¡El peligro de abandonar toda responsabilidad!
‘CUANDO mi hijo entró a la cocina arrastrando los pies, todavía en piyama aunque era pasado del mediodía, sentí deseos de tomarlo por los hombros y sacudirlo hasta que le rechinaran los dientes. Sabía que estaría recostado la mayor parte de la tarde escuchando música rock en su aparato estereofónico hasta que, en un arranque de energía, se pondría unos pantalones de dril y un suéter y saldría volando al pueblo en su motocicleta. Mi hijo había abandonado sus estudios universitarios por completo. Sencillamente había desertado y escogido, por lo que podíamos ver, pasar el resto de su vida vagando sin rumbo fijo.’a
¿Le suena a usted familiar esta experiencia de una madre o un padre preocupado? Hoy muchísimas personas no solo están ‘abandonando’ la escuela, sino también las responsabilidades más básicas, como las que están asociadas con el matrimonio, la vida de familia y otras relacionadas con el empleo. ¿Qué hace que las personas abandonen las responsabilidades?
Muchos se quejan de sentirse esclavizados a una rutina fatigosa en que gastan cada día energía vital pero ‘no progresan.’ La vida carece de propósito para esas personas. Para escapar a la frustración simplemente abandonan lo que les gusta llamar ‘el sistema.’
¿Indica serios defectos de personalidad el frustrarse con los empeños humanos? No necesariamente. La Biblia reconoce que la mayoría de los empeños humanos son de tal carácter que causan frustración al decir: “Vi todas las obras que se habían hecho bajo el sol, y, ¡mira! todo era vanidad y un esforzarse tras viento.” (Ecl. 1:14) En cuanto a ‘progresar’ en este mundo, el mismo escritor bíblico declara: “Yo mismo he visto todo el duro trabajo y toda la pericia sobresaliente en el trabajo, que significa la rivalidad de uno para con otro; esto también es vanidad y un esforzarse tras el viento.”—Ecl. 4:4.
Sin embargo, la solución no se halla en substraerse de lo proyectado, en abandonarlo todo y vagar sin rumbo fijo. Los seres humanos necesitan un propósito en la vida, algo que les dé una sensación de dignidad, de que valen. La Biblia suministra esto. Y al hacerlo, presenta una maravillosa esperanza para el futuro de toda la humanidad.
¿Sabía usted que las Escrituras predicen que Dios pronto destruirá el presente sistema de cosas que causa tanta frustración y lo reemplazará con un sistema nuevo en el cual la “justicia habrá de morar”? (2 Ped. 3:11-13) En ese tiempo Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos [de la humanidad], y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.” (Rev. 21:4) ¿No son ésas las mejores noticias? Pero, ¿cuándo se realizará?
Como ‘señal de la conclusión,’ o el período final del presente sistema de cosas, Jesús predijo guerras sin precedentes, escaseces de alimento, enfermedades epidémicas, aumento del desafuero y otras calamidades espantosas. (Mat. 24:3-12, 34; Rev. 6:1-8) Desde el año 1914 la humanidad ha visto estas cosas en escala mundial. Junto con el cumplimiento en nuestros días de muchas otras profecías bíblicas, el acontecimiento de la señal que Jesús dio significa que ahora estamos sesenta y dos años dentro de “los últimos días” de este sistema. (2 Tim. 3:1-5) Esto presenta la oportunidad para que la gente hoy tenga un maravilloso propósito en la vida. ¿Por qué?
Porque Jesús predijo, como un rasgo adicional de la ‘señal de la conclusión,’ que “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14) Más de 2.000.000 de personas en 210 países e islas del mar están llevando a cabo hoy esta obra de testimonio mundial.
Hasta los predicadores de las “buenas nuevas” se ven ante el peligro de abandonar su responsabilidad. ¿Por qué? Porque a menudo encuentran indiferencia y a veces oposición enconada a su mensaje. Esto puede ser desalentador, como lo fue en el caso de Jeremías, que escribió: “La palabra de Jehová vino a ser para mí causa de oprobio y de mofa todo el día. Y dije: ‘No voy a hacer mención de él, y no hablaré más en su nombre.’”—Jer. 20:8, 9.
¿Podrían llegar a estar hoy igualmente desalentados los predicadores de las “buenas nuevas”? Jesús, en su gran profecía acerca de la “conclusión del sistema de cosas,” les advirtió a sus seguidores: “Entonces los entregarán a ustedes a tribulación y los matarán, y serán objetos de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre.” (Mat. 24:3, 9) ¿Cómo deberían reaccionar?
Considere el ejemplo de Jeremías. Rehusó abandonar la responsabilidad que tenía. Sabía que la gente necesitaba oír el mensaje de Dios. “En mi corazón,” continúa Jeremías, “resultó ser como un fuego ardiente encerrado en mis huesos; y me cansé de contenerme, y no pude aguantarlo.” (Jer. 20:9) Jesús instó a sus discípulos a proceder de modo similar, al decir: “El que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” (Mat. 24:13) ¿Está usted determinado a no permitir que la indiferencia y la oposición disminuyan su servicio a Dios?
Hay otra fuente de la cual puede venir la presión para que desista. ‘¿Y qué es?’ quizás pregunte usted. Considere el caso de Demas que en un tiempo fue cristiano fiel y compañero del apóstol Pablo en la obra de predicar. (Col. 4:14; File. 24) Sin embargo, Pablo, durante su segundo encarcelamiento en Roma, le escribió a Timoteo: “Demas me ha abandonado.” ¿Por qué? “Porque amó el presente sistema de cosas.”—2 Tim. 4:10.
Por cierto que las riquezas materiales, la inmoralidad sexual y otras cosas seductoras y las llamadas “libertades” de este mundo les son atractivas a las personas incautas. Sí, tan atractivas que el apóstol Juan, hacia el fin del primer siglo E.C., halló necesario escribir: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.” (1 Juan 2:15, 16) ¿No es cierto que los cristianos hoy están en aún mayor peligro de abandonar su servicio a Dios debido a las tentaciones mundanas?
Además de estas cosas, los cristianos se enfrentan a presiones provenientes de su propia carne pecaminosa así como a otras provenientes de inicuas fuerzas espirituales sobrehumanas. (Rom. 7:13-23; Efe. 6:12) Ciertamente es crucial la advertencia bíblica: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo.”—Heb. 3:12.
Hoy la necesidad urgente que hay de predicadores de las “buenas nuevas” hace posible que todos tengan un propósito significativo en la vida. ¿Ha aceptado usted esa responsabilidad? Si es así, no la abandone. Más bien, sea de la misma mente del escritor bíblico que declaró: “Nosotros no somos de la clase que se retrae para destrucción, sino de la clase que tiene fe que resulta en conservar viva el alma.”—Heb. 10:39.
[Nota]
a Revista Good Housekeeping, marzo de 1976.