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La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo
Jueces

JUECES

1 Después de la muerte de Josué,+ los israelitas* le consultaron a Jehová:+ “¿Quién de nosotros subirá primero a pelear contra los cananeos?”. 2 Jehová respondió: “Subirá la tribu de Judá.+ Miren, voy a entregar* esta tierra en sus manos”. 3 Entonces Judá le dijo a Simeón, su tribu hermana: “Sube conmigo al territorio que me ha tocado*+ y luchemos juntos contra los cananeos. Después iré contigo al territorio que te ha tocado a ti”. Así que Simeón acompañó a Judá.

4 Cuando Judá subió, Jehová entregó a los cananeos y a los perizitas en sus manos.+ Derrotaron a 10.000 hombres en Bézec. 5 Encontraron a Adoni-Bézec en Bézec, y allí pelearon contra él y derrotaron a los cananeos+ y a los perizitas.+ 6 Cuando Adoni-Bézec huyó, lo persiguieron, lo atraparon y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies. 7 Entonces Adoni-Bézec dijo: “Hay 70 reyes a quienes se les cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, y que recogen alimento debajo de mi mesa. Lo que yo les hice a ellos, ahora Dios me lo ha hecho a mí”. Después de eso lo llevaron a Jerusalén,+ donde murió.

8 Además, los hombres de Judá lucharon contra Jerusalén+ y la conquistaron; atacaron la ciudad con la espada y la quemaron. 9 Después, los hombres de Judá bajaron para luchar contra los cananeos que vivían en la región montañosa, en el Négueb y en la Sefelá.+ 10 Así que Judá fue a luchar contra los cananeos que vivían en Hebrón (Hebrón antes se llamaba Quiryat-Arbá) y venció a Sesái, Ahimán y Talmái.+

11 De allí fueron a luchar contra los habitantes de Debir+ (Debir antes se llamaba Quiryat-Séfer).+ 12 Entonces Caleb+ dijo: “Al hombre que ataque y conquiste Quiryat-Séfer le daré a mi hija Acsá por esposa”.+ 13 Y Otniel+ hijo de Quenaz,+ el hermano menor de Caleb, logró conquistar la ciudad. De modo que Caleb le dio a su hija Acsá por esposa. 14 De camino a la casa, ella le rogó a Otniel que le pidiera al padre de ella un terreno. Entonces ella se bajó del burro en el que iba,* y Caleb le preguntó: “¿Qué quieres?”. 15 Ella le dijo: “Por favor, hazme un regalo como señal de tu bendición. Ya me diste un terreno en el sur,* pero dame también Gulot-Maim”.* Así que Caleb le dio Gulot Alto y Gulot Bajo.

16 Y los descendientes del quenita,+ el suegro de Moisés,+ subieron de la ciudad de las palmeras*+ con el pueblo de Judá y fueron al desierto de Judá, al sur de Arad.+ Fueron allí y se quedaron a vivir con el pueblo.+ 17 Pero Judá y su hermano Simeón siguieron adelante; atacaron a los cananeos que vivían en Zefat y entregaron la ciudad a la destrucción.+ De ahí que llamaran a la ciudad Hormá.*+ 18 Después de eso, Judá conquistó Gaza+ y su territorio, Asquelón+ y su territorio, y Ecrón+ y su territorio. 19 Jehová estaba con Judá, y ellos conquistaron la región montañosa. Pero no lograron expulsar a los habitantes de la llanura* porque estos tenían carros de guerra con hoces de hierro.*+ 20 Tal como Moisés había prometido, le dieron Hebrón a Caleb,+ y él expulsó de allí a los tres hijos de Anac.+

21 Pero los de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que vivían en Jerusalén. Por eso los jebuseos siguen viviendo en Jerusalén con los benjaminitas hasta el día de hoy.+

22 Entretanto, los de la casa de José+ subieron a pelear contra Betel, y Jehová estaba con ellos.+ 23 Los de la casa de José enviaron espías a Betel. (Por cierto, la ciudad antes se llamaba Luz).+ 24 Los espías vieron a un hombre saliendo de la ciudad y le dijeron: “Por favor, indícanos por dónde entrar a la ciudad y te trataremos con bondad”.* 25 Así que el hombre les indicó por dónde entrar a la ciudad. Entonces, ellos atacaron la ciudad con la espada, pero dejaron que el hombre y toda su familia escaparan.+ 26 El hombre se fue a la tierra de los hititas y construyó una ciudad a la que llamó Luz, y así se llama hasta el día de hoy.

27 La tribu de Manasés no expulsó a los habitantes de Bet-Seán y sus pueblos dependientes,* ni a los de Taanac+ y sus pueblos dependientes, ni a los de Dor y sus pueblos dependientes, ni a los de Ibleam y sus pueblos dependientes, ni a los de Meguidó y sus pueblos dependientes.+ Los cananeos se empeñaban en seguir viviendo en esa tierra. 28 Cuando los israelitas se hicieron más fuertes, obligaron a los cananeos a hacer trabajos forzados,+ pero no llegaron a expulsarlos del todo.+

29 Tampoco expulsó la tribu de Efraín a los cananeos que vivían en Guézer. Los cananeos siguieron viviendo en Guézer entre ellos.+

30 La tribu de Zabulón no expulsó a los habitantes de Quitrón ni a los de Nahalol.+ Los cananeos siguieron viviendo allí entre ellos y fueron obligados a hacer trabajos forzados.+

31 La tribu de Aser no expulsó a los habitantes de Akkó ni a los de Sidón,+ Ahlab, Aczib,+ Helbá, Afic+ y Rehob.+ 32 Así que, como no expulsaron a los cananeos que habitaban la región, los aseritas se pusieron a vivir allí entre ellos.

33 La tribu de Neftalí no expulsó ni a los habitantes de Bet-Semes ni a los de Bet-Anat.+ Se pusieron a vivir allí entre los cananeos que habitaban la región+ y obligaron a los habitantes de Bet-Semes y de Bet-Anat a hacer trabajos forzados.

34 Los amorreos obligaron a los de Dan a quedarse en la región montañosa, pues no les permitían bajar a la llanura.*+ 35 Los amorreos se empeñaron en seguir viviendo en el monte Heres, en Ayalón+ y en Saalbim.+ Pero, cuando los de la casa de José se hicieron más poderosos,* los amorreos fueron obligados a hacer trabajos forzados. 36 El territorio de los amorreos iba desde la subida de Acrabim+ y desde Sela hacia arriba.

2 Entonces el ángel de Jehová+ subió de Guilgal+ a Bokim y dijo: “Los saqué de Egipto y los hice subir a la tierra que juré darles a sus antepasados.+ Además les dije: ‘Yo nunca romperé mi pacto con ustedes.+ 2 Y ustedes, por su parte, no deben hacer ningún pacto con los habitantes de esta tierra,+ y deben destruir sus altares’.+ Sin embargo, no han obedecido mi voz.+ ¿Por qué han actuado así? 3 Por eso también les dije: ‘No los voy a expulsar delante de ustedes.+ Ellos serán una trampa para ustedes,+ y sus dioses los seducirán’”.+

4 Cuando el ángel de Jehová les dijo estas palabras a todos los israelitas, la gente empezó a llorar desconsoladamente. 5 Así que llamaron a aquel lugar Bokim,* y allí le hicieron sacrificios a Jehová.

6 Cuando Josué despidió al pueblo, cada israelita se fue al territorio que había heredado para ocupar la tierra.+ 7 El pueblo sirvió a Jehová durante todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que siguieron viviendo después de Josué y que habían visto todas las cosas grandiosas que Jehová había hecho por Israel.+ 8 Josué hijo de Nun, el siervo de Jehová, murió a la edad de 110 años.+ 9 Lo enterraron en el territorio que él había heredado, en Timnat-Heres,+ en la región montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.+ 10 Toda aquella generación fue reunida con sus antepasados* y vino otra generación que no conocía a Jehová ni lo que él había hecho por Israel.

11 Y los israelitas hicieron lo que estaba mal a los ojos de Jehová y sirvieron* a los Baales.+ 12 Abandonaron a Jehová, el Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto,+ y siguieron a otros dioses, a los dioses de los pueblos que los rodeaban.+ Se inclinaron ante ellos y provocaron a Jehová.+ 13 Abandonaron a Jehová y sirvieron a Baal y a las imágenes de Astoret.+ 14 Por eso Jehová se enfureció con los israelitas y los hizo caer en manos de saqueadores que los despojaban de sus bienes.+ Los abandonó* en manos de los enemigos que tenían a su alrededor,+ y ya no pudieron hacerles frente.+ 15 Sin importar adónde fueran, la mano de Jehová estaba en contra de ellos y les mandaba calamidades,+ tal como Jehová había dicho y tal como Jehová les había jurado.+ Y llegaban a estar en una situación muy angustiosa.+ 16 De modo que Jehová les daba jueces que los salvaban de las manos de los saqueadores.+

17 Pero ni a los jueces quisieron escuchar, sino que se prostituían siguiendo a otros dioses y se inclinaban ante ellos. Se apartaron muy pronto del camino por el que sus antepasados habían andado. Sus antepasados obedecieron los mandamientos de Jehová,+ pero ellos no. 18 Cada vez que Jehová les daba un juez,+ Jehová estaba con él y los salvaba de las manos de sus enemigos todos los días del juez. Y es que Jehová se compadecía+ de* ellos al oírlos gemir por culpa de quienes los oprimían+ y maltrataban.

19 Pero, cuando el juez moría, ellos volvían a corromperse más que sus padres. Seguían a otros dioses, les servían y se inclinaban ante ellos.+ No dejaban sus prácticas ni su conducta terca. 20 Finalmente, Jehová se enfureció mucho con Israel+ y dijo: “Esta nación ha roto el pacto+ que hice con sus antepasados y no me ha obedecido.+ 21 Yo, por mi parte, no expulsaré delante de ellos ni a una sola de las naciones que Josué dejó cuando murió.+ 22 Así pondré a prueba a Israel, a ver si siguen el camino de Jehová+ y andan por él como lo hicieron sus padres”. 23 Por eso Jehová permitió que esas naciones se quedaran. No las expulsó enseguida ni las entregó en manos de Josué.

3 Estas son las naciones que Jehová permitió que se quedaran para que pusieran a prueba a los israelitas que no habían pasado por ninguna de las guerras de Canaán+ 2 (de esta forma conocerían la guerra las siguientes generaciones de israelitas, los que no habían pasado por algo así): 3 los cinco gobernantes de los filisteos+ y todos los cananeos, los sidonios+ y los heveos+ que vivían en el monte Líbano,+ desde el monte Baal-Hermón hasta Lebó-Hamat.*+ 4 Y sirvieron para poner a prueba a los israelitas, para ver si obedecían los mandamientos que Jehová les había dado a sus antepasados por medio de Moisés.+ 5 Así que los israelitas vivieron entre los cananeos,+ los hititas, los amorreos, los perizitas, los heveos y los jebuseos. 6 Tomaban a las hijas de estos pueblos por esposas y a sus propias hijas las casaban con los hijos de ellos, y se pusieron a servir a sus dioses.+

7 Los israelitas hicieron lo que estaba mal a los ojos de Jehová; se olvidaron de Jehová su Dios y sirvieron a los Baales+ y a los postes sagrados.*+ 8 Por eso Jehová se enfureció con Israel y los abandonó* en manos de Cusán-Risataim, el rey de Mesopotamia.* Los israelitas sirvieron a Cusán-Risataim durante ocho años. 9 Cuando los israelitas le rogaron a Jehová que los ayudara,+ Jehová les dio un salvador para rescatarlos:+ Otniel+ hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb. 10 El espíritu de Jehová vino sobre Otniel,+ y él llegó a ser el juez de Israel. Cuando Otniel salió a combatir, venció a Cusán-Risataim, el rey de Mesopotamia,* porque Jehová lo entregó en sus manos. 11 Después de eso hubo paz en la región* por 40 años. Entonces Otniel hijo de Quenaz murió.

12 Y, una vez más, los israelitas comenzaron a hacer lo que estaba mal a los ojos de Jehová.+ Así que Jehová dejó que Eglón, el rey de Moab,+ se hiciera más poderoso que los israelitas, pues ellos estaban haciendo lo que estaba mal a los ojos de Jehová. 13 Además, él trajo contra ellos a los ammonitas+ y a los amalequitas,+ quienes atacaron a Israel y conquistaron la ciudad de las palmeras.+ 14 Los israelitas sirvieron a Eglón, el rey de Moab, durante 18 años.+ 15 Entonces, los israelitas le rogaron a Jehová que los ayudara,+ y Jehová les dio un salvador:+ Ehúd+ hijo de Guerá, un benjaminita+ que era zurdo.+ Con el tiempo, los israelitas enviaron a Ehúd para pagarle tributo a Eglón, el rey de Moab. 16 Ehúd se hizo una espada de dos filos de un codo* de largo y después se la ató al muslo derecho, debajo de la ropa. 17 Entonces le entregó el tributo a Eglón, el rey de Moab, que era un hombre muy gordo.

18 Una vez que lo entregó, Ehúd despidió a la gente que había traído el tributo. 19 Después de llegar a las imágenes talladas* que había en Guilgal,+ Ehúd regresó y le dijo al rey: “Tengo un mensaje secreto para ti, oh, rey”. A lo que el rey dijo: “¡Silencio!”. Entonces, todos los sirvientes se retiraron. 20 Estando el rey sentado a solas en la habitación fresca que tenía en la azotea, Ehúd se le acercó y le dijo: “Tengo un mensaje de Dios para ti”. Al oír esto, el rey se levantó del trono.* 21 Y Ehúd sacó con la mano izquierda la espada que tenía atada al muslo derecho y se la hundió a Eglón en el vientre. 22 Toda la espada entró, incluido el mango, y la grasa cubrió la espada porque Ehúd no se la sacó del vientre, y al rey se le salió el excremento. 23 Ehúd escapó por el pórtico* dejando las puertas de la habitación de la azotea cerradas con llave. 24 Después de que Ehúd salió, los sirvientes regresaron y vieron que las puertas de la habitación de la azotea estaban cerradas con llave. Así que dijeron: “Debe estar haciendo sus necesidades* en la habitación fresca de adentro”. 25 Pero, de tanto esperar, se sintieron desconcertados. Y, al ver que el rey no abría las puertas de la habitación de la azotea, tomaron la llave y las abrieron. ¡Y encontraron a su señor muerto en el piso!*

26 Mientras ellos se demoraban, Ehúd escapó, pasó por donde estaban las imágenes talladas*+ y llegó a Seirá sano y salvo. 27 Al llegar, hizo sonar el cuerno+ en la región montañosa de Efraín,+ y los israelitas bajaron con él de la región montañosa; él iba delante de ellos. 28 Entonces les dijo: “Síganme, porque Jehová ha entregado en sus manos a los moabitas, sus enemigos”. Ellos lo siguieron y, para que los moabitas no pudieran escapar, ocuparon los lugares de paso del Jordán. No permitieron que nadie cruzara. 29 En aquella ocasión mataron a unos 10.000 moabitas,+ hombres fuertes y valientes. Ni uno solo escapó.+ 30 Así fue como en aquel día los moabitas fueron sometidos bajo la mano de Israel. Y hubo paz en la región* por 80 años.+

31 Después de Ehúd, vino Samgar+ hijo de Anat, quien mató a 600 filisteos+ con una aguijada para ganado vacuno;+ él también salvó a Israel.

