Viaje a una aldea serpa
SEGÚN FUE RELATADO AL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN INDIA
ME LLAMO Nawang Phintso, y soy un guía serpa. ¿Ha oído usted de los serpas? Tiene que haber oído de ellos. Particularmente si usted es una persona de corazón valeroso y dispuesto a enfrentarse al frío y al imponente Himalaya de Nepal. Mi pueblo, los serpas, son amigos muy íntimos de los montes Himalaya. Por miles de años esta cordillera nos ha ofrecido un hogar en su ladera rodeada de nieve. El célebre monte Everest es nuestro diario centinela. Con su base plantada directamente enfrente de nosotros y su cima erguida a una altura de 8848 metros, ciertamente es el monarca supremo de toda esta cadena de montañas.
Si nosotros los serpas parecemos orgullosos de nuestro hogar montañés, lo estamos aun más de nuestras hijas de rosadas mejillas y de nuestros hijos fuertes y rústicos. Nuestras casas son grandes y acogedoras lo mismo que nuestros corazones. La sonrisa serpa es una que usted nunca olvidará... tan radiante y cálida que uno se olvida del penetrante frío del Himalaya. Pero, por favor, viaje conmigo a mi aldea de Junbesi y disfrute personalmente de nuestra genuina hospitalidad serpa.
Un buen tiempo del año para viajar aquí en Nepal es de octubre a diciembre. Pero los meses de enero y febrero también son permisibles, con tal que esté dispuesto a soportar el extremo frío y a hacer caso omiso de las fuertes nevadas.
Pero antes de partir, tenemos que solicitar un permiso de viaje expedido por la Oficina Central de Inmigración. En cuanto a los portadores, ya he contratado a dos, una pareja de mozos fuertes y robustos. Y aquí tenemos a Sonam de mi aldea, un cocinero serpa muy solicitado que deleitará nuestros paladares cuando nos detengamos a comer.
¿Está todo preparado? Entonces, partimos de Katmandú en “Land Rover,” con rumbo a Lamsangu, a unos setenta y dos kilómetros de distancia. Esta mañana el aire está fresco como una manzana —limpio, claro y vigorizante— proveniente de esos distantes picos nevados.
Usted está en viaje
En Lamsangu echamos a caminar e iniciamos nuestro ascenso. La brisa de la tarde es fría. Uno la necesita para que le ayude a escalar. El sendero seco y polvoriento es angosto. Uno levanta la mirada y ve que serpentea tortuosamente. A ambos lados de usted los campos de mijo y trigo descienden hasta encontrarse con el arroyo. Usted estira el cuello deseoso de por lo menos vislumbrar algunas cimas blancas. Pero digo: “Tendrá que perseverar. Solo ha caminado tres horas. Quizás mañana al atardecer los orgullosos montes Himalaya le concedan una audiencia.”
Pero por ahora, aunque solo son las 5 de la tarde, es tiempo de armar el campamento. Antes que nos alcancen las crecientes sombras de la oscuridad tenemos que plantar nuestras tiendas de campaña y comer algo.
Hemos llegado a una altura de 1830 metros, a un lugar que se llama Thulo Pakha, y el frío se está haciendo sentir. Pronto Sonam tiene listo para nosotros un manjar serpa... un guisado caliente, espeso, de polvo de trigo frito, hortalizas y picantes que logra calentarnos las orejas, y trozos de pollo para apagar la gran hambre que tenemos. Y ahora es tiempo de acostarnos. Sé que solo son las 7 de la noche pero usted necesita mucho descanso si quiere llegar a mi casa, la tierra de los serpas.
A la mañana siguiente tenemos un buen desayuno con café, huevos y tostadas, y entonces volvemos a emprender la caminata ascendiente. Después de tres horas llegamos a una altura de 2500 metros, donde nos detenemos para tomar la merienda. El lugar es Muldi. Y, ¡mire! Su paciencia ha sido recompensada parcialmente. ¿Ve aquellas montañas blancas a lo lejos? La que ve allí es Annapurna, 7937 metros de alto. Sin embargo, esto es solo el comienzo. Cuanto más lejos viajemos, más generosa se hace la vista de estos majestuosos montes de Himalaya.
