sr., “vimos ‘JW’ por todo el lugar. Pero, no sabiendo qué representaban, nos preguntábamos: ‘¿Qué significa esto de JW?’” La hermana Nelson, esposa de Herschel Nelson, recuerda lo siguiente: “Se presentaban suposiciones en cuanto a lo que JW significaba... Just Wait [Esperen y verán], Just Watch [Vigilen y verán], y el significado correcto . . . ”
El significado de “JW” fue revelado el domingo 26 de julio de 1931 cuando asambleístas emocionados adoptaron vigorosamente una resolución presentada por J. F. Rutherford e intitulada “Un nuevo nombre.” Decía, en parte:
“AHORA, POR LO TANTO, para que se sepa nuestra verdadera posición, y creyendo que esto está en armonía con la voluntad de Dios, según se expresa en su Palabra, RESUÉLVASE, como sigue, a saber:
“QUE amamos mucho al hermano Charles T. Russell, por su obra, y que gustosamente reconocemos que el Señor lo utilizó y bendijo grandemente su obra, pero no podemos en consistencia con la Palabra de Dios consentir en ser llamados por el nombre ‘russelistas’; que la Watch Tower Bible and Tract Society y la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia y la Peoples Pulpit Association son meramente nombres de corporaciones que como compañía de gente cristiana poseemos, controlamos y usamos para ejecutar nuestra obra en obediencia a los mandamientos de Dios, pero ninguno de estos nombres propiamente se adhieren o aplican a nosotros como cuerpo de cristianos que seguimos en las huellas de nuestro Señor y Maestro, Cristo Jesús; que somos estudiantes de la Biblia, pero, como cuerpo de cristianos que formamos una asociación, rehusamos asumir, o ser llamados por, el nombre ‘Estudiantes de la Biblia’ o nombres semejantes como medio de identificación de nuestra debida posición ante el Señor; rehusamos llevar o ser llamados por el nombre de hombre alguno;
“QUE, habiendo sido comprados con la sangre preciosa de Jesucristo nuestro Señor y Redentor, justificados y engendrados por Jehová Dios y llamados a su reino, sin vacilación declaramos nuestra completa lealtad y devoción a Jehová Dios y su reino; que somos siervos de Jehová Dios comisionados para hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, para entregar el testimonio de Jesucristo, y dar a conocer a la gente que Jehová es el verdadero Dios Omnipotente; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca del Señor Dios ha pronunciado, y deseamos ser conocidos como, y llamados por el nombre de, testigos de Jehová.”
Ahora era obvio. Aquellas letras enigmáticas “JW” significaban Testigos de Jehová [en inglés, “Jehovah’s Witnesses”]. “Nunca olvidaré el tremendo grito y el aplauso que vibraron por todo aquel lugar de reunión cuando finalmente se dio a saber la información,” declara Arthur A. Worsley. Herbert H. Boehk añade: “Por toda la ciudad de Columbus los rótulos que había en las vitrinas —‘Bienvenidos I.B.S.A.’— fueron removidos y ahora otros decían: ‘Bienvenidos, Testigos de Jehová.’”
Fue emocionante recibir el nombre de testigos de Jehová. Los miles de seguidores ungidos de Cristo congregados en Columbus no solo adoptaron gozosamente la resolución intitulada “Un nuevo nombre.” Más tarde las congregaciones adoptaron individualmente la misma resolución. Los testigos de Jehová tenían un nombre que nadie más en el mundo quería. Pero los siervos de Dios estaban profundamente agradecidos por él.—Isa. 43:12.
A. H. Macmillan, a los ochenta y ocho años de edad, asistió a la Asamblea “Fruto del Espíritu” de los Testigos de Jehová en aquella misma ciudad. Allí, el 1 de agosto de 1964, el hermano Macmillan presentó estos interesantes comentarios en cuanto a cómo llegó a adoptarse aquel nombre:
“Fue mi privilegio estar aquí en Columbus en 1931 cuando recibimos . . . el nuevo título o nombre . . . Estuve entre los cinco que habían de comentar en cuanto a lo que pensábamos de la idea de aceptar aquel nombre, y les dije esto brevemente: Pensaba que era una espléndida idea porque aquel título le decía al mundo lo que estábamos haciendo y lo que era nuestra ocupación. Antes de esto se nos llamaba Estudiantes de la Biblia. ¿Por qué? Porque eso era lo que éramos. Y entonces cuando otras naciones empezaron a estudiar con nosotros, se nos llamó Estudiantes Internacionales de la Biblia. Pero ahora somos testigos para Jehová Dios, y ese título le dice al público precisamente lo que somos y lo que estamos haciendo. . . .
“De hecho, yo creo que fue el Dios Todopoderoso quien condujo a eso, porque el hermano Rutherford mismo me dijo que él se levantó cierta noche cuando estaba preparándose para aquella asamblea y dijo: ‘¿Para qué sugerí una asamblea internacional cuando no tengo discurso ni mensaje especial para ellos? ¿Para qué traerlos a todos aquí?’ Y entonces empezó a pensar en ello, e Isaías 43 le vino a la mente. Se levantó a las dos de la mañana y escribió en taquigrafía, en su propio escritorio, un bosquejo del discurso que iba a presentar acerca del Reino, la esperanza del mundo, y acerca del nuevo nombre. Y todo lo que él pronunció en aquel tiempo fue preparado aquella noche, o aquella mañana a las dos. Y ninguna duda [hay] en mi mente —ni entonces ni ahora— de que el Señor lo guió en aquello, y ése es el nombre que Jehová quiere que llevemos y nos sentimos muy dichosos y contentos de tenerlo.”
“EL REINO, LA ESPERANZA DEL MUNDO”
Durante la asamblea de Columbus —al mediodía del domingo 26 de julio de 1931— J. F. Rutherford comenzó su muy significativo discurso público “El Reino, la esperanza del mundo.” Tanto la National Broadcasting Company como Columbia Broadcasting System habían negado el uso de sus servicios de radiodifusión. No obstante, los adoradores de Jehová establecieron una cadena de emisoras para enviar el mensaje desde Columbus, y la American Telephone and Telegraph Company dijo, en esencia: “Esta cadena particular es la más grande cadena individual que ha estado alguna vez en el aire.” El mensaje salió por 163 emisoras de los Estados Unidos, Canadá, Cuba y México.
Inmediatamente después del discurso pronunciado a través de la cadena de emisoras, “El Reino, la esperanza del mundo,” y como parte de aquella transmisión, el hermano Rutherford leyó una resolución intitulada “Advertencia de Jehová... a los gobernantes y a la gente.” Entre otras cosas, se declaraba con claridad: “La esperanza del mundo es el reino de Dios, y no hay otra esperanza.” Instaba a la gente a ponerse de parte del reino de Dios. Cuando el hermano Rutherford pidió a su auditorio, visible e invisible, que adoptara la resolución, los que estaban en la asamblea se pusieron de pie en masa y gritaron: “¡Sí!” Telegramas de todas partes del país mostraron que muchos de los que componían el auditorio de radioescuchas también se levantaron y adoptaron la resolución.
Líderes del mundo, incluso el clero, iban a recibir la información en el discurso de asamblea del hermano Rutherford “El Reino, la esperanza del mundo,” y podrían saber el contenido de la resolución “Advertencia de Jehová.” Además, tenía que informárseles que los siervos verdaderos de Dios habían adoptado la resolución intitulada “Un nuevo nombre” y de entonces en adelante serían conocidos como “testigos de Jehová.” La distribución del folleto El Reino, la esperanza del mundo hizo posible todo esto. Además de visitar el público en general, los testigos de Jehová visitaron a todo clérigo, político, hombre de los grandes negocios y hombres militares y distribuyeron esta publicación. Dentro de dos meses y medio más de cinco millones de ejemplares habían sido distribuidos y todavía no se había completado en absoluto la obra con el folleto.
Reflexionando en aquella campaña del folleto, Fred Anderson escribe: “Visité al obispo de La Crose. Él me invitó muy cordialmente a su sala. Entonces le dije por qué lo visitaba. Le presenté el folleto. Él lo miró y no dijo nada. Le di las gracias y me despedí. Él se enfureció. Cuando yo pasaba por la puerta lo lanzó contra mí. Cayó en el suelo. Él lo levantó y me lo lanzó de nuevo al momento en que yo cerraba la puerta de tela metálica. La puerta se cerró antes que el folleto diera contra ella. Solo espero que él lo haya leído, puesto que no pudo librarse de él.” La hermana C. E. Bartow nos dice: “Un ministro, cuando se dio cuenta de lo que le había dado, a gritos me dijo: ‘¡Insignificante ignorante! Usted viene aquí a decirme eso a mí, ¡un teólogo de ocho años!’ ¡Cuánto me alegré de servir al Dios verdadero!”
UN SISTEMA DE TRUEQUE EN FUNCIÓN
Durante los años treinta la Depresión Económica causó grandes penalidades. Las fábricas cerraron sus puertas. Para 1932 más de 10.000.000 de residentes de los Estados Unidos estaban sin empleo. Los agricultores, los habitantes de las ciudades —la población en general— sintieron los efectos de la Gran Depresión Económica.
El dinero estaba escaso, pero las personas de corazón sincero necesitaban el gozoso mensaje de la verdad bíblica. Si los individuos no podían hacer una contribución para recibir la literatura bíblica, a menudo los testigos de Jehová se la dejaban gratis. Pero esto no podía hacerse siempre. ¿Qué remedio había entonces? Margaret M. Bridgett recuerda lo siguiente: “Hacíamos un trueque por productos como huevos, mantequilla, frutas frescas y enlatadas, pollos, jarabe de arce; y yo hacía el trueque por obras tejidas... cubiertas de colchas, cubiertas de cojines, encaje de frivolité y alfombras hechas en casa. A veces podía trocar algunas de estas cosas por el alquiler de mi habitación. . . . [Años más tarde] asistí a una graduación de Galaad [la escuela de misioneros] y allí estaba una hermana que había conseguido un juego de libros de mí por el trueque de unas cubiertas de colcha. Adquirió la verdad y era en aquel tiempo precursora [predicadora de tiempo cabal] y el hijo de ella estaba interesado en la verdad.”
Arden Pate y John C. Booth recuerdan que llevaban gallineros pequeños en la parte de atrás de sus automóviles para llevar los pollos que obtenían en el trueque de la literatura que dejaban en manos de individuos que no tenían dinero. Por supuesto, el trueque de publicaciones por pollos no era siempre asunto fácil. Lula Glover escribe: “Abarcábamos mucho territorio en Alabama, Georgia, Florida, las Carolinas del Norte y el Sur, y alguno en Tennessee y Misisipí. ¿Puede usted imaginarse a la hermana Green y a mí corriendo tras de los pollos en aquellos grandes corrales de las granjas?”
El trocar literatura por productos y otras cosas no se hacía con razones egoístas. La gente necesitaba las buenas nuevas y ésta era una manera de recibirlas en forma impresa. “Siempre damos gracias a Jehová por sostenernos,” dice Maxwell L. Lewis, “y siempre tuvimos lo que necesitábamos en cuanto a alimento, abrigo y ropa.”
LAS CAMPAÑAS DE LAS DIVISIONES
Esta también fue una época de considerable oposición a la obra de predicar el Reino. Para 1928 el pueblo de Jehová testificaba de casa en casa los domingos, y surgió oposición inmediata. A medida que aumentó el número de arrestos durante los años treinta, los testigos de Jehová fueron falsamente acusados de cosas como vender sin licencia, perturbar la paz y violar leyes del domingo como día de descanso. La Sociedad Watch Tower estableció un departamento jurídico para ofrecer consejo, y se suministraron instrucciones en un “Procedimiento de juicio” para ayudar a los proclamadores del Reino a defenderse en los tribunales. Se apelaba de los fallos adversos.
Pero se hizo algo más. En 1933, 12.600 Testigos de los Estados Unidos se ofrecieron voluntariamente para responder en corto tiempo a la predicación de casa en casa en misiones especiales dirigidas a zonas de oposición cívica. Fueron organizados en setenta y ocho divisiones, a cada una de las cuales se les suministraron varios autos, con cinco trabajadores en cada auto, y de 10 a 200 autos se enviaban al lugar donde había dificultad. Cuando se arrestaba a algunos cristianos en el servicio del campo, eso se informaba a la Sociedad. Se daba la llamada y en un domingo poco después de eso todos los grupos de automóviles de una división se encontraban en un punto ya fijado, generalmente en la zona rural, recibían instrucciones y asignaciones de territorio y entonces “sitiaban” el pueblo como “langostas,” dando a toda la comunidad un testimonio, a veces dentro de tan corto tiempo como de treinta a sesenta minutos. (Rev. 9:7-9) Mientras tanto, un comité de hermanos visitaba a la policía y les entregaba la lista de todos los Testigos que estaban predicando allí aquel día. Cualquier publicador del Reino que fuera arrestado durante la campaña había de hacer una llamada a cierto número telefónico al llegar al cuartel policíaco. Había abogados esperando con el dinero de fianza para auxiliar al publicador.
Una campaña empezaba originalmente con el envío de diez automóviles de Testigos al territorio, según Burnice E. Williams, Sr., quien continúa expresándose así: “Después de un rato los que habían ido al territorio llamaban diciendo que habían sido arrestados. Entonces se enviaban otros diez automóviles hasta que la cárcel se llenaba. Entonces, después que la cárcel estaba llena, íbamos como un enjambre al pueblo. Como se ve, no tendrían dónde encerrarnos. . . . después que veían que estábamos resueltos a trabajar el territorio, sencillamente se daban por vencidos y nosotros podíamos entrar y trabajarlo cuando queríamos. Siempre salíamos ganando.”
