Albania
ALBANIA es un país pequeño cuya historia es rica y compleja. Lo han atravesado tribus y naciones; lo han sacudido potencias mundiales, y ha estado sometido a décadas de aislamiento radical. Aunque los testigos de Jehová han afrontado muchos obstáculos y adversidades allí, Dios los ha sostenido y los ha bendecido con gran prosperidad espiritual. A continuación se ofrece un breve relato de su emocionante historia, el cual muestra cómo “la mano de Jehová” ha sostenido a sus humildes siervos en este país (Hech. 11:21).
Potencias extranjeras lucharon durante siglos por lograr el control de Albania, y el conflicto también se extendió al campo religioso. A principios del siglo XVI, el territorio se hallaba dividido: parte de sus habitantes eran musulmanes, algunos eran ortodoxos, y otros católicos.
En los últimos años del siglo XIX se vio el surgimiento del nacionalismo albanés y la formación de muchas sociedades patrióticas. La mayoría de la población estaba constituida por campesinos, y muchos achacaban su pobreza a la prolongada intervención extranjera. Para el año 1900, la autonomía y la independencia eran cuestiones candentes que provocaron guerras con Grecia, Serbia y Turquía. Como resultado, Albania se proclamó nación independiente en 1912.
Más tarde, la política gubernamental casi acabó con la práctica de la religión organizada. Tras la II Guerra Mundial, las autoridades comunistas proscribieron todas las religiones y declararon que su país era el primer estado ateo del mundo.
“ACEPTAN LA VERDAD CON ALEGRÍA”
Antes del año 56 de nuestra era, el apóstol Pablo escribió que él y sus compañeros habían predicado cabalmente las buenas nuevas “hasta Ilírico”, una provincia romana que incluía parte de la actual Albania (Rom. 15:19). Es muy probable que algunos habitantes de dicha región se hicieran cristianos verdaderos por aquel entonces, pues según los datos históricos, el cristianismo se arraigó en Albania en el siglo primero.
En tiempos modernos, la primera mención de la adoración verdadera en la zona aparece en una carta de 1921 que John Bosdogiannis envió de Creta al Betel de Brooklyn. En ella dijo que había visitado a la “clase” de estudio de la Biblia de Iōánnina, que en la actualidad forma parte del norte de Grecia. Casi al mismo tiempo, muchos albaneses —entre ellos Thanas (Nasho) Idrizi y Costa Mitchell— se establecieron en Nueva Inglaterra (Estados Unidos). Y cuando aprendieron la verdad se bautizaron de inmediato. El hermano Idrizi regresó a Gjirokastër (Albania) en 1922 y fue el primer albanés que volvió a su país llevando consigo las verdades bíblicas. Jehová bendijo su abnegación, y la gente comenzó a aceptar el mensaje. Al poco tiempo, otros albaneses que habían abrazado la verdad en Estados Unidos también regresaron a Albania. Mientras tanto, Costa Mitchell siguió predicando a los albaneses que vivían en Boston (Massachusetts, Estados Unidos).
Sokrat y Thanas Duli (Athan Doulis) nacieron en Albania, pero de niños fueron llevados a Turquía. Sokrat, el hermano mayor, regresó a Albania en 1922. Al año siguiente, Thanas, de 14 años, fue a buscarlo. Él escribió: “Cuando llegué a nuestra antigua casa, no encontré a mi hermano porque se hallaba trabajando a 200 kilómetros (125 millas) de distancia. Lo que sí encontré fue una revista La Atalaya, una Biblia y siete tomos de la obra Estudios de las Escrituras, así como algunos folletos sobre temas bíblicos. Era obvio que, incluso en aquella remota región montañosa, había Estudiantes de la Biblia activos que habían aprendido de la Biblia y habían cultivado amor por ella durante su estancia en Estados Unidos”. Cuando por fin se encontraron, Sokrat —que para entonces ya estaba bautizado— no se retrajo de enseñarle la verdad a Thanas.
En 1924, la oficina de Rumania recibió la asignación de supervisar el campo que acababa de abrirse en Albania. Aunque todavía se predicaba poco, la revista The Watch Tower (hoy en español La Atalaya) del 1 de diciembre de 1925 informó: “Se han traducido y editado en la lengua del país el libro El Arpa de Dios, así como los folletos Un gobierno deseable y La angustia mundial, la razón y el remedio. Ya se ha distribuido una gran cantidad de estos folletos, y los albaneses aceptan la verdad con alegría”.
En aquel entonces, Albania se hallaba desgarrada por los conflictos políticos. Pero ¿cómo les iba a los siervos de Jehová? “En 1925 había tres congregaciones en Albania, además de algunos Estudiantes de la Biblia aislados”, escribió Thanas. También destacó que el amor de los hermanos contrastaba agudamente con los conflictos, el egoísmo y el espíritu de competencia de la gente en general. Mientras que muchos albaneses dejaban el país, otros que habían aprendido la verdad volvían deseosos de enseñar a sus parientes lo que era el recién establecido Reino de Cristo.
Entretanto, allá en Boston, los domingos por la mañana se reunían unas sesenta personas para escuchar discursos públicos en albanés. Eran estudiantes serios a los que les encantaba analizar con detalle los tomos de Estudios de las Escrituras. También estudiaban a fondo el libro El Arpa de Dios. Es cierto que dicha publicación contenía algunos errores de traducción. Por ejemplo, en un principio el título se tradujo La Guitarra de Dios. Con todo, ayudó a muchos albaneses a conocer las verdades bíblicas y a fortalecer su fe.
“NO LOS MOLESTEN”
En 1926, la revista The Watch Tower informó que en Albania, la Conmemoración había contado con trece asistentes. El Yearbook (Anuario) de 1927 explicaba: “Solo hay unos quince hermanos consagrados en Albania, y hacen todo lo posible por difundir el mensaje del Reino”. Además, aseguraba: “En Estados Unidos hay unos treinta hermanos albaneses consagrados, que están deseando ayudar a sus compatriotas a conocer la verdad”. En 1927, a los quince hermanos de Albania les alegró que hubiera una asistencia de veintisiete personas a la Conmemoración, más del doble que el año anterior.
A finales de los años veinte seguía habiendo mucha agitación política. Un gobierno dirigido por el obispo ortodoxo Fan Noli tomó brevemente el poder, pero fue derrocado por el presidente Ahmed Bey Zogú. Este último convirtió a Albania en un reino y, bajo el nombre Zogú I, se autoproclamó soberano.
En 1928, Lazar Nasson, Petro Stavro y otros dos hermanos viajaron de Estados Unidos a Albania para proyectar el “Foto-Drama de la Creación”. Por esas mismas fechas, un sacerdote católico y otro ortodoxo, que venían también de Estados Unidos, visitaron al rey Zogú I.
El sacerdote católico advirtió al rey: “Tenga cuidado. Han venido unos hombres de Estados Unidos para causarle problemas”.
Pero el sacerdote ortodoxo no estaba de acuerdo. Sabía cómo eran los hermanos, pues no mucho tiempo atrás, antes de conocer la verdad, habían pertenecido a su iglesia en Boston. Así que le dijo al rey: “Si todos los albaneses fueran como ellos, no tendría que cerrar con llave las puertas de su palacio”.
El rey Zogú I contestó: “Entonces no molesten a esos hombres”.
Ese mismo año se imprimió en Boston el libro Cánticos de Alabanza a Jehová en albanés. Gracias a ello, los hermanos que vivían en Albania con el tiempo pudieron aprender la música y la letra de aquellos cánticos. Dos de sus favoritos fueron “¡No teman, rebaño pequeño!” y “¡A trabajar!”, los cuales fortalecieron a los hermanos en los difíciles años que vinieron después.
En general, los albaneses no se andan con rodeos y agradecen que se les hable francamente. Lo que para otros quizá sea una forma de hablar brusca, para ellos es comunicación normal y animada. Si están convencidos de algo, no solo dan a conocer su opinión, sino que suelen expresarla con convicción y actuar en conformidad con ella. Sin duda, esa forma de ser ha influido mucho en su respuesta a las buenas nuevas.
LAS DIFICULTADES TIENEN RESULTADOS POSITIVOS
Debido al aumento de los problemas políticos y económicos, había más albaneses que abandonaban su país. Algunos aprendieron la verdad en Nueva Inglaterra y en Nueva York. Dondequiera que hubiese una comunidad de albaneses florecía la verdad. Los hermanos tenían muchas ganas de contar con más publicaciones y se alegraron al recibir los folletos El Reino, la esperanza del mundo y La Crisis en albanés.
Las autoridades albanesas confiscaron por aquel tiempo algunas de nuestras publicaciones. No obstante, en 1934 apareció en el Bulletin (Boletín, ahora Nuestro Ministerio del Reino) este informe procedente de Albania: “Nos alegra mucho escribirles que el secretario de Justicia ha decretado que, en todas las provincias, nuestras publicaciones pueden circular libremente de ahora en adelante [...]. Se han devuelto a los Testigos todos los libros y folletos confiscados por los prefectos [...]. Hay siete hermanos que han alquilado un automóvil y visitan ciudades distantes para llevar libros, mientras que los demás hermanos predican en las zonas cercanas”. Como resultado, en 1935 y 1936 los Testigos distribuyeron más de seis mil quinientos ejemplares de las publicaciones.
“SEGÚN SE CREE, SERÁ LA EMISIÓN CON MÁS OYENTES DE LA HISTORIA”
El periódico británico Leeds Mercury anunció a principios de 1936: “Se están haciendo preparativos para lo que, según se cree, será la emisión con más oyentes de la historia. Se trata de un discurso que pronunciará en Los Ángeles el juez Rutherford, el predicador”. J. F. Rutherford, que dirigía la obra de los testigos de Jehová en aquel tiempo, iba a pronunciar un discurso que sería transmitido a Estados Unidos y Gran Bretaña por radioteléfono, y luego retransmitido a una serie de países europeos. El artículo del Mercury terminaba diciendo: “Hay un país europeo donde el discurso no se escuchará. Se trata de Albania, que carece de servicio telefónico”.
No obstante, pocas semanas después del discurso, Nicholas Christo, de la congregación albanesa de Boston, escribió lo siguiente a la sede mundial: “Deseamos informarles que, según noticias recibidas recientemente de Albania, el discurso del juez Rutherford titulado ‘Separando a las naciones’ sí se escuchó en ese país, el cual se sumó a la ya larga lista de países que recibieron la transmisión. Se sintonizó en dos lugares distintos [...], al parecer en onda corta [...]. Los hermanos sintieron una enorme emoción al escuchar la voz del juez Rutherford”.
¿Cómo efectuaban sus reuniones los publicadores albaneses antes de que apareciera La Atalaya en su idioma? La mayoría de quienes aceptaron la verdad eran hombres que habían asistido a escuelas griegas del sur de Albania. Por ello, no tenían problemas para estudiar La Atalaya en griego. Otros la estudiaban en italiano o en francés. Y todos iban traduciendo directamente de sus publicaciones mientras la reunión se celebraba en albanés.
En el grupo albanés de la ciudad de Boston, el estudio de La Atalaya del lunes por la noche también se llevaba a cabo con la edición griega de la revista. Con todo, muchos hermanos lograron inculcar la verdad en sus hijos, y, años después, muchos de sus hijos, sobrinos, nietos y bisnietos llegaron a ser siervos de tiempo completo. De hecho, los hermanos albaneses eran tan conocidos por su predicación entusiasta que la gente comenzó a llamarlos ungjillorë, que significa “evangelizadores”.
SE DA TESTIMONIO A IMPORTANTES AUTORIDADES
En 1938, un año antes de que el rey Zogú I fuera derrocado, dos de sus hermanas viajaron a Boston. En diciembre, la revista Consolación (ahora ¡Despertad!) publicó este comentario: “Cuando las princesas llegaron a Boston, dos miembros de la unidad albanesa de la compañía de Boston de los testigos de Jehová fuimos a visitarlas a su hotel y les llevamos el mensaje del Reino de Dios. Nos recibieron con mucha amabilidad”.
Los dos Testigos eran Nicholas Christo y su hermana, Lina. No solo hablaron con las princesas, sino con otros cinco dignatarios, entre ellos el entonces embajador de Albania en Estados Unidos, Faik Konitza [Konica]. Antes de aquella conversación, se leyó a los presentes una tarjeta de testimonio en albanés donde se explicaba hasta qué grado se estaba predicando la verdad entre los albaneses. La tarjeta decía en parte: “Nos complace informarles que este mensaje también lleva muchos años proclamándose en Albania y que se han distribuido decenas de miles de libros entre las autoridades y la población para su iluminación y consuelo”.
El embajador Konitza explicó a las princesas: “Los Testigos desean que ustedes utilicen su influencia para que ellos puedan predicar tranquilamente en Albania. Ellos tienen una fe ‘nueva’, pues creen que el mundo [el sistema mundial presente] pronto llegará a su fin, que después Cristo reinará, y que entonces incluso los muertos serán resucitados”.
¿Cómo sabía el señor Konitza tanto sobre el mensaje del Reino? La revista Consolación explicó que alguien que conocía de años al señor Konitza se había hecho Testigo y después le había hablado de la verdad bíblica en varias ocasiones.
LA II GUERRA MUNDIAL TRAE PRUEBAS
Durante los años treinta, Italia tomó el control de Albania, y el rey Zogú I y su familia huyeron del país en 1939. El ejército fascista invasor procedente de Italia proscribió nuestras publicaciones y declaró ilegal la obra de los cincuenta publicadores que había. En el verano de 1940 fueron confiscadas unas quince mil publicaciones. El 6 de agosto, los fascistas arrestaron en Këlcyrë a nueve hermanos y los encerraron en una celda de dos metros por cuatro (seis pies por doce). Tiempo después, los trasladaron a una prisión de Tirana, donde pasaron ocho meses sin que se les juzgara y luego recibieron sentencias que oscilaban entre diez meses y dos años y medio.
