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Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
bt cap. 19

CAPÍTULO 19

“Sigue hablando y no calles”

Pablo trabaja para mantenerse, pero le da prioridad al ministerio

Basado en Hechos 18:1-22

1-3. ¿Para qué fue Pablo a Corinto, y qué es posible que le preocupara?

ESTAMOS a finales del año 50. Pablo está en Corinto, una ciudad comercial y bastante próspera en la que viven muchos griegos, romanos y judíos.a Pero él no está allí para hacer negocios ni buscar trabajo, sino para algo mucho más importante: para dar testimonio sobre el Reino de Dios. Obviamente necesita alojamiento, pero no quiere ser una carga económica para nadie. Tampoco quiere dar la impresión de que, con la excusa de que predica la Palabra de Dios, vive a costa de los demás. ¿Qué va a hacer?

2 Él había aprendido un oficio: fabricar tiendas de campaña. Era un trabajo duro y se hacía a mano, pero está dispuesto a hacerlo para ganarse la vida. Ahora bien, en una ciudad con tanta gente y tanto movimiento, ¿podrá encontrar trabajo y hospedaje? Aunque esto tal vez le preocupa, sabe muy bien que su trabajo más importante es predicar.

3 Parece que Pablo se quedó un buen tiempo en Corinto, y le fue muy bien en la predicación. Veamos todo lo que hizo mientras estuvo allí y analicemos cómo nos ayuda su ejemplo a dar un testimonio completo sobre el Reino de Dios en nuestro territorio.

CORINTO, SEÑORA DE DOS PUERTOS

La antigua Corinto estaba situada en una franja de tierra o istmo que conectaba la parte continental de Grecia con la península ubicada al sur, llamada el Peloponeso. Esta franja medía menos de seis kilómetros (cuatro millas) en su parte más angosta, y a cada lado había un puerto. El puerto que estaba en el oeste, en el golfo de Corinto, se llamaba Lequeo y atendía las rutas de Italia, Sicilia y España. El puerto que estaba en el este, en el golfo Sarónico, se llamaba Cencreas y atendía las rutas de las islas del Egeo, Asia Menor, Siria y Egipto.

Los fuertes vientos que soplaban en el extremo sur del Peloponeso hacían que fuera muy peligroso navegar por allí. Por eso, los marineros generalmente preferían parar en uno de los dos puertos de Corinto, descargar la mercancía, llevarla por tierra hasta el otro puerto y allí cargarla en otro barco. O, si el barco era ligero, también podían subirlo a un tipo de remolque y llevarlo de un puerto al otro. Como Corinto estaba en un punto tan céntrico, muchos comerciantes que venían por tierra y por mar la atravesaban para hacer negocios. Eso hizo que la ciudad se llenara de dinero, pero también de vicios, como era común en muchos puertos.

En los días de Pablo, Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya y un importante centro administrativo. En la ciudad se practicaban religiones muy diferentes. De hecho, había un templo para adorar al emperador romano, santuarios y templos dedicados a dioses griegos y egipcios, y una sinagoga judía (Hech. 18:4).

Cerca de Corinto estaba Istmia, donde cada dos años se celebraban los Juegos Ístmicos, las competencias deportivas más importantes después de los Juegos Olímpicos. Es probable que Pablo estuviera en Corinto durante los juegos del año 51. De hecho, un diccionario bíblico señala: “No puede ser casualidad que la primera vez que él usa un ejemplo deportivo sea en una carta a Corinto” (1 Cor. 9:24-27).

“Su oficio era hacer tiendas de campaña” (Hechos 18:1-4)

4, 5. a) ¿Dónde se quedó el apóstol Pablo mientras estuvo en Corinto, y cómo se ganó la vida? b) ¿Cómo es que Pablo sabía hacer tiendas de campaña?

4 Poco después de llegar a Corinto, Pablo conoció a un matrimonio muy cariñoso y hospitalario: Áquila, que era judío, y Priscila, también llamada Prisca. Vivían en Roma, pero se mudaron a Corinto porque el emperador Claudio “había ordenado que todos los judíos se fueran de Roma” (Hech. 18:1, 2). Gracias a ellos, Pablo consiguió casa y trabajo. El relato dice: “Como tenía el mismo oficio, se quedó en su casa y trabajó con ellos. Su oficio era hacer tiendas de campaña” (Hech. 18:3). Durante todo el tiempo que predicó en Corinto, Pablo estuvo en la casa de esta pareja, y es probable que desde allí escribiera algunas cartas que llegaron a formar parte de la Biblia.b