Nicholas Kovalak, Jr., dice que los Testigos esperaban ser arrestados. “Cuando la policía nos arrestaba y se llevaba nuestras ‘cosas valiosas’ ¡todo Testigo llevaba un cepillo de dientes!” recuerda él. “El agente de la policía preguntaba: ‘¿Por qué tienen todos un cepillo de dientes?’ Todos decíamos: ‘Esperábamos que se nos arrestara y se nos metiera en la cárcel, ¡así que vinimos preparados!’ Ellos agitaban brazos y manos en desesperación y decían: ‘¡No hay remedio!’ Sabían que no podían intimidar a los Testigos ni detener su predicación.”
Aunque han pasado décadas desde aquellas campañas de 1933 a 1935, los que participaron en ellas en aquellos tiempos pasados las recuerdan con emoción. “Ciertamente,” dice John Dulchinos, “aquéllos fueron años emocionantes y la memoria de ellos es preciosa. El espíritu de Jehová nos hizo impávidos.”
LA BATALLA DE LAS ONDAS AÉREAS
A pesar de la oposición que aumentaba, los testigos de Jehová de principios de los años treinta declararon denodadamente el mensaje del Reino de casa en casa. Pero las buenas nuevas también entraron en millones de hogares por medio de la radio, para gran consternación del clero. Internacionalmente, la Sociedad Watch Tower entonces usaba 408 emisoras. En la primavera de 1933, los católicos de los Estados Unidos lanzaron una campaña nacional dirigida por cardenales, obispos y sacerdotes. ¿Con qué objetivo? “Quitar a Rutherford del aire.”
El papa Pío XI declaró “año santo” el año 1933. El 23 de abril de 1933, el hermano Rutherford transmitió por cincuenta y cinco radioemisoras la histórica conferencia “El efecto del Año Santo en la paz y la prosperidad.” En ella se indicó que las vanas esperanzas que ponía ante la gente la Jerarquía Católica Romana eran una falsificación de la paz y seguridad que se prometía por medio del reino de Dios. La misma conferencia se fijó para ser transmitida de nuevo por 158 estaciones el 25 de junio de 1933. En preparación para aquella transmisión, se distribuyeron cinco millones de hojas sueltas de casa en casa. La reacción de la Jerarquía fue amarga e intensa. La intimidación causada por los católicos aumentó, y algunos administradores de emisoras rehusaron presentar más programas de la Watch Tower.
A fines de 1933 y principios de 1934 el pueblo de Jehová hizo circular por toda la nación una petición en la cual se protestaba contra estos actos católicos. La petición, dirigida al Congreso, finalmente llevó 2.416.141 firmas. El 4 de octubre de 1934 J. F. Rutherford compareció ante la Comisión Federal de Comunicaciones. Citó casos específicos y estadísticos que mostraban que la presión católica había causado serio daño a la libertad de adoración de los testigos de Jehová y el uso de la radio en el interés del público. A pesar de los hechos, después de recibir el testimonio la Comisión Federal de Comunicaciones hizo poco. Por lo tanto, los siervos de Jehová hicieron circular otra petición por todos los Estados Unidos. Esta, también dirigida al Congreso, fue presentada en enero de 1935 con 2.284.128 firmas. La segunda petición no recibió atención. Desenvolvimientos subsiguientes al fin llevaron a la circulación de una tercera petición nacional. Sus 2.630.000 firmantes protestaban contra actos de intimidación y boicoteo y solicitaban un debate público entre un encumbrado funcionario de la Iglesia Católica Romana y el juez Rutherford. Al trabajar con esta petición, Leonard U. Brown, Sr., dice que ‘halló a muchos católicos que dijeron que les gustaría oír este debate.’ La petición fue presentada a la Comisión Federal de Comunicaciones el 2 de noviembre de 1936, pero tampoco se le prestó atención.
Aunque ningún funcionario oficial católico quiso debatir con Rutherford, en 1937 la Sociedad publicó el folleto intitulado “Descubierta.” Este presentaba doctrinas bíblicas fundamentales, particularmente refutando enseñanzas católicas falsas. Mientras el amo de casa leía la publicación, un Testigo tocaba en un fonógrafo portátil la serie de discos del hermano Rutherford “Expuesta.” Con la ayuda del folleto de preguntas Estudio Modelo Núm. 1, se podía celebrar un estudio bíblico. En cuanto a esto Melvin P. Sargent escribe: “Se me invitó a llevar esta serie al hogar de un hombre y él invitó a otras tres parejas de sus parientes a los estudios. Se necesitaron varias semanas para abarcar este tema y otros, tales como ‘La religión y el cristianismo.’ De las ocho personas que asistieron, seis se dedicaron a Jehová.”
Después del 31 de octubre de 1937 el pueblo de Jehová se apartó voluntariamente de la transmisión por estaciones comerciales. En otras ocasiones de más tarde el presidente de la Sociedad pronunció discursos públicos por una red de radioemisoras y, por supuesto, WBBR continuó funcionando para la gloria de Dios. Pero desde fines de 1937 en adelante hasta dentro de los años cuarenta se dio uso cada vez mayor al fonógrafo portátil y grabaciones de discursos bíblicos para llevar el mensaje del Reino a los hogares de millones de personas.
¿QUIÉNES COMPONEN LA “GRANDE MUCHEDUMBRE”?
Esa había sido una pregunta excitante entre el pueblo de Jehová por años. Por mucho tiempo habían pensado que la “grande muchedumbre” era una clase espiritual secundaria que estaría asociada con los 144.000 ungidos en el cielo, como las compañeras de la novia o “compañeras” de esta Novia de Cristo. (Sal. 45:14, 15; Rev. 7:4-15; 21:2, 9) Por otra parte, en tiempo tan remoto como en 1923 se reconocía que las “ovejas” de la parábola de Jesús acerca de las ovejas y las cabras eran una clase terrestre actual de personas que pasarían vivas a través del Armagedón y entrarían en el nuevo orden que Dios había prometido. (Mat. 25:31-46; Rev. 16:14, 16) La obra de 1931 Vindicación (tomo I) identificó a las personas a quienes se marcaba en la frente para conservación (Eze., cap. 9) como las “ovejas” de la parábola de Cristo. En 1932 se llevó a la conclusión de que esta clase de las “ovejas” de tiempos modernos había sido prefigurada por Jonadab el asociado de Jehú. Fue originalmente en 1934 que se aclaró que estos “Jonadabs” con esperanzas terrestres podían “consagrarse,” o entrar en relación de dedicación con Jehová, y ser bautizados. Pero la identidad de la “grande muchedumbre” a que se hacía referencia en el capítulo 7 de Revelación todavía se entendía como antes se había sostenido.
Las incertidumbres acerca de la “grande muchedumbre” fueron removidas cuando el hermano Rutherford consideró este tema durante la asamblea de los testigos de Jehová del 30 de mayo al 3 de junio de 1935, en Washington, D.C. En aquel discurso se mostró bíblicamente que la “grande muchedumbre” era lo mismo que las “otras ovejas” del tiempo del fin. Webster L. Roe recuerda que al momento culminante J. F. Rutherford preguntó: “¿Quisieran ponerse de pie, por favor, todos los que tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra?” Según el hermano Roe, “más de la mitad del auditorio se puso de pie,” y el orador dijo entonces: “¡VED! ¡LA GRANDE MUCHEDUMBRE!” “Al principio hubo un momento de silencio,” recuerda Mildred H. Cobb, “entonces un grito alegre y la aclamación fue fuerte y larga.”
Pronto la asamblea había terminado, pero había dado comienzo a algo... una búsqueda. “Con mucho entusiasmo y una espiritualidad renovada, volvimos a nuestros territorios a buscar a estas personas semejantes a ovejas que había que recoger todavía,” dice Sadie Carpenter.
Después de la asamblea de 1935, algunos que anteriormente participaban del pan y vino emblemáticos en las observaciones de la Cena del Señor cesaron de participar. ¿Por qué? No debido a infidelidad, sino debido a que ahora se daban cuenta de que sus esperanzas eran terrenales, no celestiales. Y mientras que las publicaciones de la Sociedad en años anteriores habían sido preparadas principalmente para los seguidores ungidos de Jesús, desde 1935 en adelante La Atalaya y otra literatura cristiana suministró alimento espiritual para beneficio tanto de la clase ungida como de sus compañeros que tienen expectativas terrestres.
¡QUE SE OIGA LA VERDAD!
Durante los años treinta los proclamadores del Reino usaron máquinas de reproducción del sonido en su búsqueda de personas semejantes a ovejas. Henry Cantwell nos dice esto acerca de ellas: “En 1933, a medida que la Sociedad empezó a dar expansión a la predicación, hicieron arreglos para que grabaciones de conferencias por el hermano J. F. Rutherford se presentaran en todas partes del país. Para hacer esto, la Sociedad produjo lo que fue llamado máquinas de reproducción eléctrica. Estos eran fonógrafos grandes a los que se daba cuerda y que tenían un brazo tocadiscos o del tono y amplificador y altavoz que funcionaban con baterías. . . . Teníamos una variedad de estas grabaciones. Algunas estaban completas en sí mismas; otras necesitaban dos o cuatro discos para completar una conferencia. De modo que teníamos discursos de 15 minutos, 30 minutos y una hora. De esta manera podíamos celebrar reuniones públicas en los diferentes territorios que trabajábamos.”
Explicando más acerca de esta obra, Julia Wilcox escribe: “Primero buscábamos una casa, o a veces un edificio público, una granja vieja o hasta una iglesia, donde pudiéramos presentar un discurso de una hora. Entonces pasábamos la mayor parte del día yendo de casa en casa para anunciar el discurso, haciendo arreglos para regresar y recoger a los que no tenían transportación.”
Durante una serie de doce reuniones para presentar las grabaciones, el mismo territorio se abarcaba tres veces con literatura bíblica y cuatro veces con anuncios. Cartelones en las vitrinas de las tiendas y anuncios para los automóviles de los Testigos también anunciaban las reuniones. Se obtenían excelentes resultados, y muchas personas se reunían en estudios permanentes y hasta participaban con los Testigos en la predicación.
“La Sociedad usó centenares de estas grabaciones de 33 1⁄3-rpm para transmitir por la radio el mensaje del Reino,” según Ralph H. Leffler, quien también dice: “Muchas se usaron en autos y camiones con altavoces. . . . Las palabras ‘Mensaje del Reino’ se veían en los lados de muchas bocinas y, por supuesto, ése era el tema. Arriba y abajo por las calles y por el campo se escuchaba el mensaje. . . . A veces en una noche callada cuando el automóvil con altavoces se estacionaba en la cumbre de un cerro sobre una pequeña ciudad en el valle abajo el sonido se podía oír por kilómetros.”
Diciendo lo que recuerda, Henry A. Cantwell declaró: “Entrábamos en un lugar, tocábamos algunas grabaciones musicales para atraer la atención, hacíamos un anuncio breve por el micrófono y entonces tocábamos uno de los discursos. Entonces anunciábamos que ciertos individuos visitarían los hogares para presentar más información a los que la desearan.” También había embarcaciones con altavoz y funcionaban de manera similar.
El servicio del mensaje por altavoz ejecutado por los testigos de Jehová no estuvo sin opositores, sin embargo. Por ejemplo, Lennart Johnson escribe:
“En cierto lugar en los suburbios de la calle 11 fuera de Rockford [Illinois] a una persona no le gustó la obra con el automóvil con altavoz ni el mensaje del Reino. Vencida por la emoción que no podía controlar, esta señora colocó su auto al lado del auto con altavoz y, como si quisiera ahogar las palabras del discursante, estuvo haciendo sonar la bocina de su auto por tres o cuatro minutos. El único resultado fue que se le agotó su propia batería, lo cual se vio por el hecho de que la bocina se le fue haciendo cada vez más débil.”
Por otra parte, algunas experiencias con el automóvil provisto de altavoz fueron graciosas. “Al principio algunas personas se asustaron,” dice Julia Wilcox, y añade: “Quizás estaban afuera en el campo trabajando lejos del automóvil con altavoz, y dijeron que sonaba como una voz que venía de los cielos y hablaba acerca de Dios. Hasta oímos que algunas familias dejaron el trabajo agrícola y se metieron en sus hogares pensando que había llegado el día del juicio.”
¡VUELTA AL MANUBRIO DEL FONÓGRAFO!
Por años el fonógrafo portátil desempeñó un papel importante en la predicación del Reino. En el desarrollo de esta obra la asamblea general de los testigos de Jehová celebrada del 15 al 20 de septiembre de 1937 en Columbus, Ohio, fue significativa. Elwood Lunstrum nos da este comentario en cuanto a aquella reunión:
“En esta asamblea se introdujo la obra de usar el fonógrafo portátil a las puertas. Anteriormente habíamos estado llevando el fonógrafo con nosotros en el servicio, pero solo lo habíamos tocado cuando se nos invitaba a entrar en las casas. . . .
“Una organización de ‘Precursores Especiales’ se delineó en la asamblea de Columbus para ser la vanguardia en usar el arreglo de servir con el fonógrafo a las puertas y en la obra de atender después a las personas que mostraran interés (obra que por primera vez fue llamada ‘revisitas’) y estudios bíblicos en un arreglo que se llamaba ‘el estudio modelo.’”