En aquel entonces, las familias debían llevar la comida a sus parientes presos. Pero en este caso, los responsables de mantener a la familia eran quienes estaban en la cárcel. Así que ¿cómo podrían sostenerse a sí mismos?
“Nos daban 800 gramos [30 onzas] de pan seco, tres kilos [siete libras] de carbón y una barra de jabón cada quince días —recuerda Nasho Dori—. Entre Jani Komino y yo teníamos suficiente dinero para comprar un kilo [dos libras] de frijoles. Utilizamos el carbón para hervir los frijoles, y otros presos nos los fueron comprando por cucharadas. No tardamos mucho en poder preparar cinco cazuelas grandes de una sola vez, y con el tiempo juntamos dinero suficiente para comprar un poco de carne.”
En el invierno de 1940, tropas griegas penetraron en Albania y reclutaron hombres. En cierto pueblo, un hermano se negó alegando que era neutral. Los soldados lo arrastraron de los cabellos y lo golpearon hasta que se desmayó.
—¿Sigues negándote a obedecer? —preguntó bruscamente el oficial al mando cuando el hermano recuperó el conocimiento.
—Sigo siendo neutral —contestó el hermano.
Los soldados, frustrados, lo dejaron ir.
Varios días después, el oficial fue a casa del hermano al que había torturado y lo felicitó por su valor. Además, le confesó: “Hace unos días maté a doce italianos y recibí una medalla. Pero me remuerde la conciencia y me da vergüenza llevarla puesta. La tengo en el bolsillo porque sé que es el símbolo de un crimen”.
CAMBIAN LOS GOBERNANTES, NO LAS PRUEBAS
A pesar de los esfuerzos fascistas por conservar el control, el partido comunista albanés iba ganando terreno furtivamente en medio de las batallas y el caos de la guerra. En 1943, soldados que peleaban contra los comunistas capturaron a un Testigo, lo metieron en un camión, lo llevaron al frente de batalla y le entregaron un rifle. El hermano se negó a tomarlo.
“¡Eres comunista! —gritó el comandante—. Si fueras cristiano, lucharías igual que los sacerdotes.”
El comandante ordenó a sus soldados que mataran al hermano. Pero cuando el pelotón de fusilamiento estaba a punto de disparar, llegó otro oficial y preguntó qué pasaba. Al enterarse de que el hermano era neutral, anuló la orden de ejecución y mandó que lo pusieran en libertad.
En septiembre de 1943, los fascistas se retiraron y hubo una invasión de tropas alemanas, que en una sola noche mataron a 84 personas en Tirana. Otros cientos de personas fueron enviadas a campos de concentración. Entretanto, los hermanos escribían a máquina mensajes bíblicos de esperanza y ánimo. Pedían a cada persona que leyera el mensaje y lo devolviera, para entonces ofrecérselo a otra. Siguieron predicando con los pocos folletos que habían podido esconder, pero solo utilizaban ciertas partes de la Biblia, pues no contaron con una traducción completa hasta mediados de los años noventa.
Para 1945, quince hermanos habían cumplido condenas de cárcel. A dos los habían enviado a campos de concentración, donde uno fue torturado hasta morir. Resulta irónico el hecho de que mientras en Albania se persiguió a los Testigos por no unirse a las fuerzas del Eje, en Estados Unidos otros hermanos albaneses fueron a la cárcel precisamente por no luchar contra las fuerzas del Eje.
En la Albania devastada por la guerra, las publicaciones confiscadas se guardaban en una oficina de aduana. Durante una violenta batalla, aquel edificio se vino abajo, y muchas de nuestras publicaciones quedaron esparcidas por la calle. Después, algunos transeúntes curiosos recogieron del suelo libros y folletos, y comenzaron a leerlos. Los hermanos inmediatamente recogieron las publicaciones que quedaron.
Las fuerzas alemanas se retiraron de Albania en el año 1944, y el ejército comunista estableció un gobierno provisional. De inmediato, los Testigos solicitaron permiso para reimprimir folletos, pero les fue denegado con este argumento: “La Atalaya ataca al clero, y en Albania todavía respetamos al clero”.
LA PERSECUCIÓN SIGUE TRAS LA GUERRA
La nueva administración comunista subió mucho los impuestos y se adueñó de edificios, fábricas, negocios, tiendas y cines. No se permitía a la gente comprar, vender o alquilar terrenos, y todas las cosechas debían entregarse al Estado. El 11 de enero de 1946, el país se proclamó la República Popular de Albania. El partido comunista ganó las elecciones, formó gobierno y nombró jefe de Estado a Enver Hodja.
Se abrieron más escuelas y se enseñó a leer a los niños, aunque el gobierno comunista no quería que se leyera nada que no fomentara su ideología. Se confiscaron nuestras publicaciones, el pequeño suministro de papel y las pocas máquinas de escribir que tenían los hermanos.
Cada vez que los Testigos intentaban conseguir que se aprobara la publicación de algo, eran rechazados y amenazados. Pero se mantuvieron firmes y dijeron a las autoridades: “Jehová nos ha dado la responsabilidad de informar a los albaneses sobre su propósito divino, y ustedes nos lo prohíben. Ahora son ustedes los que tendrán que dar cuentas a Jehová”.
La respuesta implícita de las autoridades fue que ellos eran los dueños de Albania, que no tolerarían la teocracia y que tampoco perderían su tiempo por causa de los Testigos o de su Dios, Jehová, al que no reconocían. Con todo, los hermanos no se dejaron intimidar y siguieron hablando de las buenas nuevas en todo momento y lugar posibles.
A partir de 1946 se hizo obligatorio votar, y se consideró enemigo del Estado a cualquiera que se atrevía a abstenerse. Se dictaron leyes que prohibían las reuniones, y la predicación se convirtió en delito. ¿Cómo reaccionaron los Testigos?
Los aproximadamente quince hermanos que había en Tirana organizaron una campaña de predicación en 1947, pero los arrestaron de inmediato, les destrozaron sus biblias y los torturaron. Cuando fueron puestos en libertad, se les ordenó que no viajaran a ninguna parte sin permiso de la policía. Además, los periódicos ridiculizaron a Jesús y a Jehová.
Los Testigos albaneses que vivían en Boston se enteraron de lo ocurrido y, el 22 de marzo de 1947, escribieron a Enver Hodja una respetuosa carta de dos páginas en defensa de sus hermanos de Albania. Explicaron que los testigos de Jehová no representaban una amenaza para el gobierno y destacaron que nuestros enemigos religiosos habían lanzado acusaciones falsas porque nuestras publicaciones exponían claramente sus prácticas contrarias al cristianismo. La carta concluía así: “Cuando la delegación albanesa ante las Naciones Unidas dirigida por el señor Kapo visitó Boston, fuimos a su hotel. Él nos recibió amablemente y escuchó nuestro mensaje sin prejuicios”. Hysni Kapo fue una de las autoridades de mayor rango en Albania durante años. A pesar de esta carta, los problemas en Albania siguieron aumentando.
En 1947, Albania se alió con la Unión Soviética y Yugoslavia, pero tuvo conflictos con Grecia. Al año siguiente, cortó sus lazos con Yugoslavia y se acercó más a la Unión Soviética. Cualquiera que no apoyase la ideología del gobierno era marginado. Por eso, la postura neutral de los Testigos provocó un aumento de la oposición hacia ellos.
Por ejemplo, en 1948 un grupo de seis hermanos se reunieron en cierta aldea para celebrar la Conmemoración. La policía irrumpió en la reunión y los golpeó durante horas. Dos semanas después arrestaron al hermano que había pronunciado el discurso de Conmemoración y lo tuvieron doce horas de pie. A medianoche, el jefe de policía le gritó: “¿Por qué violaste la ley?”.
“No podemos poner la ley del Estado por encima de la ley del Señor”, respondió el hermano.
Lleno de rabia, el jefe de policía le dio una bofetada al hermano, y al ver que este volvía la cabeza hacia un lado, preguntó: “¿Qué haces?”.
“Como ya le he dicho, somos cristianos —contestó el hermano—. Y Jesús enseñó que cuando alguien te golpea, debes volver la otra mejilla.”
“Pues si eso es lo que ordena tu Señor —vociferó el enfurecido policía—, no pienso obedecerle, y no te golpearé más. ¡Fuera de aquí!”
“SEGUIRÉ PREDICANDO”
Sotir Ceqi era un ortodoxo devoto que vivía en Tirana. De niño había padecido tuberculosis de los huesos y sufría terribles dolores de piernas. A los 17 años se hallaba tan deprimido que tomó la decisión de suicidarse arrojándose a las vías del tren. Cuando ya estaba pensando intentarlo, recibió la visita de su pariente Leonidha Pope. Sin saber lo que Sotir planeaba, Leonidha le explicó que Jesús había curado a los enfermos y que la Tierra se convertiría en un paraíso. Además, le dio un ejemplar de las Escrituras Griegas, que Sotir comenzó a leer de inmediato.
Sotir relata: “Era como si me hubieran dado agua para mi sed. ¡Había encontrado la verdad!”.
A los pocos días, y sin haber vuelto a ver a Leonidha, Sotir llegó a la siguiente conclusión: “La Biblia dice que Jesús predicó. Todos los apóstoles y discípulos predicaron. Está claro que yo debo hacer lo mismo”.
Así que Sotir salió a predicar. Con su ejemplar de las Escrituras Griegas en una mano y una muleta en la otra, fue predicando valientemente de casa en casa.
En aquellos años, la Sigurimi (Dirección de Seguridad del Estado) era la encargada de velar por la seguridad de la nación. Sus agentes, siempre atentos a cualquier supuesta amenaza para el comunismo, enseguida observaron la audacia con que Sotir predicaba. Lo arrestaron, lo retuvieron durante horas, lo golpearon y le ordenaron que no predicara más.
Cuando lo soltaron, Sotir se puso en contacto con Leonidha, quien lo llevó a casa de Spiro Karajani, un médico que había aprendido la verdad algunos años antes. Spiro no solo atendió a Sotir, sino que también lo ayudó a comprender mejor la verdad.
Spiro le aconsejó: “Si vuelven a arrestarte, no firmes nada sin leer primero cada línea y cada palabra. Haz una raya después de lo que ellos escriban. No dejes espacios en blanco. Lee todo con mucho cuidado, y asegúrate de que lo que firmes sea lo que tú dijiste”.
Solo dos días después, la policía atrapó a Sotir predicando de nuevo. En la comisaría le ordenaron que firmara una declaración. Cuando estaba a punto de hacerlo, recordó el consejo de Spiro. A pesar de que lo estaban presionando para que firmara rápidamente, Sotir se tomó su tiempo y lo leyó todo.
Entonces dijo: “Lo siento, no puedo firmar. Yo no dije estas palabras. Si firmara este documento, estaría mintiendo, y yo no puedo mentir”.
Ante aquello, los agentes hicieron un látigo con una cuerda y lo usaron para azotar a Sotir durante horas. Como seguía negándose a cooperar, lo obligaron a sujetar dos cables mientras lo sometían repetidamente a terribles descargas eléctricas.
Sotir contó tiempo después: “Cuando ya casi no podía soportar el dolor, oré con lágrimas en los ojos. De repente se abrió la puerta, y allí estaba el oficial principal. Echó un vistazo y enseguida volvió la cabeza y ordenó: ‘¡Alto! ¡No se supone que hagan esto!’”. Todos sabían muy bien que la tortura era ilegal. Dejaron de agredir a Sotir, pero no dejaron de presionarlo para que firmara el documento. Aun así, él se negó.
Finalmente dijeron: “¡Tú ganas!”. A regañadientes escribieron la declaración hecha por Sotir, la cual contenía un excelente testimonio, y le entregaron el documento. A pesar de haber pasado horas recibiendo golpes y descargas eléctricas, Sotir leyó con mucho cuidado cada palabra. Si alguna oración terminaba a mitad de una línea, él hacía una raya hasta el final del renglón.
—Pero ¿puede saberse dónde aprendiste a hacer eso? —preguntaron los asombrados policías.
—Jehová me enseñó a no firmar cosas que no he dicho —respondió Sotir.
—Está bien, está bien. Pero ¿quién te dio esto? —preguntó un policía mientras le daba a Sotir un trozo de pan y otro de queso. Ya eran las nueve de la noche, y Sotir se moría de hambre, pues no había comido nada en todo el día. El policía insistió: “¿Fue Jehová? No, fuimos nosotros”.
—Jehová tiene muchas formas de proveer —contestó Sotir— y acaba de ablandarles el corazón a ustedes.
—Te soltaremos —dijeron frustrados los policías—, pero si vuelves a predicar, ya sabes lo que te espera.
—Entonces no me dejen ir, porque seguiré predicando —replicó Sotir.
—Será mejor que no le cuentes a nadie lo que ha pasado aquí —ordenó el oficial.
—Si me preguntan —dijo Sotir—, no puedo mentir.
—¡Ya lárgate! —gritó furioso el policía.
Sotir fue uno de los muchos hermanos torturados de aquella manera. Fue tras esta prueba de fe cuando Sotir se bautizó.
Como la correspondencia estuvo censurada durante años, los informes de Albania se recibían con poca frecuencia y eran muy escuetos. Cada vez era más peligroso viajar y asistir a las reuniones, por lo que los Testigos del país empezaron a perder el contacto entre sí. Al no haber ninguna organización central, resultaba difícil obtener un cuadro claro de la situación. A pesar de todo, el número de los que aceptaban la verdad siguió creciendo. En 1940 había 50 hermanos en todo el país, y en 1949, la cifra era de 71.
