I referenciajlel jiñi Jun chaʼan lac tempa bʌ I Subtʼan yicʼot i Melbal jiñi xÑoptʼan
1-7 I CHAʼAN NOVIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JOSUÉ 18, 19
«Jehová wen bajcheʼ tsiʼ tʼoxo jiñi lum»
it-2 238 párr. 1
Límite
Por consiguiente, parece que la distribución de la tierra se efectuó en función de estos dos criterios: por sorteo y conforme al tamaño de la tribu. Es posible que mediante el sorteo se determinase el lugar aproximado de la herencia que correspondería a cada tribu, bien al N., S., E. u O. de la tierra, bien en la región de la llanura costera o en la zona montañosa. Como la decisión procedía de Jehová, se evitaron los recelos y disputas entre las tribus. (Pr 16:33.) De este modo Dios también podía controlar el resultado del sorteo con el fin de que la asignación de cada tribu correspondiese con la profecía que el patriarca Jacob había pronunciado en su lecho de muerte y que se registra en Génesis 49:1-33.
it-1 1120 párr. 2
Herencia
Tierras hereditarias. Jehová dio su herencia a los hijos de Israel y especificó a Moisés los límites de la tierra. (Nú 34:1-12; Jos 1:4.) Los hijos de Gad y de Rubén y la media tribu de Manasés recibieron su territorio de Moisés. (Nú 32:33; Jos 14:3.) El resto de las tribus recibieron su herencia por sorteo bajo la dirección de Josué y Eleazar. (Jos 14:1, 2.) En armonía con la profecía de Jacob registrada en Génesis 49:5, 7, a Simeón y Leví no se les dio como herencia una sección separada de territorio: el territorio de Simeón se hallaba dentro del de Judá, en donde tenía algunas ciudades (Jos 19:1-9), mientras que a Leví se le dieron 48 ciudades por todo Israel. En el caso de los levitas, se dijo que Jehová era su herencia, debido a que habían recibido el nombramiento para servicio especial en el santuario. A cambio de su servicio, recibían el diezmo como su porción o herencia. (Nú 18:20, 21; 35:6, 7.) Dentro del seno de cada tribu, las familias recibieron su territorio asignado. A medida que estas aumentaban y los hijos heredaban, la tierra se dividía progresivamente en parcelas cada vez más pequeñas.
it-2 238 párr. 2
Límite
Después de determinar por sorteo la ubicación geográfica de la tribu, había que delimitar sus fronteras, tomando en cuenta el segundo criterio: el tamaño de la tribu. “Y tienen que repartirse proporcionalmente la tierra como posesión, por sorteo, según sus familias. Al populoso deben aumentarle su herencia, y al escaso deben reducirle su herencia. A donde le resulte la herencia por sorteo, allí llegará a ser suya.” (Nú 33:54.) En consecuencia, si bien la decisión tomada por sorteo respecto a la ubicación geográfica era invariable, la extensión de la herencia se ajustaría al tamaño de la tribu. A eso se debe el que se redujese el territorio de Judá cuando se vio que era demasiado grande y se asignase una parte a la tribu de Simeón. (Jos 19:9.)
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
it-2 238 párr. 5
Límite
El relato referente a la división del territorio que estaba al O. del Jordán muestra que primero se sortearon las asignaciones correspondientes a Judá (Jos 15:1-63), José (Efraín) (Jos 16:1-10) y la media tribu de Manasés (Jos 17:1-13), y seguidamente se fijaron sus límites y se enumeraron sus ciudades. Hecho esto, parece que se interrumpió el trabajo de dividir la tierra, pues se indica que el campamento de Israel se trasladó de Guilgal a Siló. (Jos 14:6; 18:1.) No obstante, no se indica cuánto tiempo duró esta interrupción, pero sí se menciona que Josué reprendió a las siete tribus restantes por su dilación en ocupar el resto de la tierra. (Jos 18:2, 3.) Algunos estudiosos han procurado explicar esta actitud de las siete tribus aduciendo que el abundante botín conseguido durante la conquista y la relativa tranquilidad ante la inexistencia de un peligro inminente de ataque de los cananeos, hizo que esas tribus no tuviesen prisa por ocupar el resto del territorio conquistado. Puede ser que además estuviesen poco dispuestos a encararse al problema de tener que dominar los reductos de tenaz resistencia enemiga que aún quedaban en el territorio. (Jos 13:1-7.) Por otro lado, es posible que su conocimiento de esa parte de la Tierra Prometida fuese mucho más limitado que el de la tierra que ya se había distribuido.
