La Palabra de Dios sigue creciendo en Chile
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Chile
EN EL largo y montañoso país de Chile está sucediendo como sucedió en Palestina en los días de los apóstoles de Jesucristo: “La palabra de Dios siguió creciendo, y el número de los discípulos siguió multiplicándose.” (Hech. 6:7) La más reciente evidencia notable de este crecimiento espiritual es la nueva oficina y hogar de sucursal de la Sociedad Watch Tower, dedicada el 21 de noviembre de 1970, con la concurrencia de 255 personas al programa especial.
El hermoso edificio de dos pisos, en forma de L, ubicado en la ciudad de Santiago bajo los descollantes Andes, está construido con concreto reforzado especialmente diseñado para resistir los terremotos, por los cuales es famoso Chile. Hasta ahora ha habido dos fuertes temblores y no ha aparecido ni una sola grieta. Más de 4.000 sacos de cemento y veintidós toneladas de varillas de acero como refuerzo se usaron en el edificio. El trabajo de construcción fue efectuado principalmente por testigos de Jehová. De hecho, una congregación alquiló un autobús especial en diferentes ocasiones para traer a los Testigos de su congregación al lugar donde se efectuaba el trabajo, y se estableció una cocina del campo en la cual las mujeres prepararon las comidas.
Muchos de los vecinos quedaron impresionados por el comportamiento de los obreros Testigos. Algunos dijeron: “Nunca hemos visto algo igual. ¡Ustedes trabajan aquí día tras día y nunca en todos estos meses oímos una expresión obscena!” Una familia vecina expresó su aprecio contribuyendo un cedro para plantarlo en la propiedad.
Cuando se inició el crecimiento
La predicación de la Palabra de Dios por los testigos de Jehová ha estado creciendo en Chile particularmente desde 1930. Ese año el primer testigo de Jehová vino a Chile. Era un alemán joven, Ricardo Traub, que había estado viviendo en Buenos Aires, Argentina, cuando aprendió la verdad de Dios. Fue invitado a iniciar la predicación de los testigos de Jehová en Chile. Unos 6.000.000 de personas vivían en Chile en 1930, y con verdadero espíritu misional el Testigo Traub se puso a predicar la Palabra de Dios en la ciudad capital de Santiago.
Otros predicadores celosos de tiempo cabal de la Palabra de Dios se unieron a Traub en aquellos primeros años. Entre ellos estuvo Theodore Laguna, que había sido incitado por el entusiasmo de la asamblea de los testigos de Jehová en Washington, D.C., en 1935, al escuchar los discursos del que entonces era presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford. Determinado a ir a otro país a predicar la Palabra de Dios, Laguna vino a Chile.
Dos mujeres Testigos, Beta Abbott y Kay Palm, llegaron en 1936. Esta última Testigo relata: “Trabajé desde la población más septentrional de Chile, Arica, hasta su posesión más meridional, Tierra del Fuego (4.345 kilómetros), llevando las buenas nuevas a los campos azufrosos en los altos Andes, a los campos de nitrato en la Pampa de Tocopilla, Iquique y Antofagasta, a las minas de plata y a los grandes ranchos de ganado lanar al sur de Chile. Esos pastores y rancheros eran muy afectos a la lectura, de modo que recibieron con regocijo la literatura que explicaba la Palabra de Dios.”
Llegan graduados de Galaad, se establece una sucursal
En 1945 se estableció una oficina de sucursal de la Sociedad Watch Tower en Santiago con la llegada de los primeros dos graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower y la predicación recibió mejor organización. Uno de estos Testigos, Albert Mann, todavía está trabajando aquí como supervisor de circuito. Ese mismo año, 1945, el presidente de la Sociedad, N. H. Knorr, visitó por primera vez a Chile; y se hicieron arreglos para una asamblea para los 83 Testigos del país. Fue una agradable sorpresa ver a 480 personas asistir al discurso público.
En los siguientes años vinieron muchos misioneros más a Chile. Por ejemplo, Robert Hannan y su esposa fueron a la ciudad de Concepción en 1946, y todavía están allí. Una de las personas con quienes la hermana Hannan estudió por primera vez la Biblia le dijo más tarde: “Al principio no entendía nada de lo que usted trataba de enseñarme. Sin embargo, mi hijo que había estudiado inglés le entendía a usted mejor y así progresamos. Pero su fidelidad al venir desde tan lejos con toda la lluvia y el lodo me convenció de que lo que usted enseñaba era la verdad.” ¡Los Hannan han visto crecer al pequeño grupo con el cual comenzaron hasta llegar a ser dos congregaciones en Concepción y diez congregaciones en las zonas circundantes en las que han predicado la Palabra de Dios! Han llegado a ser padres y abuelos espirituales de centenares de testigos de Jehová en ese sector.
Mientras tanto, la región desértica al norte, uno de los lugares más secos sobre la faz de la Tierra, estaba recibiendo atención. La misionera Evelyn Valenzuela fue asignada a iniciar la predicación en la población de Pedro de Valdivia. Al llegar allí, no pudo hallar ninguna casa en la cual vivir, pero en vez de desanimarse y salir de allí, hizo arreglos para dormir en el piso de la casa de una señora a quien había conocido en otra ciudad. Además, preparaba sus comidas en la casa de una señora que había mostrado interés en el mensaje del Reino.