4 Pero, después que Ehúd murió, los israelitas volvieron a hacer lo que estaba mal a los ojos de Jehová.+ 2 Así que Jehová los abandonó* en manos de Jabín, el rey de Canaán,+ que reinaba en Hazor. El jefe de su ejército era Sísara, quien vivía en Haróset+ de las naciones.* 3 Jabín* tenía 900 carros de guerra con hoces de hierro*+ y llevaba 20 años oprimiendo a los israelitas con dureza.+ Por eso los israelitas le suplicaron a Jehová que los ayudara.+

4 En aquella época, Débora, una profetisa,+ esposa de Lapidot, juzgaba a Israel. 5 Solía sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá+ y Betel,+ en la región montañosa de Efraín. Y los israelitas acudían a ella para juicio. 6 Ella mandó llamar de Quedes de Neftalí+ a Barac+ hijo de Abinoam, y le dijo: “Jehová, el Dios de Israel, te ha dado esta orden: ‘Ve, marcha al* monte Tabor y lleva contigo a 10.000 hombres de las tribus de Neftalí y Zabulón. 7 Yo te traeré al arroyo de Cisón*+ a Sísara, el jefe del ejército de Jabín, con sus carros de guerra y sus tropas, y lo entregaré en tus manos’”.+

8 Al oír esto, Barac le dijo: “Si tú vas conmigo, yo voy; pero, si no vas conmigo, yo no voy”. 9 Ella le respondió: “Claro que iré contigo. Pero en esta campaña militar la gloria no será para ti, porque será en las manos de una mujer en las que Jehová entregará a Sísara”.+ Luego Débora se levantó y se fue con Barac a Quedes.+ 10 Barac convocó a Zabulón y a Neftalí+ en Quedes, y 10.000 hombres lo siguieron. Débora también fue con él.

11 Por cierto, Héber el quenita se había separado de los otros quenitas,+ los descendientes de Hobab, el suegro de Moisés.+ Y había armado su tienda junto al árbol grande de Zaananim, que está cerca de Quedes.

12 Se le informó a Sísara que Barac hijo de Abinoam había subido al monte Tabor.+ 13 Enseguida Sísara reunió todos sus carros de guerra —900 carros con hoces de hierro—* y a todas las tropas que venían con él desde Haróset de las naciones para ir al arroyo de Cisón.+ 14 Débora ahora le dijo a Barac: “Vamos, que este es el día en que Jehová entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no va Jehová delante de ti?”. Entonces, Barac bajó del monte Tabor seguido por 10.000 hombres. 15 Y Jehová hizo que, ante la espada de Barac, reinara el caos entre Sísara, todos sus carros de guerra y todo el ejército.+ Finalmente, Sísara se bajó de su carro y huyó a pie. 16 Barac persiguió al ejército y los carros de guerra hasta Haróset de las naciones, y todos los soldados de Sísara cayeron a espada. No quedó ni uno.+

17 Pero Sísara huyó a pie a la tienda* de Jael,+ la esposa de Héber+ el quenita, porque los de la casa de Héber estaban en paz con Jabín,+ el rey de Hazor. 18 Jael salió al encuentro de Sísara y le dijo: “Ven aquí, mi señor, entra. No tengas miedo”. De modo que él entró en la tienda, y ella lo tapó con una manta. 19 Entonces él le pidió: “Por favor, dame un poco de agua, que tengo sed”. Ella abrió un odre de leche y le dio de beber.+ Después volvió a taparlo. 20 Y él le dijo: “Quédate a la entrada de la tienda, y, si alguien viene y te pregunta ‘¿Hay aquí un hombre?’, dile que no”.

21 Pero Jael, la esposa de Héber, agarró una estaca de tienda y un martillo. Y, mientras Sísara estaba profundamente dormido por el agotamiento, ella se le acercó sin hacer ruido y le clavó la estaca en las sienes hasta hundirla en la tierra, y él murió.+

22 Cuando Barac llegó buscando a Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo: “Ven. Te mostraré al hombre que estás buscando”. Él entró con ella en la tienda y allí vio a Sísara muerto, con la estaca atravesándole las sienes.

23 Aquel día, Dios les dio a los israelitas la victoria sobre Jabín, el rey de Canaán.+ 24 Y los israelitas lucharon contra Jabín, el rey de Canaán,+ cada vez con más dureza, hasta que acabaron con él.+

5 Aquel día, Débora+ cantó esta canción+ con Barac+ hijo de Abinoam:

 2 “Por los cabellos sueltos* en Israel,

por el pueblo que se ofreció voluntariamente,+

¡alaben a Jehová!

 3 ¡Escuchen, reyes! ¡Presten atención, gobernantes!

Yo le cantaré a Jehová.

Le cantaré alabanzas a* Jehová,+ el Dios de Israel.+

 4 Jehová, cuando saliste de Seír,+

cuando saliste marchando del territorio de Edom,

la tierra tembló y los cielos derramaron aguaceros;

las nubes se deshicieron en lluvia.

 5 Las montañas se derritieron* delante del rostro de Jehová,+

hasta el Sinaí se derritió* delante del rostro de Jehová,+ el Dios de Israel.+

 6 En los días de Samgar+ hijo de Anat,

en los días de Jael,+ los caminos estaban desiertos;

los viajeros iban por senderos secundarios.

 7 Los campesinos de Israel no estaban,*

no estaban, hasta que surgí yo, Débora,+

hasta que surgí como una madre para Israel.+

 8 Ellos eligieron dioses nuevos.+

Entonces hubo guerra en las puertas de las ciudades.+

No se veía ni un escudo ni una lanza

entre cuarenta mil de Israel.

 9 Mi corazón está con los comandantes de Israel+

que fueron voluntariamente con el pueblo.+

¡Alaben a Jehová!

10 Ustedes, los que van montados en burros pardos;

ustedes, los que se sientan sobre finas alfombras,

y ustedes, los que andan por el camino,

¡pónganse a pensar!

11 Junto a los abrevaderos se escucharon las voces de los que distribuyen el agua.

Allí estuvieron relatando los actos justos de Jehová,

los actos justos de los campesinos de Israel.

Entonces el pueblo de Jehová bajó a las puertas de las ciudades.

12 ¡Despierta, Débora,+ despierta!

¡Despierta, despierta, canta una canción!+

¡Levántate, Barac!+ ¡Llévate a tus prisioneros, hijo de Abinoam!

13 Los que quedaron bajaron adonde estaban los nobles;

el pueblo de Jehová vino a mí para luchar contra los poderosos.

14 De Efraín eran los que estaban en el valle;*

van contigo, Benjamín, entre tus hombres.

De Makir,+ bajaron los comandantes

y, de Zabulón, los que llevan el bastón para reclutar soldados.*

15 Los príncipes de Isacar estuvieron con Débora.

Así como estuvo Isacar, también estuvo Barac.+

Al valle* fue enviado a pie.+

Entre las divisiones de Rubén hubo grandes deliberaciones del corazón.

16 ¿Por qué te quedaste sentado entre las dos bolsas de carga

escuchando a los pastores que tocaban la flauta para los rebaños?+

Entre las divisiones de Rubén hubo grandes deliberaciones del corazón.

17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán.+

¿Y por qué permaneció Dan junto a los barcos?+

Aser se sentó a la orilla del mar sin hacer nada,

no se movió de sus puertos.*+

18 Zabulón fue un pueblo que expuso su vida a* la muerte;

también Neftalí,+ allá en las zonas altas.+

19 Vinieron reyes y lucharon;

entonces pelearon los reyes de Canaán+

en Taanac, junto a las aguas de Meguidó.+

No pudieron llevarse nada de plata como botín.+

20 Desde el cielo pelearon las estrellas,

desde sus órbitas pelearon contra Sísara.

21 El torrente* de Cisón los arrastró,+

el antiguo torrente, el torrente de Cisón.

Pisoteaste a los poderosos, alma* mía.

22 Entonces cascos de caballos golpeaban el suelo

cuando los corceles galopaban con furia.+

23 ‘Maldigan a Meroz —dijo el ángel de Jehová—,

sí, maldigan a sus habitantes,

porque no vinieron en ayuda de Jehová,

en ayuda de Jehová con los poderosos guerreros’.

24 La más bendita de las mujeres es Jael,+

la esposa de Héber+ el quenita;

la más bendita de las mujeres que viven en tiendas.

25 Él le pidió agua; ella le dio leche.

En un majestuoso tazón de banquete le ofreció leche cuajada.*+

26 Con una mano agarró la estaca de tienda.

Con su mano derecha tomó el martillo de los obreros.

Con él golpeó a Sísara, le partió la cabeza;

le machacó las sienes, se las atravesó.+

27 Entre sus pies, él se desplomó; cayó y quedó inmóvil.

Entre sus pies se desplomó y cayó.

Donde se desplomó, ahí cayó derrotado.

28 Por la ventana se asomaba una mujer.

La madre de Sísara miraba por la celosía:*

‘¿Por qué tarda en venir su carro?

¿Por qué no oigo todavía el ruido de sus caballos?’.+

29 Las más sabias de sus damas nobles le contestaban,

y ella también se decía una y otra vez:

30 ‘Deben estar repartiéndose el botín:

una joven,* dos jóvenes,* para cada guerrero;

botín de telas teñidas para Sísara, botín de telas teñidas;

una pieza bordada, telas teñidas, dos piezas bordadas

para el cuello de los saqueadores’.

31 ¡Oh, Jehová! Que así mueran todos tus enemigos,+

pero que los que te aman sean como el sol cuando se levanta en toda su gloria”.

Y hubo paz en la región* por 40 años.+

6 Pero los israelitas volvieron a hacer lo que estaba mal a los ojos de Jehová.+ Así que Jehová los abandonó en manos de Madián por siete años.+ 2 Y Madián dominó a Israel.+ Por culpa de Madián, los israelitas se hicieron escondites* en montañas, cuevas y lugares de difícil acceso.+ 3 Cada vez que los israelitas sembraban, los madianitas, los amalequitas+ y los orientales+ los atacaban. 4 Acampaban para luchar contra ellos y destruían las cosechas por todo su territorio hasta Gaza, no dejaban en Israel nada para comer ni tampoco ovejas, toros o burros.+ 5 Porque subían con sus animales y sus tiendas de campaña, y eran tan numerosos como las langostas.+ Ellos y sus camellos eran tantos que no se podían contar.+ Llegaban al país para destruirlo. 6 Al final, Madián dejó a Israel hundido en la miseria; y los israelitas le rogaron a Jehová que los ayudara.+

7 Cuando los israelitas le suplicaron a Jehová que los liberara de Madián,+ 8 Jehová les envió un profeta, que les dijo: “Esto es lo que dice Jehová, el Dios de Israel: ‘Yo los saqué de la tierra donde eran esclavos haciéndolos subir de Egipto.+ 9 Los rescaté de las manos de Egipto y de todos los que los oprimían. A estos los quité de su presencia y su tierra se la di a ustedes.+ 10 Y les dije: “Yo soy Jehová su Dios.+ No deben adorar* a los dioses de los amorreos, los habitantes de la tierra en la que ustedes están viviendo”.+ Pero ustedes no me obedecieron’”.*+

11 Más tarde, el ángel de Jehová llegó+ y se sentó debajo del árbol grande que había en Ofrá, que le pertenecía a Joás el abí-ezrita.+ Gedeón hijo de Joás+ estaba desgranando* el trigo en el lagar de vino para que los madianitas no vieran el grano. 12 El ángel de Jehová se le apareció y le dijo: “Jehová está contigo,+ poderoso guerrero”. 13 Gedeón le respondió: “Perdón, mi señor, pero, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos está pasando todo esto?+ ¿Dónde están todas esas cosas maravillosas que nos contaron nuestros padres?+ Ellos nos decían: ‘Fue Jehová quien nos sacó de Egipto’.+ Pero ahora Jehová nos ha abandonado+ y nos ha entregado en manos de Madián”. 14 Jehová se volvió hacia él y le dijo: “Vete, que con la fuerza que tienes salvarás a Israel de las manos de Madián.+ ¿Acaso no soy yo el que te envía?”. 15 Y Gedeón le respondió: “Perdón, Jehová, pero ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mira que mi clan* es el menos importante de Manasés y yo soy el más insignificante de la casa de mi padre”. 16 Pero Jehová le dijo: “Yo estaré contigo,+ y por eso derrotarás a los madianitas como si fueran solamente un hombre”.

17 Entonces Gedeón le dijo: “Si de veras cuento con tu aprobación,* dame una señal de que eres tú el que me está hablando. 18 Por favor, no te vayas hasta que vuelva con lo que quiero ofrecerte y lo ponga delante de ti”.+ El ángel le respondió: “Me quedaré aquí hasta que vuelvas”. 19 Y Gedeón fue adentro, preparó un cabrito y con un efá* de harina hizo pan sin levadura.+ Puso la carne en una canasta y el caldo en una olla. Después se lo llevó todo al ángel y lo sirvió debajo del árbol grande.

20 El ángel del Dios verdadero ahora le dijo: “Toma la carne y el pan sin levadura, ponlos sobre aquella roca grande y derrama el caldo”. Y así lo hizo. 21 Entonces el ángel de Jehová extendió la vara que tenía en la mano y, con su punta, tocó la carne y el pan sin levadura. De la roca salió un fuego que consumió la carne y el pan sin levadura.+ Y el ángel de Jehová desapareció de su vista. 22 En ese momento, Gedeón comprendió que se trataba del ángel de Jehová.+

Al instante exclamó: “¡Ay de mí, Señor Soberano Jehová! ¡He visto cara a cara al ángel de Jehová!”.+ 23 Pero Jehová le dijo: “Ten paz. No tengas miedo;+ no vas a morir”. 24 Así que Gedeón le construyó allí a Jehová un altar, que hasta el día de hoy se llama Jehová-Salom.*+ Todavía está en Ofrá de los abí-ezritas.

