La búsqueda del dinero
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Gran Bretaña
“MI META —admite Julián, de las Filipinas— era ser millonario para cuando llegase a los cuarenta y cinco años.” Karel, de Sudáfrica, confiesa: “Estaba obsesionado con la aspiración de ser rico”.
Es cierto que no todas las personas desean ser millonarias, pero sí quieren tener suficientes posesiones y dinero para disfrutar de la vida y hacer lo que deseen. Esta era la actitud de un hombre de negocios japonés llamado Kichisaburo, quien dijo: “Pensaba que estas cosas me producirían felicidad”.
Liz, de Canadá, opinaba de manera parecida. “De joven —dice ella— creía que el dinero libraba de las preocupaciones.” Tom, su marido, esperaba que el dinero le ayudase a ‘liberarse de todo, [...] a que no hubiese crimen ni contaminación ni personas falsas con las que tratar’.
Desplazamientos... en busca de dinero
A lo largo de la historia, muchas personas se han desplazado a otros lugares en busca de riquezas. En la época de las colonias, los hombres de negocios británicos fueron pisándoles los talones a los exploradores a fin de apoderarse de los recursos minerales de continentes enteros, como África. Luego, con la decadencia del imperio y las recientes crisis económicas, se ha invertido el proceso, y los ciudadanos de la Commonwealth viajan a Gran Bretaña, no necesariamente en búsqueda de riquezas, sino a fin de ganar suficiente dinero para mantener a sus familias.
Miles de hombres y mujeres parten de las Filipinas para buscar trabajo, y muchos encuentran empleo en los estados del golfo Pérsico y otros lugares. Los mexicanos y otros muchos procedentes de América Central y del Sur emigran hacia el norte con la esperanza de ganar dinero en Estados Unidos. Muchos países europeos acogen a personas del Oriente Medio y del norte de África.
Según la publicación sudafricana Manpower Review con fecha de enero de 1987, la cantidad de trabajadores emigrantes registrados oficialmente a partir del 30 de junio de 1985 era de 371.008. Sin embargo, el informe añade que “se calcula que hay 1.500.000 trabajadores ilegales que se han introducido en Sudáfrica para aprovecharse de algún modo de las riquezas del país”.
Hasta en las naciones más prósperas de nuestro día hay gente que se muda para ganar dinero. Esto sucede en Gran Bretaña. Cada vez hay más personas que trabajan en el sur y mantienen su domicilio en el norte. Para ilustrar por qué lo hacen, he aquí un ejemplo: una vivienda en el centro de Londres (en el sur), descrita como un “piso [apartamento] del tamaño de un armario para las escobas” debido a que tiene una superficie de solo 5,6 m2, se puso en venta recientemente por la asombrosa cantidad de 54.000 dólares. Sin embargo, a 130 kilómetros de Londres, con esa misma cantidad se puede comprar una casa de tres dormitorios.
En Bradford, una ciudad del norte de Inglaterra, hay unos 60.000 habitantes asiáticos. Muchos de esos inmigrantes acudieron a dicho centro industrial para trabajar en sus fábricas de lana. Pero desde que la automatización redujo la mano de obra, los desempleados ahora tienen que depender para su sustento del subsidio de la seguridad social que ofrece el gobierno. De modo que muchos se encuentran con que su búsqueda de dinero termina en desesperación.
Países en desarrollo
De manera similar, las perspectivas de encontrar un empleo fijo en los países en desarrollo hacen que miles de personas de las aldeas agrícolas se trasladen a las ciudades. Es verdad que muchos encuentran empleo. Pero, ¿les producen felicidad sus ganancias?
La más mínima remuneración que reciban los trabajadores deben utilizarla para pagar, en primer lugar, el alquiler, a menudo exorbitante, de viviendas que no reúnen las condiciones mínimas y que posiblemente están situadas en los insalubres y hacinados barrios pobres que aparecen alrededor de las ciudades. Lo restante tiene que cubrir las apremiantes necesidades de los parientes que quedan en casa, en la aldea. Por ejemplo: cuando llega final de mes, en muchas de las oficinas de correos de las ciudades de África pueden verse enormes colas de hombres que esperan para mandar giros postales a los parientes que tienen a su cargo en las aldeas.
Aun cuando las familias vivan juntas en las ciudades, padecen la presión de otras cargas económicas. Hay que apartar dinero para atención médica, transporte, escuelas, alimento, alquiler de la vivienda... la lista parece no tener fin. No es de extrañar que muchos de los que viven en las ciudades tengan dos empleos.
¿Suena esto como una receta para la felicidad? Difícilmente. Por lo tanto, sea que usted se traslade o permanezca donde está, queda en pie la pregunta: ¿qué papel desempeña el dinero en su vida? La respuesta es crucial para su felicidad.