5 ¿Cómo es posible que alguien que había tenido el honor de estudiar “a los pies de Gamaliel” se pusiera a hacer tiendas de campaña? (Hech. 22:3). Por lo visto, para los judíos del siglo primero no era degradante enseñarles a sus hijos a hacer trabajos manuales aunque también les dieran una educación superior. Recordemos que Pablo era de Tarso, que estaba en Cilicia. Esta región era famosa por un tejido que se llamaba cilicium y que se usaba para hacer tiendas de campaña. Así que puede que Pablo aprendiera el oficio de joven. Hacer tiendas de campaña no era nada fácil. Puede que implicara cortar y coser esta tela tan dura y áspera, o incluso fabricarla.

6, 7. a) ¿Cómo veía Pablo su trabajo, y cómo sabemos que Áquila y Priscila pensaban igual? b) ¿En qué sentido somos los siervos de Dios como Pablo, Áquila y Priscila?

6 Pero para Pablo su trabajo no era lo más importante. Tan solo era un medio para mantenerse y poder enseñar “sin costo las buenas noticias” (2 Cor. 11:7). Y, como Áquila y Priscila eran buenos cristianos, seguro que tenían el mismo punto de vista que Pablo sobre el trabajo. De hecho, cuando él se fue de Corinto en el año 52, lo dejaron todo y se mudaron con él a Éfeso. Allí usaron su casa para que la congregación se reuniera (1 Cor. 16:19). Más tarde, volvieron a Roma y después se fueron otra vez a Éfeso. Para ellos, el Reino siempre fue lo primero, y pusieron las necesidades de los demás por encima de las suyas. Con razón “todas las congregaciones de las naciones” los apreciaban tanto (Rom. 16:3-5; 2 Tim. 4:19).

7 Hoy, los siervos de Jehová imitan a Pablo, Áquila y Priscila. Aunque están muy ocupados en el ministerio, trabajan duro “a fin de no ser una carga económica” para nadie (1 Tes. 2:9). Por ejemplo, muchos precursores trabajan a tiempo parcial o por temporadas para poder mantenerse y dedicarse a lo más importante para ellos: la predicación. Además, como Áquila y Priscila, muchos hermanos tienen la costumbre de recibir en sus hogares a los superintendentes de circuito. Gracias a que son “siempre hospitalarios”, tienen muchas oportunidades de sentirse contentos y animados con estas visitas (Rom. 12:13).

CARTAS QUE DIOS INSPIRÓ PARA DAR ÁNIMO

Durante los 18 meses que estuvo en Corinto, alrededor de los años 50 y 52, Pablo escribió al menos dos cartas que después formaron parte de las Escrituras Griegas Cristianas: sus cartas a los tesalonicenses. En ese mismo periodo, o poco después, debió de escribir también su carta a los gálatas.

Primera a los Tesalonicenses. Es la primera carta de Pablo que llegó a formar parte de la Biblia. Él visitó Tesalónica alrededor del año 50, en su segundo viaje de predicación. Poco después de que se creara la congregación, los judíos empezaron a perseguir a los hermanos, así que Pablo y Silas tuvieron que marcharse (Hech. 17:1-10, 13). Como estaba preocupado por ellos, Pablo intentó volver dos veces, pero él mismo dijo: “Satanás nos impidió el paso”. Entonces les mandó a Timoteo para darles fuerzas y consuelo. Seguramente a finales del año 50, Timoteo se reencontró con Pablo en Corinto y le dio buenos informes sobre la congregación de Tesalónica. Fue entonces cuando Pablo les escribió esta carta (1 Tes. 2:17-3:7).

Segunda a los Tesalonicenses. Al parecer, la escribió poco después de la primera, quizás en el año 51. En las dos cartas, Pablo envió sus saludos junto con los de Timoteo y Silvano, llamado Silas en el libro de Hechos (Hech. 18:5, 18; 1 Tes. 1:1; 2 Tes. 1:1). Después del periodo que Pablo estuvo en Corinto, no hay constancia de que los tres volvieran a estar juntos. Ahora bien, ¿por qué escribió esta segunda carta? Por lo visto, porque recibió más noticias de los tesalonicenses, tal vez por medio de la persona que les había llevado la primera. Y esas noticias lo motivaron a felicitarlos por su amor y aguante, pero también a corregir a algunos que pensaban que la presencia del Señor estaba a la vuelta de la esquina (2 Tes. 1:3-12; 2:1, 2).