25 Esa noche, Jehová le dijo: “Toma el toro joven de tu padre, el segundo toro joven de siete años. Luego derriba el altar de Baal que tiene tu padre y corta el poste sagrado que está junto al altar.+ 26 Después, con la hilera de piedras, constrúyele un altar a Jehová tu Dios en lo alto de esta fortaleza. Entonces toma el segundo toro joven, ponlo sobre los pedazos de madera del poste sagrado que cortaste y preséntalo como ofrenda quemada”. 27 Así que Gedeón llamó de entre sus siervos a 10 hombres e hizo exactamente lo que Jehová le había mandado. Pero, como les tenía miedo a los de la casa de su padre y a los hombres de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo de noche.

28 Temprano por la mañana, cuando los hombres de la ciudad se levantaron, vieron que alguien había derribado el altar de Baal, había cortado el poste sagrado que estaba junto a él y había sacrificado el segundo toro joven en el altar recién construido. 29 De modo que se preguntaron unos a otros: “¿Quién habrá hecho esto?”. Después de investigar el asunto, dijeron: “Fue Gedeón hijo de Joás”. 30 Así que los hombres de la ciudad le dijeron a Joás: “¡Entréganos a tu hijo para que muera! Él derribó el altar de Baal y cortó el poste sagrado que había a su lado”. 31 Pero Joás+ les respondió a todos los que se enfrentaron a él: “¿Necesita Baal que ustedes lo defiendan? ¿Necesita que ustedes lo salven? A cualquiera que lo defienda se le dará muerte esta misma mañana.+ Si él es un dios, que él mismo se defienda,+ pues fue su altar el que derribaron”. 32 Y en aquel día empezó a llamar a Gedeón por otro nombre: Jerubaal.* Decía: “Que Baal mismo se defienda, ya que fue su altar el que derribaron”.

33 Los madianitas,+ los amalequitas+ y los orientales unieron sus fuerzas,+ cruzaron el río y acamparon en el valle* de Jezreel. 34 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre* Gedeón.+ Este tocó el cuerno,+ y los abí-ezritas+ se reunieron con él y lo siguieron. 35 Además, envió mensajeros por todo el territorio de Manasés, y sus hombres también se reunieron y lo siguieron. Y envió mensajeros por los territorios de Aser, Zabulón y Neftalí, y sus hombres subieron para encontrarse con él.

36 Gedeón luego le dijo al Dios verdadero: “Si vas a salvar a Israel por medio de mí, tal como prometiste,+ 37 demuéstramelo así: voy a dejar un vellón de lana* en la era; si el rocío solo ha mojado el vellón pero el suelo que lo rodea está seco, yo sabré que vas a salvar a Israel por medio de mí, tal como prometiste”. 38 Y eso fue lo que pasó. Cuando se levantó temprano al día siguiente y apretó el vellón, sacó suficiente agua como para llenar un gran tazón. 39 Sin embargo, Gedeón le dijo al Dios verdadero: “No te enfurezcas conmigo; permíteme que te pida solo una cosa más. Por favor, déjame hacer solo una prueba más con el vellón de lana. Por favor, que todo el suelo quede mojado por el rocío y solamente el vellón quede seco”. 40 Y eso fue lo que Dios hizo aquella noche. El rocío mojó todo el suelo, pero el vellón quedó seco.

7 Entonces Jerubaal —es decir, Gedeón—+ y toda la gente que estaba con él madrugaron y acamparon junto al manantial de Harod. El campamento de Madián estaba al norte de ellos, junto a la colina de Moré, en la llanura.* 2 Jehová ahora le dijo a Gedeón: “Tienes demasiados hombres. Así no puedo entregar a los madianitas en manos de ustedes.+ Si lo hiciera, Israel tal vez se pondría a presumir a costa mía y diría: ‘Mi propia mano me salvó’.+ 3 Así que, por favor, anúnciales esto a tus hombres: ‘El que esté temblando de miedo puede volverse a su casa’”.+ De esta manera, Gedeón los puso a prueba. Al final, 22.000 hombres se fueron y 10.000 se quedaron.

4 Con todo, Jehová le dijo a Gedeón: “Todavía hay demasiados hombres. Diles que bajen al agua, y allí los pondré a prueba por ti. Si yo te digo ‘Este irá contigo’, entonces ese irá contigo. En cambio, si te digo ‘Este no te acompañará’, entonces ese no te acompañará”. 5 De modo que Gedeón hizo que los hombres bajaran al agua.

Luego Jehová le dijo a Gedeón: “Al que beba agua lamiéndola como lo hacen los perros, sepáralo de los que de rodillas se inclinen para beber”. 6 Y resultó que, en total, los hombres que lamieron el agua llevándose la mano a la boca fueron 300. El resto se puso de rodillas y se inclinó para beber.

7 Jehová entonces le dijo a Gedeón: “Los salvaré con los 300 hombres que lamieron el agua y entregaré a Madián en tus manos.+ Que todos los demás hombres se vuelvan a sus casas”. 8 Así que, después de que la gente les dio a los 300 hombres las provisiones y los cuernos, Gedeón envió a sus casas a todos los demás israelitas. Solo se quedó con los 300. El campamento de Madián estaba más abajo, en la llanura.+

9 Aquella noche, Jehová le dijo a Gedeón: “Vamos, ataca al campamento, porque lo voy a entregar en tus manos.+ 10 Pero, si te da miedo atacar, baja al campamento con Purá, tu ayudante. 11 Cuando escuches lo que están diciendo, tendrás valor* para atacar al campamento”. Entonces él y Purá, su ayudante, se acercaron hasta el mismo borde del campamento.

12 Los madianitas, los amalequitas y los orientales+ cubrían la llanura como una nube de langostas. Y sus camellos eran tantos que no podían contarse,+ como los granos de arena que hay a la orilla del mar. 13 Cuando Gedeón llegó, resulta que había un hombre contándole a otro el sueño que había tenido. Le decía: “Mira lo que soñé. Un pan redondo de cebada entró rodando en el campamento de Madián y chocó con una tienda de campaña. Le dio tan fuerte que la echó abajo.+ La volcó, y la tienda se desplomó”. 14 A lo que su compañero le dijo: “Está claro: tiene que ser la espada de Gedeón+ hijo de Joás, un israelita. Dios va a entregar a Madián y a todo el campamento en sus manos”.+

15 En cuanto Gedeón oyó el sueño y su explicación,+ se inclinó para adorar a Dios. Después volvió al campamento de Israel y dijo: “¡Vamos! Jehová ha entregado al campamento de Madián en sus manos”. 16 Entonces dividió a los 300 hombres en tres grupos, y les dio a todos cuernos+ y jarrones con una antorcha dentro. 17 Luego les dijo: “Obsérvenme y hagan exactamente lo mismo que yo. Cuando llegue al borde del campamento, harán lo que yo haga. 18 Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos el cuerno, ustedes también tocarán los cuernos alrededor de todo el campamento y gritarán: ‘¡Por Jehová y por Gedeón!’”.

19 Gedeón y los 100 hombres que estaban con él llegaron al borde del campamento cuando empezaba la segunda vigilia de la noche,* justo después del cambio de turno. Y tocaron los cuernos+ e hicieron pedazos los jarrones que llevaban en la mano.+ 20 Así que los tres grupos tocaron los cuernos e hicieron pedazos los jarrones. Sostuvieron las antorchas con la mano izquierda, tocaron los cuernos que llevaban en la derecha y gritaron: “¡La espada de Jehová y de Gedeón!”. 21 Los hombres permanecieron quietos en sus puestos alrededor del campamento, pero todo el ejército enemigo salió corriendo, gritando mientras huía.+ 22 Los 300 siguieron tocando los cuernos, y Jehová hizo que por todo el campamento los hombres se atacaran unos a otros con sus espadas.+ El ejército enemigo huyó hasta Bet-Sitá, y hasta Zererá, hasta las afueras de Abel-Meholá,+ junto a Tabat.

23 Entonces los hombres de Israel fueron convocados: de Neftalí, de Aser y de todo Manasés.+ Y ellos persiguieron a Madián. 24 Gedeón envió mensajeros por toda la región montañosa de Efraín con este mensaje: “Bajen a atacar a Madián y controlen los lugares de paso del Jordán y de sus afluentes hasta Bet-Bará”. De modo que todos los hombres de Efraín se reunieron y controlaron los lugares de paso del Jordán y de sus afluentes hasta Bet-Bará. 25 Además, capturaron a los dos príncipes de Madián: Oreb y Zeeb. Mataron a Oreb en la roca de Oreb+ y a Zeeb en el lagar de vino de Zeeb. Siguieron persiguiendo a Madián,+ y le llevaron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, en la región del Jordán.

8 Entonces los hombres de Efraín le preguntaron a Gedeón: “¿Qué nos hiciste? ¿Por qué no nos avisaste cuando fuiste a luchar contra Madián?”.+ Y se lo reprocharon violentamente.+ 2 Pero él les contestó: “¿Y qué hice yo en comparación con lo que han hecho ustedes? ¿No es mejor lo que sobra de la cosecha* de Efraín+ que toda la vendimia* de Abí-Ézer?+ 3 Dios entregó a Oreb y a Zeeb, los príncipes de Madián, en sus manos.+ ¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?”. Cuando les habló así,* ellos se calmaron.*

4 Luego Gedeón llegó al Jordán y lo cruzó. Aunque él y los 300 hombres que iban con él estaban cansados, siguieron persiguiendo al enemigo. 5 Así que les pidió a los hombres de Sucot: “Por favor, denles pan a los hombres que vienen conmigo, porque están cansados y yo estoy persiguiendo a Zébah y a Zalmuná, los reyes de Madián”. 6 Pero los príncipes de Sucot le dijeron: “¿Por qué tendríamos que darle pan a tu ejército? ¿Acaso ya capturaste a* Zébah y a Zalmuná?”. 7 A lo que Gedeón les contestó: “Por haber dicho eso, desgarraré sus carnes con los espinos y abrojos del desierto cuando Jehová entregue a Zébah y a Zalmuná en mis manos”.+ 8 De allí subió a Penuel y les pidió lo mismo a los hombres de Penuel, pero ellos le contestaron como los de Sucot. 9 Por lo tanto, les dijo también a los hombres de Penuel: “Cuando regrese victorioso,* derribaré esta torre”.+

10 Ahora bien, Zébah y Zalmuná estaban en Carcor con sus ejércitos, unos 15.000 hombres. Estos eran los únicos que quedaban del ejército de los orientales,+ pues habían caído 120.000 hombres armados con espadas. 11 Gedeón siguió subiendo por el camino de los nómadas —al este de Nóbah y Jogbehá—+ y atacó al campamento enemigo, que estaba desprevenido. 12 Zébah y Zalmuná, los dos reyes de Madián, huyeron. Pero él los persiguió y los capturó, con lo que sembró el pánico en todo el campamento.

13 Después Gedeón hijo de Joás regresó de la batalla por el paso que sube a Heres. 14 Por el camino capturó a un joven de Sucot y lo interrogó. El joven le anotó los nombres de los príncipes y los ancianos de Sucot: 77 hombres en total. 15 Entonces Gedeón fue a ver a los hombres de Sucot y les dijo: “Aquí tienen a Zébah y a Zalmuná, los hombres por los que ustedes se burlaron de mí. Ustedes me dijeron: ‘¿Por qué tendríamos que darles pan a tus hombres cansados? ¿Acaso ya capturaste a* Zébah y a Zalmuná?’”.+ 16 Luego agarró a los ancianos de la ciudad y, con los espinos y abrojos del desierto, les dio una lección a los hombres de Sucot.+ 17 Además, derribó la torre de Penuel+ y mató a los hombres de la ciudad.

18 Él les preguntó a Zébah y a Zalmuná: “¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en el monte Tabor?”. A lo que respondieron: “Eran como tú. Cada uno de ellos parecía hijo de un rey”. 19 Él les dijo: “Eran mis hermanos, los hijos de mi madre. Les juro que, tan cierto como que Jehová vive, yo no tendría que matarlos a ustedes si les hubieran perdonado la vida a ellos”. 20 Entonces le ordenó a Jéter, su hijo mayor: “¡Vamos, mátalos!”. Pero el muchacho no sacó su espada. Tenía miedo porque todavía era joven. 21 Así que Zébah y Zalmuná le dijeron: “Si eres lo bastante hombre,* vamos, mátanos tú mismo”. Gedeón entonces mató a Zébah y a Zalmuná,+ y tomó los adornos en forma de media luna que sus camellos llevaban en el cuello.

22 Más tarde, los hombres de Israel le dijeron a Gedeón: “Gobiérnanos tú, y también tu hijo y tu nieto, porque nos has rescatado de las manos de Madián”.+ 23 Pero Gedeón les dijo: “No seré yo el que los gobierne ni tampoco mi hijo. Jehová es el que los gobernará”.+ 24 Y Gedeón añadió: “Déjenme pedirles algo: que cada uno me dé una nariguera de su botín”. (Como los vencidos eran ismaelitas,+ tenían narigueras de oro). 25 Ellos le contestaron: “Claro que te las daremos”. Extendieron una túnica y cada uno echó una nariguera de su botín. 26 Las narigueras de oro que él pidió pesaban 1.700 siclos.* Y eso sin contar los adornos en forma de media luna, los colgantes, los vestidos de lana púrpura que usaban los reyes de Madián ni los collares de los camellos.+

27 Gedeón usó aquel oro para hacer un efod+ y luego lo exhibió en su ciudad, Ofrá.+ Allí todo Israel se prostituyó espiritualmente con el* efod,+ y este se convirtió en una trampa para Gedeón y los de su casa.+

28 Así fue como Madián+ quedó bajo el dominio de los israelitas. Los madianitas no volvieron a amenazarlos.* Y hubo paz en la región* por 40 años en los días de Gedeón.+

29 Jerubaal*+ hijo de Joás regresó a su casa y se quedó allí.

30 Gedeón fue padre de 70 hijos,* pues tuvo muchas esposas. 31 La concubina* que tenía en Siquem también le dio un hijo, al que él llamó Abimélec.+ 32 Y, tras una buena vejez, murió Gedeón hijo de Joás. Fue enterrado en la tumba de Joás su padre, en Ofrá de los abí-ezritas.+

33 En cuanto Gedeón murió, los israelitas volvieron a prostituirse espiritualmente con los Baales,+ y eligieron como su dios a Baal-Berit.+ 34 Los israelitas no se acordaron de Jehová su Dios,+ quien los había rescatado de las manos de todos los enemigos que tenían a su alrededor.+ 35 Tampoco les demostraron amor leal a los de la casa de Jerubaal —es decir, Gedeón—, a pesar de todo lo bueno que él había hecho por Israel.+

9 Con el tiempo, Abimélec+ hijo de Jerubaal fue a Siquem a ver a los hermanos de su madre. Y les dijo a ellos y a toda la familia de su abuelo materno: 2 “Por favor, díganles a todos los líderes* de Siquem: ‘¿Qué es mejor para ustedes: que los gobiernen los 70 hijos de Jerubaal,+ o que los gobierne un solo hombre? Y recuerden que soy de la misma sangre que ustedes’”.*

3 Así que los hermanos de su madre les llevaron el mensaje a todos los líderes de Siquem, y el corazón de estos se inclinó a seguir a Abimélec, porque decían: “Es nuestro hermano”. 4 Además, le dieron 70 piezas de plata del templo de Baal-Berit.+ Con ellas, Abimélec contrató a unos hombres desocupados y sin escrúpulos para que lo acompañaran. 5 Después de eso se fue a la casa de su padre, en Ofrá,+ y mató sobre una misma piedra a sus hermanos,+ los hijos de Jerubaal, 70 hombres. Solo sobrevivió Jotán, el hijo menor de Jerubaal, gracias a que se había escondido.

