BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g70 8/3 págs. 17-20
  • Ulrico Zwinglio y la Palabra de Dios

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Ulrico Zwinglio y la Palabra de Dios
  • ¡Despertad! 1970
  • Subtítulos
  • Reformador social y político
  • Lo que efectuó Zwinglio
  • Otros rasgos descollantes
  • Una selección de espadas
  • En mirada retrospectiva
¡Despertad! 1970
g70 8/3 págs. 17-20

Ulrico Zwinglio y la Palabra de Dios

EL AÑO DE ZWINGLIO... así llamaron a 1969 en círculos protestantes suizos. ¿Por qué? Porque hace 450 años Ulrico Zwinglio, sacerdote de la Iglesia Católica Romana, emprendió sus labores en la iglesia-catedral de Zurich. Esto fue el primer día del año 1519. Al subir al púlpito asombró a sus parroquianos con la solemne declaración de que predicaría la Biblia desde la “A” hasta la “Z.” Al día siguiente comenzó las Escrituras Griegas Cristianas con Mateo, capítulo uno.

Extraños sentimientos éstos, expresados por los labios de un sacerdote católico romano. Sin embargo, Zwinglio no era un sacerdote común. Habiendo nacido en Wildhaus el 1 de enero de 1484, fue miembro de una familia grande de un ciudadano respetado, alguacil mayor de la comunidad del valle alpino entre la cual residía. El tío de Zwinglio, sacerdote, hizo que él comenzara temprano en un curso de instrucción escolar... un curso que primero lo llevó a Basilea y luego a Berna y Viena, donde se matriculó en 1498. Finalmente, obtuvo su título de doctor en filosofía en Basilea y estuvo listo para emprender su primera asignación como maestro en una escuela eclesiástica.

Zwinglio pronto se interesó en los doctos de su día que estaban insistiendo en que se diera más atención a los idiomas clásicos de Grecia y Roma, y hasta el antiguo hebreo. Influyó profundamente en él Tomás Wyttenbach, quien había llegado a la conclusión de que “la muerte de Cristo es el único rescate para nuestras almas.” Solo tenemos que reflexionar en la oscuridad de ignorancia que había caído sobre la cristiandad durante aquella edad del oscurantismo para comprender lo esclarecedora que debe haber parecido esta conclusión.

Las supersticiones monásticas y la extremada mundanalidad de la iglesia disgustaron al joven maestro Zwinglio. Sabía que había que efectuar una gran limpieza. Con el tiempo llegó al grado de comprender que todo el filosofar de los doctos tenía que ceder ante la única autoridad de la Palabra de Dios. También afirmó creer que la Biblia era su propio intérprete y que las riquezas de su contenido llegarían a ser el premio de los que se entregaran a su estudio reverente y con oración.

En 1516 llegó a poseer las Escrituras Griegas publicadas por Erasmo. Ahora era maestro y sacerdote en Glaris. Con apetito voraz comenzó la lectura de este libro. Sus sermones tomaron nueva forma. Cada día leía y comentaba un pasaje de las Santas Escrituras, reemplazando gradualmente fábulas y supersticiones antiguas con la verdad. Llegó a ser tan bien conocido como maestro de las Escrituras que cuando hubo una vacante en Zurich fue invitado a llenarla.

Reformador social y político

Aunque es verdad que Zwinglio se anunció así como defensor de la verdad bíblica, debe notarse también que su actividad de ninguna manera se limitó a diseminar pacíficamente el mensaje de la Biblia. Diferente de Cristo Jesús y sus apóstoles, se interesó en las cuestiones políticas de su día. No solo exigió reformas dentro de la iglesia, sino que trató de rehacer las autoridades gobernantes en el campo seglar.

En ese tiempo había gran demanda de ciudadanos suizos para servir como soldados mercenarios que pelearan por quienquiera que ofreciera pagar más. Zwinglio se regocijó cuando Zurich por ley prohibió el servicio mercenario extranjero. Ferozmente se opuso a que el papa alistara soldados suizos para sus campañas bélicas. A continuación se da una traducción de sus palabras relativas a esta cuestión: “Correctamente llevan sombreros y capas rojos; si uno los sacude, entonces caen los ducados y las coronas, y si uno los estruja, entonces fluye la sangre del hijo, el hermano, el padre y el amigo de uno.”

Si en aquellos días hubieran tenido periódicos como los nuestros, entonces los titulares se hubieran parecido mucho a esto a medida que este sacerdote católico procedía a insistir en reformas: “Zwinglio elimina las indulgencias y las reliquias; rehúsa pensiones papales; ¡encono de los opositores!” “En 1522 Zwinglio viola el ayuno santo. La Imprenta Froschauer envuelta. El obispo horrorizado. Zwinglio se desquita con el Primer sermón impreso.” “Controversia acalorada sobre el celibato de los sacerdotes.” “Zwinglio pasa por alto la norma del celibato; se casa con la viuda Ana Reinhard en 1522.”

