Los hijos... ¿bendición, o angustia?
“PARA cuando llegamos a casa yo estaba en estupor,” recuerda un padre que acababa de estropear a un muchacho con su camioneta. El jovencito se había lanzado a la calle repentinamente y la camioneta lo había arrollado. El chillido de los frenos, el deprimente sonido del golpe y la sirena de la ambulancia, todo esto estaba dando vueltas en la cabeza del hombre cuando él finalmente llegó con sus hijos a casa.
“Los muchachos podían ver que me encontraba muy mal,” dijo el padre. Describió que sus hijos entonces hicieron que él se echara sobre el piso de la sala y le dieron un masaje en la espalda. “Hiciste todo lo que pudiste, papá. Hiciste todo lo que pudiste,” dijeron los compasivos jovencitos. El cuidado amoroso que brotaba de aquellas manitos jóvenes a medida que le friccionaban la espalda no solo eliminó la tensión, sino que también ayudó al padre a evitar mucho del trastorno emocional que usualmente es el resultado de tal tragedia.
¡Cuán agradecido estaba este padre por tener hijos como aquéllos! ¿No amaría usted también a jovencitos como ellos? Sí, los hijos pueden ser un deleite.
¡Pero qué diferente fue la escena en otro hogar! En éste, también, el padre estaba echado en el suelo y su hijo e hija estaban rondando alrededor de él. Pero este padre estaba muerto... según habría de informar luego la policía, ¡murió a manos de un asesino que sus propios hijos habían contratado! Ahora las manos ansiosas de los dos jóvenes estaban despojando al padre muerto de $300 (E.U.A.) y de sus tarjetas de crédito, las cuales utilizaron prontamente. “Él no nos dejaba hacer lo que queríamos, como, por ejemplo, fumar marihuana,” dijeron los jóvenes para justificarse.
Muy pocos hijos van hasta el punto de causar la muerte a sus padres, pero millones de hijos se rebelan de otras maneras. Un creciente número de padres están profundamente preocupados por lo que hacen y dicen sus hijos. Con demasiada frecuencia, infantes encantadores se convierten en jóvenes que atacan tanto a sus padres como a la sociedad. En la mente de un sinnúmero de padres persiste la pregunta: “¿Por que se comportan así?”
Hay respuestas, pero son complejas. Hijos de un mismo padre y una misma madre a menudo obran muy diferentemente. Algunos, aun habiendo recibido el mejor cuidado de sus padres, se convierten en delincuentes. También sucede lo opuesto. Un hombre se lamentó así: “Debido a que nací de padres no casados, mi madre me dejó con su hermana, quien me trató sin amor, pues me daba palizas frecuentemente y me consideraba un simple ‘instrumento’ para desempeñar los quehaceres domésticos. Para los catorce años de edad yo me había convertido en un jugador empedernido, y mi tío se mofaba de mí, diciendo: ‘¡Nunca tendrás éxito en la vida!’” No obstante, este hombre ahora está criando bien a 10 hijos.
El relato de este hombre, como veremos más adelante, revela un factor que puede cambiar dramáticamente el comportamiento de una persona en su vida adulta.
SI USTED ES PADRE, O MADRE... el adquirir entendimiento de las razones que pudieran llevar a los hijos a obrar de ciertas maneras puede determinar su fracaso o éxito en desempeñar su papel de padre o madre. Tal conocimiento puede ayudarle a ser más eficaz en sus esfuerzos por educar a sus hijos.
SI ERES HIJO, O HIJA... hay muchas fuerzas poderosas que pueden hacer que te comportes de ciertas maneras. El saber cuáles son éstas y cómo tener éxito al tratar con ellas puede aumentar tu propia felicidad.
Entonces, ¿cuáles son algunas de las razones que hacen que los hijos se comporten como lo hacen?