6 Luego, todos los líderes de Siquem y todo Bet-Miló se reunieron cerca del árbol grande, cerca de la columna que había en Siquem. Y allí hicieron rey a Abimélec.+

7 Cuando se lo contaron a Jotán, él enseguida se fue a la cima del monte Guerizim+ y desde allí les gritó: “¡Escúchenme, líderes de Siquem, y Dios los escuchará a ustedes!

8 ”Cierto día, los árboles fueron a elegir* un rey que los gobernara. De modo que le dijeron al olivo: ‘Queremos que seas nuestro rey’.+ 9 Pero el olivo les respondió: ‘¿Acaso voy a dejar de producir mi aceite,* que se usa para dar gloria a Dios y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los demás árboles?’. 10 Entonces los árboles le dijeron a la higuera: ‘Ven tú y gobiérnanos’. 11 Pero la higuera les respondió: ‘¿Acaso voy a dejar de producir mi fruto dulce y bueno para ir a mecerme por encima de los demás árboles?’. 12 A continuación, los árboles le pidieron a la vid: ‘Ven tú y gobiérnanos’. 13 Pero la vid les respondió: ‘¿Acaso voy a dejar de producir mi vino nuevo, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?’. 14 Al final, todos los demás árboles le dijeron a la zarza:* ‘Ven tú y gobiérnanos’.+ 15 A lo que la zarza les respondió a los árboles: ‘Si de verdad me van a elegir* a mí para que los gobierne, vengan a refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, que salga fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano’.

16 ”Ahora bien, cuando ustedes hicieron rey a Abimélec,+ ¿actuaron de forma sincera y honorable? ¿Les mostraron bondad a Jerubaal y a los suyos? ¿Lo trataron como él se merecía? 17 Cuando mi padre peleó por ustedes,+ arriesgó su vida* para rescatarlos de las manos de Madián.+ 18 Pero hoy se han levantado contra la casa de mi padre y han matado sobre una misma piedra a sus hijos, 70 hombres.+ Y a Abimélec, el hijo de su esclava,+ lo han hecho rey sobre los líderes de Siquem simplemente porque es hermano de ustedes. 19 Si hoy están actuando de forma sincera y honorable con Jerubaal y los de su casa, alégrense por Abimélec y que él se alegre por ustedes. 20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélec y devore a los líderes de Siquem y a Bet-Miló,+ y que salga fuego de los líderes de Siquem y de Bet-Miló y devore a Abimélec”.+

21 Y Jotán+ huyó y fue a Beer, y se quedó a vivir allí por miedo a su hermano Abimélec.

22 Abimélec gobernó* Israel por tres años. 23 Entonces Dios dejó que hubiera enemistad* entre Abimélec y los líderes de Siquem, y ellos traicionaron a Abimélec. 24 Esto ocurrió para que se vengara la muerte violenta de los 70 hijos de Jerubaal, para que los culpables pagaran por la sangre derramada: Abimélec, por haber matado a sus hermanos,+ y los líderes de Siquem, por haberle ayudado a matarlos. 25 Por eso los líderes de Siquem le tendieron emboscadas a Abimélec colocando hombres en las cimas de las montañas. Estos hombres asaltaban a todo el que pasaba cerca de ellos por el camino. Con el tiempo, se le informó el asunto a Abimélec.

26 Por aquel entonces, Gaal hijo de Ébed y sus hermanos llegaron y entraron a Siquem,+ y los líderes de Siquem confiaron en él. 27 Ellos salieron al campo, recogieron las uvas de sus viñas, las pisaron y celebraron una fiesta. Después entraron en el templo* de su dios+ y se pusieron a comer, beber y maldecir a Abimélec. 28 Y Gaal hijo de Ébed dijo: “¿Quién es Abimélec y quién es Siquem* para que les sirvamos? ¿No es Abimélec hijo de Jerubaal,+ y no es Zebul su representante? ¡Mejor sirvamos a los hombres de Hamor, el padre de Siquem! Pero ¿por qué deberíamos servir a Abimélec? 29 Si yo estuviera al mando de este pueblo, sacaría a Abimélec de su puesto”. Entonces desafió a Abimélec diciendo: “¡Refuerza tu ejército y sal a luchar!”.

30 Y Zebul, el príncipe de la ciudad, se enojó muchísimo cuando se enteró de lo que había dicho Gaal hijo de Ébed. 31 De modo que envió mensajeros en secreto* a Abimélec para decirle: “Mira, Gaal hijo de Ébed y sus hermanos están en Siquem y están poniendo a la ciudad en tu contra. 32 Vengan de noche, tú y tus hombres, y quédense al acecho en el campo. 33 Y por la mañana, en cuanto salga el sol, pónganse en marcha y ataquen la ciudad. Cuando Gaal salga con sus hombres a pelear contra ti, haz todo lo posible por vencerlo”.*

34 Así que Abimélec y todos los que estaban con él salieron de noche y, divididos en cuatro grupos, se pusieron al acecho a las afueras de Siquem. 35 Cuando Gaal hijo de Ébed salió y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad, Abimélec y los que estaban con él salieron de la emboscada. 36 En cuanto Gaal los vio, le dijo a Zebul: “¡Mira! Hay gente bajando de las cimas de las montañas”. Pero Zebul le respondió: “Lo que ves son las sombras de las montañas. Las estás confundiendo con hombres”.

37 Más tarde, Gaal dijo: “¡Mira! Hay gente bajando del centro de la región, y un grupo se está acercando por el camino del árbol grande de Meonenim”. 38 Zebul le contestó: “¿Dónde está ahora tu arrogancia? Tú dijiste ‘¿Quién es Abimélec para que nosotros le sirvamos?’.+ ¿No es esta la gente que despreciabas? Sal ahora y pelea contra ellos”.

39 Así que Gaal salió al frente de los líderes de Siquem y peleó contra Abimélec. 40 Y Abimélec persiguió a Gaal, quien salió huyendo. Fueron muchos los que cayeron muertos; quedaron tendidos hasta la entrada de la puerta de la ciudad.

41 Abimélec siguió viviendo en Arumá, y Zebul+ echó de Siquem a Gaal y a sus hermanos. 42 Al día siguiente, la gente salió al campo, y Abimélec se enteró. 43 Por lo tanto, él tomó a sus hombres, los dividió en tres grupos y se quedó al acecho. Cuando vio que los habitantes de la ciudad salían, los atacó y los mató. 44 Abimélec y los grupos que estaban con él se lanzaron al ataque y tomaron sus posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad. Por otro lado, dos grupos atacaron a todos los que estaban en el campo y los mataron. 45 Abimélec peleó contra la ciudad durante todo aquel día y la conquistó. Mató a la gente que había en ella y luego destruyó la ciudad+ y la sembró de sal.

46 Cuando todos los líderes de la torre de Siquem se enteraron de esto, enseguida se fueron al refugio* que había en el templo de El-Berit.*+ 47 En cuanto se le informó a Abimélec que allí estaban reunidos todos los líderes de la torre de Siquem, 48 él y todos los hombres que estaban con él subieron al monte Zalmón. Abimélec agarró un hacha, cortó una rama, se la echó al hombro y les dijo a los que lo acompañaban: “¡Rápido! ¡Hagan lo mismo que hice yo!”. 49 Así que todos cortaron ramas y siguieron a Abimélec. Pusieron las ramas contra el refugio y le prendieron fuego. De esta manera, murió también toda la gente de la torre de Siquem, unos 1.000 hombres y mujeres.

50 Después, Abimélec se fue a Tebez, luchó* contra ella y la conquistó. 51 En medio de la ciudad había una torre fuerte a la que huyeron todos los hombres y las mujeres, así como todos los líderes de la ciudad. Se encerraron allí y subieron a lo más alto de la torre. 52 Y Abimélec logró llegar hasta la torre y la atacó. Cuando se acercó a la entrada para prenderle fuego, 53 una de las mujeres dejó caer una piedra de molino* sobre la cabeza de Abimélec, y la piedra le partió el cráneo.+ 54 Él enseguida llamó al ayudante que llevaba sus armas y le dijo: “Saca tu espada y mátame para que nadie diga que me mató una mujer”. Por lo tanto, su ayudante lo atravesó con la espada y él murió.

55 Cuando los hombres de Israel vieron que Abimélec había muerto, se volvieron a sus casas. 56 Así fue como Dios le devolvió a Abimélec el mal que este le había hecho a su padre al matar a sus 70 hermanos.+ 57 Dios hizo que toda la maldad de los hombres de Siquem se volviera contra ellos.* De esa manera cayó sobre ellos la maldición de Jotán+ hijo de Jerubaal.+

10 Después de Abimélec, surgió Tolá para salvar a Israel.+ Era hijo de Pua, hijo de Dodó, de la tribu de Isacar. Vivía en Samir, en la región montañosa de Efraín. 2 Juzgó a Israel durante 23 años. Entonces murió y fue enterrado en Samir.

3 Después de él surgió Jaír el galaadita, que juzgó a Israel durante 22 años. 4 Tuvo 30 hijos, que montaban sobre 30 burros y tenían 30 ciudades. A estas ciudades las llaman Havot-Jaír+ hasta el día de hoy y están en la tierra de Galaad. 5 Entonces Jaír murió y fue enterrado en Camón.

6 Y los israelitas volvieron a hacer lo que estaba mal a los ojos de Jehová+ y empezaron a servir a los Baales,+ a las imágenes de Astoret, a los dioses de Aram,* a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab,+ a los dioses de los ammonitas+ y a los dioses de los filisteos.+ Se apartaron de Jehová y dejaron de servirle. 7 Por eso Jehová se enfureció con los israelitas y los abandonó* en manos de los filisteos y de los ammonitas.+ 8 Ellos aplastaron y oprimieron muchísimo a los israelitas aquel año. Por 18 años oprimieron a todos los israelitas que vivían en el lado del Jordán que antes había sido la tierra de los amorreos, en Galaad. 9 Además, los ammonitas cruzaban el Jordán para pelear contra las tribus de Judá y Benjamín y la casa de Efraín. Por eso Israel llegó a estar en una situación muy angustiosa. 10 Así que los israelitas le rogaron a Jehová que los ayudara.+ Le decían: “Hemos pecado contra ti, porque hemos dejado a nuestro Dios y hemos servido a los Baales”.+

11 Pero Jehová les dijo a los israelitas: “¿Acaso no fui yo quien los salvó de Egipto+ y de los amorreos,+ los ammonitas, los filisteos,+ 12 los sidonios, los amalequitas y los madianitas cuando ellos los oprimían? Cuando ustedes me suplicaban que los ayudara, yo los rescataba de las manos de ellos. 13 Pero ustedes me dejaron y sirvieron a otros dioses.+ De modo que no volveré a salvarlos.+ 14 Vayan a pedirles ayuda a los dioses que han elegido;+ que ellos los salven en tiempos de angustia”.+ 15 Sin embargo, los israelitas le dijeron a Jehová: “Hemos pecado. Haz con nosotros lo que sea bueno a tus ojos. Pero sálvanos esta vez, por favor”. 16 Y se deshicieron de los dioses extranjeros y volvieron a servir a Jehová.+ Entonces él ya no pudo soportar más* ver sufrir a Israel.+

17 Con el tiempo, los ammonitas+ fueron convocados y acamparon en Galaad. Por otro lado, los israelitas se reunieron y acamparon en Mizpá. 18 La gente y los príncipes de Galaad se decían unos a otros: “¿Quién nos dirigirá en la batalla contra los ammonitas?+ Que ese sea el jefe de todos los habitantes de Galaad”.

11 Jefté+ el galaadita era un guerrero poderoso. Era hijo de una prostituta, y su padre se llamaba Galaad. 2 Pero la esposa de Galaad también tuvo hijos con él. Cuando estos crecieron, echaron a Jefté y le dijeron: “No tendrás ninguna herencia en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer”. 3 Así que Jefté huyó de sus hermanos y se estableció en la tierra de Tob. Y unos hombres desocupados se unieron a él y lo siguieron.

4 Tiempo después, los ammonitas comenzaron a luchar contra los israelitas.+ 5 Y, al ver que los ammonitas luchaban contra Israel, los ancianos de Galaad enseguida fueron a la tierra de Tob para traer de vuelta a Jefté. 6 Le dijeron a Jefté: “Ven, queremos que seas nuestro comandante para que podamos pelear contra los ammonitas”. 7 Pero Jefté les respondió a los ancianos de Galaad: “¿No son ustedes los que me odiaban tanto que me echaron de la casa de mi padre?+ ¿Por qué me buscan ahora, cuando están en apuros?”. 8 Entonces los ancianos de Galaad le dijeron a Jefté: “Justamente por eso venimos ahora a buscarte. Si vienes con nosotros y peleas contra los ammonitas, serás el líder de todos los habitantes de Galaad”.+ 9 Y Jefté les dijo a los ancianos de Galaad: “Si me llevan de vuelta para pelear contra los ammonitas y Jehová los hace caer derrotados ante mí, entonces sí seré su líder”. 10 Los ancianos de Galaad le dijeron a Jefté: “Que Jehová sea testigo* entre nosotros si no hacemos lo que has dicho”. 11 Así que Jefté se fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo hizo su líder y comandante. Y Jefté repitió en Mizpá,+ delante de Jehová, todo lo que había dicho.

12 Entonces Jefté envió mensajeros al rey de los ammonitas+ para decirle: “¿Qué tienes tú contra mí* para que vengas a atacar mi tierra?”. 13 El rey de los ammonitas les respondió a los mensajeros de Jefté: “Es que, cuando Israel subió de Egipto,+ ocupó mi tierra, desde el Arnón+ hasta el Jaboc y hasta el Jordán.+ Ahora devuélvemela pacíficamente”. 14 Pero Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los ammonitas 15 para decirle:

“Esta es la respuesta de Jefté: ‘Israel no ocupó ni la tierra de los moabitas+ ni la tierra de los ammonitas.+ 16 Cuando los israelitas subieron de Egipto, caminaron por el desierto hasta el mar Rojo+ y llegaron a Cadés.+ 17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom+ para decirle “Por favor, déjanos pasar por tu tierra”. Pero el rey de Edom no les hizo caso. Y le pidieron lo mismo al rey de Moab,+ y él tampoco los dejó pasar. Así que Israel se quedó en Cadés.+ 18 Cuando caminaron por el desierto, bordearon la tierra de Edom+ y la tierra de Moab. Viajaron por el lado oriental de la tierra de Moab+ y acamparon en la región del Arnón, sin entrar en el territorio de Moab,+ pues el Arnón era el límite de Moab.