Luego vino la asamblea, convocada el 29 de enero de 1523, del Ayuntamiento de Zurich... una asamblea trascendental, porque su mira era remover las causas de disensión que se multiplicaban en la iglesia. Zwinglio presentó una lista de sesenta y siete puntos para debate. De todas partes vinieron acusaciones eclesiásticas contra Zwinglio. Pero allí estaba sentado él a una mesa en medio del salón, flanqueado por miembros del ayuntamiento, teniendo a su alcance las Biblias griega, hebrea y latina.

Entonces hay una conmoción en la asamblea al llegar la hora de Zwinglio... la hora en que ha de responder a las muchas acusaciones. Muchos lo ven ahora por primera vez... de altura media, fuerte, delgado, de pelo rubio rojizo y tez rubicunda. Mirando a su auditorio, comienza con expresión calmada y deliberada: “¡Caballeros! Si encuentran algo herético en estos puntos de discusión... ¡bueno, en el nombre de Dios, aquí estoy!”

Ya para cuando hubo un receso al mediodía muchos de los miembros del ayuntamiento estaban convencidos de que Zwinglio no era hereje. Y para el día siguiente corría velozmente la voz entre la gente. Zwinglio había ganado en buena lid y estaba autorizado para llevar a cabo su trabajo. Joachim Vadian, burgomaestre del cantón de St. Gall, quedó profundamente satisfecho. Sebastián Meyer, de Berna, ardiente partidario de la reforma, quedó enajenado de alegría. Describió este desenvolvimiento como ‘una victoria resonante para la evangelización de la entera Confederación [suiza].’

Lo que efectuó Zwinglio

Entonces los sucesos siguieron unos tras otros rápidamente. A semejanza del viento foehn caluroso y seco que desciende precipitadamente por las montañas a los valles suizos, la revolución en asuntos eclesiásticos aceleró. Adoptando el ejemplo de los profetas de Israel, los discípulos de Zwinglio invadieron iglesias y a la fuerza removieron y despedazaron imágenes, crucifijos y otros artículos “sagrados.” Se desconocieron o se pasaron por alto las palabras inspiradas del apóstol de Jesucristo, Pablo, que indican a los cristianos que “el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo.” (2 Tim. 2:24) Se olvidó, también, el recordatorio de que “las armas de nuestro guerrear no son carnales,” que ni siquiera el brazo de carne se necesitaba para ‘derrumbar las cosas fuertemente atrincheradas’ de la religión falsa.—2 Cor. 10:3-6.

En Zurich la iglesia-catedral fue cerrada con llave y luego renovada completamente. Paso a paso prosiguió la reforma. La misa fue reemplazada por la cena del Señor, ofreciéndose a los participantes tanto pan como vino. Las monjas y los monjes empezaron a abandonar los monasterios. Los claustros se convirtieron en hospitales, enfermerías y escuelas. Las monjas se casaban o emprendían trabajo de asistencia social. Los sacerdotes abandonaban la vida de celibato. ¡Y esto era en el año 1523... no era la secuela del II Concilio del Vaticano!

Debe notarse que Zwinglio no tenía la intención de iniciar algo nuevo. Su mira era remover cabalmente la forma de adoración y las prácticas supersticiosas y mundanas que reinaban en la Iglesia Católica Romana. Metódicamente planeó su reforma de la iglesia paso a paso dentro de la estructura de la autoridad que predominaba. Alistó el apoyo de los miembros del ayuntamiento y padres de la ciudad. Trabajó de arriba a abajo, y en el transcurso de seis años logró una extraordinaria reforma religiosa y política.

Otro logro muy significativo fue la producción de su Biblia, preparada con la ayuda de su viejo amigo Leo Jud de sus días en Basilea. Esta Biblia, en el dialecto alemán de aquel tiempo, apareció antes de la Biblia de Lutero. Aunque algo inferior en calidad a la traducción de Lutero, no obstante tuvo un efecto notable en la gente a medida que ésta comenzó a leer la Palabra de Dios en su propia lengua.

Otros rasgos descollantes

En los primeros días de sus labores Zwinglio se regocijó al ver que oyentes ansiosos de sus sermones se mudaban a otras partes de la Confederación para esparcir el conocimiento bíblico que tenían. Pero varios cantones se adhirieron fuertemente a la autoridad de Roma. Se hicieron esfuerzos por acallar a Zwinglio y reducir a la nada sus labores. Fue invitado a una disputa en uno de los fuertes centros católicos, pero los miembros del ayuntamiento de Zurich le rehusaron permiso para exponerse así peligrosamente a sus enconados enemigos. Sin duda recordaban como se había engañado y quemado en la pira al reformador bohemio Juan Huss el siglo anterior.

Berna y Zurich eran dos de las plazas fuertes del movimiento de reforma. Y fue a Berna donde Zwinglio voluntariamente se dirigió en 1528. Iba a haber disputa sobre varios asuntos, notablemente sobre sus puntos de vista en cuanto a la cena del Señor. El buen éxito le acompañó también en esta ocasión y él lo reforzó dirigiéndose a la catedral de Berna para dar un sermón. Al concluir el anciano puso a un lado sus prendas de vestir y solemnemente declaró: “Si así es como son las cosas en cuanto a la misa, entonces no la celebraré hoy ni en ninguna otra ocasión.” Eso quiso decir el fin de la dominación de Roma en la catedral de Berna.

