Viernes 15 de agosto
Se separó de ellos por miedo a los del grupo de los circuncisos (Gál. 2:12).
Incluso después de ser ungido, el apóstol Pedro tuvo que seguir luchando con sus debilidades. En el año 36, Pedro vio como un gentil incircunciso llamado Cornelio recibía el espíritu santo. Esto fue una prueba clara de que “Dios no es parcial” y de que personas de otras naciones podían ser parte de la congregación cristiana (Hech. 10:34, 44, 45). A partir de ese momento, Pedro no tuvo ningún problema en comer con gentiles, algo que antes jamás habría hecho. Ahora bien, algunos cristianos de origen judío pensaban que estaba mal que gentiles y judíos comieran juntos. Cuando algunos que pensaban así llegaron a Antioquía, Pedro dejó de comer con sus hermanos gentiles, probablemente por miedo a ofender a los cristianos de origen judío. Al ver este comportamiento hipócrita de Pedro, el apóstol Pablo lo reprendió delante de todos (Gál. 2:13, 14). A pesar de este error, Pedro no se rindió; siguió adelante. w23.09 40:8
Sábado 16 de agosto
Él los pondrá sobre una base sólida (1 Ped. 5:10).
Si al hacerse un autoexamen sincero ve que está fallando en algo, no se desanime. Recuerde “lo bondadoso que es el Señor” y que él lo ayudará a mejorar (1 Ped. 2:3). El apóstol Pedro nos asegura: “Dios [...] terminará el entrenamiento de ustedes. Él los hará firmes”. En una ocasión, Pedro no se sintió digno de estar delante del Hijo de Dios (Luc. 5:8). Pero, con el apoyo y el cariño de Jehová y Jesús, Pedro siguió a Cristo fielmente. Como resultado, se le permitió entrar “en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 1:11). ¡Qué premio tan extraordinario! Si usted persevera igual que Pedro y deja que Jehová lo entrene, también recibirá el premio de la vida eterna. Alcanzará “el objetivo de su fe: su salvación” (1 Ped. 1:9). w23.09 41:16, 17
Domingo 17 de agosto
Adoren al que hizo el cielo y la tierra (Apoc. 14:7).
En el antiguo tabernáculo había un patio: una zona abierta y cercada donde los sacerdotes prestaban sus servicios. En el patio estaba el gran altar de cobre en el que se presentaban las ofrendas quemadas. También había una fuente de cobre en la que los sacerdotes se lavaban con agua antes de cumplir con sus responsabilidades sagradas (Éx. 30:17-20; 40:6-8). Hoy en día, los cristianos ungidos que aún viven en la Tierra sirven fielmente a Jehová en el patio interior del templo espiritual. La gran fuente de agua que había en el tabernáculo y en el templo les recuerda a ellos, y en general a todos los cristianos, la importancia de mantenerse limpios en sentido moral y espiritual. ¿Y dónde adora a Dios la “gran muchedumbre”? El apóstol Juan vio que “estaban de pie delante del trono” y que le daban a Dios “servicio sagrado día y noche”. La gran muchedumbre hace esto en la Tierra, en el patio exterior del templo espiritual (Apoc. 7:9, 13-15). ¡Qué bueno que todos tenemos un lugar donde adorar a Jehová en su templo espiritual! w23.10 45:15, 16