8-14 I CHAʼAN NOVIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JOSUÉ 20-22
«¿Chuqui mi caj lac mel mi tsaʼ ajli mach bʌ i sujmic ti lac tojlel?»
w06 15/4 5 párr. 3
Claves de la comunicación en el matrimonio
La comunicación franca puede evitar malentendidos y confusiones. Veamos un ejemplo. En los albores de la historia de Israel, las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, que poblaban el lado oriental del Jordán, edificaron “un altar sumamente descollante” junto al río. Las tribus del lado occidental malinterpretaron esta acción y, pensando que sus hermanos de la otra orilla del río habían cometido un acto de apostasía, se prepararon para guerrear contra los “rebeldes”. Pero antes de entrar en batalla, enviaron una comisión a dialogar con las tribus orientales. ¡Qué decisión más prudente! Averiguaron que el altar no lo habían levantado para ofrecer sacrificios quemados, sino porque temían que en el futuro las demás tribus les dijeran: “Ustedes no tienen parte que les corresponda en Jehová”. El altar resultaría ser testigo de que ellos también adoraban a Jehová (Josué 22:10-29). Lo llamaron Testigo, seguramente porque daba testimonio de que Jehová era el Dios verdadero (Josué 22:34, nota).
w08 15/11 18 párr. 5
Promueva “las cosas que contribuyen a la paz”
Al parecer, algunos israelitas creyeron que contaban con pruebas suficientes para atacar y que debían hacerlo por sorpresa, pues de ese modo sufrirían menos bajas. Pero en vez de precipitarse, las tribus que estaban al otro lado del Jordán enviaron una delegación para hablar con sus hermanos. La delegación preguntó: “¿Qué acto de infidelidad es este que han perpetrado ustedes contra el Dios de Israel, volviéndose hoy de seguir a Jehová [...]?”. Esta acusación carecía de base, pues en realidad, las tribus no habían edificado el altar con fines idolátricos. ¿Cómo reaccionarían ellos ante semejante acusación? ¿Responderían con agresividad a sus hermanos? ¿Se negarían a darles explicaciones? No; en vez de eso, reaccionaron de forma pacífica y aclararon que su motivación había sido su deseo de servir a Jehová. Aquella respuesta, además de proteger su relación con Dios, salvó muchas vidas. Hablando con calma lograron aclarar las cosas y restablecer la paz (Jos. 22:13-34).
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
it-1 408 párr. 4
Canaán
Aunque muchos cananeos sobrevivieron a la conquista y no fueron subyugados, aún podía decirse que ‘Jehová había dado a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus antepasados’, que les había dado “descanso todo en derredor” y que no había fallado “ni una promesa de toda la buena promesa que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se [había realizado]”. (Jos 21:43-45.) El temor había hecho presa de todos los pueblos vecinos y enemigos de los israelitas, por lo que no supusieron una amenaza verdadera a su seguridad. Dios había dicho con anterioridad que expulsaría a los cananeos “poco a poco” para que no se multiplicaran las bestias salvajes en una tierra desolada súbitamente. (Éx 23:29, 30; Dt 7:22.) A pesar de que los cananeos disponían de un armamento superior, como carros de guerra con hoces de hierro, no se puede decir que Jehová falló con respecto a su promesa porque en algunas ocasiones los israelitas fueron derrotados. (Jos 17:16-18; Jue 4:13.) Más bien, el registro bíblico muestra que las pocas derrotas que sufrieron los israelitas se debieron a su infidelidad (Nú 14:44, 45; Jos 7:1-12.)