AUMENTO EN MEDIO DE LA TENSIÓN POLÍTICA
En los años cincuenta, los controles se intensificaron hasta abarcar todo aspecto de la vida. Las tensiones políticas entre Albania y Grecia siguieron aumentando. Las relaciones diplomáticas con Inglaterra y Estados Unidos eran nulas, y la tirantez caracterizaba incluso los tratos con la Unión Soviética. Albania terminó aislándose del mundo exterior y vigilando estrechamente todas las comunicaciones.
Con todo, dos hermanos lograron enviar unas cuantas cartas y tarjetas postales a otros Testigos de Suiza, y estos respondieron en francés o italiano, empleando códigos. Gracias a esas postales, los hermanos albaneses supieron que se había celebrado una asamblea en Núremberg en 1955. La noticia de que los Testigos alemanes disfrutaban de libertad tras la caída del régimen de Hitler animó a los hermanos albaneses a permanecer firmes.
Albania informó 75 publicadores en 1957. Aunque no se disponía de cifras exactas, el Yearbook (Anuario) de 1958 mencionó que “un buen número” había celebrado la Conmemoración y que “los hermanos albaneses s[eguían] predicando”.
En el Yearbook (Anuario) de 1959 se indicaba: “Estos fieles testigos de Jehová continúan haciendo cuanto pueden. Han hablado de la verdad bíblica abiertamente con otras personas e incluso han intentado publicar alguna información. Se sienten agradecidos por el alimento sólido que han recibido al tiempo debido, pero parece que los gobernantes comunistas han cerrado todas las comunicaciones con el exterior”. El informe concluía así: “Aunque los gobernantes del país separen a los hermanos de Albania del resto de la sociedad del nuevo mundo, no pueden impedir que el espíritu santo actúe sobre ellos”.
PERSISTEN LOS PROBLEMAS
En aquel entonces se esperaba que todo el mundo llevara consigo un carné militar. Quienes no lo llevaran perderían su trabajo o irían a la cárcel. Nasho Dori y Jani Komino volvieron a pasar varios meses en prisión por ese motivo. Aunque unos pocos Testigos transigieron por miedo a perder sus trabajos, un grupo de hermanos firmes y leales celebró la Conmemoración en 1959, y la mayoría de los Testigos siguieron predicando con valor.
En 1959 se disolvió el Ministerio de Justicia y ya no se permitió a los abogados ejercer su profesión. El propio partido comunista creaba e imponía todas las leyes. Se consideraba enemigos a quienes no votaban en las elecciones. El miedo y la desconfianza estaban muy generalizados.
Los Testigos albaneses enviaban mensajes indicando que, aunque se encontraban en una situación muy difícil, estaban decididos a permanecer leales. Entretanto, la sede mundial de Brooklyn siguió intentando comunicarse con los hermanos en Albania. Se pidió a John Marks —nacido en el sur de Albania pero que vivía en Estados Unidos— que tratara de conseguir un visado para entrar en Albania.
Año y medio después, John obtuvo el visado, pero su esposa, Helen, no. John llegó a Durazzo en febrero de 1961 y viajó hasta Tirana. Allí se encontró con su hermana, Melpo, que había mostrado interés en la verdad. Ella lo ayudó a ponerse en contacto con los Testigos al día siguiente.
John habló largo y tendido con los hermanos y les entregó algunas publicaciones que llevaba escondidas en un compartimento secreto de su maleta. Ellos estaban muy emocionados, pues hacía más de veinticuatro años que no los visitaba ningún Testigo del extranjero.
John calculó que había 60 hermanos en cinco ciudades y algunos más en pueblos pequeños. Los Testigos de Tirana trataban de reunirse en secreto cada domingo para repasar las publicaciones que habían mantenido ocultas desde 1938.
Luego de tanto tiempo prácticamente sin contacto con la organización, los Testigos albaneses necesitaban que se les pusiera al día en asuntos doctrinales y de organización. Por ejemplo, las reuniones las dirigían tanto hermanos como hermanas, y ellas incluso oraban en público. John escribió tiempo después: “Los hermanos se mostraron un tanto escépticos y preocupados en cuanto a cómo recibirían ellas los cambios, por eso me pidieron que hablara con las hermanas en privado, y así lo hice. Me alegró ver su buena reacción”.
A pesar de su pobreza, estos fieles siervos de Jehová apoyaron con empeño la obra del Reino. Por ejemplo, el hermano John Marks hizo mención de dos Testigos de edad avanzada de Gjirokastër que habían ahorrado “de lo poco que tenían y habían acumulado cierta cantidad de dinero para donarla a la Sociedad”. Cada uno había guardado más de 100 dólares en monedas de oro.
Los hermanos de Tirana recibieron con gusto el folleto Predicando y enseñando en paz y unidad, que contenía instrucciones sobre cómo debían funcionar las congregaciones, incluso bajo proscripción. En marzo, John celebró la Conmemoración en Tirana, en el hogar de Leonidha Pope, y hubo 37 asistentes. Justo después del discurso, volvió a Grecia en barco.
Después que los hermanos de la central mundial analizaron el informe del hermano Marks sobre su visita a Albania, asignaron a Leonidha Pope, Sotir Papa y Luçi Xheka para que se encargaran de la congregación de Tirana y de la obra en el país. Spiro Vruho fue nombrado superintendente de circuito. Tenía que visitar las congregaciones y reunirse con los hermanos por las tardes para dar animadores discursos y analizar las publicaciones. La organización hizo todo lo posible por ayudar a los Testigos de Albania a fortalecerse y a ponerse al día en sentido espiritual.
De más está decir que, debido a la censura de la correspondencia, la organización no podía enviar una carta formal con instrucciones. Así que John transmitía dichas instrucciones a los siervos de Jehová de Albania poco a poco, usando un código que remitía a páginas de las publicaciones que ya tenían. No tardaron en recibirse informes que demostraban que los hermanos habían captado bien la información. Los tres hermanos que estaban en Tirana formaban el Comité del País, y Spiro visitaba las congregaciones regularmente.
Los Testigos albaneses tuvieron que encontrar nuevos métodos para enviar sus informes de servicio a la sede mundial. Uno de estos fue enviar tarjetas postales a determinados hermanos en el extranjero. Entonces, utilizando un bolígrafo de punta fina, se escribían los informes en código debajo del sello. Por ejemplo, escribían el número de la página del folleto Predicando y enseñando en paz y unidad que trataba el tema “Publicadores”. Entonces escribían al lado el número de publicadores que habían informado aquel mes. Durante muchos años se emplearon métodos similares para mantener la comunicación con los hermanos de Albania.
UN REVÉS TRAS UN BUEN COMIENZO
Aunque el Comité del País se estaba esforzando mucho por fomentar la adoración verdadera, los problemas no tardaron en surgir. En 1963, Melpo Marks escribió a su hermano John que dos de los tres miembros del Comité del País, Leonidha Pope y Luçi Xheka, se hallaban “lejos de sus familias” y que, hasta donde ella sabía, no se estaban celebrando reuniones. Posteriormente se supo que Spiro Vruho estaba en el hospital y que Leonidha Pope y Luçi Xheka estaban enfermos, y se hizo referencia a Hechos 8:1, 3, donde se relata que Saulo de Tarso envió a los cristianos a prisión. ¿Qué estaba pasando?
Leonidha Pope, Luçi Xheka y Sotir Ceqi trabajaban en una fábrica donde miembros del partido comunista daban charlas a los trabajadores para fomentar la ideología del partido. Cierto día, durante una conferencia sobre la evolución, Leonidha y Luçi se levantaron y dijeron: “¡No, el hombre no vino del mono!”. Al día siguiente, ambos fueron separados de sus familias y enviados a trabajar a ciudades lejanas, un castigo que los albaneses llamaban internim (internamiento). A Luçi lo enviaron a las montañas de Gramsh. Como pensaban que Leonidha era el que estaba “a cargo”, lo enviaron a las escarpadas y frías montañas de Burrel. Pasarían siete años antes de que Leonidha pudiera volver a su hogar en Tirana.
Para agosto de 1964, casi no había reuniones. La poca información que se recibía del país indicaba que los hermanos eran vigilados muy de cerca por la Sigurimi. Un mensaje oculto bajo un sello decía: “Oren al Señor por nosotros. Han ido por nuestras casas confiscando publicaciones. No nos permiten estudiar. Hay tres personas en internamiento”. En un principio se pensó que habían dejado en libertad a los hermanos Pope y Xheka, ya que ellos eran los únicos que sabían cómo escribir bajo los sellos. Sin embargo, más tarde se descubrió que el mensaje lo había enviado Frosina, la esposa del hermano Xheka.
A los hermanos que dirigían la obra los habían enviado muy lejos, y la estricta vigilancia de la Sigurimi no permitía que los Testigos se comunicaran entre sí. A pesar de todo, los que estaban en internamiento dieron un testimonio notable a toda persona con quien podían hablar. La gente de Gramsh solía decir: “Los ungjillorë [evangelizadores] están aquí. No hacen el servicio militar, pero nos construyen puentes y nos arreglan los generadores”. Estos hermanos leales se ganaron una magnífica reputación durante décadas.
EL NACIMIENTO DE UN ESTADO ATEO
Albania cortó sus vínculos políticos con la Unión Soviética y se acercó más a China. La ideología comunista era tan influyente que algunos albaneses incluso se vestían con ropa parecida a la del líder del partido comunista chino, Mao Tse-tung. En 1966, Enver Hodja eliminó los rangos militares. Había un clima de desconfianza y no se toleraban opiniones contrarias al régimen.
Los periódicos del Estado comenzaron a publicar artículos contra la religión, calificándola de “elemento peligroso”. Después, un grupo de estudiantes demolió una iglesia con una máquina pesada en Durazzo. En rápida sucesión se destruyeron otros edificios religiosos en una ciudad tras otra. En 1967, con el gobierno avivando las llamas del sentimiento antirreligioso, Albania se convirtió en el primer país completamente ateo. Mientras que otros estados comunistas mantenían controlada la actividad religiosa, Albania ni siquiera la toleraba.
Algunos clérigos musulmanes, ortodoxos y católicos fueron encarcelados debido a su activismo político. Muchos otros se libraron porque transigieron y simplemente abandonaron la religión. Unos cuantos edificios religiosos históricos fueron convertidos en museos. No se permitía ningún tipo de símbolo religioso, ya fueran cruces, iconos, mezquitas o minaretes. La palabra Dios solo se usaba en sentido peyorativo. Todo esto complicó la situación de los Testigos.
Algunos de ellos murieron durante los años sesenta. Y el resto de los publicadores diseminados por el país siguieron hablando en defensa de la verdad tanto como pudieron. Pero incluso la gente que tenía algún interés estaba demasiado asustada para escuchar.
EL AMOR POR LA VERDAD NUNCA DISMINUYÓ
En 1968, Gole Flloko escribió a John y Helen Marks que su salud estaba deteriorándose. La predicación era ilegal, y las reuniones estaban proscritas. Aun así, Gole, de más de 80 años, contaba que solía hablarles a sus amigos y a las personas que conocía en el mercado, en el parque o en los cafés. Poco tiempo después murió fiel. Como sucedió con otros muchos en Albania, nada pudo extinguir su incontenible amor por Jehová y por la verdad.
Spiro Vruho también envejeció y ya no pudo hacer visitas de circuito como antes. Un día, a principios de 1969, lo encontraron muerto en el fondo de un pozo. Según la Sigurimi, se había suicidado. Pero ¿era cierto?
Aunque Spiro supuestamente había dejado una nota indicando que se suicidaba porque estaba deprimido, la letra con la que estaba escrita la nota no era la suya. Por otra parte, antes de su muerte se le había visto muy animado. Además, tenía marcas negras alrededor del cuello que revelaban que había sufrido algún tipo de agresión. No se encontró ninguna soga en el pozo, la cual habría necesitado para colgarse, y tampoco tenía agua en los pulmones.
Años más tarde salió a la luz que a Spiro le habían dicho que si no votaba, él y su familia irían a la cárcel y el gobierno dejaría de darles alimentos. Finalmente, los hermanos de Tirana descubrieron que el día antes de las elecciones, Spiro había sido asesinado y arrojado al pozo. Esta no fue la única vez que se usaron informes falsos de suicidios contra los testigos de Jehová.
UNA DÉCADA DE AISLAMIENTO FORZOSO
En 1971, los testigos de Jehová de todo el mundo se alegraron al saber que en Brooklyn (Nueva York) se habían añadido más miembros al Cuerpo Gobernante. Y el anuncio del nuevo método para nombrar ancianos y siervos ministeriales creó mucha expectación. Con todo, nuestros hermanos de Albania tardaron años en enterarse de estos cambios de organización. Lo supieron gracias a que unos turistas de Estados Unidos pudieron hablar brevemente con Llopi Bllani, una hermana que vivía en Tirana. Ella les dijo que no se celebraban reuniones y que solo tres Testigos estaban activos en aquella ciudad, aunque en realidad había muchos más.
Kosta Dabe se hallaba en Grecia desde 1966 intentando conseguir un visado que le permitiera regresar a su Albania natal. Tenía 76 años y quería enseñarles la verdad bíblica a sus hijos. Como no pudo conseguir el visado, entregó su pasaporte estadounidense en la frontera albanesa y entró en el país, sabiendo que quizás nunca podría volver a salir.
En 1975, un matrimonio de albaneses que vivían en Estados Unidos entraron en Albania como turistas. Escribieron que el control “era mayor que nunca” y que a los testigos de Jehová se les vigilaba muy de cerca. A los extranjeros los acompañaban en todo momento guías turísticos oficiales, muchos de los cuales eran miembros de la Sigurimi. Una vez que los extranjeros se marchaban, la Sigurimi vigilaba a las personas con las que ellos se habían puesto en contacto. A los turistas se les consideraba sospechosos y no eran bien recibidos. La gente tenía miedo de los extranjeros.