19 ”’Después, Israel envió mensajeros a Sehón, el rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, para pedirle “Por favor, déjanos pasar por tu tierra para llegar a nuestro destino”.+ 20 Pero Sehón desconfiaba de los israelitas, y no los dejó pasar por su tierra. Más bien, reunió a toda su gente, acampó en Jáhaz y peleó contra Israel.+ 21 Al ver esto, Jehová, el Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de los israelitas. Estos derrotaron a los amorreos y conquistaron toda la tierra que ellos ocupaban en esa región.+ 22 Así conquistaron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán.+

23 ”’Fue Jehová, el Dios de Israel, quien expulsó a los amorreos delante de su pueblo.+ ¿Y ahora tú quieres echar a los israelitas? 24 ¿Acaso no te quedas tú con todo lo que te da tu dios Kemós?+ Pues nosotros también echaremos a cualquiera que Jehová nuestro Dios haya expulsado delante de nosotros.+ 25 ¿Eres tú mejor que Balac+ hijo de Zipor, el rey de Moab? ¿Acaso se puso él a discutir con los israelitas o a luchar contra ellos? 26 Israel ha estado viviendo 300 años en Hesbón y sus pueblos dependientes,*+ en Aroer y sus pueblos dependientes y en todas las ciudades que están en las orillas del Arnón. ¿Por qué no intentaron recuperar esas poblaciones durante todo ese tiempo?+ 27 Yo no he pecado contra ti, pero tú estás actuando mal al atacarme. Que sea Jehová, el Juez,+ quien juzgue hoy entre los israelitas y los ammonitas’”.

28 Pero el rey de los ammonitas no hizo caso del mensaje de Jefté.

29 Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Jefté,+ y este cruzó Galaad y Manasés para ir a Mizpé de Galaad.+ Desde allí avanzó contra los ammonitas.

30 Y Jefté le hizo este voto*+ a Jehová: “Si me das la victoria sobre* los ammonitas, 31 el que salga por la puerta de mi casa a recibirme cuando regrese victorioso* de la batalla contra los ammonitas será tuyo, oh, Jehová.+ Lo presentaré como ofrenda quemada”.*+

32 Jefté fue a pelear contra los ammonitas, y Jehová los entregó en sus manos. 33 Él fue matándolos desde Aroer hasta Minit —conquistó 20 ciudades— y hasta Abel-Keramim. La matanza fue enorme. De esta manera, los ammonitas quedaron bajo el dominio de los israelitas.

34 Cuando Jefté volvió a su casa, en Mizpá,+ ¡su hija salió a recibirlo tocando la pandereta y bailando! Era su única hija. Aparte de ella, no tenía ni hijo ni hija. 35 Al verla, se rasgó la ropa y le dijo: “¡Ay, hija mía! Se me parte el corazón,* porque es a ti a quien he mandado lejos. Le hice un voto* a Jehová y ahora no puedo volverme atrás”.+

36 Pero ella le dijo: “Padre mío, si le hiciste un voto a Jehová, tienes que hacer conmigo lo que prometiste,+ ya que Jehová te ha vengado de tus enemigos, los ammonitas”. 37 También le dijo a su padre: “Solo te pido una cosa: deja que me vaya dos meses a las montañas, déjame ir con mis amigas a llorar mi virginidad”.*

38 “Puedes ir”, le respondió él. La dejó irse por dos meses, y ella se fue con sus amigas a las montañas a llorar su virginidad. 39 A los dos meses, cuando ella regresó a la casa de su padre, él cumplió el voto que había hecho.+ Ella nunca tuvo relaciones sexuales con ningún hombre. Y en Israel se adoptó la siguiente costumbre:* 40 todos los años, las jóvenes de Israel iban a elogiar a la hija de Jefté el galaadita; iban cuatro días al año.

12 Entonces los hombres de Efraín fueron convocados. Ellos pasaron en dirección a Zafón* y le reclamaron a Jefté: “¿Por qué no nos avisaste para ir contigo cuando pasaste para pelear contra los ammonitas?+ Vamos a quemar tu casa contigo dentro”. 2 Pero Jefté les respondió: “Mi pueblo y yo tuvimos un grave conflicto con los ammonitas. Y les pedí ayuda a ustedes, pero no vinieron a salvarnos de sus manos. 3 Al ver que no venían a salvarme, decidí arriesgar mi vida* y salir a luchar contra los ammonitas,+ y Jehová los hizo caer en mis manos. Así que ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?”.

4 Luego Jefté reunió a todos los hombres de Galaad+ y peleó contra Efraín. Los hombres de Galaad vencieron a Efraín, que había dicho: “Ustedes, los galaaditas que viven en territorio de Efraín y Manasés, no son más que una pandilla de fugitivos de Efraín”. 5 Los de Galaad ocuparon los lugares de paso del Jordán+ antes de que llegaran los hombres de Efraín. Y, cuando los de Efraín intentaban escapar, decían “Déjame pasar”. Entonces los hombres de Galaad le preguntaban a cada uno “¿Eres efraimita?”. Cuando respondía “¡No!”, 6 le decían “Pues di shibolet”. Pero él decía “Sibolet”, ya que no sabía pronunciar la palabra correctamente. Entonces lo agarraban y lo mataban allí, en los lugares de paso del Jordán. En aquella ocasión murieron 42.000 efraimitas.

7 Jefté el galaadita juzgó a Israel durante seis años. Después murió y fue enterrado en su ciudad, en Galaad.

8 Ibzán de Belén juzgó a Israel después de él.+ 9 Tuvo 30 hijos y 30 hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no eran de su clan* y trajo 30 mujeres para casarlas con sus hijos. Juzgó a Israel durante siete años. 10 Entonces Ibzán murió y fue enterrado en Belén.

11 Elón el zabulonita juzgó a Israel después de él. Juzgó a Israel durante 10 años. 12 Entonces Elón el zabulonita murió y fue enterrado en Ayalón, en la tierra de Zabulón.

13 Abdón hijo de Hilel el piratonita juzgó a Israel después de él. 14 Tuvo 40 hijos y 30 nietos, que montaban sobre 70 burros. Juzgó a Israel durante ocho años. 15 Entonces Abdón hijo de Hilel el piratonita murió y fue enterrado en Piratón, en la tierra de Efraín, en la montaña de los amalequitas.+

13 Los israelitas volvieron a hacer lo que estaba mal a los ojos de Jehová.+ Así que Jehová los abandonó en manos de los filisteos+ por 40 años.

2 En ese tiempo vivió cierto hombre llamado Manóah,+ que era de Zorá,+ de la familia de los danitas.+ Su esposa era estéril y no tenía hijos.+ 3 Un día, el ángel de Jehová se le apareció a la mujer y le dijo: “Eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a quedar embarazada y tendrás un niño.+ 4 Ten cuidado de no tomar vino ni otras bebidas alcohólicas,+ y no comas nada impuro.+ 5 Mira, vas a quedar embarazada y tendrás un niño. Nunca se le debe cortar el cabello,*+ porque será nazareo de Dios desde su nacimiento,* y él comenzará a salvar a Israel de las manos de los filisteos”.+

6 Entonces la mujer fue y se lo contó a su esposo. Le dijo: “Un hombre del Dios verdadero vino a verme. Su aspecto era muy impresionante, parecía un ángel del Dios verdadero. No le pregunté de dónde venía, y él no me dijo su nombre.+ 7 Pero me dijo: ‘Mira, vas a quedar embarazada y tendrás un niño. No tomes vino ni otras bebidas alcohólicas y no comas nada impuro, porque el niño será nazareo de Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte’”.

8 Manóah le suplicó a Jehová: “Perdón, Jehová, pero, por favor, que el hombre del Dios verdadero que acabas de enviar venga otra vez para que nos explique lo que debemos hacer con el niño que va a nacer”. 9 El Dios verdadero escuchó a Manóah, así que, mientras la mujer estaba sentada en el campo, el ángel del Dios verdadero vino a verla otra vez. Pero Manóah, su esposo, no estaba con ella. 10 La mujer fue corriendo a contárselo a su esposo. “¡Mira, se me apareció el mismo hombre que vino el otro día!”,+ le dijo.

11 Manóah se levantó y fue con su esposa adonde estaba el hombre, y le preguntó: “¿Eres tú el hombre que habló con mi esposa?”. “Sí, soy yo”, le respondió él. 12 Entonces Manóah le dijo: “¡Que se cumplan tus palabras! Pero, dinos, ¿qué tipo de vida va a llevar el niño? ¿Y qué es lo que va a hacer?”.+ 13 Y el ángel de Jehová le respondió a Manóah: “Tu esposa debe privarse de todo lo que le dije.+ 14 Que no pruebe ningún producto de la vid, que no beba vino ni otras bebidas alcohólicas+ y que no coma nada impuro.+ Tiene que hacer todo lo que le he mandado”.

15 Manóah entonces le dijo al ángel de Jehová: “Por favor, no te vayas todavía. Te prepararemos un cabrito”.+ 16 Pero el ángel de Jehová le dijo a Manóah: “Si me quedo, no probaré tu comida. Pero, si quieres, puedes presentarle a Jehová una ofrenda quemada”. En realidad, Manóah no sabía que era el ángel de Jehová. 17 Entonces, Manóah le dijo al ángel de Jehová: “¿Cuál es tu nombre?+ Queremos saberlo para honrarte cuando se cumplan tus palabras”. 18 Sin embargo, el ángel de Jehová le contestó: “¿Por qué me preguntas mi nombre? ¿No ves que es algo maravilloso?”.

19 Y Manóah tomó el cabrito y la ofrenda de grano, y se los presentó a Jehová sobre una roca. Entonces Dios hizo algo asombroso mientras Manóah y su esposa miraban. 20 Mientras las llamas del altar subían hacia el cielo, Manóah y su esposa vieron al ángel de Jehová subir entre las llamas. Enseguida cayeron rostro a tierra. 21 Manóah entonces se dio cuenta de que se trataba del ángel de Jehová.+ El ángel de Jehová no volvió a aparecerse a Manóah y su esposa. 22 Y Manóah le dijo a su esposa: “Es a Dios a quien hemos visto. ¡Vamos a morir!”.+ 23 Pero su esposa le dijo: “Si Jehová hubiera querido matarnos, no habría aceptado nuestra ofrenda quemada+ ni nuestra ofrenda de grano. Tampoco nos habría mostrado todas estas cosas ni nos habría dicho todo lo que nos dijo”.

24 Más tarde, la mujer tuvo un hijo y lo llamó Sansón.+ A medida que el niño iba creciendo, Jehová lo bendecía. 25 Con el tiempo, el espíritu de Jehová empezó a impulsarlo a actuar+ en Mahané-Dan,+ entre Zorá y Estaol.+

14 Sansón entonces bajó a Timná* y allí vio a una mujer filistea.* 2 Después subió adonde estaban sus padres y les dijo: “Vi en Timná a una filistea que me llamó la atención. Quiero que me la consigan para casarme con ella”. 3 Pero sus padres le preguntaron: “¿Acaso no hay ninguna mujer entre tus parientes o en todo nuestro pueblo?+ ¿Por qué tienes que buscarte una esposa entre esos incircuncisos filisteos?”. Pero Sansón le dijo a su padre: “Consíguemela, porque ella es la adecuada para mí”.* 4 Sus padres no se daban cuenta de que esto venía de Jehová, quien estaba buscando una oportunidad para actuar contra los filisteos, ya que en aquel tiempo los filisteos dominaban Israel.+

5 Así que Sansón bajó a Timná con sus padres. Cuando llegó a las viñas de Timná, resulta que un león* vino rugiendo hacia él. 6 En ese momento, el espíritu de Jehová llenó de poder a Sansón,+ y él partió en dos el león usando solo las manos; lo partió en dos como se parte un cabrito. Pero no les contó lo que había hecho ni a su padre ni a su madre. 7 Luego bajó a Timná y habló con la mujer; para Sansón, ella seguía siendo la adecuada.+

8 Más adelante, cuando volvía para buscarla y llevársela a su casa,+ se desvió para ver el león muerto. Dentro del cadáver del león había un enjambre de abejas y miel. 9 Así que Sansón raspó la miel con sus manos y se la fue comiendo por el camino. Y, cuando llegó adonde estaban sus padres, les dio miel para que ellos también comieran. Eso sí, no les dijo que la había raspado del cadáver de un león.

10 Su padre bajó adonde estaba la mujer. Allí Sansón celebró un banquete, que es lo que solían hacer los hombres jóvenes. 11 Cuando la gente lo vio, le trajeron 30 hombres para que fueran sus acompañantes. 12 Entonces, Sansón les hizo una propuesta: “Déjenme que les diga una adivinanza.* Si la resuelven y me dan la solución dentro de los siete días del banquete, yo les daré 30 prendas de vestir de lino y 30 conjuntos de ropa. 13 Pero, si no me dicen la solución, ustedes me darán a mí 30 prendas de vestir de lino y 30 conjuntos de ropa”. Ellos le contestaron: “Dinos tu adivinanza; queremos oírla”. 14 Y él les dijo:

“Del que come salió comida,

y del fuerte salió dulzura”.+

Pasaron tres días, y ellos seguían sin resolver la adivinanza. 15 Pero al cuarto día le dijeron a la esposa* de Sansón: “Engaña a tu esposo+ para que él diga la solución a la adivinanza. Si no lo haces, te quemaremos a ti y a los de la casa de tu padre. ¿O es que nos invitaron para quitarnos lo que es nuestro?”. 16 Así que la esposa de Sansón lloraba delante de él y le decía: “Tú a mí me odias; tú no me quieres.+ Le dijiste una adivinanza a mi gente, pero a mí no me has dado la solución”. Al oír esto, él le contestó: “Si ni a mi padre ni a mi madre se la he dado, ¿cómo te la voy a dar a ti?”. 17 Pero ella siguió llorando y llorando en su presencia hasta que se cumplieron los siete días del banquete. Al séptimo día ya lo tenía tan cansado que él acabó dándole la solución. Y ella se la dijo a su gente.+ 18 De modo que en el séptimo día, antes de que se pusiera el sol,* los hombres de la ciudad le dijeron a Sansón:

“¿Qué es más dulce que la miel,

y qué es más fuerte que un león?”.+

Él les respondió:

“Si no hubieran arado con mi ternera,+

no habrían resuelto mi adivinanza”.