15-21 I CHAʼAN NOVIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JOSUÉ 23, 24
«Josué miʼ yʌqʼuen cojix bʌ ticʼojel tac jiñi israelitajob»
it-1 89
Alianza
La situación era distinta cuando la nación de Israel entró en Canaán, la Tierra Prometida. El Dios Soberano le había concedido el derecho total a esa tierra, en cumplimiento de la promesa que había hecho a sus antepasados, y por lo tanto, no entrarían en ella como residentes forasteros. Por consiguiente, Jehová prohibió que hicieran alianzas con las naciones paganas de esa tierra. (Éx 23:31-33; 34:11-16.) Solo se sujetarían a las leyes y estatutos de Dios, no a los de aquellas naciones destinadas a desaparecer. (Le 18:3, 4; 20:22-24.) Se les advirtió en especial que no formaran alianzas matrimoniales con tales naciones, ya que dichas alianzas no solo propiciarían el matrimonio con esposas paganas, sino que además los vincularían con parientes paganos y con sus prácticas y costumbres religiosas falsas, lo que resultaría en apostasía y en un lazo. (Dt 7:2-4; Éx 34:16; Jos 23:12, 13.)
w07 1/11 26 párr. 19, 20
La palabra de Jehová nunca falla
19 Por nuestra propia experiencia, podemos afirmar con plena convicción lo mismo que Josué: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado” (Josué 23:14). No hay duda de que Jehová libera, protege y alimenta a sus siervos. ¿Sabe de alguna promesa divina que no se haya cumplido a su debido momento? Seguro que no. La Palabra de Dios es fidedigna, por eso confiamos plenamente en ella.
20 ¿Y qué nos depara el futuro? A la mayoría de nosotros, Jehová nos ofrece la esperanza de vivir en una Tierra transformada en un paraíso de placer. Y a una parte relativamente pequeña de su pueblo les ofrece la esperanza de gobernar con Cristo en el cielo. Sea cual sea nuestro caso, tenemos motivos de sobra para mantenernos fieles a Dios como Josué, pues llegará el día en que nuestra esperanza se hará realidad. Y al rememorar las promesas de Jehová, nosotros también diremos: “Todas se han realizado”.
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
w04 1/12 12 párr. 1
Puntos sobresalientes del libro de Josué
24:2. ¿Adoraba ídolos Taré, el padre de Abrahán? Al principio no era siervo de Jehová Dios. Es probable que rindiera culto al dios luna Sin, muy popular en Ur. Según la tradición judía, tal vez hasta fabricara ídolos. No obstante, cuando Abrahán sale de Ur por orden divina, su padre lo acompaña a Harán (Génesis 11:31).
22-28 I CHAʼAN NOVIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 1-3
«Tsaʼ bʌ i mucu chajpa juntiquil wiñic wen chʼejl bʌ»
w04 15/3 31 párr. 3
Ehúd quiebra el yugo opresor
El plan de Ehúd no triunfó debido a su astucia ni por la incompetencia del enemigo, pues el cumplimiento de los propósitos divinos no depende de factores humanos. La principal razón del éxito de Ehúd fue que contaba con el apoyo de Dios para, en armonía con Su invencible voluntad, liberar a Su pueblo. Dios había levantado a Ehúd, “y cuando Jehová [...] les levantaba jueces [a los israelitas], Jehová resultaba estar con el juez” (Jueces 2:18; 3:15).
w04 15/3 30 párr. 1-3
Ehúd quiebra el yugo opresor
Lo primero que hizo Ehúd fue forjarse “una espada” —una especie de daga de doble filo— fácil de esconder bajo la ropa, ya que seguramente lo iban a registrar. Las espadas solían portarse en el costado izquierdo, pues así los diestros podían desenvainarlas rápidamente. Pero al ser zurdo, Ehúd ocultó la suya “debajo de su prenda de vestir, sobre el muslo derecho”, donde era poco probable que buscara la guardia real. Sin trabas, “procedió a presentar el tributo a Eglón el rey de Moab” (Jueces 3:16, 17).