En noviembre de 1976, el hermano Dabe informó por carta que cinco personas habían asistido a la Conmemoración en Valona. Él sabía que en la ciudad de Përmet un Testigo había celebrado la Conmemoración solo, y lo mismo había sucedido en Fier. En Tirana, por su parte, se habían reunido dos hermanos en un lugar y cuatro en otro. Así que, hasta donde él sabía, por lo menos trece personas habían celebrado la Conmemoración en 1976.
Años después, Kulla Gjidhari contó cómo había celebrado ella la Conmemoración: “Por la mañana hice el pan y saqué el vino. Por la noche cerré las cortinas y saqué la Biblia que tenía escondida detrás del inodoro. Leí en el capítulo 26 de Mateo cómo instituyó Jesús la Conmemoración. Oré, sostuve el pan por un momento y luego lo puse a un lado. Leí un poco más de Mateo, volví a orar e hice lo mismo con la copa de vino. Después entoné un cántico. Estaba sola en sentido físico, pero me sentía unida a mis hermanos de todo el mundo”.
Kulla apenas tenía parientes. Spiro Karajani la había adoptado cuando era jovencita. Así que ella vivió en Tirana con él y con Penellopi, la hija de este. Spiro murió alrededor del año 1950.
AUMENTA EL AISLAMIENTO DE ALBANIA
En 1978, Albania rompió relaciones con China y comenzó una nueva era de aislamiento. Se promulgó una nueva constitución destinada a hacer de Albania un país totalmente autosuficiente, con normas estrictas que regulaban todo aspecto de la vida, incluidos el teatro, el ballet, la literatura y el arte. Se prohibió la música clásica que se consideraba sediciosa. Solo escritores autorizados podían tener sus propias máquinas de escribir. Cualquiera que sintonizara programas de televisión de otros países era interrogado por la Sigurimi.
En este clima de severa represión, Testigos de Austria, Alemania, Suecia, Suiza y Estados Unidos entraron en el país como turistas con la intención de ponerse en contacto con los hermanos. Los pocos hermanos con quienes pudieron hablar agradecieron sinceramente dichos esfuerzos. Pero como los Testigos en general permanecían aislados entre sí, pocos se enteraban de cuándo habría algún visitante.
En 1985, los albaneses lloraron la muerte de Enver Hodja, que había sido dictador durante muchos años. No tardarían en producirse cambios gubernamentales y sociales. John Marks murió al año siguiente, y su viuda, Helen, que tenía más de 60 años, decidió visitar Albania. Cuando fue a recoger su visado, las autoridades le dijeron: “Si le sucede algo estando allí, no espere ayuda del exterior”.
El viaje de dos semanas de Helen marcó un hito para el puñado de publicadores de Albania. Helen al fin pudo conocer a Melpo, la hermana de John, que había aprendido la verdad gracias a él veinticinco años atrás. Aunque todavía no estaba bautizada, Melpo había sido un contacto clave para la organización durante muchos años.
Helen conoció también a Leonidha Pope y Vasil Gjoka, quien se había bautizado en 1960. Ella se enteró de que había unos siete Testigos aún vivos en otras partes del país. Les dio a los hermanos de Albania datos recientes sobre la organización y sobre cómo estaba progresando la obra en otros países comunistas. Predicó informalmente y con cautela a todas las personas que conoció. Además, se percató de los serios problemas económicos que había en el país.
“Para conseguir un poco de leche —relató—, lo normal era hacer fila desde las tres de la mañana. En muchas tiendas no había suministros.”
En 1987, las sucursales de Austria y Grecia aunaron esfuerzos para conseguir que otros visitantes entraran en Albania. En 1988, Peter Malobabic y su esposa llegaron de Austria como turistas y le regalaron a Melpo una blusa, que ella aceptó con gran alegría. Sin embargo, se puso mucho más contenta al encontrar escondido en la blusa el libro ‘Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta’.
Ese mismo año, otro matrimonio se puso en contacto con Melpo para entregarle más publicaciones, pero tuvieron que ser extremadamente prudentes porque la Sigurimi no les quitaba la vista de encima. Durante los escasos minutos en que no estuvieron acompañados por sus supuestos guías oficiales, los visitantes y Melpo pudieron hablar muy poco. Ella les contó que Leonidha estaba enfermo, que muchos otros Testigos habían envejecido y que la constante vigilancia de las autoridades les impedía moverse con libertad.
LA SITUACIÓN EMPIEZA A CAMBIAR
La escena política empezó a cambiar en 1989. Se abolió la pena de muerte por intentar escapar de Albania. Helen volvió a visitar el país aquel verano y pasó horas transmitiendo la información y las instrucciones que se le habían confiado. Vasil Gjoka hizo visitas breves a los hermanos en la medida de lo posible.
La Sigurimi se enteró de que Helen estaba de visita y mandó agentes a verla. En vez de causarle problemas, le dijeron que querían un regalo de Estados Unidos. ¡Qué rápido había cambiado la gente!
El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989, y los efectos de dicho acontecimiento no tardaron en sentirse en Albania. En marzo de 1990 se produjo una protesta contra el comunismo en Kavajë. Y en Tirana, miles de personas invadieron las embajadas extranjeras en su intento de salir del país. Los estudiantes exigían reformas e iniciaron huelgas de hambre.
En febrero de 1991, una muchedumbre enorme derribó una estatua de 10 metros (30 pies) de altura de Enver Hodja que por años había ocupado un lugar destacado en la plaza de Skanderbeg en Tirana. Para la gente, el dictador ya era historia. Durante el mes de marzo, unos treinta mil albaneses secuestraron barcos en los puertos de Durazzo y Valona, navegaron hasta Italia y entraron allí como refugiados. Ese mes se celebraron, por primera vez en años, elecciones multipartidistas. Aunque las ganó el partido comunista, quedó claro que el gobierno estaba perdiendo terreno.
Helen Marks visitó Albania por última vez en agosto de 1991, pero en esa ocasión notó que las cosas habían cambiado. Tan solo un mes antes, el gobierno había abierto una oficina para asuntos religiosos, legalizando nuevamente las actividades de ese tipo tras un período de veinticuatro años. Los hermanos no tardaron en intensificar la predicación y organizar las reuniones de congregación.
Vasil Gjoka viajó a Grecia y pasó algún tiempo en la sucursal aprendiendo a organizar la obra de predicar. Como hablaba muy poco griego, los hermanos que sabían algo de albanés hicieron todo lo posible por ayudarle. De vuelta en Tirana, Vasil se esmeró en poner en práctica lo que había aprendido e intentó organizar mejor las dos reuniones semanales, una de las cuales era el estudio de la recién publicada edición en albanés de La Atalaya.
“En el pasado, las reuniones se iniciaban con cántico y oración —recuerda un hermano—. Los cánticos eran los que nos habían enseñado los hermanos mayores. Se hacía el estudio, luego se entonaba un cántico, dos, tres ¡o más!, y finalmente terminábamos con oración.”
En octubre de 1991 y en febrero de 1992, Thomas Zafiras y Silas Thomaidis trajeron publicaciones desde Grecia. Se reunieron con los hermanos en Tirana y con publicadores no bautizados en Berat y prepararon listas de las muchas personas interesadas en la verdad a las que podían ayudar. Tras décadas de aislamiento espiritual, la población se hallaba muerta de hambre en ese sentido. En Berat, por ejemplo, los interesados celebraban reuniones aunque no había Testigos bautizados en la ciudad. ¿Qué podría hacerse para satisfacer toda esa necesidad espiritual?
UNA ASIGNACIÓN INESPERADA
Michael y Linda DiGregorio servían de misioneros en la República Dominicana. Michael se defendía bastante bien en albanés, pues sus abuelos maternos habían estado entre los albaneses bautizados en Boston en los años veinte. Por eso, cuando los DiGregorio decidieron hacer una visita de tres días a sus parientes de Albania en 1992, preguntaron al Cuerpo Gobernante si sería aconsejable reunirse con los hermanos. Para su sorpresa, el Cuerpo Gobernante les pidió que se quedaran allí tres meses para ayudar a organizar la obra de predicar.
En la sucursal de Roma, hermanos de Grecia y de Italia explicaron brevemente a los DiGregorio la situación de Albania y les mostraron fotografías de algunos Testigos albaneses, entre ellos Vasil Gjoka. Cuando los DiGregorio volaron a Tirana en abril de 1992, notaron que los albaneses que venían del extranjero eran bien recibidos en el país, pero que seguía habiendo mucho malestar social y la gente estaba muy preocupada por el futuro.
Cuando Michael y Linda salían del aeropuerto, la familia de él corrió a su encuentro. Al mismo tiempo, Michael vio que estaba por allí Vasil Gjoka, a quien también se le había avisado que los DiGregorio llegaban ese día.
Michael le dijo a Linda: “Quédate con la familia, que yo vuelvo enseguida”.
Tras abrazar a Linda, los familiares recogieron el equipaje y se dirigieron rápidamente hacia sus automóviles, mientras que Michael fue a encontrarse con Vasil.
“Estaré de vuelta en Tirana el domingo —le dijo Michael apresuradamente a Vasil—, y entonces te buscaré.”
Koço, un pariente de Michael que vivía en Albania y que no sabía que Linda y él eran testigos de Jehová, corrió hacia él y le dijo: “¿Qué haces? Aquí nunca hablamos con extraños”.
Mientras se dirigían a Korçë, los DiGregorio comprobaron lo diferente que era Albania del Caribe. “Todo era viejo, de color pardo o grisáceo, y estaba cubierto de polvo —recuerda Michael—. Había alambre de púas por todas partes, y la gente parecía abatida. Apenas se veían automóviles. Las ventanas estaban rotas. Los agricultores trabajaban la tierra a mano. Las cosas habían cambiado muy poco desde la época de mis abuelos. Parecía como si hubiéramos retrocedido en el tiempo”.
“DIOS LOS HABÍA ENVIADO”
Koço quería mostrarle a Michael un documento que había mantenido oculto durante años. Cuando la abuela de Michael murió, la familia en Boston escribió una larga carta a la familia en Albania. Las primeras diez páginas trataban principalmente de asuntos familiares, pero hacia el final, la familia había incluido una explicación sobre la resurrección.
Koço le contó a Michael: “La policía revisó la carta y, tras leer las primeras páginas, se aburrieron y dijeron que podíamos quedárnosla porque solo trataba cosas de familia. Pero cuando leí la última parte, me alegré muchísimo de que dijera algo sobre Dios”.
Entonces, Michael le explicó a Koço que él y Linda eran testigos de Jehová y le dio un buen testimonio.
Tal como la gente de tiempos bíblicos, los albaneses consideran una obligación atender y proteger a sus invitados, así que Koço insistió en acompañar a Michael y a Linda hasta Tirana.
“En Tirana no pudimos encontrar la casa de Vasil porque no había letreros con los nombres de las calles —recuerda Michael—. Así que Koço sugirió que preguntáramos en la oficina de correos.”
Linda sigue el relato: “Cuando Koço volvió de la oficina de correos, parecía desconcertado. Entonces fuimos directamente al apartamento de Vasil”.
Posteriormente, Koço les explicó: “Cuando fui a la oficina de correos y pregunté por Vasil, me dijeron: ‘Ese hombre es un santo. ¿Sabe usted todo lo que ha sufrido? No hay un hombre más noble en toda Tirana’. Cuando escuché aquello, supe que Dios los había enviado a ustedes. Yo no puedo interponerme”.
SE ORGANIZA LA OBRA EN TIRANA
Vasil se alegró muchísimo de ver a los DiGregorio, y los tres hablaron durante horas. No fue sino hasta el final de la tarde cuando Vasil les reveló que Jani Komino —que había estado en prisión con Nasho Dori— había muerto aquella misma mañana. ¿Por qué se había quedado Vasil en casa en vez de ir al funeral de su querido hermano y amigo? Porque, según explicó, “estaba esperando a alguien enviado por el Cuerpo Gobernante”.
Michael y Linda necesitaban quedarse en Tirana, pero en aquel entonces el gobierno no permitía que vivieran extranjeros en la ciudad. ¿Qué podrían hacer?
“Pusimos el asunto en manos de Jehová —dijo Michael—, y con el tiempo encontramos un pequeño apartamento al que nos mudamos.”
“Los propietarios tenían la llave —recuerda Linda—, así que entraban y salían a voluntad. Además, para llegar a nuestro apartamento, había que atravesar el de otra persona. Pero al menos estaba en un lugar discreto, pues preferíamos pasar desapercibidos.”
Los DiGregorio escucharon durante horas mientras Testigos de edad avanzada de Tirana les contaban las pruebas que habían soportado. Sin embargo, uno de los problemas era que algunos de los mayores sospechaban unos de otros.
Michael recuerda: “Cada uno de ellos era leal, pero tenía dudas de que los demás lo hubieran sido. No obstante, a pesar de que algunos guardaban las distancias entre sí, con nosotros no lo hacían. Después de analizar tranquilamente el asunto, comprendieron que lo más importante era dar a conocer el nombre de Jehová. Los unían el amor por Jehová y la ilusión respecto al futuro”.
Era obvio que no contaban con ninguna congregación debidamente organizada. Por ejemplo, cuando Kulla Gjidhari y Stavri Ceqi vieron por primera vez el folleto Examinando las Escrituras diariamente, lo hojearon sin saber qué era.
Stavri exclamó de repente: “¡Es maná!”, refiriéndose al libro Maná celestial diario para la casa de la fe, que se usaba cuando Stavri aprendió la verdad.
“A propósito —preguntó Kulla—, ¿cómo se encuentra el presidente, el hermano Knorr? Y su amigo Fred Franz, ¿está bien?” Esas preguntas demostraban los muchos años que habían pasado aislados de la organización.
