¿Va usted ‘esa milla adicional’?
EN Nicaragua, un hombre demandó compensación cuando el perro de su vecino se tomó la leche de su bebé. El vecino se enfureció, y el resultado fue una pelea con cuchillo. Los dos hombres se cortaron severamente... todo debido a la pérdida de un poco de leche.
Esto es típico de lo que puede suceder cuando la gente infla una pequeñez y la hace cobrar importancia desproporcionada. A menudo esto lleva a una pérdida mucho mayor para los interesados que si se hubiese concedido la demanda original o ésta se hubiese retirado pacíficamente.
Sí, hay muchos problemas sumamente graves que jamás se hubiesen desarrollado si la gente hubiera estado más dispuesta a seguir el principio de ir ‘esa milla adicional.’ Esto es lo que la Biblia nos anima a hacer: “No resistan al que es inicuo; antes al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y si alguna persona quiere ir al tribunal contigo y hacerse dueño de tu prenda interior de vestir, deja que se lleve también tu prenda exterior de vestir; y si alguien bajo autoridad te obliga a una milla de servicio, ve con él dos millas.” (Mat. 5:39-41) Considere cómo este consejo que Jesucristo dio pudiera evitar dificultades respecto a cosas comparativamente pequeñas.
Una bofetada es insultante y tiene como propósito provocar al abofeteado. ¿Pero realmente le sería ventajoso desquitarse? Al contrario, ¿no le facilitaría el desquite al que quisiera empezar una pelea? Por eso, el proceder prudente es ‘volver la otra mejilla,’ sí, hacer caso omiso del insulto. Generalmente esto pone fin al asunto.
Es posible que usted conozca a personas que están resueltas a sacar ventaja personal de toda situación, prescindiendo del expendio de tiempo y dinero envuelto. Convierten cosas triviales en asuntos de discusión, e insisten en ser vindicados. ¿Sería prudente envolverse con ellos en pleitos legales largos y costosos? A menudo es mejor aceptar una pérdida y así evitar enredarse en un lío de problemas legales.
En el caso de un oficial o supervisor, es posible que él tenga la autoridad para exigir la ejecución de cierto servicio en particular. En vez de protestar, el individuo a quien se le pide hacer algo generalmente halla que le es más ventajoso estar dispuesto a hacer lo que se le pide y aun más de eso. Así evita incurrir innecesariamente en el disgusto de aquellos que están en autoridad.
Pues bien, en el caso de los dos nicaragüenses, probablemente ninguno de los dos hubiese sido marcado con cicatrices por toda la vida si se hubiese manifestado la disposición de hacer compensación o de aceptar una pequeña pérdida. Sirve para ilustrar esto lo que sucedió con dos mujeres que asistían a una asamblea cristiana en el mismo país. Una de ellas accidentalmente tumbó una botella de leche que la otra había comprado para alimentar a su bebé. Rápidamente limpió lo derramado y, cuando la otra señora regresó a su asiento, ofreció pagar por la leche que se había derramado. Pero la dueña no se interesaba en la compensación, y dentro de poco las dos estaban conversando alegremente.
En verdad, la persona que sale ganando es la que evita hacer asuntos de discusión de cosas triviales y que realmente hace más de lo que se pide de ella a fin de resolver los asuntos pacíficamente. Hay verdadera sabiduría en estar dispuesto a andar esa ‘milla adicional.’