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  • El único camino a la supervivencia
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¡Despertad! 1984
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El único camino a la supervivencia

“CUANDO vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas” (Lucas 21:20, 21). Éstas son parte de las instrucciones que Jesucristo dio a sus discípulos. Y ¿qué pasaría a los que desobedecieran las palabras de Cristo? Él predijo: “Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por las naciones”. (Lucas 21:24.)

Las palabras de Jesús hubieran sido repugnantes para los zelotes. Según el libro A History of the Jews, de Abram L. Sachar, los zelotes “eran extremistas que no se estremecían ante nada con el fin de derribar a sus amos paganos”. La idea de huir les hubiera parecido no solo poco práctica, sino, peor aún, ¡cobarde! De modo que en 66 E.C., la crueldad romana incitó a estos judíos a una franca rebelión. Después que los rebeldes judíos tomaron a Masada, las fuerzas militares de Roma se apresuraron a apoderarse de Jerusalén. Jerusalén llegó a estar entonces “cercada de ejércitos acampados”. Pero cuando el procónsul romano Cestio Galo retiró inesperadamente sus tropas, surgió la oportunidad para que los residentes de Jerusalén siguieran el consejo de Jesús y huyeran. Eusebio, historiador del siglo III, dice: “Sin embargo, el cuerpo entero de la iglesia de Jerusalén, habiéndosele mandado mediante una revelación divina [...] se mudaron de la ciudad, y moraron en cierta población más allá del Jordán, llamada Pela”. Pero ¿qué pasó a los que se quedaron?

Llegó el año 70 E.C., y los romanos regresaron bajo el caudillaje del general Tito. Decididos a conquistarla, bloquearon la ciudad. Flavio Josefo, ex rebelde judío que entonces estaba al servicio de los romanos, se puso a dar la vuelta a los muros de Jerusalén, mientras suplicaba a su pueblo que abandonaran su inútil lucha. “Conozcáis —clamó él— que resistís no sólo a los romanos, sino a Dios también.” ¿Cuál fue el resultado? En sus propias palabras: “Diciendo Josefo estas cosas llorando y dando voces, los malos y revoltosos de la ciudad no por eso se movieron ni juzgaron serles cosa segura hacer alguna mudanza”. Como resultado, ¡centenares de miles de ellos murieron de hambre y por la espada, y a otras decenas de miles de judíos se les sacó de allí para llevar una desdichada vida de esclavitud! Sin embargo, los cristianos que estaban a salvo en Pela podían reflexionar sobre la bendición de haber obedecido la advertencia de Cristo.

La supervivencia hoy día

Lo que ocurrió en Jerusalén fue simplemente un ejemplo en pequeña escala de lo que tendrá lugar en nuestro tiempo en escala mundial. Pero lo que está en juego esta vez no es solamente la existencia de una ciudad, ¡sino la del sistema de cosas mundial! (Mateo 24:21.)

Dios mismo es quien causará esa calamidad mundial. Pero ¿por qué? Para “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Dios, “el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, [...] no la creó sencillamente para nada”, y no permitirá que el hombre la arruine, sea mediante la contaminación ambiental o la destrucción nuclear (Isaías 45:18). Mas se requerirá Su intervención para evitar el cataclismo de hechura humana que temen los supervivencistas. No obstante, Jesús dijo que es posible ‘lograr escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder’. (Lucas 21:36.)

Puesto que los seguidores de Jesús hoy día están esparcidos por toda la Tierra, les sería imposible huir a algún lugar geográfico, como lo hicieron los cristianos del primer siglo. Hoy la supervivencia depende de obedecer el consejo bíblico que está en Sofonías 2:2, 3: “Antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová”. Y la Biblia declara además: “Todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo”. (Joel 2:32.)

Es cierto que algunas traducciones de la Biblia oscurecen el significado de este texto al verterlo así: “Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (La Biblia al Día). Pero el texto en el idioma original muestra que se requiere más que suplicar a un “Señor” sin nombre. En muchas Biblias, textos como Salmo 83:18 muestran claramente que el nombre personal de ese “Señor” es JEHOVÁ (BD; Torres Amat; Versión Valera). El invocar su nombre significa más que usarlo de modo ceremonial. Uno tiene que ‘buscar’ a Jehová mediante el estudio de la Biblia y el llegar a conocerlo como persona (Juan 17:3). Este conocimiento mueve a la persona de corazón recto a respetar la autoridad de Jehová como Soberano Universal, amoldarse a Sus normas e imitar a Jesús al ‘poner de manifiesto el nombre de Dios’ a otras personas. (Juan 17:6.)

El simplemente ir a la iglesia de su elección no es, por lo tanto, el camino a la supervivencia. ¿Cómo pudiera ser, si las iglesias no solo no usan el nombre personal de Dios, sino que a menudo hasta desaniman el uso de éste y toman a la ligera los mandamientos de Dios? Recuerde, el profeta Malaquías dice que Dios tiene “un libro de recuerdo” para ‘los que están en temor de Jehová y para los que piensan en su nombre’ (Malaquías 3:16). De todos los grupos religiosos que afirman ser cristianos, ¿cuál usa abiertamente el nombre de Dios, Jehová, tiene plena confianza en él y sus promesas, y anima denodadamente a sus miembros a ser testigos de él? (Isaías 43:10.) Sin duda alguna, éstos son los que ‘buscan a Jehová’. Ellos instan a otras personas a unírseles en conocer el único camino seguro para sobrevivir a la venidera destrucción mundial.

[Comentario en la página 9]

“Sin embargo, el cuerpo entero de la iglesia de Jerusalén, habiéndosele mandado mediante una revelación divina [...] se mudaron de la ciudad, y moraron en cierta población más allá del Jordán, llamada Pela.”—Eusebio, historiador

[Comentario en la página 9]

El simplemente ir a la iglesia de su elección no es el camino a la supervivencia. “Todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo.” (Joel 2:32.)

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