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  • bt paxaguenaxat 3 págs. 20-27
  • «Nache ʼenauac somayepi ỹataqta nlaqchigui So Saqchaʼa Naʼañaxac Quiʼitta»

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  • «Nache ʼenauac somayepi ỹataqta nlaqchigui So Saqchaʼa Naʼañaxac Quiʼitta»
  • Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
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  • «ʼEnauac nam ỹaʼamaqten So Jesús lapootaʼaʼt, ʼoonolec ca qanayeetaʼa» (Hechos 2:1-4)
  • «Qomiʼ saʼaxasoqtegalo naua maiche qaralamaqaʼate qaraʼaqtaqa da daʼaqtaxaatapiguilo» (Hechos 2:5-13)
  • «Nache so Pedro nachaañi» (Hechos 2:14-37)
  • «Qamiʼ ñachelaxanaxaguilo» (Hechos 2:38-47)
Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
bt paxaguenaxat 3 págs. 20-27

PAXAGUENAXAT 3

«Nache ʼenauac somayepi ỹataqta nlaqchigui So Saqchaʼa Naʼañaxac Quiʼitta»

Ra ỹoʼoteq so espíritu santo so mayepi so Pentecostés

Basado en Hechos 2:1-47

1. Auaxat so qaỹoʼotac so naʼaq so Pentecostés.

HAY mucho movimiento en Jerusalén.a En el templo, el humo del altar se eleva mientras los levitas entonan el Hallel (los Salmos 113 a 118). Quizás unos cantan una parte y otros les responden, lo que se conoce como canto antifonal. Y las calles están repletas de extranjeros que vienen de tierras tan lejanas como Elam, Mesopotamia, Capadocia, el Ponto, Egipto y Roma.b ¿Qué se celebra? La Fiesta de Pentecostés, o “el día de los primeros frutos maduros” (Núm. 28:26). Es una fiesta anual llena de alegría que marca el final de la cosecha de la cebada y el principio de la del trigo.

Un mapa que muestra de dónde vinieron las personas que escucharon las buenas noticias en el Pentecostés del año 33. 1. Regiones: Libia, Egipto, Etiopía, Bitinia, Ponto, Capadocia, Judea, Mesopotamia, Babilonia, Elam, Media y Partia. 2. Ciudades: Roma, Alejandría, Menfis, Antioquía (de Siria), Jerusalén y Babilonia. 3. Masas de agua: mar Mediterráneo, mar Negro, mar Rojo, mar Caspio y golfo Pérsico.

JERUSALÉN, EL CENTRO DEL JUDAÍSMO

En gran parte, los sucesos de los primeros capítulos de Hechos tienen lugar en Jerusalén. Esta ciudad está entre las colinas de la cordillera central de Judea, a unos 55 kilómetros (34 millas) al este del mar Mediterráneo. En el año 1070 antes de nuestra era, el rey David conquistó la fortaleza que había en la cima del monte Sion, y alrededor de ella creció Jerusalén, que se convirtió en la capital del antiguo Israel.

Cerca del monte Sion está el monte Moria. Según la tradición judía, allí fue donde Abrahán iba a sacrificar a Isaac, algo que ocurrió 1.900 años antes de lo que cuenta Hechos. El monte Moria quedó dentro de la ciudad cuando Salomón construyó en él el primer templo dedicado a Jehová. Desde entonces, el templo fue el centro de las actividades diarias y religiosas de los judíos.

Periódicamente, los judíos fieles de todas partes del mundo viajaban al templo para ofrecer sacrificios, adorar a Jehová y celebrar sus fiestas. Así obedecían este mandato: “Tres veces al año, todos tus varones deben presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja” (Deut. 16:16). En Jerusalén también estaba el Gran Sanedrín, que era el tribunal supremo y el consejo administrativo de la nación.

2. ¿Négueʼt so huaigui ʼamaqtaqaic so naʼaq so Pentecostés so viʼi 33?

