Jueves 24 de julio
Jehová es mi Pastor. Nada me faltará (Sal. 23:1).
En el Salmo 23, David expresó su confianza en que Jehová lo amaba y lo cuidaba con cariño. Allí dijo que Jehová era su Pastor, y describió su amistad con él. David se sentía seguro porque sabía que Jehová lo guiaba. Y se apoyaba totalmente en él. Sabía que el amor de Jehová lo acompañaría todos los días de su vida. Veamos qué lo llevó a expresar tanta confianza en Dios. David sentía que Jehová lo cuidaba muy bien porque siempre le había dado todo lo que necesitaba. También sabía que contaba con su amistad y su aprobación. Por eso, David estaba seguro de que, pasara lo que pasara, Jehová se encargaría de que no le faltara nada necesario. Confiaba en que el cariño de Jehová era más grande que todas sus preocupaciones y eso lo hacía sentir contento y satisfecho (Sal. 16:11). w24.01 4:12, 13
Viernes 25 de julio
Estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema (Mat. 28:20).
Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, los siervos de Jehová han podido predicar con libertad en muchos lugares. De hecho, muchas personas han llegado a conocer a Jehová, y hoy se predica en toda la Tierra. En la actualidad, los miembros del Cuerpo Gobernante siguen buscando la guía de Cristo. Hacen todo lo posible para que las instrucciones que dan estén en armonía con el punto de vista de Jehová y de Jesús. Y, por medio de los superintendentes de circuito y los ancianos, les hacen llegar esas instrucciones a las congregaciones. Los ancianos ungidos —y, por extensión, todos los ancianos— están en la “mano derecha” de Cristo (Apoc. 2:1). Como son imperfectos, a veces cometen errores, tal como les pasó a Moisés, a Josué y a los apóstoles (Núm. 20:12; Jos. 9:14, 15; Rom. 3:23). Sin embargo, sabemos que Jesús guía de cerca al esclavo fiel y a los ancianos, y seguirá haciéndolo. Por lo tanto, tenemos razones de peso para confiar en la guía que nos da mediante estos hermanos. w24.02 8:13, 14
Sábado 26 de julio
Imiten a Dios como hijos amados (Efes. 5:1).
Nosotros podemos alabar a Jehová hablando de él con cariño y gratitud. Cuando predicamos, nuestro principal objetivo es que la gente se sienta atraída a él y llegue a quererlo tanto como nosotros (Sant. 4:8). Nos encanta mostrarles con la Biblia las cualidades tan hermosas que tiene, como su amor, su justicia, su sabiduría y su poder. Otra forma de alabar a Jehová y alegrar su corazón es imitándolo lo mejor que podamos. Cuando lo hacemos, las personas tal vez noten que somos diferentes al resto de la gente y se pregunten por qué (Mat. 5:14-16). Es probable que en el día a día surjan oportunidades para explicarles las razones. Al final, las personas de buen corazón se sentirán atraídas a nuestro Dios. Cuando alabamos a Jehová de estas maneras, alegramos su corazón (1 Tim. 2:3, 4). w24.02 6:7