¿Es esto progreso?
HOY día hay muchas personas a quienes les impresionan mucho los logros de la ciencia y la tecnología. Pero ¿qué efecto han tenido estos adelantos en la gente en conjunto? ¿Puede decirse que como resultado de la norma de vida que la ciencia y la tecnología han hecho posible la vida realmente se ha hecho más excelente y más llena de significado?
En el libro Environment, William W. Murdoch, profesor adjunto de biología en la Universidad de California, hizo este comentario:
“He dicho que en una sociedad acaudalada podemos formar idea de una norma de vida óptima que sea inferior al máximo que pudiéramos lograr, y que por lo tanto debemos considerar ponerle fin al desarrollo económico en el sentido que lo conocemos. Esto denota que las riquezas aumentantes no tienen correlación necesariamente con un aumento en la calidad de la vida, y que posiblemente en los Estados Unidos ya estemos experimentando una decadencia en la calidad de la vida común a medida que nuestras riquezas COLECTIVAS aumentan. . . . El peso de la evidencia que se ha manifestado en este libro favorece la hipótesis de que a medida que enriquecemos en los Estados Unidos, la calidad del ambiente que compartimos va en decadencia.”
Claro está que lo que la ciencia y la tecnología modernas pueden ofrecer no representa necesariamente progreso en todo aspecto de la vida. The World Book Encyclopedia confiesa: “A pesar de su progreso científico y tecnológico, el hombre no ha tenido mucho éxito al tratar con los problemas humanos.” ¿Por qué no? Una razón es que con demasiada frecuencia se pasan por alto las pautas establecidas por la única fuente de la sabiduría, Jehová Dios.
En Chile, un científico y profesor universitario pudo reconocer la realidad de esto después de estudiar unos meses con los testigos de Jehová. Renunció a un puesto político que ocupaba en la universidad, y explicó que razones poderosas lo habían llevado a tomar esa decisión.
Mencionó que por todos lados se veía el fraude, la mentira, la envidia, el odio, la violencia y una lucha despiadada por fama y poder. Dijo que las universidades no estaban libres de estos estigmas. Luego preguntó de qué verdadero beneficio le había sido a la sociedad en que vivimos el que se impartiera esa instrucción superior. Llamó atención a la contaminación que aumenta día por día, a la afición de tantos jóvenes a las drogas, al aumento de la delincuencia y a la neurosis colectiva.
Entonces, refiriéndose a la actividad en que él mismo había participado, dijo que habían estimulado a la exaltación por medio de diplomas y grados, posiblemente con el propósito de deslumbrar a la gente. Añadió que habían animado a otros a luchar por fama y poder y que así sin duda contribuyeron a crear el egoísmo y la desunión. Terminó por decir que como cristiano se había convencido de lo incorrecto de todo esto.