2 En este día primaveral del año 33, a eso de las nueve de la mañana, pasa algo sorprendente que se recordará por siglos. De repente, hay “un ruido desde el cielo, como el de una fuerte ráfaga de viento”, o un “viento huracanado” (Hech. 2:2; La Biblia de Nuestro Pueblo). El estruendo llena la casa donde están reunidos unos 120 discípulos de Jesús. Entonces, increíblemente, aparece algo similar a lenguas de fuego, y se va posando una sobre cada uno de ellos.c Luego estos discípulos se llenan de espíritu santo y, como resultado, comienzan a hablar en otros idiomas. Cuando salen de la casa, los extranjeros los escuchan asombrados hablar “en su propio idioma” (Hech. 2:1-6).

3. a) ¿Táʼaencoʼ so pentecostés so viʼi 33 ỹaʼan ra naqtaguec ra nỹoʼoxonnataxanaxac ʼeesa? b) ¿ʼEetec ra lataxac so roʼonataxana so Pedro aso ʼoonole ana «lvinaqte da lʼonataxanaxac ñi Dios»?

3 Esta apasionante narración relata un acontecimiento histórico de la adoración pura: la fundación del Israel espiritual, la congregación de cristianos ungidos (Gál. 6:16). Pero eso no es todo. Aquel mismo día, un poco más tarde, Pedro habló ante la multitud. Así usó la primera de las tres “llaves del Reino”, con las que les abriría oportunidades especiales a distintos grupos de personas (Mat. 16:18, 19). La primera llave haría posible que judíos y prosélitosd aceptaran las buenas noticias y fueran ungidos con espíritu. De este modo se convertirían en miembros del Israel espiritual y, por lo tanto, tendrían la esperanza de llegar a ser gobernantes y sacerdotes en el Reino mesiánico (Apoc. 5:9, 10). Esa misma oportunidad se les abriría en segundo lugar a los samaritanos y en tercer lugar a los gentiles (o sea, a los que no eran ni judíos ni prosélitos). ¿Qué aprendemos de los sucesos tan importantes que ocurrieron en aquel Pentecostés?

«ʼEnauac nam ỹaʼamaqten So Jesús lapootaʼaʼt, ʼoonolec ca qanayeetaʼa» (Hechos 2:1-4)

4. ¿Táʼaencoʼ ra shenaqpec ana congregación cristiana nagui quetalec reʼera qaỹoʼotchiguiñi so viʼi 33?

4 Como vimos, la congregación cristiana nació cuando unos 120 discípulos que “estaban juntos en el mismo lugar” —el cuarto de arriba de una casa— fueron ungidos con espíritu santo (Hech. 2:1). Pero para el final del día ya se habían bautizado miles de personas. Y ese solo era el principio de un crecimiento que ha continuado hasta nuestros días. En efecto, la congregación cristiana actual es una organización formada por hombres y mujeres que aman a Dios y están predicando “las buenas noticias del Reino [...] en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” antes de que llegue el fin (Mat. 24:14).

5. ¿Négueʼt ca achiquiaxac ra qohuetaigui ana congregación so coʼollaxa taq nagui?

5 La congregación cristiana también serviría para ayudar y animar a quienes formaran parte de ella: los ungidos y, con el tiempo, las “otras ovejas” (Juan 10:16). Pablo valoraba mucho el apoyo que los hermanos se daban unos a otros. Por eso les escribió a los cristianos de Roma: “Estoy deseando verlos para transmitirles algún don espiritual a fin de fortalecerlos, o, más bien, para que nos animemos unos a otros mediante nuestra fe, tanto la de ustedes como la mía” (Rom. 1:11, 12).

ROMA, LA CAPITAL DEL IMPERIO

Cuando tuvieron lugar los relatos de Hechos, Roma era la ciudad más grande y el centro político más importante de la época. Era la capital de un imperio que llegó a extenderse desde la actual Gran Bretaña hasta el norte de África, y desde el océano Atlántico hasta el golfo Pérsico.

En Roma vivían personas de muchísimas culturas, razas, idiomas y religiones. Gracias a su excelente sistema de carreteras, recibía viajeros y productos de todos los rincones del Imperio. Cerca de allí estaba el puerto de Ostia, al que llegaban muchos barcos que se dedicaban a recorrer las rutas comerciales para traer alimentos y artículos de lujo a la ciudad.