UNA CONMEMORACIÓN INOLVIDABLE
Los hermanos solían celebrar sus reuniones en casa de Vasil Gjoka, en una habitación de tres metros por cuatro (nueve pies por doce), pero el lugar era demasiado pequeño para la Conmemoración. Así que se reunieron en una sala que había sido la sede del periódico del partido comunista, y hubo 105 asistentes. Fue la primera vez que en Tirana no se celebraba la Conmemoración en una casa particular. Aunque en 1992 solo había treinta publicadores en Albania, tuvieron la dicha de contar con 325 asistentes a la Conmemoración.
En Tirana, el grupo de interesados en la verdad seguía aumentando, y la asistencia a las reuniones en el apartamento de Vasil era ya de unas cuarenta personas. Algunos nuevos querían ser publicadores, y otros que ya lo eran querían bautizarse. Los hermanos pasaron muchas horas reunidos con quienes querían bautizarse. Como el libro Organizados para efectuar nuestro ministerio no se había publicado en albanés, había que traducir oralmente cada pregunta a los candidatos al bautismo. Algunos de los más nuevos recibieron un curso bíblico intensivo para comprobar que entendían la verdad. Aunque ninguno de ellos había recibido antes un curso así, fue sorprendente ver cuánto habían aprendido.
¡RECONOCIMIENTO LEGAL AL FIN!
Durante las semanas siguientes, los hermanos dedicaron muchas horas a hablar con abogados y funcionarios para conseguir que la obra de predicar el Reino fuera registrada legalmente. Un grupo de Testigos y personas interesadas de Tirana ya había presentado una solicitud formal, pero como un nuevo gobierno ocupaba el poder, era necesario seguir insistiendo.
Un hermano recuerda: “Decidimos salir a la calle, y eso nos permitió encontrarnos con el ministro de Derechos Humanos, con el del Interior, con el de Justicia, con el jefe de policía, con miembros del tribunal constitucional y con otros hombres influyentes. Se mostraban amables y satisfechos de que la situación ya no fuera tan tensa. La mayoría de ellos ya habían oído hablar de los ungjillorë. No cabía duda de que los testigos de Jehová estaban vivos y muy activos en Albania”.
Las autoridades llevaban semanas diciendo que el gobierno concedería reconocimiento legal a los testigos de Jehová, pero no sucedía nada. No obstante, se produjo un gran avance cuando Angelo Felio, un hermano estadounidense de origen albanés, visitó a su familia en Tirana. Mientras estaba en Albania, Angelo acompañó a los hermanos a visitar a la abogada del ministro que podía autorizar la legalización. La mujer se alegró al saber que la familia de Angelo era de la misma región que ella.
“¿De qué pueblo es su familia?”, le preguntó a Angelo. Curiosamente, era del mismo pueblo que ella.
Entonces, la abogada preguntó: “¿Cómo se apellida?”.
Para sorpresa de ambos, resultó que eran parientes y que sus familias habían perdido el contacto entre sí muchos años atrás.
“Sus estatutos ya me habían impresionado, y pensaba ayudarlos —dijo ella—. Pero ahora estoy obligada a hacerlo porque somos familia.”
Pocos días después, la abogada entregó a los hermanos la orden número 100, que otorgaba reconocimiento legal a los testigos de Jehová en Albania. La adoración del Dios verdadero, Jehová —que había estado proscrita desde 1939—, por fin gozaba de libertad y reconocimiento legal. Los DiGregorio dijeron más tarde: “No hay palabras para describir lo que sentimos aquel día”.
Un par de semanas después, la sucursal de Grecia, que supervisaba la obra en Albania, envió a Robert Kern a visitar Tirana. Robert anunció a los hermanos locales que la obra había quedado registrada y que se iba a establecer formalmente la congregación de Tirana, cuyo territorio sería “todo el país”. La predicación organizada de casa en casa tenía que realizarse con verdadero empeño. En Tirana se alquiló una vivienda de tres dormitorios para establecer un hogar misional y una oficina. Al lado había una amplia sala que podría convertirse en el primer Salón del Reino.
SE ENCUENTRA A UNA OVEJA AISLADA
“¿Hay algún Testigo en Valona?”, preguntaron los hermanos cuando se habló del progreso de la predicación en Albania. Algunos solo sabían de una mujer de edad avanzada que supuestamente había perdido parte de sus facultades mentales. Entonces vino a la oficina una señora diciendo que ella y su familia eran ungjillorë y que una mujer llamada Areti les había enseñado la verdad bíblica en Valona. Así que unos Testigos de Tirana viajaron a Valona para encontrar a Areti.
¿Quién era ella? Areti Pina era una anciana bajita que los invitó a entrar en su casa. Parecía un tanto reservada, así que cuando le dijeron que eran sus hermanos espirituales, se quedó como si nada.
Después de unos minutos, ella finalmente dijo: “¿Les puedo hacer algunas preguntas?”. Entonces empezó a lanzarles una pregunta tras otra: “¿Creen en la Trinidad? ¿Cuál es el nombre de Dios? ¿Creen en el infierno? ¿Qué ocurre cuando morimos? ¿Qué le pasará a la Tierra? ¿Cuántos irán al cielo?”.
Los hermanos contestaron todas las preguntas.
—¿Ustedes predican? —preguntó entonces Areti.
—Sí, predicamos —contestó uno de los hermanos.
—Pero ¿cómo predican? —insistió ella.
—De casa en casa —respondió el hermano.
Areti se echó a llorar, se puso en pie de un brinco y abrazó al hermano.
Luego dijo emocionada: “Ahora sé que son mis hermanos. Solo el pueblo de Jehová predica de casa en casa”.
En Valona había grupos protestantes que sabían que Areti era una persona religiosa y le habían pedido que se uniera a ellos. “Pero yo no quería tener nada que ver con Babilonia la Grande —explicó Areti a los hermanos—, así que necesitaba estar segura de que ustedes eran mi verdadera familia espiritual.”
Areti se había bautizado en 1928, cuando tenía 18 años. Subía y bajaba las montañas a pie, predicando con su Biblia en la mano. Aunque había perdido el contacto con los hermanos durante años, siguió predicando fielmente por su cuenta.
“Jehová es maravilloso —dijo llorando Areti—. ¡Nunca me olvidó!”
La gente la consideraba una loca por haber tenido fe en Dios bajo el estricto régimen totalitario de Albania. Pero Areti no estaba loca; su mente estaba tan lúcida como siempre.
¡HABÍA TANTO QUE HACER!
Ahora que la obra había quedado registrada legalmente, había mucho que hacer para fomentar los intereses del Reino en Albania. Se tenía que poner al día a los hermanos y fortalecerlos en sentido espiritual. De modo que hacían falta publicaciones en albanés para los hermanos y para el campo, y urgía contar con más publicadores. ¿Quién podría ayudar?
En 1992 llegaron precursores especiales de Italia y Grecia, y se les dio un curso de albanés. Al mismo tiempo, un pequeño equipo comenzó a traducir nuestras publicaciones. A pesar de que en ocasiones pasaban hasta veintiún días seguidos sin electricidad, los hermanos conservaban un buen sentido del humor y realizaban su labor de toda alma.
Además, era necesario atender muchas tareas caseras. Por ejemplo, había que calentar el hogar misional cuando hacía frío, pero en Albania no era posible comprar leña. ¿Cómo solucionarían el problema? Los Testigos de Grecia acudieron en su ayuda enviando un gran cargamento de troncos y una sierra eléctrica. No obstante, había un problema: la abertura de la estufa de leña era muy pequeña y no había electricidad para usar la sierra. Afortunadamente, uno de los hermanos tenía un amigo que vivía al otro lado de Tirana y que contaba con un hacha. Como no había autobuses, tomó dos horas llevar el hacha al hogar misional; además, había que devolverla antes de que oscureciera. Uno de los misioneros recuerda: “Nos turnamos para cortar los troncos mientras teníamos el hacha, y logramos calentar la casa”.
Casi al mismo tiempo, el equipo de traducción recibió la primera de muchas visitas de Nick y Amy Ahladis, del Departamento de Servicios de Traducción, ubicado actualmente en Patterson (Nueva York). Su enfoque amable y equilibrado fue una ayuda enorme para los nuevos traductores, que aprendían rápidamente y hacían un buen trabajo. Por su parte, la sucursal de Italia imprimía las publicaciones y las enviaba a Albania.
Todo aquel duro trabajo merecía la pena en vista de la maravillosa respuesta que los publicadores encontraban en el territorio. Los nuevos publicadores también estaban llenos de entusiasmo. Lola, por ejemplo, acababa de empezar a predicar, pero dedicaba 150, 200 o hasta más horas al ministerio cada mes. Cuando se le aconsejó que fuera prudente y equilibrada respecto al tiempo que pasaba en el servicio del campo, respondió: “Hasta ahora he desperdiciado mi vida. ¿En qué otra cosa podría emplear mejor el tiempo?”.
LA OBRA PROGRESA
El mes de marzo de 1993 fue histórico para Albania. Los precursores especiales comenzaron nuevas asignaciones en Berat, Durazzo, Gjirokastër, Scutari, Tirana y Valona. La Atalaya del 1 de marzo fue el primer número que preparó el equipo de traducción al albanés; los hermanos tuvieron su primera Escuela del Ministerio Teocrático, así que por primera vez se celebraron las cinco reuniones; se publicó la primera edición en albanés de Nuestro Ministerio del Reino, y se celebró el primer día especial de asamblea en el Teatro de la Ópera y el Ballet, ubicado en la plaza de Skanderbeg en Tirana.
Hubo asambleístas que llegaron de Grecia e Italia para asistir a este histórico día especial de asamblea. Nasho Dori inició la asamblea con oración, dando gracias a Jehová por todas las bendiciones que estaban recibiendo. La asistencia fue de 585 personas, y 41 se bautizaron. Entre ellas había hijos y nietos de hermanos que habían servido fielmente a Jehová en Albania.
En 1993, la primera asamblea de distrito de Albania generó mucha expectación, y hubo más de seiscientos asistentes, con representantes de Austria, Francia, Grecia, Italia y Suiza. Después de haber pasado tanto tiempo aislados, los Testigos albaneses estaban emocionados por poder reunirse libremente con tantos hermanos de diferentes países.
Para organizar mejor la obra, el Cuerpo Gobernante nombró un Comité del País —formado por Nasho Dori, Vito Mastrorosa y Michael DiGregorio—, que funcionaría bajo la supervisión de la sucursal de Italia. Una de sus prioridades era encontrar una propiedad que pudiera dar cabida tanto a la oficina como al creciente equipo de traducción.
En el siguiente grupo de precursores especiales que empezaron a estudiar albanés estaba Stefano Anatrelli, de Italia. Tras un curso de cinco semanas, lo llamaron a la oficina y le dijeron: “Queremos que visites a los precursores especiales y a los grupos como superintendente de circuito”.
La primera reacción de Stefano fue: “¡Pero si ni siquiera sé hablar bien albanés!”. Sin embargo, consideró la asignación un privilegio maravilloso. Stefano recibió ayuda para preparar un par de discursos y luego partió hacia los rincones más remotos de Albania. Habían transcurrido unos treinta años desde que Spiro Vruho había visitado a los hermanos como superintendente de circuito durante la proscripción. En 1995, Stefano fue nombrado miembro del Comité del País.
En 1994 llegó a Albania un tercer grupo de precursores procedentes de Italia. Los nuevos publicadores albaneses se contagiaron del entusiasmo de aquellos precursores. A finales del año de servicio de 1994, 354 publicadores participaban en la obra de predicar.
No obstante, muchos publicadores afrontaban problemas emocionales. Después de haber estado bajo un régimen tan opresivo, no les resultaba fácil vivir en una sociedad completamente libre. A fin de sobrevivir bajo el totalitarismo, tuvieron que ejercer mucho cuidado para nunca expresar abiertamente sus sentimientos a otros, y menos a los extranjeros. No obstante, los Testigos extranjeros entendieron la situación y con paciencia se esforzaron por ganarse la confianza de los más nuevos.
Ese mismo año, tanto los hermanos que llevaban mucho tiempo en la verdad como los que llevaban poco tuvieron la dicha de conocer a Theodore Jaracz, el primer miembro del Cuerpo Gobernante que visitó Albania. Más de seiscientos se reunieron para un discurso que pronunció en Tirana.
Entretanto, se había comprado una propiedad en Tirana para establecer una oficina. En menos de seis meses, un equipo de diligentes hermanos extranjeros convirtieron una antigua casa en modernas oficinas y construyeron una residencia para veinticuatro personas. Milton Henschel, del Cuerpo Gobernante, pronunció el discurso de dedicación el 12 de mayo de 1996.
PREDICABAN SOLOS
Un joven de Korçë llamado Arben leyó las publicaciones bíblicas que le había enviado su hermana y se dio cuenta de que decían la verdad. Escribió a la oficina del país, y los Testigos siguieron enseñándole las verdades bíblicas por correspondencia durante un tiempo. Dos hermanos hicieron un viaje especial a fin de conocerlo y proporcionarle más ayuda espiritual. En el transcurso de la conversación con Arben se hizo evidente que satisfacía los requisitos para ser publicador. Los hermanos lo llevaron entonces al centro de Korçë y lo dejaron observar mientras ellos predicaban a los transeúntes.
Arben relata: “Entonces me dieron las revistas y dijeron: ‛Ahora te toca a ti’. Me pidieron que predicara solo, y eso fue lo que hice”.
Pasarían unos cuantos meses antes de que vinieran a ayudarle los precursores especiales. Pero entretanto hubo gente que aceptó el mensaje bíblico. Poco después de que llegaran los precursores, se formó un grupo.
A finales de aquel año, los precursores de Valona llamaron a la oficina de Albania para decir que Areti Pina estaba enferma y que deseaba recibir la visita de uno de los hermanos encargados de la obra. Cuando él llegó, Areti les pidió a todos los demás que salieran de su habitación, pues quería hablar con él en privado.
