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¡Despertad! 1971
g71 22/8 págs. 25-26

¿Qué hay de los cálculos biliares?

ENTRE las operaciones quirúrgicas que más comúnmente se llevan a cabo en los Estados Unidos están aquellas en que se extirpa la vesícula biliar debido a la existencia de cálculos. Los cálculos biliares también son bastante comunes en ciertos países de Europa Occidental.

La vesícula biliar, en la cual se forman los cálculos, es una bolsa en forma de pera que se encuentra debajo del hígado. Cuando se ensancha moderadamente en el varón adulto, mide aproximadamente trece centímetros de largo y ocho centímetros de ancho. Varios conductos pequeños salen del hígado y forman el “conducto común,” que entra en la parte superior del intestino delgado, conocida como el duodeno. Del conducto común sale el conducto cístico, que conecta con la vesícula biliar. Por medio de estos conductos la bilis producida por el hígado llega al intestino delgado, donde ayuda a digerir las grasas. Puesto que el hígado produce bilis siempre, mientras que ésta solo se necesita cuando se está digiriendo alimento, la vesícula biliar sirve de receptáculo de almacenamiento para la bilis entre las comidas; en promedio puede contener aproximadamente medio litro. Cuando el alimento llega al intestino delgado, en el conducto cístico se abre una válvula que deja que la bilis entre en el intestino delgado.

A menudo el mal funcionamiento de la vesícula biliar resulta en la formación de cálculos. Estos pueden estar en la vesícula biliar misma o en alguno de los tubos conectados con ella. Pueden ser tan pequeños como granos de arena y estar presentes por centenares, o pueden ser tan grandes que un solo cálculo llene toda la vesícula biliar. Un análisis químico de los cálculos biliares muestra que principalmente contienen colesterol, pigmento de bilis y sales de calcio. Una de las complicaciones principales que exigen atención urgente es la que se produce cuando los cálculos causan obstrucción del sistema de conducción de la bilis.

¿Cómo puede uno saber si tiene cálculos biliares? Un modo seguro es haciendo que le saquen una placa de rayos X. A menudo los cirujanos los descubren cuando están operando en otro órgano en el abdomen del paciente. Sin embargo, por lo general los cálculos biliares se hacen sentir por un dolor agudo en el lado derecho superior del abdomen. Lo más probable es que sobrevenga un ataque después de una comida pesada y éste puede estar acompañado de inflamación, eructos y otras incomodidades. Puede haber náuseas, vómito y hasta ictericia. Pero a menudo los cálculos biliares están “callados,” presentes sin hacerse sentir.

La causa exacta de los cálculos biliares es un asunto algo controversial, aunque la investigación moderna ha esclarecido algo el tema. Se ha descubierto que el comer mucha carne puede resultar en el desarrollo de cálculos. Los europeos que comían carne solo una o dos veces a la semana rara vez tenían cálculos biliares; pero cuando emigraron a Australia y allí comían carne una o dos veces al día pronto tuvieron cálculos biliares tan a menudo como los australianos nativos.

También experimentos con hamsters (criaturas semejantes a ratones) han mostrado que una dieta elevada en sucrosa, una forma de azúcar, conduce a la formación de cálculos biliares. También hay evidencia de que el comer mucha grasa de animales tiende a ocasionar lo mismo, porque a menudo se produce un ataque de cálculos biliares después de comer mucho alimento grasoso. Por lo tanto no sorprende el notar que cuando los indonesios, entre los cuales los cálculos biliares casi se desconocen, se mudaron a países occidentales y adoptaron sus hábitos dietéticos, aparecieron cálculos biliares entre ellos tan frecuentemente como entre los nativos.

Pero también hay otros factores. Hasta la edad madura es un padecimiento principalmente del “sexo bello,” siendo por lo menos el doble de común entre las mujeres que entre los hombres. De hecho, en tiempos pasados los médicos han hecho bromas en cuanto a que la paciente más típica de cálculos biliares es: “Bella, gorda, de cuarenta años de edad, flatulenta y fecunda.” Es verdad que, siendo de menos de cincuenta años de edad, las mujeres operadas de cálculos biliares tenían un promedio de 11 kilos y medio más de peso que las mujeres que no eran operadas por cálculos biliares. También es verdad que las mujeres en edad de dar a luz tienen más probabilidad de tener cálculos biliares que las que tienen menos o más de esa edad, y que las que de hecho dan a luz hijos tienen más probabilidad todavía de tener cálculos biliares. Y uno de los síntomas de los cálculos biliares es ciertamente el de hincharse o la flatulencia. Pero con la vejez los hombres tienden a tener cálculos biliares casi tan a menudo como las mujeres.

Otro factor que las estadísticas muestran que tiene relación con los cálculos biliares es la actividad o ejercicio físico. La gente que tiene ocupaciones sedentarias, como oficinistas, profesores, maestros y abogados tienen mucha más probabilidad de tener cálculos biliares que los que efectúan labor física, como los agricultores, los albañiles y los carpinteros.

Y otra condición más que se ha descubierto que tiene una relación directa con la producción de cálculos biliares es la que se llama estasis. Con esto se da a entender que la vesícula biliar no se vacía en el intestino delgado. La bilis tiene todos los constituyentes necesarios para formar cálculos biliares y, por eso, cuando permanece por períodos largos en la vesícula biliar, se pueden formar cálculos biliares.

¿Operar o no operar?

El hecho de que hay ciertas cosas que se pueden hacer para minimizar la probabilidad de la formación de cálculos biliares sugiere que no siempre es necesario operar para extirpar la vesícula biliar cuando se detecta por primera vez que ésta tiene cálculos. Sin embargo, si una persona ha pasado de los sesenta y cinco años de edad y necesita una operación de emergencia por cálculos biliares, posiblemente haya esperado demasiado tiempo, pues las estadísticas muestran que las probabilidades de muerte son de diez a veinte veces mayores en el caso de esas operaciones que de las que se llevan a cabo antes.

En tiempos pasados, en algunos casos cirujanos prominentes recomendaban la extirpación de los cálculos únicamente, más bien que la extirpación de la vesícula biliar. Sin embargo, a menudo se necesitaba una segunda operación, y por eso hoy generalmente los cirujanos extirpan la vesícula biliar cuando causan dificultad los cálculos, para evitar complicaciones posteriores, incluso perforación.

Obviamente, la prevención es mejor que la operación. En vista de lo que se sabe acerca de los cálculos biliares, parecería que uno podría minimizar la probabilidad de desarrollar cálculos billares vigilando su dieta. Uno debe tener cuidado de no comer demasiado alimento fuertemente sazonado, especialmente dulces, carnes y grasas de animales. Se recomienda el obtener bastante vitamina A y hortalizas frescas. También hay evidencia de que la lecitina obra como elemento impeditivo de la formación de cálculos biliares. Entre los alimentos ricos en lecitina están las yemas de huevo (aunque también son elevadas en colesterol), las soyas, los aceites vegetales y de oliva, los productos de purina de res (hígado, corazón, riñones), trigo y otras yemas de cereales y nueces. También, si alguien es trabajador sedentario merece atención el hacer algún ejercicio con regularidad.

Al reflexionar algo en estos factores, tal vez se ahorre usted dificultad seria en algún tiempo posterior.

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