Quizás otro punto sobresaliente de la carrera de Zwinglio fue su primera reunión con Martín Lutero. Para entonces el entusiasmo que más temprano había sentido por el reformador de Wittenberg había disminuido. Es verdad, la posición denodada de Lutero había estimulado a Zwinglio a adoptar un derrotero semejante. Sin embargo, más tarde declaró: “No aprendí las enseñanzas de Cristo de Lutero, sino de la Palabra de Dios misma.” Los dos hombres básicamente eran polos opuestos. Lutero tuvo una juventud dura y se inclinaba al pesimismo. Zwinglio, por otra parte, era un hijo feliz de los Alpes, jovial y optimista. La cuestión de la cena del Señor y su significado finalmente descolló como el punto principal de contención entre ellos.

Para impedir la disensión, el príncipe Felipe de Hesse invitó a los representantes principales de ambos puntos de vista a celebrar una disputa en su castillo de Marburgo. Esto fue en 1529. Zwinglio y Oekolampad de Basilea representaron un punto de vista, mientras que Lutero y Felipe Melanchthon presentaron el lado contrario. La disputa iba de un lado al otro, pero Lutero permaneció inexorable. Desde el principio había recalcado su punto de vista cuando, con mano firme, escribió con gis las palabras “Este es mi cuerpo.”

Explicando su convicción, Zwinglio declaró que Cristo Jesús jamás quiso decir que los emblemas del pan y el vino eran su cuerpo literal, no, ni siquiera en un sentido místico. Más bien, dijo el reformador de Zurich, Jesús trató de transmitir la idea de que los emblemas significaban o representaban su cuerpo como símbolos en conmemoración de su gran sacrificio. Pero Lutero insistió en lo contrario. Para hacer las paces, Felipe de Hesse los persuadió a redactar una expresión de las doctrinas básicas en las cuales concordaban.

Una selección de espadas

En el ínterin nubes amenazadoras de odio y oposición se juntaban sobre la Confederación. Los cinco cantones católicos de la Suiza primitiva sentían enconado resentimiento contra los dos poderosos cantones de Berna y Zurich. En la primavera de 1531 los líderes de Berna resolvieron ejercer presión en los cantones católicos negándoles comestibles. Zwinglio trabajó febrilmente para impedir el desastre y buscó arbitraje pacífico para la disputa. Pero las cosas ya no se pudieron controlar y Zurich con demora se movilizó para la defensa. Las fuerzas católicas emprendieron la ofensiva y los habitantes de Zurich se vieron obligados a entrar en batalla con ellos en Kappel antes de que las tropas de Berna pudieran reforzarlos. La derrota de la fuerza protestante era inevitable.

Pero, ¿qué sucedió con Zwinglio? Salió a campaña para servir como capellán del ejército. Al proceder así favoreció a los que habían escogido la espada literal más bien que “la espada del espíritu,” que es la Palabra de Dios. (Efe. 6:17) Tenía que haber leído en su propia traducción de la Biblia la advertencia que Jesús dio a sus seguidores de que “todos los que toman la espada, perecerán por la espada.” (Mat. 26:52) Y así fue exactamente como terminó el reformador de Zurich. Al amanecer el enemigo jubiloso reconoció su cadáver en el campo de batalla. Lo cortaron en pedazos, uno para cada uno de los cinco cantones católicos, y lo entregaron a las llamas.

En mirada retrospectiva

Debe concederse que Zwinglio tuvo un profundo respeto a la Palabra de Dios hasta donde pudo entender su mensaje. Sin embargo, entonces no había llegado el tiempo en que se habían de clarificar las enseñanzas de la Biblia como se predijo en la Biblia. No discernió que los problemas políticos mundanos de ninguna manera son responsabilidad de un seguidor verdadero de Cristo. (Juan 15:19; 17:16; Sant. 4:4) No entendió la necesidad de mantenerse separado de los caminos y movimientos mundanos y ‘buscar primero el reino y la justicia de Dios.’ (Mat. 6:33) Aun dentro de las congregaciones reformadas de nuevo se arraigaron ideas y actitudes paganas. Todavía la tradición humana ahogaba y hacía nula la Palabra de Dios.

Si viviese Zwinglio hoy, bien podría ser bendecido por el poder esclarecedor del espíritu de Dios a medida que abre la Palabra de Dios a nuestro entendimiento. Podría ver que toda la religión falsa forma parte de “Babilonia la Grande,” que ahora Jehová Dios condena a un fin temprano. Puesto que no puede ser reformada y es totalmente infiel a la santa Palabra de Dios, Babilonia la Grande será desarraigada y derribada por el poder todopoderoso de Dios.—Rev. 18:1-4, 20.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir