Él la permite, pero ¿quiénes la practican?
¿En qué consiste la maldad o iniquidad que Dios permite y por la cual la gente se lamenta? Es lo que resulta en sufrimiento humano.
RUINA Y BAJAS CAUSADAS POR LA GUERRA
Las naciones declaran guerras, degüellan a soldados, bombardean ciudades, matan a mujeres y niños, cubren la Tierra de cadáveres. Las pestes abundan. Se ejecuta la táctica de abrasar la tierra. Sigue a esto el hambre. Esta generación ha experimentado dos guerras mundiales. En la primera murieron 10 millones de hombres, en la segunda se perdieron 55 millones de vidas. Bombas atómicas incineraron dos ciudades grandes.
LO QUE CUESTA EL HAMBRE
En 1979 unos 50 millones de personas murieron de hambre en los países del Tercer Mundo. Cada año unos 25 millones de niños de menos de cinco años de edad mueren en esos países, y mil millones de personas pasan hambre constantemente. El hombre puede evitar esta iniquidad. La Tierra puede producir más alimento del que necesitan sus habitantes. Por ejemplo, el poner bajo cultivo la cuenca del Ganges crearía un potencial de producción de alimento de 150 millones de toneladas, pero no se hace debido al costo. Sin embargo, una fracción pequeñísima de los 500 mil millones de dólares que se invirtieron mundialmente en gastos militares en 1980 proporcionaría los fondos para ello.
BOSQUES QUE VAN DESAPARECIENDO
“En el tiempo que toma leer esta oración, más de 3 hectáreas de bosque desaparecerán.” Así introdujo la revista “Newsweek” su artículo sobre los bosques que van desapareciendo. Puede ser que desde 1950 el mundo haya perdido la mitad de sus bosques. Ahora, de 10 millones a 20 millones de hectáreas están desapareciendo anualmente. En el África se derriban dos millones de hectáreas de bosque anualmente, y el 90 por ciento de los árboles se utilizan como combustible. ¿Con qué resultado? Los desiertos se extienden y el hambre aumenta.
Cuando el hombre priva a la Tierra de sus bosques, el agua se lleva hacia el océano la capa superior del suelo... y es en la capa superior del terreno donde crecen las plantas que sirven de alimento al mundo. Un ejemplo: En la India, cada año 6.000 millones de toneladas de este precioso recurso, 10 toneladas por cada persona del país, son barridas río abajo. Se requieren miles de años para que las piedras se pulvericen y se conviertan en tierra, y unos siglos más para que dicha tierra llegue a estar suficientemente enriquecida como para que se pueda cultivar alimento en ella. Como se ve, esta tierra es mucho más preciosa que el oro. A medida que disminuye la capa superior del suelo, hay menos cultivo y más hambre... esto es obra del hombre, no de Dios.
LAS PLAGAS DE LA CONTAMINACIÓN
Dios ha permitido la contaminación del aire, el agua y el terreno por todo el mundo, pero los hombres perpetran tal contaminación. Esto es inicuo, malo, si se mide la iniquidad en términos de sufrimiento humano. Abortos, defectos congénitos, enfermedades, muertes... nadie sabe cuántos millones de personas son víctimas de esto. Un ejemplo notorio: en el Brasil, una comunidad industrial de 80.000 personas que trabajan en centros petroquímicos. Al lugar se le llama un “valle de la muerte.” Diariamente se arrojan al aire y al agua de esta ciudad 1.000 toneladas de gases tóxicos, neblinas venenosas y líquidos mortíferos. Los ríos se hinchan de lavazas, los peces nacen ciegos y deformes, la atmósfera está cargada de humo industrial. No hay insectos, ni aves ni mariposas de ninguna clase en esta región, y, cuando llueve, los ácidos que se mezclan con la lluvia queman la piel. Miles de personas mueren.
Mientras continúan revelándose estos horrores de sufrimiento humano, queda manifiesta otra clase de contaminación, la de la mente y las normas morales. Antes que los humanos puedan deliberada y despiadadamente contaminar la Tierra y como resultado de ello destruir la belleza, la propiedad, la salud y la vida, primeramente tienen que estar contaminados por dentro... mental, moral y espiritualmente.
EL HOMBRE CONTRA SÍ MISMO
Pero no son solo los países y las industrias y otros grupos poderosos quienes infligen sufrimiento a millones de víctimas indefensas, sino que individualmente un hombre hace de otro hombre su víctima. La criminalidad alcanza nuevas marcas a medida que las personas matan, violan, roban y asaltan a otras personas.
Además, millones de personas se convierten en sus propias víctimas. Comen en exceso, aumentan demasiado de peso y cansan el corazón; fanáticamente se someten a un régimen de alimentación, adelgazan demasiado y debilitan su resistencia física; rehúsan hacer ejercicio y se tornan fláccidas; abusan de las bebidas alcohólicas y contraen cirrosis del hígado; fuman cigarrillos y mueren de cáncer de los pulmones; usan marihuana y se causan daño al cerebro, al corazón, a los pulmones y a los sistemas de reproducción y de inmunidad; practican el adulterio y la sodomía y contraen enfermedades venéreas; manejan imprudentemente sus vehículos y causan daño o muerte a sí mismos y a otros; codiciosamente van en pos de dinero y poder, posición social y posesiones materiales, y al hacer esto crean la tensión que les causa úlceras y ataques cardíacos... cada lector puede seguir añadiendo ejemplos a esta lista de males que la gente se acarrea y que podría prevenir.
ABUSO DEL LIBRE ALBEDRÍO
Dios no permite la iniquidad en el sentido de que expida un permiso para que se practique; él sí deja que el hombre abuse de su libre albedrío y la cause. Es interesante que Eclesiastés 7:29 dice: “Dios hizo recto al hombre, mas ellos se buscaron muchas maquinaciones.”—Traducción Nácar-Colunga.