La Biblia no da detalles de la ceremonia inicial que tuvo lugar en la corte de Eglón; solo nos informa: “Aconteció que, cuando Ehúd hubo acabado de presentar el tributo, en seguida despidió a la gente, a los portadores del tributo” (Jueces 3:18). Ehúd ofreció el tributo, acompañó a la comitiva hasta una distancia segura de la residencia del rey y, despidiéndola, regresó. ¿Por qué? ¿Eran aquellos hombres su escolta, parte del protocolo, o simples portadores del tributo? ¿Quiso despedirlos por seguridad antes de materializar su plan? De todos modos, Ehúd volvió valeroso sobre sus pasos.
“Y él mismo se volvió desde las canteras que había en Guilgal, y procedió a decir: ‘Tengo una palabra secreta para ti, oh rey’.” La Biblia no menciona cómo logró Ehúd presentarse de nuevo ante el rey Eglón. ¿No sospecharon de él los guardias? ¿Creyeron que un solo israelita no presentaba ninguna amenaza para su señor? ¿Les dio la impresión de que estaba traicionando a su pueblo el hecho de que regresara sin compañía? Sea como fuere, Ehúd deseaba tener una audiencia privada con el rey, y la logró (Jueces 3:19).
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
w05 15/1 24 párr. 7
Puntos sobresalientes del libro de Jueces
2:10-12. Hemos de tener un programa de estudio bíblico para ‘no olvidar los hechos de Jehová’ (Salmo 103:2). Los padres deben grabar la verdad de la Palabra de Dios en el corazón de sus hijos (Deuteronomio 6:6-9).
29 I CHAʼAN NOVIEMBRE- 5 I CHAʼAN DICIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 4, 5
«Jehová miʼ cʼʌn chaʼtiquil xʼixic chaʼan miʼ coltan jiñi i tejclum»
w15 1/8 12 párr. 6
“Me levanté como madre en Israel”
Los israelitas temblaban con solo oír el nombre de Sísara. La religión y la cultura de Canaán se caracterizaban por su terrible crueldad. De hecho, el sacrificio de niños y la prostitución en los templos eran prácticas habituales. ¿Se imagina lo que sería estar bajo el dominio de un general cananeo y de todo su ejército? Según el canto de Débora, viajar por la nación era casi imposible y las aldeas estaban deshabitadas (Jueces 5:6, 7). Seguramente, la gente vivía aterrorizada y tenía que esconderse en los bosques y las colinas, sin poder cultivar sus campos ni andar por los caminos por temor a ser atacados, a que secuestraran a sus hijos o a que violaran a sus mujeres.
w15 1/8 13 párr. 1
“Me levanté como madre en Israel”
Los israelitas estuvieron veinte años bajo esta cruel dominación, hasta que Jehová vio que su terco pueblo había cambiado de actitud. O como dice la canción de Débora y Barac: “Hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me levanté como madre en Israel”. Débora estaba casada con un hombre llamado Lapidot. Aunque no se sabe si tenían hijos, ella fue “madre en Israel” en el sentido de que Jehová la escogió para que cuidara de la nación como una madre. Le encargó que mandara llamar a un hombre fiel y valiente, el juez Barac, para que se enfrentara a Sísara (Jueces 4:3, 6, 7; 5:7).
w15 1/8 15 párr. 1
“Me levanté como madre en Israel”
Jael no tenía tiempo que perder, así que invitó a Sísara a entrar en su tienda. Él le mandó que no dijera a nadie que se había escondido allí si alguien preguntaba por él. Entonces, Sísara se acostó a descansar, y Jael lo cubrió con una manta. Cuando él le pidió agua, ella le sirvió leche tibia. El hombre no tardó en quedarse profundamente dormido. En eso, Jael agarró una estaca y un martillo, dos objetos que, como toda mujer nómada, sabía usar muy bien. Se acercó despacio a él para hacer algo que requirió mucho valor: acabar con ese enemigo de Jehová. Si tan solo hubiera dudado un instante, habría fracasado. ¿Actuó pensando en el pueblo de Dios, que por tantos años había sufrido la crueldad de este hombre? ¿O lo hizo por el privilegio de ponerse de parte de Jehová? La Biblia no lo dice. Solo sabemos que ejecutó a Sísara en un momento (Jueces 4:18-21; 5:24-27).