“No me queda mucho de vida —dijo ella, respirando con dificultad—. He estado pensando y necesito preguntarle algo. No puedo comprender todos los detalles, pero necesito saberlo: ¿se han cumplido ya las profecías del libro de Revelación?”
“Sí, Areti, la mayoría se han cumplido”, respondió el hermano, y entonces le explicó algunas cosas que aún quedan por cumplirse. Areti escuchó cada palabra con suma atención.
“Ahora puedo morirme en paz —dijo ella—. Necesitaba saber lo cerca que estamos del fin.”
Por muchos años, Areti había sido una publicadora celosa, ya fuera predicando sola en las montañas o desde su cama cuando estaba enferma. Poco después de aquella conversación, Areti terminó fielmente su servicio en la Tierra.
MANTUVO UNA FE FUERTE HASTA EL FINAL
Nasho Dori tenía más de 80 años, estaba enfermo y le fallaban las fuerzas. Pero había un grupo de hermanos en particular que necesitaban de su estímulo: los jóvenes que estaban siendo llamados para prestar servicio militar. El clero ortodoxo de Berat, que envidiaba el rápido crecimiento de los testigos de Jehová, presionaba a las autoridades para que iniciaran procedimientos judiciales contra dichos jóvenes.
Seis Testigos que habían rehusado unirse al ejército se enfrentaban a la posibilidad de pasar varios meses en la cárcel. Comprendiendo que necesitaban estímulo, Nasho se sentó en la cama y grabó un mensaje en video para ellos.
“No tengan miedo —les decía—. Ya hemos pasado antes por esto. Jehová estará con ustedes. Si los encarcelan, no se preocupen. Será para el bien del nombre de Jehová.”
La salud de Nasho seguía deteriorándose, así que pidió a unos hermanos que lo visitaran. Postrado en su cama les dijo: “Tengo que pedir a Dios que me perdone. La semana pasada sentía tanto dolor que oré pidiendo la muerte. Entonces pensé: ‘Jehová, tú eres el Creador de la vida. Tú eres la Fuente de la vida. Estaba pidiendo algo que va en contra de tu voluntad. ¡Por favor, perdóname!’”.
Cuando Nasho supo que el número de publicadores en Albania había llegado a 942, exclamó: “¡Por fin tenemos una gran muchedumbre en Albania!”. Murió pocos días después, poniendo punto final a su servicio en la Tierra.
LA TRAZIRA, UNA ÉPOCA DE ANARQUÍA
Para 1997 abundaban la explotación, el soborno y la corrupción. Muchos albaneses vendieron todo lo que tenían e invirtieron su dinero en negocios piramidales con la idea de hacerse ricos rápidamente. Cuando dichas inversiones fallaron, la gente, furiosa, se manifestó en las calles.
Justo cuando se estaba celebrando un día especial de asamblea, una Testigo que trabajaba para cierto funcionario de alto rango les contó a los hermanos que el primer ministro estaba a punto de renunciar. Ella sabía que iba a producirse un estallido de violencia sin precedentes. El programa del día especial se abrevió para que los hermanos pudieran llegar rápidamente a sus casas. Dos horas después de concluir el programa, el país se hallaba en estado de emergencia, y se impuso un toque de queda.
Nadie sabía exactamente qué estaba pasando, y proliferaban los rumores. ¿Se trataba de una intervención extranjera, o de problemas políticos internos? Los negocios piramidales se habían venido abajo, y la mayoría de la gente había perdido toda su inversión. En Valona estalló una revuelta. La gente irrumpió en los arsenales nacionales y se robó todas las armas y municiones. Cuando los noticieros informaron de la situación, la gente recurrió a la violencia en una ciudad tras otra. El país se sumió en el caos, y la policía perdió el control. Albania se desintegraba en medio de la anarquía y de las revueltas armadas.
La mayoría de los 125 siervos de tiempo completo extranjeros que había en Albania se trasladaron a Tirana por seguridad. Muchos albaneses culpaban a los extranjeros de lo que estaba sucediendo, así que era prudente que los precursores de otros países abandonaran Albania. Como el aeropuerto estaba cerrado, algunos de los precursores italianos fueron llevados a Durazzo, donde el puerto estaba en manos de un grupo de hombres armados de la ciudad. Tras una tensa espera de doce horas, los precursores subieron a un barco con destino a su país.
El Comité del País se comunicaba por teléfono todos los días con hermanos de varias zonas. A primeras horas de la mañana había una tranquilidad inquietante en las calles. Pero por la tarde, la gente empezaba a disparar sus armas y seguía haciéndolo hasta el amanecer. Algunos tenían incluso artillería antiaérea. El conflicto llegó a conocerse con el nombre de trazira, es decir, caos.
“PARA EL BIEN DEL NOMBRE DE JEHOVÁ”
Arben Merko, uno de los seis hermanos de Berat que estuvo preso por su neutralidad, cuenta: “En mi celda había un pequeño agujero en la pared. Un hombre de la celda contigua me preguntó quién era”. Arben le dio testimonio durante semanas, pero llegó un día en que ya no escuchó más su voz.
Cuando Arben fue puesto en libertad, un joven llamó a la puerta de su casa. Arben no reconoció aquel rostro, pero la voz le resultó familiar: era la del preso que había ocupado la celda de al lado en la cárcel.
“Vine a devolver esto”, le dijo a Arben, entregándole un amplificador.
“Durante la trazira robé este amplificador de tu Salón del Reino —explicó el joven—. Pero lo que me enseñaste en la prisión me llegó al corazón. Quiero tener una conciencia limpia ante Dios, por eso he venido a devolverlo.”
Arben no pudo evitar acordarse del mensaje final de Nasho Dori al grupo de jóvenes que estaban presos: “Será para el bien del nombre de Jehová”.
CUIDARON DE LAS OVEJAS DE JEHOVÁ
La partida de los ancianos extranjeros dejó a la mayoría de las congregaciones y grupos grandes al cuidado de siervos ministeriales de 19 y 20 años de edad. Un día, corriendo un gran riesgo, tres de estos jóvenes viajaron de Valona a Tirana. El Comité del País, preocupado por la escasez de alimentos, les preguntó si los hermanos necesitaban algo en particular.
“Nos faltan hojas para informar nuestra actividad en la predicación”, contestaron. Al igual que habían hecho años atrás sus fieles hermanos de edad avanzada, estos jóvenes se preocupaban más por las necesidades espirituales que por las físicas. Entonces relataron que muchas personas estaban reaccionando positivamente a las buenas nuevas debido al miedo y a la incertidumbre.
Poco después de la Conmemoración, una Testigo llamó por teléfono a la oficina y dijo: “Somos un grupo de hermanas de Kukës y hemos estado celebrando solas las reuniones desde que se fueron los precursores”.
Debido al caos general, los publicadores de Tirana habían perdido la comunicación con los de Kukës. A pesar de ello, siete publicadores no bautizados habían celebrado la Conmemoración en dos lugares. Aunque les preocupaba no haberlo hecho del todo bien, informaron contentos que la asistencia combinada había sido de diecinueve personas. Sorprendentemente, en 1997, pese al toque de queda y a las difíciles condiciones, 3.154 personas asistieron a la Conmemoración en Albania. Y los publicadores siguieron predicando y dando consuelo a pesar de la anarquía, aunque siempre con mucho cuidado.
Cuando los miembros del Comité del País supieron que los Testigos de Gjirokastër necesitaban alimentos y publicaciones, analizaron si sería seguro enviarles un camión con provisiones. Sin embargo, la reunión fue interrumpida por una hermana que anunció que había llegado una presentadora de noticias que podría tener información útil.
Sin saber lo que el comité estaba hablando, la presentadora sugirió: “Hagan lo que hagan, no vayan al sur mañana. Hemos recibido informes de que en Tepelenë se está planeando algo peligroso”. Como el camión que iría a Gjirokastër tendría que pasar por Tepelenë, los hermanos decidieron cancelar el viaje.
Al día siguiente, poco después de las once, un boletín especial informó que se había producido un enfrentamiento muy sangriento en Tepelenë y que se había hecho explotar el puente de la ciudad. Los hermanos agradecieron mucho a Jehová que se les hubiera aconsejado no ir allá aquel día.
Durante semanas, la familia Betel escuchó disparos por las noches, y a menudo durante la adoración matutina se oía de fondo el sonido de ametralladoras y bombas. Se disparaban tiros al aire y había un riesgo constante de ser alcanzado por una bala perdida. Por razones de seguridad, la familia Betel no salía de la sucursal y los traductores trabajaban sentados en el suelo, lo más lejos posible de las ventanas.
En abril de 1997, un grupo de 7.000 soldados de las Naciones Unidas llegó para restaurar el orden. En agosto, dichos soldados ya habían salido de Albania, y los hermanos pudieron organizar una asamblea de distrito. Los publicadores estaban encantados, pues durante meses solo habían podido reunirse en grupos pequeños.
Hubo ladrones armados que asaltaron algunos de los autobuses que llevaban a los hermanos a la asamblea. No obstante, cuando supieron que los pasajeros eran testigos de Jehová, dijeron: “Ustedes son diferentes. No podemos hacerles daño”.
¿Qué efecto tuvo la trazira sobre la predicación en Albania? En vez de que el peligro y la ansiedad retrasaran el crecimiento, parece que hicieron que la gente estuviera más consciente de su necesidad espiritual. Como resultado, en solo quince meses hubo 500 publicadores nuevos, con lo que la cifra total de publicadores superó los 1.500.
KOSOVO EN PRIMER PLANO
Después de la trazira, las armas parecieron esfumarse, y las congregaciones siguieron creciendo. No obstante, en el vecino Kosovo surgieron problemas, y la guerra resultante afectó a Albania, pues oleadas de refugiados llegaron a este país a través de la frontera. Sin perder tiempo, los Testigos albaneses proporcionaron a los refugiados un mensaje de esperanza, así como publicaciones que los consolaron. También cuidaron de un grupo de veintidós testigos de Jehová kosovares con hijos pequeños.
En agosto, cuando terminó la guerra, los Testigos kosovares regresaron a sus casas, pero no se fueron solos. Iban acompañados de hermanos albaneses e italianos —entre ellos diez precursores especiales—, que deseaban proporcionarles la ayuda espiritual necesaria. A finales del año de servicio de 1999, había 1.805 publicadores en Albania y 40 en Kosovo.
AUMENTA LA ESTABILIDAD ESPIRITUAL
“Me alegro de que estemos traduciendo tanto —había dicho Nasho Dori antes de morir—, pero lo que de verdad necesitamos es la Traducción del Nuevo Mundo, una Biblia de buena calidad que nos ayude a fortalecer nuestra fe.” En 1999, solo tres años después de la muerte de Nasho, el Cuerpo Gobernante aprobó que se preparara la versión en albanés de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas.
En la asamblea de distrito del año 2000, los asistentes albaneses recibieron una maravillosa sorpresa: la presentación de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en su propio idioma. El diligente equipo de traducción se dedicó de lleno al proyecto y lo completó en algo menos de un año. Una precursora regular, que anteriormente había sido miembro del parlamento comunista, escribió: “¡Qué maravilla! No había llegado a captar lo hermosa que es la Biblia —su prosa, su poesía y sus fluidos relatos— hasta que estudié esta traducción. Es posible imaginarse con total claridad toda la conmovedora escena. Cuando leí que Jesús hizo milagros y que lo reprendieron y se mofaron de él, sentí una emoción profunda y nueva para mí”.
Para entonces, Albania contaba con 2.200 publicadores, y la familia Betel había aumentado a 40 miembros. Aunque se habían alquilado apartamentos, hacía falta más espacio. Por consiguiente, el Cuerpo Gobernante aprobó la compra de un terreno de tres hectáreas (siete acres) en Mëzez, a las afueras de Tirana. Para ayudar a supervisar el territorio cada vez mayor en Albania y Kosovo, el Comité del País se convirtió en Comité de Sucursal en el año 2000.
En septiembre de 2003, cuando comenzó la construcción de las nuevas instalaciones de la sucursal, Albania informó 3.122 publicadores. Para entonces, la traducción de las Escrituras Hebreas al albanés ya estaba muy adelantada. La obra de predicar estaba avanzando rápidamente, y el progreso espiritual de los publicadores era encomiable. Muchos de los veinte jóvenes que asistieron a la primera clase de la Escuela de Entrenamiento Ministerial en agosto de 2004 eran adolescentes cuando tuvieron que cuidar de las congregaciones durante la trazira algunos años antes. Se sentían realmente felices de recibir más instrucción teocrática.
EL DIABLO ESTABA FURIOSO
En febrero de 2005, los titulares decían: “¡Jehová enseña a la gente a suicidarse!”. Los noticieros de televisión y los periódicos esparcieron falsos rumores de que una adolescente que se había suicidado era testigo de Jehová. Lo cierto es que la muchacha no había ni estudiado con los Testigos ni asistido a sus reuniones. Con todo, nuestros enemigos utilizaron el incidente para lanzar un intenso ataque.
Los maestros se burlaban de los niños Testigos, los hermanos perdían sus trabajos, y la gente pedía a gritos que se proscribiera nuestra obra. Aunque los hermanos trataron de razonar con los medios de comunicación, las noticias eran cada vez peores.
Obviamente, los siervos de Jehová necesitaban guía y apoyo para enfrentarse a este nuevo ataque. Por ello, la sucursal hizo preparativos para que se presentara un discurso especial que mostraba lo importante que era seguir predicando la verdad a fin de contrarrestar las mentiras maliciosas. Se animó a los hermanos a razonar con las personas y a no ceder al temor al hombre. Podían indicarles a las personas sinceras que el número de testigos de Jehová había aumentado extraordinariamente durante los últimos años, algo que no habría sido posible si los Testigos se hubieran estado suicidando. Este tipo de ataque no era nada nuevo. A los hermanos se les habló de los falsos informes sobre el supuesto suicidio de Spiro Vruho en los años sesenta y se les aseguró que se demostraría que las noticias que se estaban difundiendo eran totalmente falsas. ¡Y así sucedió!