Para el siglo primero de nuestra era, ya tenía más de un millón de habitantes. Probablemente la mitad eran esclavos, entre los cuales había delincuentes, niños que habían sido vendidos o abandonados, y prisioneros de guerra. Por ejemplo, cuando el general Pompeyo conquistó Jerusalén en el año 63 antes de nuestra, trajo muchos esclavos judíos.

La mayoría de la población libre era pobre, vivía apiñada en edificios de varias plantas y dependía de las ayudas económicas del Gobierno. A pesar de eso, los emperadores se dedicaron a construir algunos de los edificios públicos más imponentes de la historia. Entre ellos había teatros y estadios que ofrecían representaciones dramáticas, luchas de gladiadores, carreras de carros y otros muchos espectáculos gratuitos para mantener distraídas a las masas.

6, 7. ¿Ca ʼeetec ra ipacchigui ana congregación so lamaxasoxonaxac so Jesús ra qaiaʼaxat na Lʼonataxanaxac ñi Dios ʼenauac ana ʼalhua?

6 Hoy, la congregación tiene los mismos objetivos que en el siglo primero. Para empezar, tiene que cumplir esta tarea —difícil pero fascinante— que Jesús les encargó a sus seguidores: “Hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20).

7 Los testigos de Jehová son la congregación cristiana que Dios usa hoy para cumplir esta labor. Claro está, predicar en tantos idiomas es todo un reto; pero lo están superando: los Testigos editan publicaciones bíblicas en más de 1.000 idiomas. ¿Está usted asistiendo a las reuniones y participando en la obra de predicar y hacer discípulos? Puede sentirse feliz, pues es una de las pocas personas en la Tierra que tienen el honor de dar un testimonio completo del nombre de Jehová.

8. ¿ʼEetec ra qomiʼi itauan ra sonaqtaigui añi congregación?

8 Además, Jehová le regala una hermandad internacional para ayudarle a mantener la alegría y no rendirse en estos tiempos tan difíciles. Fíjese en lo que Pablo les escribió a los cristianos hebreos: “Estemos pendientes unos de otros para motivarnos a mostrar amor y a hacer buenas obras, sin dejar de reunirnos, como algunos tienen por costumbre. Más bien, animémonos unos a otros, sobre todo al ver que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25). Como ve, dar y recibir ánimo es una de las muchas bendiciones que Jehová le regala a usted a través de la congregación. Por eso, manténgase muy unido a los hermanos y no deje de asistir a las reuniones.

«Qomiʼ saʼaxasoqtegalo naua maiche qaralamaqaʼate qaraʼaqtaqa da daʼaqtaxaatapiguilo» (Hechos 2:5-13)

Los discípulos de Jesús predicándoles a los judíos y los prosélitos en una calle llena de gente.

“Los oímos hablar de las cosas magníficas de Dios en nuestros idiomas” (Hechos 2:11).

9, 10. ¿Négueʼt ca ỹoʼot na cristianopi ra yaqtoʼ raʼaqtaxanem na shiỹaxauapi ỹottaʼaʼt na lʼaqtaqa ra Lʼonataxanaxac ñi Dios?

9 ¡Imagínese la emoción que debieron sentir los judíos y prosélitos aquel día! La mayoría seguramente usaba un idioma en común para comunicarse entre sí, quizás el griego o el hebreo. Pero ahora “cada uno de ellos oía hablar a los discípulos en su propio idioma” (Hech. 2:6). Sin duda, escuchar las buenas noticias en su lengua materna les tocó el corazón. Obviamente, los cristianos ya no tenemos el poder milagroso de hablar en lenguas. No obstante, muchos están predicándoles el mensaje del Reino a personas de todas las naciones. ¿Cómo? Algunos aprenden idiomas para servir en congregaciones de otra lengua o incluso para mudarse a otros países. Y a menudo ven que a sus oyentes les impresionan sus esfuerzos.

