Nota
a No hay razón para hablar de un olivo típico y de otro antitípico, como si Israel fuera un olivo que representara simbólicamente a otro. ¿Por qué no? Porque aunque la nación de Israel produjo reyes y sacerdotes, nunca se convirtió en un reino de sacerdotes; la propia Ley prohibía que los reyes israelitas ejercieran el sacerdocio. De modo que la nación de Israel no fue ningún olivo que prefigurara a otro árbol posterior. Lo que Pablo ilustró con su comparación era cómo se cumple en el Israel espiritual el propósito de Dios de producir “un reino de sacerdotes”. Esta explicación actualiza la que se publicó en La Atalaya del 1 de enero de 1984, páginas 14 a 19.