Tan solo unos meses después, en agosto, David Splane, del Cuerpo Gobernante, estuvo con 4.675 hermanos de Albania y Kosovo en su asamblea de distrito. Los asistentes apenas podían contener su alegría cuando el hermano Splane presentó la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras en albanés.
“No es de extrañar que Satanás se empeñara en ponernos obstáculos —dijo uno de los hermanos más veteranos—. Estaba furioso porque al pueblo de Jehová le estaban sucediendo muchas cosas buenas.”
A pesar de las noticias negativas difundidas por los medios de comunicación, los siervos de Jehová en Albania siguieron progresando. Muchos esposos y familiares que no eran creyentes se dieron cuenta de que las noticias eran falsas, comenzaron a estudiar la Biblia y se hicieron publicadores. A pesar de los despiadados ataques de Satanás, se estaba efectuando la voluntad de Jehová. La familia Betel se mudó a la nueva sucursal, y se inició la segunda clase de la Escuela de Entrenamiento Ministerial.
DEDICACIÓN DE LA SUCURSAL
En junio de 2006, Theodore Jaracz y Gerrit Lösch, miembros del Cuerpo Gobernante, estuvieron entre los 350 visitantes, de 32 países, presentes para la dedicación de las nuevas instalaciones de la sucursal. También estuvo presente Sotir Ceqi, que había sido torturado con descargas eléctricas en los años cuarenta. En la actualidad tiene casi ochenta años y continúa sirviendo a Jehová con alegría.
“No hacía más que soñar con este día”, dijo Frosina Xheka, que aún servía a Jehová fielmente a pesar de décadas de intensas penalidades. Polikseni Komino, la viuda de Jani, estuvo allí y habló de sus hijas y de su nieta, que son precursoras regulares. También estuvo presente Vasil Gjoka, quien había quedado encorvado tras años de sufrimiento. Sus ojos se llenaron de lágrimas al rememorar sus visitas a Leonidha Pope, así como su bautismo en secreto en 1960.
La anterior sucursal de Tirana fue convertida en un complejo de Salones del Reino y hogar misional para catorce misioneros. Hasta la fecha se han celebrado seis clases de la Escuela de Entrenamiento Ministerial, que han producido una cosecha de precursores especiales fieles y abnegados. Estos han sido una gran ayuda en el campo albanés. Los más de novecientos cincuenta precursores regulares y especiales demuestran un entusiasta espíritu evangelizador.
¿QUÉ DEPARARÁ EL FUTURO?
Nuestros hermanos de Albania aprecian profundamente la Biblia y las publicaciones que se han traducido a su lengua materna. La obra de Jehová en este país progresa a un ritmo constante. Además de los hombres capaces y entusiastas a quienes se está preparando para asumir responsabilidades teocráticas, “las mujeres que anuncian las buenas nuevas son un ejército grande” (Sal. 68:11).
Los testigos de Jehová de Albania son una prueba viva de la veracidad de estas palabras inspiradas: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito, y sea cual sea la lengua que se levante contra ti en el juicio, la condenarás. Esta es la posesión hereditaria de los siervos de Jehová” (Isa. 54:17). Gracias a la bondad inmerecida y al poder de Jehová, ni el gobierno totalitario, ni la tortura, ni el aislamiento, ni la publicidad maliciosa en los medios de comunicación, ni los problemas personales pudieron vencer a sus siervos fieles.
El pueblo de Jehová en Albania se enfrenta al futuro con la plena seguridad de que cuenta con el amor leal de Dios y con su bendición. A pesar de las dificultades, son felices por tener el privilegio de alegrar el corazón de su Padre celestial y por la esperanza que se ha puesto delante de ellos (Pro. 27:11; Heb. 12:1, 2). Si algo ha quedado demostrado vez tras vez en la historia teocrática de Albania es que Jehová nunca olvida los sacrificios —sean grandes o pequeños— que hacen sus siervos fieles de todas las edades (Heb. 6:10; 13:16).
[Comentario de la página 130]
En un principio el título se tradujo La Guitarra de Dios
[Comentario de la página 140]
“Si fueras cristiano, lucharías igual que los sacerdotes”
[Comentario de la página 189]
“Nos faltan hojas para informar nuestra actividad en la predicación”
[Ilustración y recuadro de la página 132]
Información general
Territorio
Albania se halla en el sureste de Europa, al norte de Grecia y al este del “tacón” de la bota que forma la península italiana. Ocupa una extensión de 28.750 kilómetros cuadrados (11.100 millas cuadradas), y sus 362 kilómetros (225 millas) de costa bordean los mares Adriático y Jónico. Playas de arena blanca y aguas color turquesa —con altas montañas como telón de fondo— adornan la riviera albanesa, que se extiende desde Valona hasta Sarandë. En el norte y en el interior del país abundan las cordilleras escarpadas, mientras que el suroeste cuenta con fértiles tierras bajas dedicadas a la agricultura.
Población
Se calcula que asciende a unos 3.600.000 habitantes, la mayoría albaneses, con un pequeño porcentaje de romaníes, griegos y serbios.
Clima
En las llanuras costeras del sur, la temperatura promedio en verano es de 26 °C (80 °F). Sin embargo, en las montañas de Dibër, situadas al norte, la temperatura invernal puede descender hasta los 25 °C bajo cero (-10 °F).
Alimentación
Entre los platos más típicos figuran el byrek, una empanada de hojaldre rellena de espinacas, queso, tomate y cebolla, que también puede rellenarse de diversas carnes o verduras. El tava e kosit es el nombre que se da al pollo o al cordero horneados con una sabrosa salsa de yogur y eneldo. Las sopas y los estofados les encantan a los albaneses. En las ocasiones especiales, cuando el menú incluye cordero, se suele servir la cabeza al invitado de honor. Entre los muchos postres figuran el baklava (a la derecha) y el kadaif, que se hacen con masa horneada y bañada con sirope o miel, junto con nueces. Para cualquier albanés, el pan es un alimento básico. De hecho, si desea indicar que usted ya ha comido, bastará con que diga “Hëngra bukë”, que significa “Comí pan”.
[Ilustraciones y recuadro de la página 134]
Las primeras asambleas
Además de celebrar reuniones públicas en su propio idioma los domingos, los albaneses que vivían en Nueva Inglaterra (Estados Unidos) por lo general se reunían con las congregaciones de habla inglesa o griega. Durante las décadas de 1920 y 1930 asistían a las asambleas que se celebraban en griego. Sin embargo, les gustaba llevar una tarjeta de solapa en su propio idioma, la cual decía: “Asamblea de tres días de los Estudiantes de la Biblia albaneses”.
[Ilustraciones]
Tarjeta de solapa (derecha) que llevaron los hermanos albaneses (abajo) en una asamblea celebrada en Boston a finales de los años veinte
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 151 y 152]
Jehová nunca nos abandonó
FROSINA XHEKA
AÑO DE NACIMIENTO 1926
AÑO DE BAUTISMO 1946
OTROS DATOS Aprendió la verdad bíblica de adolescente. Pese a la oposición de sus padres y al aislamiento por parte de las autoridades, siempre se sintió cerca de Jehová y su organización. Murió fiel en el 2007.
◼ FROSINA aprendió la verdad con la ayuda de sus hermanos mayores en la década de 1940. Sus padres no eran Testigos y la echaron de casa por no querer casarse con el hombre que habían escogido para ella. El hermano Gole Flloko y su familia la acogieron y la trataron como a una hija.
“Una vez me arrestaron porque me negué a votar —contó Frosina—. Estaba sola en una habitación cuando entraron unos treinta policías y me rodearon. Uno de ellos gritó: ‘¿Tienes idea de lo que podemos hacerte?’. Sentí que Jehová estaba conmigo y le contesté: ‘Solo podrán hacerme daño si el Señor Soberano Jehová se lo permite’. Al oír aquello pensaron que estaba loca, así que dijeron: ‘¡Sáquenla de aquí!’. Como ven, yo tenía razón: ¡Jehová estaba conmigo!”
En 1957, Frosina se casó con Luçi Xheka, y con el tiempo tuvieron tres hijos. A principios de los años sesenta, Luçi fue nombrado miembro del recién formado Comité del País, que supervisaría la obra en Albania. Poco después, las autoridades lo sentenciaron a cinco años de internamiento en Gramsh, lejos de Frosina y de sus hijos. En Gramsh, Luçi siguió predicando y hablando sobre la organización. De hecho, la gente del lugar aún lo recuerda.
Como su esposo se hallaba desterrado, Frosina fue incluida en la lista negra del partido comunista, así que oficialmente no podía comprar alimentos. Ella relató: “No importaba. Los pocos hermanos que había compartieron su comida con nosotros. Salimos adelante porque Jehová nunca nos abandonó”.
Tras la muerte de Luçi resultó más difícil relacionarse con los hermanos. No obstante, Frosina siguió predicando. En cierta ocasión relató: “John Marks nos visitó en los años sesenta. Cuando en 1986 conocí por fin a su esposa, Helen, fue como si nos conociéramos de años, pues mi esposo y yo habíamos estado mandando mensajes secretos a los Marks, y ellos se los pasaban a los hermanos de Brooklyn”.
Cuando se levantó la proscripción en 1992, Frosina figuraba entre los nueve Testigos bautizados que quedaban en Albania. Asistía regularmente a las reuniones y predicó hasta el mismísimo día de su muerte, en el año 2007. Poco antes de morir, dijo: “Amo a Jehová de todo corazón. La idea de transigir nunca me pasó por la cabeza. Sabía que tenía una gran familia por todo el mundo, pero ahora me llena de emoción ver lo mucho que ha crecido nuestra familia teocrática aquí en Albania. Jehová siempre estuvo con nosotros, y aún sigue sosteniéndonos con sus manos amorosas”.
[Ilustración]
Frosina Xheka en 2007
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 159 y 160]
De la escasez a la abundancia
VASIL GJOKA
AÑO DE NACIMIENTO 1930
AÑO DE BAUTISMO 1960
OTROS DATOS Adoptó una postura firme a favor de la verdad durante el régimen totalitario. Hoy día sirve de anciano en Tirana.
◼ ERA solo un niño cuando vi por primera vez la edición en griego de La Atalaya en mi pueblo, Barmash, en los años treinta. Mi padre señaló la revista y dijo: “¡Esa gente tiene razón!”. No supe lo que quiso decir hasta años después. Me encantaba leer la Biblia, aunque tenerla se volvió peligroso. En el funeral de un pariente político conocí a un siervo de Jehová de Tirana. Le pregunté qué era la señal de los “últimos días” mencionada en el capítulo 24 de Mateo. Me aclaró su significado, y de inmediato empecé a contarle lo que estaba aprendiendo a todo el que pude.
En 1959 asistí a una reunión privada en casa del hermano Leonidha Pope. Como había estado leyendo el libro bíblico de Revelación, pregunté qué representaban la bestia salvaje y Babilonia la Grande. Cuando los hermanos me lo explicaron, supe que aquello era la verdad. Me bauticé un año después.
Predicaba con mucho entusiasmo, y por ello me despidieron de mi empleo. Entonces conseguí una carreta vieja y destartalada de madera y me puse a trabajar de repartidor en Tirana. Aunque mi contacto con los hermanos era limitado y no tenía publicaciones, seguí predicando.
A principios de la década de 1960, antes de que lo enviaran al internamiento, Leonidha Pope consiguió un par de publicaciones en griego que habían sido introducidas clandestinamente en Albania. Mientras él las traducía en voz alta, yo iba escribiendo en un cuaderno lo que él decía. Luego, siguiendo sus instrucciones, hice copias y se las envié a algunos hermanos que vivían en Berat, Fier y Valona.
¡Cómo han cambiado las cosas desde los años noventa! Me emociona ver la abundante información que Jehová nos ha proporcionado. Desde 1992 hasta la fecha hemos distribuido más de diecisiete millones de revistas. Además, contamos con todas las publicaciones nuevas y con la Traducción del Nuevo Mundo en nuestro idioma. Por eso, cuando pienso en todos los años que pasamos sin publicaciones, no puedo evitar que se me salten las lágrimas de alegría y agradecimiento.
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 163 y 164]
Encontré el mejor trabajo en mi país
ARDIAN TUTRA
AÑO DE NACIMIENTO 1969
AÑO DE BAUTISMO 1992
OTROS DATOS Conoció la verdad en Italia y luego regresó a Albania, donde ahora es miembro del Comité de Sucursal.
◼ TENÍA 21 años cuando en 1991 salí de Albania con miles de refugiados en un barco que habíamos secuestrado y que iba rumbo a Italia. Nuestro país se hallaba en la miseria, así que yo estaba encantado de poder huir. Pensaba que mi sueño se había hecho realidad.
Tras pasar dos días en un campo de refugiados en Bríndisi (Italia), me escapé para buscar trabajo. Un señor me entregó una fotocopia de una publicación con un breve mensaje bíblico en albanés y me invitó a asistir a una reunión aquella misma tarde. Enseguida pensé: “¿Y por qué no? Tal vez alguien me dé trabajo”.
Lo que no esperaba era la cálida acogida que recibí en el Salón del Reino. Cuando acabó la reunión, todos vinieron a saludarme y fueron amables y cariñosos. Una familia incluso me invitó a cenar. Me trataron con bondad y dignidad, aunque yo no era más que un extranjero desaliñado e ilegal.
En la siguiente reunión, Vito Mastrorosa me ofreció un curso bíblico. Acepté, y pronto comprendí que había encontrado la verdad. Me bauticé en Italia en agosto de 1992.
