Domingo 24 de agosto
Mis queridos hermanos, manténganse firmes, inamovibles (1 Cor. 15:58).
A finales de los años setenta, se inició la construcción de un rascacielos de 60 pisos en Tokio (Japón). Al pasar, las personas se preguntaban si sería capaz de aguantar los frecuentes terremotos. Pero ¿qué hicieron los ingenieros para lograr que se mantuviera en pie? Lo diseñaron para ser sólido y a la vez flexible, lo que le permitía amortiguar las sacudidas. Los cristianos somos como ese rascacielos. ¿En qué sentido? La persona que sirve a Jehová debe mantener el equilibrio entre la firmeza y la flexibilidad. Por un lado, tiene que ser firme e inamovible cuando se trata de apoyar las normas y las leyes de Jehová. Tiene que estar “lista para obedecer” a Dios y no violar nunca sus principios. Por otro lado, tiene que ser “razonable”, es decir, flexible, siempre que sea posible o incluso necesario (Sant. 3:17). Si tenemos este punto de vista equilibrado, no nos iremos a los extremos; no seremos ni demasiado rígidos ni tampoco permisivos. w23.07 31:1, 2
Lunes 25 de agosto
Aunque ustedes nunca lo vieron, lo aman (1 Ped. 1:8).
Jesús tuvo que enfrentarse a Satanás, que lo tentó e incluso puso a prueba su lealtad a Jehová de manera directa (Mat. 4:1-11). Satanás estaba decidido a hacer que Jesús pecara para que no pudiera pagar el rescate. Durante su ministerio, Jesús aguantó otras pruebas. Por ejemplo, sus enemigos lo persiguieron y amenazaron con matarlo (Luc. 4:28, 29; 13:31). Tuvo que lidiar con las imperfecciones de sus discípulos (Mar. 9:33, 34). En el juicio en el que lo condenaron a muerte, lo torturaron y se burlaron de él. Después lo ejecutaron como si fuera un delincuente y sufrió muchísimo (Heb. 12:1-3). Y, cuando estaba a punto de morir, Jehová le retiró su protección, así que tuvo que aguantar la parte final de la prueba por sí solo (Mat. 27:46). Está claro que Jesús pagó un precio muy alto para rescatarnos. Cuando pensamos en todos los sacrificios que Jesús estuvo dispuesto a hacer por nosotros, se nos llena el corazón de amor por él. w24.01 2:7-9
Martes 26 de agosto
Todo el que se precipita acabará en la pobreza (Prov. 21:5).
La paciencia nos ayuda a llevarnos bien con los demás. Si somos pacientes, escucharemos con atención cuando otros hablen (Sant. 1:19). También promoveremos la paz. No reaccionaremos de manera impulsiva ni diremos algo hiriente cuando estemos bajo presión. Además, si alguien nos ofende, no nos enojaremos con facilidad ni le pagaremos con la misma moneda. Más bien, seguiremos soportándonos unos a otros y perdonándonos con generosidad (Col. 3:12, 13). La paciencia también nos ayuda a tomar mejores decisiones. En vez de actuar de forma precipitada o sin pensar, dedicaremos tiempo a informarnos bien sobre las opciones que tenemos para ver cuál es la mejor. Por ejemplo, si estamos buscando trabajo, quizás nos sintamos tentados a aceptar lo primero que nos ofrezcan. Pero, si somos pacientes, tendremos en cuenta qué efecto tendrá en nuestra familia y en nuestra relación con Jehová. La paciencia nos ahorrará malas decisiones. w23.08 35:8, 9