Poco después de aquella asamblea unos 200 precursores especialmente escogidos por todos los Estados Unidos fueron enviados a las grandes ciudades donde ya había congregaciones del pueblo de Dios. Equipados con fonógrafos portátiles, estos publicadores de tiempo cabal se pusieron a trabajar. Pronto los testigos de Jehová en general llegaron a tener una “conciencia del fonógrafo” y hubo que hacer más de 20.000 de estas máquinas en la fábrica de la Sociedad en Brooklyn en solo dos años. ¡Aun entonces, la demanda excedió al suministro a medida que miles de publicadores del Reino dieron vuelta al manubrio del fonógrafo y dejaron que la verdad sonara a oídos de todos!
Los fonógrafos mismos que usaron los publicadores del Reino fueron cambiando a medida que pasaba el tiempo. Para 1934 había un modelo fuerte y compacto, con motor que funcionaba al darle vuelta a un manubrio y que llevaba espacio para varios discos. Con seis discos, pesaba casi diez kilogramos. Los publicadores conseguían algún ejercicio con aquél. Aproximadamente dos años más tarde la Sociedad tuvo uno más liviano. Entonces, en asambleas de 1940, se presentó un nuevo tipo de fonógrafo vertical. Este, diseñado y construido por hermanos en la central de la Sociedad, tocaba mientras estaba en posición vertical. Hasta tenía un lugar para literatura, y quizás un poco de merienda. Este modelo facilitó muchísimo la obra de predicar de casa en casa.
Ahora imagínese en el servicio del campo como proclamador del Reino unas tres décadas atrás. “Cuando el amo de casa abría la puerta, decíamos: ‘Tengo un mensaje para usted.’ Abajo iba la aguja y resonaba la voz del hermano Rutherford,” recuerda L. E. Reusch. “Al fin del mensaje,” dice Angelo C. Manera, Jr., “el discursante mencionaba el libro que estábamos presentando y cuánto costaba. Entonces presentábamos el libro y lo colocábamos en manos de la gente, si había interés.” “Nunca éramos rudos,” comenta George L. McKee, “pero estábamos seguros de que toda persona necesitaba oír las buenas nuevas del Reino.”
La obra con el fonógrafo no se efectuó sin oposición. Ernest Jansma nos dice: “Hubo casos en que a algunos les arrebataron literalmente los fonógrafos y se los destruyeron violentamente delante de sus propios ojos. A otros se los quitaron y arrojaron de las entradas de las casas. En el Mediano Oeste un hermano tuvo que observar a un campesino colérico hacer volar en pedazos la máquina con una escopeta de caza, y después oyó el cantar de los perdigones alrededor de su automóvil mientras partía de la escena. La gente era cruel y religiosamente fanática en aquellos días.” Amelia y Elizabeth Losch cuentan lo que sucedió en una ocasión cuando se tocó la grabación de “Enemigos” para una muchedumbre en la entrada de cierta casa. Al terminar el discurso una señora sacó el disco de la máquina y lo rompió, diciendo: “¡Nadie puede hablar de mi papa así!”
A pesar de la oposición, la obra con el fonógrafo siguió adelante. Gradualmente el uso de este instrumento en el servicio del campo fue disminuyendo en los años cuarenta. Después de 1944 esta campaña de predicar con el fonógrafo, que había durado una década, comenzó a ser reemplazada por la testificación verbal a las puertas.
Entre los artículos que se usaron para testificar en años pasados estuvo la tarjeta de testimonio, presentada a fines de 1933 y utilizada hasta bien dentro de los años cuarenta. John y Helen Groh explican: “No había tantos publicadores de las buenas nuevas como los que hay hoy ni estaban tan bien entrenados. Para ayudarnos en nuestro trabajo y para abarcar mejor el territorio, utilizábamos lo que se conocía como una tarjeta de testimonio. Estas contenían sermoncillos impresos, y le pedíamos a la gente que las leyera. Cuando la gente rehusaba leerlas, o se molestaba porque no tenían los anteojos a la mano, les relatábamos el equivalente de lo que decía la tarjeta.”
OTRA MANERA DE ANUNCIAR EL REINO
Una obra significativa que hizo que el pueblo de Jehová llamara la atención del público, mientras anunciaba al Rey y su Reino, tuvo principio en la asamblea de Newark, Nueva Jersey, durante 1936. Esto alcanzó más desarrollo en una asamblea de Londres, Inglaterra, en 1938. Años después esta obra recibió la dignidad que merecía cuando fue llamada marchas de información. Remontándose en el pensamiento a la asamblea de Newark en 1936, Rosa May Dreyer dice: “Para anunciar el discurso principal se usaron ‘cartelones sandwich’ o cartelones colgados desde los hombros, en el frente y la espalda. [El publicador parecía un “sandwich” o emparedado entre los cartelones.] También se distribuyeron hojas sueltas.”
Durante la asamblea de 1938 en Londres, por sugerencia de J. F. Rutherford, algunos de los que participaron en las marchas de información llevaron, sostenidos en palos, anuncios cuyo contenido atraía el interés de la gente. En parte, A. D. Schroeder (quien entonces superentendía la oficina sucursal de la Sociedad en Inglaterra), nos dice:
“. . . La noche siguiente el hermano Knorr y yo estuvimos a la cabeza de la primera parada espectacular que llegó a tener unos nueve kilómetros y medio de largo; casi mil hermanos marcharon a través de la sección central de negocios de Londres. Una de cada dos personas en sucesión en la marcha llevaba el cartelón [anunciando el discurso público que se celebraría en la sala Royal Albert Hall] ‘Enfréntense a los hechos,’ mientras que la otra llevaba el anuncio que decía: ‘LA RELIGIÓN ES UN LAZO Y UN FRAUDE.’ ¡Qué espectáculo fue aquello aquella noche!
“La mañana siguiente el hermano Rutherford me llamó a su oficina para que le informara lo que había sucedido. Informé que habíamos llamado mucha atención, que muchos nos gritaban: ‘Comunistas.’ Por eso, él estuvo pensando unos minutos, y escribió de nuevo con su pluma. Removió otra hoja y me la dio; decía: ‘SERVID A DIOS Y A CRISTO EL REY.’ Me preguntó si yo pensaba que el colocar este lema en un tercer anuncio neutralizaría aquella reacción de la gente de gritarnos mofas la noche anterior. Dije: ‘Sí.’ Por eso, dio instrucciones de que se imprimiera este lema y se usara para la siguiente parada dos noches después. Hicimos eso, con excelentes resultados. Por consiguiente, de esta manera condujimos con los tres anuncios alternados varias notables paradas antes de las fechas de la asamblea, del 9 al 11 de septiembre. Puesto que por años el gobierno británico no nos había permitido usar la radio para nuestros programas educativos y anuncios, este método de las paradas resultó muy eficaz para dar notificación al público.”
Para Gladys Bolton, la marcha de información era “el trabajo más duro de todos.” También dice: “Cada cartelón decía algo diferente, ¡pero el que sobresale en mi recuerdo es ‘La religión es un lazo y un fraude’! ¡Cómo le ‘gustaba’ aquello al clero!” En cuanto al anuncio que decía “La religión es un lazo y un fraude,” Ursula Serenco hace esta observación: “En aquel tiempo no designábamos ‘religión verdadera’ y ‘religión falsa’; toda religión en totalidad era mala. A la verdadera la llamábamos ‘adoración,’ mientras que la falsa era ‘religión.’”
A veces había hostilidad franca a las marchas de información. “En algunos pueblos como Pittston [Pensilvania] no se nos recibió hospitalariamente,” dice John H. Sovyrda. “Muchas personas nos escupían, nos ponían toda clase de nombres sucios y decían que éramos comunistas. Nos arrojaban cosas, y algunos hasta de hecho nos golpeaban con los puños.”
¿Por qué, entonces, participaron los testigos de Jehová en marchas de información? “Mayormente porque pensábamos que era importante que la gente conociera los hechos que tenían que ver con la adoración falsa y la oposición que estaba mostrando a nuestra obra cristiana,” declara Charles C. Eberle. Angelo C. Manera, Jr., comenta: “Considerábamos cada nuevo rasgo del servicio que se nos bosquejaba como otra manera de servir a Jehová, otra manera de probar nuestra lealtad a él, como otra prueba de nuestra integridad, y estábamos deseosos de mostrar que estábamos dispuestos a servirle de toda manera que él pidiera.”
Grant Suiter nos recuerda que, por el anuncio de La Atalaya en inglés, las marchas de información fueron descontinuadas después de octubre de 1939, pero añade: “Este medio singular y de buen éxito de dirigir la atención de muchas personas al ministerio de los testigos de Jehová fue singular en su tiempo. Su terminación, así como su uso, muestra la dirección de Jehová en aquel asunto. En esta fecha tardía [los años setenta], se efectúan manifestaciones públicas de toda clase, pero nosotros no estamos participando en ellas de manera alguna, ni hay nada de lo que estamos efectuando que se pueda confundir con esas manifestaciones.”
ESPARCIENDO “SABIDURÍA VERDADERA” POR MEDIO DE REVISTAS
Los publicadores del Reino tenían excelentes oportunidades de ayudar a recoger la “grande muchedumbre” y esparcir la sabiduría verdadera por medio de ofrecer suscripciones a La Atalaya y Consolación en su predicación de casa en casa. Durante la primera campaña de suscripción a Consolación, en abril, mayo y junio de 1938, se obtuvieron 73.006 nuevas suscripciones en los Estados Unidos. La primera campaña anual de suscripción a La Atalaya en inglés aconteció desde enero hasta mayo inclusive de 1939, cuando los testigos de Jehová en tan solamente los Estados Unidos obtuvieron más de 93.000 nuevas suscripciones.
Pero La Atalaya y Consolación todavía llegarían a la atención del público de manera especial. La “sabiduría verdadera” virtualmente ‘clamaría a gritos en las calles.’ (Pro. 1:20) ¿Cómo? Por medio de la obra con las revistas en la calle, la cual empezó en febrero de 1940. En esta actividad, los siervos de Jehová se situaban en esquinas de calles bulliciosas, y de sus hombros colgaban bolsas para revistas con diseño e inscripciones especiales que identificaban las dos publicaciones e indicaban la contribución que se sugería... cinco centavos de dólar el ejemplar. Sosteniendo en alto la revista Consolación, el proclamador del Reino quizás clamaba: “Publica hechos que otras revistas no se atreven a imprimir.” Otros lemas eran: “Desenmascara el fraude religioso” y “La Atalaya explica el Gobierno Teocrático.” A los publicadores que ofrecían las revistas se les instaba a ser moderados en el habla en la calle, a comportarse de manera dignificada. No hay que decir que esto atraía a los que pasaban y muchos respondían favorablemente.
¿Le gustaría saber cómo se desarrolló la idea de trabajar en las calles con las revistas? S. E. Johnston recuerda que en 1939 la Sociedad escribió a todos los siervos de zona (predecesores de los que hoy son superintendentes de circuito) pidiéndoles que trataran diferentes maneras de poner en manos de la gente las revistas The Watchtower (La Atalaya) y Consolation (Consolación). El hermano Johnston pensó en los muchachos vendedores de periódicos que llevaban bolsas colgando de los hombros. “¿Por qué no probar con algo similar?” razonó. Dave y Emma Reusch concordaron en hacer bolsas para las revistas y la hija de ellos, Vera Coates, puso coloridas inscripciones en cedazo de seda sobre ellas... “Watchtower en un lado, Consolation en el otro.” Cuando el hermano Johnston visitó la pequeña congregación de Concord, California, un grupo salió con él a testificar en la calle. Escribe él: “La semana siguiente los Reusch hicieron más bolsas para revistas, y esta vez las usamos en las calles comerciales de Oakland. Algunos hermanos estuvieron un poco cohibidos al principio, pero la obra en la calle empezó a producir buenos resultados y empezamos a recibir pedidos de otras compañías [congregaciones] que querían bolsas de revistas. Para este tiempo, envié mi informe a la Sociedad junto con una bolsa de muestra . . . La Sociedad me escribió, expresando las gracias a mí y a todos nosotros por el experimento, y diciendo que harían un anuncio en el Informant (Informador) pronto. Así lo hicieron.”
La Sociedad hizo arreglos para suministrar bolsas de revistas. Nicholas Kovalak, Jr., nos dice: “Los publicadores de la congregación de Passaic, Nueva Jersey, tuvieron el privilegio de hacer las bolsas de revistas para la Sociedad. Nosotros cortábamos la tela y la cosíamos de modo que formara sacos o bolsas para las revistas. El sábado y el domingo todos los que satisfacían los requisitos y se ofrecían voluntariamente podían reunirse en la fábrica de pantalones del hermano Frank Catanzaro y tener el privilegio de coser las bolsas de revistas que usarían nuestros hermanos por todo el país. . . . la Sociedad le añadía lo que se imprimía. Así, cada vez que veíamos una bolsa de revistas, sentíamos que habíamos tenido una parte menuda en dar anuncio al reino de Jehová.”
¿Qué se sentía cuando uno se presentaba por primera vez en una esquina de la calle con La Atalaya y Consolación allá en febrero de 1940? Peter D’Mura responde: “¡Qué bien recuerdo el 1 de febrero de 1940! . . . ¿Cómo se nos recibiría? ¿Qué reacción o respuesta habría de parte de nuestros vecinos y la gente del pueblo? ¡Qué emocionados estábamos! Íbamos a hacer esto por dos horas. . . . ¡Qué sorpresa nos llevamos! Al proferir los lemas debidos y acercarnos a la gente tuvimos buen éxito. Cada uno de nosotros colocó muchas revistas.”