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
w05 15/1 25 párr. 5
Puntos sobresalientes del libro de Jueces
5:20. ¿Cómo pelearon desde el cielo las estrellas a favor de Barac? La Biblia no dice si hubo ayuda angelical, meteoritos que los sabios de Sísara interpretaron como malos augurios o predicciones astrológicas para Sísara que resultaron falsas. Como quiera que fuera, lo que está claro es que hubo algún tipo de intervención divina.
6-12 I CHAʼAN DICIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 6, 7
«Cucula yicʼot jiñi laʼ pʼʌtʌlel am bʌ laʼ chaʼan»
w02 15/2 6 párr. 5
Los principios divinos nos benefician
Un hombre que mantuvo una actitud equilibrada de sí mismo y de su valía fue Gedeón, juez de los antiguos hebreos. Él no trató de ser caudillo de Israel, y aun cuando se le designó para el cargo, dijo que no se lo merecía. “El millar mío es el más pequeño de Manasés, y yo soy el más chico de la casa de mi padre”, argumentó (Jueces 6:12-16).
w05 15/7 16 párr. 3
“¡La espada de Jehová y de Gedeón!”
¡Qué experiencia aterradora sufren los madianitas! De repente, el espeso silencio de la noche es desgarrado por el estruendo de los 300 jarrones que se hacen añicos, el toque de los 300 cuernos y los gritos de los 300 hombres. Confundidos, sobre todo con el grito de “¡La espada de Jehová y de Gedeón!”, los madianitas suman sus alaridos al vocerío. En medio del caos, es imposible determinar quién es el enemigo. Los 300 hombres permanecen inmóviles en su posición asignada mientras que Dios hace que sus adversarios vuelvan sus propias espadas unos contra otros. El ejército acampado se precipita en la huida, pero los israelitas les cortan el paso, y tras una ardua persecución, acaban definitivamente con la amenaza de los madianitas. La larga y sanguinaria ocupación por fin ha terminado (Jueces 7:19-25; 8:10-12, 28).
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
w05 15/1 26 párr. 6
Puntos sobresalientes del libro de Jueces
6:25-27. Gedeón fue discreto para no encolerizar a sus adversarios innecesariamente. Al predicar las buenas nuevas, procuremos no ofender por nuestra forma de hablar.
13-19 I CHAʼAN DICIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 8, 9
«Ñumen wen cheʼ an lac pecʼlel»
w00 15/8 25 párr. 3
¿Cómo reaccionamos ante las diferencias?
En medio de una batalla contra Madián, Gedeón pidió ayuda a la tribu de Efraín. Sin embargo, después de la batalla, los efraimitas se volvieron contra Gedeón y se quejaron amargamente de que no los había llamado al principio de la lucha. El relato dice que “vehementemente trataron de armar riña con él”. Gedeón respondió: “¿Pues qué he hecho yo en comparación con ustedes? ¿No son mejores las rebuscas de Efraín que la vendimia de Abí-ézer? En mano de ustedes Dios dio a los príncipes de Madián, a Oreb y Zeeb, ¿y qué he podido hacer yo en comparación con ustedes?” (Jueces 8:1-3). Con estas bien escogidas y tranquilizadoras palabras, Gedeón evitó lo que pudo haber sido una desastrosa guerra entre tribus. Puede ser que los miembros de la tribu de Efraín tuvieran un problema de engreimiento y orgullo. No obstante, eso no impidió que Gedeón se esforzara por hacer las paces con ellos. ¿Podemos actuar de igual manera nosotros?