19 Entonces el espíritu de Jehová lo llenó de poder,+ y él bajó a Asquelón,+ mató a 30 hombres de allí, les quitó la ropa y se la dio a los que habían resuelto la adivinanza.+ Luego, furioso, volvió a subir a la casa de su padre.

20 Y a la esposa de Sansón+ la casaron con uno de los jóvenes que lo habían acompañado en el banquete.+

15 Algún tiempo después, en los días de la cosecha del trigo, Sansón fue a ver a su esposa, y traía un cabrito. Dijo: “Quiero entrar al dormitorio* de mi esposa”. Pero el padre de ella no lo dejó entrar. 2 El padre de ella le explicó: “Estaba seguro de que la odiabas,+ por eso se la di al que te acompañaba en el banquete.+ Pero ¿no te parece más hermosa su hermana menor? Te ruego que te quedes con ella en lugar de la otra”. 3 Sin embargo, Sansón dijo: “Esta vez los filisteos no podrán culparme por el daño que les voy a hacer”.

4 Así que Sansón se fue y atrapó 300 zorros. Luego tomó unas antorchas, ató a los zorros por la cola, de dos en dos, y les puso una antorcha entre las colas. 5 Después encendió las antorchas y soltó a los zorros en los campos de cereales de los filisteos. Le prendió fuego a todo: gavillas* y cereal en pie, y hasta viñas y olivares.

6 Los filisteos preguntaron: “¿Quién hizo esto?”. Les respondieron: “Fue Sansón, el yerno del hombre de Timná. Es que él le quitó a su esposa para dársela al que lo acompañaba en el banquete”.+ Al oír eso, los filisteos subieron y quemaron a la mujer y a su padre.+ 7 Sansón entonces les dijo: “Si es así como se portan ustedes, yo no descansaré hasta que me haya vengado”.+ 8 Y se puso a golpearlos uno tras otro.* Fue una gran matanza. Después bajó y se quedó en una cueva* del peñasco de Etam.

9 Más tarde, los filisteos subieron a Judá y acamparon allí. Iban de un lado a otro por la zona de Lehí.+ 10 Entonces los hombres de Judá les preguntaron: “¿A qué han venido? ¿Qué tienen contra nosotros?”. Y ellos les respondieron: “Hemos subido para atrapar* a Sansón y hacerle lo mismo que él nos hizo a nosotros”. 11 Así que 3.000 hombres de Judá bajaron a la cueva del peñasco de Etam y le preguntaron a Sansón: “¿Acaso no sabes que los filisteos son los que nos dominan?+ ¿Por qué nos has hecho esto?”. Él les respondió: “Yo solamente les hice lo que ellos me hicieron a mí”. 12 Ellos entonces le dijeron: “Hemos bajado para atraparte* y entregarte a los filisteos”. A lo que Sansón les pidió: “Júrenme que ustedes no me atacarán”. 13 Y ellos le dijeron: “No, solo queremos atarte y entregarte a ellos. No te vamos a matar”.

Así que lo ataron con dos sogas nuevas, lo sacaron del peñasco y subieron con él. 14 Al verlo llegar a Lehí, los filisteos se pusieron a dar gritos de victoria. En ese momento, el espíritu de Jehová lo llenó de poder,+ y las sogas que sujetaban sus brazos se deshicieron como hilos de lino chamuscados por el fuego y los grilletes cayeron de sus manos como si se hubieran derretido.+ 15 Él encontró una quijada de burro que todavía estaba fresca, la agarró y con ella mató a 1.000 hombres.+ 16 Entonces Sansón dijo:

“¡Con la quijada de un burro..., un montón, dos montones!

Con la quijada de un burro he matado a 1.000 hombres”.+

17 Cuando terminó de hablar, arrojó la quijada y llamó a aquel lugar Ramat-Lehí.*+ 18 Entonces le dio mucha sed y llamó a Jehová diciéndole: “Fuiste tú quien le dio a tu siervo esta gran victoria.* ¿Y ahora tengo que morirme de sed y caer en manos de los incircuncisos?”. 19 Así que Dios hizo que un hueco que había en Lehí se abriera, y empezó a salir agua.+ Sansón bebió, recuperó las fuerzas* y revivió. Por eso a aquella fuente, que está en Lehí hasta el día de hoy, la llamó En-Hacore.*

20 Y Sansón juzgó a Israel durante 20 años en los días de los filisteos.+

16 En cierta ocasión, Sansón fue a Gaza. Allí vio a una prostituta y entró en la casa de ella. 2 Y alguien les dijo a los habitantes de Gaza: “¡Sansón está aquí!”. Así que rodearon el lugar y se quedaron la noche entera en la puerta de la ciudad para tenderle una emboscada. No se movieron en toda la noche pensando: “Cuando salga el sol, lo matamos”.

3 Pero Sansón se quedó acostado hasta la medianoche. Entonces, a medianoche, se levantó y arrancó las puertas de la entrada de la ciudad junto con sus dos postes y su barra. Y, después de echárselas sobre los hombros, cargó con ellas hasta la cima de la montaña que está frente a Hebrón.

4 Después de eso se enamoró de una mujer del valle* de Sorec llamada Dalila.+ 5 Así que los gobernantes de los filisteos fueron a hablar con ella y le dijeron: “Engáñalo*+ para que te diga de dónde saca esa fuerza tan enorme. Averigua cómo podemos vencerlo, atarlo y dominarlo. A cambio, cada uno de nosotros te dará 1.100 piezas de plata”.

6 Más tarde, Dalila le dijo a Sansón: “Por favor, dime de dónde sacas tu enorme fuerza y con qué se te puede atar y dominar”. 7 Sansón le respondió: “Si me atan con siete tendones frescos,* que todavía no estén secos, me volveré tan débil como cualquier otro hombre”. 8 Así que los gobernantes de los filisteos le llevaron siete tendones frescos, que aún no se habían secado, y ella lo ató con los tendones. 9 Mientras tanto, ellos le tendieron una emboscada en el cuarto interior. Entonces Dalila le gritó: “¡Sansón, los filisteos están aquí!”. Enseguida él rompió los tendones igual que el fuego rompe un hilo de lino* con solo rozarlo.+ Y no se descubrió el secreto de su fuerza.

10 Y Dalila le dijo a Sansón: “¡Me engañaste!* ¡Me mentiste! Por favor, dime con qué se te puede atar”. 11 Él le contestó: “Si me atan con sogas nuevas que aún no se han usado para trabajar, me volveré tan débil como cualquier otro hombre”. 12 Así que Dalila tomó sogas nuevas, lo ató con ellas y gritó: “¡Sansón, los filisteos están aquí!”. (Durante todo ese tiempo, los de la emboscada seguían en el cuarto interior). Enseguida él rompió las sogas que ataban sus brazos como si fueran hilos.+

13 Más tarde, Dalila le dijo a Sansón: “Me sigues engañando y contando mentiras.+ Dime con qué se te puede atar”. Él le respondió: “Tendrías que entretejer las siete trenzas de mi cabeza con los hilos de la urdimbre de un telar”. 14 Así que, después de sujetarle las trenzas con una estaca de telar, ella gritó: “¡Sansón, los filisteos están aquí!”. Él se despertó enseguida y arrancó la estaca y los hilos de la urdimbre.

15 Ella entonces le dijo: “¿Cómo puedes decirme que me amas,+ cuando no me abres tu corazón? Ya me has engañado tres veces y no me has dicho de dónde sacas tu enorme fuerza”.+ 16 Como ella lo agobiaba y lo presionaba día tras día, él acabó tan cansado que quería morirse.+ 17 Por fin le abrió su corazón y le dijo: “Nunca me han cortado el cabello,* porque soy nazareo de Dios desde mi nacimiento.*+ Si me afeitaran la cabeza, perdería mis fuerzas y me volvería tan débil como todos los demás hombres”.

18 Cuando Dalila se dio cuenta de que él le había abierto su corazón, enseguida mandó llamar a los gobernantes de los filisteos:+ “Vengan ahora, que esta vez me ha abierto su corazón”. Y los gobernantes de los filisteos fueron con el dinero adonde estaba ella. 19 Después de hacer que Sansón se quedara dormido sobre sus rodillas, Dalila llamó a un hombre para que le cortara las siete trenzas. Entonces, ella comenzó a dominarlo, pues él estaba perdiendo su fuerza. 20 Ahora ella gritó: “¡Sansón, los filisteos están aquí!”. Él se despertó y se dijo a sí mismo: “Saldré de esta como otras veces+ y me libraré”. Pero no sabía que Jehová lo había abandonado. 21 Así que los filisteos lo agarraron, le sacaron los ojos y lo bajaron a Gaza. Allí lo sujetaron con dos grilletes de cobre y lo pusieron a hacer girar una piedra de molino en la prisión. 22 Pero, después que lo afeitaron, el cabello le volvió a crecer otra vez.+

23 Los gobernantes de los filisteos se reunieron para hacerle un gran sacrificio a su dios Dagón+ y para celebrar su victoria. Decían: “¡Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo!”. 24 Cuando el pueblo lo vio,* se puso a alabar a su dios. Decían: “Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, el que arrasó nuestro país+ y mató a tantos de nosotros”.+

25 Como tenían el corazón contento, dijeron: “Traigan a Sansón para que nos entretenga un poco”. De modo que sacaron a Sansón de la prisión para que los divirtiera. Lo pusieron de pie entre las columnas. 26 Sansón entonces le dijo al muchacho que lo llevaba de la mano: “Déjame tocar las columnas que sostienen esta casa para que me apoye en ellas”. 27 (La casa estaba llena de hombres y mujeres. Todos los gobernantes de los filisteos estaban allí. En la azotea había unos 3.000 hombres y mujeres que miraban mientras Sansón los entretenía).

28 Sansón+ ahora le suplicó a Jehová: “Señor Soberano Jehová, por favor, acuérdate de mí. Oh, Dios, dame fuerzas+ solo una vez más, por favor. Permíteme vengarme de los filisteos por uno de mis ojos”.+

29 Luego Sansón se apoyó en las dos columnas centrales que sostenían la casa. En una columna puso la mano derecha y, en la otra, la izquierda. 30 “¡Que muera yo con los filisteos!”, gritó Sansón. Entonces empujó las columnas con todas sus fuerzas, y la casa se les cayó encima a los gobernantes y a toda la gente que estaba allí.+ Fueron más los que Sansón mató al morir que los que mató mientras vivía.+

31 Más tarde, sus hermanos y toda la familia de su padre bajaron a buscar su cuerpo. Lo subieron y lo enterraron entre Zorá+ y Estaol, en la tumba de Manóah+ su padre. Sansón había juzgado a Israel durante 20 años.+

17 En la región montañosa de Efraín+ había un hombre llamado Miqueas. 2 Él le dijo a su madre: “¿Recuerdas las 1.100 piezas de plata que te quitaron y por las que te escuché decir una maldición? Mira, las tengo yo. Yo fui el que tomó la plata”. Al oír esto, su madre dijo: “Que Jehová bendiga a mi hijo”. 3 Él entonces le devolvió a su madre las 1.100 piezas de plata. Pero ella le dijo: “Sin falta le voy a dedicar* mi plata a Jehová. Quiero que la utilices para hacerte una imagen tallada y una estatua de metal.*+ Así que esa plata ahora es tuya”.

4 Una vez que él le devolvió la plata a su madre, ella apartó 200 piezas de plata y se las dio al platero, quien hizo una imagen tallada y una estatua de metal.* Y las pusieron en la casa de Miqueas. 5 Este hombre, Miqueas, tenía un santuario. Hizo un efod+ y algunos ídolos domésticos,*+ y nombró a* uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.+ 6 En aquellos días no había rey en Israel.+ Cada uno hacía lo que le parecía bien.*+

7 Ahora bien, había un joven que era de Belén+ de Judá, de la familia de Judá.* Era un levita+ que había estado viviendo allí por algún tiempo. 8 Este hombre dejó la ciudad de Belén de Judá buscando un lugar donde vivir. En su viaje llegó a la región montañosa de Efraín, a la casa de Miqueas.+ 9 Y Miqueas le preguntó: “¿De dónde vienes?”. Él le contestó: “Soy levita y vengo de Belén de Judá. Ando buscando un lugar donde vivir”. 10 Miqueas entonces le pidió: “Quédate conmigo para que hagas de padre* y sacerdote para mí. Te daré 10 piezas de plata al año, un juego de prendas de vestir y la comida”. Y el levita entró en la casa. 11 Así, el joven levita aceptó quedarse con Miqueas, y llegó a ser como uno de sus hijos. 12 Además, Miqueas nombró al* levita para que fuera su sacerdote,+ y este se quedó a vivir en su casa. 13 Miqueas entonces dijo: “Ahora sé que Jehová será bueno conmigo, ya que el levita es mi sacerdote”.

18 En aquellos días no había rey en Israel.+ Y en ese tiempo la tribu de los danitas+ andaba buscando un lugar* donde vivir, pues hasta entonces no había recibido una* herencia entre las tribus de Israel.+

2 Los danitas enviaron cinco hombres de su tribu, hombres competentes de Zorá y Estaol,+ a espiar y explorar la tierra. Les dijeron: “Vayan, exploren la tierra”. Una vez que estos llegaron a la región montañosa de Efraín, a la casa de Miqueas,+ pasaron ahí la noche. 3 Estando cerca de la casa de Miqueas, reconocieron la voz* del joven levita, así que fueron y le preguntaron: “¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Por qué te has quedado?”. 4 El joven les contó lo que Miqueas había hecho por él y añadió: “Me contrató para que fuera su sacerdote”.+ 5 Entonces le pidieron: “Por favor, pregúntale a Dios si este viaje que estamos haciendo acabará bien”. 6 El sacerdote les dijo: “Vayan en paz. Jehová está con ustedes en su viaje”.

7 De modo que los cinco hombres siguieron su camino y llegaron a Lais.+ Vieron que la gente del lugar no dependía de nadie, igual que los sidonios. Vivían tranquilos y despreocupados,+ y no había por allí ningún conquistador cruel que pudiera molestarlos. Estaban lejos de los sidonios y no tenían trato con ningún otro pueblo.