Gálatas. La propia carta da a entender que, antes de escribirles a los gálatas, Pablo los había visitado al menos dos veces. Primero, en los años 47 y 48, había ido con Bernabé a Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, que eran ciudades de la provincia romana de Galacia. Más tarde, en el año 49, había vuelto a la misma zona junto con Silas (Hech. 13:1-14:23; 16:1-6). Les escribió porque, justo después de su visita, los judaizantes llegaron y se pusieron a enseñar que los cristianos tenían que circuncidarse y obedecer la Ley de Moisés. Es muy probable que enviara su carta en cuanto se enteró de que se estaban difundiendo esas mentiras. Puede que la escribiera desde Corinto; pero también pudo haber sido desde Éfeso —en una parada mientras iba de regreso a Antioquía de Siria— o incluso desde la misma Antioquía (Hech. 18:18-23).

“Muchos de los corintios [...] empezaron a creer” (Hechos 18:5-8)

8, 9. ¿Qué hizo Pablo cuando los judíos se pusieron en su contra, y adónde se fue para seguir predicando?

8 Veamos otro detalle que confirma que Pablo veía su trabajo solo como un medio para mantenerse y seguir predicando. Resulta que Silas y Timoteo llegaron de Macedonia con una generosa ayuda para cubrir las necesidades de Pablo (2 Cor. 11:9). De inmediato, él “se dedicó por completo [o todo el tiempo] a predicar la palabra” (Hech. 18:5). Sin embargo, los judíos no dejaban de ponerse en su contra. Y no hubo manera de que aceptaran el mensaje de que Cristo podía salvarlos. Así que Pablo se sacudió la ropa para demostrarles que él no era responsable de lo que les pasara y les dijo directamente: “Ustedes son responsables de su propia muerte. Yo no tengo la culpa. De ahora en adelante iré a la gente de las naciones” (Hech. 18:6; Ezeq. 3:18, 19).

9 El relato dice que entonces Pablo se fue de la sinagoga. Pero ¿adónde se iría a predicar? Ticio Justo —probablemente un prosélito judío— lo recibió en su casa, que estaba pegada a la sinagoga (Hech. 18:7). Aunque Pablo siguió viviendo en la casa de Áquila y Priscila mientras estuvo en Corinto, la casa de Ticio Justo era el centro de operaciones de su ministerio.

10. ¿Qué demuestra que Pablo no dejó de predicarles a los judíos?

10 Si ahora Pablo iba a predicarle a la gente de las naciones, ¿es porque ya no les predicaría a los judíos y prosélitos que quisieran escucharlo? De ningún modo. Por ejemplo, “Crispo, el presidente de la sinagoga, y toda su casa creyeron en el Señor”. Y parece que un buen número de los que iban a esa sinagoga hicieron lo mismo que Crispo, ya que la Biblia dice: “Muchos de los corintios que oyeron el mensaje empezaron a creer y a bautizarse” (Hech. 18:8). La casa de Ticio Justo se convirtió en el lugar de reuniones para la congregación recién formada de Corinto. Si el relato de Hechos está escrito en orden cronológico (que era el estilo de Lucas), entonces los judíos o prosélitos se hicieron cristianos después de que Pablo se sacudiera la ropa. Esto demostraría que, si alguien quería escuchar la verdad, el apóstol era flexible y le predicaba.

11. Igual que hizo Pablo con los judíos de Corinto, ¿qué hacemos los Testigos para ayudar a la gente que afirma ser cristiana?

11 En la actualidad, hay muchos lugares donde las Iglesias de la cristiandad influyen en la vida de la gente, sea porque llevan siglos ahí o porque sus misioneros han hecho todo lo posible por conseguir muchísimos adeptos. Igual que les pasaba a los judíos de Corinto, hay gente religiosa muy atada a sus tradiciones. Nosotros, al igual que Pablo, nos esforzamos por llegar a esas personas y ayudarles a entender bien lo que les han enseñado de la Biblia. Aunque no quieran que prediquemos o sus guías religiosos nos persigan, no nos rendimos. Tengamos presente que entre ellos hay personas de muy buen corazón que “tienen devoción por Dios, pero no se basa en conocimiento exacto” (Rom. 10:2). ¡Vayamos a buscarlas!

“Tengo a mucha gente en esta ciudad” (Hechos 18:9-17)

12. ¿Qué le aseguró Jesús a Pablo en una visión?