Experiencias que nunca olvidará
Ya han pasado cuatro días de viaje llenos de acontecimientos. ¡Cuatro días con algunas de las experiencias más fascinantes que recordar! Experiencias que hasta ahora quizás solo hayan existido en sus sueños y en los libros de cuento. Mientras aún están frescas en nuestra memoria, repasemos algunas de ellas.
¡La primera mañana comenzó con una experiencia escalofriante! Eso fue cuando cruzamos el tambaleante puente colgante, crujiendo peligrosamente sobre las ondulantes aguas de un torrente del Himalaya. Más tarde, luchamos cuesta arriba para encontrar el imponente paso montañés de Manga Deorali (2378 metros), y ciertamente eso nos hizo sentir como aventureros heroicos. También fue inolvidable esa pausa romántica para tomar té sobre las herbosas pendientes de Chitre (2286 metros) seguida de una descansada caminata por la zona del bajo monte alpino y retorcidos enebros, ¡culminado todo con un almuerzo abundante en la hermosa Kirantechhap! Después de una noche extraordinaria en Namdu, dedicamos el día siguiente a ir otra vez cuesta arriba para cruzar otro paso montañés a 2500 metros. Al atardecer llegamos a Sikri Khola, donde acampamos para la noche a la vera de esas centelleantes aguas. Allí, al dormir en tranquilidad, nuestros sueños se mezclaron felizmente con el murmullo del arroyo más abajo.
Pasaron otras dos noches. La más memorable de estas, usted recuerda, fue la que pasamos en el valle de ensueño de Chhayangma, donde nos recibió el solitario pero adornado chorten budista. Chorten es el nombre serpa para los imponentes monumentos de piedra que por lo general tienen muchos metros de alto. Estos se construyen en capas. La última capa tiene un gran domo bajo y grueso ubicado sobre él. Encima de este domo hay un pequeño adorno, frecuentemente coronado por un vistoso cono. Algunas veces el adorno tiene cuatro caras planas, en las que tienen pintado un par de ojos oblicuos mongólicos. Son de aspecto muy penetrante y real. Se cree que los chortens guardan las cenizas de venerados antepasados. Pero el aspecto más atractivo de estos chortens es que están construidos en los lugares más selectos de las faldas de las montañas. Quiero decir, en los sitios que dominan una hermosa y siempre cambiante vista panorámica de las montañas que los rodean por arriba de las aldeas allá abajo. Es una inolvidable experiencia de paz y tranquilidad el sentarse cerca de un chorten y dejar que los ojos se deleiten con el escenario circundante.
¡Bienvenido a mi aldea de las sonrisas!
Hemos emergido del majestuoso paso montañés de Lamjura a una altura de 3612 metros. Y ahora, extendido allá, más abajo, está el sonriente valle de Junbesi. ¡Este es mi hogar, mi feliz aldea serpa en el Himalaya! Adiós a los campos en terraplenes. Bienvenido a la tierra de los majestuosos pinos, a mi abrigado hogar serpa en los frescos alrededores alpinos.
Antes de entrar en la aldea, sentémonos por un momento aquí en esta colina. Bueno pues, una aldea serpa es diferente de las aldeas de otros grupos étnicos nepaleses. Para empezar, los poblados serpas siempre están a una altura más elevada. Mi aldea de Junbesi está a 2682 metros por encima del nivel del mar, y uno hallará aldeas serpas más grandes ubicadas a 3048 y 4267 metros por encima del nivel del mar, aferradas peligrosamente a las empinadas laderas de las montañas.
La noche se está asentando rápidamente, así es que será mejor que nos apresuremos a bajar a mi casa. ¿Oye el sonido de nuestros dzo? Esta es nuestra vaca, ciertamente diferente de las vacas que usted ha conocido, puesto que es un cruzamiento del cebú indio y el yak himalayo. Los perros alanos de la aldea están ladrando furiosamente a las oscuras sombras del crepúsculo. Y el humo que se eleva de las casas aguza nuestro apetito. Alguien dijo: “Oriente u Occidente... en casa es el mejor ambiente,” y tengo que concordar. Es tan satisfaciente estar de regreso en casa bajo la protección del Himalaya.