8 Cuando volvieron adonde estaban sus hermanos, a Zorá y Estaol,+ estos les preguntaron: “¿Cómo les fue?”. 9 Ellos respondieron: “Vamos, luchemos contra esa gente, porque hemos visto que esa tierra es muy buena. ¿Por qué dudan? No hay tiempo que perder. Vayan y conquístenla. 10 Cuando lleguen, verán que ellos viven despreocupados+ y que la tierra es extensa. Dios ya ha entregado en manos de ustedes una tierra en la que no falta nada”.+

11 Entonces, 600 hombres de la familia de los danitas salieron de Zorá y Estaol.+ Iban armados para la guerra. 12 Subieron a Judá y acamparon cerca de Quiryat-Jearim.+ Por eso a ese lugar, que está al oeste de Quiryat-Jearim, se le llama Mahané-Dan*+ hasta el día de hoy. 13 De ahí fueron a la región montañosa de Efraín y llegaron a la casa de Miqueas.+

14 Entonces los cinco hombres que habían ido a espiar la tierra de Lais+ les dijeron a sus hermanos: “¿Sabían que en estas casas hay un efod, ídolos domésticos,* una imagen tallada y una estatua de metal?*+ Decidan lo que van a hacer”. 15 Así que ellos se detuvieron allí y los cinco hombres fueron a la casa del joven levita,+ junto a la casa de Miqueas, y le preguntaron cómo estaba. 16 Mientras tanto, los 600 hombres de Dan,+ armados para la guerra, se quedaron de pie a la entrada. 17 Los cinco hombres que habían ido a espiar la tierra+ entraron para llevarse la imagen tallada, el efod,+ los ídolos domésticos+ y la imagen de metal.*+ (El sacerdote+ estaba de pie a la entrada con los 600 hombres armados para la guerra). 18 Entraron en la casa de Miqueas y tomaron la imagen tallada, el efod, los ídolos domésticos y la imagen de metal.* Y el sacerdote les preguntó: “Pero ¿qué están haciendo?”. 19 Ellos le contestaron: “¡Cállate! No digas nada.* Ven con nosotros para que nos hagas de padre* y sacerdote. ¿Qué te conviene más? ¿Ser sacerdote para la casa de un solo hombre,+ o ser sacerdote para una tribu y familia de Israel?”.+ 20 Esto le pareció bien al sacerdote; así que, después de tomar el efod, los ídolos domésticos y la imagen tallada,+ se fue con ellos.

21 Entonces retomaron su camino colocando delante a los niños, el ganado y sus cosas de valor. 22 Los danitas ya estaban algo lejos de la casa de Miqueas cuando los vecinos de Miqueas se reunieron y salieron tras ellos. Finalmente, los alcanzaron. 23 Cuando les gritaron a los danitas, estos miraron atrás y le preguntaron a Miqueas: “¿Qué te pasa? ¿Por qué has reunido a esta gente?”. 24 Él les respondió: “Ustedes me han quitado los dioses que me hice, y también se han llevado a mi sacerdote. ¿Qué es lo que me queda? ¿Cómo se atreven a preguntarme qué me pasa?”. 25 Los danitas le contestaron: “No nos levantes la voz, no sea que algunos hombres furiosos* se les echen encima y eso te cueste la vida a ti y a los de tu casa”. 26 Entonces los danitas siguieron su camino. Y Miqueas, al ver que ellos eran más fuertes que él, dio media vuelta y volvió a su casa.

27 Después de llevarse lo que Miqueas se había fabricado, y también a su sacerdote, se fueron a Lais,+ donde la gente vivía tranquila y despreocupada.+ Mataron a aquella gente a espada y le prendieron fuego a la ciudad. 28 No hubo nadie que salvara a la ciudad, ya que estaba lejos de Sidón (en la llanura* que pertenecía a Bet-Rehob)+ y sus habitantes no tenían trato con ningún otro pueblo. Luego los danitas reconstruyeron la ciudad y se establecieron en ella. 29 Además, le dieron a la ciudad el nombre de su padre, Dan,+ quien era hijo de Israel,+ aunque antes la ciudad se llamaba Lais.+ 30 Después de aquello, los danitas colocaron allí la imagen tallada.+ Y Jonatán+ —hijo* de Guersom,+ hijo de Moisés— y sus descendientes fueron sacerdotes para la tribu de Dan hasta el día en que los habitantes del país fueron al destierro. 31 Y ellos colocaron allí la imagen tallada que Miqueas había hecho. La imagen continuó allí todo el tiempo que la casa del Dios verdadero estuvo en Siló.+

19 En aquellos días, cuando no había rey en Israel,+ cierto levita —que entonces vivía en una zona apartada de la región montañosa de Efraín—+ se buscó una esposa, una concubina,* que era de Belén+ de Judá. 2 Pero su concubina le fue infiel. Lo dejó y se fue a la casa de su padre en Belén de Judá, donde pasó cuatro meses. 3 Entonces, su esposo fue a buscarla para convencerla de que volviera con él (iba con su sirviente y un par de burros). Ella lo hizo pasar a la casa de su padre, y este se alegró mucho de verlo. 4 Por eso su suegro, el padre de la joven, lo convenció para que se quedara allí tres días. Comieron y bebieron, y el levita pasó las noches allí.

5 Al cuarto día, cuando madrugaron para irse, el padre de la joven le dijo a su yerno: “Come algo para que tengas energías,* y después se van”. 6 De modo que se sentaron, y los dos comieron y bebieron juntos. Después, el padre de la joven le dijo al hombre: “Por favor, pasa aquí la noche y disfruta”.* 7 Cuando el hombre se levantó para irse, su suegro le insistió en que se quedara, y él volvió a pasar la noche allí.

8 Al quinto día, cuando madrugó para irse, el padre de la joven le dijo: “Por favor, come algo para que tengas energías”.* Los dos siguieron comiendo y se entretuvieron hasta que se hizo tarde. 9 Cuando el hombre se levantó para irse con su concubina y su sirviente, su suegro, el padre de la joven, le dijo: “Mira, ya está oscureciendo. Por favor, pasen aquí la noche. El día ya se está acabando. Pasa aquí la noche y disfruta. Mañana se pueden levantar temprano para emprender el viaje y volver a tu casa”.* 10 Pero el hombre no quiso volver a pasar la noche allí. Así que se levantó y viajó hasta Jebús, es decir, Jerusalén.+ Iba con sus dos burros ensillados, su concubina y su sirviente.

11 Cuando estaban cerca de Jebús, ya casi no había luz. Así que el sirviente le preguntó a su amo: “¿Por qué no entramos en esta ciudad de los jebuseos y pasamos la noche ahí?”. 12 Pero su amo le contestó: “No debemos entrar a una ciudad de extranjeros, de personas que no son israelitas. Seguiremos hasta Guibeá”.*+ 13 Entonces le dijo a su sirviente: “Vamos, intentemos llegar a Guibeá o a Ramá.+ Pasaremos la noche en uno de esos lugares”. 14 Así que siguieron su camino, y el sol comenzaba a ponerse cuando se acercaban a Guibeá, que pertenece a Benjamín.

15 De modo que se detuvieron en Guibeá y entraron allí para pasar la noche. Estando ya dentro de la ciudad, se sentaron en la plaza, pero nadie los invitaba a hospedarse en su casa.+ 16 Finalmente, esa noche llegó un anciano que volvía de trabajar en el campo. Era de la región montañosa de Efraín+ y estaba viviendo temporalmente en Guibeá. Pero los hombres de la ciudad eran benjaminitas.+ 17 Cuando el anciano levantó la vista y vio al viajero en la plaza de la ciudad, le preguntó: “¿Adónde vas? ¿De dónde vienes?”. 18 Él le respondió: “Venimos de Belén de Judá y vamos a una zona apartada de la región montañosa de Efraín, de donde soy yo. Fui a Belén de Judá+ y ahora voy a la casa de Jehová,* pero aquí nadie me ha invitado a su casa. 19 Tenemos suficiente paja y forraje para nuestros burros,+ y también pan+ y vino para mí, la mujer y nuestro sirviente. No nos hace falta nada”. 20 “¡Eres bienvenido!* —le dijo el anciano—. Yo me encargaré de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza”. 21 Así que llevó al hombre a su casa y les dio de comer* a los burros. Ellos se lavaron los pies y se pusieron a comer y beber.

22 Mientras ellos pasaban un rato agradable, algunos hombres despreciables de la ciudad rodearon la casa y comenzaron a dar golpes en la puerta. Y le decían al anciano, al dueño de la casa: “¡Saca al hombre que entró en tu casa para que tengamos sexo con él!”.+ 23 El dueño de la casa salió afuera y les dijo: “No, hermanos míos, no hagan algo tan perverso, por favor. Este hombre se está hospedando en mi casa. No hagan algo tan vergonzoso. 24 Aquí tienen a mi hija, que es virgen, y a la concubina de él. Las sacaré y así pueden humillarlas si tanto insisten.*+ Pero no deben hacerle algo tan vergonzoso a este hombre”.

25 Los hombres no le hicieron caso. Por lo tanto, el levita agarró a su concubina,+ la sacó y se la entregó a los hombres. Ellos la violaron y abusaron de ella toda la noche, hasta la madrugada. Con las primeras luces del día la dejaron ir. 26 Temprano por la mañana, la mujer llegó a la casa del hombre, donde estaba su señor, se desplomó a la entrada y quedó tendida allí hasta que aclaró el día. 27 Cuando su señor se levantó por la mañana y abrió las puertas de la casa para continuar su viaje, vio a la mujer, su concubina, tendida a la entrada de la casa con las manos en el umbral. 28 Él le dijo: “Levántate, vámonos”. Pero no hubo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre el burro y se fue para su casa.

29 Cuando llegó a su casa, buscó un cuchillo,* tomó el cadáver de su concubina y lo descuartizó en 12 pedazos. Después envió un pedazo a cada territorio de Israel. 30 Todos los que vieron eso dijeron: “Nunca ha ocurrido ni se ha visto algo parecido desde el día en que los israelitas subieron de la tierra de Egipto. Analicen bien este asunto, hablen entre ustedes+ y dígannos qué hacer”.

20 A raíz de eso, salieron todos los hombres de Israel, los del territorio que va desde Dan+ hasta Beer-Seba y los de la tierra de Galaad.+ Y todo el pueblo* se reunió de común acuerdo* delante de Jehová en Mizpá.+ 2 Los jefes del pueblo y todas las tribus de Israel ocuparon sus puestos en la congregación del pueblo de Dios. Eran 400.000 soldados* armados con espadas.+

3 (Los benjaminitas se enteraron de que los hombres de Israel habían subido a Mizpá).

Entonces los hombres de Israel dijeron: “Dígannos, ¿cómo ocurrió este crimen tan horrible?”.+ 4 Y el levita,+ el esposo de la mujer asesinada, contestó: “Llegué a Guibeá+ de Benjamín con mi concubina para pasar la noche. 5 Y los habitantes* de Guibeá vinieron contra mí por la noche y rodearon la casa. Querían matarme, pero en vez de eso violaron a mi concubina. Y ella murió.+ 6 Así que tomé el cuerpo de mi concubina y lo corté en pedazos, y envié un pedazo a cada territorio de la herencia de Israel+ porque se había cometido en Israel un crimen depravado y vergonzoso. 7 Ahora, todos ustedes, pueblo de Israel, digan qué opinan y cuál es su decisión”.+

8 De común acuerdo,* todos se levantaron y dijeron: “Ninguno de nosotros irá a su tienda ni volverá a su casa. 9 Esto es lo que haremos: echaremos suertes para ver quiénes subirán a pelear contra Guibeá;+ 10 de todas las tribus de Israel, elegiremos 10 de cada 100 hombres, 100 de cada 1.000 y 1.000 de cada 10.000 para que consigan provisiones para el ejército; así, el ejército podrá tomar medidas contra Guibeá de Benjamín por el crimen tan vergonzoso que ellos cometieron en Israel”. 11 De modo que todos los hombres de Israel se aliaron para luchar unidos* contra la ciudad.

12 Las tribus de Israel enviaron mensajeros para decirles a todos los hombres de la tribu de Benjamín: “¿Cómo pudo cometerse un crimen tan horrible entre ustedes? 13 Ahora entreguen a esos hombres despreciables de Guibeá+ para que los matemos y así quitemos la maldad de Israel”.+ Pero los benjaminitas no les quisieron hacer caso a sus hermanos israelitas.

14 Entonces los benjaminitas salieron de sus ciudades para reunirse en Guibeá y pelear contra los hombres de Israel. 15 Ese día, los benjaminitas juntaron de sus ciudades a 26.000 hombres armados con espadas, además de 700 soldados de élite de Guibeá. 16 En este ejército había 700 de los mejores soldados, todos ellos zurdos. Cada uno de ellos podía lanzar una piedra con la honda y darle a un cabello sin fallar el tiro.

17 Sin incluir a los de Benjamín, los hombres de Israel juntaron a 400.000 hombres armados con espadas:+ eran todos guerreros experimentados. 18 Partieron y subieron a Betel para consultar a Dios.+ El pueblo de Israel le preguntó: “¿Quién de nosotros irá al frente en la lucha contra los benjaminitas?”. Jehová les respondió: “Judá irá al frente”.

19 Después de eso, los israelitas se levantaron por la mañana y acamparon para luchar contra Guibeá.

20 Los hombres de Israel entonces salieron a luchar contra los de Benjamín; se colocaron en formación de batalla frente a Guibeá. 21 Aquel día, los benjaminitas salieron de Guibeá y mataron a 22.000 israelitas. 22 Sin embargo, el ejército de los israelitas actuó con valentía y volvió a colocarse en formación de batalla en el mismo lugar que el primer día. 23 Los israelitas subieron a Betel y lloraron delante de Jehová hasta el anochecer y le preguntaron a Jehová: “¿Deberíamos ir otra vez a pelear contra nuestros hermanos, la gente de Benjamín?”.+ Y Jehová les respondió: “Vayan contra ellos”.

24 El segundo día, los israelitas se acercaron a los benjaminitas. 25 Por su parte, los hombres de Benjamín salieron el segundo día al encuentro de ellos desde Guibeá y mataron a otros 18.000 israelitas,+ todos ellos armados con espadas. 26 Entonces, todos los hombres de Israel subieron a Betel, donde lloraron y se sentaron delante de Jehová.+ Aquel día ayunaron+ hasta el anochecer y presentaron delante de Jehová ofrendas quemadas+ y ofrendas de paz.*+ 27 Después de eso, los israelitas consultaron a Jehová,+ ya que el arca del pacto del Dios verdadero estaba allí en aquellos días. 28 (Finehás,+ hijo de Eleazar, hijo de Aarón, prestaba servicio* delante del arca en aquellos días). Ellos preguntaron: “¿Deberíamos salir una vez más a pelear contra nuestros hermanos, los hombres de Benjamín, o deberíamos dejarlo así?”.+ Jehová les respondió: “Vayan, que mañana los voy a entregar en sus manos”. 29 Entonces Israel les tendió una emboscada+ alrededor de Guibeá.