10 Así le ocurrió a Christine, quien tomó un curso de gujaratí junto con otros siete Testigos. Al encontrarse con una compañera de trabajo que hablaba gujaratí, la saludó en su idioma. La joven se quedó asombrada y le preguntó por qué estaba aprendiendo ese idioma tan difícil. Christine logró darle un buen testimonio, y la mujer le dijo: “El mensaje de ustedes tiene que ser muy importante”.

11. ¿ʼEetec ra soʼonataxanaxa ana nmejna Buenas nuevas para gente de todas las naciones?

11 Es cierto que no todos podemos aprender otra lengua. Pero sí podemos prepararnos para llevarles el mensaje del Reino a personas de otros idiomas. ¿Cómo? Por ejemplo, usando la aplicación JW Language®. Con ella puede aprenderse un saludo en alguna lengua que se hable en su zona. También puede aprenderse algunas frases que sirvan para despertar el interés de la gente. Podría decirles que entren al sitio jw.org, o incluso podría mostrarles los videos y publicaciones disponibles en su idioma. Aprovechemos este tipo de herramientas. Así nos sentiremos tan felices como los primeros cristianos cuando vieron que la gente se asombraba al escuchar las buenas noticias en su propio idioma.

LA PRESENCIA JUDÍA EN MESOPOTAMIA Y EGIPTO

El historiador Emil Schürer dice que “en Mesopotamia, Media y Babilonia residían los descendientes de los miembros del reino de 10 tribus [de Israel] y del reino de Judá que habían sido deportados allí por los asirios y los babilonios”. Según Esdras 2:64, cuando los israelitas salieron del destierro en Babilonia, solo 42.360 regresaron a Jerusalén. Esto ocurrió en el año 537 antes de nuestra era. Para el siglo primero de la era cristiana, Flavio Josefo comentó que había decenas de miles de judíos que “vivían en la región de Babilonia”. Y fueron esas comunidades de judíos las que, entre los siglos tercero y quinto, registraron la colección de leyes orales conocida como el Talmud de Babilonia.

Respecto a Egipto, hay documentos que demuestran que en el siglo sexto antes de nuestra era ya había judíos allí. Para entonces, Jeremías les dirigió un mensaje a los judíos que vivían en diversas localidades de Egipto, entre ellas Nof, es decir, Menfis (Jer. 44:1). Siglos después, desde el año 323 hasta el año 30 antes de nuestra era, es probable que llegaran muchísimos más al país. De hecho, Josefo indica que entre los primeros pobladores de Alejandría había judíos. Con el tiempo se les concedió toda una sección de esta ciudad. Y, para el siglo primero de nuestra era, el historiador judío Filón indicó que un millón de israelitas vivían en Egipto, “desde la pendiente de Libia hasta los límites de Etiopía”.

«Nache so Pedro nachaañi» (Hechos 2:14-37)

12. a) ¿ʼEetec ra iaʼaxat so nʼaqtaxanaxanec Joel so saqaỹauanapega so Pentecosatés so viʼi 33? b) ¿Táʼaencoʼ so discipulopi ra iuataʼaguet ra ipacchigui so iaʼaxattaʼa so nʼaqtaxanaxanec Joel so siglo I?

12 El relato continúa diciendo que “Pedro se puso de pie” para dirigirle la palabra a aquel público internacional (Hech. 2:14). Les explicó que los discípulos estaban hablando en lenguas porque Dios estaba cumpliendo lo que había profetizado mediante Joel: “Derramaré mi espíritu sobre todo tipo de personas” (Joel 2:28). En realidad, ya se esperaba que esto se cumpliera en el siglo primero, pues antes de subir al cielo Jesús les había prometido a sus discípulos: “Yo le rogaré al Padre y él les dará otro ayudante”. Y él mismo les dijo cuál era ese ayudante: “El espíritu” (Juan 14:16, 17).

13, 14. ¿ʼEetec ra lhuennataxac so Pedro taq ʼeetec ra shenaxatac nagui?