Ñuc i cʼʌjñibal cheʼ mi lac chʌn pʌs lac pecʼlel
15 Gedeón jiñʌch juntiquil tsaʼ bʌ i pʌsʌ i pecʼlel. Ti jumpʼejl bʌ qʼuin, Jehová tsiʼ sube chaʼan miʼ coltan jiñi tejclum Israel tiʼ contra jiñi madiañob. ¿Bajcheʼ tsiʼ jacʼʌ Gedeón? Tsiʼ yʌlʌ chaʼan jiñʌch juntiquil mach bʌ wen ñuquic i cʼʌjñibal tiʼ yotot i Tat i chaʼan jiñi i familia jiñʌch ñumen chut bʌ tiʼ tribu Manasés (Jueces 6:15). Pero tsaʼʌch i ñopo ti Dios yicʼot tsiʼ jacʼʌ chuqui tsaʼ subenti. Tsiʼ ñaxan wen ñaʼta yom bʌ Jehová chaʼan miʼ mel yicʼot tsiʼ cʼajtibe i coltaya (Jueces 6:36-40). Gedeón jiñʌch juntiquil pʼʌtʌl bʌ wiñic yicʼot chʼejl bʌ, pero añʌch i ñaʼtʌbal yicʼot wen tsajil chuqui miʼ mel (Jueces 6:11, 27). Cheʼ bʌ tsiʼ ñopoyob i sujtesan ti rey, maʼañic tsiʼ jacʼʌ. Cheʼ bʌ tsaʼ ujti i tsʼʌctesan tsaʼ bʌ i sube Jehová, tsaʼ sujti majlel tiʼ yotot (Jueces 8:22, 23, 29).
w08 15/2 9 párr. 9
Andemos en los caminos de Jehová
9 Para ser amigos de Dios, tenemos que ser “de mente humilde” (1 Ped. 3:8; Sal. 138:6). El capítulo 9 del libro de Jueces destaca la importancia de la humildad. Allí encontramos una parábola que contó Jotán, hijo de Gedeón. El relato comienza así: “Una vez, los árboles fueron a ungir sobre sí un rey”. El olivo, la higuera y la vid representaron a hombres honorables que nunca buscaron reinar sobre sus hermanos israelitas. En cambio, el cambrón —que solo sirve para leña— representó el reinado de un asesino ávido de poder: el orgulloso Abimélec. Este hombre se las dio “de príncipe sobre Israel por tres años”, pero finalmente sufrió una muerte violenta (Jue. 9:8-15, 22, 50-54). ¿Verdad que es mucho mejor ser “de mente humilde”?
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
it-1 763 párr. 6
Efod, I
A pesar de las buenas intenciones de Gedeón de conmemorar la victoria que Jehová le había concedido a Israel y honrar a Dios, el efod “sirvió de lazo para Gedeón y para su casa”, debido a que los israelitas lo adoraron y así se hicieron culpables de inmoralidad espiritual. (Jue 8:27.) No obstante, la Biblia no dice que Gedeón mismo lo adorase; al contrario, el apóstol Pablo lo menciona específicamente entre la ‘gran nube’ de fieles testigos de Jehová de tiempos precristianos. (Heb 11:32; 12:1.)