Pase a una casa serpa
Mi casa serpa es grande, de dos pisos, con un techo bajo de dos aguas cubierto con tejas. La mayoría de las casas serpas como la mía están construidas mirando hacia el sur y tienen ventanas delicadamente talladas.
Subimos por la escalera limpia hecha de madera al lustrado corredor, y entramos al salón de estar a la izquierda. El piso de madera muestra una limpieza y lustre exquisito. Directamente abajo de esas ventanas que dan al este hay un sofá largo cubierto de una abundancia de tapetes tibetanos... magníficos tapetes de lana en los que están representados el dragón oriental, el destellante Sol y flores simbólicas, todos tejidos en colores de rojo ardiente, azul profundo, naranja brillante, dorado y otros tintes que hacen juego. Enfrente del sofá y correspondiendo con él en longitud hay una mesa de madera. Cada mañana verá a mi hermana Ang Kandi lustrarla con un poco de mantequilla sobrante y hojas de sabor amargo del bosque. El brillo se consigue de la mantequilla, mientras que las hojas mantienen a la mesa completamente libre de moscas.
¡Un mar de rostros amistosos!
Mire pues, apenas ha entrado usted y ya está rodeado de una muchedumbre de rostros extraños y ansiosos. ¡Mire nuestras mujeres! Altas y de buen cuerpo. No es extraño que estemos muy orgullosos de ellas. Déjeme decirle algo acerca de lo que visten. La abrigada bata que llega hasta el tobillo, de lana negra, es lo que llamamos el angi. Observará que muchas mujeres traen puestos delantales gruesos de colores brillantes; eso quiere decir que están casadas. Esas botas pesadas, de paño colorido, las mantienen abrigadas y despreocupadas en cuanto al frío. Tienen cabello largo, lustroso, y en los días de trabajo lo atan sobre la cabeza en un pañuelo floreado. Sus rostros son de tez blanca y sonrosada, con mejillas carnosas, redondeadas, y sus oscuros ojos son oblicuos. Nuestros hombres fuertes y robustos también han tomado su puesto con ellas, riendo y haciendo bromas libremente. Aquí tenemos una diferencia llamativa en la vida social serpa que nos distingue de todos los otros grupos étnicos del Nepal. En vez de mantenerse atentas en segundo plano, nuestras mujeres toman parte libremente con la multitud.
La cálida e informal hospitalidad serpa
Aquí están mis padres. Sus amplias sonrisas solicitan que usted se siente en ese sofá cubierto de tapetes. Ang Kandi coloca ante usted pequeñas tazas adornadas, de porcelana blanca, puestas entre platillos y tapas exquisitamente diseñados. Entonces mamá vierte en ellas el espeso y humeante té serpa. ¡Lo prueba! Penetra directamente hasta sus nervios cansados. ¡Es diferente a cualquier otra taza de té que jamás haya tomado en su vida! Y debería serlo, porque ¿ha bebido alguna vez té batido cabalmente con mantequilla de yak, sal, azúcar y leche en una mezcladora de bambú de 1,20 metros que se llama un dongmo?
Permítame explicarle el orden en que se sienta una familia serpa. Primero, en el extremo del sofá, más próximo al fuego, se sienta mi padre. Próximo a él, usted, el invitado de honor, y después de usted terminan las formalidades. Ya vienen mis parientes. Dicen que han venido para verme. Pero, realmente, están aquí para mirarlo a usted de cerca. En el fondo de su corazón desean poder hablar su lengua y ver el mundo que usted ha conocido.
¡Antes que comencemos con la cena, hay un aperitivo! Es lo que llamamos chang. Es la típica y exótica cerveza serpa. De poco contenido alcohólico, se elabora en casa de maíz, trigo y levadura, es espumosa y de color blanco lechoso. Una vez más, están ante usted esas copas enjoyadas. Mi hermana le trae a mi padre el chang en una jarra especial de porcelana adornada con plata. Por turno, se llena una taza para cada uno.