12 Tal vez Pablo no sabía cuánto tiempo más debía quedarse en Corinto. Pero Jesús se lo dejó muy claro cuando una noche se le apareció y le dijo: “No tengas miedo. Sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte daño. Tengo a mucha gente en esta ciudad” (Hech. 18:9, 10). ¡Qué visión tan alentadora! El propio Jesús le aseguró que él lo protegería y que todavía había muchas personas en la ciudad que merecían escuchar el mensaje. Así que Pablo “se quedó allí un año y seis meses enseñándoles la palabra de Dios” (Hech. 18:11).

13. ¿Qué puede que recordara Pablo mientras se acercaba al tribunal? ¿Por qué estaba seguro de que no le iba a pasar algo parecido?

13 Al cabo de un año en Corinto, a Pablo le pasó algo que lo convenció todavía más de que Jesús estaba con él. Fue cuando “los judíos se pusieron de acuerdo para atacar a Pablo y lo llevaron ante el tribunal” (Hech. 18:12). Según algunos expertos, aquel tribunal (en griego, bḗma) era una plataforma elevada de mármol blanco y azul decorado con muchos grabados. Al parecer estaba cerca del centro de la plaza de mercado. Al frente tenía un espacio amplio donde cabía una multitud considerable. Los descubrimientos arqueológicos indican que se encontraba a unos pasos de la sinagoga y, por lo tanto, de la casa de Ticio Justo. Al acercarse a esta plataforma, puede que Pablo recordara el asesinato de Esteban, el primer mártir cristiano. De hecho, él mismo —conocido en ese entonces como Saulo— había estado de acuerdo con su ejecución (Hech. 8:1). ¿Le pasaría a Pablo algo parecido ahora? No, puesto que Jesús le había prometido que nadie le haría daño (Hech. 18:10).

Galión, delante de una multitud de judíos furiosos, diciéndoles que ya no se juzgaría a Pablo. Unos soldados romanos tratan de controlar a esos judíos.

“Entonces los echó del tribunal” (Hechos 18:16).

14, 15. a) ¿De qué acusaron los judíos a Pablo, y por qué decidió Galión que no habría un juicio? b) ¿Qué le pasó a Sóstenes, y qué es posible que hiciera más tarde?

14 ¿Qué ocurrió cuando Pablo llegó al tribunal? El juez era Galión, procónsul de Acaya y hermano mayor del célebre filósofo romano Séneca. Los judíos presentaron este cargo: “Este hombre está tratando de convencer a la gente para que adore a Dios de una manera que va en contra de la ley” (Hech. 18:13). En otras palabras, lo estaban acusando de estar haciendo adeptos ilegalmente. Sin embargo, Galión se dio cuenta de que Pablo no era culpable de ninguna “injusticia o de un delito grave” (Hech. 18:14). Además, no tenía la menor intención de enredarse en polémicas de los judíos. De modo que Pablo ni siquiera tuvo que defenderse: Galión decidió que no habría un juicio. Los judíos se pusieron tan furiosos que agarraron a Sóstenes —probablemente el sustituto de Crispo como presidente de la sinagoga— “y comenzaron a golpearlo enfrente del tribunal” (Hech. 18:17).

15 ¿Por qué no impidió Galión aquella paliza? Quizás porque creía que Sóstenes era el cabecilla del grupo y que, por lo tanto, se lo tenía bien merecido. Sea como sea, es posible que de todo esto saliera algo bueno, pues años después, en su primera carta a la congregación de Corinto, Pablo habla de cierto Sóstenes y lo llama hermano (1 Cor. 1:1, 2). ¿Se trata del mismo Sóstenes? Si así es, puede que esa mala experiencia contribuyera a que se hiciera cristiano.

16. ¿Por qué es un incentivo para nosotros la promesa que Jesús le hizo a Pablo?

16 Como ya hemos visto, Jesús le dijo a Pablo: “No tengas miedo. Sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo” (Hech. 18:9, 10). Ahora bien, ¿cuándo le hizo esa promesa? Después de que los judíos rechazaron el mensaje. Nosotros también deberíamos recordar esas palabras de Jesús, sobre todo cuando la gente no quiere escucharnos. Nunca olvidemos que Jehová sabe lo que hay en el corazón de la gente y trae a su lado a las personas sinceras (1 Sam. 16:7; Juan 6:44). ¿Verdad que esto es un incentivo para seguir predicando? Además, todos los años hay cientos de miles de bautizados. Eso significa que cada día se bautizan cientos de personas. Si obedecemos el mandato de hacer “discípulos de gente de todas las naciones”, podemos estar seguros de que Jesús cumplirá esta promesa: “Estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:19, 20).

