Los principios bíblicos surten efecto... ¡póngalos a prueba!
¿LE PARECE a usted que la Biblia es un libro anticuado, que no es práctico? ¿Cree usted que los consejos que da no deben tomarse en serio?
Eso es lo que muchas personas opinan. Pero muchas personas han cambiado de parecer cuando alguien les ha ayudado a comprender el mensaje de este libro. Una vez que han llegado a entenderlo claramente, han podido empezar a aplicarlo en su vida. El hecho es que actualmente hay unos dos millones de personas por todo el mundo que saben por su experiencia personal que la Biblia es muy práctica y que el tomar en serio lo que dice es una muestra de sabiduría.
Por ejemplo, el periódico World, de Tulsa, Oklahoma, del 24 de enero de 1980, tenía estos titulares: “La Biblia unió a personas de diferentes razas en medio de disturbio y muerte.” El artículo pasó a decir lo siguiente:
“En lo más recio del disturbio racial [en Idabel], cuatro personas blancas, tres mejicanas y una negra estaban acurrucadas en el suelo de una casa grande leyendo pasajes de la Biblia. Esto tuvo lugar en la casa de John y Joan Langan. Son testigos de Jehová que hace dos años y medio optaron por establecer su hogar a poca distancia de la carretera Oklahoma 37, que pasa por el centro del sector de los pobres y negros de este pueblo.”
Mientras este grupo multirracial se hallaba reunido allí para estudiar la Biblia, estalló una pelea en el patio delantero, y las balas volaban en toda dirección. Según parece el disturbio se produjo cuando parecía que las autoridades no habían actuado en el caso de la muerte de un joven negro de quince años de edad. Como resultado del disturbio, un policía fue muerto, varias personas fueron heridas y, la mañana siguiente, los Langan vieron el cuerpo de un negro echado en el solar baldío próximo a su casa. Su casa misma no recibió daño alguno; ni siquiera una ventana fue rota. Pero la lechería al otro lado de la calle fue acribillada a balazos; todas sus ventanas fueron rotas. La estación de servicio a su lado fue arrasada. Tres tiendas de artículos de uso frecuente cerca de su casa fueron dañadas y saqueadas, y una tienda de vinos y licores fue demolida.
En el World se comentó: “Para los Langan ... no había enemigos afuera. ‘No temíamos a la gente, sino a que alguna bala perdida pudiera causarnos daño,’ dijo la Sra. Langan.” El periódico también hizo notar que las reuniones locales de los testigos de Jehová se celebraban en “el único templo de esa índole del pueblo, donde la congregación se compone tanto de negros como de blancos.” La congregación tiene unos sesenta miembros, y hasta cien personas asisten a las conferencias bíblicas que se pronuncian para el público los domingos.
Además, el World citó las siguientes palabras de la Sra. Langan: “Sé que hay dificultades; no estoy ciega. Pero según la base que tenemos para tratar con la gente —negros y blancos— hay una buena relación. Si las personas le tienen amor a Dios, eso es lo único que necesitamos para disfrutar de su compañía. La diferencia de color solo hace más deleitable el estar juntos. Disfrutamos de las diferencias.” El periódico también dijo que “cuando los Langan llegaron a Idabel, quedaron impresionados con la amigabilidad de los residentes que les permitían entrar en sus hogares. ‘Lo primero que notamos fue que la gente era hospitalaria,’ dijo la Sra. Langan. ‘Muy pocos fueron descorteses. Hallamos que, [por lo] general, la gente era muy, muy amable. Todavía lo son.’”
La mañana después del disturbio los Langan hallaron que todo el pueblo estaba alborotado. En el centro comercial vieron a todos los comerciantes y repartidores blancos armados de pistolas. Llegaron los del Ku Klux Klan (organización de blancos racistas del Sur), y el aire estaba cargado de tensión. A pesar de esta situación, los Langan fueron de casa en casa proclamando las buenas nuevas del reino de Dios.
En la primerísima casa que visitaron un joven negro ordenó: “Pasen.” Lo hicieron y hallaron entre veinte y treinta negros en esa casita. Aquí también había mucha tensión. “¿Qué quieren ustedes?,” le preguntaron al Sr. Langan. Les dijo donde vivían él y su familia y que eran testigos de Jehová deseosos de compartir algunos pensamientos de la Biblia con la gente. Entonces pasó a comentar que los hombres no pueden establecer justicia, que solo Dios puede hacerlo. Esto pareció perturbarlos. La Sra. Langan preguntó si había algunos del grupo que eran padres de familia con esposa e hijos, y si no era cierto que tenían problemas al tratar de mantener feliz a cada miembro de su familia todo el tiempo. Si un hombre tiene dificultad en lograr esto con su propia familia, ¿cómo pudiéramos esperar que los gobiernos humanos pudieran hacer que todos se sintieran felices? El Creador es el único que puede hacer eso. Al oír esto, los ánimos se calmaron y se podía sentir un ambiente más tranquilo.
Resultó que ésta era precisamente la familia cuyo hijo de quince años de edad había sido muerto, suceso por el que se inició todo el disturbio. Los dos Testigos dieron el pésame y dijeron que cuando llamaron a la puerta no habían tenido la menor idea de quiénes eran las personas a quienes visitaban. Procedieron a consolar a la familia angustiada con textos bíblicos como el de Revelación 21:4, que habla del tiempo en que Dios limpiará toda lágrima de los ojos de la gente y no habrá más dolor ni muerte. También pudieron explicar a la familia afligida la esperanza bíblica de una resurrección de entre los muertos, y dejaron alguna literatura bíblica con ellos.
Al marcharse de la casa, los Langan se dieron cuenta de que un negro joven venía siguiéndolos y que tenía las manos detrás de la espalda. El Sr. Langan se volvió y dijo: “Me llamo John. ¿Cómo te llamas tú?” El joven dio su nombre y luego preguntó: “¿Qué hacen ustedes aquí?” Cuando le dijeron su misión, se mostró más tranquilo. Tenía una navaja en la mano.
¿A qué se debió que los Langan pudieran atenerse firmemente a su punto de vista equilibrado y comprensivo de los asuntos raciales? La Biblia declara que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para morar sobre la entera superficie de la tierra.” (Hechos 17:26) La Palabra de Dios también nos dice que ‘amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos’ y que “así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—Marcos 12:31; Lucas 6:31.
Los Langan viven en conformidad con estos principios, tal como lo hacen otros Testigos, y han descubierto que no solo es práctico hacerlo, sino que contribuye a que uno se sienta más feliz. Sí, los principios bíblicos surten efecto. Si a usted le interesa recibir ayuda para entender los principios de la Biblia y cómo aplicarlos en su vida, no deje de comunicarse con los testigos de Jehová de su comunidad. Si no puede hacer eso, escriba a los publicadores de esta revista y gustosamente le informarán dónde se reúne la congregación de Testigos más cerca de su hogar.