Con el tiempo tuve mis documentos de residencia en regla. Había conseguido un buen trabajo y enviaba dinero regularmente a mi familia en Albania. No obstante, comencé a pensar: “Ahora que se ha abierto la obra en Albania, hay gran necesidad de publicadores. ¿Debería volver y servir allí? Pero ¿cómo reaccionará mi familia? Necesitan el dinero que les envío. ¿Qué dirá la gente?”.
Entonces recibí una llamada telefónica de la sucursal de Tirana. Me preguntaban si estaría dispuesto a volver y a enseñar albanés a un grupo de precursores especiales italianos que se trasladarían a Albania en noviembre. El ejemplo de aquellos precursores me hizo reflexionar. Ellos se dirigían hacia el territorio que yo había abandonado, y aunque no conocían el idioma, estaban encantados de ir. Dado que mi idioma y mi cultura eran los de Albania, ¿qué estaba haciendo yo en Italia?
Tomé una decisión y me subí al barco con aquellos precursores especiales. De inmediato comencé a trabajar en el pequeño Betel. Daba clases de albanés por la mañana y traducía publicaciones por la tarde. Al principio no le gustó la idea a mi familia, pero cuando comprendieron por qué había regresado al país, empezaron a prestar atención a las buenas nuevas. En poco tiempo se bautizaron mis padres, dos hermanas y un hermano.
Nunca me he arrepentido de haber renunciado al trabajo y al dinero que tenía en Italia. El mejor trabajo lo encontré en Albania, pues, en lo que a mí respecta, la obra que realmente importa y que proporciona satisfacción duradera es la de servir a Jehová con todo lo que uno tiene.
[Ilustración]
Ardian con su esposa, Noadia
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 173 y 174]
Se acabaron las reuniones secretas
ADRIANA MAHMUTAJ
AÑO DE NACIMIENTO 1971
AÑO DE BAUTISMO 1993
OTROS DATOS La invitaron a una reunión secreta, y a partir de entonces su vida dio un giro radical. En la actualidad es precursora especial.
◼ CUANDO murió mi primo en 1991, escuché por casualidad a una mujer llamada Barie que animaba a mi tía con las verdades bíblicas. Enseguida le hice preguntas, y me invitó a visitar a su amiga Rajmonda en su lugar de trabajo. La familia de Rajmonda estaba reunida en “clase”. Rajmonda me explicó que yo debía estudiar la Biblia durante algún tiempo porque a los nuevos no se les invitaba a las clases de inmediato. Me encantaba lo que estaba aprendiendo, y pronto me permitieron asistir.
Aquella clase se componía de personas que no estaban bautizadas y que en su día habían comenzado a reunirse con Sotir Papa y Sulo Hasani. Años atrás, miembros de la Sigurimi se habían infiltrado en las clases y habían entregado a los hermanos a la policía. Por eso, todos eran cautos y decidían con cuidado a quién invitar a las reuniones.
En mi primera reunión aprendí que se esperaba que hiciera una lista de mis amistades y les hablara de lo que estaba aprendiendo. Así que enseguida hablé con Ilma Tani. Al poco tiempo, a ella también se le permitió asistir a la clase. Nuestro pequeño grupo de quince miembros creció rápidamente.
En abril de 1992, Michael y Linda DiGregorio visitaron Berat. Él iba a pronunciar un discurso, y se nos recomendó que invitáramos abiertamente a la gente. Como resultado, asistieron 54 personas, aunque ninguno de los presentes estaba bautizado. Al acabar la reunión, pasamos horas haciéndoles preguntas a los DiGregorio. Por fin supimos cómo debía funcionar nuestro grupo.
Los testigos de Jehová obtuvieron reconocimiento legal poco después. Ilma, dos hermanos y yo fuimos a Tirana para observar cómo se predicaba de casa en casa. Se nos pidió que enseñáramos a los hermanos de Berat lo que habíamos aprendido, y tratamos de hacerlo lo mejor posible. La congregación progresó de verdad con la llegada de cuatro precursores especiales italianos en marzo de 1993, ya que se empezaron a celebrar abiertamente dos reuniones por semana.
Ilma y yo nos bautizamos aquel mes de marzo en el primer día especial de asamblea celebrado en Tirana, el cual contó con 585 asistentes. Luego nos hicimos precursoras regulares. Al poco tiempo se nos invitó a ser las primeras precursoras especiales del país y se nos asignó a Korçë. Ya nada se hacía en secreto.
Posteriormente, Ilma se casó con Arben Lubonja, quien había estado predicando sin compañía en Korçë tan solo unos meses antes. Con el tiempo se les asignó a la obra de circuito, y ahora sirven en Betel. ¡Cuánto me alegro de haber invitado a Ilma a aquella clase!
Hace poco, mientras asistía a una asamblea de distrito en la que hubo más de cinco mil quinientos presentes, pensé en nuestra clase secreta y en los muchos cambios que han ocurrido gracias a Jehová. Las reuniones y asambleas ahora se celebran con total libertad. Aunque cientos de hermanos se han ido de Berat debido a la crisis económica, nuestra pequeña clase se ha convertido en cinco prósperas congregaciones.
[Ilustración]
Ilma (Tani) y Arben Lubonja
[Ilustración y recuadro de la página 183]
¡De acuerdo, vamos!
ALTIN HOXHA Y ADRIAN SHKËMBI
AÑO DE NACIMIENTO 1973 (ambos)
AÑO DE BAUTISMO 1993 (ambos)
OTROS DATOS Abandonaron la universidad para hacerse precursores, y hoy día son ancianos de congregación.
◼ A PRINCIPIOS de 1993, ambos eran estudiantes universitarios en Tirana. Un amigo les habló durante horas de lo que le estaban enseñando los testigos de Jehová. Los dos vieron que todo lo que les decía contaba con el respaldo de las Escrituras. Luego aprendieron más, pusieron en práctica las enseñanzas bíblicas y se bautizaron ese mismo año. Aquel verano fueron a predicar a Kuçovë, donde no había publicadores.
Tras volver a Tirana, Adrian le dijo a Altin: “¿Qué hacemos yendo a la universidad? ¡Vamos a apoyar la predicación en Kuçovë!”.
La respuesta de Altin fue: “¡De acuerdo, vamos!”. Así que siete meses después de su bautismo regresaron a Kuçovë.
Jehová bendijo muchísimo sus esfuerzos. En la actualidad hay más de noventa publicadores activos en Kuçovë, y unos veinticinco Testigos han salido de allí para servir de precursores o betelitas. Adrian y Altin les dieron clases bíblicas a muchos de ellos.
Al referirse a la universidad, Altin sonríe y afirma: “El apóstol Pablo decidió no seguir una carrera en el mundo, y en 1993 yo tomé una decisión parecida. Nunca me he arrepentido de haber dicho: ‘¡De acuerdo, vamos!’”.
[Ilustraciones y recuadro de las páginas 191 y 192]
Ya no enseña el ateísmo, sino la verdad bíblica
ANASTAS RUVINA
AÑO DE NACIMIENTO 1942
AÑO DE BAUTISMO 1997
OTROS DATOS Daba clases de ateísmo a sus subordinados en el ejército antes de que sus hijos le enseñaran la verdad bíblica. Hoy día es anciano y precursor especial.
◼ EN 1971, tras graduarme en la academia militar, me nombraron comisionado de una brigada política. Dicho término se utilizaba porque el gobierno había eliminado los rangos militares en 1966. Entre mis cometidos estaba el de adoctrinar a mis subordinados en la ideología de que Dios no existe. Solía abundar en el concepto de que la religión es el opio del pueblo.
Estaba casado y tenía tres hijos. En 1992, mi hijo, Artan, empezó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová en Tirana. Luego llevó a su hermana Anila. Yo consideraba que aquello era una estupidez y una pérdida de tiempo, así que tuvimos muchas discusiones en casa.
Un día abrí un ejemplar de La Atalaya por pura curiosidad. Para mi sorpresa, lo que leí sonaba razonable. No obstante, aunque Artan y Anila seguían animándome a estudiar la Biblia, yo no me decidía a hacerlo. Mi razonamiento era que alguien que no cree en Dios no puede estudiar la Biblia. En 1995 se publicó en albanés el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? Artan y Anila me dieron un ejemplar. No necesité nada más para convencerme de que Dios sí existe. Ya no me quedaba ninguna excusa, tenía que estudiar la Biblia. Al poco tiempo, mi esposa, Lirie, también empezó a estudiar, y ambos aceptamos la verdad.
Para ser sincero, tardé algún tiempo en progresar. Tenía 53 años y me costó abandonar la forma de pensar que había desarrollado como político y militar. Tengo que decir que fue el Creador, Jehová, quien me ayudó a seguir adelante.
No quería ser publicador porque me preocupaba tener que predicar a la mismísima gente a la que había enseñado el ateísmo. ¿Qué iban a pensar? Un día, mientras estudiaba con Vito Mastrorosa, él me leyó el relato de Saulo de Tarso. Aquello me llegó al corazón. Saulo persiguió a los cristianos. Pero luego aprendió la verdad y se puso a predicar. Yo sabía que era capaz de hacer lo mismo con la ayuda de Jehová.
Todavía me río de mí mismo a veces, mientras Jehová sigue ayudándome a ser menos estricto, más razonable y a no comportarme como un comandante. Poco a poco lo voy consiguiendo.
Ya no discuto con mis hijos por causa de la verdad. Al contrario, estoy orgulloso de ellos. Artan es anciano y precursor especial, y mis dos hijas, Anila y Eliona, sirven en Betel en Tirana.
Lirie y yo somos precursores especiales. Nos sentimos privilegiados de enseñar la verdad sobre nuestro Magnífico Creador a otras personas y observar los cambios que hacen en su vida. Tengo la enorme dicha de ofrecerles una esperanza real basada en las promesas del único Dios verdadero, Jehová.
[Ilustración]
De izquierda a derecha: Artan, Anila, Lirie, Anastas, Eliona y su esposo, Rinaldo Galli
[Ilustraciones y tabla de las páginas 176 y 177]
DATOS HISTÓRICOS: Albania
1920 a 1922 Algunos albaneses conocen la verdad bíblica en Estados Unidos.
1922 Thanas Idrizi vuelve a Gjirokastër llevando consigo la verdad.
1925 En Albania hay tres pequeñas clases de estudio de la Biblia.
1928 El “Foto-Drama de la Creación” se exhibe en muchas ciudades.
1930
1935 a 1936 Se lleva a cabo una amplia campaña de predicación.
1939 Proscripción de los testigos de Jehová.
1940
1940 Se encarcela a nueve hermanos por su neutralidad.
1946 Comienza el régimen comunista.
1950
1960
1960 Un Comité del País empieza a supervisar la obra en Albania.
1962 Miembros del Comité del País son enviados a campos de trabajos forzados.
1967 Albania se declara atea oficialmente.
1980
1990
1992 Los testigos de Jehová obtienen reconocimiento legal.
1996 Milton Henschel asiste a la dedicación del primer Betel.
1997 Comienza la trazira.
2000
2005 Se publica la Traducción del Nuevo Mundo completa en albanés.
2006 Dedicación de la sucursal de Mëzez (Tirana).
2010
[Ilustración]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Publicadores
Precursores
4.000
3.000
2.000
1.000
1930 1940 1950 1960 1980 1990 2000 2010
[Mapas de la página 133]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
MONTENEGRO
KOSOVO
MACEDONIA
GRECIA
Iōánnina
Lago Scutari
Lago Ocrida
Lago Prespa
MAR ADRIÁTICO
ALBANIA
TIRANA
Scutari
Kukës
Burrel
Mëzez
Durazzo
Kavajë
Gramsh
Kuçovë
Fier
Berat
Korçë
Valona
Tepelenë
Këlcyrë
Barmash
Përmet
Gjirokastër
Sarandë
[Ilustraciones a toda plana de la página 126]
[Ilustración de la página 128]
Tras aprender la verdad en Nueva Inglaterra (Estados Unidos), Thanas Idrizi llevó consigo las buenas nuevas a Gjirokastër (Albania)
[Ilustración de la página 129]
Sokrat Duli enseñó la verdad bíblica a su hermano
[Ilustración de la página 137]
Nicholas Christo le habló de las buenas nuevas a dignatarios albaneses
[Ilustración de la página 142]
La carta de dos páginas que Testigos albaneses de Boston enviaron a Enver Hodja
[Ilustración de la página 145]
Leonidha Pope
[Ilustración de la página 147]
“Jehová me enseñó a no firmar cosas que no he dicho” (Sotir Ceqi)
[Ilustración de la página 149]
Helen y John Marks antes de que él volviera a Albania
[Ilustración de la página 154]
Spiro Vruho fue superintendente viajante
[Ilustración de la página 157]
Llopi Bllani
[Ilustración de la página 158]
Aunque estaba sola, Kulla Gjidhari no dejó de celebrar la Conmemoración
[Ilustración de la página 167]
Michael y Linda DiGregorio
[Ilustración de la página 172]
La orden número 100 otorgaba reconocimiento legal a los testigos de Jehová
[Ilustración de la página 175]
Reunión de congregación en el primer Salón del Reino, ubicado en Tirana (1992)
[Ilustración de la página 178]
Areti Pina predicó fielmente por su cuenta
[Ilustraciones de la página 184]
Una antigua casa fue convertida en modernas oficinas
[Ilustración de la página 186]
“Si los encarcelan, no se preocupen” (Nasho Dori)
[Ilustraciones de la página 194]
David Splane presenta la Traducción del Nuevo Mundo en albanés
[Ilustración de la página 197]
Misioneros que sirven actualmente en Albania
[Ilustraciones de la página 199]
Sucursal de Albania
Comité de Sucursal: Artan Duka, Ardian Tutra, Michael DiGregorio, Davide Appignanesi, Stefano Anatrelli