Con plena fe en Jehová comenzó su trabajo, y en el primer mes comenzó diez estudios bíblicos en una sola calle, reuniéndolos después en un solo lugar para conducir un estudio de La Atalaya con ellos. En el segundo mes consiguió un salón en el cual reunir a estas personas, y para el tercer mes todas las reuniones de los testigos de Jehová se estaban conduciendo con regularidad. “Ustedes se podrán imaginar mi gozo,” relata ella, “cuando, después de comenzar mi trabajo en mayo, ¡pude lograr que veinticinco personas me acompañaran en la predicación el siguiente 25 de diciembre!” Una compañía era dueña de esta población, y más tarde el administrador suministró el terreno y el material para la construcción de un Salón del Reino para alojar a la nueva congregación que se formó.
Cobrando ímpetu
Para 1952 la predicación de la Palabra de Dios estaba cobrando ímpetu, con 832 publicadores de las buenas nuevas, lo cual era un aumento de 66 por ciento sobre la cantidad del año anterior.
La oposición comenzó a manifestarse. La Corporación de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día trató de detener la distribución de La Atalaya. Alegaban que el nombre La Atalaya era semejante al nombre de su revista El Atalaya. El asunto se llevó al tribunal. El tribunal falló que el subtítulo “Anunciando el reino de Jehová” hacía distinta a la revista de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Los adventistas apelaron el caso, pero el tribunal de apelaciones sostuvo el fallo del tribunal de primera instancia, comentando que La Atalaya se había comenzado a publicar mucho antes que la revista adventista. El año pasado se colocaron 1.119.714 ejemplares de La Atalaya en las manos de la gente en Chile.
Ahora había llegado el tiempo para que la Palabra de Dios se esparciera a Punta Arenas, una de las ciudades más meridionales del mundo, que a veces es barrida por vientos de hasta 145 kilómetros por hora. Los misioneros que fueron enviados allí por primera vez en 1956 pronto supieron por qué los árboles estaban permanentemente inclinados en una sola dirección, porque ellos tenían que inclinarse contra el viento al ir de casa en casa.
La misionera Stella Semczyszyn, una del grupo original que todavía está trabajando en Punta Arenas, relata: “Llegamos en junio de 1956. Había habido una inundación y el tiempo estaba húmedo y frío. La mayoría de los católicos no solo no tenían Biblia, ¡no sabían qué era una Biblia!”
Algunas de aquellas personas respondieron a la predicación de la Palabra de Dios. Uno de los primeros hombres que llegaron a ser Testigos en Punta Arenas relata: “Como miembro de la armada chilena en 1950, viajaba en un barco cuando alcancé a oír una conversación entre un testigo de Jehová y el famoso pintor Pablo Picasso. Puesto que yo siempre había estado interesado en la Biblia, le hablé al Testigo más tarde y obtuve literatura. Sin embargo, no fue sino hasta 1956 que pude tener un estudio bíblico en mi propio hogar, y en 1957 me bauticé.”
Ahora hay dos congregaciones en Punta Arenas, con 140 ministros de las buenas nuevas. En una reciente asamblea de circuito 362 personas asistieron al discurso público. ¡Qué diferencia del primer discurso bíblico que se pronunció en la Emisora Polar, al cual solo una persona interesada asistió!
Los discípulos se multiplican
En 1960 había 2.013 predicadores de la Palabra de Dios en las sesenta y cinco congregaciones de Chile. El número de los discípulos siguió multiplicándose y para 1966 había aumentado a 4.112. Grande ha sido el hambre de conocimiento bíblico entre la gente de Chile, y muchas Biblias y ayudas para el estudio de la Biblia se les han llevado. Sí, 77.745 Biblias se han enviado de la sucursal en los pasados cuatro años. Además, se han distribuido 160.593 ejemplares del libro La verdad que lleva a vida eterna. Y actualmente se están conduciendo 9.361 estudios bíblicos por todo Chile.
Ilustra las excelentes posibilidades de crecimiento en el futuro el gran número de personas que asistió a la celebración de la Cena del Señor el año pasado. ¡Hubo 19.850 concurrentes!
Ahora la ciudad capital de Santiago tiene treinta y tres congregaciones de discípulos del Señor Jesucristo, y el ministro presidente de una de ellas es Ricardo Traub, quien, cuarenta años antes, inició la predicación de los testigos de Jehová en Chile.
Los 7.572 testigos de Jehová en Chile, entre ellos sesenta y tres misioneros, trece de los cuales han estado aquí por más de veinte años, realmente están ocupados esparciendo las buenas nuevas del Reino. Se regocijan por la nueva oficina y hogar de sucursal que ha sido dedicada recientemente, y están emocionados ante esta nueva evidencia de que la Palabra de Dios sigue creciendo en Chile.
[Ilustración de la página 24]
La nueva oficina y hogar de sucursal de la Sociedad Watch Tower en Chile