Recordando la respuesta del público, Grace A. Estep declara: “Al principio hubo a manera de una sorpresa con aturdimiento junto con cierto grado de entretenimiento y a veces cólera, y entonces mucha turbación o perplejidad cuando la gente se apresuró a pagar de un lado de la calle al otro en un esfuerzo por evitar a sus vecinos, a quienes no querían hablar y sin embargo se avergonzaban de no dar reconocimiento. Después de las primeras semanas, sin embargo, sencillamente cesaron de hacer aquello y convenientemente se envolvían en conversación o se ponían a mirar las vitrinas de las tiendas mientras pasaban al grupito de publicadores en la calle.”
A veces había una erupción de violencia de chusmas mientras los siervos de Jehová participaban en la obra con las revistas en la calle en aquellos primeros días. Por ejemplo, H. S. Robbins recuerda una chusma colérica que lo asaltó a él y a otros publicadores del Reino mientras estaban en las calles trabajando con las revistas en San Antonio, Texas, hace unos años. Según resultaron las cosas, los Testigos no recibieron daño, pero los arrestados fueron ellos, no los de la chusma. El hermano Robbins añade:
“Cuando nos soltaron regresamos al Salón del Reino para reorganizarnos y ver lo que haríamos después. . . . Nos reorganizamos y volvimos al mismo lugar.
“Para cuando regresamos al centro comercial del pueblo había salido un periódico ‘extra’ y los muchachos que vendían el periódico decían: ‘Sacados del pueblo los testigos de Jehová,’ pero allí estábamos por todas las calles de nuevo. . . . Ciertamente no nos habían sacado del pueblo y no teníamos intención de irnos.”
“ANCIANOS ELECTIVOS”
En las Escrituras, al pueblo de Dios se le pinta como ovejas que tienen a Jehová como su Pastor celestial. (Sal. 28:8, 9; 80:1; Eze. 34:11-16) Además de disfrutar de Su tierno cuidado, disfrutan de la ayuda y dirección del Pastor Excelente, Jesucristo, así como de la ayuda de otros pastores dentro de la congregación cristiana. (Mat. 25:31-46; Luc. 12:32; Juan 10:14-16; 1 Ped. 5:1-4) Entre el pueblo de Dios desde los años setenta del siglo pasado hasta 1932, hombres que habían sido elegidos al puesto de ancianos por las congregaciones superentendían los estudios de la Biblia de las congregaciones y las conferencias. Hombres que habían sido elegidos al puesto de diáconos por las congregaciones los ayudaban. Según C. W. Barber, los ancianos “dirigían en asuntos espirituales, conduciendo reuniones, pronunciando discursos y llevando la superintendencia en general,” mientras que los diáconos “eran utilizados como acomodadores, atendían los arreglos en cuanto a sentarse y ayudaban de maneras materiales.”
Los ancianos y diáconos eran elegidos por la congregación cada año por medio de levantar las manos las personas que estaban asociadas con cada congregación. “En cuanto a la votación,” explica Herbert H. Abbott, “entonces se pensaba que en Hechos 14:23 la palabra griega que se vertió ‘ordenado’ [King James Version; “nombrado,” Traducción del Nuevo Mundo] se relacionaba con estirar la mano y quería decir ser votante en aquellas elecciones de líderes de las clases. [Vea Hechos 14:23, Rotherham.] Entonces no sabíamos que llegó a usarse en el sentido de nombrar o designar por los apóstoles o el cuerpo gobernante.”
“¿Qué determinaba el calibre espiritual de los que eran seleccionados para la superintendencia de la congregación?” pregunta Henry A. Rheb. En parte, contesta: “Bueno, entre otras cosas, no se seleccionaba a ningún novato, y eso ciertamente era bíblico. Antes de la reunión para tratar el asunto se leían de 1 Timoteo 3:1-13 y Tito 1:5-9 los requisitos para el puesto.” “Cuando se completaba la lista de aquellos cuyos nombres se presentaban,” dice Edith R. Brenisen, “se nos amonestaba solícitamente que consideráramos cuidadosamente con oración los requisitos que satisfacía y las capacidades de cada persona cuyo nombre se presentaba, según la Biblia, pidiendo la guía del espíritu santo al hacer nuestras decisiones. . . . nos reuníamos al tiempo fijado para elegir a aquellos cuyos nombres habían sido presentados.”
En algunos lugares surgían problemas en la elección de ancianos. “Campañas de elecciones y rivalidad” recuerda la hermana Bristow, esposa del hermano Avery Bristow, que dice: “Esto causaba división y facciones entre los hermanos y hermanas en algunas congregaciones y algunos ni siquiera hablaban a otros de otro grupo.” James Rettos declara: “Algunos se encolerizaban mucho si no se votaba por ellos.”
A veces surgían problemas con relación al servicio del campo. Ursula C. Serenco escribe: “Todo fue bien hasta que vino el anuncio de que todos habrían de participar en la testificación de casa en casa con literatura y particularmente la obra de casa en casa los domingos... esto en 1927. Nuestros ancianos electivos se opusieron a esto y trataron de desanimar a la clase entera de emprender esta obra o participar en parte alguna de ella. La clase empezó a ponerse a favor de un bando u otro y la división empezó a manifestarse.” La actitud de algunos ancianos en cuanto a la obra de predicar de casa en casa era de importancia vital. Por eso, en la votación anual se podía hacer resaltar específicamente el punto. Por ejemplo, según H. Robert Dawson, allá en 1929 los candidatos para anciano y diácono en Pittsburgo, Pensilvania, tenían que contestar esta pregunta: “¿Está usted dispuesto a participar en la obra del servicio?”
Ciertos ancianos tenían un sentido de superioridad y solo querían pronunciar discursos, según la hermana J. M. Norris. Añade: “Otros criticaban los artículos de La Atalaya, pues no querían aceptarla como el conducto de la verdad de Dios todavía, y siempre trataban de influir en el modo de pensar de otros.”
Nunca se debe llegar a la conclusión, sin embargo, de que todos los ancianos electivos tenían la actitud o espíritu incorrecto. Muchos cumplían fielmente sus responsabilidades como pastores cristianos del pueblo de Dios. (1 Ped. 5:1-4) “Eran solo unos pocos los que siempre estaban poniendo tropiezo en el camino de la predicación,” dice James A. Barton. Según Roy E. Hendrix, “muchos eran Estudiantes de la Biblia verdaderamente dedicados, realmente testigos de Jehová.” Clarence S. Huzzey hace esta observación: “Muchos de estos ancianos eran excelentes hermanos cristianos maduros a quienes les interesaba el bienestar de la congregación.” Jehová estaba pastoreando a su pueblo, y él se complació en usar a aquellos hombres para el beneficio de Sus adoradores dedicados.
Los “ancianos electivos” superentendieron las actividades de las congregaciones por muchos años. Sin embargo, con la venida de 1932 aconteció un cambio temporario. Algunos de los miembros de más edad de la familia del Betel de Brooklyn todavía recuerdan la reunión que se celebró el miércoles 5 de octubre de 1932 por la noche en Apollo Hall, en Brooklyn. Unos 300 miembros de la congregación de Nueva York adoptaron entonces una resolución que puso fin a la elección de ancianos en la ciudad de Nueva York. (Vea The Watchtower del 1 de septiembre de 1932, páginas 265 y 266, así como el número del 15 de octubre de 1932, página 319.) Casi todas las otras congregaciones pronto cesaron de elegir ancianos, pues aprobaron resoluciones similares a aquélla. Así, en el año 1932 los “ancianos electivos” fueron reemplazados por un grupo de hombres cristianos maduros llamados un “comité de servicio,” elegidos por la congregación para ayudar al director de servicio local que había sido nombrado por la Sociedad Watch Tower.
La institución del nuevo arreglo en 1932 condujo a algunos problemas, y ciertos individuos salieron de la organización. Sin embargo, la vasta mayoría de las congregaciones y de los asociados con ellas aceptaron agradecidamente el ajuste en la organización.
OTROS DESENVOLVIMIENTOS RELATIVOS A ESTRUCTURA DE ORGANIZACIÓN
Por muchos años solo hermanos que eran seguidores ungidos de Jesucristo ocuparon posiciones de responsabilidad en la congregación cristiana. Pero en 1937 hubo un cambio. Escribe Grant Suiter: “En cuanto a organización nos ayudó el consejo de The Watchtower del 1 de mayo de 1937, en el sentido de que los que eran de la clase de Jonadab [con expectativas terrestres] podían ser nombrados a puestos de servicio en las congregaciones. . . . El número del 15 de agosto de The Watchtower [En español vea La Torre del Vigía de septiembre.] señaló que los Jonadabs podían servir en comités de servicio y en otras capacidades similares en las compañías [congregaciones].” Según The Watchtower, los “Jonadabs” podían llegar a ser “siervos de compañía,” o superintendentes presidentes, si no había miembros del resto ungido que calificaran para servir. “Vemos que Jehová estaba preparando el camino para el gran aumento que todavía había de venir,” dijo Norman Larson, y añadió: “Ciertamente abrió nuevos horizontes para los que, como yo, éramos de la clase terrestre.”
En 1938 hubo otro significativo desenvolvimiento en cuanto a organización. Los artículos de The Watchtower “Unidad en acción” (15 de mayo) y “Organización” (1 y 15 de junio) [En español vea La Torre del Vigía, números de noviembre y diciembre.] mostraron que la autoridad para nombrar superintendentes y sus auxiliares no estaba en las congregaciones individualmente. Se sugirió que las congregaciones por todo el mundo consideraran una resolución que se presentó en The Watchtower solicitando que “La Sociedad” organizara a la congregación para servicio y ‘nombrara a los varios siervos de ella,’ es decir, a todos los que ocuparían las posiciones de responsabilidad localmente. (Vea The Watchtower para 1938. páginas 169, 182, 183.) La mayoría de las congregaciones adoptaron esta resolución, y las pocas que no lo hicieron pronto perdieron su visión espiritual y los privilegios que tenían con relación al servicio del Reino.
EL “SALÓN DEL REINO”
Jehová, el Pastor celestial, hace abundantes provisiones espirituales para su pueblo. Las reuniones cristianas desempeñaron un gran papel en alimentarlos. (Heb. 10:24, 25) Con frecuencia los siervos de tiempos modernos de Dios se han reunido en hogares privados y alquilado edificios públicos. Pero el reino celestial nació en 1914 E.C. Por eso, con el tiempo el pueblo de Dios empezó a llamar sus principales lugares de reunión “Salón del Reino de los Testigos de Jehová.”
Según Domenico Finelli, el primer Salón del Reino se construyó en Roseto, Pensilvania, en 1927, y él dice que “fue inaugurado con un discurso público por el hermano Giovanni DeCecca.” No obstante, el uso general del nombre “Salón del Reino” se hizo popular desde 1935 en adelante. Durante aquel año, el presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford, visitó las islas de Hawai e inició el establecimiento de una sucursal en Honolulú. Se hicieron arreglos para construir un salón para reuniones con relación al edificio de la sucursal. Este auditorio fue designado “Salón del Reino.”
Desde 1935 en adelante, los testigos de Jehová en varios lugares han alquilado edificios, los han equipado para reunirse en ellos y los han utilizado como Salones del Reino. A menudo las congregaciones han comprado propiedad, renovado edificios o erigido nuevas estructuras para que sirvan de lugares donde reunirse para estudiar la Biblia y adorar a Dios. Aptamente W. L. Pelle dijo no hace mucho:
“Los Salones del Reino son atractivos en el exterior, acogedores y prácticos en el interior. Además, puesto que su apariencia es atractiva, dan un testimonio silencioso además de hacer que las personas recientemente interesadas en la verdad se sientan ‘en casa’ al entrar. Por mucho la mayor cantidad de trabajo de construir ha sido contribuida por nuestros propios hermanos y los que han estado profundamente interesados. No hemos tenido que recurrir a organizaciones de ‘construcción y préstamos’ (del mundo del Diablo). El capital y los valores permanecen dentro de lo que el pueblo de Jehová puede usar. Lo mismo fue cierto respecto a la ‘tienda en el desierto’ de los israelitas hace muchos años. [Hech. 7:44] No hace mucho se me preguntó: ‘¿Por qué llaman ustedes a su edificio un “Salón del Reino”?’ Respondí que el mismo primer significado que se da en mi diccionario es: ‘Salón: un edificio dedicado a asuntos públicos.’ Nuestros Salones del Reino están dedicados exclusivamente a asuntos del Dios Todopoderoso y su reino. Por eso, no podría haber nombre más apropiado.”
EL SERVICIO DE ZONA FORTALECE AL PUEBLO DE JEHOVÁ
A medida que cantidades mayores de la “grande muchedumbre” venían a los Salones del Reino allá en los años treinta, comenzó una actividad que tenía el propósito de fortalecer las congregaciones del pueblo de Dios. (Rev. 7:9) Fue la obra de zona, paralelo de la obra de circuito de hoy. Unas veinte congregaciones de un sector particular del país formaban una zona. La Sociedad nombraba un siervo de zona para que visitara a cada congregación y por lo general pasara una semana con ella. Su propósito era fortalecer a la congregación como organización y también ayudarla en la predicación. De vez en cuando las congregaciones que estaban dentro de una zona se congregaban para una asamblea de zona, para recibir allí instrucción bíblica y ayuda espiritual. Desde la oficina central de la Sociedad se enviaban siervos especiales para rendir servicio en estas asambleas. La obra de zona empezó el 1 de octubre de 1938 y continuó hasta noviembre de 1941 inclusive.