20-26 I CHAʼAN DICIEMBRE
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 10-12
«Jefté wen pʼʌtʌl tiʼ chaʼan bʌ Dios»
Jehová miʼ chʼʌm jiñi añoʼ bʌ i ñopoñel tiʼ tojlel
9 Jiñi yujil bʌ chaʼan José, tajol jiñʌch tsaʼ bʌ i colta jeʼel jiñi Jefté. Yujil chaʼan anquese José tsaʼ tsʼaʼlenti tiʼ yerañob, pero tsaʼʌch i pʼuntayob (Génesis 37:4; 45:4, 5). Tajol Jefté tsiʼ ñaʼta tsaʼ bʌ i mele José, i jiñʌch tsiʼ colta i mel cheʼ bajcheʼ yom Jehová. Jefté wen wocolʌch tsiʼ ñusa tiʼ caj bajcheʼ tsiʼ mele i yerañob. Pero maʼañic tsiʼ wen acʼʌ tiʼ pusicʼal jiñi. Ñumen ñuc tsiʼ qʼuele cheʼ miʼ coltʌben i cʼabaʼ Jehová yicʼot i tejclum (Jueces 11:9). Jefté tsiʼ mulaj i pʌs i ñopoñel ti Jehová. Jin chaʼan, Dios tsiʼ yʌqʼue bendición yicʼot jiñi tejclum (Hebreos 11:32, 33)
it-2 25 párr. 5
Jefté
Jefté, un hombre de acción, inició su enérgico acaudillamiento sin pérdida de tiempo. Envió un mensaje al rey de Ammón, en el que le señalaba que Ammón era el agresor al haber invadido la tierra de Israel. El rey contestó que Israel le había arrebatado esa tierra a Ammón. (Jue 11:12, 13.) En esta ocasión Jefté mostró que no era simplemente un guerrero inculto y tosco, sino un estudioso de la historia y en especial de los tratos de Dios con su pueblo. Refutó el argumento ammonita demostrando que 1) Israel no molestó ni a Ammón ni a Moab ni a Edom (Jue 11:14-18; Dt 2:9, 19, 37; 2Cr 20:10, 11); 2) Ammón no poseía la tierra en disputa cuando se produjo la conquista israelita, porque entonces estaba en manos de los amorreos cananeos, y Dios había dado esa tierra y a su rey, Sehón, en manos de Israel, y 3) Ammón no había cuestionado la ocupación israelita durante los pasados trescientos años, de modo que ¿qué base válida tenían entonces para hacerlo? (Jue 11:19-27.)
it-2 25 párr. 6
Jefté
Jefté llegó al fondo del asunto cuando demostró que el punto en cuestión giraba en torno a la adoración. Dijo que Jehová Dios había dado a Israel la tierra y que por esta razón no entregaría ni un palmo de ella a los adoradores de un dios falso. Se refirió a Kemós como el dios de Ammón. Algunos han pensado que esto es un error. No obstante, aunque Ammón tenía al dios Milcom y Kemós era el dios de Moab, estas naciones emparentadas adoraban a muchos dioses. Salomón incluso llegó a introducir la adoración a Kemós en Israel debido a sus esposas extranjeras. (Jue 11:24; 1Re 11:1, 7, 8, 33; 2Re 23:13.) Además, según algunos doctos, “Kemós” puede significar “Dominador; Conquistador”. (Véase Gesenius’s Hebrew and Chaldee Lexicon, traducción al inglés de S. P. Tregelles, 1901, pág. 401.) Jefté quizás se refiriera a ese dios como aquel a quien los ammonitas atribuyeron el haber ‘dominado’ o ‘conquistado’ otros pueblos para darles a ellos la tierra.
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
it-2 24
Jefté
Jefté, un hijo legítimo. La madre de Jefté era “una prostituta”, lo que no significa que Jefté naciera de la prostitución o fuera un hijo ilegítimo. Su madre había sido una prostituta antes de convertirse en la segunda esposa de Galaad, al igual que Rahab había sido prostituta pero después se casó con Salmón. (Jue 11:1; Jos 2:1; Mt 1:5.) Que Jefté no era un hijo ilegítimo lo prueba el hecho de que sus medio hermanos, hijos de la esposa principal de Galaad, lo expulsaron para que no tuviera parte en la herencia. (Jue 11:2.) Además, después llegó a ser el caudillo aceptado por los hombres de Galaad, entre quienes sus medio hermanos parecían ser los más notables. (Jue 11:11.) Por otro lado, Jefté ofreció un sacrificio a Dios en el tabernáculo. (Jue 11:30, 31.) Ninguna de estas cosas hubiera sido posible en el caso de un hijo ilegítimo, pues la Ley especificaba: “Ningún hijo ilegítimo podrá entrar en la congregación de Jehová. Hasta la décima generación misma ninguno de los suyos podrá entrar en la congregación de Jehová”. (Dt 23:2.)