El chang anima a rápida sociabilidad en cualquier reunión. Después de cenar, todos continúan de alegre ánimo. Ahora todo el grupo se ubica alrededor de las llamas saltarinas en el hogar. Las mujeres se sientan en cuclillas, amamantando a sus bebés sonrosados y carianchos. Fuertes risas celebran las graciosas ocurrencias de los serpas. Entonces alguien desea un cambio, ¡un cuento escalofriante para la despedida! Y después de eso, a la cama.
El baile del Mani Rimdu
Esta es su segunda mañana con los serpas de Junbesi, y el día promete ser notable. Sucede que nosotros los serpas comenzamos hoy a celebrar el festival del baile de Mani Rimdu. Por tres noches consecutivas tendremos Luna llena. El baile se celebra en el monasterio Chiwong, situado espectacularmente arriba en un peñasco a 2957 metros arriba del nivel del mar. El festival Mani Rimdu es exclusivo de los serpas. Pero sus orígenes se remontan hasta el mundo de ayer del teatro tibetano.
Para esta ocasión la mayoría de nuestros hombres y muchachos se visten de limpios pantalones laveda, cinturón de cuero, chaqueta occidental y gorra nepalí. Sin embargo, tienen una apariencia demasiado sencilla en contraste con las galas deslumbrantes de nuestras mujeres que están ataviadas con angis costosos de seda que se usan sobre blusas holgadas y ondeantes de raso. En su mayor parte los angis son negros, púrpuras, dorados o cobrizos, mientras que las blusas son rojas, anaranjadas y crema. Tienen largos collares y joyas de fantasía de oro colgando pesadamente sobre el pecho y de las orejas. La lustrosa cabellera negra está entrelazada con hebras de colores cálidos. Para coronar todo esto, llevan puestas aquellas altas y elegantes gorras ricamente bordadas con oro alrededor de la copa. Esto hace juego con sus igualmente atrayentes botas, por lo general negras, rojas, y azul verdoso.
Para las ocho de la mañana estamos listos para partir. Tanto los hombres como las mujeres cargan grandes cantidades de mantequilla, queso, huevos y dinero, todo lo cual se ofrece al sacerdote principal del monasterio. Después de dos horas de andar para arriba y para abajo, llegamos al monasterio Chiwong. Nos recibe un mar de gente que se desborda por los balcones y que entra y sale por el portón principal.
Alrededor de las 11 de la mañana se inicia el baile, con la exclusiva participación de los subsacerdotes del monasterio, mientras que el sacerdote principal observa. Las máscaras que llevan puestas los bailadores presentan algunas de las expresiones más inconcebiblemente feroces e inhumanas. Se entrechocan los platillos, resuenan las trompetas, y truena el rítmico golpeteo de los grandes tambores del monasterio. Mientras tanto, esos lamas (sacerdotes) enérgicos bailan toda una historia. Para cuando terminan, son las 6 de la tarde.
Durante el día el baile pertenece a los lamas, mientras que la noche se deja por completo a los legos. Sí, por tres noches consecutivas los hombres y las mujeres serpas apenas duermen. Arriba la Luna pálida y apacible parece reprender la locura de la diversión abajo. Las canciones campesinas se cantan fuerte y claramente, mezclándose el agudo tono femenino con las voces masculinas profundas y resonantes. En cuanto a las personas de más edad y los niños, se les ve dormitando.
¡Despedida!
Usted dice que tiene que irse, y nosotros no podemos detenerlo. Entonces, por favor, deje que mi pueblo le diga adiós a la manera serpa: Quieren ponerle cual guirnalda la tradicional bufanda blanca. Es una seña de profundo respeto. Yo voy a descender con usted hasta Katmandú. Sonam, nuestro cocinero, así como nuestros dos fieles amigos portadores, nos acompañarán. En cuanto a Sonam, nuestros portadores y yo, regresaremos pronto, y esperamos que usted también lo haga. Por favor. Vuelva otra vez a este valle Junbesi de Himalaya... ¡la siempre sonriente aldea serpa!