“Si Jehová quiere” (Hechos 18:18-22)

17, 18. ¿De qué es probable que Pablo se estuviera acordando durante el viaje a Éfeso?

17 No sabemos si gracias a la decisión de Galión la nueva congregación de Corinto disfrutó de un periodo de paz. Lo que sí sabemos es que Pablo se quedó en Corinto “algunos días más” y luego se despidió de los hermanos. En la primavera del año 52 hizo planes para embarcarse en Cencreas, a unos 11 kilómetros (7 millas) al este de Corinto, y dirigirse a Siria. Estando en Cencreas, “se cortó el pelo porque había hecho un voto” (Hech. 18:18).c Luego se llevó con él a Áquila y Priscila, y juntos atravesaron el mar Egeo para llegar a Éfeso, en Asia Menor.

18 Durante el viaje, Pablo seguramente se estuvo acordando de todo lo que había vivido en los 18 meses que estuvo predicando en Corinto. Iba cargado de buenos recuerdos y tenía muchas razones para sentirse satisfecho. Su ministerio había dado muy buenos resultados. Se había formado la primera congregación de la ciudad y ya había un lugar donde reunirse: la casa de Ticio Justo. Muchas personas se habían hecho cristianas, como Ticio Justo, Crispo y todos los de su casa. Se encariñó con todos ellos, pues los ayudó a aceptar la verdad. Más tarde les escribió y los comparó a una carta de recomendación inscrita en su corazón. Nosotros también sentimos un cariño especial por las personas a quienes les hemos ayudado a aprender la verdad. ¡Qué satisfechos nos sentimos al ver a estos hermanos, que son como nuestras “cartas de recomendación”! (2 Cor. 3:1-3).

19, 20. ¿Qué hizo Pablo en cuanto llegó a Éfeso, y cómo podemos imitar su ejemplo?

19 En cuanto llegó a Éfeso, Pablo empezó a predicar. “Entró en la sinagoga y se puso a razonar con los judíos” (Hech. 18:19). Pero esta vez estuvo muy poco en la ciudad. Aunque los efesios “le pidieron que se quedara más tiempo, él no aceptó, sino que se despidió y les dijo: ‘Si Jehová quiere, volveré a verlos’” (Hech. 18:20, 21). Tenía muy claro que en Éfeso había mucho trabajo por hacer. Y planeaba regresar, pero lo dejó todo en manos de Jehová. Nosotros podemos imitar su ejemplo. ¿Cómo? Es bueno que nos pongamos metas espirituales y trabajemos para alcanzarlas, pero también debemos buscar la guía de Jehová y tratar de actuar en armonía con su voluntad (Sant. 4:15).

20 Pablo dejó a Áquila y Priscila en Éfeso y se fue en barco hacia Cesarea. Al parecer, luego “subió” a Jerusalén y saludó a la congregación (vea la nota de estudio de Hechos 18:22 en la Biblia de estudio). Finalmente, volvió a su punto de partida, Antioquía de Siria. ¡Su segundo viaje misionero había sido todo un éxito! Veamos ahora cómo le fue en su último viaje misionero.

EL VOTO DE PABLO

Hechos 18:18 dice que estando en Cencreas Pablo “se cortó el pelo porque había hecho un voto”. ¿Qué clase de voto era?

En términos generales, un voto es una promesa solemne que se le hace a Dios de forma voluntaria. Se le promete hacer algo, darle algo o servirle de una manera especial. Hay quien cree que Pablo se cortó el pelo porque había hecho un voto de nazareato. Pero, de acuerdo con lo que dice la Biblia, cuando los nazareos terminaban su periodo de servicio especial a Jehová, tenían que afeitarse la cabeza “a la entrada de la tienda de reunión”, que estaba en Jerusalén. Como Pablo estaba en Cencreas, no se trataba de un voto de nazareato (Núm. 6:5, 18).

Hechos no dice cuándo hizo este voto. Es posible que incluso lo hiciera antes de ser cristiano. El relato tampoco dice si Pablo le había pedido algo en particular a Jehová. Una obra de consulta dice que tal vez se cortó el pelo como “un acto de acción de gracias [...] al haber sido preservado de todo daño durante el ministerio en Corinto”.

a Vea el recuadro “Corinto, señora de dos puertos”.

b Vea el recuadro “Cartas que Dios inspiró para dar ánimo”.

c Vea el recuadro “El voto de Pablo”.

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