Edgar C. Kennedy muestra cómo los cristianos respondieron a la obra de zona, diciendo: “Tenían un espíritu firme y expresaban amoroso aprecio por nuestras visitas. Todas las compañías [congregaciones] eran pequeñas, pero se podía ver un potencial de crecimiento entre ellas. Debido a que aceptaban de buena gana las instrucciones teocráticas, a que amaban la verdad, a que respondían al servicio como grupo y a su obra con los estudios modelos, estaban empezando a aparecer señales de crecimiento. Empezaron a formarse varias nuevas compañías.”
“LA SALVACIÓN PERTENECE A JEHOVÁ”
Ciertamente se necesitaba una organización cristiana fuerte en aquellos días debido a que los testigos de Jehová estaban siendo intensamente perseguidos. Mucho de esto comenzó en 1935. ¿Cómo? Bueno, en la asamblea de Washington, D.C., el lunes 3 de junio, el hermano Rutherford respondió a una pregunta en cuanto al saludo a la bandera por los niños que estaban en las escuelas. Le dijo al auditorio de la asamblea que el saludar un emblema terrestre atribuyéndole salvación, era infidelidad a Dios. Rutherford dijo que él no lo haría.
H. L. Philbrick dijo que la respuesta de Rutherford “tiene que haber sido oída por algunos jovencitos, porque cuando las escuelas abrieron sus puertas aquel otoño, súbitamente aparecieron titulares en los periódicos de Boston acerca de un jovencito de Lynn, Massachusetts, que rehusó saludar la bandera en la escuela al principio del término escolar. Su nombre era Carleton Nichols. Una jovencita, Barbara Meredith, adoptó la misma posición en su escuela de Sudbury, Massachusetts, el mismo día.” Pero la situación de ella no llegó a la prensa, puesto que tenía un maestro que era tolerante y no hizo del asunto una cuestión seria.
Fue el 20 de septiembre de 1935 que el joven Carleton B. Nichols, Jr., rehusó saludar la bandera. Este incidente recibió publicidad por todo el país. La Prensa Asociada se puso en comunicación con J. F. Rutherford como presidente de la Sociedad Watch Tower y pidió una declaración oficial en cuanto al punto de vista de los testigos de Jehová en este asunto. La declaración fue suministrada, pero la prensa rehusó publicarla. Por eso, el 6 de octubre de 1935, durante una transmisión por radio que podía oírse por toda la nación, Rutherford habló sobre el tema “Saludando una bandera.” Este discurso fue publicado en el folleto de 32 páginas Lealtad, distribuido en millones de ejemplares. En esta respuesta a la prensa, Rutherford mostró que aunque los testigos de Jehová respetan la bandera, sus obligaciones bíblicas y su relación con Dios les prohíben estrictamente saludar toda imagen. Para los siervos de Jehová esto sería un acto de adoración contrario a los principios que se dan en los Diez Mandamientos. (Éxo. 20:4-6) La respuesta también mostró que los padres cristianos tienen la responsabilidad principal de instruir a sus hijos y que a los hijos se les debe enseñar la verdad según el entendimiento y el aprecio que de las Santas Escrituras tengan los padres.
Aunque muchos funcionarios escolares y maestros eran de mente liberal y tolerante, otros actuaron arbitrariamente y expulsaron de la escuela a los testigos de Jehová porque rehusaron saludar la bandera. Por ejemplo, el 6 de noviembre de 1935 dos hijos de Testigos fueron expulsados por esta razón de una escuela pública en Minersville, Pensilvania. El padre de éstos, Walter Gobitis, demandó a la junta de educación del Distrito Escolar de Minersville. El pleito comenzó en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Oriental de Pensilvania y fue decidido a favor de los testigos de Jehová. Cuando se levantó un litigio contra este fallo, los Testigos ganaron de nuevo un fallo favorable en el Tribunal de Apelaciones del Circuito. Pero el caso fue entonces al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Allí, en junio de 1940, por decisión de ocho contra uno, el Tribunal revocó el juicio favorable, con consecuencias desastrosas.
En un lugar tras otro hubo persecución de cristianos debido a su posición bíblica en cuanto a saludar la bandera. Por ejemplo, una chusma a la cual se unieron miembros de la policía atacaron a testigos de Jehová durante una reunión bíblica en Rockville, Maryland, el 20 de junio de 1940. Habiendo penetrado en el Salón del Reino, el líder de la chusma levantó una bandera y dijo: “Les voy a dar dos minutos hora americana para saludar esta bandera o va a haber derramamiento de sangre aquí.” Sotir K. Vassil informa: “Hubo silencio por un minuto más o menos, cuando de súbito un hombre que había venido a la reunión por primera vez se asustó mucho, se levantó de un salto, saludó la bandera y salió . . . Nadie más saludó la bandera. Cuando pasaron los dos minutos, el que dirigía el grupo me derribó de un golpe cuanto tenía en mis manos y dio órdenes a la chusma de ‘romperlo todo,’ sillas, y así por el estilo, y los objetos empezaron a volar por el lugar. Los dos miembros de la policía con pistolas al cinto estaban dentro con ellos y yo me les acerqué y les pregunté si no podían hacer algo. Ni siquiera abrieron la boca ni empezaron a hacer algo para detener la chusma.” La situación empeoró. “Empezaron a comportarse como una cuadrilla de demonios,” dice el hermano Vassil, “empujándonos y echándonos del salón. Seguían gritando: ‘¡Mátenlos! ¡Mátenlos! Son nazis.’ Algunos de los niños que estaban en el salón empezaron a llorar y unos individuos de la chusma empezaron a gritar que ‘echaran por la ventana a esos malcriados.’ Literalmente nos echaron a puntapiés del edificio y a la calle y ahora gritaban: ‘¡Vamos a sacarlos del pueblo! ¡Vamos a sacarlos del pueblo!’”
Más tarde, habiendo escapado de la chusma, el hermano Vassil se comunicó con el siervo de zona, Charles Eberle, quien inmediatamente informó del incidente al ministro de justicia o procurador general de los Estados Unidos. El Negociado Federal de Investigaciones empezó a investigar el asunto el día siguiente. Con el tiempo, hubo un juicio de tribunal, y el hermano Vassil nos dice: “Después del juicio, en el cual recibimos un fallo a favor de nosotros y para gloria de Jehová, el municipio de Rockville apostó un policía para que vigilara nuestro Salón del Reino cada vez que celebrábamos una reunión para que no ocurriera otro incidente de aquella índole. Esta vez había fallado el instrumento que usó Satanás para destruir nuestra congregación recién formada y el Salón del Reino.—Isa. 54:17.”
Este relato es solo un ejemplo. Hubo muchos otros incidentes. Por ejemplo, en Connersville, Indiana, un abogado de los Testigos fue golpeado y echado del pueblo. Los siervos de Dios aguantaban aquella persecución violenta porque se adherían estrictamente a las Sagradas Escrituras y valerosamente sostenían que su salvación y liberación de los enemigos y peligros no viene de ninguna nación, sino de Dios. Ciertamente, la “salvación pertenece a Jehová.”—Sal. 3:8; compare con American Standard Version.
ESCUELAS DEL REINO
El exigir el saludo obligatorio a la bandera en las escuelas resultó en que muchos estudiantes que eran testigos de Jehová fueran expulsados. No obstante, la Sociedad Watchtower ayudó a los cristianos verdaderos a suministrar educación a sus hijos. Esto se hizo en fecha tan temprana como la de 1935 por medio de abrir “Escuelas del Reino” particulares. En éstas, maestros capacitados de entre los testigos de Jehová voluntariamente dedicaron su tiempo y energía a instruir a niños Testigos que habían sido expulsados de las escuelas públicas. El pueblo de Dios organizó y pagó estas escuelas particulares en varios lugares.
Una de las Escuelas del Reino estaba en Lakewood, Nueva Jersey. Según uno que fue estudiante allí, C. W. Erlenmeyer, el Salón del Reino de la congregación de Lakewood estaba en el primer piso, así como la sala de clases, una cocina y la sección del comedor. En el segundo piso estaban los dormitorios de las muchachas, y en el tercer piso los de los muchachos. “Por supuesto,” dice el hermano Erlenmeyer, “la mayoría de nosotros nos alojábamos allí mismo y solo íbamos a casa en los fines de semana, a lo más. Los que vivían más lejos iban a su casa cada dos fines de semana, y en el último año de la escuela, porque la gasolina estaba racionada debido al tiempo de guerra, íbamos a nuestras casas cada tercer fin de semana.”
Puesto que había mucho trabajo que hacer, había a la mano una cocinera y un ama de casa. Pero los niños tenían sus asignaciones también... ayudar en la cocina, lavar y secar los platos, sacar la basura, y así por el estilo. Se consideraba el texto bíblico diario en el desayuno, y cada día de escuela comenzaba con media hora de estudio de la Biblia. De manera que los niños recibían alimentación espiritual. Además, tenían oportunidades de usar lo que aprendían, en el servicio del campo los sábados y domingos.
En Gates, Pensilvania, se estableció otra Escuela del Reino. Suministraba instrucción allí Grace A. Estep, una maestra de escuela pública que había sido despedida porque no quiso conducir el juramento de fidelidad y el saludo a la bandera en su sala de clases. La hermana Estep recuerda que el primer año de la escuela fue “tumultuoso,” pues toda clase de “funcionario” trató de hallar alguna razón para cerrarla. También declara: “Muchas veces la sala de clases era invadida por algún funcionario, escolar o de otro tipo, que venía con el propósito de criticar o seguir hostigando. Además, no faltaba el fervor patriótico entre muchas personas del populacho. En cierta ocasión una multitud se formó con el propósito de poner una bomba en la escuela o quemarla, y reconvinieron coléricamente al dueño del local por habérnoslo alquilado. Pero puesto que el dueño era un ciudadano prominente del pueblo, y puesto que no podían ver cómo hacer volar la escuela con una bomba sin hacerle lo mismo a la barbería [en el mismo edificio], abandonaron aquella idea.” Con el tiempo, el grupo de estudiantes aumentó, y fue necesario establecer una escuela de párvulos, ocho grados de escuela elemental y cuatro de escuela secundaria.
¿Cómo les fue a los estudiantes de la Escuela del Reino en lo que se refiere a su educación? Lloyd Owen, quien enseñó en una en Saugus, Massachusetts, informa: “Solíamos dar una prueba de logro para ver el resultado que estábamos teniendo. En la mayoría de los casos los estudiantes resultaban ser de medio grado a un grado entero mejor que el grado en que se suponía que estuvieran. . . . Hicimos que los estudiantes tomaran la prueba por lo menos dos veces al año, y persistieron en tener esta muy elevada calificación.”
Entre los que tenían que ver con las Escuelas del Reino había un excelente espíritu. “Los hermanos se comportaban muy maravillosamente, pues siempre ofrecían ayuda de muchísimas maneras,” dice la hermana Estep. “Todo era como un asunto de comunidad, y la ‘comunidad’ la componían todos los que de manera alguna tenían que ver con las Escuelas del Reino. Mi corazón se llena de un sentimiento de amor y aprecio cuando repaso todas las cosas maravillosas que los amados hermanos hicieron en aquellos días, pues su amor a Jehová no conocía límites. Y aunque había poco dinero, suministraron las cosas que se necesitaban hasta el límite de su tiempo y fortaleza.”
EL TRIBUNAL SUPREMO SE REVOCA
El 8 de junio de 1942, por votación de cinco contra cuatro, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos falló en contra de los testigos de Jehová en el caso de impuesto por licencia de Jones contra Opelika. Es interesante saber, sin embargo, que además de la opinión que presentaron disintiendo, los jueces Black, Douglas y Murphy se retractaron de los votos que habían dado en el caso de Gobitis, en 1940, acerca del saludo a la bandera. Ante eso, el abogado de la Sociedad Watchtower puso demanda de interdicto en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito del Sur de Virginia Occidental contra la Junta Estatal de Educación de Virginia Occidental. ¿Por qué? Para evitar que se hiciera cumplir el reglamento del saludo obligatorio a la bandera. Un tribunal de tres jueces decidió unánimemente a favor de los testigos de Jehová, pero la Junta Estatal de Educación de Virginia Occidental apeló. El 14 de junio de 1943, en el Día de la Bandera, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos se revocó en la posición que había adoptado en el caso Gobitis y sostuvo (en el caso de la Junta Estatal de Educación de Virginia Occidental contra Barnette) que la junta escolar no tenía el derecho de expulsar de la escuela y así negar educación a los hijos de los testigos de Jehová que no saludaran la bandera.
Ese fallo revocó lo que había sostenido el Tribunal Supremo en el caso Gobitis. Aunque esto no puso fin a todos los problemas que tenían que ver con la posición cristiana en cuanto al saludo a la bandera, ya no fueron necesarias las Escuelas del Reino. Por eso, por primera vez en unos ocho años los hijos de los testigos de Jehová pudieron volver a las escuelas públicas.
‘DEFENDIENDO Y LEGALMENTE ESTABLECIENDO LAS BUENAS NUEVAS’
Los testigos cristianos de Jehová, jóvenes o viejos, esperan ser perseguidos. Después de todo, Jesús dijo a sus discípulos: “Serán objetos de odio de parte de toda la gente por motivo de mi nombre.” (Mat. 10:22) “De hecho,” escribió Pablo, “todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos.” (2 Tim. 3:12) A veces la persecución ha conducido al arresto de cristianos bajo falsa acusación... quizás de vender sin licencia o perturbar la paz. Al principio no se mantuvieron estadísticas, pero, en 1933, se informaron 268 arrestos por todos los Estados Unidos. Para 1936 la cantidad había subido a 1.149. Indebidamente, a los testigos de Jehová se les clasificó como solicitantes o mercaderes viajantes, más bien que como proclamadores del evangelio.
Sin embargo, los testigos de Jehová no sufrieron arresto, juicio y encarcelamiento sin luchar. Adoptaron una norma de apelar de las decisiones adversas que se daban en los tribunales. Con la ayuda de Jehová pudieron “defender y legalmente establecer las buenas nuevas.”—Fili. 1:7.
Sería imposible, en unas cuantas páginas solamente, representar de nuevo el drama excitante, recrear las muchas escenas de valeroso guerrear teocrático que se produjeron mientras los siervos de Jehová lucharon por libertad para predicar. Pero hacemos bien en empezar con la rabiante “batalla de Nueva Jersey.” El ‘primer disparo’ se hizo en 1928, cuando algunos de los siervos de Dios fueron arrestados en South Amboy, Nueva Jersey. Pero Plainfield llegó a ser el centro del campo de batalla católico contra los Testigos en ese estado.
EL INCIDENTE DE PLAINFIELD
En vista de la prominencia de Plainfield con relación a la persecución del pueblo de Jehová, J. F. Rutherford decidió celebrar allí una reunión pública con un discurso sobre el tema “¿Por qué se practica la intolerancia religiosa en este país hoy?” Para este programa especial el 30 de julio de 1933 unos cincuenta miembros de la policía que no habían sido invitados, y a quienes no se quería ni se necesitaba, se presentaron, supuestamente para proteger el teatro. Indudablemente estaban allí a instancias de la jerarquía católica, que buscaba una manera de evitar la reunión y quizás de librarse del discursante.
El hermano Rutherford, al llegar al teatro, nota que detrás de las cortinas la policía tiene dos ametralladoras, apuntadas a él y al auditorio. Protesta, pero ni la policía ni las armas son retirados. Dicen que se les ha ‘dado oreja’ de que va a haber un alboroto y que están presentes para mantener el orden. George Gangas dice que durante todo el discurso el ambiente fue de tensión. Especialmente le emocionaron estas declaraciones, casi al fin del discurso de Rutherford:
“Deberían sentirse avergonzados los sacerdotes y clérigos que han tramado y motivado la persecución de los testigos de Jehová con el fin de mantener a la gente en ignorancia de la verdad y escudarse de ser desenmascarados; también deberían sentirse avergonzados los empleados judiciales que, para poder servir mejor sus propios intereses, se han sentido dispuestos y han estado listos a clasificar a los testigos de Jehová como vendedores ambulantes, egoístas; y vergüenza también sobre los abogados que tienen puestos judiciales o que practican su profesión, pero que a causa del temor de perder alguna ventaja personal han evadido el punto en cuestión negándose o dejando de decidir justamente el punto en cuanto a si se puede o no se puede impedir la predicación del evangelio del reino de Dios por medio de la explicación y puesta en vigor de ordenanzas municipales calculadas para los vendedores ambulantes.”
El hermano Gangas admite lo siguiente: “Yo me estaba diciendo: ‘¡Ahora lo van a matar! ¡Ahora lo van a arrestar!’ Pero, como se declara en la introducción del folleto Intolerancia, ‘Asienta campamento el Ángel de Jehová en derredor de los que le temen, y los defiende.’” (Sal. 34:7) A pesar de la difícil situación, el discurso del hermano Rutherford se pronunció sin percance. Fue recibido entusiásticamente. Lo mismo se puede decir del folleto Intolerancia, publicado más tarde y distribuido ampliamente.
UN DICTADOR RECIBE UN MENSAJE DE LOS TESTIGOS
Los testigos de Jehová no solo tuvieron una batalla por libertad de palabra y adoración en los Estados Unidos. En junio del llamado “Año Santo” de 1933 el régimen de Adolfo Hitler se apoderó de la propiedad de la Sociedad Watch Tower en Magdeburgo y proscribió las actividades del pueblo de Jehová en Alemania en cuanto a reuniones y distribución de literatura, aunque la propiedad fue devuelta aquel octubre. El 7 de octubre de 1934 los Testigos en Alemania se reunieron en grupos y, después de oración solemne, enviaron una protesta por telegrama a funcionarios del gobierno de Hitler. Sin embargo, los siervos de Dios en otros países no se quedaron sin hacer nada.
“En la reunión de servicio cierta noche del año 1934, se nos pidió que estuviéramos en el lugar de reunión a las nueve de la mañana del domingo para algo especial,” recuerda Gladys Bolton. “¡Todo el mundo estaba emocionado! ¿Qué pudiera ser? El domingo por la mañana la casa estaba llena. El discursante anunció que las congregaciones de los testigos de Jehová por todo el mundo se estaban reuniendo hoy para enviar cablegramas a Hitler, todos al mismo tiempo, solicitándole que se abstuviera de perseguir a los testigos de Jehová en Alemania.” Después de orar a Jehová, cada grupo envió el siguiente cablegrama: “Gobierno de Hitler, Berlín, Alemania. El maltrato a los testigos de Jehová por parte de usted escandaliza a toda la gente buena de la Tierra y deshonra el nombre de Dios. Absténgase de perseguir más a los testigos de Jehová; de otro modo Dios lo destruirá a usted y a su partido nacional.” El mensaje estaba firmado “TESTIGOS DE JEHOVÁ” y se daba el nombre de la ciudad o pueblo donde la congregación estaba reunida.
Aquellos cablegramas causaron gran agitación, hasta en algunas oficinas telegráficas de los Estados Unidos. “En Keysville, Virginia, así como en otros lugares,” dice Melvin Winchester, “el operador del telégrafo casi se desmayó cuando los hermanos entraron con el mensaje para el cable.”
¿Cómo respondió el régimen nazi? Intensificó la persecución de los testigos de Jehová. Pero el pueblo de Dios en Alemania y en otros lugares había sido preparado para la oposición y dificultades que les esperaban. Al tiempo correcto Jehová se encargó de que recibieran el consejo bíblico y el estímulo que necesitaban. Esto había venido a fines del año 1933 por medio del artículo de The Watchtower “No los temáis.” La enemistad de la Iglesia Católica Romana fue denunciada y el artículo advertía que la oposición pudiera llevar a la muerte de algunos siervos fieles de Dios. Pero instaba al pueblo de Dios a continuar dando testimonio de Su nombre con denuedo y gozo, para que participaran en la vindicación de aquel santo nombre.
AYUDAS PARA SU DEFENSA
Para los cristianos aquéllos fueron tiempos que sometieron a prueba su fe. Por supuesto, no todo incidente de oposición franca, ni siquiera todo arresto, condujo a un juicio ante un tribunal. Pero muchas veces los siervos de Jehová sí se vieron en necesidad de ayuda para presentar una defensa de buen éxito en los tribunales de los Estados Unidos. Para ayudar a los proclamadores del Reino, la Sociedad Watchtower estableció un departamento jurídico en sus oficinas centrales en Brooklyn, Nueva York.
Mirando al pasado, Robert E. Morgan recuerda lo siguiente: “En nuestras reuniones de servicio semanales estudiábamos Order of Trial (Procedimiento de juicio) preparado por la Sociedad, y nos esforzábamos por equiparnos para enfrentarnos a la policía y los jueces que constantemente nos hostigaban en el servicio del campo. Nuestras reuniones de servicio nos enseñaban a responder cuando nos acosara la policía, cuáles eran nuestros derechos de ciudadanos, y qué procedimiento teníamos que seguir sin falla para establecer una base sólida para acción jurídica en defensa de las buenas nuevas si debido a fallos de culpabilidad se nos hacía necesario ir a los tribunales de apelaciones.”
“Las demostraciones en las reuniones de servicio presentaban el procedimiento que se seguía desde el momento del arresto hasta la conclusión del juicio y la disposición del caso,” recuerda Ray C. Bopp, y añade: “Siervos de la congregación representaban el papel de fiscales y abogados defensores, y algunos ‘juicios’ duraban semanas.”
ARRESTADOS Y A LA CÁRCEL
Las ayudas para asuntos jurídicos suministradas por la Sociedad y el excelente entrenamiento en las reuniones de servicio ayudó mucho a los siervos de Dios. Pero para los rigores de la vida en las cárceles solo Jehová mismo podía fortalecer a su pueblo. Como dijo Pablo: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.”—Filipenses 4:13.
Centenares de testigos cristianos de Jehová fueron arrestados y enviados a la cárcel durante los turbulentos años treinta y cuarenta. Homer L. Rogers dice esto acerca de los problemas jurídicos a que se enfrentó el pueblo de Jehová en cierta sección: “La ciudad de La Grange [Georgia] había formulado un reglamento que prohibía a toda persona que visitara un hogar de La Grange ofrecer al amo de casa pieza alguna de materia impresa. Esto estaba dirigido contra los testigos de Jehová y se ponía en vigor solo contra los testigos de Jehová.” ¿Cómo podía él estar seguro de esto? Los residentes de la ciudad testificaban que toda otra materia impresa se distribuía libremente en La Grange sin que las autoridades presentaran estorbo.
El 17 de mayo de 1936, 176 Testigos fueron arrestados por predicar en La Grange y fueron encarcelados. El día siguiente las mujeres fueron puestas en libertad, pero 76 hombres fueron detenidos por catorce días en la Prisión y Vallado del Condado de Troup, a seis kilómetros y medio de la ciudad. Los presos corrientes del lugar eran prisioneros mantenidos en cadenas, que de hecho estaban en grillos mientras trabajaban en las carreteras desde la salida hasta la puesta del Sol. Cuando los Testigos fueron juzgados, se les pronunció culpables y se les impuso una multa de un dólar a cada uno o treinta días de cárcel, según C. E. Sillaway. Debido a que el fiscal de la ciudad le ordenó al escribano municipal que no firmara la fianza mientras se apelaba por auto de avocación, los hermanos perdieron sus derechos de apelar y 57 de ellos regresaron para cumplir la sentencia de treinta días en el vallado el 28 de mayo de 1937. A pesar de su inocencia, estos Testigos llevaban ahora traje de prisión, dos personas tenían que compartir una sola sábana durante las noches frías, y tuvieron que efectuar trabajos forzados en calles y otros lugares.
Muchos fueron los sufrimientos de los que estuvieron en prisión. Sin embargo, ellos también tuvieron la oportunidad de hacer bien espiritualmente. El hermano C. E. Sillaway escribe: “Hacia el fin de nuestros treinta días mi grupo y otro, doce personas en total, recibimos la asignación de un cementerio de personas de color, casi rural por lo aislado que se hallaba. A casi la mitad de la mañana una procesión funeral vino a la puerta principal y se detuvo mientras el empresario de pompas fúnebres se nos acercó. Parece que esta familia era demasiado pobre para pagar al predicador sus honorarios por un funeral y no habían tenido sermón ni oración. ¿Quisiera uno de nosotros los ministros decir unas cuantas palabras? Fue un privilegio hablar a aquel puñado de personas acerca de la verdadera condición de los muertos y la esperanza de una resurrección. No les importó que lleváramos ropa de prisioneros.”
Theresa Drake dice que por primera vez experimentó la intolerancia contra el pueblo de Dios a principios de los años treinta cuando originalmente fue arrestada en Bergenfield, Nueva Jersey. Continúa: “Me tomaron por primera vez las huellas digitales en Plainfield, Nueva Jersey. Fue en Plainfield donde me retuvieron una noche en la cárcel junto con otras 28 hermanas. Nos pusieron en una celda pequeña y, puesto que había 29 de nosotras allí, se nos hacía imposible acostarnos para dormir. Finalmente nos llevaron al gimnasio del mismo edificio y allí pusieron esteras sobre las cuales pudimos acostarnos. Recuerdo que un agente de la policía, abriendo la puerta y echándonos una mirada, dijo: ‘Como ovejas que llevan al matadero.’”
Citando otro caso, la hermana Drake escribe: “En Perth Amboy nos arrestaron y encerraron desde las diez de la mañana hasta las ocho de la noche. Fue en esta ocasión que conocí al hermano Rutherford. Él vino para sacar bajo fianza a 150 de nosotros que habíamos sido arrestados. Se nos tenía en un salón grande en el edificio del tribunal. Afuera, la gente estaba sacando nuestros libros y literatura de nuestros automóviles y arrojándolos por todo el césped del edificio del tribunal. En la parte de atrás de la sala del tribunal había media docena de hombres esperando para poner manos violentas en el hermano Rutherford. Lo amenazaron, pero nunca tuvieron la oportunidad que querían, porque al salir del tribunal nosotros lo rodeábamos y entonces él se dirigió rápidamente a un auto que lo esperaba, no al que por lo general usaba.”
Refiriéndose a pueblos de Ohio y Virginia Occidental, Edna Bauer dice: “Muchos de los hermanos fueron arrestados y llevados a la cárcel en camiones de los bomberos mientras sonaban las sirenas, llamando sonoramente atención a los arrestos que se hacían.” A menudo se encerraba en la cárcel a muchos a la vez, y había casos en los cuales no se mostraba consideración por la edad. Por ejemplo, la hermana Bennecoff, esposa del hermano James W. Bennecoff, recuerda un incidente en Columbia, Carolina del Sur, “en el cual 200 de nosotros fuimos encerrados en la cárcel, y el más joven tenía seis semanas de edad.”