13 Pedro concluyó su discurso con unas palabras muy directas: “Que toda la casa de Israel sepa sin duda alguna que Dios hizo Señor y también Cristo a este Jesús a quien ustedes ejecutaron en un madero” (Hech. 2:36). Es verdad que la mayoría de ellos ni siquiera había estado allí cuando mataron a Jesús; pero, como eran parte de la nación que lo asesinó, ellos también eran responsables. Sin embargo, notemos que el apóstol se dirigió a sus hermanos judíos con respeto y con la intención de llegarles al corazón. No quería condenarlos; quería que se arrepintieran. Y ellos no se ofendieron. Más bien, “sintieron que un dolor les atravesaba el corazón”, y por eso preguntaron: “¿Qué debemos hacer?”. La forma en que Pedro les habló seguramente contribuyó a que lograra su objetivo y a que muchos se arrepintieran (Hech. 2:37).

14 Nosotros hacemos bien en imitar a Pedro para llegar al corazón de la gente. Cuando damos testimonio, no nos ponemos a corregir todas las ideas equivocadas de las personas. Más bien, nos concentramos en los puntos en que estamos de acuerdo, y entonces podemos ayudarlas a entender lo que dice la Palabra de Dios. Por lo general, cuando hablamos con respeto como lo hizo Pedro, es más probable que las personas de buen corazón acepten el mensaje de la Biblia.

CRISTIANOS EN EL PONTO

Entre los que oyeron el discurso de Pedro el día de Pentecostés había judíos que venían del Ponto, un distrito del norte de Asia Menor (Hech. 2:9). Todo indica que algunos de ellos llevaron a su tierra las buenas noticias al volver, pues el apóstol dirigió su primera carta a creyentes “esparcidos por el Ponto” y otros lugares (1 Ped. 1:1).g Además, en esa carta dijo que aquellos cristianos habían estado “angustiados por diversas pruebas” que habían sufrido por su fe (1 Ped. 1:6). Seguramente, eso incluía ataques y persecución.

Años más tarde, los cristianos del Ponto sufrieron más ataques, que se mencionan en unas cartas entre el emperador Trajano y Plinio el Joven, que era gobernador de la provincia romana de Bitinia y el Ponto. Alrededor del año 112, Plinio le informó desde el Ponto que el “contagio” del cristianismo era una amenaza para todos, sin importar su sexo, edad o nivel social. También explicó que a los acusados de ser cristianos él les permitía elegir entre negar a Cristo y ser ejecutados. Si uno de ellos maldecía a Cristo o adoraba a los dioses o a la estatua de Trajano, lo dejaba libre, porque —como el propio Plinio dijo— nadie podía lograr que los verdaderos cristianos hicieran ese tipo de cosas.

g La palabra “esparcidos” viene de un término griego que significa “de la diáspora” y se usaba para referirse a las comunidades judías. Esto indica que muchas de las primeras personas que se hicieron cristianas eran de origen judío.

«Qamiʼ ñachelaxanaxaguilo» (Hechos 2:38-47)

15. a) ¿Négueʼt so nasaxauec so Pedro taq négueʼt so ỹoʼot so naʼaxaỹaxaategapi so maye? b) ¿ʼEeteco ra ishet ra qalota so nachel huaigui so ʼoonolec naʼaq?

15 En aquel día tan emocionante, Pedro les dijo a los prosélitos y a los judíos que aceptaron el mensaje: “Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se bautice” (Hech. 2:38). Por lo tanto, unas 3.000 personas se bautizaron, probablemente en estanques de Jerusalén y los alrededores.e ¿Actuaron por puro impulso? ¿Da a entender este relato que los estudiantes de la Biblia y los hijos de Testigos deben bautizarse cuanto antes, aunque no estén preparados? Por supuesto que no. Hay que tomar en cuenta que los prosélitos y los judíos que se bautizaron en Pentecostés ya eran buenos estudiantes de las Escrituras y pertenecían a una nación dedicada a Jehová. Además, habían demostrado ser personas espirituales, pues muchos de ellos habían viajado grandes distancias para estar en la fiesta. Lo único que les faltaba era aceptar las verdades fundamentales acerca del papel que tiene Jesucristo en el propósito divino. Una vez que lo hicieron, estuvieron listos para seguir sirviendo a Dios, pero ahora bautizados como seguidores de Cristo.

