Lunes 20 de octubre
Si no me revelan el sueño y su interpretación, haré que ustedes sean desmembrados (Dan. 2:5).
Unos dos años después de que los babilonios destruyeran Jerusalén, el rey Nabucodonosor tuvo un sueño muy inquietante en el que vio una estatua enorme. Más tarde, les ordenó a todos los sabios de Babilonia, incluido a Daniel, que le dijeran lo que había soñado y lo que significaba. Si no lo hacían, los mataría a todos (Dan. 2:3-5). Daniel no tenía tiempo que perder; había muchas vidas en juego. Así que “le pidió al rey que le concediera tiempo para revelarle la interpretación” (Dan. 2:16). Hacer esto exigía fe y valor. ¿Por qué? Porque la Biblia no dice que él hubiera interpretado sueños antes. Daniel habló con tres amigos suyos y “les pidió que le suplicaran misericordia al Dios del cielo en cuanto a ese secreto” (Dan. 2:18). Jehová respondió sus oraciones, y con su ayuda Daniel pudo interpretar el sueño del rey. ¡Él y sus amigos escaparon de la muerte! w23.08 33:4
Martes 21 de octubre
El que aguante hasta el fin será salvado (Mat. 24:13).
Pensemos en los beneficios de ser paciente. La paciencia nos ayuda a ser más felices y a estar más calmados. Así que podemos decir que es buena para nuestra salud física y mental. También nos ayuda a llevarnos mejor con los demás y a que la congregación esté más unida. Si no nos enojamos con facilidad cuando alguien hace algo que nos molesta, podemos evitar que la situación empeore (Sal. 37:8, nota; Prov. 14:29). Pero el mayor beneficio de todos es que imitamos a nuestro Padre celestial y nos acercamos más a él. La paciencia es una virtud muy hermosa y que nos hace mucho bien. Aunque no siempre es fácil demostrarla, Jehová nos ayudará a seguir cultivando esta cualidad. Y, mientras esperamos con paciencia a que llegue el nuevo mundo, podemos estar seguros de que “los ojos de Jehová están puestos en quienes le temen, en quienes esperan su amor leal” (Sal. 33:18). Así que todos debemos estar decididos a seguir vistiéndonos de paciencia. w23.08 35:7, 16, 17
Miércoles 22 de octubre
La fe por sí sola, sin obras, está muerta (Sant. 2:17).
Santiago hizo ver que una persona puede afirmar tener fe, pero en realidad sus obras demostrar lo contrario (Sant. 2:1-5, 9). También habló de alguien que veía a un hermano o una hermana que necesitaba ropa o comida pero no hacía nada para ayudarlo. Aunque esa persona afirmara tener fe, como no la estaba demostrando con acciones, no servía de nada (Sant. 2:14-16). Para hablar de alguien que demostró con sus acciones que tenía fe, Santiago mencionó el ejemplo de Rahab (Sant. 2:25, 26). Esta mujer había oído hablar de Jehová y sabía que él estaba ayudando a los israelitas (Jos. 2:9-11). ¿Qué hizo para demostrar que tenía fe en Jehová? Protegió a dos espías israelitas para que no los mataran. Como resultado, al igual que Abrahán, esta mujer fue declarada justa a pesar de ser imperfecta y no ser israelita. Su ejemplo nos enseña que es muy importante demostrar con obras que tenemos fe. w23.12 50:12, 13