En la cárcel las condiciones podían ser muy angustiosas. Earl R. Dale recuerda que se le encerró injustamente como cristiano en Somersworth, New Hampshire, y escribe: “Dormí aquella noche, o traté de hacerlo. La prisión no estaba muy limpia. De noche había unas criaturitas arrastrándose por encima de nosotros y no me gustaban, pero yo les gustaba.” Por predicar las buenas nuevas en Caruthersville, Misuri, en 1941, el hermano R. J. Adair y su esposa fueron encarcelados por setenta y ocho días. La hermana Adair dice que el lugar donde la encerraron era una “mazmorra.” La hermana Adair sufrió daño a su salud durante aquel encarcelamiento. “No fue cosa agradable dormir sobre un piso de concreto con una sábana y una almohada por setenta y ocho días,” admite. “Pero lo importante era guardar la fidelidad a Jehová.”
Aunque los testigos de Jehová de los Estados Unidos fueron encarcelados con frecuencia por predicar el mensaje del Reino, eso no hizo que cerraran sus labios. Como prisioneros siguieron adelante declarando las buenas nuevas. Por ejemplo, Dora Wadams tuvo varias oportunidades de predicar mientras estuvo encarcelada. En cierta ocasión, cuando en una cárcel de Newark, Nueva Jersey, corrieron las noticias de que los Testigos iban a ser puestos en libertad, esto es lo que ella recuerda que sucedió: “Cierta noche cuando estábamos encerrados en nuestras celdas oímos a los prisioneros alrededor de nosotros decir: ‘Mañana se van los de la Biblia. Este sitio nunca será igual. Son como ángeles que nos hubieran enviado.’”
SU DÍA EN EL TRIBUNAL
Los siervos de Jehová estaban dispuestos a defenderse y a defender su obra dada por Dios si el arresto de ellos llevaba a juicios ante los tribunales. A veces ni siquiera fueron representados por abogados. Por ejemplo, allá en 1938 Roland E. Collier, asociado con la congregación de Orange, Massachusetts, obtuvo permiso para usar un auto con altavoz en la cercana Athol. Él y otro hermano estaban en el automóvil con altavoz tocando el disco “Enemigos” mientras otros publicadores del Reino predicaban de casa en casa. El hermano Collier fue arrestado y acusado de ir de casa en casa aunque él no había hecho aquello en aquella ocasión. Nos dice: “Con interés esperamos el juicio y nos preparamos para él. Estudié cuidadosamente el Procedimiento de juicio que la Sociedad publicó para que nos preparáramos para los juicios. El día en que había de celebrarse el juicio algunos hermanos vinieron a la sala del tribunal para estimularme. Seguí el debido procedimiento en el tribunal que bosquejaba la Sociedad, hasta el punto de someter a interrogatorio al jefe de la policía. Cuando toda la evidencia se había dado después de un juicio completo fui declarado no culpable y el periódico llevó un encabezamiento que decía ‘HOMBRE DE ORANGE PREDICA Y SE SALVA DE LA CÁRCEL.’”
Algunos abogados que no eran testigos de Jehová se esforzaron mucho en la defensa del pueblo de Dios. Sin embargo, muchas veces abogados que eran Testigos representaron a sus compañeros de creencia ante las cortes o tribunales. Entre ellos estuvo Victor Schmidt. Su esposa Mildred dice, en parte: “Después de la decisión adversa por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el caso de la bandera, hubo lo que pareció ser un alud de chusmas y arrestos que descendió sobre nuestros hermanos en muchísimos lugares fuera de Cincinnati [Ohio]. Se me hizo necesario llevar por auto a mi esposo a estos diferentes lugares, puesto que él no manejaba automóviles. Por un tiempo, casi diariamente teníamos que ir a un lugar diferente. Por lo tanto, tuve que dejar de trabajar con los precursores. . . . Victor tenía gran fe en Jehová y esto me fortalecía para tener igual fe. Cuando nos acercábamos a estos pueblos donde él había de representar a nuestros hermanos ante el tribunal, me hacía salir de la carretera y oraba a Jehová que le abriera el camino para dar alguna ayuda a nuestros hermanos, y también que si era la voluntad de Jehová, que bondadosamente nos diera protección y nos ayudara a nunca ceder al temor a los hombres. Muchas fueron las veces que vimos la evidencia del gran poder de las fuerzas angélicas de Jehová trabajando a favor de nosotros.”
ADELANTE AL TRIBUNAL SUPREMO DE LOS ESTADOS UNIDOS
Varios casos jurídicos que tenían que ver con los testigos de Jehová al fin llegaron al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Uno de éstos fue el de Lovell contra Ciudad de Griffin. Aunque muchas veces se había arrestado al pueblo de Dios por predicar las buenas nuevas en Griffin, Georgia, en cierta ocasión varios de ellos fueron arrestados por una supuesta violación de un reglamento municipal que prohibía “la práctica de distribuir . . . literatura de cualquier clase, . . . sin obtener primero permiso escrito del Administrador Municipal de la Ciudad de Griffin.” El hermano G. E. Fiske comenta: “Había varios hermanos de más de dos metros de altura y los funcionarios pidieron que se les dejara escoger a uno para que representara al grupo, y nuestros superintendentes estuvieron dispuestos a ello. Por eso, escogieron a una hermana pequeña y delgada porque pensaban que ella sería víctima fácil. Pero ella [Alma Lovell] había estudiado el Procedimiento de juicio . . . Ninguno de los hombres se había preparado como se había preparado esta hermanita, y cuando el caso se presentó para el juicio, ella le habló al tribunal por más de una hora y dio un maravilloso testimonio. Sin embargo, el juez no estaba siquiera interesado y había colocado los pies sobre el escritorio. Cuando ella se sentó, el juez levantó los pies del escritorio y los puso en el piso y dijo: ‘¿Ya terminó?’ Ella dijo: ‘Sí, su señoría.’ Entonces él los pronunció culpables a todos. El abogado de la Sociedad inmediatamente apeló.” El 28 de marzo de 1938 el Tribunal Supremo sostuvo unánimemente que el reglamento en cuestión era inválido como estaba.
Mientras participaba en predicar el Reino el 26 de abril de 1938, el testigo cristiano Newton Cantwell fue arrestado con sus dos hijos menores mientras tocaba el disco fonográfico “Enemigos” y distribuía el libro del mismo nombre. El caso fue llevado a tribunales de Connecticut por la queja de dos católicos romanos. Se alegaba una violación de la paz y también una supuesta violación de un reglamento de Connecticut que prohibía solicitar donaciones a caridades o a causas religiosas sin la aprobación del secretario del consejo de la beneficencia pública del condado. Se les declaró culpables en tribunales de Connecticut, y R. D. Cantwell escribe: “El caso fue apelado por la Sociedad y pasó al Tribunal Supremo de los Estados Unidos . . . el fallo de culpabilidad fue revocado y se declaró que el estatuto de Connecticut que exigía un permiso para ofrecer literatura religiosa en venta, o aceptar donaciones para una causa religiosa, era anticonstitucional según se aplicaba a los testigos de Jehová. ¡Otra victoria para el pueblo de Jehová!”
Pero los testigos de Jehová perdieron un caso importante en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos por un fallo de cinco contra cuatro el 8 de junio de 1942. Fue el de Jones contra Ciudad de Opelika. Este caso tuvo que ver con la obra con las revistas en la calle e hizo surgir la pregunta de si Rosco Jones había sido correctamente hallado culpable de violar un reglamento de Opelika, Alabama, por “vender libros” sin haber obtenido licencia ni pagado impuesto de oficio.
UN “DÍA DE VICTORIAS” PARA EL PUEBLO DE DIOS
Entonces vino el 3 de mayo de 1943. Bien pudiera ser llamado un “día de victorias” para los testigos de Jehová. ¿Por qué? Porque doce de trece casos fueron entonces decididos a favor de ellos. Sobresaliente fue el caso de impuesto por licencia de Murdock contra Pensilvania. Esta decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos revocó su propia posición en el caso de Jones contra Ciudad de Opelika. En la decisión Murdock el Tribunal sostuvo: “Sin embargo, se alega que el hecho de que el impuesto por licencia pueda suprimir o controlar esta actividad no es importante si no lo hace. Pero eso es desatender la naturaleza de este impuesto. Es un impuesto por licencia... un impuesto general sobre el ejercicio de un privilegio concedido por la Declaración de Derechos. No se le permite a un estado imponer un impuesto por el disfrute de un derecho que la constitución federal otorga.” Acerca del caso Jones, se dijo: “El fallo en Jones contra Opelika ha sido rescindido hoy. Libres de ese precedente controlador, podemos restaurar a su puesto elevado y constitucional las libertades de los evangelizadores viajeros que diseminan sus creencias religiosas y los credos de su fe por medio de la distribución de literatura.” La decisión favorable Murdock acabó con la inundación en cuanto a casos de impuestos por licencia que tenían que ver con el pueblo de Jehová.
Sus esfuerzos han tenido un efecto en la ley. Correctamente se ha dicho: “Es claro que las garantías constitucionales actuales respecto a la libertad personal, como éstas han sido interpretadas autoritativamente por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, son mucho más amplias de lo que eran antes de la primavera de 1938; y la mayor parte de este ensanchamiento se halla en los treinta y un juicios de los Testigos de Jehová (dieciséis opiniones de decisiva importancia) de los cuales Lovell contra Ciudad de Griffin fue el primero. Si ‘la sangre de los mártires es la simiente de la Iglesia,’ ¿cuánto debe la Ley Constitucional a la persistencia militante —o tal vez debo decir la devoción— de este extraño grupo?”—Minnesota Law Review, tomo 28, núm. 4, mar. de 1944, pág. 246.
CHUSMAS VIOLENTAS NO PUEDEN ACALLAR A LOS ALABADORES DE JEHOVÁ
Mientras los testigos de Jehová peleaban batallas jurídicas por la libertad de adoración y su derecho a predicar las buenas nuevas, en el campo a veces se enfrentaban a chusmas violentas. Sin embargo, esto no era algo que no tuviera paralelo, porque Jesucristo mismo tuvo experiencias de esa clase. (Luc. 4:28-30; Juan 8:59; 10:31-39) El fiel Esteban sufrió martirio a manos de una muchedumbre encolerizada.—Hech. 6:8-12; 7:54–8:1.
La asamblea cristiana que se celebró por todo el mundo del 23 al 25 de junio de 1939 fue considerada por maleantes como una oportunidad para importunar al pueblo de Dios. Conexiones radiotelefónicas vincularon la ciudad de Nueva York, la ciudad clave, con otros lugares de asamblea en los Estados Unidos, Canadá, las Islas Británicas, Australia y Hawai. Mientras se anunciaba el discurso de J. F. Rutherford “Gobierno y paz,” los siervos de Jehová se enteraron de que grupos de la Acción Católica tenían planes de evitar que se celebrara la reunión pública el 25 de junio. Por eso, el pueblo de Dios estuvo listo para las dificultades. Blosco Muscariello nos dice: “Como Nehemías al construir la muralla de Jerusalén y suplir a sus hombres con instrumentos de construcción e instrumentos de pelea (Neh. 4:15-22), nosotros estábamos armados así. . . . Algunos de nosotros los jóvenes recibimos instrucciones especiales como acomodadores. A cada uno se nos suplió un bastón fuerte para usarlo si surgía alguna interferencia durante el discurso principal.” Pero R. D. Cantwell añade: “Se nos dio la instrucción de no usarlo a menos que fuera asunto de que se nos acorralara en una defensa final.”
Aunque por lo general no se sabía, el hermano Rutherford se hallaba en mala salud cuando subió a la plataforma en el Madison Square Garden de la ciudad de Nueva York aquel domingo 25 de junio de 1939 por la tarde. Pronto comenzó el discurso. Entre los que llegaron tarde estuvieron unos 500 seguidores del clérigo católico romano Charles E. Coughlin, famoso “sacerdote del aire” de los años treinta, cuyas transmisiones regulares eran escuchadas por millones de personas. Puesto que el nivel inferior del auditorio había sido reservado y llenado con los Testigos, los seguidores de Coughlin, incluso sacerdotes, tuvieron que ocupar una sección superior del palco detrás del orador.
“No se estaba fumando en ningún otro lugar en el auditorio,” escribió un corresponsal de Consolación, “pero dieciocho minutos después de empezar el discurso un hombre a la izquierda y hacia el frente de esta muchedumbre encendió un cigarrillo, y entonces otro a la derecha y hacia el frente encendió uno; entonces las luces eléctricas de solamente esta sección fueron apagadas y prendidas de nuevo súbitamente, y entonces solamente en esta sección hubo abucheos, gritos y rechiflas.” “Me quedé tensa,” dice la hermana Broad, esposa de Edward Broad, “esperando que la confusión se esparciera por todo el Garden. Pero al pasar unos momentos vi que la dificultad estaba limitada a un grupo que estaba directamente detrás del discursante. ‘¿Qué hará él?’ me pregunté. Parecía imposible que alguien continuara hablando mientras se arrojaban cosas a la plataforma y sin saber si en cualquier momento alguien se llevaba el micrófono.” Esther Allen recuerda que el aire se llenó de “gritería desenfrenada y expresiones de ‘¡Heil Hitler!’ ‘¡Viva Franco!’ y ‘¡Maten a ese maldito Rutherford!’”