¿QUIÉNES ERAN LOS PROSÉLITOS?

El discurso que dio Pedro en Pentecostés lo oyeron “tanto judíos como prosélitos” (Hech. 2:10).

Entre los hombres fieles a los que se les encargó la “tarea necesaria” de distribuir comida todos los días estaba “un prosélito de Antioquía” llamado Nicolás (Hech. 6:3-5). Los prosélitos eran personas no judías que se habían convertido al judaísmo. Se les consideraba judíos porque habían aceptado al Dios de Israel y la Ley mosaica, habían abandonado a los dioses falsos, se habían unido a la nación de Israel y, si eran varones, se habían circuncidado.

Después de que en el año 537 antes de nuestra era los judíos fueron liberados de Babilonia, muchos se asentaron fuera de su país pero continuaron practicando su religión. Esto hizo que sus creencias se conocieran por todo el Oriente Próximo e incluso en lugares más lejanos. Algunos escritores de la antigüedad, como Horacio y Séneca, confirman que muchas personas de distintos países se sintieron atraídas a los judíos y a su religión, y terminaron uniéndose a sus comunidades como prosélitos.

16. ¿Négueʼt so noʼon lataxac ỹachaxan so cristianopi so siglo I?

16 Está claro que Jehová estaba bendiciendo a ese grupo, pues el relato sigue diciendo: “Todos los que se hacían creyentes estaban juntos y compartían todo lo que tenían, y vendían sus posesiones y propiedades y repartían lo recaudado según lo que cada uno necesitara” (Hech. 2:44, 45).f Sin duda, los cristianos de la actualidad hacemos bien en imitar su amor y generosidad.

17. ¿Négueʼt ca iuen ra qaỹoʼot ra yaqtoʼ ishet ra nachel ca shiỹaxaua?

17 Ahora bien, quien quiera dedicarse a Jehová y bautizarse tiene que dar los pasos que indica la Biblia. Primero, tiene que aprender lo que enseña la Palabra de Dios (Juan 17:3). Luego, demostrar fe y arrepentirse de sus errores del pasado, lo que implica probar que de veras los lamenta (Hech. 3:19). A continuación, debe convertirse —es decir, cambiar de dirección en la vida— y comenzar a hacer lo que Jehová espera de sus siervos (Rom. 12:2; Efes. 4:23, 24). Después de dar estos pasos, podrá hacer una oración para dedicarle su vida a Dios y luego bautizarse (Mat. 16:24; 1 Ped. 3:21).

18. ¿Négueʼt ca ishet ra ỹoʼot nagui ra mashe nachel?

18 Y usted, ¿ya es un cristiano dedicado y bautizado? En ese caso, tal como Jehová hizo con los discípulos del siglo primero, a usted también le dará su espíritu para que pueda dar un testimonio completo de la verdad y hacer su voluntad. ¡Qué privilegio tan valioso!

a Vea el recuadro “Jerusalén, el centro del judaísmo”.

b Vea los recuadros “Roma, la capital del Imperio”, “La presencia judía en Mesopotamia y Egipto” y “Cristianos en el Ponto”.

c Notemos que la Biblia dice que “vieron aparecer algo similar a lenguas de fuego”. Esto indica que cuando el espíritu santo fue derramado sobre cada discípulo se veía como fuego, pero no era fuego de verdad.

d Vea el recuadro “¿Quiénes eran los prosélitos?”.

e A modo de comparación, el 7 de agosto de 1993 se bautizaron 7.402 personas en 6 piscinas en una asamblea internacional de los testigos de Jehová celebrada en Kiev (Ucrania). Todo el proceso tomó 2 horas y 15 minutos.

f Como muchos visitantes se quedaron en Jerusalén para aprender más sobre su nueva fe, se tomó esta medida de manera temporal para atender sus necesidades. Los bienes se compartían voluntariamente, así que no se trataba de ningún tipo de comunismo, como algunos afirman (Hech. 5:1-4).

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