27 I CHAʼAN DICIEMBRE- 2 I CHAʼAN ENERO
ÑUC TAC BɅ I CʼɅJÑIBAL TI BIBLIA | JUECES 13, 14
«¿Chuqui miʼ mejlel i cʌñob jiñi tatʌlob tiʼ tojlel Manóah yicʼot i yijñam?»
w13 15/8 16 párr. 1
Padres, enseñen a sus hijos desde pequeños
Analicemos lo que le ocurrió a Manóah, quien pertenecía a la tribu de Dan y vivía en Zorá, ciudad del antiguo Israel. Cierto día, el ángel de Jehová le anunció a su esposa, quien era estéril, que concebiría un hijo (Juec. 13:2, 3). Seguramente, aquella noticia alegró mucho a los futuros papás, pero también los dejó muy preocupados. Por eso, el fiel Manóah le rogó a Dios: “Dispénsame, Jehová. El hombre del Dios verdadero que acabas de enviar, déjalo venir otra vez a nosotros, por favor, y que nos instruya en cuanto a lo que debemos hacer al niño que nacerá” (Juec. 13:8). Tanto él como su esposa se tomaron muy en serio la crianza del niño. Sin duda, hicieron cuanto pudieron por enseñarle a su hijo, Sansón, la Ley de Jehová. Y sus esfuerzos fueron bendecidos, pues el relato indica: “Con el tiempo, el espíritu de Jehová comenzó a impelerlo”. Gracias al poder de Dios, Sansón, quien llegó a ser uno de los jueces de Israel, hizo muchas cosas extraordinarias (Juec. 13:25; 14:5, 6; 15:14, 15).
w05 15/3 25 párr. 5
Sansón triunfa gracias a la fuerza de Jehová
A medida que Sansón crecía, “Jehová continuó bendiciéndolo” (Jueces 13:24). Cierto día Sansón les dijo a sus padres: “Hay una mujer que he visto en Timnah, de las hijas de los filisteos, y ahora consíganmela por esposa” (Jueces 14:2). Imagínese su sorpresa. En lugar de liberar a Israel del yugo de los opresores, su hijo quería formar una alianza matrimonial con ellos. Tomar esposa de entre los adoradores de dioses paganos iba en contra de la Ley de Dios (Éxodo 34:11-16). De ahí que sus padres objetaran diciendo: “¿No hay entre las hijas de tus hermanos y entre todo mi pueblo una mujer, para que vayas a tomar esposa de los incircuncisos filisteos?”. Pero Sansón le insistió a su padre: “Consígueme sólo a ella, porque ella es la que a mis ojos es precisamente apropiada” (Jueces 14:3).
Laʼ lac sʌclan ñuc tac bʌ i cʼʌjñibal
w05 15/3 26 párr. 1
Sansón triunfa gracias a la fuerza de Jehová
¿Por qué era “precisamente apropiada” para Sansón esta filistea en particular? No es porque fuera “hermosa, encantadora y atractiva”, apunta la Cyclopedia de McClintock y Strong, “sino porque era adecuada para la consecución de un fin, propósito u objetivo”. ¿Cuál? Jueces 14:4 explica que Sansón “estaba buscando ocasión contra los filisteos”. Así que ese era el motivo por el que se había interesado en la mujer. Al ir haciéndose adulto, “el espíritu de Jehová comenzó a impelerlo”, es decir, incitarlo a actuar (Jueces 13:25). De modo que el espíritu de Jehová fue la fuerza que impulsó su extraña petición, así como toda su carrera de juez en Israel. ¿Conseguiría Sansón la oportunidad que estaba buscando? Analicemos primero cómo Jehová le garantizó su apoyo.