¿Cedería el enfermo hermano Rutherford ante aquellos enemigos violentos? “Mientras más alzaban la voz para ahogar la voz del discursante, más fuerte se hacía la voz del juez Rutherford,” dice la hermana A. F. Laupert. Aleck Bangle declara: “El presidente de la Sociedad no tuvo miedo, sino que valerosamente dijo: ‘A los nazis y a los católicos les gustaría disolver esta reunión, pero por la gracia de Dios no pueden hacerlo.’” “Aquélla era la oportunidad que necesitábamos para romper en vigoroso aplauso, dando al discursante nuestro apoyo entusiástico,” escribe Roger Morgan y añade: “El hermano Rutherford se mantuvo firme hasta el fin de la hora. Más tarde nos emocionábamos cada vez que tocábamos grabaciones de aquella conferencia en los hogares de la gente.”
C. H. Lyon nos dice: “Los acomodadores hicieron bien su trabajo. Dos de los más inquietos coughlinistas fueron golpeados en la cabeza con un bastón, y todos ellos fueron echados sin ceremonia rampa abajo y fuera del auditorio. Uno de los coughlinistas recibió alguna publicidad en un diario sensacionalista la mañana siguiente, pues imprimieron una fotografía de él con la cabeza vendada, como si tuviera un turbante.”
Tres Testigos que servían de acomodadores fueron arrestados y acusados de “ataque alevoso.” Fueron sometidos a juicio ante tres jueces (dos católicos romanos y un judío) del Tribunal de Sesiones Especiales de la Ciudad de Nueva York el 23 y 24 de octubre de 1939. En el tribunal se mostró que los acomodadores habían entrado en la sección del Madison Square Garden donde había estallado la perturbación con el propósito de remover a los perturbadores. Cuando los alborotadores atacaron a los acomodadores, éstos resistieron y trataron firmemente con algunos del grupo radical. Los testigos de la parte actora hicieron muchas declaraciones contradictorias. El tribunal no solo declaró libres de culpa a los tres acomodadores. También decidió que los Testigos acomodadores habían obrado dentro de su derecho.
LA GUERRA MUNDIAL ALIMENTA LAS LLAMAS DE LA VIOLENCIA
En la asamblea de 1939 de los testigos de Jehová había estallado la violencia de chusmas. Pero las llamas de la violencia contra ellos todavía serían alimentadas de modo que alcanzaran mayor intensidad a medida que el mundo entrara en la guerra. No sería sino hasta fines de 1941 cuando los Estados Unidos declararían la guerra a Alemania, Italia y Japón, pero el espíritu del nacionalismo era vigoroso por todo el país mucho antes de eso.
Durante aquellos primeros meses de la II Guerra Mundial, Jehová Dios hizo una sobresaliente provisión para su pueblo. En su número del 1 de noviembre de 1939, The Watchtower presentó un artículo intitulado “Neutralidad,” que se publicó en español en La Atalaya de marzo de 1940. Como texto básico tenía estas palabras de Jesucristo acerca de sus discípulos: “No son del mundo, tal como yo no soy del mundo.” (Juan 17:16, King James Version) Ese estudio bíblico de la neutralidad cristiana, al venir cuando vino, preparó a los testigos de Jehová de antemano para los difíciles tiempos que se acercaban.
AMENAZA DE INCENDIO PREMEDITADO EN LA HACIENDA DEL REINO
La Hacienda del Reino, cerca de South Lansing, Nueva York, desempeñaba bien su servicio de suministrar frutas, vegetales, carne, leche y queso a los miembros del personal de la oficina central de la Sociedad. David Abbuhl trabajaba en la Hacienda del Reino cuando la paz y serenidad de este lugar fue perturbada allá en 1940. “En la víspera del Día de la Bandera, el 14 de junio de 1940,” dice el hermano Abbuhl, “un viejo que acostumbraba pasar diariamente por allí de camino a comprar su whisky en la taberna de South Lansing nos indicó que la gente del pueblo y los de la Legión Americana tenían un plan de quemar nuestros edificios y destruir nuestras máquinas.” Esto se le notificó al alguacil.
Finalmente el enemigo se presentó en la escena. John Bogard, que era entonces el siervo de la hacienda, una vez dio esta descripción gráfica de la dificultad: “Alrededor de las seis de la tarde se comenzaron a juntar las pandillas, un auto tras otro, hasta que hubo treinta o cuarenta autos llenos de gente. El alguacil y sus hombres llegaron y comenzaron a detener a los choferes de los autos y examinar sus licencias y advertirles en contra de cualquier movimiento contra la Hacienda del Reino. Siguieron viajando de ida y vuelta a lo largo de la carretera que estaba enfrente de nuestra propiedad hasta altas horas de la noche, pero la presencia de la policía los mantuvo en la carretera y frustró su plan de destruir la hacienda. Fue una noche sumamente excitante para todos nosotros los que estábamos en la hacienda, pero nos hizo recordar vívidamente la garantía de Jesús a sus seguidores: ‘Serán objetos de odio de parte de toda la gente por causa de mi nombre. Y con todo no perecerá ni un cabello de sus cabezas.’—Luc. 21:17, 18.”
Así fue que se evitó este ataque con el cual se había amenazado y el incendio premeditado. Se calcula que 1.000 automóviles, llevando posiblemente 4.000 hombres, habían venido de todos los sectores del occidente del estado de Nueva York para destruir la propiedad de la Hacienda del Reino de la Sociedad... pero inútilmente. Dice Kathryn Bogard: “Su propósito fracasó, y algunas de las mismísimas personas que componían la chusma son hoy Testigos ellas mismas, ¡sí, hasta están en el ministerio de tiempo cabal!”
-
-
¡Dos millones de evangelizadores por todo el mundo!Anuario de los testigos de Jehová para 1975
-
-
¡Dos millones de evangelizadores por todo el mundo!
Aunque en los Estados Unidos los testigos cristianos de Jehová han tenido su más excelente año en la obra de evangelización, habiéndose bautizado 81.588 personas, la obra de evangelización por todo el mundo es un tema apropiado para la conclusión de esta historia de la vida real de tiempos modernos. Su unidad y unicidad de mente, y el hecho de haber participado juntos en esta gran obra de predicación, han sido un gozo para todos los testigos cristianos de Jehová. Hoy 2.021.432 testigos cristianos de Jehová están declarando las buenas nuevas. Siguen esta amonestación de Jesús: Sean “testigos de mí . . . hasta la parte más lejana de la tierra.”—Hech. 1:8.
Los testigos de Jehová no solo han predicado las buenas nuevas del Reino, sino que han estado enseñando también, puesto que condujeron con regularidad 1.351.404 estudios bíblicos, como promedio, con individuos que han mostrado interés en lo que la Biblia dice. Por lo general, para cuando los testigos de Jehová estudian con familias por unos seis meses, los que están verdaderamente interesados en esta obra educativa bíblica empiezan a asistir a las reuniones de congregación, y pronto participan también en dar el testimonio del Reino.
En un período de solo doce meses 297.872 individuos progresaron hasta el punto de ver la importancia de ser discípulos, y andar en los pasos de Cristo Jesús, y simbolizaron su dedicación a Jehová Dios por medio de bautizarse en agua. ¡Qué grande muchedumbre de amadores de la justicia es ésa! El año de 1974 fue verdaderamente un año sobresaliente con relación a hacer discípulos de Jesús. ¡Imagínese!... se bautizaron casi 104.000 más personas que el año anterior.
La Sociedad Watch Tower Bible and Tract tiene 96 oficinas sucursales por todo el mundo y por medio de esta organización de sucursales la Sociedad dirige la predicación de las buenas nuevas en 207 países. Según los informes recibidos, se dedicaron 371.132.570 horas a la obra de predicar, gran parte de lo cual se efectuó por medio de distribuir literatura de casa en casa, además de haberse hecho 151.171.555 revisitas al visitar a personas que mostraban interés y al conducir estudios bíblicos de casa.
Los testigos de Jehová ofrecen a la gente sermones impresos, literatura bíblica, para ayudarla a aprender la verdad. En el año que acaba de pasar colocaron 27.581.852 libros encuadernados y 12.409.287 folletos en los hogares de la gente. Las revistas, La Atalaya y ¡Despertad!, desempeñan también un papel muy importante en ayudar a la gente a conseguir un entendimiento de la Palabra de Dios, y se distribuyen de casa en casa y en las calles. Así los testigos de Jehová colocaron en manos de la gente 273.238.018 revistas. Además, obtuvieron 2.387.904 suscripciones anuales a estas revistas.
Esta magnífica obra de predicar las buenas nuevas se efectuó no solo en 196 países donde se puede predicar con libertad, sino también en once países donde la obra de los testigos de Jehová está proscrita por los gobiernos. Hubo un excelente aumento de 8,7 por ciento en el número total de publicadores que participaron en la proclamación del Reino en estos once países. De hecho, hubo 172.253 personas que, en medio de grandes dificultades y por medio de arreglos cuidadosos, pudieron predicar acerca del reino de Dios a millones de personas. Dedicaron 18.281.976 horas haciendo eso, en la mayoría de los casos clandestinamente. Antes de terminar el año, 16.200 individuos de estos países se bautizaron, y ellos también participan ahora en la obra de evangelización junto con sus hermanos y hermanas de todo el mundo.
En la actualidad hay 34.576 congregaciones de los testigos de Jehová. Se asocian con estas congregaciones, y hay en zonas aisladas, muchos individuos que dedican todo su tiempo a predicar y enseñar, como los 1.102 misioneros y los 13.629 precursores especiales que dedicaron 150 horas cada mes a ir de casa en casa y conducir estudios bíblicos de casa. Rinden servicio a las congregaciones como ministros nombrados especiales 1.780 superintendentes de circuito y 197 superintendentes de distrito. Todos estos 16.708 evangelizadores reciben ayuda para sus gastos de alojamiento, comidas, viaje y ropa. En el año de servicio de 1974 la Sociedad gastó 8.812.245 dólares y 60 centavos en ayudar a estos trabajadores de tiempo cabal a seguir adelante en su obra.
Además de estos gastos, hubo gastos para el mantenimiento de los hogares Betel, donde hay 3.307 personas que trabajan en oficinas, cocinas, lavanderías, en quehaceres domésticos y en la producción de literatura... todo para el adelanto de la predicación de las buenas nuevas.
Hubo, como promedio cada mes, 112.610 precursores regulares y precursores temporeros que dedicaron unas 100 horas al mes a declarar las buenas nuevas del Reino. Estas personas, también, están asociadas con las congregaciones y constantemente hablan a la gente acerca del Reino por el cual se ha enseñado a los cristianos a orar, a saber: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:9, 10) Para participar en las bendiciones del reino de Dios la gente tiene que tomar acción. La Biblia insta a hacer esto: “Sálganse de ella [Babilonia la Grande] . . . si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas.” (Rev. 18:4) Por eso hoy centenares de miles, sí, millones de personas han huido y están huyendo ahora del imperio mundial de la religión falsa, Babilonia la Grande, y le dicen a Jehová: “Tú eres mi refugio y mi plaza fuerte.”—Sal. 91:2.
Esto se hizo patente el 7 de abril de 1974, cuando los testigos cristianos de Jehová celebraron el Memorial de la muerte de Cristo. Por todo el mundo hubo una concurrencia de 4.550.457 personas. De éstas, 10.723 participaron de los emblemas, declarando que han sido ungidos por espíritu santo para ser coherederos de Cristo Jesús.
Los miembros de la familia de Betel en todas sus sucursales se alegran mucho de poder imprimir Biblias, libros, folletos, revistas y tratados que ayudan a los millones de evangelizadores que hay en el campo. Con este fin, en las varias imprentas produjeron 51.663.097 Biblias y otros libros encuadernados y 18.239.169 folletos, todos para usarse en la obra educativa bíblica. Además, se imprimieron 471.111.629 revistas.
Todos los superintendentes de sucursal en su informe anual solicitaron especialmente que se enviara amor afectuoso y muy buenos deseos a todos sus colaboradores de todo el mundo. Esta solicitud la hacen todos los testigos cristianos de Jehová de cada país para que todo el pueblo de Jehová de otros países del mundo sepa del amor que ellos les tienen. Todos nosotros creemos en un solo Dios verdadero, Jehová, y lo adoramos y amamos. Estamos muy agradecidos a su Hijo unigénito, Cristo Jesús, que puso tan excelente ejemplo de integridad. Juntos estamos interesados en declarar las buenas nuevas del reino de Dios. Ese es nuestro gozo. Estamos deseosos, aunque con paciencia, de ver que este viejo sistema de cosas termine y el justo reino mesiánico de Dios gobierne sin interferencia para bendición de toda la humanidad.
Esperamos con alegría el año 1975 y su magnífica obra, y la expectativa de recoger todavía más personas de las que aman a Jehová y suspiran y lloran debido a las abominaciones que existen en toda la tierra.
Mientras permanecemos en el paraíso espiritual de Jehová, trabajando con él, será un gozo para todos nosotros continuar leyendo este libro día tras día, banqueteando con los textos y comentarios que se suministran. ¡Esto será fortalecedor para nosotros, mientras andamos en los pasos de Cristo Jesús! ¡Sean valerosos! ¡Muestren fe! Y juntos ‘fortalezcamos nuestra mente para actividad’ y sigamos adelante en el magnífico servicio a Jehová, el único Dios verdadero.—1 Ped. 1:13.
Mi cálido amor y mejores deseos para ustedes, ¡y que la abundante bendición de Jehová esté sobre todos ustedes mientras seguimos adelante en unidad!
Su hermano y consiervo,
N. H. Knorr, Presidente
Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
-