30 El tercer día, los israelitas volvieron a subir para pelear contra los benjaminitas. Se colocaron en formación de batalla contra Guibeá igual que las otras veces.+ 31 Cuando los benjaminitas salieron al encuentro del ejército de Israel, los israelitas los hicieron alejarse de la ciudad.+ Entonces, como las otras veces, los benjaminitas empezaron a atacar y matar a algunos hombres en los caminos principales (uno sube a Betel y el otro a Guibeá). Dejaron a unos 30 israelitas muertos por los campos.+ 32 Los benjaminitas decían: “Los estamos derrotando como las otras veces”.+ Pero los israelitas decían: “Nos retiraremos y así los alejaremos de la ciudad hacia los caminos principales”. 33 De modo que todos los hombres de Israel salieron de sus posiciones y se colocaron en formación de batalla en Baal-Tamar. Al mismo tiempo, los israelitas que estaban en la emboscada cerca de Guibeá salieron de sus escondites y atacaron. 34 Así, 10.000 de los mejores soldados de todo Israel llegaron frente a Guibeá, y la batalla fue intensa. Pero los benjaminitas no se daban cuenta del desastre que se les venía encima.

35 Jehová derrotó a Benjamín+ delante de Israel. Aquel día, los israelitas mataron a 25.100 hombres de Benjamín, todos ellos armados con espadas.+

36 Al ver que los hombres de Israel se retiraban, los benjaminitas pensaron que los iban a derrotar.+ Pero, en realidad, los israelitas se retiraron porque confiaban en la emboscada que le habían tendido a Guibeá.+ 37 Los soldados de la emboscada actuaron rápido y asaltaron Guibeá. Se desplegaron y atacaron a todos los habitantes de la ciudad con la espada.

38 Los hombres de Israel habían quedado en que los soldados de la emboscada harían una señal de humo desde la ciudad.

39 Cuando los israelitas se retiraron de la batalla, los hombres de Benjamín empezaron a atacarlos y mataron a unos 30 hombres de Israel.+ Se decían: “Está claro que los estamos derrotando, igual que en la última batalla”.+ 40 Pero entonces una columna de humo comenzó a subir desde la ciudad. Era la señal. Cuando los hombres de Benjamín miraron atrás, vieron que la ciudad entera se estaba quemando y que las llamas subían hacia el cielo. 41 En ese momento, los hombres de Israel dieron media vuelta y los de Benjamín quedaron aterrorizados al ver que el desastre les había caído encima. 42 Así que salieron huyendo de los israelitas hacia el desierto, pero no conseguían escapar de la batalla. Además, los hombres que salían de las ciudades también los iban matando. 43 Acorralaron a los benjaminitas y los persiguieron sin descanso. Los aplastaron justo enfrente de Guibeá, hacia el este. 44 Cayeron 18.000 hombres de Benjamín. Todos eran guerreros poderosos.+

45 Los hombres de Benjamín dieron media vuelta y salieron huyendo al desierto, al peñasco de Rimón.+ Y los israelitas mataron a* 5.000 de ellos en los caminos principales. Los fueron persiguiendo hasta Guidom; así mataron a otros 2.000 hombres. 46 En total, los de Benjamín que cayeron en aquel día fueron 25.000 hombres armados con espadas.+ Todos eran guerreros poderosos. 47 Pero 600 hombres se retiraron al desierto, al peñasco de Rimón. Estuvieron cuatro meses en el peñasco de Rimón.

48 Y los hombres de Israel se volvieron contra los benjaminitas y atacaron con la espada a todos los de la ciudad, tanto a hombres como animales, a todos los que quedaban. Además, les prendieron fuego a todas las ciudades que encontraron a su paso.

21 Ahora bien, los hombres de Israel habían jurado en Mizpá:+ “Ninguno de nosotros casará a su hija con un hombre de Benjamín”.+ 2 Por eso el pueblo fue a Betel+ y estuvo sentado delante del Dios verdadero gritando y llorando amargamente hasta el anochecer. 3 Y decían: “Oh, Jehová, el Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel? ¿Por qué tiene que faltar hoy una tribu en Israel?”. 4 Al día siguiente, el pueblo se levantó temprano y construyó allí un altar para presentar ofrendas quemadas y ofrendas de paz.+

5 Los israelitas entonces dijeron: “De entre todas las tribus de Israel, ¿quién no subió a reunirse con nosotros delante de Jehová?”. Porque habían hecho el juramento solemne de que, sin falta, cualquiera que no subiera a Mizpá para reunirse delante de Jehová tendría que morir. 6 Los israelitas sintieron lástima por lo que le había pasado a su hermano Benjamín. Se decían: “Hoy una tribu ha sido eliminada de Israel. 7 ¿De dónde conseguiremos esposas para los benjaminitas que quedan? Nosotros juramos por Jehová+ que no casaríamos a nuestras hijas con ellos”.+

8 Y preguntaron: “De entre las tribus de Israel, ¿quién no se presentó delante de Jehová en Mizpá?”.+ Y resultó que, en el campamento donde todos se habían reunido,* no se había presentado nadie de Jabés-Galaad. 9 Es que, cuando se contó a la gente, vieron que no había ningún habitante de Jabés-Galaad. 10 Por lo tanto, el pueblo* envió allá a 12.000 de los hombres más poderosos. Les dieron este mandato: “Vayan y ataquen con la espada a los habitantes de Jabés-Galaad, hasta a las mujeres y a los niños.+ 11 Esto es lo que deben hacer: tienen que matar* a todos los hombres, así como a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales con algún hombre”. 12 Ahora bien, entre los habitantes de Jabés-Galaad encontraron a 400 muchachas que eran vírgenes, que nunca habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre. De modo que se las llevaron al campamento que estaba en Siló,+ en la tierra de Canaán.

13 Después, el pueblo envió un mensaje a los benjaminitas que estaban en el peñasco de Rimón+ y les ofreció la paz. 14 Así que los hombres de Benjamín regresaron, y los israelitas les dieron las mujeres de Jabés-Galaad+ que habían dejado con vida. Pero no encontraron suficientes mujeres para todos. 15 Y el pueblo sintió lástima por lo que había pasado con la tribu de Benjamín,+ porque Jehová había creado una división entre las tribus de Israel. 16 Los ancianos del pueblo preguntaron: “¿De dónde conseguiremos esposas para los hombres que aún no tienen? Porque las mujeres de Benjamín fueron exterminadas”. 17 Les respondieron: “Los sobrevivientes de Benjamín deben conservar su herencia para que no desaparezca una tribu de Israel. 18 Pero nosotros tenemos prohibido casar a nuestras hijas con ellos, porque Israel juró: ‘Que sea maldito el que les dé una esposa a los hombres de Benjamín’”.+

19 Entonces dijeron: “¡Escuchen! Todos los años se celebra una fiesta para Jehová en Siló,+ que está al norte de Betel, al este del camino principal que sube de Betel a Siquem y al sur de Leboná”. 20 Así que les dieron esta orden a los hombres de Benjamín: “Vayan y pónganse al acecho en las viñas. 21 Y, cuando vean que las jóvenes* de Siló salen a bailar en círculo, ustedes salgan de las viñas, y que cada uno se lleve a una de las jóvenes para que sea su esposa. Luego regresen a la tierra de Benjamín. 22 En caso de que los padres o los hermanos de ellas vengan a presentarnos una queja, les diremos: ‘Por el bien de ellos, sean comprensivos con nosotros, porque no pudimos conseguirles a todos una esposa con la guerra+ y ustedes no podían darles una esposa sin romper su juramento’”.+

23 Así que los hombres de Benjamín hicieron tal como les dijeron. Cada uno de ellos se llevó a una de las mujeres que estaban bailando para que fuera su esposa. Luego regresaron a la tierra que habían heredado, reconstruyeron las ciudades+ y se establecieron en ellas.

24 Y en ese momento los israelitas se dispersaron, cada uno se fue a su tribu y a su familia. Cada cual partió de allí a la tierra que había heredado.

25 En aquellos días no había rey en Israel.+ Cada uno hacía lo que le parecía bien.*

Lit. “hijos de Israel”.

O “he entregado”.

O “me ha tocado en suerte”.

O quizás “palmoteó mientras estaba sobre el burro”.

O “el Négueb”.

Que significa ‘cuencas (cuencos) de agua’.

Es decir, Jericó.

Que significa ‘una entrega a la destrucción’.

O “llanura baja”.

O “carros con cuchillas de hierro en las ruedas”. Lit. “carros de hierro”.

Lit. “te mostraremos amor leal”.

O “cercanos”.

O “llanura baja”.

Lit. “la mano de la casa de José se hizo pesada”.

Que significa ‘llorones’.

Esta es una forma poética de referirse a la muerte.

O “adoraron”.

Lit. “vendió”.

O “sentía pesar por”.

O “la entrada de Hamat”.

Ver glosario.

Lit. “vendió”.

Lit. “Aram-Naharaim”.

Lit. “Aram”.

O “la tierra descansó”.

Quizás un codo corto, unos 38 cm (15 in). Ver apén. B14.

O quizás “las canteras”.

O “asiento”.

O quizás “respiradero”.

Lit. “cubriendo sus pies”.

Lit. “caído a tierra”.

O quizás “las canteras”.

O “la tierra descansó”.

Lit. “vendió”.

O “Haróset-Ha-Goyim”.

Lit. “Él”.

Lit. “carros de hierro”.

O “despliega a tus hombres en el”.

O “wadi de Cisón”.

Lit. “carros de hierro”.

O “carpa”.

O “los guerreros con el cabello suelto”.

O “Tocaré música para”.

O quizás “temblaron”.

O quizás “tembló”.

O “desaparecieron”.

O “la llanura baja”.

O quizás “los que usan el equipo de un escriba”.

O “A la llanura baja”.

O “embarcaderos”.

O “despreció su alma hasta”.

O “arroyo”.

Ver glosario.

O “crema de leche”.

O “el enrejado”, “la rejilla”.

Lit. “matriz”.

Lit. “matrices”.

O “la tierra descansó”.

O quizás “graneros subterráneos”.

Lit. “temer”.

Lit. “no escucharon mi voz”.

O “golpeando”.

O “grupo familiar”. Lit. “millar”.

Lit. “he hallado favor a tus ojos”.

Unos 22 L (20 dry qt). Ver apén. B14.

Que significa ‘Jehová es paz’.

Que significa ‘que Baal haga defensa legal (contienda)’.

O “la llanura baja”.

Lit. “revistió a”.

O “una piel de oveja con su lana”.

O “llanura baja”.

Lit. “tus manos se fortalecerán”.

Más o menos de 10 de la noche a 2 de la madrugada.

O “No son mejores las rebuscas”.

O “toda la uva cosechada”.

Lit. “esta palabra”.

Lit. “se calmó su espíritu contra él”.

Lit. “está en tu mano la palma de”.

Lit. “en paz”.

Lit. “está en tu mano la palma de”.

O “Como es el hombre, así es su fuerza”.

Un siclo equivalía a 11,4 g (0,367 oz tr). Ver apén. B14.

O “adoró al”.

Lit. “levantar la cabeza”.

O “la tierra descansó”.

Es decir, Gedeón. Ver Jue 6:32.

Lit. “70 hijos que salieron de su muslo”.

Ver glosario.

O quizás “terratenientes”.

Lit. “su hueso y su carne”.

Lit. “ungir”.

O “renunciar a mi productividad”.

O “al cambrón”, “al espino”.

Lit. “ungir”.

O “alma”.

O “se las dio de príncipe de”.

Lit. “Dios envió un espíritu malo”.

Lit. “la casa”.

Posiblemente se refiere a Zebul, el representante de Siquem.

O “con astucia”.

O “hazle tal como le sea posible a tu mano”.

O “a la bóveda”.

También conocido como Baal-Berit.

O “acampó”.

Es decir, la piedra superior de un molino de mano.

Lit. “sobre su propia cabeza”.

O “Siria”.

Lit. “vendió”.

O “su alma se impacientó por”.

Lit. “el que oye”.

Lit. “Qué para mí y para ti”.

O “cercanos”.

O “esta promesa”.

O “entregas en mis manos a”.

Lit. “en paz”.

Al parecer, significa que lo dedicaría al servicio exclusivo de Dios.

Lit. “Me has abatido muchísimo”.

Lit. “Abrí mi boca”.

O “con mis compañeras a llorar porque nunca me casaré”.

O “norma”.

O quizás “pasaron hacia el norte”.

O “poner mi alma en mi mano”.

O “grupo familiar”.

O “pasar navaja por la cabeza”.

Lit. “desde el vientre”.

O “Timnah”. Aquí y en el resto del libro. Ver apén. A2.

Lit. “de las hijas de los filisteos”.

Lit. “es correcta a mis ojos”.

O “león joven con melena”.

O “un enigma”.

Los hebreos llamaban esposo y esposa a los prometidos.

O quizás “antes de que él entrara en el cuarto interior”.

O “cuarto interior”.

O “atados”.

Lit. “pierna sobre muslo”.

O “grieta”.

O “atar”.

O “atarte”.

Que significa ‘lugar encumbrado de la quijada’.

O “salvación”.

Lit. “su espíritu volvió”.

Que significa ‘fuente del que llama’.

O “wadi”.

O “Convéncelo”.

O “cuerdas de arco nuevas”.

O “estopa”.

O “¡Estás jugando conmigo!”.

O “ha pasado navaja por mi cabeza”.

Lit. “desde el vientre de mi madre”.

Al parecer, se refiere al ídolo.

Lit. “santificaré”.

O “de metal fundido”.

O “de metal fundido”.

O “dioses domésticos”. Lit. “terafim”.

Lit. “llenó la mano de”.

O “lo que era correcto a sus ojos”.

Quizás se refiera a que vivía en Belén de Judá.

O “consejero”.

Lit. “llenó la mano del”.

Lit. “una herencia”.

O “recibido por completo su”.

O “el acento”.

Que significa ‘campamento de Dan’.

O “dioses domésticos”. Lit. “terafim”.

O “de metal fundido”.

O “estatua de metal fundido”.

O “estatua de metal fundido”.

Lit. “Pon tu mano sobre tu boca”.

O “consejero”.

O “amargados de alma”.

O “llanura baja”.

O “descendiente”.

Ver glosario.

O “sustentes tu corazón”.

O “que tu corazón se sienta bien”.

O “sustentes tu corazón”.

Lit. “tienda”.

O “Guibeah”. Aquí y en el resto del libro. Ver apén. A2.

O quizás “sirvo en la casa de Jehová”.

Lit. “¡Paz para ti!”.

O “les dio una mezcla de forraje”.

O “abusar de ellas y hacerles lo que sea correcto a sus ojos”.

O “cuchillo de degüello”.

Lit. “toda la asamblea”.

Lit. “como un solo hombre”.

O “soldados de a pie”.

O quizás “terratenientes”.

Lit. “Como un solo hombre”.

Lit. “como un solo hombre”.

O “de comunión”.

Lit. “estaba de pie”.

Lit. “hicieron una rebusca de”.

O “donde estaba la congregación”.

Lit. “la asamblea”.

O “entregar a la destrucción”.

Lit. “hijas”.

O “lo que era correcto a sus ojos”.

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